6

Cuando llegó al gimnasio después de clases se sorprendió bastante al reconocer a una persona en especial, entró en la pista, aunque su entrenador le llamó la atención por apresurarse y se detuvo justo enfrente de él.

—Otabek—murmuró en voz alta, sorprendido.

El muchacho se veía igual que él, un poco confundido pues el cabello tan largo del chico le tapaba la mitad de la cara, tomó el mechón de cabello y lo hizo a un lado, reconociendo sus vivos ojos verdes, brillando por emoción.

—Yuri—murmuró también, soltando su cabello. —No sabía que estabas aquí.

—Creí que seguías en Detroit.

Hablaron casi al mismo tiempo provocando una risita en Yuri, se sentía algo aliviado de conocer, aunque fuera a una persona...lástima que fuera un alfa y que era mayor, no estarían nunca en la misma clase.

— ¡Nikiforov! ¡Vuelve aquí! —el grito de Yakov les interrumpió.

El omega inflo los mofletes y bufó, Otabek palmeó su espalda.

—Ve, hablaremos después.

Asintió contento y se despidió agitando la mano mientras avanzaba despacio a donde estaba su entrenador.

—Eres igual que tu padre—fue lo primero que el hombre le gritó, comenzando su regaño. —No debes de interferir con la práctica de los alfas, escucha lo que te digo...—de repente su voz se perdió, ah, los regaños de Yakov eran tan repetitivos y molestos.

Volteó de reojo hacia los que salían de la pista, cuando cumplió los ocho años había perdido al único amigo que tenía pues sus padres decidieron llevarle a Detroit, supo que le iba bien gracias a su abuelo y porque en los Grand Prix que participó logro verlo de lejos...había sido algo triste no poder acercarse a felicitarlo.

Pero ahora era diferente, confiaba en que lo buscaría después porque Otabek nunca mentía.

Ese día se esforzó demás en el entrenamiento, se sentía más motivado y era el último que haría en una semana, pues según los cálculos de su madre su celo estaba cerca. Salió cansado y dispuesto a caminar a casa, ese día no deseaba acompañar a su padre por lo que le mando un mensaje avisándole.

Salió con la maleta al hombro y pensando en lo que tenía que preparar para su encierro, no quería empezar desprevenido esa semana así que aprovecharía y pasaría a comprar unas cosas para que pudiera comer...si es que podía, comprar mucha agua también sonaba bien... ¿podría pedirles una hielera a sus padres?

—Yuri.

Se detuvo al escucharle y sonrió, quitándose los audífonos, caminando hacia él.

—Siempre eres tan literal—dijo parando la música del celular. — ¿Esperaste todo este tiempo?

—No hay nada que hacer—se encogió de hombros. — ¿Te acompaño a casa?

—Sólo si no te molesta pasar a la tienda de conveniencia.

—Nada que hacer—repitió empezando a andar.

El menor le alcanzó de inmediato, guardando las manos en las bolsas.

— ¿Tienes mucho aquí? —preguntó Otabek viéndolo de reojo.

—Unos meses apenas.

— ¿Con tu abuelo?

Yuri ladeó la cabeza, suspirando, extrañaba tanto a Nikolai...

—No, el abuelo murió hace unos meses.

—Lo siento, era muy agradable.

Asintió haciendo una mueca, su abuelo pensaba lo mismo de su amigo. Caminaron en silencio hasta el semáforo donde tuvieron que esperar a que se pusiera en rojo para cruzar, su casa estaba realmente cerca de la escuela así que tal podía invitarlo a comer algo, le presumiría que su madre le enseñaba a cocinar.

—Yuri, ¿por qué el entrenador te dijo Nikiforov y no Plisetsky?

El muchacho rubio soltó una risita, era cierto, no le había contado, aunque había querido mandarle el correo, al final se había quedado en los borradores.

—Han pasado muchas cosas...—torció la boca y reanudo su camino cuando los carros pararon. — ¿Quieres quedarte a cenar? Te contaré todo.

— ¿Vas a cocinar tú?

Yuri asintió animado, viéndolo en espera de su respuesta.

—Entonces no.

— ¡Otabek!

