Unico
Cada que Kogami Ryoken no estaba contento al estar frente a una computadora, solo dejaba a la misma a un lado para poder descansar pero cuando hacia esto, es cuando empezaba la verdadera pesadilla, empezaba aquel infierno en vida que nunca sería capaz de abandonar. Dejaba todo aquello que le permitía tener comunicación con el exterior abandonado para poder gritar, para poder cubrir su rostro y empezar a cuestionarse sobre cada uno de los actos que ha realizado desde entonces. Lanzar todo lo necesario que le causara problemas, que le agregara más peso a sus hombros y tratar de esconderse como el cobarde que siempre ha sido. Empezar a cuestionarse él como su padre nunca sintió el peso de estas acciones en sus hombros o como es que realmente, nunca se dio cuenta de la manera en la que su padre aprendió a cargar todo esto sin siquiera afectar a su alrededor, sin siquiera afectarlo a él que era un pequeño e inocente niño.
¿Qué era el ser humano realmente?
¿Qué fortalezas podría tener?
¿Cuáles eran las virtudes que se pueden presumir?
La vida del ser humano es fuerte por naturaleza, ser el líder que guía a los más débiles, ser aquella fortaleza que puede estar oculta para poder ser utilizada con fuerza o con inteligencia aunque en algunos casos, se ha visto que utiliza ambas aptitudes para poder ser mejor. El ser humano perfecto capaz de ser el líder del mundo pero siempre tiene que existir un pero en una historia como esta. A pesar de toda aquella fortaleza de la que presume tener, nunca dejara de ser aquel frágil humano que por más que uno quisiera ocultarlo, era imposible en el momento que sentías como algo no estaba bien, en el momento que sentías como tu cabeza empezaba atormentarte. Sentir como a tu corazón le hace falta un poco de aire y al final, sentir como este mismo empezaba a romperse y con ello, es que traía las lágrimas que resbalaban por tus mejillas y que fuera imposible el controlar todos sentimientos que se formaban en tu ser.
Tal vez era en ese momento que empezabas a descubrir tus propias debilidades. No eras aquel ser perfecto que creías ser, eras todo menos aquello que nunca podrás alcanzar. Era en ese momento donde aprendías cuan frágil eres para un mundo realmente horrible y no sabias como es que habías sobrevivido todo este tiempo, como es que te mantuviste vivo. Era completamente desconocido que no podías dejar de que te atormentara en cada momento de tu vida.
¿Qué es lo que se podía hacer en momentos como esos?
Tal vez solo llorar como siempre lo haces cuando llegan pensamientos que solo sirven para hacerte una mala persona.
Tal vez, solo esconderte para que nadie te viera de esa forma tan patética en la que lloras y empiezas a lamentarte por tu miserable ser, por tu miserable existencia.
Descargar tu furia rompiendo cosas que al final solo terminaras cansado con todo a tu alrededor hecho pedazos.
Enojarte con alguna persona importante para ti que terminaras por lamentarte y pedir perdón por todas las tonterías que dijiste o hiciste.
En realidad. ¿Qué significaba ser fuerte? ¿Qué significaba ser una persona superior?
No podías encontrar la respuesta a esas y varias preguntas más que no dudabas en crearte para poder comprender el porqué te sientes de esa manera, el porqué tu corazón solo se encarga de recordarte momentos más deprimentes, por más que quisieras esforzarte en días como estos, sabias que no podías hacer nada porque estabas controlado por lo que te ordenaba tu frio corazón. Días completamente oscuros donde solo quieres la soledad, donde solo caerás ese día porque es imposible el querer soportar todos aquellos tormentos de tu pasado. Todo lo malo que estás haciendo en tu presente como el peligro que representa para el futuro. Tal vez, solo era en ese momento en el que no soportabas más y pedías a alguien a tu lado. Pedías a una persona que escuchara tus lamentos, alguien a quien puedas abrazar y sentir aquella calidez que es completamente desconocida para ti.
¿Te podías permitir tener algo así a tu lado? No.
¿Qué podías hacer entonces? Nada.
