Capítulo 19
Melina recogió su ropa con rapidez y comenzó a vestirse completamente enojada mientras lo veía a él justificarse de todas las formas posibles.
—¡Qué demonios! —exclamó Ibrahim desconcertado antes de ponerse de pie y comenzar a vestirse.
Se colocó la ropa interior y el pantalón a toda prisa antes de acercarse a ella pero ser recibido con un empujón.
—¡Melina! —dijo pero ella estaba dispuesta a no dejarlo explicarse así que simplemente la vio terminar de vestirse y caminar a prisa hacia la entrada.
Ibrahim salió detrás de ella y la vio subir al elevador antes de que tener que volver por su camisa. Afuera no había nadie así que solo volvió se la puso y salió de nuevo tras ella pero no la alcanzó puesto que al llegar al lobby, Melina abordaba un taxi.
Regresó hasta la recepción.
—¡Quién demonios subió hasta mi departamento! —gritó energúmeno y completamente fuera de sí.
—No tengo idea, señor —dijo el joven de la entrada—. No, no ha entrado nadie hace horas.
—Azhima —dijo apretando los dientes—. Dijo llamarse así.
De inmediato el sujeto, muy nervioso, empezó a revisar su lista de visitantes en la computadora pero no encontró a nadie con ese nombre.
—No hay ningún resultado con ese nombre —dijo dando un salto asustado al ver al príncipe lanzar el florero decorativo al suelo.
Sacó su celular del bolsillo y subió a su departamento mirando hacia todos lados antes de llamar a Hassan.
Este acudió de inmediato y escuchó atento los gritos de Ibrahim.
—¡Una mujer tocó la puerta insinuando que tenía una relación conmigo! —gritó apretando la mandíbula—. ¡Esa mujer tuvo que saber que Melina estaba aquí dentro. Ella debió saber que ella tiene una relación conmigo!
—Primero que nada, no me grites —dijo un mesurado Hassan—. Ya no estoy en edad de aguantar más gritos, suficientes años escuché los berrinches de tu padre hace años. Vamos a guardar la compostura y a pensar con la cabeza fría.
—Encárgate de eso —dijo Ibrahim—. Yo necesito ir a buscarla.
Vio sonreír al guardaespaldas y negar con la cabeza.
—Así que es ella —dijo el hombre viendo cómo Ibrahim guardaba sus llaves en el bolsillo de su pantalón.
Ibrahim se giró a verlo con los ojos entrecerrados.
—¿El qué? —preguntó.
—La próxima reina del país —dijo Hassan haciendo que Ibrahim rodara los ojos.
—No —dijo acomodando su camisa dentro del pantalón.
—Claro que lo es —dijo Hassan—. Me recuerdas incluso a tu padre negándose a aceptar que estaba enamorado pero dispuesto a renunciar al trono si su padre no aceptaba a su novia occidental.
—Es diferente —respondió—. Yo apenas conozco a Melina.
—No te engañes —dijo Hassan—. Sientes que la conozces de una vida atrás y solo es cuestión de tiempo, estaré ahí para burlarme y recordártelo, muchacho, ahora ve con tu chica y yo me encargo de buscar a la mujer que dices.
Ibrahim no quiso discutir solo salió de su departamento con rapidez para ir por su auto y salir hacia la casa de ella esperando que estuviera ahí y pudieran hablar.
****
Melina fijó la vista fuera de la ventanilla con los pensamientos en una sola cosa. Estaba furiosa consigo misma por dejarse llevar y por pensar que Ibrahim podría tener un poco de consideración con una mujer pero estaba claro que no, que solo buscaba lo mismo de siempre.
Sin que pudiera detenerla, una lágrima se deslizó por su mejilla mientras la rabia y aunque no lo admitiría en voz alta, también la decepción se formaba dentro de ella.
Miró la ciudad pasar mientras el chófer hacía alguna pregunta absurda sobre cualquier cosa y ella se limpiaba las lágrimas antes de girarse y atender.
Respondió a medias la conversación del hombre pero su cabeza seguía pensando en lo que acababa de pasar.
El sonido insistente del celular la hizo mirar la pantalla donde su nombre tintineaba indicando una llamada tras otra puesto que ella no respondió.
