Las reglas del humor


Podemos partir de la base de que en el humor no existen unas reglas inamovibles. Ya hemos visto los distintos tipos de humor. Unos puede que no nos hagan gracia, y puede ser que aquello que de forma puntual nos hace gracia no siempre sea humor.

El humor es importante, desde luego, pero de cualquier forma. Si lo estás forzando esto se nota, y puede jugar en tu contra.

Al intentar hacer una broma a toda costa se pierde el elemento sorpresa, que es una de las cosas más importantes en el humor, y lo que termina ocurriendo es que nadie se ríe. Si nos pasa esto, lo único que conseguimos es sentirnos ridículos.

Si esto nos ocurre en una conversación en persona tal vez nos encerremos más en nosotros mismos y tenderemos a quedarnos callados.

Para que esto no ocurra, bien sea en conversaciones cotidianas, o en nuestros escritos de humor, os vamos a contar los cuatro principios fundamentales en los que podamos basar el humor.


1. El estado emocional.

Lo sentimos, no te vamos a enseñar a ser más gracioso. Aunque te demos consejos y tips para crear humor, lo cierto es que TODO (o en su mayor parte), depende de tu estado emocional.

¿No te ocurre que con tus amigos eres más gracioso que con tu jefe? Esto ocurre porque si te sientes confiado serás más gracioso que si estás nervioso. Tienes más ideas y, en realidad, no vives preocupado por el resultado de las bromas, simplemente salen solas.

El problema aquí lo tendríamos en estar confiado incluso fuera de tu zona de confort. Para ello, debes aprender a gestionar tus emociones. Sí, fácil de decir, pero nunca dijimos que fuera fácil de hacer. Ni se consigue en dos días, sin embargo, tratar de gestionar esas emociones y dejar de identificarte con ellas y con ese nerviosismo es la manera más segura de lograr el resultado que quieres. Es cuestión de confianza.


2. Céntrate en lo que te hace reír a ti.

Teniendo en cuenta que uno de los posibles problemas es la falta de confianza, tenemos claro que cuanto más inseguro, menos bromas harás.

Pero para ser divertido tienes que correr riesgos. La segunda clave es decir lo que te parece divertido a TI. Ni más ni menos. Porque es igual de importante la naturalidad, y porque hay muchos tipos de humor. No a todos nos hace gracia lo mismo.

Y muchas veces, perder la naturalidad, por tratar de hacer reír a los demás, es lo que provoca que más que gracia hagamos comentarios fuera de lugar o bastante desafortunados.

No trates de imitar a nadie. Trata de ser tú. Tal vez lo tuyo es la ironía, o tal vez contar chistes cortos, o historias chistosas. Busca tu estilo y explótalo.


3. El origen del humor es la creatividad.

¿Alguna vez te has preguntado qué es necesario para ser gracioso? Sencillo: la Creatividad espontánea.

Creatividad espontánea no es otra cosa que decir lo que menos se espera nadie en el momento preciso, causando así la sorpresa. A lo mejor es algo en lo que nadie repara pero que encaja bastante con lo que se está hablando.

No hay una fórmula mágica para lograr este tipo de creatividad. Es cuestión de práctica, práctica y práctica. Por suerte, si te relajas y eliminas tu autocensura ya estás ganando creatividad. ¿No te das cuenta de que grandes ideas aparecen en los momentos más inoportunos? ¿No te pasa que la mejor idea para escribir ocurre cuando estás conduciendo? ¿Quién tiene un boli en ese momento? ¡Así es imposible!


4. Asume que no siempre serás divertido.

Como hemos advertido antes, tienes que trabajar con lo que te haga gracia a ti, y hay muchos tipos de humor. Todo esto combinado implica que el humor es algo muy personal.

No siempre podrás gustar a todo el mundo, por bien que lo hagas, por creativo que seas, o por espontaneidad que tengas. Lo mismo tu humor es demasiado ácido. O tal vez demasiado suave. Y tal vez, también influya que un día estés menos divertido que otros.

Esto pasa siempre, y a todos. Pero lo importante es que esos malos días, o ese público difícil, o esa gente con la que no compartimos gustos, nos impida seguir adelante. Tenemos que seguir trabajando con el humor, tratando de fomentar nuestra creatividad.

No puedes ser divertido todo el rato. Es imposible y cansa demasiado. De hecho, cuando te veas forzándote a ser divertido, para. Esta es una máxima que hay que tener en cuenta: hay que saber parar.

Trata cada día de trabajar en tu confianza, en ser más abierto. Piensa en ti y en lo que te hace reír y disfruta de ello. Esperamos que pongas en práctica estos cuatro principios y que nos hagas llegar tus progresos.






En nuestra próxima entrada de consejos, os daremos algunas fórmulas para ser más divertido. Hasta entonces, nos gustaría que nos contaras en la caja de comentarios, qué es lo que a ti te divierte. ¿Eres el divertido del grupo o prefieres estar en un segundo plano? 

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