Capítulo 8


MELANKA.

Enok me soltó luego de haberse corrido tres veces más, y probablemente hubiese seguido si no hubiese visto que me lastimó la comisura de la boca, su tamaño no es ninguna broma y yo estoy acostumbrada a pitos promedio y otros más pequeños, pero ¿El suyo? Fue todo un honor tragarme semejante monstruo y sobrevivir, deberían darme un premio, carajo.

Estoy orgullosa de mis capacitades.

Sin duda, es la cuarta persona con la que disfruto el sexo en toda mi vida, primero fue Nash, luego Neil, después Nero, y ahora Enok, no estoy segura si podré follar con Nilak, ya no me apetece cómo antes, es demasiado protector y me gusta que me cuide cómo hace con sus hermanos, me gustaría ser su hermana menor, sería lindo tener familia, ya sabes, preocupación, caricias sin dobles intenciones, dormir en la misma cama cuando tengo pesadillas, calor humano, seguridad, lazos...

Sería tan lindo...

— ¡Enok! ¡Enok, ven aquí! ¡Esas son mis ultimas bragas limpias!

Grité cuando dejé de fantasear despierta, viéndolo salir a toda prisa del cuarto, mientras se guarda las bragas en el bolsillo interior de la chaqueta de su traje, siempre viste tan formal... qué incómodo.

Patee el aire y aprovechando que estoy sola, me cambié el tampón y entré a su guardarropa a robarle ropa interior, si no fuera por los pantalones, el bóxer se me caería, me queda enorme ¿Cómo no? Si tiene que tener espacio para ese monstruo que se carga entre las piernas.

Ya quiero dejar de tener la menstruación para seducirlo y ver si lo soporto, tengo curiosidad, nunca antes se me dificultó tomar una polla ¿Será esta la primera vez?

Dejé el cuarto luego de vestirme, sin molestarme en secar mi cabello, aprovechando que todo el mundo está correteando por ahí, muy ocupados con qué sé yo, aproveché que no me han asignado tareas y se me permite llevar la ropa del escuadrón uno aún, mucho más cómodo que ese vestidito de niña sirvienta, y fui directo al puente, quité la nieve del centro y me tiré al piso con el cabello colgando por la orilla para que se secara al viento, mientras yo miro el cielo gris, las nubes cargadas de agua o nieve ¿Quién sabe? Será otra noche agitada, eso es bueno, así dormiré calentita y segura con Enok, nada molesta al Capo, ni siquiera la ama de llaves, dormir con él es de las mejores cosas que me ha pasado.

— Que suerte he tenido, no tendré que toparme con el capo, ven esclava, de regreso a tu Jaula de dónde no debiste salir nunca — jalándome por el brazo para ponerme de pie— No olvides cuál es tu lugar, maldita mal agradecida.

Oh... ya veo por qué tanto jaleo, dudo mucho que el dueño de la casa de compra y venta de esclavas dónde yo estaba tenga permiso de estar aquí, el carcelero debe estar en muchos problemas, al parecer, no debía venderme, sólo rentarme.

Ni siquiera me molesté en hablar con él, miré el conjuntito de esposas y cadenas que tiene en la otra mano, piensa ponérmelo y arrastrarme a la jaula, y yo no pienso volver a la puta jaula nunca más.

Sujeté su antebrazo con mi mano aprovechando que está sosteniéndome con fuerza del brazo, me miró con sorpresa al ver que estaba actuando contra él, antes no era así, no, porque los esclavos no lastimamos a los amos, pero ahora mi amo es Enok, y alejarme de él sería una completa falta de respeto, y yo no soy ninguna irrespetuosa.

Pasé por debajo de su brazo en un rápido movimiento y se lo doblé sobre la espalda, golpeando la cara interna de las rodillas, viéndolo perder estabilidad y caer, quejándose y maldiciéndome en irlandés, no entendí lo que me dijo, pero por el tono, nada lindo ha de ser.

Se lo llevaré a mi jefe, de seguro se entretiene con él.

Lo golpee en la nuca lo suficientemente fuerte para aturdirlo y ponerle el conjuntito que pensaba ponerme a mí, su cuello regordete apenas y dejó cerrar el artilugio, los dientes se le clavaron a la piel haciéndolo sangrar, y los brazos le quedaban mucho más tirante que a mí, supongo que estás cosas van por talla, me alegro que se esté lastimando, parece hasta asustado en lo que lo arrastro y lo llevo al interior de la casa, intentaron quitármelo y cómo un animal con rabia les gruñí, no tenía ganas de hablar con otra persona que no fuera Enok, de aquí no me sacan si no es molida a palos, llena de balas o drogada, mi dueño es Enok Kavanagh, nadie más.

