Capítulo 29

-¿Qué caso tiene ahora? -preguntó Melina con un tono sombrío-. Lo que hubiera hecho ya no importa, simplemente porque no devuelve al pasado y cambia el curso de las cosas. No hace falta que ahora te esfuerces en resolver esto. Nada, absolutamente nada va a cambiar lo que ya pasó y viéndolo desde el punto práctico me alegro que a pesar de todo la vida no me haya dejado con un tipo como tú. No importa cuánto dolió en su momento, no importa cuánta decepción hubo, cuánto llanto; no importa cuántas veces maldecí por no estar contigo, al final me alegro. ¿Sabes por qué? -inquirió sin obtener respuesta-. No fue lo que esperaba pero fue lo mejor, porque mujeres como yo somos demasiado para desperdiciar la vida frente a un hombre que no vale nada, que es un cobarde y peor aún que es más débil que yo.

Ibrahim la escuchó antes de hablar.

-Tal vez me haga falta usar tatuajes, el cabello largo y vestir como delincuente. -Escupió con asco-. Al final no es diferente a mí, también fue un cobarde que dejó a su esposa ciega y no le importó que ella pudiera morir, ¿cuál es la diferencia entre él y yo? ¿Esos son los hombres fuertes de los que hablas? ¿A él sí vas a justificarlo? ¿Explícame dónde estriba la diferencia? Pareces quererlo tanto que él le perdonarías hasta que te amputara un miembro.

-A él le perdonarías cualquier cosa -dijo burlándose-. Parece que te has dado a la tarea de buscar información.

-Mucha.

-Me alegra -dijo ella-. No sé cómo se relaciona lo de Hurs conmigo, quién lo perdonó fue su esposa, no yo, a mí no me hizo nada, no puedo hablar por las razones por las que ella lo haya perdonado. Podría responder tus preguntas si yo hubiera sido la afectada pero yo lo conocí siendo un buen chico.

-Pero a él lo perdonarías -dijo él acercándose un poco más.

-Como dije, a Hurs le perdonaría cualquier cosa y nunca en tu perra vida vuelvas a compararte con él -acotó con asco-. Nunca en tu asquerosa existencia te atrevas a compararte con ninguno de ellos porque estás a años luz de lograr al menos una de sus cualidades.

-La única diferencia es que estás enamorada de él -dijo ofendido-. Es eso, no hay más. Él hizo algo tan malo como lo que hice yo pero a él sí lo perdonas.

-De la misma manera que te habría perdonado a ti -dijo mirándolo-. El punto es que no te quedaste y me dejaste. Ahora, las cosas son totalmente diferentes.

Ibrahim se acercó y ella retrocedió al verlo cerca. Aún así terminó acorralada entre la pared y el cuerpo del príncipe.

-Elnaz -musitó-. Nunca quise que todo esto pasara. Te juro que no, no he querido jamás hacer daño a nadie y aunque no lo creas me arrepiento de no quedarme.

Por un momento ella le miró a los ojos y se relajó un poco al no verlo a la defensiva ni con la actitud altanera.

Sintió las manos de Ibrahim tomarla de la cintura y acercarla hasta él.

-Yo quiero ver a mi hijo, quiero verte a ti -aseguró abrazándola-. En el fondo de ti, en algún lugar debe estar Elnaz. Si me quisiste, tal vez pueda volver a lograr que lo hagas, tal vez podamos hablar esto, tal vez podamos hacerlo.

-No -Escuchó su respuesta-. Nunca voy a volver a confiar en ti.

Se alejó y se limpió una lágrima antes de que Ibrahim la abrazara por detrás y escondiera el rostro en su cuello.

-Por favor -dijo abrazándola-. Solo necesito una esperanza para saber que no estoy haciendo todo mal. Una sola para saber que puedo tener una familia.

-Nunca has tenido una familia conmigo -dijo apretando los dientes.

Ibrahim volvió a abrazarla y la vio limpiarse las lágrimas.

