CAPITULO 15
Un gran final con sorpresas se acerca.
Mucha info.
Muchos detalles.
Y muchas escenas por describir.
Sin olvidar el epílogo como el extra que va a tener el capi final, que es el que viene y no quiero detallar su por qué.
Y pedir como lo dije anteriormente, que lean en detalle y dejándose llevar por la imaginación y los hechos relatados.
Que imaginen estar ahí, viviendo cada momento, sea con los protagonistas como personajes secundarios.
A echar a volar la imaginación gente, que es un don hermoso y mágico de usar.
Y por último y disculpen mi insistencia.
A cuidarse por favor.
Protejan lo que la vida les dio.
Su templo.
Y no hablo del cuerpo.
Si no, de su persona y el mayor tesoro de todos.
La libertad.
Siempre alertas, ok?
Cada año y aunque les cueste creer. En el mundo, alrededor de dos millones de adolescentes como niñas, son traficadas con el objeto de ser forzadas a la prostitución.
Exponiéndolas a condiciones peligrosas llenas de perversión y tratarlas como esclavas.
Un gran número de esa cifra, son llevadas a ciudades por más que te raptaron, indujeron o engañaron, bajo promesas rosas viviendo en la otra punta del mundo a ciudades como Bangkok, Bombay, Nueva Delhi entre otros.
Dichos lugares, donde jamás podrían encontrarte y su manipulación se basa en las drogas, violencia o amenazas a tus seres queridos.
América Latina y México hasta la fecha con otras regiones Asiáticas encabezan la zona roja.
Lo que sería los países con más alto índice de tráfico de mujeres y niñas, seguido por Honduras, Colombia, Perú y Guatemala en América.
CRISTO.
AMELY
Una puerta nos recibe al final de las escaleras de servicio, una vez que terminamos de bajar cada jodido piso.
'Ami con una seña me hace que guarde silencio bajo mi respiración acelerada y entrecortada propia de la carrera y escalones abajo, mientras con suavidad y parte de su rostro como ambas manos sobre esta apoyadas, intenta escuchar del otro lado antes de abrirla con cuidado.
El exterior da a un extremo de la parte trasera del gran hotel.
Donde, nos recibe la oscuridad total de la noche y la parcialidad del lugar iluminada tenuemente por farolas, mientras nos escondemos detrás de unos cimientos para no ser vistas y bajo movimientos como pasos ligeros, de dichos hombres de momentos antes entre las penumbras.
Dejando ver, que es la zona es de carga y descarga, como la de residuos del parador.
Grandes contenedores de desperdicios junto a una pared dan, sobre la única calle con salida a la ciudad para comodidad del camión recolector estacionado a la par de estas, con un Jeep negro pasos más adelante y encabezando esta pronta caravana.
Un camión que, pese a llevar impresas el logo de la empresa recolectora de residuos, de la localidad, cual con órdenes y bajo juramentos imperiosos en ruso y desde nuestro escondite, observamos como escuchamos.
En realidad.
Solo cargan a esas muchachas por atrás, abriendo sus compuertas traseras.
Y mi corazón se oprime.
Porque, puedo sentirlas.
No solamente desde mi lugar, por la corta distancia sus sollozos y miedos.
Pánico y lleno de tristeza.
Sino.
Por ser, también yo.
Como cada una de ellas.
Una mujer.
- Yo voy... - Mi mano detiene a Lála tomando su brazo, al ver que ya con su sable en mano se dispone con un ademán a enfrentarlos sola. - ...no me dejarás acá, no? - Señalo el escondite.
Me mira profundo y deliberando.
Para luego, acomodar mejor mi máscara para tapar mi identidad y puedo notar, que se sonríe bajo la suya.
- Tadhhab alffttayaat walrrijal...(Tú, ve por las muchachas y yo, por los hombres). - Me susurra al fin, mientras asiento conforme y agradecida.
Se desliza por el lado opuesto al mío mientras yo inclinada, me encamino despacio por el otro, agazapada y contra el primer contenedor de desechos apoyada de espalda.
Y observo mientras espero que uno de los hombres junto a la puerta del acompañante del camión cierra esta y lo rodea, al terminar de hablar por el radio a quien sea mientras enciende un cigarrillo.
- Oni nakhodyatsya v doke...(Están en el viejo muelle). - Ordena a los otros. - ...tam lazutchikov ...potoropis' tovar! (hay infiltrados, apuren la mercancía!). - Grita en ruso y con su mirada, sobre los techos del hotel.
No entendí ni mierda, lo que dijo.
Pero su voz como timbre, me dice que nada bueno.
Y lo imito con mis ojos recorriendo la gran altura del edificio.
Dios.
Constantine...
Y gimo para mis adentros por él y rogando, que nada le suceda como a Caldeo.
Aprovecho como él y los demás concentrados y en su apuro por salir del lugar, jalan y suben a las muchachas a la parte trasera del camión, para hacer lo primero que se me ocurre.
Con la daga que 'ami me dio y con todas mis fuerzas, apuñalo el primer neumático en la cual flexionada estoy y acurrucada para no ser vista, mientras me arrastro a la siguiente.
El aire saliendo de ellos flota sobre mí y la fría noche que amenaza con nubarrones refucilando y acercándose, por una tormenta en curso sobre el cielo y que nos rodea, ante los gritos de alarma de los hombres al notar la presencia de golpe de 'ami, bajo las exclamaciones de horror de las mujeres ya dentro del camión.
- Carajo... - Sale de mí, bajito y limpio el sudor de mi frente con mi mano, mientras me deslizo contra el lado opuesto y largo del camión al notar.
Que metros frente a mí.
Re mierda.
Un acantilado con su extensión como altura, es el límite entre la edificación de este majestuoso hotel y un río, con sus profundidades oscuras.
