Prefacio
La noche había caído, la luna iluminaba el camino y las estrellas eran testigos de la paz que había en el Valle.
Tras largo años de sufrimiento, guerras y pérdidas, las personas de aquel lugar podían dormir con tranquilidad.
Más cierto individuo, de orejas puntiagudas y cabellos blancos que se encontraba sentado contra la pared de su cabaña, abrazando su espada y observando dormir a su futura mujer que había vuelto de su época actual para estar con él después de tres largos años.
Kagome había vuelto y su corazón se encontraba lleno, como si nunca hubiera estado ese vacío al haberla perdido en ese momento.
Sonrió teniendo un sentimiento cálido en su pecho.
Sin embargo, un familiar olor y un peculiar jadeo desesperado lo alertó. Se levantó en silencio, sin querer despertar a su mujer y salió con su fiel espada en búsqueda de aquella presencia que conocía bien.
Apenas pisó afuera, subió hacia el techo de su hogar, encontrándose allí, flotando, al reconocido sirviente de su familia.
Un osito con vestimentas de un monje.
Siempre le parecía raro verlo y más sobre un caballo de madera que lograba flotar. Le hacía recordar a las cosas raras de Shippo, como ese maldito rombo girador.
Lo vio bajar hasta colocarse en frente suyo, siendo igual de pequeño que Shippo e incluso de igual de chiquito que el renacuajo horrible que tiene de sirviente Sesshomaru.
—¡Inuyasha!— gritó, recibiendo un golpe en la cabeza inmediatamente por parte de éste.— ¡Ay! ¡¿Por qué me pegas?!
—¡¿Por qué?!— gritó enojado para luego bajar la voz.— Hay gente durmiendo estúpido oso.
》Ahora... dime, ¿Por qué estas aquí?《
—Vine en representación de mi ama.
Inuyasha rodó los ojos.
—Eso ya lo se.— respondió con fastidio.— ¿Qué pasó?
—He venido aquí para entregarte este mensaje de mi ama.— le entregó un sobre.— Y este collar de perlas plateadas.
Inuyasha agarró el sobre más el collar y miró confundido al oso.
—No me mires, no te diré nada, yo solo entrego el mensaje de mi hermosa ama.— respondió el oso subiéndose a su caballo de madera.— Lo único que te puedo decir es que... Mi ama esta feliz de que la señorita sacerdotisa este con usted otra vez.
Inuyasha avergonzado solamente bufó y exclamó.
—Si si... salúdale de mi parte.
—Lo haré.
El mitad demonio observó en silencio como el sirviente se largaba rápidamente del Valle desapareciendo en el horizonte cuando sus orejas se mueven al oír como la puerta de su hogar se abre.
—¿Inuyasha?
—Kagome.— la llamó preocupado, bajando rápidamente del techo para acercarse a ella.— Lo siento, ¿Te desperté?
—No Inuyasha.— sonrió cálidamente, acercándose al mitad demonio para abrazarlo siendo inmediatamente correspondida causando que su corazón se acelerara.— Pero, ¿Sucedió algo? ¿Que hacías afuera?
—Kurokuma.— respondió abrazando con más fuerza al oír el corazón de su sacerdotisa, más el delicioso aroma golpeando a su fosas nasales.
—¡Eh!— se sorprendió la humana, mirando a la cara de Inuyasha, ya que su rostro estaba escondido en el pecho de éste.—- ¿El sirviente de tu..?
—Si, Tsukimi.—- aplanó los labios, apartándose un poco de la pelinegra para mostrarle el sobre y el collar.-— Me dejó estas cosas.
La humana se sorprendió y gritó emocionada sin importarle el horario nocturno y más desasiendose del sueño.
-—¡¿Qué esperas Inuyasha?! ¡Lee la carta!
-—Ya mujer...-— se quejó por el grito sin embargo no pudo evitar sonreír al ver a su mujer de aquella manera.
Mientras tanto a millas de distancia, un monstruo con cuernos daba su último respiro al ser asesinado de un simple corte limpio, quedando impoluto ante la sangre salpicada.
-—¡Amo bonito!— se escuchó un grito a la lejanía.—- ¡Amo bonito!
El mencionado miró sobre su hombro mientras envainaba a su fiel espada y esperaba con poca paciencia a que hablara su sirviente.
Jaken recuperó el aire y dijo.
—El sirviente de Lady Tsukimi vino para entregarle esto.
El renacuajo con cuidado le entregó el sobre y un collar con tres perlas plateadas. Jaken al ver que esperaba algo más, habló rápidamente.
—También dijo (palabras de parte del sirviente) que te cuidaras y estuvieras atento a la Villa donde se encuentra Rin.— comentó con la cabeza baja al ver el ceño fruncido de éste. De los nervios, tartamudeó.— Men-Mencionó algo co-como que debe vigilar que ninguna persona vea a Rin con otros ojos.
Sesshomaru frunció aún más el ceño y Jaken juró escuchar un gruñido venir de este.
—Claramente es una broma de Tsukimi-sama, Amo bonito.— intentó calmar el aura asesina del demonio.-— Sabe bien como es su hermana mayor.
El demonio giró sobre sus talones y se dirigió hacia una roca grande para sentarse ahí y leer la carta de su familiar.
》Mis Queridos hermanos pequeños:
Les escribo para informarles que volveré a retomar mi viaje de aventuras.
Luego de haber discutido con Irasue, que se dice llamar madre, decidí a volver con mi viaje fueras de estas tierras.
Nada me ata a este lugar como a ustedes mis adorados hermanos. Sin embargo, eso no significa que no me volverán a ver.
Por supuesto que no.
¿Qué clase de hermana mayor sería si los dejara solos? Y más cuando tengo que asistir pronto a una ceremonia de matrimonio.
Si, esto es para ti Inu.
Y para dentro de unos años, mi presencia será para la futura boda de Maru.
Espero hasta entonces su invitación mis pequeños cachorros.
Pero eso no es todo, si llegan a necesitar mi ayuda, como anteriormente la necesitaron, solo deben romper una de las perlas y como si fuera el relámpago mismo en menos de un segundo mi presencia estará allí para ayudarlos.
Esta hermana no les defraudará.
Nos veremos.
Cuídense cachorros.
Su hermana mayor,
Tsukimi.《
Aun acariciando el cielo nocturno sobre sus cabezas, dos voces exclamaron.
-—¿Y? ¿Qué es lo que dice Inuyasha/Amo bonito?-— estando a gran distancia entre los dos hermanos, su más cercanos hicieron la misma pregunta.
Sin embargo, solamente uno respondió.
-—Tsukimi se fue.—- respondió el semidemonio.-— y espero... que pueda encontrar lo que esté buscando en su viaje.
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