Capítulo 24

Parker y Hurs quedaron frente a frente mientras Melina estaba en la entrada y pronto llegaron los demás para ver el espectáculo. 

—Yo le voy a Hurs —dijo Maddox—. Diez libras a que gana la señorita de los rulos. 

—Diez a que gana Parker haciendo trampa —dijo Chris. 

—Diez a que es empate —dijo Andrew. 

—Yo mejor no apuesto —dijo Max—. Siempre quedo en la ruina. 

—Es cierto —dijo Melina—. Parker te deja hasta sin calzones si te dejas. 

—Es un estafador —dijo Max. 

—Pues va, veremos a ver quien gana —dijo Maddox. 

Pronto los dos hombre estuvieron frente a frente. 

Bien sabido era que la bestia era invencible y que durante el tiempo de peleas clandestinas del casino lució invicto. 

Conocían su velocidad pero también sabían que Parker era excelente en estrategia y no dudaban que buscará algo para combatir la velocidad de Hurs. 

Ninguno de los dos se acataba esperando la iniciativa y finalmente fue Scarlett la primera en gritar. 

—¡Acábalo mi amor! —Soltó una risilla que hizo a todos mirarla sorprendidos. 

Sin más fue Hurs quien se lanzó al ataque sobre Parker que sin duda estaba listo esquivando a Hurs que hasta el momento no había mostrado su destreza. 

De nuevo se fue sobre él pero fue repelido por un Parker que contraatacó con una velocidad superior. 

Hurs sonrió sabiendo que la pasividad y delicadeza de Parker eran un fraude y en realidad era tan bueno como él. 

Se lanzó sobre Parker sacando todo de él atacando con su velocidad lanzando patadas por todo lados y aunque hacía retroceder a Parker, lo cierto es que también se veía retrocediendo por el contraataque del rubio que mostraba la misma velocidad que Hurs. 

—¡Vamos papá! —gritó Sam—. Deja de jugar y destroza al tío Hurs. 

Todos sonrieron por la fe de Sam sabiendo que aquello era imposible. 

La sonrisa de todos se murió al ver a Hurs en el suelo por un Parker que con mucho esfuerzo parecía estar venciendo. 

Maddox se quedó en la boca abierta al igual que todos; sin embargo, aquello duró poco al ver a Hurs levantarse de un salto y atacar a Parker obligándolo a retroceder hasta terminar en el suelo con un jadeante Hurs. 

De nuevo Parker se levantó pero Melina se asomó entre ambos. 

—Me toca —dijo divertida—. Ustedes no van a acabar nunca. Podemos hacer relevos, como antes.

—Bien —dijo Hurs haciéndose a un lado. 

Parker miró a Melina sabiendo que ella era buena después de haber aprendido de Hurs y de él todo lo que sabía en combate cuerpo a cuerpo. 

Ella se lanzó sobre Parker asestando una patada en su mandíbula que lo mandó al piso y después se levantó rápidamente para atacarla hasta tenerle en el piso y después rodaron con ella sobre él. 

Se separaron para volver a comenzar pero el siguiente fue Andrew quien todos sabían lo rudo que era peleando y que en ese momento relevó a Parker. 

—Con cuidado —dijo Max—. No la vayas a lastimar. 

—¿Entonces a las damitas no se les ataca? —preguntó a Melina. 

—Por mí no te contentas —dijo esta con una sonrisa que de inmediato lo atacó mientras su hijo brincaba emocionado pero Andrew solía ser uno de los más agresivos combatiendo y regresando los ataques. 

Parker desapareció para ir por una toalla y secarse el sudor y cuando volvió se sentó para secarse mientras Sam tomaba el lugar de Melina frente a Andrew. 

Los gritos del pequeño Max no se hicieron esperar al ver a Sam lanzarse sobre Andrew y atacarlo cuál profesional.

Andrew terminó en el suelo y después miró a Parker sorprendido al ver la destreza de Sam. Este solo se encogió de hombros al ver a su hija moverse por el terreno de pelea tan segura como cualquiera de ellos. 

Después de algunos encuentros Maddox tomó el lugar de Andrew y comenzó todo. 