Uno tras otro cuerpo, veo como caen contra la espada de mi amiga por abajo del camión, por sus cuerpos derrumbándose contra el piso arenoso, mientras me acerco al compartimento trasero en busca de las chicas y liberarlas.
Pero un grito sale de mi interior, al sentir desde mi escondite la fuerte presión de una áspera como dura mano, tomándome por el hombro y con un golpe de sorpresa, desarmándome de la daga para patearla, por abajo de este.
- My imeyem zdes'...(Qué, tenemos aquí). - Exclama reteniéndome y obligando a que me levante, haciendo puños mis manos sobre el piso de tierra mientras me niego, pero me obliga a ello bajo la primeras gotas cayendo por la anunciada lluvia.
Su arma presionando mi espalda y con su otra mano, envolviendo mi cuello con fuerza, me obliga a que camine sobre su pasos empujándome.
- ¡Kto ty yest'! (¡Quién eres!). - Gruñe bajo ya, el inminente aguacero que se desata por la tormenta.
Y no doy tiempo a nada, ni pensarlo mucho tampoco.
Sobre mi esfuerzo de respirar por asfixiarme, presionando sin piedad mi garganta, al girarme como empujarme contra el camión y su cuerpo, con su arma ahora en mi frente apuntando.
Lanzo contra su cara la tierra que retuve y pude tomar del piso.
Mientras sobre sus gritos, blasfemias en su idioma e intentando limpiar sus ojos, huyo como puedo mientras eludo sus disparos al aire.
Corriendo y trastabillando sobre el lodo, formándose por la tormenta y en dirección a la oscuridad y las rocas del acantilado por reparo.
Limpio mi rostro de restos de agua por la copiosa lluvia detrás de una gran roca, intentando controlar mi respiración como las palpitaciones de mi pecho del miedo, en toda esta oscuridad y sobre el único sonido que se siente y me envuelve del temporal que se desató.
Sus fuertes pisadas sobre los charcos por la acumulación de agua me hacen permanecer en mi lugar esperando el momento, mientras tanteando tomo con mi mano y en la negrura de la noche, una fuerte rama entre los escombros de las piedras, que abrazo contra mi expectante y tragando mis jadeos, como el agua helada de la lluvia que me empapa y recorre mi rostro.
Y la oportunidad se presenta, al sentirlo detrás de la roca que me encuentro cubierta y con fuerza con el palo sosteniendo mis manos, lo golpeo por abajo de sus piernas.
Para luego a su rostro, causando que su arma sea lanzada a distancia de él y hunda sobre el fango, huyendo mientras se recompone de los golpes, pero es más rápido que yo y pese a la herida de su rostro y parte de un ojo, se me abalanza y causando, que ambos rodemos sobre una pequeña pendiente rocosa bajo la lluvia y cayendo en dirección al acantilado ambos, mientras luchamos en nuestro forcejeo.
Él, intentando ahorcarme.
Y yo, liberarme de él con todas mis fuerzas.
Las mismas piedras nos frenan abruptamente sobre y casi el borde de este y puedo sentir sobre mi espalda, los guijarros filosos cortando e hiriendo mi piel bajo mi traje y profundizando más, ante el peso de mi agresor sobre mí.
Intento respirar como empujar su enorme cuerpo mientras entredientes, sin piedad y a horcajadas mío, me sofoca con ambas manos rodeando mi cuello escupiendo saliva y blasfemias de la ira.
El centenar de gotas cayendo copiosamente, golpean mis ojos nublándolos, porque empañan y ahogan mi vista, bajo mis resoplidos por intentar tragar cada bocanada de aire que puedo, mientras busco tanteando y por sobre el piso fangoso con que defenderme.
Y bajo mi último respiro con una piedra del tamaño de mi mano que encuentro, golpeo su herida abierta provocando que afloje algo su forcejeo como agarre en mi cuello, siendo suficiente ese pequeño espacio bajo su presión, para que mi pierna lo empuje y ambos tambaleemos sobre el filo del acantilado, intentando mantenernos en pie a medias y no caer sobre él, mientras luchamos y con otra patada, intentando recuperar mi respiración, me suelta de sus brazos.
Pero su mano retiene mi pie, cuando procuro otra huida a rastras haciendo que caiga contra lodo y bruces, bajo el saliente de un árbol entre la piedras, arañando algo mi rostro sus finas ramas.
Y con las últimas de mi fuerzas, aprovechando este, giro sobre mí y utilizando el árbol como base de apoyo me cuelgo de una pronunciada rama, para empujar con ambos pies sobre el pecho del tipo y lograr, que se tambalee sobre sus pasos.
Pasos.
Que sobre la oscuridad y la copiosa lluvia.
Y este relieve uniforme entre las rocas.
Pierda el equilibrio y caiga sobre el profundo y oscuro acantilado, bajo su grito de horror.
Mis rodillas se derrumban al igual que mis manos como mirada, contra el piso fangoso, pretendiendo recuperar todo el oxígeno para calmar mi pulmones y mi palpitante corazón del pánico.
Mi garganta arde y duele bajo mi traje, al pasar mi mano sobre ella, pero con una última bocanada de aire, me pongo de pie con algo de dificultad en busca de Lála.
Cual corre hacia mí, al verme costándome caminar y algo maltrecha desde los acantilados.
- ¿Hadhih jayidat al'amirat? (¿Estás bien, princesa?). - Murmura acunando mi rostro preocupada, mientras puedo observar con mi sonrisa para calmarla mientras asiento, que hombres con trajes como los que llevamos, ayudan a descender a cada muchacha del camión.
