Capítulo 13
ENOK.
Me alejé a regañadientes de su boca para tomar un poco de aire y buscar el autocontrol que no poseo, me palpita la mandíbula y sé que voy a terminar arrepintiéndome de esto, pero la suavidad de su piel, lo blanda que se siente así, apretada contra mi cuerpo, la forma en la que me acaricia el cabello de la nuca, y cómo me mira...
— Maldita sea.
La sujeté del cabello y fui de nuevo por su boca, sabe a menta y el olor a arándano me inunda la nariz, su calor me envuelve, su tacto me está volviendo loco y creo que voy a perder la cabeza, el corazón me late como loco dentro del pecho mientras la sangre se me va directo a la polla, soy incapaz de controlar la necesidad de mi cuerpo de frotarme contra ella, sus gemidos no ayudan a calmarme, se aferra con tanta convicción que me hace sentir como si yo fuese importante para ella, y por ahora, quiero creer que es así.
Se me abomban los oídos, siento que me estoy ahogando, la necesidad de poseerla, reclamarla y lucirla ante todos como mía llama a la superficie a mis instintos más primitivos, me importa una mierda lo que piensen de mí, pero esta sorda descerebrada va a ser mía.
Sin soltarla, ni abandonar su boca, subí los escalones restantes y recorrí a paso veloz el tramo hasta mi habitación, ignoré el sonido de demolición en la sala y pasé directo a mi cuarto, cerrando la puerta, disfrutando de los privilegios de las paredes insonorizadas, bajándola al piso, viéndola sonrojada y jadeante, mirándome con sus ojos oscurecidos.
Despeinada y con mi ropa se ve demasiado sexy, es una imagen que pagaría por ver a diario, siempre.
En dos movimientos, mi ropa interior abandonó sus caderas y terminó en el piso, enredada en sus pies, levantó uno y luego el otro para terminar de sacárselos y se encogió de hombros, mirándome.
— Menos mal que ya estamos solos, si no los sujeto, se caen, son demasiado grandes para mí.
— Te lo dije, hay muchas cosas en mí que están fuera del promedio —sujetándola por las mejillas, alzándole el rostro para que me mirara— Es tu ultima oportunidad, no preguntaré otra vez si esto es lo que deseas, es tú decisión, quiero que quede muy claro que no te estoy obligando a nada.
Jadeando cerca de su rostro, la ropa me quema la piel, estoy sudando, necesito quitármela y tocarla antes de volverme loco.
Apartó mis manos de su cara y estiró sus delgados e inservibles brazos para cunar mi rostro, acercándome a ella, depositando un beso corto en mi boca antes de atrapar mi labio inferior en una sensual mordida, deslizando su lengua después, para calmar el escozor.
— Quítate la ropa, estoy muy excitada justo ahora y necesito que calmes el dolor que siento aquí.
Estirando una de sus manos para tomar la mía y apoyarla en su entrepierna desnuda, permitiéndome sentir el calor que irradia, lo húmeda que estaba, y la insistencia con la que le palpita el clítoris.
Me sorprendió escuchar el sonido que se generó en mi garganta, medio gruñido, medio gemido, necesitado.
La necesito.
A ella.
Apreté los dientes mientras acariciaba su hendidura con uno de mis dedos, rozándole apenas el clítoris, viéndola entreabrir los labios, echando la cabeza hacia atrás, exponiendo su garganta, antes de pensarlo, me acerqué a ella y lamí la piel que estaba ofreciéndome, mordisqueando su barbilla, apretándola por la cintura para que no se me escapara, frotándola con dos dedos ahora sobre su haz de nervios, sintiéndola temblar entre mis brazos.
— Por favor...
Suplicó quien no suplica, y eso me volvió loco, necesito escuchar más de esas palabras, necesito mentirme y pensar que soy especial.
— ¿Por favor, qué?
Moviendo mis dedos más rápido, más duro, sintiendo su humedad empaparme los dedos, y no dejo de fantasear en su sabor, quiero sentirla en mi boca.
— Deja los juegos y ya fóllame, Enok, me estoy volviendo loca.
Mi nombre en su boca suena a amenaza, a sentencia de muerte, y eso termina encendiéndome más.
La solté lentamente, temiendo que se desvaneciera en cuanto dejara de tocarla, y cómo deseaba hacer, llevé ambos dedos que la acariciaban a mi boca, saboreando la dulzura que chorrea por sus piernas, lamiendo mis labios después para no desperdiciar ni una sola gota.
