Extra 3

MELANKA.

Andrei tiene una cara de espanto que no se la aguanta mientras los Kinahan abren paso y los autos principales se acercan a él, parado en la entrada de su casa con la rusa de su hermana oculta tras su espalda, desde aquí se ve desesperada, apostaría a que está llorando, y eso me entretiene tanto...

— ¡No pensaste que volvería! ¡¿cierto?! ¡Ven a besarle el culo a mami! —me lo pensé unos segundos—. ¡Quédate ahí que mejor voy yo!

Cargué mi arma y metí el cuerpo lo suficiente para protegerme la panza de las balas que rebotan en el auto, sacando los brazos únicamente para disparar a todo lo que estuviera a mi alcance, riendo a carcajadas.

— ¡Me siento tan viva, carajo!

Nero a mi lado, giró lo suficiente para besarme en la mejilla y carcajear conmigo, centrándose después en lo que pasa a nuestro alrededor, balas, sangre, maldiciones y oh...

— Enok va a matarme...

Nero volteó a mirarme con rapidez, pidiéndole a quienes van con nosotras en el auto que nos cubrieran mientras ve mi brazo empapado de sangre, mi sangre, me dio una bala directo en el antebrazo y duele como la mierda.

— ¡Le dije que no iba a lastimarme! —alterándome—. Saca la bala, hay que sacar la bala y hacer un torniquete, haber... —mirando en todas direcciones—. Haber ok, calma — respiré profundo, viendo a Nero con más pánico que yo, ladrando ordenes—. Es sólo una bala, sólo una y en el brazo, no pasa nada, me han pasado cosas peores estando embarazada — relajándome ligeramente—. Ok, yo saco la bala.

— ¿Estás loca? —Me regañó sujetando el brazo antes de que lo quitara—. Yo lo hago, tenemos un botiquín, tú tranquila, le hacemos los primeros auxilios y continuamos.

— Me gusta ese plan, sólo sácala, yo estaré bien.

Asintió preocupada, aceptando la pequeña maletita con una cruz roja en el centro, con esa nos tendríamos que arreglar. Nero asintió en mi dirección, esperando que le diera aprobación para escarbar en mi brazo, y en cuanto lo hice, las pinzas se me clavaron en la piel, buscando la maldita bala que no debe estar tan lejos, el auto conduciendo más lento para darnos tiempo suficiente antes de bajar y acribillar al Boss ruso.

— ¡La tengo! Ya la tengo, ahora pondré algo de gasa dentro y lo vendaré bien, tú no te preocupes por nada, y tú tampoco Nesta, que la tía Nero se hará cargo de cuidar de ambas.

Sobándome la panza sin importarle dejarme algunas manchas de sangre por aquí y por allá, bueno, no es importante, lo que sí es importante es la voz de mi marido hablando por la radio, sigue preguntando por nosotras, no nos ve y suena preocupado, debo hacerle saber que está todo bien.

— Carajo, Melanka, Nero, digan algo, sus rastreadores no dejan de pitar.

Tomé la radio con mi mano libre, dejando que la pelinegra frente a mí terminara el trabajo, presionando el botón del costado para ser escuchada por los otros rastreadores.

— No te preocupes, ambas estamos bien, sólo un par de problemas técnicos.

— ¿Problemas técnicos? Los rastreadores no dejan de pitar ¿Qué les pasó?

— Nada, nada, no te preocupes, concéntrate que en eso quedamos, te amo.

— También te amo, pero espero que no estés planeando ninguna locura.

— Nada intencional, cariño, nos vemos al final de todo esto.

Cortando la comunicación, suspirando y mirando los dedos en alto de la pelinegra, trabajo terminado, mi brazo está vendado, aún lo puedo mover, continuemos.

Recuperamos las armas y continuamos derribando a todo aquel que pidiera nuestras cabezas en una bandeja de plata, la casa de cristal está a cinco metros de distancia, abrí la puerta antes de detenernos y bajé rodando por el piso, abrazándome la panza para evitar daños, levantándome en un fluido movimiento, disparando a las manos de Andrei antes de que se atreviera a levantar fuego en mi contra.

Nero por su parte se encargó de la puta rusa oculta tras él, un disparo certero en la pierna a quién no está acostumbrada a este tipo de dolor, y cayó de rodillas al piso, quejándose, su hermano parándose frente a ella con la expresión de rostro opacándole esas bonitas facciones que se gasta, un tonto intento por protegerla.

— ¿Qué demonios haces aquí? Mírate, joder, este no es lugar para una mujer, menos embarazada.

Mirándome directo a los ojos, los suyos con una mezcla de miedo profundo, dolor y rabia.

— Creí haber sido clara cuando te advertí que no volvieras a meterte conmigo —disparándole en la rodilla, viéndolo tambalearse, lucha con continuar de pie y proteger a su hermana—. Al parecer no di el suficiente miedo, porque me has tocado los ovarios por meses, yo debo estar tranquila, estoy embarazada, sí, pero con escorias cómo tú enviando gente para que te lleven mi cabeza — carcajee negando—. Estás loco si crees que me quedaré de brazos cruzados o de pierna arriba esperando en casa que obtengas tu merecido, vine a hacerte pagar en persona, es lo único que dejaría tranquila mi conciencia.

