CAPITULO FINAL


AMELY

- Te pedí que te cuidaras, cada vez que salías, nena... - Me dice como todo su semblante.

Tranquilo.

Mientras de una botella de diseño fino sobre una pequeña mesa de cristal y con contenido de lo que parece whisky, vierte una medida en un par de vasos.

Me ofrece uno, pero me niego retrocediendo unos pasos y se sonríe por eso, mientras toma asiento placida como elegantemente, en un sillón en tapiz púrpura frente y cercano a donde me encuentro.

- ¿Por qué? - Solo susurro, aún sin entender mucho, como procesar todo esto y ver a la persona que creí un ejemplo a seguir en mi oficio, por la gran carrera que había forjado a lo largo de los años.

Mi compañero.

En el que se había convertido en estos últimos tiempos para mí, en África con su dulzura y sus siempre palabras alentadoras, como bonitas para conmigo.

Y me enseñó a desenvolverme frente a mis dudas como amigo y camarada de equipo, compartiendo extensas horas de trabajo como en noches por ello, mediante litros de café, risas y comida congelada.

Ghoro.

Mi pregunta provoca, que cambie su forma de mirarme y su semblante como cada rasgos de expresión de su mirada, más profunda sobre mí.

Que lejos está de ese amigo, que si me hubieran dicho de esto semana atrás.

Hubiera reído a carcajadas.

Aunque toda su postura es rígida y dura, ahora por sobre sus labios frotándolos con sus dedos atento a mi persona, se dibuja una sonrisa entre divertida y repugnante.

Dios querido...

Como disfrutando de todo esto.

- Que, por qué... - Señala todo con la misma mano, que antes apoyaban y jugaban en su labios. - ...esto, Amm? - Dice y vuelve a negar, como si mi pregunta fuera la más tonta del mundo, bajando su mirada a sus elegantes zapatos para buscar las palabras correctas.

Para luego mirarme fijo y sin dejo de diversión en absoluto.

- Esto es algo que la mentalidad de ustedes los occidentales, nunca lo van a entender, cariño... - Me dice dando otro gran sorbo a su vaso, para luego apoyarlo en la mesita que nos separa. - ...la pobreza con sus miserias y vivir en países donde la abundancia no existe, nos obliga... - Piensa. - ...y nos hace crecer con la necesidad de sobrevivir a costa de lo que sea. Cual, ser testigo de niño junto a tus numerosos hermanos las falencias de tus padres pobres, como cada día de tu miserable vida, viviendo en una zona de mala muerte...y donde, tu hogar se compone por un techo de chapa y barro con paredes de tela y madera a la par solo una ración de granos hervidos, como toda comida... - Su mano ante el recuerdo, oprime y juega con fuerza con el anillo que al igual que el ruso, lleva en su meñique, cosa que si lo tenía antes, nunca lo noté.

Con el blasón de la Hermandad.

- ...y te hace testigo que tanto tus padres como otras familias a sus hijos por la desidia, obligan a la prostitución o venta de ellas, al mejor postor...

Niego congelada ante sus palabras tan convencidas.

- ¡No... - Interrumpo. - ...la pobreza no es excusa para sacrificar un niño o una adolescente a la prostitución o venta en ninguna cultura! - Grito.

Inclina su cabeza.

- ...Es parte de la cultura del bajo mundo asiático y africano por sus miserias, Amm... - Se sonríe. - ...su opción es los burdeles... - Prosigue. - ...y antros, puede que la policía o alguien pueden rescatarlas... - Sus manos se elevan para hacer comillas al aire, ante esta última palabra. - ...pero ellos, siempre toman como opción volver, porque es el deber de los hijos ocuparse de los padres. Familia tan pobres, que no se pueden dar el lujo de vivir...

Se pone de pie y camina unos pasos, bajo mi mirada llena de asco por todo esto.

Voltea a mí.

- ...como en la misma naturaleza, Amely...donde un cachorro y en este caso un niño, es sacrificado por el bienestar de los otros y para que el clan familiar, prospere sanamente...

De pie y sin dar crédito a sus jodidas palabras, lucho contra mis lágrimas por esa omnipotencia de sus palabras, mientras intento imaginar su infancia.

Sus hermanas.

Elevo mi vista a él.

Y lo que fue él de niño y como se convirtió en esto.

- ¿Tú... - Pregunto dudosa.

- Yo qué, Amm? - Se acerca a mí, lento y retrocedo, topándome con un mueble que me frena de su alejamiento.

- Por favor, Ghoro... - Suplico al sentir su enorme cuerpo acorralándome y respiración, cuando llega, jugando en mi cuello.

- ¿Si también, me prostituí? - Murmura a mi duda y aunque no lo veo por su postura inclinada hacia mí, siento su leve sonrisa rozando mi piel.

- Sí, nena... - Me confirma. - ...era un niño... - La punta de su nariz roza la base de mi cuello, causando una oleada de escalofrío en mi columna. - ...como a mi hermana... - Huele mi cuello y yo cierro mis ojos por ello, conteniéndome. - ...pero lo mío, se convirtió en placer. - Dice volviendo su mirada a mis ojos, para luego alejarse para retomar su bebida abandonada y reír.

- Descubrí, no solamente el dinero fácil... - Bebe y me señala con el mismo vaso. - ...sino, que a los malditos pedófilos adinerados los puedes enamorar.

¿Qué?

- Si eres hábil en negociar y hacer de su perversión, un comercio con sus millones... - Se encoje de hombros. - ...tu futuro...

- ¿La Hermandad?

- Exacto. - Asiente dejando el vaso ya vacío en el mismo lugar, para tomar asiento nuevamente sobre el sillón y entrelazar sus dedos frente a él.

- Fue algo que me llevó tiempo. Empezar de abajo y lo cotidiano en este ambiente...para luego en el lugar indicado y en el momento oportuno, bajo clientes adecuados siendo su niño, seguido a ser, su joven como favorito sexual y juguete, formar esta cofradía de suculentos como enviciados miembros y asiduos consumidores por carne joven. - Cruza un pierna con la misma tranquilidad que sus palabras. - Donde, la demanda fue creciendo no solamente por los pollitos vírgenes y de poca edad. Sino, por las adolescentes y plena juventud de mujeres...

- ¿Pero eres periodista? - Digo con asco intentando imaginar, que estuve al lado de esta aberrante persona compartiendo momentos, cuando al mismo tiempo manejaba robo, engaño y secuestro de personas para traficar.

Y sobre mi cabeza explotando de indignación por ello y nuevamente mis náuseas amenazando mi estómago, vuelve asentir.

Me abrazo a mí, misma.

- Lo necesitaba, Amm. - Abres sus palmas como dado por hecho. - Inculcarme, ilustrarme y ser partícipe del lugar y epicentro donde abunda y es, parte las noticias y por ende, llega primero a mí. Ser uno de ellos a la par y a base de mucho estudio. - Me hace entender. - Uno más y donde mi persona, no sea sospechosa y la fuente de todo llegue a mi sin recelo, mientras lideraba y conducía todos los Escarlatas y mi producción de pétalos rosas sin sospechas...

Niego.

- No se saldrán con la suya... - Sacudo mi cabeza. - ...no te saldrás con la tuya, Ghoro...

Su carcajada me interrumpe y se inclina sobre su asiento, muy amenazante a mí.

- ¿Acaso crees que capturándome, va a cambiar la situación Amely? Esta red de tráfico, solo es la punta de un enorme iceberg que se compone este comercio cariño y en el mundo entero... - Se pone de pie con brusquedad. - ...un problema que se apodera con cada segundo como minuto de cada día, sin saber lo que es la tregua en un condenado país y que crece frente a sus narices. - Vocifera. - ¡Y donde ustedes condenados occidentales, aman pelear una guerra que nunca van a ganar!

- Te equivocas, Ghoro... - Y mis lágrimas sucumben, pero de la bronca. - ...cada jodida parte de ti como de tu gente, la van a pagar... - Vuelvo a exclamar.

Y su carcajada, suena y señala la puerta como esperando un héroe.

¿Acaso, Constantine ya está aquí?

- ¿Por el enmascarado? - Vuelve a reír, mientras un chasqueo de sus dedos suena en toda la habitación tipo orden manteniendo su postura inflexible y por el mismo hombre que me trajo momentos antes, es abierta la puerta al escucharlo.

Pero, sus ojos oscuros están sobre mí, cuando vuelve a ponerse de pie.

- Siempre, me gustaste... - Camina otra vez hasta donde estoy e intenta acariciar mi mejilla, pero me niego.

Mi rechazo, lo hace sonreír más.

- ...tu ingenuidad torpe y media salvaje, atrapa Amm... - Me recorre con la mirada. - ...tal vez, te convierta en mi juguete personal por un tiempo, cuando te lleve conmigo y antes de venderte... - Su mano, intenta tocarme y vuelvo a rechazarlo, pero la fuerza de ella esta vez no perdonando mi actitud, presionando mi cuello mientras la otra y sin importarle una mierda la presencia de su hombre y por sobre mi vestido, se entierra en mi entrepierna y la toca una y otra vez.

Frotándola.

- Será divertido poseerte, ya que por eso hice que te vistieras hermosa, mientras el tal Constantine, te observa derrotado por no poder ayudar como defender a su chica... - Promete.

Y mi entrecortada respiración por procurar detenerlo, se acentúa al sentir que nombran como conocen la identidad de Constantine.

No tengo idea como lo consiguieron y averiguaron, pero lejos de pánico escupo su rostro.

- ¡Jamás, podrás contra él! - Chillo sobre su bofetada con fuerza por hacer eso, haciendo que trastabille por mis tacos y caiga al piso.

Pero ni eso y el fuerte dolor de mi rostro que arde por el doloroso golpe, no me impide que siga hablando.

- ¡Todos van a caer bajo el rigor de su justicia, Ghoro! Y se arrepentirán de ello... - Grito por sobre su hombre tomando mi brazo y obligando a ponerme de pie, mientras me arrastra en dirección a la puerta para que salga.

