Capítulo 1

—¡Ya llegó el condón señoras!  —dijo Hurs entrando tan animado como siempre al lugar donde todos sus amigos estaban—. Háganse a un lado que quiero ver a esa pobre criatura. 

     Margot estaba recostada sobre los brazos de Max sosteniendo a su recién nacido. 

     Hurs soltó la mano de Scarlett para ver al pequeño Johnson que dormía plácidamente en brazos de su mamá. 

—Que cosita tan bonita —dijo Scarlett.

—Gracias cariño pero estamos en público —respondió Hurs haciendo reír a todos. 

—Hablaba del bebé —dijo su esposa con una sonrisa. 

—Sí, también es bonito —concluyó Hurs—. Dame aquí, quiero abrazarlo. 

    Tomó el bebé de brazos de Margot y lo arrulló sacando sonrisas en sus amigos sobre todo en dos mujeres que le miraron ambas con amor. 

    Parker observó a su amiga con curiosidad antes de agachar la vista cuando ella le miró y fingió ver a otro lado. 

     Se acercó a Melina y la abrazó confesando con la mirada que se había dado cuenta. 

    Sorprendiendo a todos se hizo a un lado y salió de la habitación seguida de Parker que la alcanzó en el estacionamiento donde ella pretendía abordar su auto. 

    La mano de Parker se cerró sobre su codo deteniendo. 

—Tengo prisa Parker —dijo soltándose—. No tengo tiempo. 

—¿Por qué no se lo dijiste? —preguntó. 

—No sé de lo que hablas —dijo tomando su bolso para sacar sus llaves—. Estaré este fin de semana fuera, espero puedas tomar el control de lo que me falta en el casino. 

—Bien sabes que sí —dijo pero ella le huía la mirada. 

    Finalmente se rindió y se acercó a él para que la abrazara y la consolara. 

    Parker la sostuvo con fuerza durante largo rato hasta que se calmó. 

—Meli —dijo tomando su rostro—. ¿Por qué callar?

—No importa —dijo ella—. Ya no importa. 

—Importa desde el momento en que si lo hubieras dicho tal vez el final fuera otro —dijo él—. Hurs no es ningún estúpido y de todos es quien se logra ganar el amor de alguien más fácil, no te culpo pero por qué callar, él sería feliz a tu lado. Si hubieras hablado. 

—No importa —dijo ella—. No pasa nada. Hablamos después. 

    Se dio la vuelta y subió a su auto sin dar más explicaciones dejando a su amigo parado en medio del estacionamiento. 

    Ella se limpió las lágrimas en medio del camino mientras pensaba en lo que acababa de pasar. Era evidente que en algún momento su amigo lo sabría pero eso no significaba que estuviera dispuesta a hacerlo partícipe de todo. 

    En ese momento de su vida solo tenía tiempo de pensar en su siguiente paso. 

    No había esperado tanto por nada y tampoco podría escapar, después de todo el destino parecía confabular para encontrarlo, de alguna manera todo la devolvía a él y el odio resurgía con tanta fuerza que su momento de destrozarlo. 

     Ella solo sentía que algo que en el corazón se le encendía de solo recordarlo, de recordar sus mentiras. 

—No ahora —dijo suspirando—. No sientas compasión ahora. No he esperado tanto para que te ablandes. Un buen corazón no sirve para nada. 

     Apenas se detuvo frente a la casa donde Parker vivía fue por su hijo. 

    Lo encontró sentado junto a Perséfone que reía hasta las lágrimas junto a él y a Sam.

—Hola —dijo y la vio ponerse de pie. 

—Melina —dijo acercándose para darle un beso. 

    Aunque se veían cada día y hablaban constantemente justo en ese momento no tenía ganas de hacerlo, así que solo aseguró que había llegado por su hijo. 

    Perséfone sonrió. 

    Melina tomó las cosas de su hijo y lo tomó de la mano para llevarlo a la salida. 

   Llevaba meses viviendo sola con el niño, si bien, Perséfone le había pedido que se quedara con ellos, no le parecía ni viable ni sano. 