Y yo no volveré a la puta jaula.

Fue toda una odisea subirlo por las escaleras para llevarlo al despacho, toqué tres veces y recibí un grosero "Vete de aquí, mierda" no parece estar de buen humor, pero cómo yo soy sorda...

Abrí la puerta de todas maneras y entré al despacho, viendo a los Andreeva alrededor del escritorio de Enok, parecen estar planeando algo, mi dueño estuvo a punto de gritarme cuando vio lo que estaba arrastrando, parece hasta sorprendido, levantó las cejas nada más, para mí eso ya es sorpresa viniendo del hombre de hielo que pone bonitos gestos cuando se está corriendo.

— Este hijo de puta perturbó mi paz en el puente, me quiere llevar de regreso a la jaula — acusé— Haz algo, Enok, soy tuya, díselo.

Soltando al idiota, pateándole el costado, sí que estaba pesado, debería intentar bajarles a las frituras para que pueda arrastrarlo con más facilidad la próxima.

— ¿Te defendiste tú sola?

Preguntó Enok, acercándose.

— Pues sí ¿Quién más sino? Tengo que hacer las cosas por mi cuenta, nadie se desviviría por mí.

Mirándolo cómo si él fuese un idiota y esta la cosa más simple del mundo.

— Sí hablas, mentirosa de mierda, llevas años en silencio, podría haberte sacado más provecho.

Me dijo el imbécil que antes fue mi dueño, Enok lo hizo callar pisándole la nariz con tanta fuerza, que el sonido de sus huesos hacerse trizas me hizo temblar... pero no de miedo, debo tener problemas mentales, porque eso se vio tan sexy...

— ¿Quién es este, Melanka? — preguntó Enok— Te están buscando por todo el castillo para ponerte a salvo, les ordené que te protegieran y llegaste sola acá, con un bastardo entre las manos, un ratón ofreciendo una ofrenda para vivir — acariciándome el mentón— Bien hecho.

Se voy a mentir, se sintió bien ser alagada, aunque me hubiese sentido mejor si me dedicara algo parecido a una sonrisa, jamás lo he visto sonreír ¿Cómo se verá eso?

— Este es mi dueño anterior — señalé, ignorando los gritos y la forma en la que se retuerce en el piso, intentando soltarse para tocarse la zona herida— Me dijo que debía llevarme de regreso a la Jaula. Y quizá tu gente si intentó llevarme a un lugar seguro, pensé que querían quitarme a mi presa — pateando al hombre— Así que les gruñí y los amenacé para que no me tocaran, ahora entiendo por qué algunos caminaron detrás de mí hasta que me vieron parar fuera de tu despacho, eso explica mucho.

Si hay un lugar seguro aquí, es con el Capo, no tengo dudas sobre eso.

— Bien hecho entonces — dijo— Ahora, quiero que seas mi sombra, no te separas de mí en todo el día, se infiltro en el castillo la gente de este imbécil — pateando al hombre— Quieren llevarte de regreso, al parecer, eres más valiosa de lo que pensaban y se demoraron diez días en planear algo cómo la gente para entrar aquí y llevarte a la fuerza.

— Claro que, infiltrarse en el castillo del capo es una idiotez — dijo Nash— Van a morir todos, y nos trajiste un pez gordo para divertirnos, no está todo perdido.

La sonrisa maliciosa que puso me hace pensar que le harán muchas cosas divertidas a mi ex dueño y yo quiero mirar, este desgraciado me hizo cosas horribles en el pasado, sin duda quiero verlo sufrir.

— Y me subestimaron — añadí— Para llevarme a la fuerza, hace falta más de un solo hombre — mirando al sujeto en el piso— ¿O pensaste que yo iba a obedecer? Yo no obedezco a nadie que no sea mi dueño, agradece que te dejé vivo — sonreí con malicia— O mejor no me agradezcas, porque te espera un destino peor que la muerte que yo iba a darte.

Caminando hasta el escritorio, tomando asiento sobre la superficie con las piernas cruzadas, mirando lo que está por pasar.

— Habla ¿Por qué la quieren de regreso? El carcelero parecía feliz de librarse de la sorda.