— A la cama, ahora, y desnuda.
Gimió, apretando las piernas antes de sujetar el dobladillo de la camiseta y tirar de ella fuera de su cuerpo, mostrándose a mí, viendo cómo tiro de la corbata para comenzar a desnudarme, llevando las manos a mi pantalón para liberar la presión, mientras camino hacia la mesa de noche y tomo un puñado de condones, sintiendo sus pequeñas manos frías acariciar mi espalda, sacando la camisa del pantalón, jalando de mi brazo para que voltee a mirarla.
Observé con confusión sus acciones, dejándola ser, dándome cuenta de sus intenciones cuando se estiró para alcanzar el botón superior de mi camisa y ayudar en la tarea de desnudarme, apretando sus labios sobre la piel expuesta, centímetro a centímetros, hasta llegar al borde de mi pantalón.
— Quiero esto... — acariciando mi pene sobre el pantalón, volviéndome loco— ¿Vas a dármelo? ¿Puedo ser codiciosa y desear que me lo des?
Depositando un beso húmedo justo en la piel sobre el elástico de mi bóxer, haciéndome brincar la polla, ambos estamos de acuerdo en que nos están pasando muchas cosas por culpa de la rubia sorda frente a nosotros.
La poca cordura que poseía terminó por romperse justo en ese momento, la empujé a la cama y tiré los condones junto a ella antes de patear los zapatos y montarme sobre ella, acomodándome entre sus piernas, apoyando las manos junto a su cabeza.
— Me estás matando...
Admití, jadeante, a punto de correrme y eso que aún no he tenido el placer de embestir su mojado coño y ver si su calidez puede derretir la gruesa capa de hielo que me cubre y me separa de todos a mi alrededor.
— ¿Cómo es que nunca probé el juego previo antes? Estás volviéndome loca.
Admitió, jalándome la camisa para quitarla del camino, quise decirle que yo tampoco había hecho esto antes, pero no me dio tiempo, para cuando mi cerebro comenzó a funcionar otra vez, ya estaba con la polla al aire, colocándome un preservativo.
Intenté mantener el autocontrol para no lastimarla, me sujeté el pene con una mano y deslicé el glande por sus pliegues para empaparme de sus jugos, viendo los espasmos de su cuerpo cada vez que le rozaba el clítoris. Decidí dejar de jugar y empujar la cabeza en su entrada, estaba tan húmeda que casi entró sin fricción, llevo apenas la punta, quería ir más rápido, pero la forma en la que se le tensó el cuerpo me preocupó, y me vi en la obligación de detenerme.
— ¿Estás bien?
Pregunté, aguantándome las ganas de embestirla hasta el final y llenarla hasta que me sintiera satisfecho.
— Sólo... un momento — respondió jadeante— Me duele, pero me acostumbro rápido, te lo juro, mi primer esposo solía ocupar juguetes grandes siempre, si me lastimaba, me sanaba rápido, así que no te atrevas a detenerte, soy resistente, lo juro, puedo tolerar esto, perdón por detenerte, lo siento... perdón...
Fruncí el ceño, enfureciéndome en segundos, esta tonta acaba de matar el momento ¿Por qué pide disculpas por un enfermo hijo de puta que le cagó la vida? Es que no la entiendo.
— ¿Cómo no entiendes que tú no hiciste nada malo ni en ese entonces, ni ahora? — sujetándola por la barbilla para que me mirara— Eras una niña, es obvio que tu cuerpo no estaba preparado para algo así, y el sexo no debería lastimar, Melanka, el sexo debería ser placentero y justo ahora yo no quiero herirte, quiero que lo disfrutes tanto como yo.
— Nunca me sentí tan caliente como ahora, yo deseo esto, lo estoy disfrutando.
Dijo, llevando su mano a mi brazo, trazando lentas caricias, haciéndome hervir la piel.
Apreté los dientes y abandoné su interior, bajando de la cama, escuchándola protestar, arrodillándose sobre esta para mirarme mal.
— Cállate, no pensaba irme — quitándome los pantalones y la ropa interior, que, por la urgencia de sentirla, me la dejé puesta— Tú móntame, hazlo a tu ritmo, tú tienes el control, Melanka, y siempre puedes decir que no.