- ¿Ellas están bien, 'ami? - Solo pregunto, procurando no llorar dentro de toda esta tristeza de felicidad, al notar que abrazadas entre ellas se refugian entre sí y pese a su miedo por todo lo que vivieron, bajo un alero del hotel por protección de la lluvia mientras son custodiadas como habladas para darles tranquilidad, por los hombres de Lála sonriendo entre lágrimas.
Mis ojos se estrechan por la lluvia que no deja de caer al elevar mi vista a la azotea, recordando lo que nunca entendí, pero dijo uno de los hombres a sus camaradas observándolo también.
- Hay que subir 'ami... - Murmuro al escuchar desde la lejanía sirenas, tanto de la policía musulmana como de ambulancias.
Y bajo su afirmación y de que todo está controlado, como las muchachas a salvo, corremos en dirección nuevamente a la puerta de servicio y retomando las jodidas como condenadas escaleras.
Piso tras piso.
Escalón sobre escalón.
Mientras y pese a la tormenta desatada sin compasión, se puede sentir sobre ella y desde el interior, frenadas de coches desde las afueras del hotel como calles que lo rodea y el aumento de movimiento, voces y ajetreo copando el edificio.
El frío y la humedad de mi traje por estar toda empapada por la lluvia, me cala hasta los huesos y puedo sentirlo al golpear la sudestada contra mí, al llegar al último piso y abrir la puerta de la azotea de golpe.
La intermitencia del temporal y la plena oscuridad, nos recibe sobre esta.
Y con un brazo sobre mi frente como reparo contra el agua y desde mi lugar manteniéndome con dificultad por el viento, empiezo a notar no solamente más presencia de guerreros Qurash al mando de Cabul junto a otros, sosteniendo a una mujer bajo el diluvio como Pablo desde los techos.
Sino, también.
Y lo que hace que mis piernas empiecen a temblar más, aparte de la helada noche.
Ante el sonido y choque de dos armas blancas sin tregua, colisionando una y otra vez por una dura pelea.
Provocando que eleve mi vista.
Y ahogo mi grito con mis manos al notar, mi mayor temor.
Ver a Constantine y Caldeo enfrentados, sin saber del otro su identidad.
Y mi grito se hace eco sobre la noche tempestuosa para detener a ambos, cuando Constantine logra reducir a Caldeo, dejando inmóviles a todos al ser escuchada mis palabras.
Inclusive, a los hermanos Kosamé.
Que uno encima del otro y con sus manos empuñando una daga, queda en suspenso sobre el pecho del otro al escucharme.
Por un Constantine, jadeante por la lucha e intentando retener mis palabras, bajo sus hombros bajando y subiendo bruscamente, propia de su acelerada respiración bajo la lluvia, para luego girar su rostro en mi dirección procurando procesar todo.
Y un Caldeo bajo él.
Preguntando con miedo, pero cierta ilusión quebrada su voz por ello.
Por ese hermano que amó por sobre todas las cosas y que creyó, muerto estos años.
Y mis lágrimas por tanta emoción, empiezan a nublar mi vista al notar el desconcierto de ellos.
El desconcierto más lindo del mundo, al ver como un hermano con el otro.
Se abrazan.
Se sonríen entre lágrimas, descubriendo sus rostro al otro y con ese amor como lazo de hermanos.
Y se miran sin poder creer del otro tenerlo al lado.
Pero...
Todo, sucede rápido después.
Confusión.
Más lluvia.
Desorden.
Movimientos extraños.
Y el sonido de algo.
Que se eleva y aumenta cada vez más y nos hace subir la mirada de todos, sobre la altura en que estamos, por la aparición repentina de un enorme helicóptero negro sobrevolando sobre ellos.
De Constantine y Caldeo.
Para luego, sin entender nada y como si fuera cámara lenta, ver bajo mi desconcierto y turbación del momento.
A Cabul correr contra esa descarga de proyectiles mientras Lála, me empuja por reparo y protección.
Personas intangibles a mi vista por la lluvia que no deja de caer, abriendo la puerta de la azotea y respondiendo a esos disparos por llevar armas, también aparecen.
Para luego flechas desde los altos por Pablo, lanzadas hacia el helicóptero.
Y a Caldeo abrazando contra sí, a Constantine gritando y con un Cabul sobre los dos.
Y este, recibiendo toda esa docena de balas por ellos...
Y me quiebro, empezando a entender todo y desmoronándome contra el suelo mojado, con un Constantine y Caldeo llorando como abrazando al herido de gravedad, al hombre que los amó y cuidó como hijos propios y con un amor incondicional.
Seguido luego.
De escuchar bajo la copiosa lluvia sobre todos nosotros, la dulce voz cantando una suave canción árabe a 'ami tomando a su hijo amorosamente y entre sus brazos.
Mis manos van a mi labios reprimiendo mi grito como llanto, intentando ponerme de pie para ir a ellos, pero algo me lo obstruye y no me deja ver bajo este temporal.
He intento pestañear por una mejor visión, cuando noto lo que bloquea.
Una sombra, viniendo hacia mí...
CONSTANTINE
Sobre la canción de despedid de 'ami a mi amigo.
Un grito nos alarma.
Me alarma.
Para ver.
A mi mariposa tomada por rehén, por la mujer del antifaz.
La propia reina madre.
Que al verse liberada sobre mi par de guerreros yaciendo muertos, producto del enfrentamiento de balas.
Y que bajo la lluvia mermando y tomándola contra ella con un puñal robado de mis hombres, la lleva y arrastra sobre sus mismos pasos retrocediendo y en dirección al helicóptero que desde el sobretecho más adelante y contra el viento, intenta con balanceos mantenerse a una altura como paralelo en el doble piso azotea.
- ¡La! (¡No!). - Ordeno a todos los uniformados de la policía musulmana como a Pablo apuntando contra ellas como al helicóptero. - ¡Van a herirla! - Grito, poniéndome como Caldeo de pie e intentando acercarnos.
