Capítulo 13
—Chris —dijo de forma lastimera—. No imagino cómo te sientes.
Lo abrazó con fuerza y dejó un beso en su mejilla mientras le veía desmoronarse tras saber cuál era el fin de todo esto. Años esperando un resultado positivo y ahora simplemente se acababa todo para él.
—Sabes que te adoro, pero creo que justo ahora no estás pensando en lo que dices —añadió—. No vamos a ser felices y muy probablemente solo nos haremos daño, nos vamos a herir, no quiero eso, quiero que siempre estemos juntos.
Chris la observó con detenimiento y sonrió con tristeza, comprendiendo lo que ella intentaba decirle.
—Lo siento —dijo Chris apartándose de ella—. Lo dije en un momento de arrebato, solo que no sé cómo tomarme todo esto.
—Lo sé cariño, lo sé —respondió dándole de nuevo un abrazo enorme—. ¿Estás seguro que el resultado es ese?
—Completamente —dijo con seguridad—. No hay nada qué hacer.
Melina le observó sabiendo cuánto le dolía aquello pero al menos esperaba que lo que le quedaba de vida estuviera llena de resignación.
—¿Qué harás? —preguntó.
—Encontrarla a ella —dijo con una sonrisa triste—. Es todo lo que me queda.
—Vamos a encontrarla —aseguró Melina—. Todos vamos a ayudarte.
Chris no dijo nada en cambio la abrazó fuerte y se mantuvo a su lado tratando de recomponer su propio estado emocional antes de volver dentro con todos los que estaban ahí.
Melina hizo lo mismo, ya tendría tiempo de platicar con él, de explicarle lo que había pasado con Ibrahim y sobre todo de desahogarse de nuevo. Si bien Parker era como su hermano, lo cierto es que ahora tenía una familia a la que debía disfrutar sin presiones ni problemas ajenos. Melina no quería ser una carga para ninguno y estaba tan acostumbrada a actuar sola que justo en ese momento no se sentía con la potestad de decirle a sus amigos que necesitaba apoyo, ya que ni ella misma se comprendía.
Por un lado sentía una rabia incapaz de calmar al grado de que no podía dormir o comer sin que él estómago se apretara del coraje y por otra parte, la más débil de sí misma se apresuraba a resurgir y hacerla revivir el dolor de años atrás.
Sacudió la cabeza para olvidar nuevamente los problemas que le aquejaban y decidió que al menos esa noche disfrutaría de su amigos sin pensar en nada más.
Observó a Maddox con su esposa sonreír por alguna cosa que ella le decía y abrazarla cuando ella le dijo algo al oído que lo hizo enrojecer.
Hurs estaba abrazado a Scarlett que reía hasta ponerse roja de sus ocurrencias y sin querer Melina se vio sonriendo, después de todo, le alegraba tanto verlo feliz.
Max abrazaba a su bebé y lo observaba con detenimiento a pesar de que su esposa estaba sentada después de tener un hijo recién nacido.
Andrew estaba con su característico desparpajo hablando de tonterías con Parker que sujetaba la mano de su esposa.
—¿De qué hablamos? —preguntó al entrar llevando de la mano a Chris que también fingió tener un buen humor.
—Hablábamos del tornillito de Maddox —dijo un Hurs divertido.
—¿En serio? —dijo divertida al ver el rostro enrojecido de Maddox que sujetaba la mano de su esposa.
—Nos preguntábamos cómo es que logra hacer hijos tan rápido —dijo Max—. Debe ser algo que Diosito le dio para compensar su… ya saben.
—Pobre Maddox —dijo Perséfone—. Dejen de ser tan crueles.
—¡Ja! Lo dice la que tiene a un mentiroso por esposo —dijo una indignada Margot—. El chico antena no tiene ni la mitad de los 64 centímetros que presume.
—¿Ya vamos en 64? —preguntó Andrew—. No lo puedo creer.
—Le crece más que el cabello —dijo Hurs—, pero no te creas Perse lo defiende porque le regala tiaras de brillitos.
—No se le puede culpar. —Volvió a decir Margot—. Cualquier chica que mire al chico Nokia se deja llevar por ese rostro y sus millones. Cualquier desperfecto se compensa.
—¿Estás coqueteando con él? —inquirió su esposo con el entrecejo fruncido.