    Jamás había querido que su hijo llamara papá a Parker y cuando lo hizo casi entró en pánico. Ella tenía trazado todo y no permitiría que su hijo sufriera ni siquiera la ausencia de su mejor amigo.

—Perse me dio chocolates —dijo el niño una vez en el auto sacando de su pequeña mochila una bolsa. 

—Vas a terminar con caries —dijo divertida—. Ahora sé porqué te gusta tanto venir aquí. 

    El niño sonrió, mostró sus hoyuelos, idénticos a los de su padre, con los ojos del mismo color, el cabello; todo de su hijo era idéntico a él. Si algún día lo viera, sabría de inmediato que era suyo. 

    Igual no le importaba en ese momento, sus planes tenían un ciclo y el primero se había iniciado. 

    En cuanto llegó a su departamento se metió y observó a su hijo dormitar como cada vez que iba en el auto. 

    Le quitó la bolsa de dulces y lo llevó a la cama donde lo dejó recostado para después salir a la sala. 

    Se sentó en medio del sofá con la vista al frente pensando en lo que había hablado con Parker. 

    Aún recordaba la última vez que estuvo con Hurs, el último día de su noviazgo. 

«—¿A dónde iremos? —preguntó al subirse al auto—. Parker quería ver una película pero como siempre Max tiene compromisos, Maddox está de mal humor, Chris está fuera del país así que decidió que mejor se iría a hacer algo productivo. 

    Hurs le sonrió y la llevó durante largo rato por un camino extenso hasta que se detuvo frente a uno de los miradores más alejados.

    En cuanto bajaron Hurs tomó su mano para acercarla a la orilla. 

—Este lugar es bonito —dijo mirando a Hurs. 

—Sí, lo es —dijo Hurs. 

    Hubo una pausa bastante rara en opinión de ella hasta que Hurs se atrevió a hablar. 

—Elnaz —dijo y ella se tensó al escuchar su verdadero nombre de boca de Hurs. 

    Él no usaba su verdadero nombre a menos que fuera algo serio. 

—¿Qué pasa? —preguntó. 

—No lo sé —dijo Hurs—. No sé a dónde voy, me siento en ese momento de la vida en que no avanzo pero tampoco retrocedo, sabes, me siento estancado. 

—Bueno, supongo que es parte de la vida —dijo ella sin saber a dónde quería llegar. 

—Sabes que te quiero mucho —dijo Hurs e hizo una pausa—. Siento que estamos estancados. Llevamos casi un años juntos pero no veo que avancemos, no es tu culpa por supuesto —dijo de inmediato al ver sus ojos—. Es mía y solo mía; mereces a alguien que pueda quererte, que te haga sentir única. 

—Tú lo haces —respondió ella. 

    Hurs sonrió sin agregar nada. 

—No como debería —respondió».

    Melina cerró los ojos recordando el momento exacto en que su corazón se volvió a romper. 

«—No mereces un corazón que está muriendo —dijo Hurs—. Mereces a alguien que te ame con cada uno de sus sentidos, que no piense en nadie más que en ti. Yo no soy ese hombre, lejos de todo estoy haciéndonos daño. Te quiero pero no puedo enamorarme cuando lo que más ocupa mi corazón es el desprecio hacia mí mismo.

—¿Estás terminando conmigo? —preguntó aunque no supo para qué si la respuesta ya la sabía.

—Estoy dejando que seas libre para que encuentres al amor verdadero —dijo Hurs y ella hizo una sonrisa irónica—. Perdóname. 

—¿Por qué? —preguntó—. ¿Qué tengo que perdonarte. 

—Perdóname por no ser ese hombre, por no amarte como mereces, por no ser el mejor de todos ni el gladiador que merece tu amor —dijo tomando su rostro. 

—No era necesario traerme hasta aquí solo para mandarme al diablo, debiste hacerlo allá —añadió con amargura—. Debiste hablar conmigo en el casino. 

   Hurs la abrazó y dejó un beso en su cabeza. 