El mayor soltó una risa burlona y tan baja que podía confundirse con un jadeo, pero el pequeño omega la conocía bien.

—Es broma, confió en que no me mataras, si acaso tendré una intoxicación o algo así.

—Qué poca confianza tienes en mí, mamá me enseñó y lo hago bien, está en mis genes—dijo presumido y orgulloso pues su padre lo había dicho unas semanas atrás.

—Creí que tu madre no sabía cocinar—preguntó arqueando una ceja.

—No, Ana no—suspiró, deteniéndose y pasándose una mano por el cabello. —Hablo de mi madre biológica.

Intercambiaron una mirada por largo tiempo, como si Yuri pudiera contarle todo con ese simple gesto, aunque era imposible en realidad.

—Tienes mucho que contarme.

—Guardémoslo para la cena—murmuró el omega, intentando evitarlo un poco, pensar que tenía que contarle todo le daba algo de pereza y problema.

—Yo creo que deberías empezar ahora—dijo el alfa, reanudando el paso para entrar a la tienda.

El menor resopló alzando su flequillo y asintió, en realidad tenía razón, y quería que supiera todo para antes de que conociera a sus padres, sería más fácil. Aún tenía que pensar que les diría cuando lo vieran en la casa... ¿pensarían que era indecente que un omega lleve a un alfa a casa? Esperaba que no.

Comenzó a caminar por los pasillos, recogiendo botellas de agua y bolsas de chatarra, además de lo que usaría para cocinar.

— ¿Y bien?

La voz de su amigo a su espalda le provocó un escalofrío, se sonrojó levemente al no saber cómo comenzar y se pasó una mano por la frente, algo desesperado.

—Hace un tiempo descubrí que soy adoptado—comenzó directo, ¿para qué darle vueltas? —El abuelo me hablo algo de mis padres y luego me trajo a conocerlos—vio de reojo a su amigo que le seguía con la expresión de siempre. —Mi madre se llama Yuuri y mi padre, obviamente, Viktor Nikiforov.

— ¿Eres hijo de ese patinador retirado? —preguntó sacando las bolsas de chatarra de la canasta.

—Más o menos—Yuri le fulminó con la mirada, metiendo las bolsas de nuevo entre sus cosas. —Es el esposo de mi madre, sí, pero mi padre es otro que no conozco y tal vez nunca lo conozca porque no quiso saber nada de mí.

—Hm, que duro.

—Ah, no hace falta, Viktor es buen padre, no me quejo.

Otabek soltó otra de sus extrañas risas, cruzándose de brazos.

—Entonces, ¿te quedaste con ellos definitivamente?

—No exactamente—se dirigió a la caja, tomando más dulces de paso. —Me mudé con ellos desde que el abuelo murió, estuve...conociéndolos por un año y medio casi.

— ¿Ana no te dijo nada?

Yuri contuvo la respuesta, pagando lo que le indicó la cajera. Tomó una bolsa y su compañero tomo la otra sin preguntar, esperándole para salir.

—Ana me corrió—respondió finalmente cuando estuvieron en la calle. —El abuelo se puso mal en mi cumpleaños y lo lleve al hospital, ella no estaba como siempre y como estaba solo...hable con mamá y fueron a vernos—contó pensativo, haciendo un recuento de lo que había pasado por primera vez en meses. —Después llego ella, perdió la razón al ver a mis padres y los corrió, después me corrió a mi...me despedí del abuelo y me fui—suspiró, girando en una calle, estaba cerca de casa. —No tenía donde ir así que le hable a mamá y sin pensarlo mucho me trajeron acá, no preguntaron, pero tampoco me queje.

—Suena raro, viniendo de ti.

— ¿Qué cosa?

—No quejarte.

Yuri soltó un bufido y rodó los ojos de nuevo, entrando al edificio.

—Buenas tardes, Yuri—saludó el portero al verle, inspeccionando al extraño. — ¿Tus padres saben de tu visita?

—Ah, no—vio a su amigo y luego al portero. —Es una sorpresa para ellos, no les diga cuando lleguen.

El hombre sonrió y asintió comprendiendo, acomodándose en su silla de nuevo.

—Bien, bien, pasen, linda tarde.