Pero el movimiento brusco de la cuchilla más contra la garganta de Amely, siendo arrastrada por la mujer y obligada a subir unos peldaños para luego, montada al helicóptero por el ruso y su hombre, seguido de la reina madre nos obliga a detenernos.
Y un gemido de dolor.
De mucho más dolor.
Punzando mi pecho, sale de mí y con mi grito al cielo.
Mi enorme grito de impotencia y por más lágrimas.
Al ver a mi mariposa.
Mi pequeña mujer.
Siendo llevada desde el helicóptero, para perderse entre la oscuridad y la noche con su vuelo.
Con el ruso sonriendo ante ello y pese a aún, llevar oculto su rostro, la reina madre por la máscara, pero con su mirada profunda y silenciosa.
Muy silenciosa.
Ante todo.
Y sobre mí...
AMELY
Grito.
Forcejeo.
Y lucho sobre la mujer que noté sobre la azotea viniendo hacía mi, bajo la lluvia torrencial para tomarme como rehén con un puñal en mano.
Para luego escuchar como me susurra al oído, mientras me obliga a caminar delante de ella.
- Si te niegas... - La hoja de la cuchilla apoyada contra mi mejilla, me obliga a girar hacia donde está Constantine. - ...una señal mía bastará para que desde el helicóptero, lo acribillen... - Amenaza empujándome y obligando a que suba sobre la cúspide más alta de la azotea, donde a la espera está el helicóptero sobrevolando el lugar, por nosotras.
- No, por favor... - Gimo suplicante obedeciendo y notando como Constantine grita algo a todos y con Caldeo se detienen en su carrera, ante un movimiento brusco de la mujer amenazando más sobre mi cuello, cuando me empuja a subir a este y mi cara se refleja de horror al ayudarme a hacerlo un hombre, para luego lanzarme con rudeza contra el piso.
Al ver no solo la venda que cubre la totalidad de un lado de su mejilla algo desfigurada, como mano con la que me atrapó.
Sino.
Darme cuenta que es el ruso y que yo, provoqué esa lesión la noche en el parque.
CONSTANTINE
La puerta al ser abierta por mí, es azotada con fuerza para luego ser abierta por seguir detrás mío mi hermano, mientras aflojo el nudo de mi corbata negra como el traje que llevo, mientras hago a un lado mi gabardina oscura que me saqué de un movimiento y lanzo contra el primer sillón que se interpone en mi camino.
Dos días.
Solo eso, repite mi cerebro.
Dos jodidos días.
Que pasó, de la noche del hotel y donde el ruso como la reina madre huyeron en el helicóptero, llevándose a Amely con ellos.
Un bufido ahogado sale de mí, causando que se empañe el gran ventanal del hospedaje de Lála, donde me apoyé sobre mi manos como puños sobre sus lados y dejándome caer cansado mi cuerpo contra él.
Agotado por no dormir estas poco más de 36h.
Defraudado.
Y embargado de tristeza, tras el funeral de mi amigo querido, hace horas llevado a cabo.
Mi maestro.
Y el padre que fue para mí, como Caldeo en este tiempo, donde sin jamás separarse de mi lado desde nuestro encuentro, permanece como ahora y a la espera de que la Hermandad Escarlata, de señales de vida.
Porque, siguen en Erbil como nosotros, ya que por órdenes expresas del mismo rey.
Él.
Mi hermano.
Bajo su mandato extranjero con ayuda de la Interpol, la embajada de americana y la de nuestro país en conjunto, como de la mano de la Colisión Multinacional ocupando Iraq desde su guerra del 2003 tomaron la situación, nuestro reclamo y pedido ayudados por EEUU como Gran Bretaña.
Y bajo el movimiento de toda la policía como gendarmería musulmana, copando cualquier acceso de salida tanto portuaria, aérea y como terrestre, para que no tengan salida de escape.
Elevo mi vista a el exterior que me ofrece la ventana, dejándome llevar por el movimiento diurno del tránsito con su congestionamiento en las calles como de cada transeúnte caminando sobre ella y sus sonidos típicos, llegan hasta el piso en que nos encontramos.
Sé, que no se irán y aguardo ante eso.
Un llamado.
Una señal.
Porque van a negociar ante su escape y me lo confirmó, la postura como silencio y la profundidad de su mirada.
De esa mujer desde el helicóptero, mientras se alejaban.
Sobre mí...
Volteo de la ventana y por sobre Caldeo apoyado contra una pared sobre un hombro silencioso, con sus manos en los bolsillos delanteros de sus jeans y jugando con su lengua, ese aro de toda la vida y que aún, mantiene en su labio inferior.
Con su pelo negro como el mío, llevándolo ahora más corto por estar más adulto y bajo el mandato de nuestro pueblo sobre él, como su rey.
Y donde a través de estos casi cuatro años, su fisonomía aumentó ganando musculatura casi como la mía, por el arduo entrenamiento diario para convertirse en un guerrero de su gente.
Un sangre Qurash.
Pero sin embargo y pese a eso, su expresión como mirada sigue siendo él, manteniendo sus viejos hábitos de hermano mayor rebelde de años pasados.
Que sin decir nada mientras me encamino a un mueble y hurgo abriendo unas de sus puertas para sacar una botella de Bourbon, solo se limita a elevar una ceja sobre su mirada color hielo como la mía, mientras me ve como vierto un par de dedos de su contenido ámbar en un vaso que también saco de su interior y dejo caer un par de cubos de hielo en él.
- Shaqiq, yjb tahdia...(Hermano, debes calmarte). - Me murmura, al ver que bajo el contenido de un trago y me sirvo otra medida.
- La 'astatie...(No puedo). - Suelto y apretando el vaso con mi mano, ya vacío otra vez.