Observó cada uno de mis movimientos cuando volví a la cama con ella, acomodando la espalda en el respaldo, viéndola gatear hasta mí, acomodándose a horcajadas, estirando su mano para masturbarme sin apartar su mirada de la mía, encendiéndome otra vez.
— Gracias...
Susurró antes de alinear mi pene con su vagina y bajar la cadera lentamente.
— ¿Gracias por qué?
Pregunté haciendo uso de todo mi autocontrol para quedarme quieto y dejar que ella lo hiciera a su ritmo.
— Por hacerme sentir especial, por recordarme que yo también soy una persona.
Tomándome dentro poco a poco, centímetro a centímetro, deteniéndose cada tanto para respirar y dejar que su cuerpo se acostumbre a mí, mientras yo me dedico a trazar lentas caricias en su cintura, sosteniendo su mirada, incapaz de mantenerme callado, está tan apretado dentro de ella que me veo en la obligación de pensar guías de remisión, eficiencia operativa, activos, consignaciones, presupuestos y demás cosas pocos sexys para no correrme vergonzosamente rápido.
— Lo hice... sí pude tragármela toda... Estoy orgullosa de las capacidades de esta chica.
Acariciándose el clítoris, echando la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos dos segundos para disfrutar la sensación antes de volver a mirarme.
— ¿Te duele? ¿Puedes moverte ya?
Pregunté, ansioso por poder tomar las riendas y sentirla.
Sentirla en serio.
— Oh... joder... creo que eres mi nuevo favorito, Enok...
Echándome los brazos al cuello, besándome con ansias, metiéndome la lengua dentro de la boca, mientras sus caderas suben y bajan, balanceándose hacia adelante y hacia atrás, montándome cómo toda una experta, gimiendo en mi boca, deshaciéndose entre mis brazos.
Soy capaz de sentir su piel erizada, veo su sudor perlado formarse sobre su cuerpo... y eso me vuelve loco, creo que Nilak tenía razón, debo tener esa enfermedad a la que la gente llama amor, porque me siento enfermo en estos momentos, mi estómago es un desastre, mi corazón parece que me saltara por la garganta en cualquier momento, siento que me estoy ahogando, mi piel hierve...
— Tú eres una enfermedad — jalándola del pelo para apartarla lo suficiente y mirarla a la cara, sujetando su cadera con la otra mano para que no detuviera sus sentones— Una de la que no quiero hallar la cura nunca.
— No te entiendo...
Dijo entre jadeos, sosteniéndose de mis hombros, curvando ligeramente la espalda para que viera mejor cómo le saltan los pechos mientras me monta.
— Espero que algún día te sientas tan enferma cómo yo.
Girando en la cama, sujetando sus piernas por detrás de sus rodillas para abrirla mejor, y propinarle un embiste poderoso, escuchándola gritar mi nombre, asintiendo en mi dirección, incitándome a continuar.
Aún así, no fue suficiente, necesitaba estar más cerca de ella.
Apoyé sus piernas en mis hombros y me incliné hacia ella, acunándole el rostro para besarla un poco más, descubrí que sus besos son adictivos, su sabor exquisito, refrescante, enloquecedor...
Sólo así, pegado a ella a más no poder, terminé por correrme, sintiendo su coño estrecharse a mi alrededor, deshaciéndose en su propio orgasmo, ordeñándome hasta sacar la ultima gota entre sus potentes estrujones.
Ambos jadeantes y desechos, nos tomó un tiempo desenredar la maraña de miembros, me arde la espalda por lo fuerte que la rubia me clavó las uñas, debo tener unos arañazos importantes ahí atrás, pero lo que llamó mi atención fue la sangre que le mancha el abdomen, se le abrió la herida por tanto ajetreo.
Sólo entonces, con la cabeza más despejada, me di cuenta de lo lastimada que se encontraba, moretones nuevos y viejos en esa blanquecina piel, el corte profundo que cosí apenas anoche, recordé que apenas y dormí velándole el sueño, cuidándole la fiebre.
Se supone que está enferma.
— ¿Te sientes bien?
Pregunté jadeante, bajando sus piernas de mis hombros, acomodándolas en la cama otra vez, retrocediendo apenas unos centímetros, soportando mi peso en mis manos para no aplastarla.
— De maravilla...
Respondió de la misma forma, sonriéndome.
