{Capitulo Único}
Después de la derrota de Cath y la restauración de la paz en Britannia, Meliodas y Elizabeth finalmente pudieron disfrutar de un momento de felicidad juntos. Se casaron en una ceremonia hermosa y tuvieron un hijo al que llamaron Tristan,un chico que es la combinación perfecta de ambos. Los años pasaron y la familia Liones creció,pero la guerra contra Arturo y el reino eterno había comenzado, provocando que Liones y otros reinos de Britania comenzaran a tener problemas por esta nueva guerra,a su vez la profecía de los cuatro jinetes se dió a conocer,y se cumplió 16 años después.
A su vez había un problema que todo el mundo desconoce y eso involucra al actual rey de Liones,Meliodas,la batalla anterior había dejado su huella en el líder de los Siete Pecados Capitales. Aunque había logrado encontrar la felicidad con Elizabeth y Tristan, la acumulación de heridas y el estrés de las batallas pasadas y los años de existencia habían comenzado a cobrar su precio. Meliodas había estado experimentando dolores y debilidad en los últimos tiempos, sus huesos se debilitan, algunos de sus órganos comenzaron a fallar de manera grave,cosa que le provocan mareos, vomitos ,quebraduras, fiebre, entre otros síntomas graves, pues su sistema nervioso e inmunológico comenzaron a fallar,y comenzó a desarrollar un estado grave de osteoporosis, pero a pesar de todo esto nunca dijo nada,pues había comenzado a calmar el dolor con varios medicamentos e incluso drogas.
{Castillo de Liones,sala del trono.}
-Últimamente has estado raro,cariño... Todo está bien,contigo?- Una mujer peli-blanca dijo con suavidad mientras se acerca a Meliodas,lo abraza por atrás con cariño, y acaricia su cabello.
-Si,está todo bien...Hoy ahí un festival en el pueblo,vamos juntos?- El demonio dijo con suavidad mientras se gira a ver a Elizabeth y le deja un pequeño beso en los labios,un beso pequeño y simple.
-¿Un festival? Me encantaría - Elizabeth respondió con una sonrisa, mientras se aferraba a Meliodas y le devolvía el beso. Su mirada se encontró con la de él, y por un momento, pareció que todo estaba bien.
Meliodas sonrió y la abrazó más fuerte, tratando de ahuyentar la sombra de tristeza que se cernía sobre él. -Genial, entonces vamos juntos. Tristan estará emocionado de ver los juegos y los dulces. - Su voz era ligera y alegre, pero por dentro, sentía un peso que no podía ignorar.
Elizabeth se rió y se apartó un poco de Meliodas, mirándolo con ojos brillantes. -Sí, Tristan estará emocionado. Pero primero, ¿por qué no vamos a comer algo? Estoy muerta de hambre. - Meliodas asintió, aliviado de que Elizabeth no hubiera notado nada extraño en su comportamiento. -Claro, vamos a comer. - Juntos, salieron de la sala del trono, con Meliodas tratando de disfrutar del momento y no pensar en lo que se avecinaba. Pero por dentro, sabía que su tiempo se estaba acabando, y que pronto tendría que tomar una decisión difícil.
Después de una deliciosa merienda, Meliodas y Elizabeth decidieron dirigirse al festival. El sol comenzaba a ponerse y la ciudad se iluminaba con luces coloridas. Tristan corría delante de ellos, gritando de emoción mientras miraba los globos y las flores. Meliodas sonrió y tomó la mano de Elizabeth, sintiendo una sensación de felicidad que no había experimentado en mucho tiempo.
-Vamos, Tristan está emocionado de ver los juegos y los dulces-, dijo Elizabeth, tomando la mano de Meliodas y dirigiéndose hacia la salida del castillo.
-Sí, vámonos-, respondió Meliodas, sonriendo. -¿Tristan, estás listo para ir al festival?-
Tristán, que estaba sentado en un rincón de la habitación, leyendo un libro, levantó la vista y sonrió ampliamente cuando vio a Elizabeth. -Sí, estoy listo, mamá-, dijo, saltando de su asiento y corriendo hacia Elizabeth.