- ¡Llévala y enciérrala de vuelta! - Gruñe la orden. - Es nuestro pasaporte de salida de acá, si esto se complica... - Exclama entredientes y limpiando su rostro con un pañuelo por mi escupida.

La puerta se cierra tras de mí, pero logro sentir que de su interior otra se abre y percato, aunque me es imposible entender como escuchar bien por mis forcejeos mientras me obligan a bajar las escaleras.

Que una voz femenina, se acopla a la de Ghoro.

La misma voz de la mujer que me tomó de rehén, la noche de la azotea en el hotel.


REINA MADRE

- Vaya que cambió, en este tiempo... - Sale de mis labios, cerrando la puerta anexa de la gran habitación, pero apoyándome en ella una vez que se la llevan. - ...ahora habla y se defiende con ímpetu. - Digo. - En la universidad era una idiota de escala mayor, que su mejor amiga... - Murmuro esto último, caminando y mordiendo mi labio por los recuerdos y provocando que el sabor metálico de la sangre por lastimarme, saboree mi boca.

Recuerdos.

Que pese, a que intenté perdonar y eclipsar, esa evocación a mi época de estudiante y adolescencia.

Nunca me abandonaron.

Porque, me hicieron el hazme reír en la universidad.

La burla de todos.

Luego del rechazo.

A mí.

La chica que lo podía todo.

Que tenía y conseguía lo que fuera.

La diva y la más popular de la U.

Admiradas por todos y envidiada por muchas.

Yo.

Constanza Goti.

Para luego, ser despojada de mi trono, no solamente de Caldeo y por la insípida Junot.

Sino, agravando mi vergüenza y a mi corazón.

Uno cual por el primero, nunca latió aceleradamente ya que era mi capricho.

Mi trofeo.

Sino.

Ante el rechazo sin nunca entender a su hermano, cuando lo conocí en su visita en nuestro país.

A Constantine.

Una negación que pese a que fue de pocas palabras y bajo una reverencia de forma caballera, una tarde en el hospital.

Sentí humillación.

Por creer.

Ilusionarme y disputar ante ese amor, por una beca de mi carrera en Antropología en África, para estar cerca de él.

Por ser una idiota y permitirme soñar, que lo haría cambiar de parecer.

Para luego con ese papel ilusionada entre mis manos, recibir su rechazo y sin dejo de emoción como todo hermano Kosamé.

- Mintió... - La voz de Ghoro, me saca de mis pensamientos. - ...engañó a todos... - Se acerca a mí y niega. - ...te mintió con su muerte teniendo de aliada a Amely y su hermano, Constanza... - Murmura y lo miro interrogante por eso.

- ¿Acaso lo dudas, cariño? - Me dice ante mi mirada y pasando con cuidado su pulgar sobre mi labio lastimado, para luego lamer el rastro de mi sangre que quedó en él. - Se rieron de ti, mi reina... - Susurra cálido en mi oído, caminando a mi alrededor y poniendo las manos en los bolsillos de su fino pantalón de vestir.

Y le creo.

Porque, Ghoro cuando caí sobre una inocencia que perdí al conocer a Mijhail.

Que con su galantería germana y aprovechando mi vulnerabilidad emocional, una noche en un bar de África donde trabajaba medio tiempo para costear mis extras como estudiante extranjera.

Y aunque abusó de mí, como cada uno de sus clientes tiempo después.

Nunca me dejé abatir y eso me llevó al padre de toda esta Hermandad.

Ser presentada ante "él."

Ghoro.

Y donde cada promesa que me hizo la cumplió, porque me veneró y sentí, cada vez que también me poseía.

Que era suya.

Para darme y hacerme sentir lo que Caldeo y Constantine, nunca me dieron y yo deseaba tanto.

Ser una reina proclamada.

Como él me llamó, al ofrecerme esto.

Un cambio radical y sin escrúpulos, donde un sentimiento de inseguridad no sufrí, acerca de la bondad o licitud de esta propuesta, porque ya nada como ningún tipo de sentimiento regía en mí.

Existe en mí.

Y con el poder absoluto de dominar a mi antojo y por sobre Mijhail, porque me fui convirtiendo en la monarca madre en todo esto.

- ¿Estas lista? - Pregunta ante mi silencio y sobre mi oído. - ¿Para darle fin a un pasado que creías pisado y que vuelve a ti, para reírse en tu cara? - Besa mi hombro. - ¿Lista para detener algo que tanto te costó esfuerzo, mi reina...tu mundo, tu trono y no permitir que nadie desbarate tu reino?

Y asiento sin dudar.

Duda que luego de ver esa noche en la azotea, la mujer que tomé de rehén era Amely.

Disipó, porque por un momento vacilé por un instante que me colmó ante ello, pero se esfumó al cumplirse mi sospechas esa noche.

Cuando vi su rostro descubriéndose bajo la lluvia y que Constantine, estaba vivo.

Y eso fue como una bofetada de burla para mí.

- No te preocupes. - Digo con firmeza y dando un beso ligero a su mano descansando en uno de mis hombros. - Que de él, me encargo yo, cariño...

CONSTANTINE

La noche comienza a adueñarse del cielo y donde, ya algunas estrellas sobre su color azulado por ser una noche que promete ser estrellada, acapara y cubre los ocres entre naranjas y rosados, de los últimos rayos de sol ante el ocaso en el momento que me detengo con Caldeo sobre todo el predio de viejas edificaciones que el papel escrito por esa mujer detalla nuestro punto de encuentro.

Zona que en sus mejores épocas, fue por las viejas construcciones como esqueletos de antañas barcazas de la comercialización pesquera.

Y ahora ante la desolación, el abandono y por estar alejada de la ciudad.

Parece un pueblo fantasma.

- Pablo estará sobre la posible huida de algún Escarlata y ayuda de las niñas, para darte tiempo...mientras voy por Amm. - Caldeo me dice bajo, mientras ambos miramos todo lo que nos rodea y en algún lugar, está escondido mi amigo que momentos antes se separó de nosotros.

Me limito a solo asentir, mientras deslizo hacia arriba para cubrir mi rostro con la máscara como la capucha de mi traje mi cabeza y mi hermano me imita, escurriéndose por un extremo y sin perder tiempo.

Lo veo escalar entre la oscuridad mientras yo con un movimiento, trepo la edificación lindera para saltar de azotea en azotea y llegar a un saliente de un techo.

Y tras este, intentar mirar desde mi altura el perímetro de la zona y previo lugar de encuentro.

No siento movimientos como sonido que llame y delate presencia humana.

Bajo de un salto, cuando me acerco y con cada paso que doy sobre el viejo piso pavimentado y polvoriento, mientras me aproximo y puedo notar desde la oscuridad como por oxidadas farolas cerca del río y ubicado sobre las construcciones traseras, un afluente da salida mediante su accidente geográfico a la desembocadura de sus aguas, que van directo a canales activos de navegación que llevan a la ciudad.

Un cartel a medio caer y herrumbroso sobre todo el frente, de un viejo galpón con sus insignias de haber sido un astillero tiempo atrás y donde su enorme entrada totalmente abierta, me señala que es lugar y me interno a la oscuridad de su interior sin dudar, sin antes echar un último vistazo a las alturas de los demás edificios.

Su silencio es cerrado, sobre mis fuertes pisadas.

Desde la altura de sus ventanas continuas y donde muchas están hechas añicos sus cristales, la luz de la luna llena colgando como un péndulo estático y plateado esta noche, me permite ver sobre mis lados mientras avanzo por adentro, máquinas herrumbradas sobre su superficie de hierro y metales por el contacto con los años y abandono, por la humedad como agua de algunos aguaceros por filtrarse sobre el techo dañado.

Una de las tantas escaleras y para acceso rápido que tapizan porciones de sus paredes laterales a su altura, rechinan de forma oxidada contra mi respiración, ante el aire que corre por el lugar y su entrada completamente abierta.

Casi al final, donde yace una gran cámara frigorífica y sobre lo que fue la mesa de corte de cardumen, me detengo sacando mis dos sables de mi espalda, al sentir el sonido de unos altos tacos caminado de forma pausada y haciendo su aparición al sentir mi llegada.

Seguido del encendido de una sola y única bombilla de luz con su mano, dando fin a la oscuridad.

Sobre mí, y a la mujer que aparece frente mío.

- ¿Lo usarás contra mí, Constantine? - Pronuncia mi nombre con familiaridad, tranquila y elevando su semblante que cubre gran parte de él, su pelo dorado por llevarlo suelto y que de a poco me deja ver su rostro ya sin antifaz.

Y el asombro me cubre por el viejo recuerdo y lo familiar, azota mi mente al reconocerla de años atrás.

La chica que fue parte de la vida de mi hermano y que por motivos de la realidad de Caldeo con 'amirat lahse sabái (su princesa y primer amor) su corto plazo como novia o lo que fuera, llegaba a su final.

Y una tarde en la sala del Hospital me confesó su amor, tras varias visitas y muchas fuera de horario de ella.

Ya que, eran solo para verme a mí.

- ¿Dónde, tienes a Amely? - Gruño como respuesta a ello.

Camina unos pasos para acercarse y uno de mis brazos que extiendo y la punta con mi sable frente a ella, la detiene.

Niega.

- Ni siquiera lo pienses... - Me dice, para luego mirarme profundo como intentando entender lo que sea, mordiendo su labio inferior donde a pesar del labial rojo escarlata que lleva puesto, hay rastro de una herida. - ...por Amely, me cambiaste? - Me pregunta, retomando sus pasos. - ¿Qué tiene ella, Constantine?

Camina otro suave paso, esperando.

- ¿Qué, te hizo amarla? - Reitera, pero esta vez suplicante ante mi silencio y con una voz como si por un momento olvidando quien es ahora.

Y volviendo a ser la muchachita de antes, cuando negué su confesión.

- ¿Dime que jodida cosa, tiene ella? - Me dice. - ¡Porque un chasquear de mis dedos, será suficiente para que mis hombres la maten! - Me amenaza, obligando.