— Estás herida, lo olvidé, tú estás enferma, te llevé al comedor para que pudieras comer algo y así darte la medicina.
— Me siento muy bien — me dijo— Tanto, que quiero repetir ¿Podemos repetir? Este ha sido mi mejor polvo en años y necesito repetir la experiencia.
Estirándose para rodearme el cuello con sus brazos.
— Ven aquí...
Susurró, y mi cuerpo reaccionó antes de que yo lo procesara, inclinándose hacia ella, sintiendo sus labios posarse en mi mandíbula con suavidad, volteándome el corazón.
Estoy enfermo.
Estoy muy enfermo carajo...
***
Dos horas después, las responsabilidades me obligaron a dejar la cama, pero tuve la decencia de ayudarla a tomar un baño, curar sus heridas de nuevo y acompañarla a comer mientras el personal limpia el desastre que hicimos en el cuarto.
Lamentablemente, la fiebre regresó a Melanka cuando su cuerpo se relajó, estaba ardiendo, por lo que la llevé de regreso a la cama luego de darle sus medicinas, arropándola bien, viéndola caer rendida ante el cansancio en apenas pocos minutos.
Para mi mala suerte, realmente tenía que irme ahora, por lo que dejé a Neil a cargo del cuidado de la rubia, viéndolo ponerle paños fríos en el cuerpo antes de obligarme a dejar el cuarto y salir del castillo hacia el compromiso que tenía hace treinta minutos.
Dicen por ahí que cuando eres el jefe, la puntualidad no importa, el resto tiene que correr, no el dueño, por lo que, me encendí un puro y conduje de todas maneras con prisa, pero no por ellos, sino por la rubia que me espera en casa, es mi esclava y su bienestar es parte de mis obligaciones, debo responsabilizarme de mis actos y cuidarla hasta que se reponga.
Detuve el motor frente al MKT GLOBAL, mi arena de boxeo, los Kinahan no se caracterizan únicamente por el trafico de drogas, armas y los asesinatos, es la mafia del boxeo también, tenemos peleadores mundiales a los que patrocinamos y estoy tarde para el enfrentamiento de mis dos grandes, esta pelea es decisiva, el ganador irá a las internacionales a volarle el trasero a todo el mundo, pero sobre todo a Estados Unidos, Elijah hijo de puta, metete tu cargo y tus demandas por el culo.
Con puro en mano, caminé hacia la puerta de ingreso, los guardias se apresuraron a quitar el cordón de la entrada, saludando con extrema formalidad antes de bajar la cabeza y hacerse a un lado para dejarme pasar.
El olor masculino mezclado con el sudor me golpeó el rostro apenas puse un pie dentro, los golpes, los insultos y los ánimos se escuchan por todas partes, montones de billetes van de un lugar a otro mientras la apuesta sigue abierta. Caminé hacia mi lugar en la primera fila, junto al entrenador, mirando atentamente la pelea, sacándome el abrigo y el saco del traje, hace un calor del infierno.
— ¡Brendan! ¡Cuida ese Jab! — grité de pie, arremangándome la camisa— ¡Ahora! ¡Ahora! — tirando de la corbata, dejándola en la silla con el resto de mis cosas— ¡Cian! ¡Deja de jugar, acertale un uppercut, maldita sea!
Brendan dejó de jugar a sólo defenderse y decidió atacar por fin, una serie de jabs llevó a Cian contra las cuerdas, pero se confió, la confianza no es buena en este deporte, el instinto manda, el instinto, la inteligencia, la concentración y el control lo son todo para un boxeador.
Cian aprovechó que la derecha estaba abierta y lanzó un hook que envió a Brendan a piso, asegurándose un round, se tomarán un breve receso antes de volver a la acción.
— ¿Y bien? ¿A cuál de los dos le ves más futuro? Los dos se ve que tienen algo que ofrecer.
Hablando al entrenador, enviando a sus chicos para asistir a los peleadores.
— Ambos tienen oportunidad, Capo, son los mejores, no quedan retadores para ellos dos aquí en Irlanda, los han noqueado a todos,
— Brendan es confiado — dije— Eso le pasará la cuenta en algún momento, tiene que aterrizar.
Escuchando por el alto parlante, quedan cinco minutos antes de que se cierren las apuestas y el dinero sigue yendo y viniendo, vamos a hacer una fortuna hoy.