Elizabeth se rió y abrazó a Tristán. -Genial, cariño. Vamos a divertirnos mucho-, dijo.
Meliodas se acercó a ellos, pero Tristán se apartó un poco, evitando el contacto con él. -Vamos, mamá, vámonos-, dijo, tomando la mano de Elizabeth y tirando de ella hacia la puerta.
Meliodas no pareció sorprendido por la reacción de Tristán. Simplemente asintió con la cabeza y siguió a Elizabeth y Tristán hacia la salida del castillo.
Al llegar al festival, Tristán se emocionó aún más, corriendo de un lado a otro para ver los puestos de comida y los juegos de habilidad. Elizabeth se reía y lo seguía, mientras Meliodas caminaba detrás de ellos, observando la escena con una expresión melancólica.
-¡Mamá, mira! Hay un puesto de dulces-, gritó Tristán, tirando de la mano de Elizabeth hacia un puesto de dulces.
Elizabeth se rió y compró algunos dulces para Tristán, quien se los comió con gusto. Meliodas se acercó a ellos, pero Tristán lo ignoró, concentrándose en sus dulces.
-¿Quieres probar tu suerte en el tiro al blanco?-, preguntó Meliodas a Elizabeth, sonriendo.
Tristán se interpuso entre Meliodas y Elizabeth, mirando a Meliodas con una expresión desafiante. -No, mamá, no quiero que hagas eso-, dijo.
Elizabeth se rió y puso una mano en el hombro de Tristán. "No te preocupes, cariño. No voy a hacer nada que te haga sentir incómodo", dijo.
Meliodas asintió con la cabeza y se apartó un poco, permitiendo que Elizabeth y Tristán disfrutarán del festival sin su presencia.
Mientras Elizabeth se distraía comprando algunos recuerdos en un puesto, Meliodas se acercó a Tristán, quien estaba sentado en un banco, mirando a su alrededor con una expresión pensativa.
-Tristán, ¿puedo sentarme contigo un momento?-, preguntó Meliodas, su voz suave y cautelosa.
Tristán lo miró con sorpresa, pero asintió con la cabeza. Meliodas se sentó a su lado, y durante un momento, los dos se quedaron en silencio, mirando a la multitud que pasaba por delante de ellos.
-Tristán, quiero que sepas que te quiero-, dijo Meliodas, su voz llena de emoción. -No importa lo que pase, siempre serás mi hijo, y te llevaré en mi corazón-.
Tristán lo miró con confusión, sin entender completamente el significado de las palabras de Meliodas. Pero al mismo tiempo, se sentía cómodo y seguro en su presencia. Meliodas lo abrazó con fuerza, y Tristán se dejó abrazar, sintiendo una sensación de calidez y cariño que no había experimentado antes.
Meliodas lo besó en la frente, y Tristán se sonrojó ligeramente, pero no se apartó. En lugar de eso, se acurrucó un poco más en el abrazo de Meliodas, sintiendo una sensación de paz y tranquilidad.
-Siempre estaré contigo, Tristán-, dijo Meliodas, su voz baja y suave. -Recuerda que te amo, no importa lo que pase...-
Tristán no respondió, pero se sintió feliz y seguro en el abrazo de Meliodas. No entendía completamente lo que estaba pasando, pero sabía que se sentía bien. Y en ese momento, eso era todo lo que importaba. Meliodas lo abrazó durante un momento más, y luego se apartó, sonriendo suavemente. Tristán lo miró, y por un momento, sus ojos se encontraron. Luego, Tristán se levantó y se alejó, sin decir nada, pero con una sonrisa en su rostro. Meliodas lo miró irse, sintiendo una sensación de paz y satisfacción. Sabía que había hecho lo correcto, y que Tristán se sentiría seguro y amado, no importa lo que pasara.
