7
Yuuri salió de la oficina casi arrastrando los pies, estaba exhausto y deseaba poder dormir al llegar, pero no podría, debía revisar a Yuri que estaba en el último día de su celo y su esposo saldría de viaje un par de días para recoger los documentos de Yuri con su apellido oficial. A decir verdad, estaba algo enojado, Ana siempre había lastimado a su hijo y él pensando que estaba bien, entendía que Nikolai omitiera muchas cosas pero ahora que sabía cómo la había pasado su hijo se arrepentía mucho de haberle dejado.
Pero bien, al menos ya tenía a su bebé con él y le daría todo el amor que debió darle en su momento y hasta más. Aprovechando que había salido temprano pasó al hospital a recoger su medicina y unas pastillas más para el celo de su hijo, tenía que buscar un nuevo escondite porque casi encontraban las jeringas el mes pasado.
Cuando habían viajado a Barcelona encontró un folleto interesante sobre un tratamiento de fertilidad para parejas no compatibles, lo pensó mucho, pero finalmente se escabulló un día con la excusa de que Yuri y Viktor debían pasar tiempo juntos y fue a realizarse los estudios necesarios para comenzar el tratamiento, el medicamento debía inyectarse por dos años sin falta y debido a que vivía en Alemania tenía que pagar un extra para que se lo mandaran a su médico regular.
Tenía nervios por eso pues implicaba demasiadas cosas, como el hecho de que por ser experimental no funcionara en él, que Viktor se hiciera falsas esperanzas o que terminara haciéndole daño como le habían advertido. La medicina debía borrar la marca de su alfa destinado y dejarlo como un omega virgen para que hubiera más oportunidades de que su cuerpo aceptara al bebé de Viktor. Era algo que anhelaba, sería lo único que podría completar a su familia, y esperaba que Yuri no se pusiera celoso.
Manejo tranquilo al edificio metiendo el pequeño auto al estacionamiento del edificio, juntó sus cosas del asiento trasero cuando apagó el carro y sonrió caminando al ascensor, quedaban solo unos meses de tratamiento...al fin podría contarles a su hijo y a su pareja.
Al abrir la puerta supo que Yuri vagaba por la casa, su aroma estaba por todas partes y escuchaba llorar a Makkachin, preocupado. Se acercó a la cocina, viéndolo con la nevera abierta.
—Yuri—dejo las cosas en la mesa, acercándose a él. —Te hará daño el frío de la nevera.
— ¿Qué es esto? —preguntó con esa vocecita aguda que tenía durante esos días.
—Guárdalo, por favor, te contaré.
— ¿Estás enfermo? —preguntó preocupado, haciendo como le dijo.
—No, mi amor, tranquilo—le sonrió mostrándole una bolsita con más jeringas, guardándolas con las otras. —Es algo distinto, no te preocupes, ¿tienes hambre?
El muchacho negó, preocupado, abrazándolo de inmediato.
—No pasa nada, bebé—le aseguró correspondiendo al abrazo. —Ven, te explico cuando estés tapado.
—Hace calor...—murmuró apretando un poco el agarre.
—Lo sé, pero el celo pasará pronto y no quiero que te enfermes, ¿acaso quieres faltar a la práctica?
—No.
Yuuri estaba enternecido por la voz de su pequeño, estaba tan vulnerable y dulce como si fuera más chico, lo acomodó entre sus brazos y le llevó a la sala. En cuanto se sentó su hijo buscó acomodar la cabeza en su regazo, abrazándole como podía, el mayor sonrió y le cubrió con la manta que había por ahí, era delgada así que no molestaría mucho a su hijo.
—Mamá, ¿qué era eso? —preguntó alzando la mirada, refiriéndose a la medicina de antes. — ¿O es como mi medicina?
—No, no es para el celo—explicó acariciando sus cabellos, se aprovechaba ya que su hijo solo buscaba su cariño en esos días. —Es un tratamiento de...compatibilidad—los preciosos ojos de su bebé parecieron confundidos, se inclinó a besar su frente y sonrió. —Es una sorpresa para tu padre, para darle un hijo.