— Y Cian es muy observador, se deja golpear para enforcarse en los puntos débiles del enemigo, puede terminar noqueado por esperar demasiado tiempo por las aperturas.
Respondió muy al pendiente de lo que pasa en el cuadrilátero.
— Entonces sigues teniendo trabajo, elimina los fallos antes de las internacionales.
El sonido de la campana nos llevó de regreso a la pelea, Brendan atacó con agresividad, un claro mensaje a Cian, quiere ser el campeón, se está enfocando, intenta enfadar a Cian, la ira es un detonante muy poderoso, pero también peligroso, te ciega, y antes de lo que esperas, ya estás en el piso K.O fuera de la competencia.
Brendan acorraló a cian contra las cuerdas, una serie de jabs que terminó por partirle la ceja y nublarle la vista, gracias a eso, se hizo una nueva pausa para revisar los daños, pero Cian estaba lejos de querer ponerle fin a este combate, las cosas se están comenzando a poner interesantes, debería traer a Melanka aquí, de seguro encuentra el encanto entre toda esta falta de desodorante, violencia y gritos.
El boxeo me apasiona, la adrenalina me recorre las venas con tanta violencia que me fue imposible quedarme quieto por más tiempo, me acerqué a las cuerdas y alenté a ambos peleadores, corrigiendo sus fallos, viendo cómo se destroza uno con otro, la pelea no va a terminar hasta que uno de los dos caiga.
— ¡Brandon Byrne! ¡El nuevo campeón nacional!
Brandon levantó las manos, recibiendo las ovaciones del público mientras le colocan el cinturón.
— Bien, Brandon, bien, felicidades — subiendo al ring para felicitarlo— Destrúyelos a todos y regresa con un nuevo cinturón para la arena, haz que mi dinero valga la pena, muchacho.
Sudado y todo el bastardo me abrazó con fuerza, está contento, ni siquiera pensó en las consecuencias de acercárseme tanto, pero se lo permití por hoy, es campeón nacional, claro que está emocionado, y su victoria en el extranjero me llenará los bolsillos aún más, yo también estoy contento.
Pero por supuesto tampoco debo descuidar al perdedor, después de todo, él también me trae buenos ingresos, y será el reemplazo de Brandon en caso de que a este le suceda algo que le impida pelear.
— Deja de lloriquear Cian, para la próxima será, tienes que practicar un poco más, te seguiré respaldando, debes cuidar más la defensa, tenías una apertura constante por el lado derecho, observa eso —ayudándolo a ponerse de pie— Las derrotas te ayudan a levantarte con más fuerza, vas por buen camino.
Llevándolo hasta su esquina para que tomara asiento y lo ayudaran a recuperarse.
El boxeo es mi pasión, y puede que me vuelva ligeramente más blando cuando estoy aquí.
— Jefe, lo esperan en la oficina para entregar el dinero.
dijo Aidan, el director de la arena, es quien dirige el lugar cuando yo estoy muy ocupado y luego me rinde cuentas, un viejo de cincuenta y cinco años que fue campeón en sus mejores tiempos, busca talentos, los pule y luego me los muestra, es un maldito genio.
— Vamos entonces, tengo mucho que hacer aún, voy tarde —para cuidar de la rubia— A una junta de negocios. Te daré un monto extra para que los invites a comer a todos, que Cian no se desmotive, tiene talento.
El aprendiz de la arena tomó mi ropa y nos siguió de cerca en lo que dejamos las gradas y pasamos al pasillo con las oficinas y los camerinos, recorriéndolo hasta el final para entrar a mi oficina, a la izquierda, las pesas de dinero, están haciendo los montones para averiguar cuanto hicimos hoy, es mucho más rápido de esta manera, jamás terminarían si contaran billete por billete, sólo deben separarlos por valor, agruparlos, y pesarlos.
— ¿Y bien? ¿Cuánto va ya?
— Quinientos millones y contando, señor — dijo el jefe de contabilidad— se hizo una buena suma el día de hoy, ni siquiera vamos por la mitad.
Asentí complacido, sigue sorprendiéndome la cantidad de dinero que recaudo sólo por reunir personas amantes del mismo deporte que están dispuestos a apostar por su favorito.
Las apuestas son una adicción y yo siempre apuesto por las adicciones, por eso el boxeo, el casino, las drogas, y también las otras adicciones por poder, como las armas y la muerte, sé cómo piensa un hombre y eso me tiene en la cima.