Otabek asintió como agradecimiento, sin alegar nada, siguiendo a su pequeño amigo a las escaleras. El silencio se prolongó mientras subían, el alfa veía de vez en cuando al rubio que parecía haberse perdido en sus pensamientos, Yuri no era así, pero en el fondo no había cambiado mucho, podía notarlo en su mirada.

El omega rebuscó en su mochila las llaves del departamento y abrió encontrando de inmediato a Makkachin que se paró extrañado al ver a su visita, gruño bajo, listo para ladrar.

—Calma, es un amigo—acarició su cabeza y dejo que Otabek pasara para cerrar la puerta.

—Creí que eras una persona de gatos—dijo inclinándose para acariciar al cachorro que de inmediato cedió.

—Soy una persona de gatos, pero Makkachin no me molesta—sonrió dejando las llaves en el cuenco de siempre, para caminar a la cocina. —Pasa, puedes dejar tus cosas en la sala.

El muchacho kazajo asintió y le siguió curioso, vaya lugar, si antes había pensado que Yuri vivía en una casa lujosa ahora podía afirmarlo, seguro que ganar la medalla de oro en el Grand Prix dejaba bastante.

— ¿A tus padres no les molestara que este aquí? —preguntó quitándose la mochila, sonriendo levemente al gatito que dormía en el sillón

—No creo—respondió desde la cocina.

Camino a donde había visto al omega meterse y se acercó para lavarse las manos.

—Fue un periodo extraño, ¿sabes? —comenzó de nuevo el menor, desde el aeropuerto hasta llegar aquí, no tengo los recuerdos muy claros.

—Estabas muy triste, supongo.

—No solo eso—Yuri encendió la estufa, dejando la cacerola con agua encima de la hornilla. —Estaba bien cuando entré allá, pero...de repente hubo un aroma extraño y luego sentí mi cuerpo diferente, tenía calor y no podía pensar claro.

El muchacho detuvo sus acciones para voltearlo a ver, atento.

—Después reconocí el aroma de Viktor y otro muy fuerte que nunca antes había olido—frunció el ceño, con la vista perdida. —Luego el aroma de Yuuri y Viktor me azotaron el olfato, así que menos podía pensar...lo siguiente que supe es que estaba aquí y tuve mi primer celo, qué por cierto, es horrible...y...es todo, creo.

El silencio le respondió, alzó la mirada y se encontró con su amigo muy pensativo, parecía analizar todo lo que le contó.

—Entonces, ¿encontraste a tu pareja destinada?

—Eso creo, al menos eso dijo mamá...pero no recuerdo ni su cara, Viktor no me dejo verla.

—Hmm...bueno, me alegro que tus padres estuvieran ahí, pudo haberte lastimado.

—Supongo—respondió tomando las verduras que recién había picado Otabek para echarlas en la cacerola. —Lo único que sé es que ahora tengo que aguantar esta tontería del celo.

Su amigo volvió a reír, en evidente burla hacia él.

—Qué bueno que no soy un omega.

Yuri frunció el ceño y lo golpeó con el cucharon, aunque no pudo evitar sonreír.

-/-

Viktor sintió algo extraño cuando entro a la casa, era un cambio en el aroma normal que le puso un poco inquieto, sin embargo, como su esposo no pareció notar nada prefirió mantenerse callado, un poco a la defensiva en caso de tener que saltar encima de alguien.

— ¿Pasa algo? —escuchó la pregunta de Yuuri y entendió que no era muy bueno disimulando.

—No, nada—respondió simple viendo a Makkachin salir de la cocina para correr a ellos.

Fue bien recibido con mimos por parte de su "madre" y se sintió algo ofendido por la falta de entusiasmo de su "padre". De pronto escucharon la risa de su hijo y ambos se quedaron estáticos, intercambiaron una mirada y apresuraron el paso a la cocina, había alguien más en la casa.

Viktor se asomó primero y vio a los dos adolescentes que estaban sentados a la mesa, platicando y bebiendo té. Carraspeó y se cruzó de brazos.

—Yuri—le llamó, firme.

El joven volteó sorprendido, en primera nunca le había hablado así...Viktor en su faceta de padre alfa era raro, y dos, no había escuchado cuando llegaron.