—Aquí empezamos, aquí se acaba —dijo él—. Quizás ahora sea extraño, pero seguro que más adelante me lo vas a agradecer. Yo voy a estar contigo toda la vida, pero estuve pensando que si me quedo a tu lado solo voy a hacerte daño.

—¿Cómo lo sabes? —dijo ella. 

—Meli, me la pasó bebiendo por días, me pierdo en mis recuerdos y me amargo la vida, esto entre tú y yo jamás debió iniciar —dijo de corrido—. Te voy a hacer infeliz. 

    Ella le observó directamente y entonces lo vio. Hurs estaba resuelto a terminar. 

    A ella se le rompió el corazón pero asintió y solo le dio un abrazo. 

—¿Seguiremos siendo amigos? —preguntó ella. 

—Siempre, no importa nada, siempre vamos a ser familia —respondió—. Un día cuando conozcas al hombre de tu vida vas a reírte de esto, incluso vas a negar que fuimos novios. 

    Melina sonrió y se acercó a él para darle el último beso juntos. 

    Hurs la abrazó y respondió el beso antes de abrazarla y finalizar dejando un beso en su frente».

    Ella lo sabía, pero le costaba entender. En ese momento terminaron porque Hurs se sentía maldito y desalmado, porque su corazón no estaba listo para perdonarse a sí mismo y no lo estuvo más hasta que la conoció a ella. 

     Limpió sus lágrimas mirando al frente y se incorporó para caminar hacia la ventana. 

     Sonrió y suspiró recordando que su vida era llevadera porque recordaba sus días junto a él, cuando ella soñaba que se reencontraban, cuando soñaba que la quería. 

    Sonrió con toda la nostalgia que había en su vida y aspiró el aire que le parecía envenenado, a ella le gustaba el olor a libertad que sentía cerca, ese olor a verdad, ese olor que anunciaba que la mujer que había tenido múltiples batallas pérdidas estaba a punto de ganar la guerra. 

—Te dejaré de amar, para poder seguir —musitó para sí misma—. Para recuperar mi vida sin tristeza. 

    Habían pasado tantos años desde entonces, casi ocho desde conocían, seis desde que lo de ella y Hurs había pasado y casi dos desde que él se había casado. 

—Por amarte —dijo ella—. Por eso voy a pelear por mi libertad, para poder irme. 

    De nuevo sintió las lágrimas recorrer su rostro, las limpió y como cada día se dijo que necesitaba verlo feliz, solo así era llevadero todo. Verlo reír, verlo junto a su esposa, a su hijo era lo que la ayudaba a decirse a sí misma que aquello había valido la pena. 

     Sonrió al recordarlo en la última vez, tras el triunfo de Parker.

«Asomó la cabeza por la ventana tras despertar y más le hubiera valido no hacerlo al ver a Scarlett correr por el campo mientras se reía esquivando los obstáculos para los jinetes.

    Hurs la alzando de un salto y la atrapó mientras ella reía y gritaba colgándose de su cuello. 

     Se abrazaron y se besaron con tanto amor que ella se vio sonriendo, sobre todo cuando en el piso ella acariciaba el cabello de Hurs. Quizás había pensado que ella no era tan cariñosa y se dedicaba a regañarlo por su carácter tan jovial pero estaba claro que contrario a todo, Scarlett adoraba el sentido de humor de su esposo y adoraba tocarlo dado que la vio siempre buscando el contacto de Hurs. 

    Los miró y sonrió. Él merecía ser feliz».

    La sucia soledad la empezó a embargar pero se prometió a sí misma, a él que sería feliz y ella era la mejor actriz. La que lograba engañar, había tenido después de todo el mejor maestro. 

    Se limpió el rostro y se acercó al closet para sacar una maleta donde comenzó a colocar todo lo que necesitaría para irse esa misma madrugada. 

    Iba a dar el primer paso y estaba segura de que de momento no necesitaba a sus amigos, ni siquiera a Chris, quien se había ofrecido a acompañarla, pero el primer encuentro lo quería a solas, ella deseaba tenerlo frente a frente, quería que le diera la cara y ella quería mostrarle a Melina Hadworf, porque a Elnaz Hamdani no la valoró...

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