{Semanas después,Boar Hat.}
La escena cambia a una taberna alegre y ruidosa, donde Meliodas está sentado con los Siete Pecados Capitales restantes Elizabeth está sentada a su lado, sonriendo y riendo con los demás.
Meliodas levanta su copa y brinda con los demás. -Por la amistad y la camaradería", dice, sonriendo. "No hay nada mejor que estar rodeado de personas que te aprecian y te aceptan por quién eres-.
Ban y Gowther se ríen y chocan sus copas contra la de Meliodas, mientras que Diane y King se miran entre sí con una sonrisa. Elizabeth se acerca a Meliodas y le da un beso en la mejilla.
-Te amo, Meliodas-, dice, sonriendo.
Meliodas sonríe y la abraza, pero sus palabras tienen un tono de despedida. -Siempre estaré contigo, Elizabeth. No importa lo que pase, siempre te llevaré en mi corazón-.
Ban se ríe y le da un golpe en la espalda a Meliodas. -¡Vamos, Meliodas! No te pongas tan sentimental. ¡Vamos a disfrutar de la noche!-
Meliodas se ríe y levanta su copa de nuevo. -¡Por la paz! ¡Por la vida! ¡Por la amistad!-.
Los demás se unen al brindis, y la taberna se llena de risas y música. Meliodas se siente feliz y relajado, rodeado de sus amigos y su amada. Pero sus palabras siguen teniendo un tono de despedida, como si supiera que su tiempo con ellos es limitado.
-Quiero que sepáis que los aprecio a todos-, dice Meliodas, mirando a sus amigos. -Sois mi familia, y siempre los llevaré en mi corazón. No importa lo que pase, siempre los recordaré con cariño y gratitud-.
Diane se acerca a Meliodas y lo abraza. -Te queremos, Meliodas. Siempre estaremos contigo-.
Meliodas sonríe y la abraza, sintiendo una sensación de paz y satisfacción.Pero sus palabras siguen teniendo un tono de despedida, como si supiera que su tiempo con ellos es limitado,a su vez volteo a ver a una parte de la taberna donde está Ban sentado.
Meliodas se levanta de su asiento y se acerca a Ban, que está sentado en un rincón de la taberna, bebiendo un trago de cerveza. Meliodas se sienta a su lado y le dice en voz baja:
-Ban, necesito hablar contigo un momento-.
Ban lo mira con curiosidad, pero asiente con la cabeza. -¿Qué pasa, capitan?-
Meliodas respira profundamente antes de hablar. -Tengo planeado acompañar a los Cuatro Caballeros del Apocalipsis y a sus escuadrones en la primera parte del viaje. Luego, me quedaré en el Infierno con mi hermano menor por un tiempo-.
Ban lo mira con sorpresa, pero no dice nada. Meliodas continúa:
-Quiero agradecerte por tu amistad, Ban. Eres uno de los pocos que me ha aceptado por quién soy, sin juzgarme. Eres un verdadero amigo, y te estoy agradecido por eso-.
Ban lo mira con una mezcla de curiosidad y preocupación. -Capitan, sé que algo te pasa. Puedo verlo en tus ojos. No voy a presionarte para que me lo digas, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, siempre. Eres mi mejor amigo, y te apoyo en lo que sea que estés pasando-.
Meliodas sonríe, sintiendo una sensación de gratitud hacia Ban. -Gracias, Ban. Significa mucho para mí. Solo quiero que sepas que te aprecio, y que siempre te recordaré como uno de mis mejores amigos-.
Ban lo mira con una sonrisa, y le da un golpe en la espalda. -No te preocupes por mí, capitan. Estoy aquí para ti, siempre. Y no te preocupes por lo que estás pasando, porque sé que saldrás adelante. Eres el Capitán de los Siete Pecados Capitales, después de todo-.
