O4.
Haerin (15) Danielle (16)
—¿Serías mi novia Haerin?—Estaban en el cuarto de la mayor esta vez, sentadas en el suelo frente a su espaciosa cama, tomadas de las manos.
—Deja que lo piense un poco..—Haerin puso su postura habitual para pensar, aunque Danielle sabía que la menor aceptaría su temor a ser rechazada estaba ahí—Si, si quiero.
La australiana se lanzó al regazo de su menor besando todo su rostro y posando sus brazos sobre los hombros de la misma.
—¿Puedo besarte?
—Ya lo estás haciendo unnie—Sus manos rodeando la cintura de Danielle atrayéndola más a si misma.
—Me refiero a un beso real, no en las mejillas Hae—Sus ojos brillando como nunca y una sonrisa gigante era lo que podía ver en con sus ojos la menor.
Asintió lentamente, sintiendo como Haerin se acercaba lentamente, sus respiraciones tan cercanas, la menor miro los labios de la más alta con un deseo en aumento, cuantas veces se imaginaba besando a la coreana y ahora estaban apunto de hacerlo.
Sus labios se encontraron, un suave roce, duro solo unos segundos, pero fueron los mejores, sus corazones brincaban de felicidad.
—Otro—Pidió la menor, y Haerin se lo dio—Otro—Otra vez—Uno más.
Y Danielle seguía besándola, todas las veces que se lo pedía, unos más largos que otros pero el último fue el que dejó une chispa encendida en Haerin.
Sus labios se encontraron y los movieron un poco, sus caras ladeándose un poco para más libertad y luego su lengua pasó por el labio de Kang.
Un jadeo hizo que Haerin detuviera todo, sentía sus pantalones apretados.
—Espera—Sus respiraciones un poco más agitadas de lo normal y sus labios húmedos.
—¿Que ocurre?
—Lo siento, enserio—Levantó a Danielle de su regazo y rápidamente ella se puso de pie—Perdón, no se controlarlo.
—Está bien, es normal ¿no?—la australiana aún estaba sentada así que detuvo a su menor antes de que huyera.
—Si, solo que, perdón estabas encima mío y no quería incomodarte.
—No está bien, no me incomodas, siéntate, podemos detenernos si así quieres.
—Sería lo mejor, aún puede bajar—Se sentó nuevamente mientras sus manos cubrían su semi erección.
—Veamos la tele ¿bien?—Recibió un asentimiento tímido, sonrió y luego beso suavemente la cabeza de la bajita.
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