Dejó que el celular sonara un par de veces y finalmente colgó la última vez y apagó el celular sin miramiento alguno.
Siguió mirando por la ventanilla mientras recordaba las razones por las cuales debería odiar a Ibrahim Hâbbar. Tenía muchas pero había una en especial que ella no podía perdonar porque dolía.
Para Melina mentir y burlarse de su amor había sido lo peor que él pudo haber hecho, no obstante, jamás podría perdonarle que despreciará a su hijo.
—Vive bastante lejos —dijo el chofer—. Trabaja por la zona donde la encontré.
—No, solo fui a una visita —respondió.
—Ya veo, me alegra haber pasado por ahí, estos días ha estado todo muy flojo —dijo el hombre—. Las ganancias han sido bajas, pero creo que ha sido por las fechas, ya sabe, estos días mucha gente está fuera de la ciudad para pasarla con su familia.
—Así es —dijo divertida—. Después de Navidad y año nuevo mucha gente sigue fuera varias semanas.
—Sí —dijo el hombre—. Lo que es bueno para descansar pero para quienes nos dedicamos a esto pues es difícil porque nos cuesta encontrar clientes.
—Espero que vengan tiempos mejores —dijo ella—. Espero que hoy tenga muchos clientes.
—Dios la escuché —dijo el taxista—. Yo realmente lo espero.
—Seguro así será —añadió y después guardó silencio largo rato.
Siguieron hablando de trivialidades antes de que finalmente el taxi se detuviera frente al edificio donde Melina vivía.
No era tan tarde y afortunadamente su hijo no estaba en casa aunque se dijo que debía buscar una niñera que pudiera ayudarla con él en los tiempos en que ella estaba fuera, después de todo su pequeño necesitaba que tiempo acompañado.
Entró al edificio y se dirigió hacia el ascensor donde apenas cerró la puerta pensó que debería reorganizar su estrategia y sus pensamientos antes de que todo saliera mal o se le fuera de las manos.
En cuanto entró a su casa y abrió la puerta, sin encender la luz pudo ver todo el desorden que había.
Sus sillones rotos, sus muebles hechos pedazos, los cristales por todos lados pero la puerta no había sido forzada, así que sin más se dio la vuelta e intentó salir de ahí pero se vio sujeta desde atrás por alguien y le fue tapada la boca.
Intentó liberarse pero no pudo, en cambio tenía las fosas nasales inundadas de un aroma muy conocido para ella.
Tal y como había aprendido, echó la cabeza atrás con fuerza dando a su atacante un cabezazo que lo obligó a soltarla mientras ella corría buscando interponer algo de distancia entre ellos al darse cuenta de que no podría escapar por la puerta.
Miró al atacante, su rostro estaba cubierto por un pasamontañas que impedía que ella mirara más allá de sus ojos y que además de todo con la luz apagada parecía imposible reconocerlo, pero por supuesto ella sabía quién era.
El hombre se recompuso en solo unos segundos antes de comenzar a asediarla creyendo que sería fácil de lograrlo.
Melina estaba dispuesta a defenderse y se dijo que no en vano había pasado años recibiendo palizas a manos de sus amigos en cada cátedra de defensa personal para ahora no ponerlas en práctica.
Se preparó para defenderse al verlo acercarse rápidamente con la mano empuñando una navaja.
La acorraló detrás del sofá donde la tomó de la muñeca pero fue recibido con un puñetazo en el rostro que de nuevo la obligó a soltarla solo unos segundos antes de lanzarla al suelo.
El vestido y los tacones limitaban sus movimientos pero aún así logró golpearlo con fuerza en la mandíbula con una patada que lo hizo gemir de dolor y caer al piso con un gruñido que ella aprovechó para liberarse y ponerse de pie e intentar salir de ahí.
Corrió hacia la entrada donde chocó con el cuerpo de alguien que la sujetó y antes de que pudiera hablar fue enviada al suelo junto con él por su agresor que pasó a velocidad para huir.
—¡Melina! —dijo la voz de Ibrahim que la hizo calmarse—. Soy yo.
El príncipe miró a la entrada desde donde solo pudo ver los pies del hombre correr mientras ella se revolvía pensando que sería atacada.