Una pared de personas se encargó de protegerme mientras yo me ocupo del ruso, esto debe ser rápido, Nilak debe estar caminando por las paredes sabiendo que se armó una misión sin él mientras estaba peleando o follando con mi mellizo, ni siquiera hemos encendido los móviles, su reto ya lo recibiremos al regreso.

— Las mujeres no nacieron para guiar, no son líderes, no son nada, su deber es ocultarse tras nosotros, un hombre protege al sexo débil ¡Eso es lo que intento enseñarte, carajo! Sólo mira a m hermana, ese es tu lugar, detrás de tu marido y siempre va a ser así.

Disparé a su otra rodilla, viendo cómo cae de rodillas, esta vez no pudo mantenerse de pie, y sé bien que no debo matarlo, pero le provocaré la mayor cantidad posible de dolor para que no se le olvide nunca quién soy yo.

— Yo no nací para ocultarme detrás de nadie, mi lugar es junto al Capo, a su lado, luchando hombro con hombro, sólo mira a la mierda patética de tu hermana, si tú y tu pito pequeño no la hubiesen privado de entrenamiento, ahora mismo no estaría herida, esa sangre que le escurre por la pierna es toda tu culpa, y si muere hoy, eso cargará sobre tu espalda, porque eres débil, débil de mente, incapaz de ver más allá de tu nariz —disparándole en la muñeca, escuchándolo gritar—. No vuelvas a subestimarme, hoy me llevaré tu mano — caminando hacia él—. La próxima vez, no quedará nada de ti, ni siquiera un rastro para que puedan enterrar tus seres queridos.

Pateándole el pecho, viendo el pánico teñirle las facciones, su hermana llora, arrastrándose hacia mí, intentando detenerme, pero Nero se encargó, pateándole la cara con fuerza, sujetándola por el cabello para inmovilizarla.

— Por favor, no la maten a ella, sólo... por favor — suplicó el Boss, sujetando mi pie con manos temblorosas—. A ella no, pediré perdón de rodillas todo lo que quieras, toma mi mano o ambas cómo sea, pero no la mates, por... por favor no la mates.

Sonreí con malicia, sintiendo el delicioso olor del miedo emanar desde él, sabe que yo tengo el poder ahora, sabe que soy quien controla la situación.

— ¿Qué tal si me besas los pies un poco? Eso siempre me pone de buen humor, el que rueguen.

Oliver llegó cuando Andrei, sin quitarme la vista de encima, se acercaba a mi zapato y lo besaba, el chiquillo no pudo aguantarse las ganas de apoyar el pie en la cabeza del ruso, aplastándolo sobre mi zapato.

— Creo que no lo estás haciendo bien, besa los pies de mi hermana con más cariño, sé que puedes hacerlo mejor, podemos enseñarte a suplicar, mi hermana es muy buena haciendo que rueguen por su perdón.

Enok llegó trotando por dónde mismo llegó mi hermano, jadeante y salpicado de sangre, medio sonriéndome al ver la escena, señalando a Oliver.

— Me agrada este chico.

— Y a mí, no tienes idea cuánto.

Señalé estirando el brazo para desordenarle el cabello, pidiéndole con un sutil movimiento de cabeza que quitara el pie.

— Te dejaré elegir ¿Qué mano quieres que me lleve?

Levantó la cabeza, sangre escurriéndole de la nariz, mira de reojo a su hermana que sigue presa de Nero, la pelinegra la jala por el pelo con la fuerza suficiente para hacerla lloriquear, ya sabemos que es el punto débil de Andrei y es ahí dónde debemos presionar.

— La izquierda — respondió con los dientes apretados—. La izquierda, sólo... no la mates, por favor, haré lo que sea, lo que me pidas.

Empuñé mi arma y disparé a la puta rusa en el brazo, aumentando los gritos.

— ¡Por favor! ¡Lo estoy pidiendo por favor! — sujetándose de mi pierna—. Haré lo que sea, no pisaré tu casa otra vez, no intentaré nada, lo juro por mi vida, pero no le hagan daño — sus ojos rápidamente se hicieron vidriosos, está por llorar el bebé ruso—. Por favor Melanka... me retracto de todo lo que dije sobre ti, sólo no la mates... ella no ha hecho nada para merecerlo, descarga tu furia conmigo.

— Una oportunidad — pateándolo para que regrese al piso, sentándome sobre él—. Te daré una oportunidad — sacando mi navaja, liberando el filo—. Si vuelves a meterte en mis territorios o se te ocurre la tonta idea de volver a enviar a tu gente — clavándola en su muñeca con fuerza, escuchándolo gritar—. Voy a venir aquí, torturaré a tu hermana mientras te hago mirar, y luego te mato.

Disparándole tres veces en su otro brazo, viendo que tiene intenciones de tocarme, no me fiaré de su palabra nunca, sus promesas, sus juramentos no son nada para mí, protegeré a mi bebé de todo lo que pueda llegar a ser una amenaza.

— ¿Entendido?

Asintió con lentitud, apenas consciente, está pálido y sudado, débil, eso no me impidió cortarle la mano con toda la tardanza posible, recibiendo ayuda de Oliver, quien sujetó la extremidad para que dejara de moverse, y usando la misma, le di un par de palmaditas en la mejilla, levantándome.