Los pasos de mi hermano caminando a donde estoy, se sienten en toda la habitación.
Para luego, su mano tatuada descansar con cariño en mi hombro.
- Toda la tranquilidad y esa siempre serenidad que te registe, desde que te conozco... - Me dice apoyando sus dedos sobre los bordes de mi vaso de whisky, que aún conservo. - ...debes utilizarla...por Amm... - Finaliza, quitándolo de mi mano para ponerlo en un estante y guardando la botella.
Caldeo nunca bebió alcohol.
Pese a su apariencia renegada con piercing y llevar sus tintas en toda su piel, como ser el líder y cantante en su adolescencia de una banda rock, donde cantaba en el bar WaySky.
Jamás lo hizo.
Y está en contra de que se haga sin prudencia.
La puerta siendo abierta nos hace girar a ambos, para ver a 'ami sosteniendo esta para dar paso al jefe de la policía musulmana y otro hombre.
Al agente a cargo en nombre de la Organización Internacional de Policía Criminal.
La Interpol.
Nos acercamos a ellos, mientras despliegan sobre la mesa que hay en el centro de la habitación, las carpetas que llevan en sus manos con informes.
Hojas.
Muchas.
Una a lado de otras y acomodadas por ellos, donde fotos como escritos documentan datas infiltradas de esta logia de red de tráfico de pétalos rosas.
Con sus supuestos miembros Escarlatas.
Y levanto esa para leer donde una prolongada como extensa lista, con nombres muy importantes de magnates y acaudalados mercaderes del mundo de los negocios, lo componen de los cinco continentes.
- Aunque no conocemos la cabeza de esta cofradía de tráfico... - Habla el capitán de la policía musulmana seleccionando una foto, en la cual su mano las separa del resto y gira sobre la mesa para que la veamos.
La del ruso sacada desde la distancia, descendiendo de un avión particular en alguna pista de aterrizaje.
- ...el mano derecha de esa persona, es Mihail Varcovich... - Murmura. - ...conocido como el ruso, acompañado de la telaraña que teje y atrapa con ella con su imagen y sensualidad, en toda esta mierda por... - Prosigue volteando una segunda foto, para ponerla a la par del ruso. - ...por su famoso apodo por ello, de la reina madre... - Finaliza, mostrando una imagen borrosa y donde se aprecia a la lejanía la foto robada, subiendo una mujer a un coche de alta gama y en color negro en plena avenida comercial de compras y llevando una pañoleta a tono rodeando su cabeza, pero con elegancia bajo unos lentes oscuros y solo dejando ver su pelo de un lacio dorado, sobre un lado y cayendo de su hombro.
Resguardando con recelo su identidad, bajo su ajuar de alta costura como belleza extranjera.
La americana.
- 'Asheur wa'ana 'aela...(Siento, que la conozco). - Caldeo interfiere, elevando la fotografía de ella dudoso.
- 'Aydaa...(También). - Le doy la razón tirando con ambas manos, mi pelo que cae sobre mí, hacia atrás. - ...alguna modelo, actriz...
- No sería extraño... - Me interrumpe el agente de la Interpol. - ...personas reconocidas en el ambiente artístico y moda como mercantil con un alto poder adquisitivo pueden componer esta red de comercio ilegal... - Acota.
- Hay que desbaratar esta mierda. - Suelto, mirando a ambos sobre la mesa. - con sus divisiones policiales y nuestra organización en conjunto. - Miro a mi hermano, para luego a ellos. - Permanecemos aquí, porque esta gente sigue en Erbil y por tal, estamos bajo la invitación del gobierno Iraquí en agrupación con la Sede Internacional de las Naciones Unidas al poder y porque, es algo que no se puede combatir solo... - Señalo todo el papelerío sobre la mesa. - ...y necesitamos, intercambio de información...
Camino sobre el lugar.
- El objetivo de nuestro gobierno, como pedido de su rey... - Señalo a Caldeo. - ...es cerrar cada burdel de nuestro país como el de otros, donde se explote a mujeres como niños... - Vuelvo a la mesa y mi puño con fuerza e ira, cae sobre ambas fotos. - ...he investigado reclamos y protestas...interferí sus prostíbulos de mala muerte, haciendo justicia a sus actividades... - Exclamo, con la fotografía del ruso en una mano. - ...de éste proxeneta... - Voy a la siguiente.
La de la mujer rubia.
- ...y su participe o socia en todo esto, aunque sin poder llegar a la mente maestra o líder que encabeza en el anonimato de esta logia y que solo se lo conoce, como "Él"... - Exhalo aire frustrado - ...pero en estos tres años no he conseguido evidencias sólidas o tan eficientes como lo sucedido en el hotel noches atrás, con la venta directa que se frustró de los pétalos rosas...
Estrecho mis ojos con mi mirada fija en ellos, apoyado totalmente con mis manos sobre la mesa.
- ...pero ahora sí, caballeros... - Gruño. - ...donde aparte, tienen secuestrada a mi mujer y amiga de los reyes de mi país. - Murmuro. - Solo necesito saber si van a estar conmigo agrade o no, mis métodos de equidad ante esto, cuando sentencie bajo mis manos y sables a cada integrante de esta cofradía llegado el momento?
Ambos hombres intercambian mirada en silencio, ante mi sinceridad por sed de sangre justiciera y que la aprensión de ellos, va a ser a mi modo.
Y a mi manera...