Era de esta manera en la que empezó a pensar desde hace mucho tiempo, siendo sinceros, desde el momento que se quedo solo por culpa de sus acciones que le provoco que le quitaran a su padre de su lado. Toda aquella soledad a la que siempre le había tenido miedo, le permitió para que pudiera convivir con la misma pero nunca aprender de ella. Aquella tristeza que siempre inundaba su pequeño corazón. Aquel dolor que era imposible de soportar que solo pidiera a gritos que le devolvieran a su familia, que le devolvieran aquella felicidad que destruyo por culpa suya. Por tanto tiempo, es que se llego a culpar, es que se llego a sentirse realmente molesto consigo mismo hasta el punto en que no se soportaba. No soportaba a las personas a su alrededor a pesar de que se trataban de sus hermanos que lo cuidaron desde el momento que su padre se fue pero tampoco quería estar solo por eso aceptaba su compañía aunque la mayoría del tiempo se la pasaba solo, al menos se alegraba de que pudiera existir una persona a quien le interese.
Aquellos actos que llevo a cabo, la crueldad con la que había formado su corazón hasta crecer y seguir con estas debilidades. Darse cuenta de lo débil que es y que siempre trata de ocultar con aquella fortaleza, con aquellas actitudes un tanto egoístas y egocéntricas del que siempre se le caracterizo.
Pero.
¿Algún día llego a imaginar que todo esto algún día lo iba a cansar? Siendo sincero, no.
Ese día llego. Un día donde al final, no pudo soportar más su corazón, no sabía dónde podía tener su mente y que solo provocara que se aislara de todo el mundo. Cubriendo sus oídos como todo niño pequeño que no quiere escuchar que hay detrás de aquella puerta, alejado de la oscuridad pero manteniéndose seguro de la misma. Sintiendo como su cuerpo empezaba a temblar y las lagrimas no dejaban de salir de sus ojos. Aquellos gritos que ahogaba con la almohada, aquellos deseos que pedía con todas sus fuerzas para que se pudieran hacer realidad pero era una completa desgracia que estos no pudieran hacerse realidad. Era imposible que de un momento a otro, todas aquellas cosas que hizo, desaparezcan para bien. Que no hubiera metido su boca en donde no debía y justo ahora, él hubiera disfrutado de la compañía de su padre sin la necesidad de sentir como es que cargaba todo aquel dolor que solo lo estaba destruyendo. Ese día que tanto temió, fue el mismo que toco su puerta esa mañana para poder recordarle lo frágil, lo débil que era ante todo. Que no era nada para nadie y que de alguna manera, a nadie le importaría si no ven su presencia.
--¿Ryoken? ¿Te encuentras bien?
O eso hubiera querido al momento de escuchar aquella voz. No pudo evitar abrir sus ojos ante aquella curiosidad para buscar donde viniera la voz de aquella persona que conocía a la perfección. Tardo un poco para ubicarse, para encontrar que la puerta de su habitación se encontraba abierta justo cuando podía jurar que lo había dejado cerrado y frente a él, aquel joven de amable ojos esmeraldas que le miraban con preocupación. Aquel joven que al mismo tiempo que su padre le hizo daño cuando solo era un pequeño niño y que por su culpa, este lo había presentado hasta el mismo para que fuera tratado como una rata de laboratorio, aquel que lo había salvado en ese momento y que fuera culpa suya que le quitaran a su padre de su lado. Aquel joven que conoció años después para saber aquella verdad y que desde el momento que se conocieron, él sea el motivo por el que no quería que lo viera de esa manera por el mismo motivo que este se adentro hasta lo más profundo de su corazón que sea completamente difícil el sacarlo de aquel lugar. No quería que él estuviera a su lado como muchas veces lo ha hecho, como la mayor parte de los días, han pasado juntos y que lo viera de esa forma miserable, solo le confirma que realmente es más débil de lo que aparenta ser.
No quería ver aquellos ojos esmeraldas preocuparse por él. Pero en el momento que sintió como su mano se posaba en su cabello, no dudo en quitarla de un manotazo, provocando que aquella blanca piel se pintara de color rojo. Abrió los ojos sorprendido y totalmente arrepentido. No había sido su intención, solo había actuado por mero instinto, solo había actuado a como le decía su corazón para no recibir aquel afecto que no merecía.
Pensó en ese momento que todo lo había perdido, que lo había echado al drenaje y que este joven de nombre Fujiki Yusaku, se iría de su lado como la mayoría de personas hacen al momento de conocerlo como realmente es. Pero lo que no llego a imaginar en ese momento, fue la dulce caricia a su mejilla. Alzo la vista para verlo sonreír, para quitarse sus zapatos y subirse a la cama junto a él, lo atrajo a su pecho mientras lo cobijaba con una cobija y le daba suaves palmadas a su cabeza como a su espalda. Lo escuchaba tararear una pequeña canción mientras él, solo se había dejado ser. Solo le había permitido que lo moviera libremente hasta escuchar aquellos latidos de su corazón donde le confirmaba que estaba vivo.