Escucharon el alboroto en la entrada y fue Melina quien salió seguida de los demás mientras Parker se quedaba para mantener a los niños en la sala. 

Miró a Sam dejándola a cargo de la situación dentro para entretener a los niños y la dejó ahí antes de salir corriendo. 

Melina junto a Maddox y los demás incluyendo a Alfred volvieron a la sala de donde venía el escándalo. 

Se detuvieron al ver a Ibrahim Hâbbar junto a su padre, su tío y dos hombres tras ellos. 

La seguridad de Parker que solía ser poca tomando en cuenta que nada pasaba en su casa entraron pero Andrew levantó la mano. 

El rey se veía incómodo ante aquello e incluso parecía en desacuerdo con la forma de hacer las cosas de su hijo. 

Melina se envaró al ver a Fredek Petrov sabiendo que lo había hecho y ahora Ibrahim sabía la verdad. 

Se miraron de frente mientras ella observaba el cuerpo de Ibrahim que parecía rezumar cólera, quizás tanto como ella misma. 

—Ibrahim Hâbbar —dijo ella sin dejarse amedrentar por los tres hombres y su seguridad. 

—Elnaz Hamdani —dijo Ibrahim con los dientes apretados. 

Ella sonrió con cinismo e hizo un gesto de indiferencia enarcando una ceja. 

—¿Dónde está mi hijo? —dijo y ella sonrió al ver a Hurs adelantarse pero levantó la mano para detenerlo. 

Miró a Petrov que parecía tenso. 

—No ha pasado ni medio día —dijo riendo, mirándolo—. No importa, lo perdono porque yo misma le envié a decirle inmediatamente. 

—Esto aún puede arreglarse si hablan con calma y sin tangas metiéndose en dónde no y me incluyo en ello —dijo mirando al resto. 

—Me temo que de este lado no quiero mediar —dijo ella.

Ibrahim la observaba, vio a su padre intentar hablar pero lo detuvo. 

—Voy a repetir la pregunta —dijo interrumpiendo cualquier intervención de su padre—. ¿Dónde está mi hijo?

—No tienes un hijo conmigo —dijo divertida—. Es mío y solo mío. 

—Bien sabes que no —dijo Ibrahim acercándose un poco más—. De ninguna manera voy a caer en tu juego. No sé qué pretendías mintiendo pero no voy a permitir que me quites mis derechos. 

—Los derechos te los quitaste tú mismo cuando mentiste —dijo ella con una sonrisa de burla—. No te das cuenta que el menos indicado para hablar de mentiras eres tú, Ibrahim, o tal vez te deba llamar Ralph. ¿Qué nombre te gusta más?

El veneno que sacó al hablar no le pasó desapercibido a nadie, ni siquiera al rey que la observó y cerró los ojos sabiendo que no había nada peor que una mujer despechada. 

—Tal vez haga falta un poco de historia entre nosotros —dijo mirando a Ibrahim a los ojos—. Tal vez hace falta que te recuerde que a Elnaz le dabas las mismas muestras de amor que a Melina, tal vez no recuerdes que me dijiste que te llamabas Ralph, que te fuiste y no volviste, que mandaste a otro a darme dinero para abortar y huir de mi país. —Apretó los dientes al verlo fruncir el ceño—. Tal vez haga falta que te recuerde que traes veneno en los labios y tus palabras son dagas para el corazón de una ilusa. 

—No fue así —dijo él pero ella comenzó a reír.

—¿No mentistes con tu nombre? ¿No me dejaste y no pensabas volver? —preguntó acercándose a él—. ¿No fue así? ¡Responde! 

—¡Sí! —gritó acortando aún más la distancia hasta estar solo a un palmo de distancia—, pero no por lo que crees. No fue así del todo, podemos hablar de esto. 

—Podemos claro que sí —dijo con una sonrisa maliciosa—. El punto es que no quiero, no voy a negociar ahora, porque no me dá la gana. 

—Elnaz... —dijo Ibrahim—. Deja que te explique lo que en realidad pasó, no hagas algo de lo que te arrepientas. 