Melina dejó de removerse al escucharlo y miró a Ibrahim tirado debajo de ella antes de que se pusiera de pie rápidamente y él lo hiciera tras ella.
Finalmente ella encendió la luz y al fin pudo ver bien el completo desastre que era su departamento.
Ibrahim hablaba por teléfono al mismo tiempo que ella iba a la habitación a revisar y ver los destrozos que habían; fue a la habitación de su hijo que estaba igual o peor y volvió consternada preguntándose en silencio que podría buscar en su casa.
—¿Estás bien? —preguntó Ibrahim al colgar—. He hablado con mi seguridad para que revisen las cámaras y podamos…
—Estoy bien —interrumpió antes de soltarse volviendo a ser hostil con él.
—Melina, no puedes quedarte aquí —dijo mirando alrededor.
—No voy a quedarme aquí dijo antes de mirar al piso donde su bolso estaba tirado.
Intentó acercarse pero fue sujetada de la cintura por Ibrahim.
—Necesito hablar contigo —dijo pero ella se liberó.
—No me interesa escucharte —dijo yendo hacia su bolso pero apenas lo tuvo en la mano se vio alzada por un Ibrahim cansado de pedir las cosas por las buenas.
La sacó del departamento a hombros y la llevó hacia el ascensor donde la sostuvo hasta que este abrió y la arrastró dentro.
—¡Suéltame! —dijo pero se vio encerrada en medio del cuerpo de Ibrahim y una de las paredes del ascensor.
—No voy a soltarte y puedes hacer todo el berrinche que te dé la gana pero no voy a dejarte ir hasta que me escuches —dijo furioso—. ¡Así que tienes de dos, o vas gritando todo el camino o me escuchas y luego si quieres me mandas al demonio!
Melina le observó enervada por la forma en que le hablaba pero más que todo furiosa por no moverse de su lugar.
En cuanto el ascensor estuvo en la planta baja la tomó del brazo ante la expresión furiosa de ella y la guió fuera al mismo tiempo que Hassan llegaba y enarcaba una ceja al verle.
—Señorita —dijo con cordialidad.
—Encárgate —dijo Ibrahim sin dejar que ella respondiera—. Ya te dije por teléfono cuál es su apartamento.
El hombre de la recepción miraba atento antes de ver a los hombres subir y a Melina salir tomada del brazo por el príncipe.
—No voy a ir a ningún lado contigo —dijo liberándose—. ¡No vuelvas a tratarme así!
—Es una suerte que no esté preguntando si quieres o no venir conmigo —dijo enojado mientras abría su carro y la hacía subir prácticamente a empujones activando el seguro. Rodeó el auto y se subió al piloto, activó los seguros de nuevo sin dar paso a que escapara antes de empezar a conducir sin rumbo.
—Necesito ir por mi hijo —dijo tratando de que la soltara.
—Sé dónde está tu hijo —respondió llamando la atención de ella asustada ante la declaración pero comprendió que solo hablaba de saber su ubicación, no de verlo—. Solo déjame hablar contigo.
—¿Qué vas a decirme? ¿Qué fue un error? —preguntó con ironía.
—Que alguien sabe que tienes una relación conmigo —dijo él sorprendiendo a Melina.
—¿De qué hablas? No tenemos una relación —dijo ofendida.
—No tenemos una relación... —dijo mientras detenía el auto frente al hotel de su padre—, pero me montas un drama porque otra mujer llega a mi departamento, no tenemos una relación —dijo mientras la sacaba del auto—, pero saliste hecha una fiera porque supones que tengo otra mujer. ¡Por favor Melina! ¿A quién quieres engañar? Esto se volvió una relación quizás desde el primer instante y punto. Me gustas, yo te gustó a ti y así como tú te enfadas por otra mujer yo me voy a enfadar y mucho, no tienes idea cuánto, si me entero que otro imbécil está tras de ti.
Soltó la declaración antes de tomar su rostro y acercarse para besarla sorprendiendo a Melina...
Gracias por las espera, bellezas. Ahora sí nos leemos el domingo con cinco capítulos y el estreno de una nueva novela pornosa. Ok, no. Es una comedia romántica cómo las de esta serie. ❤️❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top