— Espero no tener que verte la horrible cara otra vez, y tú — mirando a su hermana—. Reza porque él no sea tan tonto cómo para buscarme de nuevo, porque si lo hace, a ti te irá mal.

Asintió temblorosa, herida, y el rostro empapado de lágrimas.

— No hay nada más que hacer aquí — señalando a Enok con la mano—. Embalsamaremos esto y lo pondré cómo trofeo en el despacho, haremos esto desde ahora, un estante repleto de manos de quienes me tocan los ovarios — dándome palmaditas en el hombro con la misma—. Soy toda una genio.

Caminando hacia mi marido, quien estiró la mano que parece estar más limpia que la mía, limpiándome la mitad del rostro para poder besarme.

— Me aterra las cosas que haces con esas manos pequeñas tuyas, pero también me excitas ¿Qué debería hacer?

— No traumar al pobre y pequeño Oliver que sólo va pasando por aquí — mencionó mi hermano, cubriéndose los oídos—. En dos meses cumplo dieciocho, sigo siendo un pobre e indefenso niño, respétenme, sucios. Melanka, te acusaré a mamá.

Carcajee negando, estirando el brazo para sujetarlo del cuello y besarle la mejilla, ensuciándolo con la sangre del cerdo que perdió el conocimiento en el piso, su hermana se arrastra hacia él para atenderlo, gritando por ayuda.

— Vamos a casa, pobre e indefenso niño, terminamos aquí.

— De todas maneras, le diré a mamá.

— No, no dirás nada. Si hay algo que me da miedo, es tu hermana — mencionó Enok, rodeándolo por el cuello también—. Y si hay algo que me pone los pelos de punta, es tu mamá enojada. Sin duda Melanka sacó de ella lo sanguinaria.

— Si sabes que no es mi madre biológica ¿Cierto?

Sintiéndome agradecida de todas maneras el que buscara similitudes.

— Da igual si es la biológica o no, lo importante es quién te cría, y ella te crío cuando más lo necesitabas, te ama, es tu mamá.

— Sí, tienes razón, es mi mamá digan lo que digan.

Nos dejamos de cursilerías y continuamos con nuestra labor para limpiar el camino y salir ilesos, gané dos disparos más, en esta ocasión el hombro y la pierna, pero mi vientre quedó ileso por fortuna, Enok podría tener siete infartos en estos momentos, mirándome a la distancia, preocupado, tanto, que terminaron dándole también, ningún punto vital por fortuna, pero le dije que no se distrajera, distraerse es peligroso, a mi me dieron porque esta panza hace que me canse más pronto, pero él no tiene razones realmente buenas para dejar que lo lastimen.

Ya en el avión de regreso, se ocupó de curarme él mismo, me tomó la presión y apoyó la mano en mi panza sólo para sentir a nuestra hija moverse, tranquilizándose lo suficiente para que dejaran de temblarle las manos.

— Bueno, fue una misión exitosa —levantando la bolsa que contiene la mano del Boss—. Ahora sí que podemos relajarnos hasta el parto.

— ¿Exitosa? Te lastimaste.

Mirándome con reproche, quitándome la bolsa y lanzándosela a Liam, riéndose al ver cómo este se puso pálido y la lanzó hacia Oliver, este sí que se la quedó, es más, la abrió para curiosear, mientras el mayor de mis hermanos es semi consolado por Nero, quien se ríe por su falta de estómago, tiene mucho que aprender aún.

— Estoy bien — encogiéndome de hombros—. Sólo un par de rasguños.

— Te dieron balas.

— Pero en lugares poco importantes.

Señalé.

— Todo tu cuerpo es importante, mujer, una herida puede llevarte a perder gran cantidad de sangre, eso lastimaría a la bebé, podrías perderla y matarte en el proceso, no puedo vivir sin ti.

Y sonreí, porque a pesar de estar babeando por nuestra hija aún no nacida, sigue diciendo que sin mí no puede vivir, eso es tierno, muy tierno.

— La cosa es que se necesita más que unos rasguños para librarse de mí, y yo hago bebés todo terreno ¿Cómo crees que sería si yo me cuidara tanto que evitaría hasta el roce de las hojas cayendo en otoño? Viviría enferma, Enok, esta bebé daría problemas por todo, quizá ya hubiese ido a parar a un hospital, ya sabes, muchas cosas malas. Entre más delicado críes o cuides algo, más frágil es, y yo no quiero ser frágil, mucho menos criar niños frágiles.

Asintió convencido, pero a la vez, en contra de mis ideas, suspirando.

— Me pones los pelos de punta cada vez que haces algo arriesgado, y no es porque te vea incapaz, es que temo que te hagas el daño suficiente cómo para regresar incompleta a casa, perder a la bebé sería un duro golpe para ambos, tú lo has pasado bien en el embarazo, te has conectado con ella, te he oído hablándole por las noches mientras te tocas la panza con la delicadeza que nunca te he visto usar, le prometes cosas, le dices que ya la amas, yo no... no quiero que nadie te quite eso.

Dejé mi asiento y usé sus piernas para acomodarme, rodeando su pecho sin lograr llegar al otro lado, apoyando mi cabeza sobre él, sintiendo sus caricias suaves, su mentón sobre mi coronilla, respiraciones pausadas y tranquilas.