Meliodas se ríe, sintiendo una sensación de alivio. Sabe que puede confiar en Ban, y que su amigo estará allí para él, siempre. Los dos se quedan sentados en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro. Luego, Ban se levanta y se va, dejando a Meliodas solo con sus pensamientos.
{Días después, Castillo de Liones.}
Meliodas y Elizabeth se encontraban en un jardín tranquilo, rodeados de flores y árboles que susurraban suavemente en la brisa. La luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un efecto de claroscuro que resaltaba la belleza de la escena.
Meliodas tomó la mano de Elizabeth y la miró a los ojos, su expresión llena de cariño y tristeza. -Elizabeth, mi amor-, dijo, su voz baja y suave. -Tengo que irme. Tengo que dejar este lugar y unirme a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis en su viaje al Reino de los Demonios-.
Elizabeth asintió, su rostro pálido y sereno. -Lo sé, Meliodas. Lo he sabido desde el principio. Pero no quiero que te vayas. No quiero que me dejes sola,y tampoco quiero que tú estés solo-.
Meliodas se acercó a ella y la abrazó, su cuerpo cálido y fuerte. -No te dejaré sola, Elizabeth. Siempre estaré contigo, en tu corazón y en tus pensamientos. Y pronto regresaré, te lo prometo-.
Elizabeth se aferró a él, su cuerpo temblando de emoción. -No quiero que te vayas-, repitió, su voz apenas audible.
Meliodas la besó en la frente, su labio cálido y suave. -Tengo que irme, Elizabeth. Pero te amo, y siempre te amaré. Eres mi esposa, mi compañera, mi todo-.
Elizabeth se apartó un poco y lo miró a los ojos, su expresión estaba llena de lágrimas. -Te amo, Meliodas. Siempre te amaré-.
Meliodas sonrió, su rostro iluminado por un momento de felicidad. ;Y yo te amo, Elizabeth. Siempre te amaré-.
Luego, se inclinó y la besó en los labios, un beso largo y apasionado que selló su amor y su despedida. Cuando se apartaron, Elizabeth sonrió y asintió, su rostro sereno y tranquilo.
-Vete, Meliodas. Vete y haz lo que debes hacer. Pero recuerda que siempre estaré aquí, esperándote-.
Meliodas asintió, su expresión llena de gratitud y amor. -Lo recordaré, Elizabeth. Siempre lo recordaré-. Y con eso, se volvió y se alejó, dejando a Elizabeth sola en el jardín, pero con el corazón lleno de amor y esperanza.
Después de aquella despedida entre ambos, Meliodas junto con los cuatro jinetes del apocalipsis y sus camaradas partieron al viaje,haciendo algunas paradas en pueblos hasta que llegaron al bosque de los sueños blancos,lugar donde se adentraron,pues es donde más cuevas con conexión al inframundo ahí,debido a que es imposible vivir en ese lugar.
A medida que avanzaban, el paisaje se volvía cada vez más sombrío y oscuro. Los árboles se volvían más retorcidos y las flores más marchitas. El aire se llenaba de un olor a azufre y humo.
Finalmente, después de días de viaje, el grupo llegó a las puertas del Reino de los Demonios. La entrada estaba oculta dentro de una gran cueva,la cual tenía un pasaje que llevaba directo al infierno . Meliodas miró a Tristán y sonrió. -Bienvenidos al reino del inframundo,nací aquí...-, dijo.
Los Jinetes del Apocalipsis se miraron entre sí, y luego avanzaron hacia la entrada del reino. Meliodas y Tristán los siguieron, listos para enfrentar lo que les esperaba en el interior del Reino de los Demonios. La puerta se abrió con un crujido, y el grupo entró en la oscuridad, dejando atrás el mundo de la luz.
Al pasar por el umbral que separa al mundo humano con el reino del inframundo se encontraron de frente con Zeldris,el actual rey del infierno,y el hermano menor de Meliodas.