Yuri parpadeo, bajando la mirada al vientre de su madre, hizo una mueca y suspiró, pegando la frente ahí.
— ¿Eso...significa que ya no me quieren? —murmuró sintiendo los ojos llorosos.
— ¿Cómo? —preguntó Yuuri tomando su rostro con suavidad para que lo viera.
— ¿Ya no me quieres? ¿Quieres que me vaya porque tendrás otro bebé?
Soltó una risita y se acomodó los lentes para tomar el cuerpo de su hijo entre sus brazos, pegándolo a su cuerpo.
—Que pueda o no tener otro bebé no significa que dejare de amarte—besó su frente y acomodó su cabello para ver sus ojos brillantes. —Siempre vas a ser mi primogénito y siempre voy a quererte.
— ¿Siempre?
—Sí, mi amor—acomodó la cobija sobre el cuerpo de su hijo.
— ¿Aunque esté más grande?
—Aunque estés más grande de estatura y edad.
— ¿Aunque me case?
—Sí, siempre te he amado y siempre lo haré, no voy a dejar de hacerlo.
Yuri sonrió, sonrojado aún y restregando su rostro en el pecho de su madre para inundarse los sentidos de ese aroma tan relajante.
—No le digas nada a papá, ¿está bien?
—Sí, mamá—murmuró adormilado.
El mayor le arrulló entre sus brazos y le dejó que durmiera a gusto, cada día su hijo se iba acostumbrando más a él y eso le tranquilizaba, no quería ser un extraño para su bebé. Se sorprendió al sentir un beso en el cuello y alzó la mirada, encontrándose con Viktor que le sonreía enternecido desde atrás del respaldo del sillón.
—Tu defensa esta baja, mi dulce omega—puso un dedo en su mejilla. —¿Y si hubiera sido un ladrón?
—Lo siento, cuando estoy con Yuri pierdo la noción del tiempo—murmuró bajando la mirada al pequeño.
—Lo noté, me gustas como mamá también—dijo abrazándolos a ambos.
Yuuri se sonrojo y soltó un jadeo al sentir otro beso en su cuello, tan suave como el anterior.
—Viktor—murmuró apenado, intentando no molestar a su hijo.
—Estás indefenso, debo aprovecharme—sonrió y le dio otro beso. —Me has estado huyendo por mucho tiempo, ya ni besarte puedo.
Tragó saliva y carraspeó, desviando la mirada mientras intentaba no ceder...debía aguantar un par de meses más.
—Sabes que quiero que Yuri se acostumbre aún...necesita de toda nuestra atención por lo vulnerable que está.
—No estoy haciendo nada más—se burló su esposo, dejando un beso detrás de su oreja. —Solo te estoy besando, Yuuri.
Soltó una risita nerviosa y se encogió un poco en su lugar, le hacía cosquillas con su respiración.
—Viktor—se quejó entre risas. —Despertarás a Yuri.
—Está en brazos de mamá, nada lo despertará—murmuró siguiendo con lo suyo, apresándolo contra el sillón para que no huyera.
El omega intentó contener las risas y jadeos que su esposo le provocaba, sabía que estaba demasiado sensible por el tratamiento, pero no quería demostrarlo...tenía que ser fuerte. Finalmente se alejó un poco como pudo y le besó para detenerlo, acariciando su mejilla con dulzura, su alfa pareció complacido pues correspondió de inmediato.
— ¿Lo llevas a su cama? —murmuró sobre sus labios, sonriéndole con dulzura.
—Claro—le besó por última vez y les soltó para rodear el sillón.
Le entregó al joven que de inmediato se acomodó entre los brazos de su padre, dejándose llevar, Yuuri sonrió viéndolos perderse en el pasillo. Suspiró y cerró los ojos, colocando una mano en su vientre, esperaba que lo que quería se pudiera lograr.
