Fórmulas para ser más divertido (Parte 2)
6. Plantea hipótesis.
¿Sabes lo que consigue que la creatividad se potencie? ¿Qué nuestra creatividad vuele? Las hipótesis. Pero las hipótesis absurdas, las imposibles. Si pensamos en cosas inimaginables la mente se abrirá a un mundo más emocional, también menos lógico, y eso sí que nos ayudará a ser más espontáneos y, por ende, podremos construir conversaciones que sean más divertidas.
Si en los aviones ponen chalecos salvavidas... ¿por qué no hay paracaídas en los barcos?
¿Te has preguntado en algún momento qué hace tu gato cuando te vas de casa? Yo al mío me lo imagino sentándose en el sofá de patas abiertas y cogiendo el mando para poner la tele "¡Por fin se ha ido para poder ver mi telenovela tranquilo!"
Da realmente igual si es muy gracioso o no lo es tanto, aquí lo importante es que las hipótesis que pienses crean asociaciones que no se esperan y eso será lo que te haga ver como una persona creativa.
7. El lenguaje corporal y la interpretación del personaje.
Hay que ver lo importante que es el lenguaje corporal. Es algo fundamental para que nuestro mensaje llegue más, así que no tengas miedo de exagerarlo. De hecho, si después de que se haga o hagas un comentario divertido te ríes, multiplicas el efecto (congruencia). O si estás serio o te haces el sorprendido también lo consigues (ahora por contraste).
Con esto de reírte de tus bromas, de todas formas, hay que tener cuidado. A veces es positivo y otras no. No es lo mismo estar en un monólogo que tienes que mantener un papel, a estar en una conversación distendida con familia y amigos. Lo lógico es que, estando en confianza, si una broma te hace gracia te rías. Conseguirás además contagiar tu estado de ánimo.
Y lo que decíamos de la interpretación de los personajes, tal vez también sea discutible, pero, aunque la tercera persona da mucha libertad de movimiento (las ventajas de la omnisciencia), es casi mejor que podamos darle voz a los personajes en nuestras historias, que ellos nos cuenten qué les ha pasado o qué piensan, o qué sienten. De nuevo se abre un mundo por delante.
Darle voz propia e interpretarlos nos permitirá crear anécdotas y momentos más espontáneos, emocionantes y divertidos. Como ejemplo, aquella vez que fui al psicólogo y me dijo:
—¡Pero es que está usted loca!
—Doctor, necesito entonces una segunda opinión —le respondí.
—De acuerdo: también es fea.
8. La Regla de 3.
¿No sabes lo que es? No te preocupes que te lo explicamos. ¿Lo sabes? Bueno, ten paciencia porque lo vamos a explicar o corrígenos si no estás de acuerdo.
La Regla de 3 podemos verla muy claramente en un monólogo. Es una sencilla estructura que consta de: preparación, anticipación y golpe de efecto. Es sencilla de saber, aunque no es simple de realizar. Como decíamos, los monologuistas no paran de usarla para sus espectáculos, y esto es así por algo muy sencillo: funciona.
La razón no es otra que cuando preparas el terreno y enumeras dos o más cosas, tu mente (que suele querer anticiparse), crea un patrón. Ahí es cuando, con el tercer elemento, rompemos con algo. Puede ser lo contrario, puede ser algo absurdo o inesperado. Consigues así potenciar el efecto sorpresa precisamente porque nadie se esperaba que acabara así.
No te vamos a engañar, hemos recurrido al señor Google y hemos encontrado un ejemplo perfecto para esto:
"No me imagino nada peor después de una noche de borrachera que levantarme junto a alguien sin poder recordar cómo se llama, cómo lo conocí, o por qué demonios está muerto." Laura Kightlinger.
Así que cuando se te ocurra una broma, si es posible no lo sueltes ahí sin ton ni son. Añade un par de detalles que no tienen por qué tener que ver al principio, y así el poder de sorpresa es mucho mayor.
9. Haz pausas y habla más lento.
No, no estamos diciendo que, si tienes la costumbre de hablar por los codos, dejes de ser tú. O bueno, tal vez es eso mismo lo que estamos diciendo.
Imagina una sitcom. Recurriremos a la genial Friends, o a How I meet your mother, por ejemplo. En ellas, los amigos están constantemente lanzándose pullas o haciéndose bromas, y pocas veces hablan en serio. Imagina que esto pasa en tu grupo de amigos, lo más probable es que no te parezca tan gracioso y os volveríais locos (si no lo estáis ya, claro).
Y esta estructura va muy bien en un programa de televisión, pero no todos podemos ser Chandler y ser graciosos todo el tiempo. Tal vez seas más divertido si sorprendes con comentarios inesperados de vez en cuando, en vez de todo el tiempo buscar la broma. Recuerda de consejos anteriores que ¡hay que saber parar!
Esta moderación, esta pausa mental también se debe reflejar en tu forma de hablar. Puedes intentar hablar más lento y pausarte también cuando sea necesario. Esto mismo lo puedes aplicar a tus escritos. Tus personajes pueden tener ese toque justo de tranquilidad y de pronto... ¡zas! Suelta una broma. Sorprenderás al lector.
10. También es gracioso no ser gracioso.
Puede que este consejo te parezca repetido pues ya te dijimos que te debes reír de ti mismo, pero no es exactamente igual. Ser divertido es importante, sí, pero es igual de importante saber reaccionar cuando no lo has logrado. En fin, no todos nuestros chistes van a tener éxito, pero hay que saber encajarlo bien.
Para eso, si haces una broma, un chiste o un comentario gracioso y nadie se ríe, no te preocupes, simplemente réstale importancia y ríete de eso. No tengas miedo en reconocerlo en voz alta. Tal vez, sea precisamente eso lo que sea divertido.
"Uuuups, en mi mente era más gracioso."
"¡Vaya por Dios! Me ha tocado una audiencia difícil."
Y hasta aquí nuestras fórmulas. Esperamos que os sirvan y podáis aplicarlas a vuestros personajes. Por supuesto, no es que sean infalibles, siempre se podrán mejorar, pero creemos que son una buena base para empezar.
🎭 Queremos saber si tenéis alguna fórmula que os funcione o que no os funcione, pero os dé igual porque lo seguís haciendo. Podéis dejarnos vuestros geniales comentarios.
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