Y no dudo.

- Porque mi mariposa jugó con fuego sabiendo que enamorarse de mí, es estar a mitad de un incendio... - Digo.

Y mis palabras sinceras, la congelan.

Como su mirada verde, volviendo a endurecerse y volverse plomiza por desagrado.

- ¿Y por ella, te entregas? - Suelta, caminando sigilosa y llegando hasta donde estoy.

Pero estos se detienen frente a mí, cruzando tenuemente sus brazos sobre sus pecho y ante mi otra vez silencio.

Se inclina leve.

- Dime, Constantine Kosamé... - Me susurra. - ...qué serías capas de hacer por ella? - Murmura suave.

Y el filo de mis dos sables de un movimiento rápido, se clavan sobre sus lados con precisión y contra el piso a centímetro de ella con sus tacones de forma poderosa por sus aceros.

Pero no se inmuta ante ello, aunque la toman de sorpresa y casi rozándola.

Porque su mirada clara por sobre el maquillaje que lleva, destellan y sus labios forman una fina línea de tensión al notarlo.

Seguido de ello y en señal de rendición, hacer a un lado tanto mi capucha como máscara que protege mi identidad.

Y caer de rodillas, contra el suelo y sumisión, soltando mis sables ante sus pies.

Entregado...

Para luego, elevar apenas mi rostro totalmente al descubierto y mirarla fijo a los ojos y decir sin dudar.

- Por ella, yo moriría. - Respondo sin titubear.

Su mirada se desencaja de frustración ante mi dicho y sobre un.

- Patético... - De sus labios y percatando sobre su mirada que una seña hace detrás mío.

Continuo a un golpe fuerte en mi nuca ante esa orden.

Que me desvanece llegando la oscuridad y sentir, que el piso viene hacia mí...


  AMELY

Intentando en vano con forcejeos en la misma habitación de momentos antes y donde me encerraron otra vez, aflojar los jodidos barrotes que atraviesan la ventana.

La puerta se abre por el mismo hombre, pero esta vez para dar paso al ruso, también.

Retrocedo sobre la pared en que estoy ante su proximidad caminando hacia mí, pausado y llevo mi mano a mi boca para reprimir un grito ahogado, cuando a centímetro de mí, acorralándome y de un movimiento sutil con su rostro casi pegado al mío y en silencio, saca la venda que cubre un lado de una mejilla, para mostrarme la gruesa cicatriz saliente y carnosa, que desfiguró sin poca sanación de su cara y como recordatorio a mi ataque con el Rammisha.

- ¿Me recuerdas? - Me susurra bajo y acariciando el lado de mi rostro que expongo al hacerlo a un lado para no mirarlo, con la suya que lleva otra venda por la herida del puñal de Constantine.

Sintiendo la aspereza de su gruesa y pulposa lastimadura en proceso de cicatrización, contra mi piel con cada frote que da.

Intento alejarlo con mis manos sobre mi pecho, pero su fuerza como gigante cuerpo a comparación del mío, no me permite.

- Porque, yo sí, te recuerdo... - Prosigue, sobre el hedor caliente de su aliento, acusando un nauseabundo olor a haber bebido alcohol.

Mucho.

- ...desde la noche que me hiciste esto, zapyast'ye. (muñeca). - Murmura, elevando el borde de mi vestido descubriendo mis piernas, mientras recorre con su mano el contorno interior y desnudez de ellas mientras la otra, toma mi pelo enroscándolo contra sí. - Y a "Él"... - Habla por Ghoro. - ...no creo que le importe, que me consueles por ello... - Habla sobre mis labios con fingida tristeza, mientras sus ojos de un azul claro, me dicen otra cosa por la estrechez y fijos como lleno, de promesas amenazantes.

- ¡No! - Niego sobre su entrepierna frotándose en mí, sintiendo la dureza ya creciendo de su pene, mientras la mano que me acariciaba afloja su cinturón contra mi forcejeo y la cremallera de su pantalón, se siente al ser bajado en toda la habitación, seguido ante el intento del desgarro de mi bragas, quemando ese lado de mi piel por ello, bajo mis gritos.

CALDEO

Un par de coches civiles estacionados y algo escondidos entre los herrumbres de una edificación y una luz desde su interior, delatan bajo una canción viniendo de una radio al acercarme que hay gente dentro al llegar a un sector, de lo que compone este gigante predio pesquero.

Y arrugo mis cejas contra la pared escondido, al notar apenas asomándome y ver por una rendija de espacio de la única ventana de su frente por tablas atravesándolas contra sí, y cruzadas a modo clausura.

Que es un prostíbulo clandestino y funcionando.

Y que bajo toda la mierda ocurriendo.

Ellos no paran.

Y que este tráfico.

Nunca se detiene.

Y por ello.

Ver como un hombre de procedencia extranjera acusándolo sus atuendos con estampas y pantalones cortos, como forma de hablar el idioma, pero con acento forastero, negociando con otro.

Y este, con una seña a un segundo apoyado desde una pared y jugando entre sus dientes con un palillo, ante su orden desaparece por unos segundos, para luego venir acompañado trayendo a una menor de la mano y con su mirada baja.

Una niña que no supera sus 10 años.

Y mi brazo cruzado sobre mí y con mi mano sobre mi espada a un lado de mi cintura, se aprieta por impotencia al ver como luego del debate de puja por el precio, el cliente toma a la niña mientras el otro hace a un lado un trapo colgando que hace de puerta, para que ingresen a lo que parece una habitación, mientras acepta el fajo de dinero que le da antes de entrar.

Y desenfundando mi espada contra una dura respiración, seguido de una patada, volteo la puerta.

Y no pierdo tiempo.

Porque, no puedo hacerlo y sin previo aviso con mi presencia de golpe y bajo la mirada de asombro de los secuaces, mi espada atraviesa a uno para con un giro contra el otro, clavarlo sobre su pecho.

Cayendo ambos, duramente contra el piso muertos.

La precaria tela que hace de cortina es corrida por mí, de un movimiento y ya nada me importa.

Como tampoco lo pienso.

Con ambas manos enroscadas sobre la empuñadura para mayor presión, apuñalo la espalda del jodido depravado que ya desnudo y sobre la niña recostada al verme, se arrastra por la cama procurando escapar, pero cae al piso y pide compasión intentando taparse con lo que sea, al ver que me acerco a él.

Su grito de ayuda muere como él ante mi espada, mientras veo por el rabillo de mi ojo por sobre el pasillo y la puerta.

Que demás clientes salen corriendo y en dirección afuera, por los aullidos de este y ante lo ocurrido muriendo desangrándose.

Pero sus carreras lo detiene bajo sus alaridos de dolor, seguido con sus cuerpos derrumbándose contra sus primeras pisadas al pavimento afuera y salida del burdel.

Al ser alcanzados por las flechas de Pablo desde los techos, para luego saltar e ingresar jadeante y encaminarse ante mis señas a las demás puertas.

- Shuu... - Le susurro a la niñita que guarde silencio con mi índice en los labios, mientras la cubro con su ropa y oprimiendo mi corazón de no flaquear por solo tener un poco más de años, que mi hija querida Sabanna.

Le susurro suave.

- ...quiero que aguardes, bajo la cama... - Señalo esta. - ...y te escondas hasta que sientas, el sonido de la policía... - Le murmuro.

Y bajo mi pedido cumpliendo y tomando una vieja muñeca contra ella, oprimiendo más mi pecho por furia llena de rabia por ver lo que hacen a estas niñitas.

Me encamino a las escaleras con sed de muchas muertes, mientras en cada puerta me detengo y veo como Pablo a cada niña como adolescente que vemos en ellas, repite la orden mientras las cubre con sábanas sus desnudez y que sobre sus rostros llorosos, cumplen ocultándose.

- Busca a Constantine. - Digo, bajo su afirmación porque ya es el momento, retomando Pablo su carrera en dirección afuera una vez que todas las niñas se encuentran bajo sus camas escondidas y yo, me dirijo a las escaleras que conduce el pasillo.

Mi sable apuñala a cada hombre que se interpone subiendo estas, apareciendo ante la bulla y desorden que origino con cada lucha.

Y cual uno y sobre un pequeño vestíbulo de un piso más arriba, me sorprende con su embestida.

Pero soy más rápido que él y de un golpe, lo despojo de su arma apuntándome y sobre un desplazamiento de mi cuerpo, empujando el suyo fuerte y marcando una considerable distancia, mi pie lo colisiona y empuja con fuerza.

Logrando que trastabille y por su pesado cuerpo al chocar contra una de las ventanas, rompa esta con sus vidrios y tales, estallen en millones de pedazos y por ello, que su cuerpo caiga fuera y pisos más abajo, donde el impacto de su contacto contra el cemento llegue a mis oídos, mientras mi mirada recorre cada puerta de este vestíbulo.

Pateo de a una estas, estando vacías.

Pero, mi sangre se coagula ante la última.

Por ver a Amely semi desnuda y luchando contra el ruso sobre ella.

AMELY

La puerta abriéndose de golpe y de forma dura, me sorprende a mi como al ruso por la presencia de Caldeo con su traje guerrero y que sin tiempo, comienza una lucha contra el otro hombre que va a su encuentro.

Dándome un pequeño y aprovechable segundo, para que me pueda separar de él.

Pero su mano se interpone, tomando mi brazo y maldigo mientras luchamos.

Él por retenerme como detenerme.

Y yo, por escapar de sus fauces.

- ¡Perra! - Blasfema sobre mi grito de dolor, por llevarme con más fuerza contra la pared y logrando que mi cabeza como cuerpo, golpee duramente contra ella.

Pero una mano logro liberar y que mis dedos, se claven sobre unos de sus ojos y ante el dolor, sentir como afloja su agarre.