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El evento del Grand Prix se dividía en tres categorías que al mismo tiempo tenían subcategorías, era un evento muy grande y por eso tardaba casi una semana. Primero competían los juniors beta, omega y alfa, al ser menores de quince años todos podían competir en las mismas condiciones pues sus cuerpos no eran muy distintos entre ellos así que podían ser calificados igual. Al pasar a la categoría senior era cuando los dividían por razas para que los juzgaran de forma justa, era lógico que un beta y un omega no podrían ganarle a un alfa.
Ese había sido su último año como junior, había vuelto a ver a otros competidores a los que ya les había ganado antes y estaba contento de haberlo hecho de nuevo, demostraba que a pesar de su ausencia seguía siendo muy bueno. Sus padres habían ido a verlo al programa corto y al libre, era la primera vez que participaba con ellos ahí -bueno, consciente de que ellos estaban ahí- y tenía que admitir que había estado algo nervioso, pero al final todo había salido perfecto.
Después de la premiación empezaría el programa corto de la división de los alfa y esperaba poder quedarse a ver a su amigo, aunque eso dependía de sus padres. Les reconoció de inmediato entre la multitud y se acercó con prisa.
— ¡Yuri! —su madre había sonreído al verle y extendió los brazos hacia él, esperando que se acercara.
El joven sonrió y le abrazó sin poner objeciones.
—Felicidades, lo hiciste increíble.
—Lo hiciste perfecto—Viktor los abrazó a ambos, ignorando las quejas de su hijo.
—Debes estar exhausto—murmuró Yuuri cuando finalmente su padre les soltó. — ¿Quieres ir a descansar?
—En realidad quisiera quedarme a ver el programa corto, ¿podemos? —pidió en voz baja dejándose hacer por ambos, su madre arreglaba su cabello y su padre le ponía la chamarra, se sentía un niño mimado. —Otabek participa y quisiera verlo.
—Está bien, un rato más no te hará daño.
—Mamá, de verdad no tengo gripa.
—Pasa el setenta y cinco por ciento de su vida en el hielo, Yuuri, no se va a enfermar—se rio su padre, negando con la cabeza.
—No me repliquen, una madre sabe—dijo cruzándose de brazos, empezando a caminar para retomar los lugares donde estuvieron.
—Iré a desearle suerte a Otabek, allá los alcanzo.
Viktor le dio una mirada severa e hizo una mueca.
—Bien, pero no tardes, el lugar está repleto de alfas—dijo cubriendo su cabeza con la gorra de la chamarra.
Asintió y echó a correr para no preocupar a sus padres, se estaba arriesgando demasiado pues Jean Jaques Leroy andaba por ahí y sus padres le habían prohibido estrictamente el estar cerca de él...hasta Otabek había sido informado de la prohibición, lo cual era un poco extraño, pero agradecía que lo tomaran en cuenta.
Su amigo estaba en los vestidores, terminando de ponerse los patines, menos mal que estaba vacío así podían hablar sin problemas y nadie lo corría.
— ¿Ya estas listo? —preguntó cruzado de brazos, recargándose del casillero frente a él.
—Sí—murmuró sin alzar la cabeza. —No deberías estar aquí, es peligroso.
—Aquí solo estas tú.
—Leroy está en la competencia y si te ve solo se aprovechará, él no es para nada como tu padre.
Suspiró y rodó los ojos.
—Solo venía a desearte suerte, no me quedaré para el programa libre de mañana, pero al menos hoy si te veré.
—Gracias, ¿volverás para la navidad?
—Sí, mamá quiere pasarlo en casa.
Asintió poniéndose de pie, serio como siempre.
—Salúdame a tus padres—se acercó y revolvió sus cabellos. —Felicidades por tu medalla.
—Gracias—sonrió contento, animado. —Finalmente podré pedirle a papá que me entrene...espero que acceda, me esforzaré much...