—No, estoy solamente lanzando un pequeño cumplido para obtener favores del rey —dijo con descaro—. No te preocupes cariño, tú sigue en lo que estás, los adultos hablaremos de las dimensiones del chico antena.
—Menos mal, me dio la impresión de que esos halagos eran coqueteos —dijo al mismo tiempo que Melina comenzaba a reír sabiendo que Max nunca entendía nada.
—Bueno, yo me llevo a estas señoras que tenemos que planear una despedida de solteras —dijo Perséfone tomando la mano de Brooke y de Margot que se levantó yendo con ella y llevando a Scarlett.
—Ahora las alcanzo —dijo Melina.
—¿Y ahora quién se casa? —preguntó Andrew—. No me digan que Melina porque voy y prendo fuego al novio. Uno no puede irse de vacaciones una temporada porque le roban el mandado.
—Se casa la reina —respondió ella con seguridad.
—¿Parker? —dijo Andrew—. Es cierto, lo había olvidado. La reina insiste en mantener a su lado a Perse sabiendo que en cualquier momento lo dejaran.
—Igual haremos despedida de soltero antes de que lo dejen —dijo Chris.
—Yo estaré en la de las chicas —dijo Melina—. Ellas se saben divertir no como ustedes. Ya saben, bomberos, policías, etcétera. No importa que después dejen a Parker, no me pierdo esa despedida por nada.
—Ella no me va a dejar —dijo divertido—, pero bueno, ya que se fueron las chicas y como no quiero que mis hijos escuchen lo desalmado que es su padre, espero que ahora que estamos todos los desalmados nos cuentes cómo te fue con la princesa del bronceado perfecto.
—Siempre creí que tu molestia era por lo de Perséfone —dijo Hurs—. En fin, da igual.
—Yo creí que envidiaba sus labios siempre brillositos —dijo Chris.
—Yo creí que envidiaba su gusto por la moda —dijo Maddox.
—¿Me van a dejar contar? —preguntó Melina.
—Adelante, bebé —dijo Hurs—. Estos tipos nunca dejan contar nada.
—Mil gracias —añadió ella antes de abrir la boca para hablar.
—Pues en realidad y como bien saben…
—No se atrevan a interrumpir de nuevo —dijo Hurs.
—Gracias, Hurs —dijo ganándose una mirada amable de su amiga—. Bueno, les decía, lo vi en la fiesta y…
—Si alguno te interrumpe lo haré callar —dijo Chris.
—Lo vi en fiesta donde por un momento creí que me reconocería, pero…
—No vayan a hablar —dijo Parker—. Dejen que ella nos cuente todo.
—Prosigue —dijo Andrew.
—En fin, después de eso…
—Que estos tontos no te detengan —dijo de nuevo un Andrew que contenía la risa.
—¡Ya no les voy a contar nada, infelices! —dijo en medio de la risa—. Los odio, cuando deciden molestar lo hacen en masa.
—No me dejaron interrumpir —dijo Max.
—Ni a mí —añadió Maddox.
Andrew la abrazó y dejó un beso en su frente antes de reír.
—Lo siento, hace mucho que no estábamos todos juntos y bueno creo que es la primera navidad que estamos juntos en donde la mayoría tiene motivos para estar feliz —dijo con los ojos azules sobre ella.
—Siempre he tenido la duda de si tus ojos son azules, verdes o grises —dijo mirándole.
—Vamos a calmarnos —interrumpió Chris—. Uno se descuida un momento y Andrew siempre metiéndose para romper relaciones.
—Es mi especialidad y lo sabes —dijo con aire indiferente—. Mi acento francés les atrae.
—El mío también —dijo Chris.
—Y si no les atrae, Chris usa la fuerza mostrando su cuchillito filoso —dijo Hurs—. Bajo coacción cualquiera.
—Por Dios, son peor que las señoras del tianguis —dijo Melina—. No sé por qué no termino de acostumbrarme.
—Ya nos desviamos del tema señoritas —dijo Parker—. Yo quiero saber qué demonios pasó.
—Pues se los voy a resumir, el tipejo no me reconoció; tal y como esperaba me buscó, salimos juntos y listo, va a volver a buscarme —dijo con la seguridad de que no mentía.
—Bien, eso es bueno —dijo Parker—. No sé exactamente cuál es tu plan pero yo solo voy a esperar tus instrucciones.