Pero no, en detener su objetivo de tenerme como presa al notar que sobre un bramido de dolor, que su hombre cae de rodillas, con su mano rodeando la espada de Caldeo incrustada contra su pecho atravesándolo y bajo una hemorragia de sangre brotando de su boca, atónito por lo no esperado, cae de bruces contra el suelo muriendo desangrándose.

Pero la aparición de alguien repentina y por la puerta abierta, me hace gritar para prevenirlo.

- ¡Caldeo! - Mi grito suena, contra el golpe directo y certero de Ghoro sobre la cabeza de Caldeo con la culata de su arma empuñando su mano, que se desploma inconsciente por ello al piso.

- ¡No! ¡No! - Mis lágrimas escapan, al verlo derrumbado y que lo apunta con su automática.

Y como si fuera una presa cazada, apoya un pie con su lujoso zapato de vestir sobre él.

- Mi duda, es... - Ghoro, me dice sereno y sin un gramo de estar conmovido, ni movilizado por todo esto y sobre mi llanto.

- ¿A quién, debo matar? - Señala, apuntando a Caldeo desvanecido. - ¿A él? - Murmura plácido y contra mis sollozos aumentando y negando, mientras yo no dejo de luchar de la prisión del ruso y sus brazos, para poder correr a ayudar a Caldeo. - O... - Finaliza elevando luego el arma, para ahora apuntar en nuestra dirección. - ...a ti, por imbécil! - Gruñe al ruso, al notar sus casi bajos pantalones como bóxers. - Dije que no la tocaras y te dejaras llevar por la venganza... - Gruñe entredientes, esto último. - ...la necesitamos para salir de esto! - Ruge.

Y temblor siento en su agarre como voz, por ello.

- Jefe, no lo hag... - Intenta decir.

Pero el disparo directo a su sien y rozando mi rostro me deja congelada, mientras siento como el cuerpo del ruso sin compasión, es asesinado y cae inerte contra el piso.

Y sin pensarlo, corro a Caldeo.

Mi manos temblorosas haciendo a un lado su máscara, intentan verificar sobre su cuerpo tirado si está bien y respira.

Pero mi llanto crece, al no sentirlo y ver como hilos de sangre empiezan a nacer de sus fosas nasales, para deslizarse sobre su boca y se junten como tiñan con su rojo, el aro que lleva en su labio.

- ¡No...no Caldeo, vive por favor... - Exclamo y negándome, al nuevo agarre con fuerza de mi brazo ahora por Ghoro, obligando a que me levante y ponga de pie. - ...puede tener una hemorragia cerebral...necesita ayuda! - Le imploro con lágrimas.

Y se detiene de mi arrastre obligada, por mis palabras.

- Por favor, Ghoro... - Suplico, dejando instantáneamente de luchar. - ...es mi amigo y marido de mi mejor amiga... - Ruego. - ...necesita a una ambulancia... - Junto mis manos. - Haré lo que me pidas... - Le suplico.

Sus ojos se oscurecen.

- ¿Porque, sufre? - Dice ante mis palabras aflojando su cinturón para sacárselos y con una señal de su arma, cruce mis muñecas para amarrarlas con él.

Y yo afirmo.

- Por favor... - Vuelvo a repetir, obediente accediendo y sentir como el cuero de este, duele sobre mis muñecas por el ajuste.

Y ante ello, un nuevo disparo con su silenciador, suena en la habitación sobre mi grito de horror.

Para dar directo, contra el pecho de Caldeo.

- ¡No! - Grito llorando e intentando escapar de sus brazos, para socorrer a Caldeo.

Pero su agarre contra mí, me lo impide.

- Nena... - Me susurra natural, pero con mirada psicótica. - ...deberías estar agradecida...detuve su convalecencia como a un jodido animal... - Y con la punta de su arma ahora en mi mejilla, prosigue. - ...ahora... - La presiona más contra mí, y con su rostro pegado al mío. - ...vas hacer lo que yo te diga, para que escapemos de esto...porque si no, hará compañía a tu amigo muerto, el cadáver de ese novio extraño que tienes, Amm... - Me advierte amenazante, mientras me empuja fuera de la puerta y escaleras abajo.

Cada piso que descendemos, nos obliga a detener para observar sobre su pistola en él por si hay alguien ajeno.

Solo cuando es empujado una puerta lateral por unos de sus hombres que encuentra, me obliga a apurar mis pasos como los él, para seguir descendiendo de forma rápida los escalones para ingresar dentro.

- ¿Está, todo listo? - Gruñe al salir una vez fuera y notar, que más escaleras nos recibe por ser arriba aún de pisos.

Pero estas, son las de incendio y cada paso que hacemos en sus peldaños, su aluminio endeble y oxidado por la corrosión del tiempo, crujen de forma espantosa haciendo dudar su estabilidad.

- ¿Y la reina madre? - Pregunta.

- Ya en el bote señor a su espera... - Responde. - ...ya se ocupó del otro...

Los labios de Ghoro se elevan por su sonrisa de satisfacción, mientras con un movimiento brusco, me atrae contra él y para susurrarme en el oído.

- Parece que el extraño de tu novio, ahora está haciéndole compañía... - Señala con sarcasmo el cielo, con la punta de su arma. - ...al amigo vuestro, Amm...

Y mis ojos se nublan, con cada una de sus palabras y mis labios tiemblan negando.

- No...no, es cierto... - Sacudo mi cabeza sobre mis mejillas empapadas de lágrimas. - ...no...

Y su risa con otro empujón para que retomemos el descenso, lo afirman reteniendo mi manos tras mi espalda maniatadas con su cinto de cuero.

Pero me niego.

No lo quiero y voy a creer, me repito una y otra vez.

Y mi grito con todo lo que me queda de fuerza en mis pulmones, llama su nombre sobre toda la inmensidad del lugar y la noche.

Porque, él me juró.

Mi loquito de traje medieval, me lo prometió.

Que no iba a morir.



CONSTANTINE

- Despierta, príncipe... - Una voz femenina, me susurra.

Y lucho contra mis parpados por abrirlos.

Para encontrarme al despertar.

Ahora dentro de la gran cámara frigorífica y solo, llevando el pantalón de mi traje y con todo mi torso desnudo como descalzo y estar colgado por mis brazos sobre mi cabeza extendidos a mis lados y llevar mis manos amarradas como suspendidas, de una cadena que cuelga del techo.

Una mano acariciando y a la vez arañando parte de mi trasero como piernas, delata aún la presencia de Constanza tras mío, que camina pausado a mi alrededor y sin dejar de acariciar la silueta de mi cuerpo con cierta perversión y a la poca altura que me encuentro suspendido.

Pero me mantengo calmo y sin mirarla mientras me recorre.

- En solo pensar siendo tu meretríz, me humedeces Constantine... - Gime sobre mi cuerpo y recorriendo un lado de mi muslo, seguido a mi entrepierna con su dedo y apretar mi pene. - ...pero, el tiempo apremia... - Señala a un matón que aparece desde la oscuridad y de un rincón, sosteniendo mi látigo al despojarme de mi traje como armas. - ...porque, las cosas se complicaron... - Suspira. - ...pero, ya tenemos a nuestro pase de salida... - Dice por la mariposa. - ...y lo que estorbaba, será aniquilado... - Su mano ahora, acaricia el lado de mi corazón en mi bajo vientre.

No me inmuto ante ello siguiendo con mi mirada baja, estático en el aire por más que con su mano subiendo para envolver mi mentón y de un movimiento obligando a bajar este y de punta de pie sobre sus altos tacones, sus labios hacen contacto con los míos a modo despedida con un beso, sin cerrar sus ojos al igual que yo, pero barriéndolo con su lengua húmeda mi boca.

El beso de la muerte.

Para luego, separarlos lentamente y mirarme profundamente.

Seguido con una seña a su hombre y que ante su orden viene a mí, desplegando mi látigo amenazador y deteniéndose antes de cruzar la puerta de la cámara frigorífica, para decir apoyada en ella pero sin mirarnos.

- Que su muerte sea lenta y dolorosamente como placentera... - Ordena ante el rigor, de mi látigo.

Para luego sentir, que prosigue sonriente.

- ...prometo que pronto tu mariposa te hará compañía, cariño... - Augura, con su presencia como el sonido de cada paso que dan sus tacones, perderse en la oscuridad.

Siendo la señal su nefasta predicción al retirarse, que me sonría sobre mi concentración cuando su hombre se detiene a una cierta distancia pero frente a mí, haciendo cortar el aire mientras chasquea, mi azote fuerte y amenazador al suelo.

Una.

Dos veces.

Antes de dar su primer latigazo contra mi cuerpo y un segundo colisiona su cuero flagelando mi piel a un lado de mi pectoral marcando una herida en carne viva, reprimiendo el dolor.

Y con su tercer azote cortando el aire, para venir a mí y como misión, terminar de desgarrarme de verdad.

Con mis manos tomando con más presión la cadena que me sostiene, me giro de forma rápida y aprovechando mi suspensión, para tomarlo de sorpresa y esquivar ese azote con la velocidad, de la rotación de mi cuerpo y aprovechando este.

Elevo mis piernas suspendidas en el aire con precisión para tomar, como enroscar amortiguando su cuarto latigazo de contacto como parte del largo del mismo de su cuero trenzado, alrededor de mis piernas.

Y con la fuerza de una sobre la otra, aturdido por mi proeza, atraerlo contra mí, provocando que su voluminoso cuerpo choque contra el mío por no soltarla, seguido sobre un giro obligando a presionarse con otro movimiento a mi cuerpo, mientras las fuerzas de mis piernas rodean su cuello y sobre una fuerte constricción con el mismo látigo, ver como cae inconsciente y de forma pesada, contra el piso y ante el poco flujo de oxígeno irrigando a su cerebro, por impedir su respiración al ahorcarlo.

Miro sobre un rincón.

- Masa'...(Tarde). - Le gruño, jadeando e intentando ralentizar mi respiración por mi agitado ataque y sobre su risa, bajo la máscara de su traje al aparecer y ver que se apoya divertido, con su arco a su lado y mirando como sigo suspendido en el aire.