-Voy a volver a lograrlo -dijo mirándola directamente a los ojos-. Si pude enamorarte una vez voy a volver a hacerlo. Te juro que voy a lograrlo.

-¿Esa es tu carta más fuerte? -preguntó burlándose.

-Ni siquiera te darás cuenta -dijo antes de acercarse a ella y tomarla en sus brazos para besarla.

Tomó sus manos y las sujetó entre las suyas llevándolas hacia atrás y apretando para besarla.

Invadió su boca mientras se removía y buscaba liberarse.

Finalmente cayó al suelo después de recibir un golpe en la entrepierna y una mordida en el labio.

-Cuando puedas levantarte. ¡Lárgate! -dijo enfadada saliendo de la oficina.

Ibrahim lanzó un berrido de rabia desde el piso y se levantó para largarse.

Cuando salió de ahí estaba decidido a recuperarla y hacerse de ella y su hijo. Pensó en que debía llamar a su tío y suspender todo el asunto de su hijo.

Se dio cuenta de que ella le odiaba por todo lo que desencadenó su abandono y también que nunca la conoció en absoluto. Ella le dijo que lo habría perdonado si se hubiera sincerado.

Si aún quedaba algo en él era la esperanza y la seguridad de que esa mujer era la que quería en su vida. La que nunca dejó de querer. Él iba a hacer que ella recordara todo lo bueno que hubo entre ellos, haría que ella tirara las murallas.

Bajó las escaleras y en la entrada se encontró con dos de ellos. Miró a Christopher y este le devolvió la mirada burlándose de él, el otro era un rubio de ojos azules que supuso era Andrew.

Salió del casino dándoles una última mirada y sin más subió a su auto mientras pensaba en lo que debía hacer, en trazar un plan pero estaba decidido a recuperar todo.

Melina se quedó encerrada largo rato en el baño mientras temblaba de rabia y porque se alguna forma los recuerdos seguían doliendo, recordar sus mentiras le daba cólera y le hacía sentir dolor al recordar lo ingenua que fue.

Se mantuvo largo rato hasta que la puerta de abrió para dar paso a Scarlett.

Melina ni siquiera la vio llegar, ella seguía mirando a la entrada donde recordaba y la herida volvía a sangrar.

-Podemos hablar -dijo Scarlett y Melina se giró a verla antes de asentir.

Scarlett jaló una silla y se sentó a su lado mirando al frente.

-¿Han llegado a algún acuerdo? -preguntó y Melina negó.

-Nunca lo habrá -dijo sin mirarla.

-¿Por qué? ¿Ni siquiera por Will? -preguntó girándose hacia ella.

-Will no sabe de él -dijo Melina-. No sabe quién es su padre y no pienso decírselo, mi hijo no terminará en medio de una batalla. Él es el único inocente en todo esto.

-Tienes razón -dijo Scarlett-. ¿De verdad crees que no puedes perdonar?

-No, no puedo -dijo con seguridad-. ¿Sabes, Scarlett? Las traiciones de quién se ama con el alma son aniquilantes.

-Te entiendo tanto -respondió y Melina y sonrió-. A veces, como en tu caso el corazón es equivocado por qué ama demasiado. El mío no es así.

-Yo elegí querer a Hurs más que odiarlo -dijo ella con los ojos llorosos-. No me arrepiento.

-Me alegra -dijo Melina limpiando sus lágrimas-. Es a eso a lo que me refiero, tu corazón ama demasiado, el mío odia demasiado. El mío es como el de Parker, no se detuvo hasta acabarlos, no fue maldad, quería ser feliz y lo único que le daba paz y probablemente lo único que le dejaría vivir era la venganza. Me siento igual.

-Hay una diferencia -dijo Scarlett-. Parker es demasiado rencoroso, creo que ese es su principal defecto. En tu caso te he visto llorar.