--No me iré de tu lado Ryoken, no sería capaz de dejarte solo aún cuando se cuanto me necesitas a tu lado como yo sé cuánto te necesito a mi lado --Fue lo que murmuro con una pequeña sonrisa Yusaku, Ryoken solo se quedo paralizado, totalmente rígido ante aquellas atenciones que no sabía como es que tenía que actuar o que decir.--Porque no haces daño a las personas, solo tienes miedo de hacerlo y hacerte daño a ti mismo --Levanto su mano que se encontraba roja.-- Esto no es nada comparado con lo que siempre cargas --Acaricio su cabello.-- No tenias porque esconderte de esta forma, todos en algún momento de nuestras vidas, somos débiles pero ¿Sabes que es lo bueno de esto? Que de todas estas caídas, aprendemos a ser fuertes, aprendemos a levantarnos y por cómo te veo, se que aprendiste hacerlo desde hace mucho tiempo --Alzo el rostro de Ryoken con sus manos. Sonriendo mientras el de cabellos blancos, le miraba con atención.-- Pero por ahora, te permito caer, te permito llorar pero nunca lo hagas solo nunca más, la soledad es la que siempre llega a dar más miedo porque aquí estaré siempre en tus buenos momentos, en tus malos momentos para ser tu compañero y darte ese consuelo que todo este tiempo, has deseado
En el momento que Ryoken escucho estas palabras, no pudo evitar llorar como le había pedido. Fue en ese momento que las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas y volvía a gritar con más fuerza, dejando salir todo aquel dolor, dejando salir toda aquella ira que había acumulado todo ese tiempo. Abrazando con todas sus fuerzas, ese delgado y pequeño cuerpo que estaba debajo suyo, mientras volvía a pegar su rostro en el pecho contrario para poder escuchar aquel corazón que golpeaba con suavidad para que el pudiera sentir. Aquellas caricias a su espalda, a su cabeza, la manera en que era besada su frente y como era envuelto en aquella calidez que tanto había extrañado, que tanto había ansiado. Por primera vez, se sintió como es pequeño niño que siempre fue.
Fueron después de unos minutos en donde las lágrimas por fin lo abandonaron como su corazón se sentía tan tranquilo que parecía sincronizado con el que estaba escuchando. Donde su cuerpo se sentía tan ligero como una pluma y donde cansado, solo abrió los ojos para encontrarse con la mirada de Yusaku. Aquellos esmeraldas que le miraban con amabilidad y una pequeña sonrisa que se asomo en él al momento.
--¿Te sientes mejor? --Pregunto con suavidad para quitar aquellos cabellos pegados a su rostro y pasarle un pañuelo en sus mejillas.
--Gracias --Murmuro un tanto avergonzado. Tomo la mano de Yusaku que se encontraba un tanto roja y la beso con suavidad.-- Lamento haberte lastimado, no era mi intención
--Tranquilo, no es tu culpa --Murmuro, lo abrazo con suavidad al momento que este se levanto, lo abrazo y recargo su cabeza en su pecho, inmediatamente sonrió.-- Tu corazón se escucha tranquilo
--Lo está, gracias a ti --Sonrió Ryoken. En ese momento que se separaron, fue el mismo quien le dio un pequeño beso en los labios a Yusaku que este segundo, no pudo evitar sonrojarse y sorprenderse.-- Te quiero mi Yusaku
--Te quiero mi Ryoken
Compartieron pequeños besos que hacían golpear su pecho con suavidad. Una calidez indescriptible podían sentir recorrerles que los ponían cada vez más felices. Sentir aquella alegría que solo pudieron apagar cuando se tomaron de las manos y se acostaron en la cama al lado del otro, mirándose a los ojos, sonriendo porque el otro está ahí. Dormirse como dos niños pequeños que descubrieron algo importante ese día.
Y es que así se sentía Ryoken. Ese mismo día, descubrió la felicidad de ser consolado por alguien que quiere, por alguien que escucho aquellos gritos y lamentos y que está a su lado por ese cariño que le tienen. Aprender a levantarse como Yusaku lo hace siempre. A dejar ir aquellos malos pensamientos de una vez y poder sustituirlo por aquella calidez que le ha otorgado y que siempre lo hará siempre a su lado. Aquella alegría de que al fin alguien escucho aquellos ruegos, era algo que no se le iba a quitar de su corazón. Porque gracias a él, se dio cuenta que ser débil, no era nada malo cuando volvía a levantarse.
Todo estaría bien a partir de ese momento.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top