— Hay días buenos y días malos. En mis días buenos, que son la mayoría de ellos ahora, soy tan feliz que, si me muriera hoy mismo, no tendría arrepentimientos, hice todo lo que había soñado siempre con hacer. Me casé, formé una familia, tuve hijos, tengo unos padres maravillosos, hermanos increíbles, ambas familias, encontré a mi mellizo, vivo en un bonito castillo cómo una princesa, tengo un lago y un puente que me encantan, muchos animales, aviones y autos con los que disponer, dinero a montón, comida para todos los gustos — suspiré—. Lo tengo todo, contigo lo tengo todo.

— ¿Y qué ocurre en tus días malos?

Preguntó sin dejar de acariciarme con lentitud, sólo disfrutando del contacto físico sin dobles intenciones, sólo nosotros existiendo con el otro.

— Mis días malos ocurren cuando una pesadilla me arrastra fuera del sueño, en ellas sigo siendo esclava, sigo en la jaula con esos grilletes pesados masticándome la piel, sigo casada con Lucas, temiéndole, y Charlie sigue siendo maltratado por él. En mis días malos, pienso en cómo hubiese sido mi vida si tú no me hubieses comprado, despierto en ocasiones con la sensación de que todo fue una fantasía, y lo único que me regresa a la realidad son tres cosas, sentirte pegado a mi cuerpo, abrazándome, recordar a Charlie llamándome mamá, y las patadas de Nesta en mi panza, ustedes son mi mundo entero, mi felicidad, mi todo, y por más locuras que haga, jamás, jamás haría algo que me pusiera en peligro extremo y ponga todas las cosas maravillosas que tengo en riesgo, así que no te preocupes por esto, no era peligroso para mí, de serlo, te juro que yo me haré a un lado hasta que Nesta nazca, proteger su futuro y el de Charlie es lo más valioso para mí ahora.

Besó mi coronilla y continuó con sus caricias suaves, deslizando una de sus manos hacia mi panza, trazando lentas caricias circulares, siendo bien recibido por nuestra hija quien da fuertes patadas justo dónde apoya la mano, y sé que eso lo hace feliz, le gusta sentir cómo nuestra bebé menor va creciendo, pronta a conocer este mundo que labramos cuidadosamente para ella.

— Espero que, con el tiempo, los días buenos superen a los malos — dijo por fin, luego de un silencio cómodo entre nosotros, los demás demasiado ocupados en lo suyo para prestarnos atención—. Nunca volverás a ser esclava, nunca tendrás que ocupar grilletes ni entrar en una estúpida jaula, y no habrá otro hombre para ti además que mí. Te juro que siempre, siempre estaré contigo, hasta en tus peores días, lo juré frente al altar, siempre contigo, rubia.

Dice que no tiene sentimientos ni capacidad para sentir, pero siempre que quiere reconfortarme, dice las palabras más dulces.

— Siempre contigo, Enok — correspondí—. Pase lo que pase, frente a todo pronóstico.

Y pienso cumplirlo.

***

Seis semanas después...

ENOK.

Entré en pánico, Nilak es el experto en estas cosas, y justo hoy eligió salir a una cita con Henry.

Abril y Elijah fueron con las gemelas a chile para convencer a la mamá biológica de que conozca a Henry, el mellizo gay quiere conocer a esa mujer de la que aún no tengo ideal del nombre, creo que lo mencionaron alguna vez, pero odio tanto a esa zorra que no soy capaz de procesar el nombre que le dieron.

Nero y Liam fueron a follar a una cita fuera de casa.

El resto de hermanos se decidió justo hoy a ir a una competencia de lanzamiento de hachas, todos muy entretenidos, se fueron anoche y regresan en tres días ¡Tres días!

Y mis padres, al ver que estoy realmente bien ahora se fueron de segunda luna de miel para celebrar su muy feliz matrimonio.

Eso me deja sólo con mi mujer a punto de parir, ni siquiera creo que podamos llegar al maldito hospital, Melanka no puede ni siquiera cerrar las piernas, comenzó a orinarse de pronto aunque ella lo llamó por otro nombre, me dijo que fuera por el bolso de la niña, y para cuando llegué, estaba sentada en el piso con un espejo entre las piernas y dice que puede ver la cabeza de la bebé asomándose, así que yo estoy entrando en pánico porque nadie me preparó para esto, estamos solos con un montón de criadas ineptas y necesito que me hija nazca bien.

— Ve por Abigail, ella sabrá qué hacer — dijo intentando calmarme—. Pero primero súbeme a la cama, no quiero parir en el piso cómo los animales, diles a las sirvientas que Charlie no puede entrar a este cuarto hasta que nazca Nesta, y Enok, tranquilo, puedo soportarlo.

— Te ves cómo estuvieses muriéndote, gritas de dolor y tú lo toleras bien.

Caminando hacia ella con premura cargándola con la mayor delicadeza posible, escuchándola lloriquear mientras se sujeta la panza, suda tanto que se le pega el cabello al rostro, y odio ser un inútil en situaciones como estas.

— Cuando la niña nazca, todo el dolor valdrá la pena, te lo juro, ahora ve, que no puedo aguantar más y necesito que Nesta esté bien, llama a la ambulancia, necesitará inscripción, vacunas, controles, y toda esa mierda.

— ¿Por qué nadie me dijo que tener hijos era tan dificil? — jalándome de los pelos—. Con Charlie no fue tan difícil.