- No, querido hermano... - Responde Pablo, ahora extendiendo su filosa como rígida flecha sobre su arco frente a él y de su cierta distancia.

Para luego, sin vacilar lanzarlo y esta, surcando el aire con precisión y a su distancia, para cortar con el filo de su punta la unión de los eslabones.

Causando que aterrice sobre mis pies y de un movimiento me despoje de la atadura de ellos, mientras le ruedo los ojos, bajo su risa y me encamino en dirección a donde fue dejado los restos dejados de mi traje guerrero como armas.

Pero solo tomando para cruzármelo sobre mi pecho desnudo, el arnés de las fundas con mis sables.

- El afluente es un disparador de escape para llevarse con ellos a Amely, Constantine. - Dice sobre nuestro trote, rumbo ya a la salida del galpón y mis mismas sospechas.

Asiento sobre su presunción, rodeando una vez afuera el edificio y sentir la marcha de un motor de agua encendiéndose, mientras corremos sobre el lado lindero del predio en dirección al río.

- ¡Intenta localizar a Caldeo y llama al agente de la Interpol y policía, para que cierren los accesos de escape vía marítima! - Le grito, casi llegando a la orilla y notar que estábamos en lo cierto, al ver como un bote de tamaño mediano y lujoso, hace huida entre las aguas y la noche divisando a personas en el y entre ellas, a mi mariposa empujada al camarote por uno de los hombres.

Y sobre la carrera de Pablo regresando, silbo largo y pausado, sin dejar de correr como costear la orilla saltando rocas y esquivando matorrales sin importarme el escozor del saliente como crecido pastizal reseco y espinoso, por llevar mis pies descalzos.

Para luego a mitad de mi carrera vertiginosa, acoplarse a la par mía el galope, de mi Eadhab.

Mi caballo.

Que ante la espera de mi llamado, aguardaba en un lugar del predio.

Me monto sobre el en movimiento, para no perder la carrera y seguir bordeando el río apurando su carrera e intentar acortar la distancia nuestra y el bote de los Escarlatas, con mi Argema Mittrei entre ellos.

Alentando a mi alazán, bajo su bufido por la adrenalina y con cada galope que da.

Porque, tenemos que llegar antes que ellos a la intersección final.

Mucho antes de ella.

Donde el estrecho afluente, da fin a la zona pesquera y se abra su desembocadura y puedan tener vía libre como acceso a la navegación y velocidad.

Y la nuestra por tal, aumenta.

Aprovechando que no somos vistos y alertando nuestra presencia ante la negrura de la noche.

Y una sonrisa dibujan mis ojos estrechando estos, al notar que los alcanzamos como también, que ganamos un buen trecho aventajando metros delante.

Para luego, volviendo mi vista al frente y apretando más las riendas de mi caballo contra mi mano, divisar un puntal de molinete a cierta distancia sobre la ribera del río más adelante que en sus tiempos pesqueros, su brazo saliente y contra las aguas estilo grúa, fuera utilizado para el levantamiento de carga pesada como jaulas pesqueras.

Y no dudo.

Poniéndome de pie sobre la montura al ritmo de Eadhab en su plena carrera y con una profunda respiración, volteando para ver como el bote que se acerca también a la distancia del aparataje metros atrás nuestro que logré adelantarles.

Me lanzo sobre el aire y llegando con éxito a él.

Para luego trepar sin perder tiempo, hasta su mayor altura de forma rápida, cuando diviso el barco, casi sobre nosotros.

Y sin pérdida de tiempo también, cuando ya el casco nos supera, para arrojarme a la grúa y aferrarme a su arpón colgante con mis manos y con un fuerte balanceo de mis piernas para tomar impulso como dirección necesaria sobre el aire, salir expulsado por este y caer sobre la cubierta del bote, con mis ya dos sables empuñando mis manos.

Dos hombres en proa, vienen a mi encuentro ante el ruido de mi aterrizaje y verme, donde uno sobre mi movimiento, mis sables lo apuñalan seguido de empujarlo con un pie a la oscuridad del agua, mientras el otro se lanza sobre mi intentando disparar el arma que empuña.

Pero un golpe directo a su clavícula y el filo de uno de mi sables atravesando el mismo, lo hace gritar de dolor mientras jalo su cuerpo intentando rechazarme a medio colgar de la borda y donde en nuestro forcejeo de lucha, en vano y sangrante, intenta ahorcarme con sus manos pero ya sin fuerza.

Pero obligo a su cabeza golpear con una última fuerza mía, sobre el canto del bote dejándolo semi inconsciente y que a medida que este avanza, va cortando sus aguas por su cabeza sumergida, continuo al soltar también su cuerpo y que caiga al río, bajo un grito ahogado hundiéndose en la profundidad.

Limpio mi frente con mi puño, mientras me encamino al interior y donde las puertas de la escotilla abiertas de par en par, asomándome con precaución que me señalan libre de hombres, internándome sigiloso.

Pequeños peldaños crujen sobre el silencio y por su madera ante mis pies descalzos, que me llevan al camarote principal por un estrecho y corto pasillo, donde uno de sus lados de pared está compuesto por un fino y esmerilado vidrio labrado, mientras intento sobre mis sentidos sentir algún tipo de movimiento humano.

Nada.

Pero sí, percibir que el flujo de navegación algo irregular por no ser timoneado y automáticamente ahora, confluye.

La aparición de alguien me toma de sorpresa y que me apunta con su automática, pero lo detengo de su disparo cruzando mis dos sables en cruz presionando su arma sobre nosotros y su detonación, dispara por sobre mi cabeza e impacta sobre el techo.

Y por solo un instante.

Precarios segundos.

Nuestras miradas chocan donde con pequeños movimientos y en el escaso lugar, midiéndonos en silencio y rotando sobre este, mientras mantenemos mis sables tanto como su arma, elevados e incrustados de forma ofensiva contra el otro.

Su mirada directa y oscura como sus ojos.

Y el traje que lleva puesto de diseñador.

Me dice, que no es un hombre cualquiera.

Uno del montón.

Sino.

Que es, "Él."


    AMELY

La maleza reseca y larga, araña parte de mis piernas por llevar este ligero vestido y sobre un tropiezo que doy por obligarme Ghoro con su hombre delante nuestro a que camine mientras bordeamos el río con su piso arenoso y endeble.

Y de un empujón me obliga a mantenerme en pie y que no deje de caminar, para recibirnos más adelante y sobre sus orillas, un bote de dimensiones medianas y elegante, pero escasamente iluminado para no llamar la atención, en lo que parece la huida y escape de ellos y conmigo como rehén, con otro de sus hombres a la espera.

Que bajo un gruñido de Ghoro como orden y con fuertes ademanes, me ayuda al ingreso con su otra mano sin dejar de apuntarme.

- Llévala al camarote principal y larguémonos...no hay tiempo que perder... - Formula. - ...una avioneta espera por nosotros... - Me señala bajo mis forcejeos. - ...una vez en Arabia Saudita, nos desharemos de ella... - Me augura con sonrisa maliciosa.

Y sobre mis gritos de que no se saldrán con la suya, me jalan y empujan al interior como fondo del barco, donde me encierran en un camarote.

Pero bien sus puertas se cierran dejándome sola, choco con todo mi cuerpo contra ella para intentar abrirla.

Pero, es imposible.

Algo la debe trabar del otro lado, ya que no cede.

Y un grito brota de mi garganta por ello, mientras deshaciéndome de mis tacones para menos ruido contra el piso en madera, busco desesperada algo con que cortar el cinturón que retiene mis manos tras mi espalda.

Lucho contra el llanto que aflora en mis ojos ante el recuerdo de Caldeo tirado, mientras bajito ruego a Dios, que por favor alguien lo haya encontrado para salvarlo.

- ...no lo permitas, Dios... - Susurro de rodillas a la cama y de espalda a un mueble contiguo, intentando con mis manos maniatadas, abrir su único cajón.

Pero al abrirlo leve y notar, que está vacío, hace que golpee de impotencia este y me derrumbe de rodillas contra el piso.

Y sobre mi gemido, con mi vista fija a un punto de la habitación, noto que frente a mí y otro extremo, una rejilla que con sus diseños labrados y algo salientes, son el respiradero en metal de aire como ventilación, de este camarote solo provisto de una escasa como pequeña ventana estilo ojo de buey en un alto del techo y donde mi cuerpo no pasa.

Me arrastro rápido hacia ella y de espaldas sobre el piso, comienzo con la fricción del cuero que me ata, sobre su irregular diseño y por más que su relieve ante el roce y mi apuro, lastime mis manos.

El motor rugiendo y el leve zarandeo como sonido de la agitación de las aguas, me dice que estamos en marcha.

- Más rápido...más rápido... - Me aliento, bajando una y otra vez con las pocas fuerzas que me quedan y sin dejar de mirar la puerta, bajo muecas de dolor por sentir la piel de mis dedos, despellejarse ante el frote del hierro.

Y sonrío entre lágrimas, al notar que tiene sus frutos y mis ataduras, comienzan a responder con el afloje.

Pero el sonido de la puerta siendo abierta por alguien, me detiene y con rapidez me acomodo sobre el piso mejor, para ocultar con mi cuerpo el conducto de ventilación y no sospeche quien sea, mientras sigo con disimulo aflojar más el agarre.

Y mis ojos se abren al elevar mi vista y ver quien ingresa.

- ...Constanza? - Murmuro sin dar crédito.

Su sonrisa mientras se pasea por la habitación me confirma, que no estoy equivocada y aunque, sigue siendo hermosa desde siempre, la situación poco creíble de vernos acá después de tantos años y en otro continente.

Su rostro, me hace dudar.

Un rostro que pese a ser una mujer joven y de mi edad, tiene signos de más adulta cada uno de sus rasgos.

Señal de haber vivido mucho.

O demasiado.

Toma asiento como si nada sobre la cama y con un movimiento de su mano recogiendo su largo pelo que lleva suelto, para elevarlo entre sus dedos hacia atrás, golpea mi mente ante el recuerdo de la noche de la azotea en el hotel.