Señalándome.

Y dale con que soy sorda...

— Pierdes tu tiempo pensando que te diré algo, yo no...

Enok le pateó el estómago con tanta fuerza que mi ex dueño terminó doblándose en dos, escupiendo sangre mientras lloriquea y se orina en medio del espacio, debe estar aterrado, ser enemigo del capo no es nada lindo.

Espero que no quieran que retome mis labores de sirvienta justo ahora, porque odio limpiar fluidos ajenos.

— ¿Para qué la quieren de regreso?

Preguntó otra vez, pero en esta ocasión sonaba mucho menos amigable, aunque no es que sonara amigable la primera vez... ni nunca.

— E-es Elijah Bennet — respondió el hombre— Un militar. Compramos a Melanka en Francia, esta chica tiene una cláusula, todo quién la compre debe saber que Elijah le respirará en la nuca apenas la encuentre, debió haber leído ese párrafo en el contrato, Capo. El militar ese llegó a mi casa de compra y venta, sabe de Melanka y me dio hasta la media noche antes de hacerme explotar el lugar, y matarme, claro, y-yo tengo que llevarme a esta esclava.

Enok miró a Nilak, ambos comunicándose de forma silenciosa en un lenguaje que sólo ellos parecen entender.

En cambio yo, sigo pensando que estuve en Francia y ni enterada, normalmente no salía de las casas de esclavas, siempre dentro a menos que tuviera trabajo de campo y me contratara una mafia.

— ¿Estadounidense?

Preguntó mi dueño cómo si ya supiera, como si estuviese enterado.

— Sí, estadounidense, vino con todo un pelotón, Capo, así que... regréseme a la esclava, por favor, le devolveré su dinero con intereses.

Por favor.

Por favor.

Cómo si él hubiese escuchado esa palabra alguna vez cuando le suplicaba que se detuviera, maldito hijo de puta.

De un salto bajé al piso y tomé el arma de Nilak con rapidez aprovechando que estaba entretenido con el interrogatorio, apoyándome en una esquina del cuarto, lo bastante lejos de todos, los Andreeva me miraron con los ojos bien abiertos, el horror apoderándose de sus facciones al verme apuntar hacia mi cabeza, cargando el arma.

— Enok ¿Me vas a echar? ¿Dejarás que este idiota me lleve? Dímelo ya, dime la verdad, si me mandas de regreso a la jaula, prefiero volarme los sesos en este mismo instante.

Me pican los ojos y las piernas no dejan de temblar, prefiero morir rápidamente por mi mano a volver a la tortuosa jaula, esa no es vida, no puedo volver ahí, no puedo.

— Melanka, no-

Presioné con mayor fuerza el cañón del arma contra mi sien al ver que Neil se estaba acercando para detenerme.

— No te me acerques, voy a hacerlo.

Amenacé posicionando mi dedo en el gatillo, lista para tirar de él cuando el arma me fue arrebatada y los brazos de Enok inmovilizaron los míos a los costados de mi cuerpo, es tan alto que no logro tocar el piso, y por más que intenté ser soltada... no tuve suerte, me cansé de pelear y decidí quedarme quieta, siempre puedo intentarlo otra vez cuando este... idiota me lleve de regreso, estaba tan concentrada en los Andreeva que no miré a Enok, un error.

— ¿Qué demonios estás haciendo?

Preguntó con molestia.

— No quiero volver — sollocé— No quiero volver a ese lugar, no quiero la jaula, no quiero los grilletes... me duele... duele tanto llevarlos... no quiero...

Viendo las lagrimas reventarse en el piso a mis pies, no estoy ni un poco avergonzada por llorar ahora, siento que es justo, no soy capaz de controlar mis emociones ahora, sólo sé que quiero que me deje de doler el pecho, apenas y respiro, tiemblo de pies a cabeza.

— No quiero volver...

Sollocé otra vez, soltando lagrimas más gruesas y pesadas, cayendo con insistencia.

— Ahora es cuando tú la sueltas y le dices que todo estará bien, bruto.

Le dijo Nilak a Enok, mirándolo mal.

— Ah... es que no le veo el rostro entonces...

— Está llorando, Enok, por favor — se enojó Nash, interrumpiéndolo— Es más que obvio que está triste, animal insensible.

Para mi sorpresa, el Capo no lo regañó por su arrebato y clara falta de respeto, sólo me bajó al piso y me giró, apoyando sus grandes manos en mis hombros, mirándome.