Zeldris se sorprendió al ver a Meliodas, su expresión cambió de una mirada de indiferencia a una de sorpresa y curiosidad. -Meliodas...-, dijo, su voz baja y cautelosa. -¿Qué estás haciendo aquí?-
Meliodas sonrió con naturalidad, como si no hubiera pasado nada fuera de lo común. -Hola, Zeldris. He venido a visitarte. ¿Cómo estás?-
Zeldris lo miró con escepticismo, su expresión se volvió más seria. -¿Visitarme? ¿Después de todo este tiempo? ¿Qué quieres, Meliodas?-
Meliodas se encogió de hombros, su sonrisa no se desvaneció. -Nada en particular. Solo quería ver cómo estabas. Y también he traído a alguien contigo-, dijo, y señaló a Tristán, que estaba de pie a su lado.
Zeldris miró a Tristán con curiosidad, y luego volvió a mirar a Meliodas. -¿Quién es este?-
Meliodas sonrió de nuevo. -Es mi hijo, Tristán. ¿No es un chico guapo?-
Zeldris se sorprendió de nuevo, su expresión se volvió más confundida. -¿Tu hijo? ¿Meliodas, qué estás hablando? Tuviste un hijo y no me lo dijiste? wow...-
Meliodas se rió, su risa era cálida y natural. -No te preocupes por eso ahora, Zeldris. Solo quiero pasar un tiempo contigo . ¿Puedo quedarme un rato? En lo que los chicos entrenan y se encuentra alguna forma de entrar al mundo eterno...-.
Zeldris lo miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad, pero finalmente asintió. -Sí, puedes quedarte. Pero Meliodas, ¿qué estás planeando? No creo que hayas venido aquí solo para visitarme-.
Meliodas sonrió de nuevo, su sonrisa era enigmática. -No te preocupes por eso, Zeldris. Solo disfruta del momento. Estoy aquí ahora, y eso es lo que importa-.
{Días después,oficina de Zeldris.
Meliodas se sentó en la oficina privada de Zeldris, su rostro pálido y demacrado. Zeldris lo miró con una expresión seria y preocupada.
-Meliodas, ¿qué pasa?-, preguntó Zeldris, su voz firme y controlada.
Meliodas sonrió, su sonrisa era débil y sarcástica. -Oh, solo un poco de osteoporosis, algunos órganos fallando, el sistema nervioso e inmunológico colapsando... nada fuera de lo común, ¿verdad?-
Zeldris se sorprendió, su rostro se volvió más serio y tenso. -Meliodas, no es gracioso. Esto es serio-.
Meliodas se encogió de hombros, su rostro estaba cubierto de una expresión de indiferencia. -Bueno, ¿qué puedo hacer? ¿Llorar y lamentarme? No, prefiero reírme de mi propia muerte. Es más divertido-.
Zeldris se levantó de su silla, su expresión era de incredulidad y preocupación. -Meliodas, no puedes hablar así. Tú eres el Capitán de los Siete Pecados Capitales. No puedes ser tan... tan...-
Meliodas lo interrumpió, su voz está llena de sarcasmo. -¿Tan mortal? ¿Tan débil? ¿Tan humano? Sí, Zeldris, soy todo eso. Y pronto seré nada más que un montón de polvo y huesos-.
Zeldris se acercó a Meliodas, su rostro estaba cubierto de una expresión de rabia y preocupación. -Meliodas, no te rindas. No te rindas así-.
Meliodas se rió, su risa era débil y amarga. -No me rindo, Zeldris. Me limito a aceptar la realidad. Y la realidad es que estoy muriendo. Así que, ¿por qué no reírme de ello? ¿Por qué no disfrutar del espectáculo?-
Zeldris se apartó de Meliodas, su rostro estaba cubierto de una expresión de tristeza y preocupación. -Meliodas, no sé qué hacer contigo-.
-Me estoy muriendo...No quiero que nadie me vea así,ni Elizabeth,ni mucho menos Tristán...-El rubio dijo mientras mira a sus manos,a pesar de que tiene una suave sonrisa en sus labios una lágrima traicionera cayó por uno de sus ojos.