Apresurándome hacia la puerta, llamando a la ambulancia para hacerles saber que mi esposa está por tener un bebé.

— ¡A Charlie lo traje criado!

Me gritó en medio de otra contracción, y yo mejor cerré la puerta antes de que me dé algo, corriendo por los pasillos, mandando a las sirvientas para que entretengan a Charlie y sus perros, gritándole a Abigail quien le gritó a otras tantas algo de agua tibia, toallas, tijeras esterilizadas y un montón de mierdas a las que no les presté atención, mi prioridad es volver con mi esposa que está medio muriéndose en la cama y Nilak no me dio clases sobre qué hacer si nadie estaba en la casa, no sé qué hacer.

Casi eché la puerta abajo al entrar a la habitación, caminando a grandes pasos hacia la cama, ella me dijo cómo quería que fuera esto, lo mencionó alguna vez, debo intentarlo, ser lo que ella necesita a pesar de mi miedo.

— Ya regresé, cariño, estoy aquí — tomando asiento junto a ella, tomándole la mano—. Abigail y su equipo de sirvientas viene en camino, están buscando las cosas, el niño está entretenido y la ambulancia en camino, ya no hay nada de qué preocuparse, saldrá todo bien.

Me miró con esos ojos increíblemente azules anegados en lágrimas, asintiendo, estrujándome la mano mientras se le contrae el rostro de dolor.

Nunca me sentí más inútil en mi vida, si pudiera evitarle este dolor, lo haría, preferiría mil veces sentirlo yo a que ella sufra de esta manera ¿Por qué las mujeres se llevan la peor parte siempre?

— Enok... me duele... ya no quiero aguantarlo más... ayúdame...

— Pero ¿Qué quieres que haga? Es que no sé qué hacer, nadie me explicó.

Hiperventilé, esto es más de lo que mi capacidad mental es capaz de soportar.

— La mujer esa, la que me parió lo hizo en casa — dijo apretándome la mano otra vez—. Ayúdame, pon las sabanas sobre mis piernas y mira debajo si ves la cabeza del bebé, yo la vi, pero no la he mirado ahora.

— Si veo eso, me vas a traumar de por vida, Melanka.

— ¡¿Quieres ver nacer a tu hija o no?!

En esta situación, no estoy en condición de contradecirla, por lo que me apresuré a seguir sus indicaciones, doblé sus piernas por la rodilla y las separé lo suficiente, colocando las sabanas bien dobladas encima de estas, tomando una respiración profunda antes de levantarla lo suficiente para mirar entre sus piernas ¿Dónde carajo se metió Abigail? Le dije que esto tenía que ser rápido ¡Le dije que viniera ya!

— ¡Carajo, Melanka! ¡Si le veo el cabello y todo!

— ¡Se va a ahogar si no la sacas! Ayúdame a parir.

— ¡Pero yo no sé qué hacer!

Entrando en pánico, mirando entre sus piernas y su rostro acomplejado.

— Sólo asegúrate de que salga, sé delicado, yo tengo que pujar, ya no aguanto más.

No me prepararon para esto, carajo, pero tengo que poder, por el bien de mis chicas, tengo que poder.

— Ok, ok, la recibiré en lo que aparecen las estúpidas sirvientas — arrodillándome entre sus piernas, doblando las sabanas sobre sus rodillas—. Has lo que tengas que hacer, me aseguraré de recibir a nuestra hija sin problemas.

Asintió apretando las sabanas bajo su peso, observándome con determinación, y sin mayor retraso, comenzó a pujar, parece que le duele mucho, un bebé es... es una cosa grande que sale por... por eso tan pequeño entre sus piernas.

— ¡Estás pálido y a la que le duele es a mí! — reprochó—. ¿Cómo voy?

Relamí mis labios secos, temeroso, mirando otra vez, casi está la totalidad de la cabeza fuera, debería haberme preparado mejor, ver videos de parto o algo, cualquier cosa que le fuera útil para que sufriera menos.

— Vas bien, cariño, vas bien, puja otra vez, inténtalo preciosa.

Me sequé el sudor de las palmas en los pantalones y me acerqué a esa... esa cabeza que salió apenas la rubia pujó de nuevo, llora de dolor, buscó mi mano y la apretó con fuerza mientras yo la animaba a continuar, nuestra hija está por nacer, tengo que ser valiente por ella y por mi mujer que se está partiendo en dos por traer al mundo una nueva vida.

— Vamos preciosa, un ultimo intento y ya estará fuera, tú puedes con esto, trae a Nesta al mundo.

Asintió con el rostro empapado en lágrimas y soltó mi mano para mordérsela antes de romperse los dientes y pujó otra vez, su mano sangra, le duele, le duele muchísimo, está temblando, pero... pero le insistí, le dije que podía hacerlo, ya falta muy poco, falta... falta tan poco...

Apenas los hombros de la niña estuvieron fuera, con toda la delicadeza que mis torpes manos me permitieron, la jalé, con mucho cuidado, cada vez que la rubia pujaba y sus gritos me nublaban la razón, pero entonces... entonces...

El llanto de la pequeña resonó por todo el cuarto, la inútil de Abigail entró con su sequito de tontas y lentas sirvientas, mientras yo tomo una de las sabanas y limpio a la niña, tan frágil y pequeña entre mis brazos, tan viva... tan... rosada...

