Uso correcto de Diálogos

Sin duda, el diálogo es una magnífica herramienta que ayuda a narrar, a definir personajes, situar en contexto algunas situaciones o dramatizar. Pero te puede crear inconvenientes si lo utilizas a la ligera.

Hay que usarlo con prudencia y siempre que ayude al avance de la trama o ayude a describir personajes, relaciones y situaciones más allá de lo que en apariencia dicen las palabras.

Por eso recomendamos preguntarse siempre dos veces: ¿de verdad es necesario este diálogo?

Y si tienes dudas o decides que no, elimínalo sin contemplaciones.

Hoy, queremos mostrarte cómo usar diálogos en narrativa y hacerlo de la forma más inteligente posible pero, sobre todo, señalarte qué errores no cometer con los diálogos.

Veamos:

Beneficios de usar buenos diálogos.

En primer lugar, la buena utilización del diálogo otorga credibilidad. Ayuda a hacer más verosímil la historia, al ser los mismos personajes sin intermediarios, quienes informan de los hechos.

También permite que se avance en la acción porque lo que un personaje le dice a otro (y a veces cuándo y cómo se lo dice), determina el argumento y produce variaciones en los acontecimientos narrados.

Otro beneficio directo del diálogo es que muestra rasgos distintivos de cada personaje y facilita que los "veamos" a través de sus voces únicas

Es un método altamente  efectivo para que ellos mismos se den a conocer sin que el narrador deba dar más explicaciones.

Riesgos al usar los diálogos.

El uso del diálogo es un recurso narrativo difícil de dominar y que precisa de práctica. Puede ser en muchas ocasiones un arma de doble filo, porque todo lo que tienen de bueno lo tienen de tramposo.

Veras por qué lo decimos cuando te mostremos los problemas más habituales:

1) Diálogo demasiado literario: cuando un diálogo leído es gramaticalmente perfecto... pero suena extraño cuando lo dice una persona. Para ello, es bueno usar coloquialismos e incluso algún vulgarismo, sin caer en lo chabacano... a no ser que precisamente eso defina a un personaje.

Ejemplo:
—Cierto que hoy hace un día despejado, con abundantes claros que permiten gozar de este sol primaveral.

Pero más coloquial sería:

—Hoy hace un día estupendo... vamos a gozar del sol, que ya es primavera.

2) Diálogo ampuloso o también conocido como diálogo administrativo: cuando se habla de forma solemne y afectada.

Ejemplo:
—Disculpa, debido a las circunstancias me ha sido del todo imposible resolver ese asunto del que ayer hablamos, pero enseguida procederé a la investigación de los hechos.

Puede resultar útil para retratar a un personaje peculiar, cómico o irónico... también se puede utilizar en boca de un abogado en un juicio y ambientes parecidos. Pero por lo general, incluso en ciertos ámbitos, las personas hablan como personas.

3) Diálogo telegrama: es el diálogo construido con frases cortas que en realidad no expresan nada relevante. No es recomendable abusar del diálogo para pintar situaciones sin interés o demasiado cotidianas. Es preferible cargarse esas situaciones con un par de frases resumen y listo.

Ejemplo:
—Hola, qué tal...
—Pues aquí, esperando.
—¿Y hace mucho?
—No, qué va.
—Qué bien.
—Pues sí.

4) En el extremo contrario encontramos el diálogo demasiado extenso: cuando un personaje explica toda su vida en verso, absolutamente todos sus problemas, o bien ofrece un discurso que no termina nunca. El personaje actúa como alter ego del escritor, soltando un discurso que resume en un párrafo o dos la intención del libro, por si no ha quedado claro.

5) Diálogo reiterativo: consiste en decir en un diálogo algo que ya sabemos por el narrador o bien por otro personaje, pero dicho de otra manera. Sólo se debe reiterar la información si es estrictamente necesaria para destacar un dato valioso, por ejemplo cuando nos interesa que el lector se fije muy bien en el nombre de cierto personaje.