Y mi boca se abre ante ello y mis conclusiones.

Porque no puedo creer que ella fue la mujer que me tomó por rehén al reconocerla.

Y dándome cuenta.

Que es la única mujer en toda esta mierda.

Y por lo tanto...

¿La reina y famosa madre, de todo esto?

- ¿Pequeño el mundo verdad, Amm? - Dice al fin.

- Dios...tu eres...acaso... - Niego por tanta coincidencia. - ...pero, cómo? - Murmuro mientras con disimulo, sigo intentando liberar mis manos.

Apoya su codo sobre sus piernas cruzadas para sí, y su mentón en una mano como puño.

Se sonríe.

- Vueltas de la vida...y destino Amely... - Finge suspirar. - ...cuando anhelas algo, pides por ese deseo... - Se pone de pie. - ...tal pretensión que quieres que se cumpla, te lleva buscar una manera... - Me mira. - ...manera... - Repite. - ...que acataras soportando lo que sea una y otra vez, con tal que se cumpla cariño y aprovechar las bondades que puede tener y sacar de lo malo...

Y empiezo a entender como recordar.

Que ya Juno con Caldeo radicados en África, luego de su quimio exitosa y tras la muerte de Constantine, para retomar el mando de su país y bajo mi aceptación felices en mi último viaje de visita a ellos, de radicarme en África definitivamente.

Una tarde por mis papeleos en la U para ello y tras un encuentro de despedida con Fresita en un bar con café de por medio y en nuestra charla para ponernos al día.

Me comentó que Constanza luego del rechazo de Constantine por su amor, para luego el casamiento de nuestros amigos con su atentado y seguido de la muerte de mi loquito medieval.

Ella desapareció de la faz de la tierra o por lo menos de nuestra ciudad.

Y donde con el tiempo, se supo que solicitando una beca de intercambio de su carrera, ya no estaba más entre nosotros para seguir sus estudios en el extranjero.

- ¿Por qué, Constanza? - Digo, aún intentando creer. - Lo tenías todo...

- ¿Todo? - Chilla. - ¡Era la mejor y me robaron todo! - Aclara, acercándose furiosa contra mí.

Pero, no me inmuto.

Solo intento de a poco y sobre su ira, que afloje más mi atadura.

- Junot ni tú, tenían que ser reinas... - Exclama con su puño apretado. - solo... - Para luego susurrar, sacando una navaja del escote de su ropa. - ...yo, querida... - Dice suave y jugando con su hoja filosa, cerca de mí.

Pero el sonido pesado de algo sobre la cubierta se siente sobre nosotras y nos hace mirar el techo, seguido de movimientos bruscos como un disparo de bala perdida de la proa.

- ¿Pero qué, diablos? - Blasfema sin entender, en el momento que logro zafar una mano del cinturón y ante el sonido de la descarga sin parar de un arma, para luego el de cientos de vidrios explotando.

Y bajo mi dolor por mis manos lastimadas sonrío, porque no puede ser otro.

Que.

Sonrío, más.

Mi muertito en vida.

Constantine.

Y aprovechando su guardia baja me lanzo contra ella, en una lucha de forcejeo intentando quitar su daga de sus manos, mientras caemos ambas sobre la cama para luego rodar por el piso.



  CONSTANTINE

- ¿Vienes por tu perra? - Suelta, intentando bajo nuestras posturas enfrentados y sobre nuestras armas aún colisionadas, sin dar tregua.

Me sonrío, leve.

- Kunt ealaa khata...(Te equivocas). - Presiono más contra él. - ...laqad jit min zawjati...(vengo por mi mujer). - Digo.

Y con ello, mi lucha comienza.

Soltando mis sables para tomar sus manos que sosteniendo su arma y ante mi afloje, comienza disparar una descarga en el aire y consecutivamente e intentando que lleguen a mí, en nuestra lucha y disputa, mientras lo impido y chocamos contra una pared.

Con un gruñido de fuerza impidiendo con mis manos tomando las suyas y aprieten nuevamente el gatillo que ahora me apunta amenazante, las llevo contra la única pared en madera para con un fuerte golpe, choquen contra esta.

Logrando, lo que quiero.

Que sus manos ante el impacto aflojen su agarre y este caiga sobre el piso y lo patee lejos con un pie.

Y el primer golpe de puño sale de él y que esquivo, al igual que a los míos con sus brazos.

Sus movimientos y cada golpe que me da, denotan que es sobreviviente de peleas callejeras.

Pero y aunque, es un buen oponente, no puede contra mis habilidades como desplazamientos y un golpe marcial que le doy con furia a su pecho, lo hace tambalear.

Y sin desaprovechar eso y con un giro sobre mí, mi patada alcanza su quijada que por la fuerza retrocediendo, su cuerpo impacta contra la pared conformada por vidrio y esta, ante su caída pesada, estalla en cientos de fragmentos donde las pequeñas partículas y astillas caen sobre su cuerpo que tirado queda a mitad del pasillo y contra el piso de un segundo camarote menor que separaba el ventanal entre ambos.

- ¿Crees librarte...de esto...? - Intenta arrastrarse, pero se lo imposibilita los guijarros de cristal que con cada movimiento que intenta hacer, cortan como lastiman su manos. - ¡Nunca! - Me grita, mientras de la botamanga interior de su pantalón, saca una pistola de menor tamaño.

Pero de forma rápida tomando uno de mis sables, lo lanzo contra el marco vidriado, donde pesadas como gruesas esquirlas de vidrios quedaron sostenidas, que ante el toque de mi espada surcando el aire e impactando contra ellas, estas caen sobre él y se clavan en su pecho ante su grito y brazos, cruzando su rostro de horror.

Hemorragia de su boca como de sus manos y entre sus dedos, comienzan a correr y cortando su piel, al intentar sacarlos por su filo.

Me acerco desgarrando un lado de mi pantalón para luego inclinado envolver un uniforme y gran vidrio filoso atravesando su pecho, para luego mi mano cubierta, posarla y rodeándolo con su mirada de asombro.

- No lo creo. - Le susurro. - Lo sé... - Afirmo con determinación a su pregunta y con tal, hundo más el vidrio sobre él. - Qad ghafar allah lak kla alshari aldhy sunieat alkthyr min al'abria'i, li'anani la...(Que Dios te perdone todo el mal que has hecho a inocentes, porque yo, no). - Finalizo, poniéndome de pie y mirando ya su cuerpo sin vida.

Y sin perder tiempo tomando mi otro sable, me encamino al final.

Al camarote principal.

Donde murmullos salen de él y cual al abrir sus puertas, me encuentro sobre la sorpresa de ambas luchando.

Y al verme ambas, en como Constanza se gira sobre la mariposa, para retenerla como la vez de la noche en la azotea.

- Suéltalas, porque juro que haré una hermosa gargantilla de sangre sobre su cuello, Constantine... - Gruñe punzando más la punta de su navaja contra el cuello de Amely, mientras la obliga y ambas se ponen de pie del piso.

Solo elevo una mano para calmarla, mientras con cuidado me inclino para dejar ambos sables contra el piso.

- No lo hagas... - Digo suave e intentando controlarme, al ver su mirada frenética y su mano temblorosa, pero de forma amenazante por la locura que se está apoderando de ella y la colman.

Intento hacer un paso, pero retrocede y me obliga a detener.

- Ghoro? - Pregunta temblorosa, procurando mirar tras mis hombros.

- Muerto. - Digo, sin más.

AMELY

El filo aprieta mi garganta y aunque es firme su agarre como cada paso que me obliga a dar sin dejar de medir precavida a Constantine, mientras nos lleva en dirección a la puerta de salida.

Todo Constanza, indica que está nerviosa y dentro de una confusión que puede desatar la locura por verse incierta ante esto y sobre la pregunta que le hace a Constantine por Ghoro y saber, que está muerto.

Que, pese a haber sido seria y sin saber qué, diablos pasa por su cabeza ya que todo su semblante no hay dejo de emoción y con toda su mirada hielo, plena en Constanza.

Constantine me irradia que me mantenga calma y solo obedezca.

- Todo lo que amo, me abandona... - Susurra con cierto temblor en su voz. - Caldeo...tú...y ahora Ghoro... - Me abraza más contra ella, ya sobre la salida del camarote y totalmente frente a Constantine.

Dentro de su locura, ríe a carcajadas.

- ¿La policía debe estar ya a la espera, no? - Pregunta entre divertida y perturbada.

- Si. - Solo es la respuesta de Constantine.

Vuelve a reír apoyando su frente en mi cabeza y su risa sacude mi cuerpo, para luego elevar sus ojos verdes.

- ¿No tengo escapatoria, no? - Suelta y ante la negativa fría de Constantine otra vez, puedo sentir como su rabia aumenta, bajo ese trastorno lunático que la invade.

Para luego, con un movimiento uniéndome más contra ella, gritar.

- Si voy a morir, ella se viene conmi... - Chilla, elevando su navaja para apuñalarme.

Pero algo, surca sobre la habitación y entre nosotras.

Rompiendo el cristal por su gran velocidad como filo, al atravesar la pequeña ventana del camarote.

La que tenía forma redonda y de mediano tamaño.

Una flecha.

Tal que a milímetros de mi mejilla surca, para impactarse dando su blanco en Constanza, atravesando su garganta.

Y sobre su cuerpo desmoronándose sobre mi espalda por su muerte instantánea, corro hacia Constantine como él a mí, para recibirme en sus brazos.

Un abrazo fuerte.

Duro.

Glacial

Tosco.

Y sin nada de suavidad.

Porque Constantine no sabe lo que es tener gracia o sutileza, para demostrar amor y desespero.

Pero, que yo no lo cambiaría por nada de este mundo como dije muchas veces.

- Altafatli farasha...(Cumplí, mi mariposa). - Me murmura su promesa cumplida muy bajito.