- Ellos... - Interrumpe Caldeo, rodeando la mesa. - ...como cada miembro de esta Hermandad son calañas...abusadores de la perversión sobre la trata de blancas, como pedófilos reconocidos en su ambiente... - Se detiene, sobre el agente. - ...pasamos toda la información, con datos preciso a la Interpol... - Murmura, sobre la afirmación de este. - ...nuestra finalidad es desbaratarla para que la ecuación de temor y pánico para todas estas mujeres como niñas atrapadas por esta red, cambien su ciclo en que se encuentran siendo robadas o engañadas, para luego prostituidas y abusadas o ser vendidas al mejor postor y que no tengan que seguir viviendo este miedo. - Les explica. - Para que los proxenetas que la corrompen en cuerpo y alma sean, los que en realidad tengan que temer ante la noticia recorriendo en el ambiente de esta desvaratación de tráfico como logia, porque no lo vamos a permitir...ya que, queremos dilapidar contra la oferta-demanda... - Promulga mi hermano y arrugo mi ceño, por lo último que dice pluralizando.
Ante el silencio de ambas autoridades y el mío, pese a no estar conforme, prosigue.
- ...al no haber oferta contra la red de tráfico humano regida por los cabecillas de esta masonería atrapada por nosotros, no habrá demanda... - Exclama. - ...siendo enjuiciados de la mano de ustedes los demandantes, como miembros de la Hermandad anónimos. Figurando su nombres en las listas, una vez que salga a la luz dando fin de todo esto y donde sus nombres... - Los señala. - ...aparecerán y quedarán en la historia, conllevándolos a futuros beneficios por tal... - Se sonríe leve, jugando con el aro de su labio. - ...la gran pregunta entonces señores, es... - Se inclina contra la mesa. - ...tenemos el apoyo en sus respectivas áreas? - Finaliza.
Y la respuesta, no se hace esperar.
Y por ello.
Con mi hermano sonreímos.
Satisfechos...
AMELY
Perdí la noción del tiempo.
Y de la hora.
Porque me dormí.
Me indujeron a ello, cuando noté un fuerte escozor en mi brazo por el pinchazo de una jeringa con cierto contenido líquido de golpe, mientras descendíamos del helicóptero y me ataban de manos tras mi espalda y me obligaban a subir a la parte trasera de un coche que aguardaba por nosotros, luego de poco más de una hora de vuelo esa noche.
No sé, cuánto tiempo transcurrió de la noche de la azotea y ese vuelo.
Ni donde estuve en las horas restante, por los fuertes efectos de la droga que me suministraban y me dejaban inconsciente.
Solo sé, que desperté por el movimiento ahora, por su camino sinuoso y en el compartimiento trasero de una camioneta cerrada.
Y que al incorporarme y gemir, porque cada jodido hueso que compone mi cuerpo y que me duele por estar aún, bajo los efectos de los sedantes, notando que no soy la única sobre el piso de esta.
Sino.
Algo más aparte de mí, de media docena de mujeres y un par de niñitas.
- ¿Saben...dónde...vamos? - Logro balbucear, por tener mi boca reseca y darme cuenta que ya no llevo mi máscara como capucha cubriendo mi rostro.
Pero solo la mitad contesta mi duda negando con su barbilla, mientras las otras se limitan tal vez por estar más expuestas a los efectos de los fármacos, a solo seguir mirando taciturnas sobre un punto fijo del compartimiento de la camioneta y bajo el ajetreo de la misma.
Intento arrimarme a ellas, arrastrándome como puedo al verlas así.
- No sé, cómo... - Les susurro bajito, procurando humedecer mis labios sedientos y secos. - ...pero les...prometo, que voy a sacarlas de acá... - Miro a cada una. - ...si?
Y bajo sus miradas de asombro, mezclado con sus perpetuos silencios sumisos lleno de terror, logro captar la atención de todas.
Y darme cuenta al verlas mejor, que todas en realidad.
Son niñas.
Todas en comienzo a la adolescencia y donde sus rasgos, denotan que algunas son latinas.
Otras, de procedencia Húngara.
Y las pequeñitas de no más de 7 años y mi pecho, se oprime por ello.
De alguna parte Sud Oeste Asiático.
Tal vez viednamitas o de la zona de Camboya.
Y quiero decirles algo más.
Calmarlas.
Contenerlas.
Pero la frenada brusca de la camioneta, seguido del compartimiento trasero siendo abierto por hombres, me calla.
Nos obligan a todas a que bajemos con sus gritos en ruso a que nos apuremos, pese a la pesadez de nuestros cuerpos adoloridos y el mío, tiritando por frío por llevar todavía el traje guerrero, cual en zonas, aún puedo sentir la humedad por la lluvia pasada como parte de fango sobre él y gran parte de mi rostro.
La claridad despejada del día golpea mi vista y puedo notar al elevar mis ojos al cielo, que por la posición del sol no llega a ser mediodía y el lugar donde nos encontramos, es una zona alejada del centro capitalino de Erbil.
Creo.
Una región de lo que parece en antaño, haber sido comercial en la pesca por los grandes edificios raídos en su construcción como galpones en los lares, con viejas barcazas acumuladas por el tiempo sobre sus lados y el levantamientos de maquinarias tipo grúas para el traslado de estas, ya oxidadas como avejentadas por los años, sobre su lugar y a un lado de un río.
Un gran y extenso pasillo nos obligan a circular una vez dentro de la edificación, los cuales puertas a ambos lados de las paredes que componen esas habitaciones pero sin estas, solo remarcan su privacidad con pedazos de telas ajadas y desteñidas, cumpliendo la función de cortinas.
Y dónde, puedo ver bajo el constante golpe a mi espalda por uno a que apure mis pasos, que en cada interior de estas nefastas habitaciones, distinguir más niñas que no alcanzan su mayoría de edad dentro.
Y náuseas amenazan mi estómago, impidiendo que siga caminando y apoyo por eso una mano, en la vieja pared al notar.
Que algunas están solas, contra un rincón de sus camas con su soledad y miedo a medio vestir y sin llevar ropa interior.
Y otras.
Mi Dios querido...