—Ya tendré una vida para vivir la amargura de arrepentirme, si es que pasa, no te preocupes por mí —dijo en respuesta—. No esperé años para flaquear ante tu cara de mustio y tus justificaciones absurda ni patadas de macho acorralado. Esperé años para verte arrodillado y así sea lo último que haga en la vida lo voy a lograr. 

—Estás enferma de odio —dijo acercándose. 

—Desde hace años —dijo enfrentándolo—. He esperado por esto durante mucho tiempo, estoy lista para cada contraataque, para todo Ibrahim. 

—No voy a permitir que lleves esto a un nivel inhumano, solo porque me fui... 

—Esto no es porque te fuiste —dijo ella mientras una lágrima escapaba de sus ojos—. Si piensas que estoy es por el corazón roto eres más estúpido de lo que pareces. El amor verdadero no es el que duele como dientes clavándose en el alma. Esto no es por amor, ni por un desamor, esto es por justicia. 

—Elnaz —dijo el rey atrayendo su mirada—. Creo que deberías…

—¡Usted cállese! —gritó colérica—. Guárdese su discurso barato para defender a su crío porque ni usted, ni los Petrov, ni toda su progenie me va a parar. Así me tenga que llevar entre las patas a usted y toda su descendencia voy a sacar todo el odio y el rencor que guardo. 

El rey la observó transpirar el odio sin reparo y estar dispuesta a todo y sin duda temió que aquello no tuviera salida. 

—Entiendo tu ira, pero entiende que es mi hijo y de ninguna manera voy a dejar que lo lastimes —dijo el rey—. No quiero iniciar una batalla pero si atacas a Ibrahim me veré en la obligación de atacarte con tus mismas armas y créeme que no te gustará verme…

—Y a usted no le gustará vernos a nosotros —dijo Maddox—. Literal, se le va a aparecer el diablo y no le será placentero. 

—Más vale que cuide sus palabras y amenazas —dijo Chris—. No le gustará vernos enojados. 

—Advertido está —dijo Hurs. 

Melina levantó la mano para detenerlos. 

—Entonces vaya rezándole a su Alá o a quien quiera para que le bendiga con su gracia —dijo resuelta enfrentando al rey—. Cómo dije antes, a mí no me para ni Dios ni el diablo. 

—¡Ya basta! —gritó Ibrahim—. Esto es absurdo—. ¡Vas a decirme ahora mismo dónde diablos está mi hijo o vamos a tener verdaderos problemas!

—Ibrahim —advirtió su padre al verlo perder los papeles y tomarla de los brazos.

Los chicos se adelantaron para defenderla pero una voz los detuvo.  

—¡Suéltala en este mismo instante! —gritó Parker empuñando el arma apuntando a Ibrahim—. Más vale que lo hagas o van a sacarte de mi casa con los pies por delante. 

Se acercó apuntando directamente a la cabeza del príncipe que soltó a Melina de inmediato mientras ella sonreía con Malicia. 

—No te metas, Parker —dijo Petrov. 

—Lo mismo decimos —dijo Andrew hablando por primera vez retando a Petrov que le miró clavando los ojos sobre él mientras Andrew enarcaba una ceja y le miraba. 

—¡Tú!—dijo Petrov. 

—El mismo —respondió burlándose—. Cuide sus palabras, anciano, no le gustará probar mi fuerza, usted no es un Dios, ya una vez nos hemos visto las caras y no le ha sido placentera. Manténgase al margen.

La mirada de ambos enfrentándose se rompió cuando el rey apuntó a Parker y quitó el seguro de su arma para obligarlo a bajar la suya temiendo que de verdad disparará a su hijo.  

—Baja el arma —dijo y Maddox apretó los labios sabiendo que nadie más tenía un arma a la mano.

Parker sonrió burlándose del rey aunque no lo miró, simplemente no apartaba la mirada de Ibrahim que a su vez miraba a Melina. 

Sonrió una vez más y lejos de bajar el arma solo tomó el seguro y lo quito apuntando aún con más fuerza hacia el príncipe que no retrocedió ni se amilanó; al contrario, retó a Parker con la mirada. 

Un disparo sonó en la estancia sorprendiendo a todos al mismo tiempo...

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