La sonrisa que amamos.

― Estás aquí – sonrió el azabache

― Bienvenido Yuki-chan

― Buena tarde, Elise-san – respondió ― Mori Ougai, siempre encuentras como sorprenderme ¿verdad?

El azabache sonrió, en su cabeza llevaba orejas de gato ― siempre es divertido atender tus heridas, Fukuzawa-dono.

― Hagamos esto rápido

― Elise-chan, por favor, atiende y limpia las heridas de Fukuzawa-dono - pidio mientras se retiraba aquellas orejas de su cabeza.

― Claro, Rintarou.

Fukuzawa se había acostumbrado aquello, Mori aun siendo el jefe de la mafia mantenía un perfil bajo entre los hombres del pueblo, como doctor clandestino, se daba el lujo de tener información extra y claro, solo pocos sabían que él era el jefe de la mafia. Fukuzawa fomentaba el visitarlo cuando el enemigo era fuerte. En este caso había sido el mismo. Ougai se acercó para revisar su cuello – parece que estas mucho mejor, probablemente sea tu última visita

― Me alegra

― Tenías tiempo sin venir

― Nadie es tan fuerte hoy en día. Solo tú

― Escuche que Natsume-sensei volvió a desaparecer

Hubo silencio de parte del mayor ― Yukichi – aquel nombrar hizo al lobo plateado voltear a verle ― ya que será la última vez que vengas... ¿gustas una revisión rápida?

― Solo apresúrate

― Bien, deberás quitarte el Yukata.

Fukuzawa bajo su Yukata de un tirón y Mori tapo sus ojos sonrojado, a pesar de eso, Fukuzawa no dio señales de reacción alguna, solo quería su chequeo.

Mori pasaba sus dedos por la espalda del mayor, los años no eran tantos pero aun así, su cuerpo herido por las veces que lucho en soledad, aquellas veces que fue protegido y otras veces ignorado, Mori recordaba cada momento que pasaron juntos, cada palabra y cada roce entre ellos. Jamás había podido poner sus sentimientos en físico, ni siquiera en palabras. Pero se conocían perfectamente, tanto como para que aun siendo el presidente de la agenciar armada de detectives y un líder de la Port Mafia se reúnan en un solitario consultorio clandestino.

― Fue por esa niña ¿no es verdad? – menciono Fukuzawa, quien veía a Elise dibujar

― Si, Elise-chan tomo su personalidad solo para que no sufra.

― Esa niña ahora es una espléndida mujer

― Desearía poder amarla más, aun cuando por ella nos peleamos a muerte, fue tu chico quien se la llevo en medio de todo... - soltó el cuerpo del mayor ― pero gracias por llevarla contigo, Akiko ¿es feliz?

― Lo es, mucho.

― Terminé

Fukuzawa volví a colocarse el Yukata, sin mirarse se marchó. Mori se acercó a Elise, la niña dibujaba a una doctora de cabello corto y morado ― Es por eso... que jamás sabrás cuanto te amo...

Fukuzawa había dado apenas dos pasos fuera del consultorio, llevo su mano a su rostro para tapar su color rojo, había estado soportando aquel toque del médico por tanto tiempo sin reaccionar, ― juro que Akiko será feliz... Por el amor que te tengo. – expreso el platinado al aire.

Era con consultorio solitario, donde una imitación de hija, reemplazaba a la mujer que ahora sonreía para el amor de su vida. Disfrutar del amor, es cuestión de una decisión


...

Este Dabble vendría situandose después de que ellos pelean en canibalismo. Y antes del pasado de Yosano. 

¡Gracias por leer!

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