Iguales,pero acompañadas de clientes, usándolas sexualmente.
- Progulka! Ili ya ne zabudu, chto ya prosil vas mnogo...(Camina o olvidaremos que pidieron buen trato por ti). - Me gruñe en su idioma y empuja con fuerza, el bastardo tras mío.
Respiro lo más profundo que puedo para ahogar mis ganas de vomitar, manteniendo mi calma y aunque, no entendí sus gritos, sigo camino por el estrecho pasillo hasta sabe Dios, dónde nos llevan.
CONSTANTINE
- ¡Logramos contacto! - La voz de Pablo con su sotana de párroco se siente y aparece en la habitación, mientras miramos el mapa de la ciudad ahora extendido sobre la mesa, con Caldeo ya solos.
Levantamos la mirada de él, para mirarlo junto a 'ami aparecer por la puerta y acompañados de un niño musulmán de no más de diez años.
Me acerco a ellos pero en especial al muchachito, que pese a estar rodeado de todos nosotros, no se siente intimidado.
Pablo detrás de él y con ambas manos sobre sus pequeños hombros, le habla.
- Diyya es parte de mi congregación. Hijo de padres pesqueros humildes... - Me mira. - ...jugando con los demás niños frente al campanario, una mujer rubia, joven y bien vestida según su descripción, se acercó a ellos y a cambio de unos billetes, pidió a Diyya que entregara este papel a través de mi intervención...
Se inclina para nivelar su baja estatura y con una sonrisa calma, le susurra.
- Diyya, entrega la nota a la persona que te dio la mujer... - Lo alienta con cariño y sin hacerse esperar, el niño pronuncia mi nombre bajo el asombro nuestro, mientras me acerco tomando el pedazo de papel doblado y que me extiende.
Caldeo sobre mi hombro lee su escrito, pero niega.
- ¡No! - Me dice enérgico y ante mi asentimiento que sí, luego de leerlo.
Camina sobre su lugar intentando contener su furia, mientras hago seña a 'ami que se lleve al niño.
Pero la sacudida de mi hermano por su ira, tirando parte de lo que hay sobre la mesa de un manotazo por bronca, me hace voltear a él.
- ¿Constantine, no entiendes? - Me grita. - ¡Conocen tu identidad! - Nos señala. - ¡La de todos! - Continúa. - No lo harás. ¡Te lo prohíbo, hermano...es una orden de tu rey!
Aunque niego sobre mi lugar pensativo a su mandato.
Tiene razón.
La nota con escritura femenina y elegante, es corta.
Concisa.
Solo demandando mi única presencia en determinado lugar hoy y a una hora de la noche.
Y con mi nombre, encabezando este.
No tengo la más jodida idea, como pudieron averiguar mi identidad.
La de todos en realidad como ubicación.
Pero, ella pide por mí.
Ella me reclama a mí.
Porque, sabe que tiene algo mío.
Mi Argema Mittrei.
Mi mariposa.
Y obviamente quiere negociar por mí, a lo que sea que desea.
Me acerco a mi hermano.
Al que volvería a dar mi vida, otra vez por él.
- Yo debo hacerlo, Caldeo... - Le digo suave, pero decidido pese a su rostro negando.
Sonrío triste.
- Te debo una extensa conversación, todavía... - Lo abrazo. - ...pero debo terminar lo que comencé con nuestro Cabul, mi Sayyid... - Murmuro.
Puedo sentir sus lágrimas humedeciendo mi camiseta y contra mi hombro por su agarre más fuerte contra mí.
- Me prometí, no perderte de vuelta, Constantine... - Me dice sobre nuestro abrazo.
Y mi sonrisa triste, vuelve.
- Y yo le prometí a 'amirti, volver...(mi princesa). - Digo. - ...como jurarme, que nunca le pasaría nada y voy a ir por ella, Caldeo...
Retrocede unos pasos de nuestro abrazo, decidido.
- Entonces, iremos juntos. - Me dice rotundo.
Y se confirma mis sospechas, cuando hablábamos momentos antes con el agente y capitán hablando en plural.
Su inclusión, en lo que se viene.
Y es mi turno de negar imperioso.
- Mustahil, Caldeo. (De ninguna manera). - Soy determinante.
- ¡'Ana almaliki, 'ant madin li alttaea! (¡Soy tu rey y me debes obediencia!). - Me responde, sobre la mirada entre asombrada y divertida de Pablo, testigo de nuestra disputa.
Vuelvo a negar.
- Tienes familia esperando por ti, Caldeo. - Digo. - Es peligroso...
- Pero si no dejas, que te ayudemos Constantine... - Se acerca Pablo a nosotros dos. - ...jamás, tendrás la tuya propia... - Suelta sincero mi mejor amigo.
Ambos lo miramos silenciosos y yo pensativo, seguido a mirarnos con mi hermano profundamente.
Llevo mis manos a las caderas y con un resoplido, delibero bajando mi vista al piso.
Ambos somos jodidos.
Ambos somos impulsivos.
Y ambos, somos de mal genio imperioso.
Todo eso, corre por nuestras venas.
Por nuestra sangre.
Elevo apenas mis ojos, para mirarlos a través de mis pestañas a ambos.
Y mis labios se alzan.
- Entonces... - Sonrío más por sobre la de mi querido hermano, ampliando la suya al ver que acepto. - ...los tres contra la Hermandad? - Pregunto.
Pablo feliz, asiente extendiendo su brazo y con puño cerrado frente a nosotros.
- ¡Sí, maldita sea! - Blasfema mi párroco amigo. - ¡Vamos a patear traseros Escarlatas, guerreros y hermanos Qurash!
Caldeo ríe y lo imita, extendiendo el suyo todo tatuado.
Y yo, lo miro a ambos tan emocionados como ellos.