— ¿Quién te compró?

Preguntó.

— Tú.

Respondí casi en susurro, con la voz rota.

— ¿A quién le perteneces?

— A ti.

— ¿Entonces? ¿De qué demonios hablas? ¿Devolverte dónde? Yo te compré y de aquí no sales sin mí, te dije que fueras mi sombra ¿O no?

— Sí, pero...

— Nada de peros — interrumpió— Tonta. Casi me haces perder 3.5 billones al volarte la cabeza, piensa en mi inversión, carajo.

Asentí secándome las lagrimas sin tener éxito, estas siguen cayendo, nublándome la vista, y mis labios continúan curvándose hacia abajo.

— ¿Eso es consuelo según tú? — le dijo Nilak— Prueba ser un poco más amable, por favor, o voy a robártela y me la quedaré.

Enok frunció el ceño y me apretó contra su pecho, rodeándome los hombros con un solo brazo de forma protectora.

— Intenta llevártela y no tendré piedad, Nilak, es mía.

Respondió con poca simpatía.

— Entonces cuídala cómo tal y deja de ser un imbécil.

— La cosa aquí es que tengo planes para ti — dijo el capo, sujetándome por el mentón para que lo mirara— Así que, de momento, de este lugar no te mueves ¿Entendido?

Asentí estallando en llanto, sujetándolo del cuello antes de dar un brinco y aferrarme a su cintura con las piernas, cómo un koala, enterrando mi rostro en el hueco entre su cuello y hombro llorando.

— Me están mojando tus lágrimas, Melanka.

Se quejó este sin hacer ni un esfuerzo en sujetarme, pero tampoco me corrió.

— Tu mano aquí, animal — dijo Nero. Dos segundos después sentí la mano de Enok en mi trasero— Y la otra por acá — apoyándola en mi espalda— Y se la acaricias para consolarla, así se trata a las personas que están tristes y nos importan.

Sé que la mano de ella es la que guía los movimientos de él, pero aún así, me sentí reconfortada.

— Y no digas que no te importa, porque yo vi algo muy diferente esta mañana cuando fui a despertarte.

Dijo Nilak antes de que mi jefe pudiese abrir la boca.

Al final, Enok suspiró y caminó hacia la puerta sin bajarme, y sin detener las caricias en mi espalda, volteando para mirar a todos en el cuarto.

— Maten a este bastardo y envíen a alguien a limpiar el desastre, tengo cosas que hablar con Melanka, así que no me interrumpan. Nilak, quiero que averigües todo lo que puedas sobre Elijah, los trillizos, los dejo a cargo de la limpieza, no quiero a ningún hijo de puta indeseable en mi puta casa.

— Por supuesto, deja todo en mis manos.

Dijo el mayor.

Los demás le dedicaron un saludo militar antes de sacar las armas y rodear a mi ex dueño, mientras tanto yo era sacada del lugar, recorriendo los pasillos con él, subiendo escaleras, dirigiéndonos a su habitación, cruzando la mini sala de estar antes de llegar a la cama ya tendida a la perfección.

Hizo el intento de sacarme de encima, pero al ver que no tengo intenciones de soltarlo, suspiró y se sentó en la cama conmigo encima, apoyando la espalda en el respaldo, poniéndose cómodo.

— Melanka ¿Te quieres ir?

— No.

Respondí sin siquiera pensarlo, y sin soltarlo.

— Lo has pasado mal aquí, te he hecho vivir una pesadilla sin darme cuenta, yo no me doy cuenta de muchas cosas, tienen razón al llamarme animal, diablo, monstruo insensible, yo no siento cómo los demás, no siento nada ahora que te veo así de vulnerable, soy un cascarón vacío, no comprendo de emociones y eso podría matarte un día de estos.

Debería inventar algo más creíble si quiere que me vaya, es un idiota ¿Cómo un tonto así llegó dónde está? No lo comprendo.

— ¿Qué lo he pasado mal? — levanté la cabeza, mirándolo— Nunca he estado mejor en mi vida. No sé de qué estás hablando ¿Y eso de los sentimientos? Es una estupidez, sí sientes, por ejemplo, te sentiste muy bien esta mañana, el rostro que pones cuando te excitas o cuando te corres es muy erótico, así que no me vengas con mentiras para sacarme del camino.

Atorándome con mi llanto, no me quiero ir.