— ¿Está bien, Enok? ¿Está todo bien con ella?

Preguntó mi esposa, dejando de morderse la mano, apoyando la cabeza sobre la almohada, está agotada...

Cubrí su entrepierna con las sabanas y le sonreí, acercándome a ella, la bebé aún unida a su madre por el cordón, pero la cargué con cuidado, con mucho más cuidado que a Charlie, y se la enseñé.

— Es una niña perfecta que no tiene nada de malo — me están ardiendo los ojos, carajo—. Es rubia cómo tú, con los mismos ojos que tú, igual de pálida que tú, haces copias de ti nada más, rubia.

— Señor, hay que cortar el cordón.

Mencionó Abigail, acercándose.

— ¿Es bueno que lo haga ahora? — pregunté a Melanka que no deja de llorar, pero sonríe, llora de felicidad ahora—. ¿Pasó así con Charlie?

— Sí, está bien, pasó igual, no te preocupes.

Sólo entonces dejé que mi ama de llaves se acercara, pinzara el cordón cerca de la niña y lo cortara, dijo que debían sacar la placenta ahora, yo creí que sólo era el bebé, no tengo idea de qué es placenta, pero ellas se encargarán, Melanka tiene que sufrir de nuevo, tiene que pujar para lo que sea que deba salir, salga, y yo... cómo ella me pidió, le estoy dando el primer baño a nuestra bebé, intentando ser lo más delicado posible, es tan pequeña y frágil que temo romperla, Charlie es más duro, más difícil de romper.

Para cuando la tuve lista, la ambulancia llegó, rápidamente fue revisada por los profesionales, pregunté por cada procedimiento, y cada vacuna que le pusieron, yo no tengo idea de estas cosas y debo asegurarme de que sea seguro para mi hija.

Una hora después, inscrita, completamente sana, vestida, y dormida, la llevé con su madre que duerme agotada en una cama ya limpia, las sirvientas hicieron su trabajo y nos dejaron a solas luego de que les pidiera que trajeran a Charlie, el pequeño tiene que conocer a su hermana.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué...?

— Shh... cariño, todo está bien, sólo que la niña tiene hambre — desabrochando el camisón para descubrir uno de sus pechos—. Descansa, yo estaré justo aquí, asegurándome de que todo esté bien.

— ¿Charlie? — preguntó en un susurro—. De seguro está preocupado...

Habla muy bajo, en susurro, no abre sus ojos,

— Ya lo hice llamar, vendrá dentro de poco para conocer a su hermana, tranquila, tengo todo bajo control, descansa, hoy no voy a trabajar, me quedaré justo dónde estoy.

— Gracias Enok...

Se relajó nuevamente contra mi cuerpo y así supe que se quedó dormida de nuevo, y yo, me encargué de que nuestra hija se alimentara con seguridad, mi mano en su espalda en todo momento, sujetándola sobre el pecho de su madre.

— Eres tan pequeñita... — sonriéndole a la rubia en miniatura que me mira—. ¿Tu hermano habrá sido así de pequeño? Moriría por haberlo cuidado desde el principio, Lucas jamás se lo mereció, tu hermano es un niño increíble, mi hijo, ambos son mis hijos y los amo por igual...

La puerta se abrió de pronto, un pequeño cuerpo jadeante me miró y sonrió amplio, viendo lo que tenía su mamá encima.

— Ven aquí, garrapata, ahora tenemos una pulga intensa y chupasangre también en la familia.

— ¿Esa es Nesta? ¿La cigüeña ya vino a dejarla y se llevó la panza de mamá?

Melanka y sus historias tontas de cómo llegan los bebés ¿Cómo va a saber él la verdad más adelante? No entiendo, pero espero hacerlo, tendré que leer, compré muchos libros sobre paternidad, debo ponerme al día.

— Sí, es Nesta, ven, la cigüeña acaba de irse y se robó la panza de mamá, ahora está normal otra vez.

Las sirvientas cerraron la puerta tras él y nos dejaron a solas, Charlie vino hasta la cama con paso lento, pero la mirada curiosa, subiéndose a la cama, arrastrándose hasta tomar asiento sobre mí, inclinándose hacia su mamá y su pequeña hermana, estirando la mano, mirándome sorprendido cuando Nesta le sujetó un dedo.

— ¿Crees que ya me quiera, papá?

Le sonreí al niño, asintiendo sin dejar de sujetar a la bebé, usando mi mano libre para acariciarle el cabello.

— Eres imposible de odiar, garrapata, de seguro ya te quiere y se siente muy protegida por su hermano mayor.

— Yo seré un Kinahan cuando sea más grande, debo protegerla ¿Cierto? Y enseñarle, mami dice que las niñas son tan fuertes cómo los niños.

Incluso peores, hijo. Incluso peores.

— Así es, en los Kinahan no hay algo cómo los hombres son más fuertes o hay que proteger a las pobres e indefensas mujeres, eso no existe, sólo tienes que ver a mamá, es super fuerte, la tía Nero también es impresionante, tu abuela Abril es de temer, y estoy seguro de que Nesta será igual de impresionante.

Asintió feliz, moviendo su mano con delicadeza, viendo con adoración a la niña sobre el pecho de Melanka, inclinándose un poco hacia adelante.