Y mis lágrimas nublan mi vista empapando su pecho desnudo, al darme cuenta que sí y que todo acabó.

Se distancia algo de mí, para con suavidad tocar con su mano mi mejilla golpeada y acariciarla, como las llagas que sangran de mis nudillos al lastimarme, cuando intentaba liberarme.

Besa con cuidado cada úlcera con ternura como yo las suyas de su pecho, para luego resignado y mirarme sobre sus pestañas con esos ojos endiablados por su color como mirada hermosa, decirme.

- Eres un gran dolor de culo, mi Argema Mittrei... - Mientras me abraza más contra él y sentimos que el meneo como movimiento del barco, cesan.

Y sobre un.

- Amén a eso... - De Pablo diciendo por sus palabras y apareciendo con su arco como flechas colgando dentro del bote, mientras río entre lágrimas e intentando secar estas con mi puño.

Pero dentro de toda la alegría, palidezco de tristeza al recordar por empezar a sentir sirenas acercándose.

- ¡Caldeo! - Grito, soltándome de sus brazos para correr, mientras Pablo se hace un lado y pueda subir las escaleras, esquivando los cuerpos esparcidos. - ¡Caldeo, está herido! ¡Le dispararon! - Exclamo, sintiendo sus pisadas tras de mí.

Y en mi carrera ya en la escotilla un brazo elevo a mi frente por la iluminación que agolpa y me ciega como a toda la embarcación atracada sobre la orilla, provocando que me detenga en la cubierta.

Por docenas de luces de ambulancias como coches policiales con hombres bajando de estos y otros, esparcidos por el lugar.

Y donde un par al verme, me ayudan a salir de este al encallarlo obligadamente, por un uniformado con insignias en su vestimenta musulmana y otro hombre de traje oscuro, que parece americano.

Y sobre mis ojos llorosos ya con Constantine como Pablo a mi lado pisando tierra firme, ver que detrás de estos hombres al abrirse para darme espacio de continuar y sin entender las sonrisas de sus rostros.

Sobre la puerta trasera de una ambulancia estacionada cerca de nosotros y con ambas abiertas de par en par bajo las luces de la misma, en sus rojos y naranja yendo y viniendo, iluminándonos desde su techo.

Diviso a Caldeo sentado sobre su borde, sin su traje guerrero y con una almohadilla solo en su cuello y todo su torso tapizado en tatuajes en perfecto estado.

Y lloro, pero ahora de alegría con mis manos en mi boca, mientras me acerco y notar que al verme deja de conversar con el paramédico que lo asiste, para con algo de dificultad caminar también, viniendo a mí.

Y abrazarme fuerte.

Pero no me aguanto y me separo para verlo de cuerpo completo, palpando su pecho.

- Yo vi, cuando te dispararon... - Titubeo, aún sin poder creer.

Lo miro.

- ...Ghoro...te disparó sin compasión...

Acuna mi rostro sonriente.

- Amm, me desmayé ante su golpe que me tomó de sorpresa...pero, solo fue eso... - Mira por sobre mi hombro a su hermano y Pablo. - ...todos los trajes guerreros son un chaleco antibalas y solo el impacto, provocó una fisura de costilla... - Señala su dolor con un gemido, ante mi fuerte abrazo de saber todo y que él, está realmente bien con esa venda que cubre su torso.

- Me asusté al notar que sangre salía de tu nariz... - Llorisqueo abrazándolo más, por lo que pudo ser.

Su pecho se sacude por la risa.

- Y eso fue bueno, amiga... - Sonríe. - ...el desvanecimiento es falta de oxígeno en el cerebro. Y la baja tensión, provocó la hemorragia de unos vasos sanguíneos colapsando y obligaron a bombear más a mi corazón por eso y la entrada de más oxígeno...

Para luego sobre un profundo suspiro tanto de Caldeo como mío de felicidad en ese abrazo, su mirada va a su hermano mellizo y menor.

- Todo terminó... - Murmura, sobre las docenas de personas entre policías como médicos circulando la zona y rodeándonos.

En pleno bullicio de sus oficios y yendo y viniendo en lo que queda de la noche.

Gritando órdenes y cercando el lugar con las cintas forenses.

Para luego, murmurarle mientras nos separamos para caminar hacia él.

Y siendo una orden imperial.

Pero llena de amor.

- Es hora de que regresemos a nuestra casa, hermano... - Formula, por la emoción contenida.

Y hasta Pablo lagrimea a la par mía como ese policía y el hombre de traje oscuro, que me ayudaron a salir del barco.

Cuando siendo testigos como yo, emocionados vemos.

Estos dos hombres de rasgos exóticos y egipcios tan parecidos.

Hermanos.

Y con los ojos del color más extraños como lindos del universo.

Se abrazan.

Mucho.

Y cual, sobre este.

Sellan, un nunca más separarse...


FIN.


EPÍLOGO I

Tres meses después...

 AMELY

Hago seña que calle a Jun con una mano en alto, mientras la otra la llevo a mi boca que inflada como globos mis mejillas, retienen el súbito vómito que me colma y contengo en mi boca, mientras corro bajo su mirada de asombro como la de mi sobrina Sabanna, en dirección a un baño.

Dejando a ambas perplejas sentadas en la mesa de jardín y a mitad de nuestro té como merienda de la tarde que tomamos, cuando vengo de visita en una de las terrazas del palacio.

Llevándome servidumbre por delante una vez dentro y maldiciendo por el gigantesco tamaño de semejante lugar por más bonito y de ensueño que sea, tipo las Mil y Una Noches.

Corro atravesando los salones por la búsqueda de un jodido baño.

En los cuales en uno, están los hermanos Kosamé en una junta parlamentaria de gobierno con sus directivos, conversando entre papeles de por medio y sobre la inmensa mesa, deliberando.

Y fallo en lo más parecido a una reverencia que quiero hacer por interrumpir semejante reunión como debate, pero el tiempo apremia y sigo mi carrera a la habitación contigua tapando ahora con mis dos manos mi boca llena de vómito, bajo la mirada fija y extrañada de Constantine, viéndome seguir mi carrera.

Y tras la puerta abriendo para salir, cruzo otra veloz y empujando la siguiente, que si es un inmenso y jodido baño, mientras siento pasos y trotes viniendo a mi encuentro, llamándome.

Pero no respondo.

Porque me es imposible.

Y casi abrazando el inodoro, descargo todo en su interior con fuerte y poco femeninas arcadas.

Sobre un.

- ¿Nena, estás bien? - De Juno apoyando con cuidado, su mano en mi espalda al llegar.

Y otro.

- ¿Mariposa? - De la voz de Constantine, poniéndose de rodillas a mi lado preocupado, mientras Caldeo en la puerta grita una orden en árabe a no sé quién, mandando a llamar.

Intento calmarlos, queriendo hablar.

Pero el reflujo repulsivo y maldiciendo que lo mío no son lo té de flores mezclado con masitas de chocolate me lo impide, ante un nueva oleada de vómito que libero otra vez contra el inodoro apaciguando ya mis náuseas.

- 'Ana huna...(Estoy acá). - Me susurra Constantine con ternura y ayudando con mi pelo para no ensuciarlo mientras me limpio con una toalla que me ofrece mi amiga y acepto ante la aparición de Lála, con un vaso de agua que él mismo me ayuda a beber despacito.

- Por favor no más infusiones de amapola por un tiempo... - Murmuro con asco, en solo pensarlo.

Y la risita de Jun y de Caldeo como 'ami, invade la habitación.

Los miro raro como Constantine.

- Pues, yo creo que... - Prosigue mi amiga inclinándose más a mí, bajo la mirada de inteligencia de Lála y la afirmación de su marido, intentando ocultar una sonrisa sobre una tos y apoyado de brazos cruzados sobre una pared. - ...que desistiremos de esos tipo de té... - Me mira feliz y sonriente. - ...por varios meses...

CONSTANTINE

https://youtu.be/lWReiGs4dUk

Las palabras de al'amirat 'akhime (princesa de mi hermano) hacen que mire a la mariposa, bajo su mirada todavía sin entender y confundida por su malestar por lo que puede ser, cuando con cuidado la tomo entre mis brazos del piso del baño, para llevármela y recostarla en la cama de una de las habitaciones a la espera de los médicos.

Besando sus labios y recostándome a su lado hasta que lleguen y con su rostro congestionado aún, por las posibles náuseas que la deben azotar.

Y cóctel de emociones me invade ya fuera de este, cuando 'ami al salir de la habitación con el equipo médico y tras unas horas, me susurra emocionada que mi Argema Mittrei y yo.

Vamos hacer padres.

Porque, Amely está embarazada.

Y lágrimas silenciosas me colman como ruedan por mis mejillas.

Lágrimas que nublan mi vista pero de felicidad, mientras recibo abrazos de mi hermano y Jun felicitándome y de mi princesa Sabanna con grititos de alegría, festejando que va a tener un primo.

AMELY

La puerta se abre con cuidado en la habitación que me encuentro, mientras me deshago sentada sobre la cama de la bata que me dio 'ami, para que los médicos me revisen.

Con ella a medio desatar los cordeles ya de pie y sin poder creer aún la noticia, miro a Constantine que entra y cerrando la puerta tras él, camina hacia mí, con pasos lentos y callado.

Silencio que invade esta gran habitación de ensueño con sus decoraciones en mobiliario y texturas de sus telas en sedas marroquí multicolor, para llegar hasta donde estoy, aún mudo.

Y solo mirándome.

Profundo.

Con esos ojos gris hielo que hoy parecen más blancos, cristalinos y con señal de haber llorado.

Y muerdo mi labio tan silenciosa como él, cuando sacando mis manos de los cordeles del frente de la bata con ternura que llevo puesto, para seguir haciéndolo él, pero abriendo este a sus lados con cuidado con sus manos, para dejar mi cuerpo desnudo expuesto frente a él y recorrerlo con su mirada por completo, pero lentamente.

Y lágrimas inundan mis ojos al ver, que cae de rodillas frente a mí y tomando mi cintura, susurra.