— Melanka, es que no me estás entendiendo — lamió sus labios, acomodándose el cabello— No comprendo las emociones, no te entiendo, no sé que te pasa, nunca, y no entiendo lo que me pasa a mí tampoco, sería mejor si te fueras con Nilak, él...

— ¡Que no! Los esclavos están dónde están sus dueños, no me interesa si no me entiendes, no me quiero ir... ¿Cómo no lo entiendes?

Negó, perdiendo la paciencia, sujetándome por los brazos, haciéndome retroceder un poco, pero no me bajó de su regazo.

— El militar que te busca, que te ha buscado siempre, es tu donador de esperma, tu padre, él no ha perdido la esperanza de encontrarte y llevarte a casa, dónde perteneces. Ese hombre me odia, y no puedo ir a Estados Unidos porque hay una recompensa por mi cabeza allá, yo pensaba usarte para atraerlo y matarte, matarlo a él en el proceso, sacármelo de encima, ese puto coronel es un dolor en el culo, por eso no te regalé a Nilak, me sirves, carajo ¿Ves por qué deberías irte? Quiero usarte, quiero hacerte daño, una parte de mí no siente remordimiento porque eres sólo una esclava que me servirá para mis planes futuros, pero la otra parte de mí no quiere perderte de vista ¡Y no entiendo lo que me pasa! ¡Porque ahora no estoy tan seguro sobre usarte y yo no dudaba antes de que llegaras a esta casa!

Dejé de llorar y me quedé inmóvil sobre él, es... bastante información para asimilar, el donador de esperma sí quiere ser mi padre, me quiere y quiere darme la vida que merezco, una familia como siempre desee, en un país lejano, dónde no volverán a hacerme daño, podré seguir usando armas y entrenando para matar cómo tanto me gusta, soy buena en eso, podré hacerlo, me uniría a la milicia...

Pero si hago eso, Enok y los Andreeva serían enemigos y les tomé cariño, entonces... no podría, además, tendría que dejar este castillo, no más dormir con Enok, no más puente, no más lago, no más fiestas con los trillizos, ni sexo clandestino en el acantilado, no más té de manzanilla para cuando esté mala, y no más mimos para dormir de parte de los trillizos.

— Si quieres irte, fingiré que te escapaste y te diré dónde ver a Elijah, fingiré buscarte, porque yo no pierdo nunca y no pienso verme débil por una chiquilla que sólo me hizo gastar dinero y paciencia, no se lo diré a los Andreeva porque no quiero parecer un blando, así que dime ya si quieres irte y averiguaré para ti dónde está ese imbécil, es la única amabilidad que puedo ofrecerte cómo disculpa por todo lo que te hice.

Acariciando un cardenal en mi mejilla, me duele, pero no quise apartar su mano.

¿Quiero irme? Dejaría de ser esclava y tendría un nombre propio, un apellido, una familia...

Sería alguien, dejaría de ser una cosa que pasa de mano en mano y pasaría a ser una persona, así que... ¿De verdad quiero irme? ¿Quiero quedarme?

Nunca se me han dado bien tomar decisiones, yo no decido, no soy nada, entonces... ¿Qué demonios hago? 



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BUENAS BUENAS BBCITAS

FUE UN CAPÍTULO INTENSO! 

PRIMERO TODOS FELICES, PENSANDO EN LAS BRAGAS DE MELANKA

PENSANDO QUE ENOK ESTÁ MEJORANDO

PEEEERO LOS PROBLEMAS SIEMPRE LES RESPIRAN EN LA NUCA

EL MILITAR ESTÁ CADA VEZ MÁS CERCA DE RECUPERAR A SU HIJA

ENOK NO PARECE QUERER SOLTARLA

CONSOLANDO ES BASTANTE MALO TODAVÍA

LOS  ANDREEVA CÓMO SIEMPRE INTENTARON HACER QUE SU SENSIBILIDAD AFLORARA, PERO NADA

AUNQUE SE ESFUERZA PARA DISCULPARSE A SU MANERA

¿QUÉ HARÁ MELANKA? PODRÍA TENER ALGO BUENO, LA HAN BUSCADO POR TODAS PARTES, LA QUIEREN, SE PREOCUPAN, SU PAPÁ NO SE HA RENDIDO

ENTONCES... ¿QUÉ VA A HACER?

NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO BBCITAS

200 COMENTARIOS Y REGRESAMOS

BESITOS EN LA COLA

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