— Cuando seas grande, mamá se tirará del segundo piso contigo encima — le susurró—. Cuando eso pase, vas a sentir que se te sube la pancita, pero en realidad no pasa nada, es divertido, mami es una mujer de la selva cómo Tarzán.

Negué sonriendo, escuchando toda su infantil monologo, Melanka siempre estuvo media loca, mira que saltar con el niño en brazos, no me sorprende nada, pero sé que ella no lo haría sin estar segura de que saldrán ilesos, ella no es mala persona, es una excelente mamá, y por muy cerebro de maní que sea, confío en su criterio, sus hijos son lo más importante para ella.

Al terminar de comer, busqué en internet qué más se supone que debo hacer, así que la cargué, cubrí de nuevo a mi esposa y apoyé a la bebé sobre un pañal en mi hombro, golpeteándole suavemente la espalda para evitar los cólicos, arrullándola para hacerla dormir, viendo a Charlie hacer una mueca sentado entre mis piernas y de brazos cruzados.

— ¿Qué pasa, garrapata?

Hablando en volumen bajo para no despertar a la nena.

— Es que...

— ¿Qué? — insistí al ver que se tardaba demasiado—. Si no me dices no voy a saber, no leo mentes ni soy adivino.

— Es que... ahora que nació Nesta ¿Ya no me vas a querer?

Sí, definitivamente es hijo de Melanka, si es igual de tonto.

Menos mal que su sueño no es estudiar medicina, de seguro ese cerebro de maní no le da ni para el primer semestre de carrera.

— ¿Y de dónde sacaste que yo no te voy a querer, chiquillo sin cerebro?

Se le humedecieron los ojos y jugó con sus dedos, mirando a la bebé en mis brazos y luego a mí.

— Es que mami y tú llamaron a la cigüeña y trajeron a Nesta, pero a mí... el otro papá y mami llamaron a la cigüeña por mí, entonces... entonces tú no llamaste a la cigüeña por Charlie, así que no sé... el otro papá llamó y yo quería que tú llamaras, que quisieras a Charlie — comenzando a llorar—. A mí me gustas tú, papá, no el otro, el otro papá era malo y a Charlie no le gustaba, pero quiero que tú llames a la cigüeña por mí.

Nadie me enseñó sobre la estupidez infantil tampoco, le pediré a Nilak que me haga una clase exprés sobre cómo no desear desvivirlos por sus ocurrencias estúpidas.

Tomé mi teléfono mientras él llora y marqué a Nilak sólo porque sí, está en marcación rápida y el niño me está mirando, esta mierda tiene que ser convincente.

— Enok ¿Qué ocurre, hermano? ¿Problemas en el paraíso? ¿La rubia se te subió a un árbol de nuevo?

Preguntó mi amigo al otro lado de la línea.

— ¿Con la cigüeña? Sí, habla Enok Kavanagh, creo que hubo una equivocación.

— ¿Qué mierda te fumaste ahora?

Nilak suena bastante confundido, pero todo lo que importa es el niño que me mira con atención ahora.

— Sí, cigüeña, es que se te cruzaron los cables, llamo por Charlie, sí, el niño por el que Melanka y yo llamamos hace un tiempo.

— Parece que sí estás en problemas, tienes dos minutos, Henry me está montando y te contesté sólo porque pensé que podía ser importante.

Está follando el hijo de puta, pero que envidia.

— Sí, idiota ¿Cómo que Lucas llamó por Charlie? Melanka y yo llamamos por él hace años, revisa el registro.

— Pon al niño en el teléfono, le tapé la boca al indecente de Henry, no se va a escuchar.

— Más te vale hijo de puta.

Puse el altavoz y lo coloqué entre nosotros, mirando al niño, haciendo uso de todo mi autocontrol para no rodar los ojos, es un completo tonto.

— ¿Hola? ¿Hablo con Charlie Kavanagh?

El idiota hasta cambió la voz, colocando una más aguda, imitando luego el sonido estrangulado de un ave, creo que ese fue Henry.

— Sí ¿Es usted la señora cigüeña?

— Así es, Charlie, soy la cigüeña y creo que estás un poco confundido con tus registros.

— ¿Por qué? ¿Qué dicen?

Nilak carraspeó, se hace el interesante el imbécil.

— Haber, aquí dice Charlie Kavanagh, casi tres años. Solicitantes: eso quiere decir, quienes llamaron por ti, querido, los solicitantes son: Melanka y Enok Kavanagh, tus padres. Y hay una pequeña manchita aquí, haber... dice Lucas, Lucas se robó un bebé — fingió un grito ahogado—. Fuiste robado, Charlie, ese tal Lucas se robó a tu mamá y su bebé, a ti, pero ya regresaste con tu papá verdadero, el que llamó por ti, asegúrate de no separarte de él nunca.

— Entonces ¿Papá Enok sí llamó por mí? ¿Él me quería?

Se ve tan feliz el condenado ¿Cómo va a creer que no lo quiero?

— Por supuesto que te quería, pidió explícitamente un niño que fuera igualito a su mujer, de hecho, él llamó, Melanka se enteró después, cuando la cigüeña llegó a dejar el paquete a su panza, y se enamoró de ti de inmediato, pero el hombre malo se los robó, luego tu papá los recuperó.

— Entonces papi sí me quería, él llamó, cómo con Nesta.