-Recuerdos -dijo Melina-. Hay cosas que van a doler siempre, después de todo es el padre de mi hijo. Cada que veo a Will hay un recuerdo nuevo, uno que sigue doliendo. A veces pienso en lo que habría sido de mí si no lo hubiera logrado, incluso pienso...

-En si él hubiera vuelto. -Terminó por ella Scarlett.

-No, eso es una esperanza y hace tanto que no pienso en eso -dijo con una sonrisa amarga-. Dejó de importarme hace mucho. Eso lo sufrí el primer año, quizás el segundo pero cuando el amor acaba, cuando se da cuenta de que no hay más, cuando se deja de ser un tonto enamorado, la esperanza se desvanece.

-¿Dejó de importarte cuando Hurs llegó y te enamoró? -preguntó Scarlett haciendo que Melina se girará.

Scarlett le sonrió.

-Lo supe el día que nació mi hijo -dijo Scarlett con los ojos acuosos-. Vi como mirabas a Hurs, he visto cada que están juntos y no sé si él lo sabe pero estoy segura de que no le gustaría verte sufrir.

-No sé de lo que hablas -dijo y Scarlett sonrió con tristeza.

-No tienes que fingir -dijo mirándola de frente-. No es un reclamo, tampoco te culpo por enamorarte de él, es imposible no hacerlo. Te culpo por sufrir, no tienes que hacerlo. Aún no entiendo porque no peleaste por Hurs y quedártelo pero no voy a verme hipócrita diciendo algo que no siento, en el fondo sé que si tú no te hubieras hecho a un lado yo jamás habría tenido ninguna oportunidad. En el fondo lo agradezco pero no soy inhumana y no me gusta verte sufrir, odié ver tu corazón roto, me dolió verte sufrir. -Hizo una pausa-. No te aferres a un amor que no se puede, deja de sufrir.

Melina le observó de forma detenida y sonrió.

-Gracias -dijo regalando a Scarlett una sonrisa-. Nunca se lo digas, nunca le hagas saber esto. No podría vivir con su amistad lejana. Me dolería más perder a un amigo, más de lo que me dolió verlo casarse y ser feliz.

-No te preocupes. -Scarlett limpió sus lágrimas y le dio un abrazo-. Gracias.

Melina miró a Scarlett y comprendió que le daba las gracias porque si ella hubiera preferido insistir con Hurs probablemente estarían juntos.

Le dio una sonrisa y negó.

-Ese hombre era para ti -dijo con una media sonrisa-. Nadie más tiene la mirada que tú y Hurs enloquece porque lo mires. Nunca dejes de verlo así, nunca lastimes un corazón como el de Hurs.

-Nunca -dijo ella al mismo tiempo que la puerta se abría para dar paso a Hurs que se detuvo al verlas a ambas llorando.

-¿Pasa algo? -preguntó acercándose a su esposa y tomando sus manos.

-No, solo hablábamos del pasado de Meli -dijo Scarlett.

-Siento hacer llorar a tu esposa -dijo Melina que recibió un beso en la frente de su amigo.

-No la hagas llorar porque si llora le duele la cabeza, si le duele la cabeza se pone de mal humor y si se pone de mal humor se la pasa regañándome -dijo abrazando a ambas-. Ya sabes como es.

Scarlett lo abrazó y se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla.

-Te voy a pegar fuerte por dejarme como villana -dijo pero se vio alzada por los aires y recibió una palmada en el trasero mientras salía de ahí llevándola sobre sus hombros.

-¡Toca su trasero en nombre de todas! -gritó Melina mientras iba detrás de ellos riendo al verla luchar porque el vestido no se subiera demasiado.

Hurs bajó con su esposa en brazos hasta la planta baja donde todos estaban parados a excepción de Andrew que se mantenía sentado con desparpajo en uno de los sofás individuales.

Melina apareció segundos después sentándose en el reposabrazos del sofá.

Parker hablaba por teléfono, sonreía y de vez en cuando mirando soltaba alguna carcajada que hizo suponer a todos que estaba hablando con su esposa...

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