- Plaba'...(Padres). - Besando mi vientre aún plano y llevándome contra él, para abrazarme más.

Y asiento entre lágrimas riendo como él, mientras enredo mis dedos en su siempre cabellos negro algo largo y cubriendo casi la totalidad de su rostro.

- Vamos a tener un bebé. - Digo feliz, arrodillándome y sentándome sobre mis talones, para nivelar su altura. - ¡Padres! - Afirmo y riendo como él.

Risa que solos en esta habitación, retumban por ser una gran carcajada.

Y la mía crece.

Al sentir como ver la de Constantine.

Sip.

Esa que les mencioné anteriormente.

La juvenil.

La alegre y jovial.

Y que señala que Constantine Kosamé.

Detrás de su alma Qurash.

La guerrera.

Ese hombre de tomar decisiones fuertes.

Como dar la vida propia por lo que ama sin dudar.

Acaricio su pelo.

No es más.

Que un simple lindo y exótico muchacho con belleza Egipcia, por cumplir sus 25 años...



Tres años después...


  CONSTANTINE

https://youtu.be/LTIpLTOjrgY

Ambas espadas con su filoso acero, retumban y colisionan una y otra vez sin compasión.

Un hilo de sudor recorre un lado de mi mejilla bajo mi máscara y ante la fuerza exigida por mi fuerte oponente, que frente a mí y sin compasión, descarga con movimientos diestros cada golpe como ataque en esta lucha de poder.

Retrocediendo sobre nuestros pasos, intentando reconocer nuestra próxima embestida de movimientos y mientras en círculo, pero pausadamente empuñando nuestros sables frente nuestros y sobre el piso arenoso, con pasos lentos nos recorremos amenazantes.

Para sobre un grito guerrero de su parte, viene contra mí, alcanzando a detener su ofensiva y con un salto, girando en el aire de forma marcial y esquivando su espada directo a mi pecho de forma asesina como directo a mi corazón.

Que ante mis sables contraatacando, los elude con maestría rodando sobre la tierra y deslizándose por abajo de mí, embiste con destreza.

Pero, me toma de sorpresa ante un nuevo choque de mis sables frenándolo su filosa espada que sin piedad, intento atacar desde arriba.

Cuando aún y contra el piso de tierra, sus piernas se enroscan en las mías bajando y con habilidad como destreza en su movimiento con ambos, se gira con fuerza y provoca, que colapse contra el piso mientras con desplazamiento presto se rota encima de mí, y me inhabilita con su espada, golpeando mis ambos sables a una velocidad fuera de la vista humana, volando estos a metros nuestros y con destreza.

Sacando una daga de su traje guerrero y la posa en mi garganta y contra mi yugular, intimándome amenazante.

Su fuerte jadeo.

Esfuerzo de la lucha con su pecho subiendo y bajando, se mezcla con el mío por la encarnizada batalla, cuando elevando mis ambas manos libres de armas sobre sus lados, indico rendición.

- Y mami, volvió a ganar a papi... - La voz de Pablo, suena entre mi oponente y sobre mí, divertido, apareciendo y llevando en sus brazos a nuestro hijo.

El pequeño, Cabul Caylén Kosamé.

Nombre que mi mariposa le puso a nuestro pequeño al nacer y en honor a ese gran amigo querido, maestro y lo más cercano a un padre que tuvimos con mi hermano.

- ¿'Astatie taqbil zawjati 'aw 'ahsil ealaa darb akhr? (¿Puedo besar a mi mujer o voy a recibir otra paliza?). - Murmuro ante la risa de mi mejor amigo, que suena en el patio trasero de su nuevo campanario.

Uno, que mi hermano mandó a construir ante su pedido otorgado por la Santa Arquidiócesis de ser trasladado a nuestro país, para predicar la palabra del Señor y ayudar a necesitados.

En el aprendizaje a leer y la sustentación con el cultivo de una huerta.

Cual, cada niño de los cientos que recibimos al día, aprenden el valor de la comida a través de la naturaleza.

He interactuar como compartir esos momentos con los demás, afianzando los lazos de hermandad en un continente con países en constante conflictos de guerras civiles.

Para también.

Y lo que me llena de orgullo y fundó mi mujer abandonando su trabajo en el periódico, para dedicarse por completo a la par con 'amira Juno, en una de las cosas que descubrió que la apasiona y comenzó con las visitas de ellas, porque mi mariposa nunca dejó de tener contacto con ellas.

De las poco más de docenas de niñas que rescatadas años atrás de esa noche en el hotel y en la vieja edificación lindera al río, hoy convertidas en adolescentes.

Y las adolescentes en su momento ahora mujeres adultas, ayudando todos los días en el hogar diurno que se formó.

Para asistir, enseñar y proteger a estos niños como niñas, contra el tráfico humano.

Como Javi.

La muchacha que rescaté de su venta en ese hotel también, para luego socorrer a las demás niñas y mujeres.

Donde hoy, ella enseña teatro a todos los niños bajo sus risitas, por los disfraces que ellos mismos confeccionan.

Y lo que adoran de la mano de 'amira Juno y mi Argema Mittrei.

Las clases de pintura y fotografía.

La risa suena de mi rival, aún a horcajadas sobre mí, para luego la mano que sostiene el puñal lo saca de mi garganta para guardarlo y liberarse de la máscara como capucha guerrera que cubre su identidad.

Y dejar libre su pelo ahora muy largo, que azota su rostro por la brisa cayendo sobre él y sus hombros cubriendo sus pechos.

Y mirarme con amor mientras se inclina a mí y rozar mi nariz, juguetonamente con la suya.

- Su mujer, solo espera eso... - Responde mi mariposa, ante mi pregunta anterior y sin dejar de reír encima mío.

Y eso hago.

Atraerla a mí, con mi mano en su nuca para besarla.

Con pasión.

Mucha pasión.

A mi mujer.

Aún tirados en el piso y lleno ambos de tierra por mi batalla encarnizada y perdida.

Bajo la tos indiscreta por ello de Pablo y que reímos sobre nuestros labios pegados, sin importarnos y con nuestro hijo viniendo a nuestro encuentro para abrazarnos.

Y su carcajada de bebe e infantil, suena en todo el lugar al recibir nuestros cariños y abrazos tumbado como nosotros sobre el piso arenoso.

Y que sus ojos iguales a los míos como lo de mi hermano.

Como su prima.

Mi bella sobrina Sabanna y futura reina de nuestro pueblo.

Que brillan cristalinos, bajo los últimos rayos de sol ocultándose ante el ocaso y dando la bienvenida a la tropical como cálida noche.

Y sobre nuestra tierra querida.

Que con Amely amamos y seguiremos defendiendo.

En sus noches como callejones oscuros, contra bandidos de mala muerte acechando a personas inocentes o en sus días ante el llamado de gente, víctima de maleantes arremetiendo contra la buena fe de nuestro pueblo.

Resguardar con mi mariposa y con Pablo a la par nuestro y protegiendo nuestras identidades, bajo nuestros trajes guerreros.

Porque la sangre Qurash, no solamente rige en mí.

Sino.

En mi mujer, también.

Convirtiéndose después de nuestra Lála, en la segunda mujer guerrera en nuestro linaje Ur de Caldeos.

Que casándonos una tarde y con nuestro bebé recién nacido en brazos.

Con testigos nuestras familias, su padre y los acantilados de siempre, coronando el palacio y nuestra boda al aire libre.

Y con la llegada de nuestros amigos que ante su visita, sorprendieron a mi chica ese día con su aparición, mediante un charter privade puesto por mi hermano y el Impala II del padre de Juno trayendo a todos para ser testigos de nuestra unión.

Una alianza de amor.

Que bajo sus votos Amely, juró ser parte de mis ideales mientras en su anular deslizaba el rammisha como alianza de matrimonio y sobre el cintillo de compromiso.

Ideales de proteger al desvalido contra las injusticias que amenazan nuestro país, bajo un riguroso adiestramiento como entrenamiento de mi mano y de Lála estos años, para convertirse en una guerrera Qurash de temer.

País que recorremos, porque los tres amamos navegar junto a su gatito negro que buscó de su apartamento.

Y sonrío.

Porque lleva mi nombre.

Viviendo en mi galeón.

En el Sambuk.

Nuestra elección de vida pese a la negativa de mi hermano el rey que a regañadientes aceptó, pero con la promesa de mis constantes visitas y ayuda a regir la soberanía de nuestro pueblo como su mano derecha.

Donde, recorremos cada puerto.

Cada nuevo horizonte.

Y conociendo su gente para disfrutar el lugar como también, saber sus necesidades.

En familia.

Siendo yo, un simple pescador.

Y mi mariposa una devota de la fotografía, que con su cámara en mano siempre y nuestro pequeño Cabul en brazos.

Hacemos de cada viaje, una postal de recuerdos y una gran aventura...


FIN.


"2.600.989 en el 2018 entre mujeres y niños, desaparecieron.

Los cuales, solo casi 2000 en total sumando los cinco continentes con sus respectivas denuncias y búsquedas, fueron encontradas y rescatadas.

Aproximadamente se trafica con 900.000 personas solo y a través del cruce de las fronteras internacionales cada año.

Después de las armas y las drogas, el negocio más rentable, es el tráfico humano."

"- No des datos personales a desconocidos en red sociales, por más que aparenten amistad de años por tal.

- No aceptes encuentros, invitaciones o subir a coches de personas que recién conoces o te presentan.

- Pide que te acompañen, ante la entrevista de un empleo de trabajo.

- Y si algo llama tu atención de dudas, denuncia.

Porque el no, ya lo tenemos.

Siempre.

Pero, si es un sí.

Podes estar salvando a alguien o a ti."


ESTE VÍDEO ES DE UNA VÍCTIMA QUE RESCATARON.

https://youtu.be/GuoJi_e5Bsg

Muchísimas gracias gente, por seguir leyendo mis novelas.

Un abrazo desde Argentina!!

CRISTO.
























Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top