—Ah, era una sorpresa—vio a Otabek y contuvo una sonrisa.

—Sorpresa.

El tono de voz de Otabek provoco que se riera, ah, la simpleza de su amigo le divertía bastante. Cubrió su boca al ver el rostro serio de sus padres y carraspeó para disimular un poco.

—Él es Otabek, es un amigo de Kazajistán, estuvo conmigo en Moscú donde entrenaba, pero se fue a Detroit un tiempo y hoy me lo encontré en la práctica—explicó de forma breve.

—Sí, y olvidas que es un alfa y tu estas a nada de comenzar tus días vulnerables—reprendió Yuuri con ese tono maternal y firme que ya le conocía, era incapaz de llevarle contra cuando le hablaba así.

El menor se sonrojo, la manera en que su madre llamaba a su celo era algo vergonzosa, pero lo prefería a la palabra real.

—Ah, no se preocupen por eso—dijo de inmediato el muchacho, poniéndose de pie. —Perdí el sentido del olfato por un accidente, en Kazajistan—aclaro sin inmutarse. —No percibo ningún aroma de ningún omega, podría estar aquí durante su periodo...vulnerable y no sentiría nada.

Yuuri le vió aún algo desconfiado, no es que pareciera un mal chico, es que era un alfa a fin de cuentas y pudo haber lastimado a su niño, sin embargo, Viktor se relajó, confiando en su palabra al permitirse olfatear a ambos en la distancia.

—Está bien, no miente—tranquilizó a su esposo, peinando sus cabellos. —El aroma de Yuri ya cambió un poco, él habría reaccionado.

Suspiró y asintió, demostrando la fe ciega que le tenía a su pareja.

—Bien, bien—se acercó y le tendió la mano al joven, quien de inmediato la tomó. —Disculpa mi rudeza, soy Yuuri, madre de este niño rebelde.

Yuri resopló, alzando su flequillo, y rodó los ojos.

—Un placer—dijo cuándo soltó su mano y se inclinó levemente. —Yuri ya me ha hablado de ustedes.

—Cosas buenas, espero—Viktor entró para saludar al invitado, también. —Soy Viktor.

—Es usted famoso, sería raro no conocerlo

El mayor sonrió y asintió, enternecido, haciendo un ademán con la mano para que se sentara de nuevo.

— ¿Ya cenaron?

—Los estábamos esperando—el omega se levantó para pararse junto a su madre y mostrarle lo que había hecho, recibiendo casi una fiesta como recompensa.

Otabek miro a su amigo sonrojado entre los brazos de su madre que besaba su frente. Si, Yuri había cambiado, pero había sido algo bueno.

-/-

—Tus padres me agradan, no son para nada como Ana y su marido.

—Son completamente distintos...

—Por un segundo creí que Viktor me iba a cortar la cabeza.

—Te lo mereces por adulador—Yuri se rio y le pasó la bolsa que su madre le había dado. —Mamá dijo que te llevaras un poco de la cena.

—Gracias—recibió la bolsa de papel y se la pego al cuerpo. —Me voy ya, no debes estar afuera así.

—Ah, no empieces Viktor dos.

Otabek sonrió y tiró de su oreja sin lastimarle.

—Se bueno con ellos, de verdad te quieren.

—Lo sé—le dio un manotazo para que le soltara y suspiró.

—Y te ves feliz aquí.

El menor se sonrojo al saberse descubierto y asintió, cerrando los ojos.

—Lo soy—murmuró cruzándose de brazos. —Te veo después.

El mayor asintió y le hizo girar para que regresara al edifico.

—Buenas noches, Yuri—fue su simple despedida, viéndolo entrar al edificio.

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Estoy en racha aun xD tres días seguidos actualizando? wut(?) xD

En fin, espero les guste este cap uwu tengan en claro que acabo de meter a Otabek xD son amigos, si? aun no pongo nada de romance, tendran que esperar un poquito más para eso, pero mientras vamos lento pero seguro :3 necesitaba una introduccion así para el kasajo asi que espero me haya quedado bien xD

Gracias por leer, por los votos y los comentarios que me hacen feliz <3 (tengo 1k de vistas wuuuuuut? xD)

Les amo con todo mi cerebro <3

Rave

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