— Prepárame un fajo, uno grande. Rápido.
Ordené, encendiendo el puro que apagué en cuanto me emocioné por la pelea, viéndolos contar a toda prisa los billetes de doscientos, entregándome un fajo grueso sujeto con un par de elásticos, el dinero le gusta a la rubia, se lo llevaré de regalo.
— Bien, envíenme el monto final, diez porciento para los chicos, diez porciento para la arena, ya saben cómo va lo de los sueldos, el resto, a mi cuenta, y sabré si se hacen los listos, yo lo sé todo siempre.
— Aidan, te encargo el resto.
— Sí, señor.
Di media vuelta y dejé el lugar, recibiendo mis cosas, colgándome el saco y el abrigo al brazo, guardando el dinero en el bolsillo en lo que acomodaba la corbata en mi cuello y regresaba a mi auto, bajando ligeramente la ventanilla para fumar en paz, incorporándome al trafico nuevamente, mirando por el retrovisor a los escoltas alinearse tras de mí.
A la distancia, vi un centro comercial, no quería, pero la mente me jugó una mala pasada, maldije en voz alta, golpeando el volante a medida que giraba y entraba al maldito lugar, apagando el puro, entrando a la primera tienda de tecnología que vi sin preocuparme en abrigarme o acomodar la corbata, mirando los modelos de celulares en las vitrinas.
— Quiero el ultimo modelo en Iphone, en color rosado, y póngalo en una caja de regalo.
Sacando mi tarjeta negra, una American Express, aún recuerdo que Nero se cayó de culo cuando la vio, sólo un grupo selecto de personas la tienen, la institución financiera es la que te invita a formar parte del selecto grupo, y uno de los requisitos es gastar más de 250.000 dólares anuales, ese monto no es nada para alguien cómo yo, puedo permitirme lo que sea.
— ¿Tengo que decírtelo otra vez? Rápido, estoy apurado.
Golpeando el mesón para que la tonta vendedora se moviera, estaba pálida y temblaba de pies a cabeza, supongo que no se imaginó que justo hoy el capo vendría en persona a comprar un maldito teléfono, tengo personal que se encarga de estas cosas, pero por alguna razón, yo quería hacerlo, quería ser quien lo comprara.
— Por supuesto, señor, lo envolveremos enseguida, lo cobraré mientras tanto.
Dijo quien parece estar a cargo ahí, empujó a su compañera hacia el cuarto de servicio y tomó la tarjeta de mi mano, cobrándose y moviendo a su personal para que tuvieran el maldito teléfono rápido.
En cinco minutos ya estaba montado en mi auto otra vez, maldiciendo por la lluvia que enlentecerá mi camino, las calles estaban resbalosas y son demasiadas curvas hacia el castillo, razón por la cual demoré cerca de treinta minutos en llegar, siendo recibido por el personal, sujetando un paraguas sobre mi cabeza para que no me mojara, sostengo mi ropa con una mano y el regalo con la otra, caminando con calma hacia la entrada principal, fue el llanto lo que llamó mi atención.
— Pero dijo que no se iría sin mí ¿Dónde fue? Se supone que tenía que quedarme con él y se va, es un maldito mentiroso, Neil.
— Es el capo, no le digas maldito o se va a enojar, Melanka, ya deja las pataletas, vamos por un helado ¿Sí? Hicieron tarta de maracuyá, te encanta, vamos a comer una gran cantidad de dulces ¿Qué me dices?
Paré frente a la entrada, viendo a la rubia arrodillada en el piso, haciendo una pataleta, llorando, mientras Neil intenta levantarla sin éxito, esta simplemente se hace blanda cada vez que la tiran hacia arriba, por lo que no logran moverla ni un poco.
— No quiero un helado, ni un postre, quiero saber dónde fue Enok y por qué no me llevó.
Protestó la rubia.
— Oye ¿Qué clase de escandalo es este? Me desaparezco cinco minutos ¿Y así te comportas?
Hablando lo suficientemente alto para que ambos pudieran escucharme, Neil parece aliviado, pero Melanka comenzó a llorar más fuerte.
— ¿Dónde estabas? Ni siquiera tenía tanta fiebre.
Me quité los zapatos en la entrada para no manchar con barro la casa, colocándome las pantuflas antes de llegar a ella, mirándolo desde lo alto.