-Que es lo que quieres que haga? Mantenerte aquí hastac que te mueras?-Zeldris responde con seriedad aunque una mirada de tristeza, regreso donde está Meliodas y se sentía al costado de el.
-En realidad si...Me gustaria quedarme contigo,y si no es mucho pedir...Que me entierres en ese prado de flores al que íbamos cuando éramos pequeños...Lo recuerdas?...-Meliodas mencionó con suavidad mientras apoya su cabeza en el hombro de Zeldris, cerrando los ojos con suavidad.
Zeldris no dijo nada simplemente abrazo a Meliodas por los hombros y también cerro los ojos, apoyando el su cabeza por sobre la cabeza de Meliodas,pues aunque la relación había sido tensa por bastante tiempo después de la traición de Meliodas,pero de todas formas sigue siendo su hermano mayor y está muriendo,y de alguna forma muchos recuerdos de su infancia con su hermano mayor volvieron a su memoria.
El sol brillaba en el cielo azul, iluminando el prado de flores donde Meliodas y Zeldris estaban sentados. Meliodas, de 12 años, estaba recostado en la hierba, con una sonrisa en su rostro mientras miraba a su hermano menor, Zeldris, de 8 años, que estaba intentando hacer una corona de flores.
Zeldris se esforzaba por entrelazar las flores, pero sus pequeñas manos no parecían capaces de hacerlo. Meliodas se rió y se sentó junto a él, tomándole las manos y ayudándole a hacer la corona.
-¿Ves, Zeldris? Así se hace-, dijo Meliodas, sonriendo mientras trabajaba en la corona.
Zeldris miró a su hermano con admiración, sus ojos brillaban con emoción. -Meliodas, eres el mejor-, dijo, su voz llena de entusiasmo.
Meliodas se rió y le dio un abrazo a Zeldris. -No soy el mejor, pero sí soy tu hermano mayor-, dijo, sonriendo.
Una vez que terminaron la corona, Meliodas la puso en la cabeza de Zeldris, quien se miró en un espejo de agua que había cerca y se rió de su reflejo.
-Me veo como un príncipe-, dijo Zeldris, riendo.
Meliodas se rió también y lo abrazó de nuevo. -Eres un príncipe, Zeldris. Un príncipe de las flores-.
Los dos hermanos se sentaron en el prado, rodeados de flores y disfrutando del sol y del viento. Meliodas sacó un paquete de comida y comenzaron a comer en un picnic riendo y hablando mientras comian.
En ese momento, todo parecía perfecto. Los hermanos estaban juntos, disfrutando del día y de cada otra' compañía. No había preocupaciones ni problemas en el horizonte, solo la alegría y la felicidad de estar juntos.
-Zeldris! Estás bien. -Meliodas dijo mientras pasa su mano frente al rostro de Zeldris,pues llevaba tiempo hablando con Zeldris pero el no le responde.
-Si...Solo estaba recordando...-El pelinegro responde mientras mira a los ojos de Meliodas.agarrando la mano de su hermano mayor entre las suyas. Ese día... En el prado de flores...-
-Supongo que aquí termina tu largo viaje.pasaron muchas cosas en estos tres mil años... Nunca pensé que esto terminaría así...-Zeldris dijo con seriedad mientras se agacha frente a un árbol bastante grande, dejando a un costado una pala,pues acaba de enterrar a su hermano mayor,a pesar de que mantiene su seriedad de siempre unas pequeñas y traicioneras lágrimas caen de sus ojos.
-Planeas decirles a todos en el mundo humano. Una mujer vampiresa dijo con un tono de voz tranquilo mientras se acerca a Zeldris y le pone una mano en el hombro a manera de consuelo.
-No,el no quiso... Y yo no lo haré... Que se jodan...-Zeldris responde con seriedad a su vez se limpio las lágrimas y se puso de pie para luego mirar a su esposa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top