Y extendiendo el mío, también, formando la unión de los tres brazos unidos por nuestros puños.
Lo que parece.
Es y la misma palabra que mencioné momentos ante, lo dice.
Lo afirma.
Unión.
Garra.
Lozanía.
Y la fuerza de los tres, contra lo que se viene y vamos a enfrentar...
AMELY
Bajo mis gritos de negativa y forcejeos contra ello, me encierran sola en una habitación de unos pisos más arriba que pese a la dejadez del lugar.
Esta sí, está más aseada.
Como también tiene una puerta, lo cual se siente su cerradura al encerrarme bajo llave.
Y gruño sobre mi barrida en ella inspeccionando.
Una cama prolijamente tendida con sábanas que parecen desde donde estoy, limpias y un pequeño mueble en el extremo contrario como únicos mobiliario, ambientan estas cuatro paredes ajadas de su pintura blanca y desnudas de algún tipo de decoración.
Corro a la única ventana deslizando sus viejas cortinas y gimo de frustración, al notar el enrejado de acero reforzado del otro lado.
Me giro sobre esta mordiendo mi pulgar por otra ruta de escape, cuando el cerrojo por la llave vuelve a girar para ser abierta por el mismo hombre y dar paso a una jovencita.
Una niña que no supera sus 16 años.
Pero por su atuendos ajustados parece más mayor sin dejar de ser juveniles, remarcando su juventud, bajo todo el maquillaje que carga su rostro y que nunca eleva hacia mí, y solo extiende en mi dirección lo que lleva en sus brazos.
Una prenda de vestir en color rojo.
Zapatos de tacón finos.
Y lo que parece, en un neceser de limpieza con toallas.
Todo para un aseo de baño.
- Dúchate, cámbiate y ponte bonita, para ser vista por él. - Me ordena el hombre, mientras empuja a la muchacha a que ponga todo sobre la cama y que salga de la habitación con un gruñido.
Me mira.
- No es bueno que te niegues y no es bueno tampoco, que lo hagas esperar. - Dice. -Tienes 30 minutos para ello...si no estas lista, te llevo ante él... - Se sonríe malicioso. - ...desnuda o medio vestir... - Finaliza, cerrando la puerta tras sí y sin más.
Corro a la puerta lateral para notar que una ducha de mala muerte con un lavado e inodoro y sin una dichosa como puta ventana de salida.
Y solo eso, como todo lo que compone el baño mientras obedezco.
Pero, solo por el hecho que haya una oportunidad vigente de escape, cuando vengan por mí.
Al abrir el comando del agua de la ducha, esta sale caliente y reconfortante.
Lo que mi cuerpo maltrecho y sistema nervioso pide a gritos.
Me desnudo e introduzco bajo su lluvia, pidiendo bajo un ruego bajito que esta me purifique para una idea de para fugarme con todas las niñitas de este edificio.
Y lo que mi corazón como pensamiento, solo piensan luchando contra el sí y el no.
Que Constantine, venga a mi rescate.
Pero al mismo tiempo no, por miedo a que le suceda algo y que mi mayor temor se cumpla.
Me seco y visto con lo que pusieron para mí y frunzo mi ceño al notar que es un elegante como sexi vestido ceñido al cuerpo y largo hasta mis tobillos en rojo escarlata y con zapatos oscuros a juego.
No utilizo ningún maquillaje que hay dentro del estuche y solo me limito a acomodar mi pelo húmedo para llevarlo suelto, mientras lo seco un poco más con la toalla en el momento que la puerta es abierta otra vez, por el tipo y guardo algo en mi prenda.
No dice nada.
Y yo tampoco, mientras solo me limito a seguirlo pasos más atrás por el corredor y más escaleras, hasta un vestíbulo pisos más arriba.
Lugar, cual la limpieza como decoración.
Guau.
Cambia arbitrariamente a mejor, denotando mucho higiene y aseo, como buen gusto en decoración Victoriana en sus pulcras paredes blancas.
Al igual lo que lo rodea y decora con imponentes estatuas griegas en su blanco marfil en ambos extremos y a juego con la alfombra tapizada su piso.
Del mismo color que el vestido que llevo.
Rojo Escarlata.
Y a composé con todo esto, por una fina música clásica y majestuosa que sale de las doble puertas en madera con su barniz como tallado y con su labrado en elegancia, del interior de la habitación que ocultan tras ellas.
Que abre el hombre que me custodia, para luego cerrarla, cuando ingreso y dejarme en el interior de dicha habitación enorme.
También fina como distinguida en ornamento y decorado.
Haciendo imposible creer que semejante basurero de construcción y abandono, tenga este piso de glamour como elegancia.
Y lo que más me llena de odio.
Que, quién sea este "Él" goza de estos buenos atributos de comodidad con sus sofisticadas cualidades de comodidad y abundancia, al notar una hermosa mesa también de diseño Victoriana en un extremo con servicio de habitación en comida gourmet con champagne y frutas de estación cortadas magistralmente, cocinadas tal vez por algún chef.
Mientras pisos más abajo, niñas como criaturas.
Padeciendo, comiendo y durmiendo en la carencia como miseria total.
Y explotándolas salvajemente.
- Puedes servirte lo que quieras...
Una voz gruesa y masculina, invade la habitación por sobre la música clásica de Pachelbel.
Y quiero gritarle en su cara millones de improperios y que su comida elegante se la meta por donde no le da el sol, mientras lo siento venir hacia mí, y lo busco con la mirada por el enorme salón.
Pero mi boca cae a medida que se acerca con su elegante traje de vestir oscuro de tres piezas de corte europeo y en tono oscuro.
- ¿Tú? - Solo sale de mis labios confundida y al reconocerlo al tenerlo en frente.
Y su sonrisa, se amplía de satisfacción por eso...
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