Se quejó cuando la mano de Otabek cubrió su boca y trató de quitarla hasta que notó su extraña expresión, era esa expresión que ponía cuando se concentraba mucho en algo. Quiso preguntar qué pasaba, pero su amigo abrió el casillero y lo empujo dentro aventándole su chamarra encima, cerrando casi de inmediato.
— ¡Otabek!
El kazajo volteó al escuchar su nombre, con la expresión estoica de siempre para ver al joven.
—Creí que este año no participarías, casi te dejan afuera.
—Pero aquí estoy—se cruzó de brazos y se recargo del casillero. — ¿Qué se te ofrece?
—Percibí un aroma...bastante...dulce y agradable, pero creo que solo fue mi imaginación.
— ¿Ahora le eres infiel a Saya? —arqueó una ceja.
—Terminé con ella hace tiempo, encontré a mi pareja destinada, es una jovencita con más clase—se rio, presumido. — ¿Tu aún no encuentras a nadie? ... ¡ah! Lo olvide, tu olfato no sirve...eres un alfa inservible.
—Eso no es tu problema.
Se rio de nuevo, girando en su eje para regresar por donde llegó.
—Seguiré buscando ese dulce aroma, te veo en la pista—dijo antes de salir.
Otabek esperó un poco más recargado del casillero aún, vigilando la puerta, hasta que los golpecitos en el metal le recordaron que su amigo debía estar muy incómodo ahí dentro. Volteó abriendo despacio para descubrir a Yuri con su chamarra en la cabeza.
— ¿Estás bien? —preguntó inclinándose a verlo.
Movió un poco la tela e hizo una mueca, su rostro estaba levemente ruborizado y estaba un poco agitado.
—No te quites mi chamarra de la cabeza, llamaré a tu padre.
—N-no—murmuró, apenado de sonar tan débil. —S-se enfadarán...
—No puedo dejarte aquí así, tu olor aumentara y llamaras la atención.
—P-pero...la competencia.
—Puede esperar—tomó el celular y buscó el número de Viktor.
—Espera, dame agua—tomo aire y rebuscó en las bolsas de su pantalón.
El alfa volteó a su maleta para buscar lo que le había pedido, Yuri sacó el frasco y tomó dos capsulas para tragarlas cuando recibió la botella.
— ¿De verdad no quieres que llame a Viktor?
El menor tomo aire cuando pudo normalizarse y se puso la chamarra de su amigo encima, para no percibir el olor de Leroy.
—Quería verte...competir...
—No pasa nada, primero necesitas calmarte.
Asintió concordando con él y suspiró.
—Llama a papá, por favor.
El kazajo sacó el celular de la maleta y marcó el número con prisa, intercambiando unas cuantas palabras con Viktor para colgar a los pocos segundos.
—Viene para acá, ¿cómo te sientes?
—Estoy bien—sonrió, respirando con normalidad. —Deberías irte, tienes que calentar.
—No, cuando te deje con tu padre.
—Eres un necio—murmuró pellizcando su mejilla, dejándose llevar. —Ah, es un fastidio estar tan vulnerable.
—Mejor vete haciendo a la idea o ríndete y deja que Leroy te vea, no puedes esconderte por siempre.
—Lo sé, pero mis padres parecen detestarlo por alguna razón.
—Buenos motivos deben tener...confía en ellos.
Yuri asintió y suspiró, de nuevo no lo había visto pero comenzaba a cansarse de ponerse tan débil por él, debía haber una mejor solución a todo eso...
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Bueno xD si, me salte mucho tiempo, si, quedo más corto que los otros, pero es por una buena razon! y es...que no quiero poner relleno y además no quise ponerle nada más al cap, me parecio que así quedaba bien xD entonces, espero que les guste así como esta y...tengan paciencia, que la participacion de JJ apenas comienza xD se viene el salseo (wuuu)
Gracias por todo <3 son unas delicias de personas :3 les amo con todo mi cerebro porque mi corazón esta muerto, así que el amor de mi cerebro es más racional y sano(?) xD Gracias!
Rave
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