— Fui a traerte un regalo, tonta — soltando la bolsa del móvil sobre sus piernas— Para que después no digas que soy malo contigo, tonta sin cerebro ¿Dónde carajos me voy a ir? Dije que debes quedarte conmigo y eso tienes que hacer, sólo salí un rato, exagerada, sécate la cara, te ves fea cuando lloras.
Tomando el fajo de billetes, soltándolo sobre sus piernas, viendo que se dejó de llorar, deslizando sus manos sobre sus ojos para borrar las lágrimas, mirando las cosas sobre sus piernas otra vez.
— ¿Y esto?
— Para ti. Ahora vamos a la biblioteca, dije que te enseñaría a leer y escribir, si no te enseño, no servirá nada que tengas móvil, no lo podrás ocupar, levántate y deja las pataletas, no tienes cinco años.
Comenzando a caminar antes de que Neil tuviera oportunidad de decir algo sobre mis acciones, no tuve oportunidad de ir muy lejos cuando Melanka sujetó mi pantalón, deteniéndome.
— No quiero caminar, cargarme es tu castigo por irte sin mí.
Bajé la cabeza, sintiendo el tirón en la comisura de mi labio, negando lentamente.
Cambié la expresión a una más neutra antes de voltear a verla, tiene los ojos rojos e hinchados por haber llorado tanto, las pestañas mojadas y las mejillas rosadas, está despeinada y se ve bonita de todas maneras.
— Eres un dolor en el culo, no sé cómo te aguanto, voy a matarte un día de estos para ver si regresa la paz a mi vida.
Empujando mi ropa hacia el pecho de Neil, quien lo sujetó todo por inercia, en lo que yo iba hacia la rubia que estiró sus brazos hacia mí sin soltar sus regalos y se me colgó como koala, rodeándome las caderas con sus piernas, apoyando sus brazos en mis hombros, mientras yo la sostengo desde el culo.
— No conozco el abecedario, así que sé gentil.
Me dijo en lo que hago todo el camino hacia la biblioteca.
— No me caracterizo por ser gentil, muñeca.
— Fuiste el primer hombre que fue gentil conmigo, eso lo recordaré siempre.
Mencionó, apoyando su cabeza en mi pecho, y ahí estaba otra vez mi maldito corazón, latiendo errático por una rubia que apenas y es consciente de las cosas que salen de su boca.
Me está volviendo loco.
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BUENAS BUENAS PECADORAAAS
NO SE VAN A IMAGINAR LO QUE ME PASÓ!
TENÍA LA MITAD DEL CAPÍTULO LISTO ANTES DE AYER Y PENSABA TERMINARLO AYER, LA COSA ES QUE ME CADUCÓ EL WORD Y PERDÍ ESA MITAD QUE LLEVABA, ME TOMÓ CÓMO DOS HORAS VOLVER A TENER OFFICE Y YA ERAN COMO LAS TRES DE LA MAÑANA, ALCANCÉ A ESCRIBIR LA MITAD DE ESTE CAPÍTULO QUE NO SE PARECE A LA PRIMERA MITAD QUE SE BORRÓ, PEEERO BUENO JAJAJAJA
DOBLE PUBLICACIÓN POR LENTA
SI SE CUMPLEN LOS 200 COMENTARIOS, A LA NOCHE SUBO LA SEGUNDA PARTE DE ESTE CAPÍTULO
HAY QUE ADMITIR QUE FUE UN CAPÍTULO BLANDITO, ENOK SE ESTÁ ESFORZANDO, HACE MERITOS EL BRUTO
MELANKA ESTÁ TODA UNA MIMADA AHORA
Y ENOK, A PESAR DE ESTAR FUERA, OCUPADO, VIENDO UN DEPORTE QUE LE GUSTA, SE ACORDÓ DE LA RUBIA, Y PENSÓ QUE QUIZÁ ELLA ENCONTRARA ALGO DE ENCANTO EN UN DEPORTE COMO ESE
INCLUSO LE LLEVÓ UN FAJO DE BILLETES Y UN MÓVIL
QUIERO UN ENOK EN LA VIDA!
QUÉ TENGO QUE HACER PARA CONSEGUIRLO CARAJOOOO
NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO BBCITAS
LAS AMOOO
BESITOS EN LAS NALGAS
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