6) Diálogo indiferenciado: todos los personajes hablan igual, sin diferencias de personalidad y a veces ni siquiera de género o nivel cultural. Aprovecha los diálogos para que el lector "vea" a los personajes, hasta el punto incluso de poder distinguirlos por cómo se expresan.

Consejos para usar el diálogo de forma inteligente.

Un diálogo elocuente se consigue eligiendo palabras que expresan más de lo que en apariencia dicen. El lector puede hacer deducciones, más o menos obvias, según el diálogo mantenido.

Ejemplo:
—¿Dónde pusiste mi cuchillo?
—En la cómoda. ¿Vas a salir esta noche?

Aunque falta contexto, se adivina una relación de complicidad entre estos dos personajes... y se intuye una actividad nocturna algo escalofriante.

Un buen diálogo permite conocer o intuir otros factores: ambientales, de carácter, de relaciones, de actitudes... también permite en ocasiones anticipar acontecimientos, percibir una tensión latente o funcionar como un reproche velado.

Algunas veces la ausencia de diálogo es la mejor manera de utilizarlo.

Mal uso del diálogo.

Suele pasar cuando no se le permite al lector participar de las implicaciones contenidas dentro de una conversación bien construida.

Ejemplo:
—Cariño ¿dónde guardaste mi cuchillo, ese de carnicero, el de matar?
—Lo guardé en la cómoda junto a nuestra cama de matrimonio. Si sales a asesinar inocentes esta noche, ve con cuidado.

Podría valer como diálogo cómico, pero si alguien utiliza algo similar en una historia seria, se puede hacer un ridículo estrepitoso.

Un error muy común en escritores principiantes es utilizar el diálogo para dar información que no se ha sabido transmitir mediante el narrador.

Está bien que los personajes faciliten detalles, pero no cuando explican obviedades que deberían quedar claras por el mismo desarrollo lógico de los acontecimientos.

Por miedo a que algo no quede del todo bien explicado, el autor lo remarca por medio de un personaje para dotar a ese algo de verosimilitud, cuando en ocasiones lo que se hace es ser reiterativo.

Como lectores nos gusta que se valore y se tenga en consideración nuestra inteligencia, nuestra capacidad de deducción... pero a la hora de escribir se duda en demasiadas ocasiones de la inteligencia de los lectores.

Yendo al extremo opuesto, no hay que caer en la trampa del diálogo en apariencia inteligente pero que en realidad lo que hace es escatimar información.

Puntuación correcta en los diálogos

Aunque es un tema del que se puede encontrar mucha información en la red, te doy unas pautas sencillas para usar los signos de puntuación y las acotaciones de forma adecuada a la norma tipográfica.

La línea de diálogo va "entrada", es decir, con la sangría de la primera palabra del párrafo.

Para señalar los diálogos no se utiliza el guion (-) sino la raya (—)

Por defecto, la raya no aparece en el teclado, hay que introducirla como un carácter especial. En el menú de inserción puedes crear una combinación de teclas para introducirla de manera rápida.

Entre la primera raya y el inicio de la línea de diálogo no va espacio.

Ejemplo:

Pero si hay acotación del narrador en las líneas de diálogo...

Entre la última letra y la letra de apertura de la acotación sí va un espacio. La acotación va sin espacios entre la raya de apertura y la de cierre.

Cualquier signo de puntuación tras la línea de diálogo se colocará después de la raya de cierre.

Ejemplo:

La acotación más recomendable a la hora de señalar que un personaje dijo algo es "dijo".

"Dijo" es preferible a otras formas utilizadas con frecuencia para sustituirla (apuntó, apostilló, señaló...), puesto que pasa desapercibida.

En un diálogo rápido con solo dos personas no es necesario acotar cada línea con un "dijo Pedro", pero cada tres o cuatro líneas es preciso hacer una acotación para que el lector no pierda el hilo de quién habla.

¡Esperamos que el artículo te sirva!

Dedicado a @KtyRiver quien nos hizo una pregunta que encaja en el tema.

Encuentra el artículo original no editado para Wattpad en:
http://oficiodeescritor.com/como-usar-dialogos-en-narrativa/
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