—Yo quiero ser el que le pegue —dijo Hurs.
—Yo lo puedo disecar —dijo Chris con un encogimiento de hombros.
—Yo puedo disparar —dijo Parker.
—Bueno si a eso vamos, yo soy quien lo puede torturar —dijo Andrew.
—Yo me encargo de desaparecer el cuerpo —dijo Maddox.
—¿Y qué hará Max? —preguntó Melina a punto de reír.
—Es cierto, se olvidan de mí —dijo Max.
—Tienes razón Forest, hay que incluirte —dijo Parker.
—Podemos ponerlo como el tipo que fuma en la esquina —dijo Andrew.
—El que hace una llamada telefónica en la caseta —dijo Hurs.
—El que cuida el estacionamiento —dijo Chris.
—El hombre vestido de prostituta en la esquina —dijo Maddox.
—El que se besa con la novia en la calle —dijo Melina.
—Bien puede ser el narrador omnisciente —dijo Parker—. Ya saben, el que observa desde las sombras.
—Muy bien dicho —dijo Andrew—. Caso cerrado.
—¡Ya entendí! —dijo Max—. Yo solo seré el que vea y les avise por si acaso—. Sabía que tendría un lugar importante.
—Ay, perdónenlo —dijo Margot junto a Perséfone mientras volvían—. No se tomó su medicina.
Max la observó sabiendo que su esposa se burlaba descaradamente de él.
La vio sentarse a su lado y darle un beso en la mejilla antes de tomar a su bebé. Lo abrazó y dejó un beso en su frente antes darle un guiño a su esposo.
Melina sonrió al ver la cabeza rubia del bebé.
—Se parece a su mamá —dijo mirando al bebé.
—Ojalá salga igual de listo que su madre —dijo Hurs.
—Concuerdo —dijo Parker—. Si sale igual al padre habrá sido un total desperdicio de esperma.
Perséfone comenzó a reír sin poder parar y hasta ponerse completamente roja.
—Dejen de ser tan crueles con él —dijo Melina sin poder parar de reír.
—No se ha traumado el diablo, menos se va a traumar este anciano —dijo Andrew—. Por cierto tengo que pedirles algo, pero será en la cena, después de los regalos.
—Me parece bien —dijo Melina—. Les he comprado regalos preciosos.
—Si no es un chico guapo entonces no quiero nada —dijo Perséfone.
—Ese será mi regalo en la despedida de soltera —respondió Melina.
—¡Oh! Siendo así.
Parker las miró y ellas sonrieron divertidas antes de ver a los niños volver de la mano de Brooke y Scarlett.
El sonido del timbre hizo a todos observar la entrada donde un ofuscado Alfred cruzaba la puerta mirando a su hermano con nerviosismo.
Melina miró a Perséfone que aunque incómoda parecía empezar a entender que Parker amaba a su hermano.
—¿Estás bien? —le preguntó acercándose a ella.
—Sí —respondió—. No voy a poder perdonarlo jamás pero creo que no tengo derecho a impedir que Parker conviva con él. Es su gemelo. Yo misma le he invitado.
Melina sonrió y le dio un abrazo y un beso sabiendo lo duro y difícil que podía ser para ella todo aquello.
Alfred se acercó y agradeció a Perséfone la invitación mientras todos veían a Parker completamente emocionado de tener a sus dos hermanos esa noche.
—Bueno, falta poco —dijo Perséfone—. ¿Por qué no pasamos al comedor?
—Me parece muy buena idea —dijo Hurs que como siempre estaba dispuesto a comer.
Alfred se excusó con Parker mientras todos iban hacia el comedor.
—El plato morado es de Hurs —dijo Maddox apenas entraron.
—Todos los platos son blancos —dijo Perséfone.
—Entonces que no coma —dijo Max.
—Si tienes pollo —dijo Maddox—. La pechuga es de Hurs.
—Ya van a empezar a ponerme en mal —dijo un Hurs enojado—. No tengo la culpa de que el pollo sea mi preferido y mucho menos de que en navidad me ponga aún más sentimental.
Scarlett se acercó a darle un beso y abrazarlo antes de susurrarle algo que lo hizo reír, sujetar su cintura y darle un beso apasionado que Melina necesitó ver para decirse a sí misma que no había más, puesto que su corazón se rehusaba a darle la libertad al amor que guardaba...
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