— Nesta Kavanagh tu hermanita ¿No?

— ¡Sí! Ya nació, mami duerme ahora, papá la está cargando.

— ¡¿Cómo que ya nació?!

Nilak y Henry gritaron al unísono, eso echaría a perder mi farsa, por lo que quité el altavoz y le sonreí al niño.

— Acaba de nacer, yo lo recibí, soy increíble, sé hacer de todo.

— Vamos para allá — mencionó Henry—. Tengo que ir y conocer a esa bebé, Nilak, podemos follar de regreso en el auto, siempre podemos follar en la habitación, o en los establos, da igual, tenemos que ir a ver a la bebé.

— Coincido contigo, bebé. Enok, estaremos allá lo antes posible, dale mis felicitaciones a la rubia de mi parte y felicitaciones a ti también.

Corté porque no me apetecía hablar más con ellos, dejando el móvil de lado, estirando mi brazo libre hacia el niño que sigue mirándome con la sonrisa más grande de todas, viniendo hasta a mí, abrazándome.

— Perdón por creer que no me querías, papi, es que... yo también quiero que me cargues cómo a Nesta.

— Tonto ¿Para qué tengo dos brazos? — cargándolo cómo bebé también—. Estás grande y todo, pero sigues siendo mi hijo, siempre vas a ser mi hijo, con Nesta o no, eso no va a cambiar.

— Gracias por llamar por mí, papi, y por ir a rescatarnos del papá malo.

— Siempre voy a ir por ustedes, son mi familia, y nunca olvides que yo te pedí a la cigüeña, siempre te quise ¿De acuerdo?

— De acuerdo, papá.

No sé en qué momento las dos bestias se quedaron dormidas, al menos solucioné el problema de las inseguridades de la garrapata, y sin más, yo también me acomodé en la cama, con los niños en medio, y mi sexy esposa medio muerta en su lugar, descansando.

Y justo así, justo cómo está todo ahora... es perfecto.

***

MELANKA.

Desperté de golpe, sentándome en la cama con premura al escuchar el bullicio en la habitación, todo está lleno de globos, osos de felpa, flores y demás tonterías típicas de las que le llevan a una mujer que parió recién-

— ¡Yo tuve un hijo! — recordé—. ¿Dónde está Nesta?

Las felicitaciones llovieron, mis hermanos de ambas familias están aquí, Nilak abraza a Enok y este lo aparta fingiendo poner cara de asco cuando claramente está feliz, y mi bebé, mi preciosa niña está en brazos de Henry, quien se acerca y toma asiento a mi lado, enseñándomela.

— Tuviste una niña preciosa, hermana, felicitaciones.

— Es hermosa, sí — recibiéndola en cuanto me la entregó, acariciando su nariz con delicadeza, sus cejas, su mentón —. Es... es perfecta

— ¿Cómo te sientes al respecto?

Preguntó, viendo de reojo a Nilak cargando a Charlie, girando con él, haciéndolo reír.

— Estoy... contenta, muy contenta, las circunstancias son diferentes, Enok es el mejor hombre de todos, Charlie lo adora, y sé que lo va a hacer igual de bien con Nesta.

Viendo a mi esposo acercarse con todos a la cama dónde yo estaba recostada.

— Haber, mujer, quedamos en que tú descansarías, dame a esa pulga, deja que me encargue.

Tomando a la niña con delicadeza, sonriéndole mientras se la acomoda, se nota que la paternidad es lo suyo, aunque no quiera admitirlo.

— Pulga ¿En serio?

Pregunté con una sonrisa en la boca.

— Tenemos una garrapata y una pulga ¿O quieres más, mujer?

Corriendo a Henry para sentarse a mi lado.

— No, creo que ya tenemos suficiente — recargándome sobre él—. Ahora dediquémonos a criarlos, aterrorizar al mundo, y hacernos de un nombre, enseñémosle a Charlie el rubro — abrazando a mi niño cuando llegó, besándome la mejilla—. Y luego le enseñaremos a Nesta.

— Me muero por ver eso, mujer, suena a planes a largo plazo y tú vives el ahora.

— Es que el ahora es demasiado bueno cómo para dejarlo pasar.

Observando a mi familia, felices por las buenas noticias, ya deseo que mis padres regresen de su viaje para enseñarles a la niña, sé que se pondrán contentos, papá se acostumbró a este estilo de vida, le agrada Enok, y mis hermanos tienen futuro aquí, todo es... todo es cómo siempre soñé, por fin tengo lo que siempre quise de niña.

Podría parecer que este es el final, pero no, este es sólo el comienzo, el comienzo de una nueva aventura.

FIN.



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BUENAS BUENAS HERMOSAS

 Y LLEGAMOS AL FINAL DE OTRA HISTORIA

GRACIAS POR ACOMPAÑARME SIEMPRE EN ESTAS AVENTURAS

 GRACIAS POR SUS COMENTARIOS, POR SUS ESTRELLAS

PERO CÓMO SIEMPRE, USTEDES SABEN QUE NO PUEDO DEJAR DE ESCRIBIR, ES SIMPLEMENTE PARTE DE MÍ 

NOS LEEMOS EN MI HISTORIA NUEVA

BESITOS EN LA COLA PARA TODAS 

SUS 200 COMENTARIOS Y MÁS SIEMPRE EN MI CORAZÓN



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