Capítulo 11
ENOK.
Mi corazón nuevamente late como loco, tengo a Melanka sobre mi hombro, bien afirmada para que no se me escape, revisando las posibles salidas de emergencia a mi alrededor, está más que claro que este sujeto no está sólo, de seguro vino con más militares, pero tanto él como yo, sabemos que, aunque traiga a todo su ejercito de pacotilla, en mi territorio no va a poder salirse con la suya.
Saqué el arma que mantengo en la cinturilla de mi pantalón y cargué, viendo al coronel acercarse con paso tranquilo, pero decidido, o está muy bien entrenado para mantener el control en situaciones de estrés, o realmente no me teme, y eso me cabrea.
A mi alrededor, no pasó desapercibida la manera en la que varios de los clientes nos miraron, atentos a todos mis movimientos, sacando armas, ocultándolas bajo las mesas de apuestas, esperando instrucciones, sabían que estaríamos aquí, eso, o nos han estado vigilando.
— Dame a mi hija y no tendremos problemas — dijo apenas se plantó delante de mí— Ella no puede darte nada que te interese, es una niña, carajo, ten un poco de decencia.
Aprieta los dientes mientras se le enrojece el rostro, carajo, necesito a Nilak, no puedo hacer memoria con las tarjetas ahora, no puedo fijarme hasta en el más mínimo detalle para leerle el rostro.
— Está enojado, jefe — susurró Melanka en mi oído— Parece que le importo más de lo que pensamos. Dile que se vaya a la mierda.
La miré por el rabillo del ojo, se sostiene de mi hombro, mirando hacia atrás, no quiere escapar, quiere pelear, además, me sirve como traductor, ella interpretará sus gestos por mí.
— ¿Una niña? ¿Cuándo yo he sido alguien decente? ¿Acaso nunca he matado niños? Me conoces, Elijah, la decencia y la moral es algo de lo que carezco.
Mirando a la rubia, acomodándola mejor entre mis brazos, sujetándole el culo con un brazo, manteniéndola elevada para que así pueda susurrarme al oído si algo llega a cambiar.
Parece ser más útil de lo que pensé.
— Estoy justo dónde quiero estar — dijo Melanka en un perfecto ruso, lastima para ella que yo también lo hablo y puedo entender su conversación— No me busques más, sal de aquí antes de que el Capo te mate.
Suelta un ruso furioso que le acaricia la lengua, por lo general, es un idioma que suena a violencia, pero en su boca, más bien parece una obra de arte, una sensual y cruel obra de arte a la que no debería ponerle tanta atención en estos momentos, estoy ocupado, pero la rubia sigue distrayéndome.
— Vi el contrato, te compró como esclava, carajo, estás toda golpeada ¿Cómo puedes decir que estás dónde quieres estar? Te lavan el cerebro, te obligan a hacer cosas que no quieres y crees que debes hacer por tu posición, ven conmigo, tus hermanos estarán felices de conocerte, se ilusionaron al saber que tienen una hermana, y mi esposa también quiere recibirte — estiró su mano— Tu madre biológica... sigo en contacto con ella, fue una equivocación de parte suya venderte a la granja, nos íbamos a fugar, te arrebataron de sus brazos, ella no quería entregarte, Morte, por favor...
— Mi nombre es Melanka — le dijo esta, rodeándome el cuello con los brazos— No me cuentes fantasías, todo el mundo miente, todo el mundo siempre me cuenta historias fantasiosas para que yo les crea y me deje llevar, no más de eso, no quiero que sigan jugando conmigo. El Capo es duro y cruel, es un hijo de puta, pero no me miente, él siempre me dice la verdad por muy dolorosa que sea, por eso voy a quedarme con él.
La miré con sorpresa, yo mismo sentí cómo se me elevaron las cejas y mis ojos se abrieron de golpe, no pensé que ella quisiera quedarse por esos motivos, yo pensé que quería quedarse por los Andreeva, pero no... es por mí, a pesar de toda la mierda que le he hecho, sigue estando mejor conmigo que en otro lugar.
Le agrado a alguien... vaya, esto es nuevo.
— Te está usando Melanka ¿Cómo no te das cuenta? — llamó a alguien y este le facilitó un expediente, el expediente que yo preparé para enviárselo... ¿Cómo...? — ¿Ves esto? Me lo enviaron para que yo actuara, te están abandonando en el fuego cruzado para vengarse de mí, no eres nada para ellos, pero eres mi hija, compartimos sangre, así que, por favor, ven conmigo, haré que se elimine el cartel que pide dinero por tu cabeza, no te buscará nadie, no serás esclava, serás libre, Melanka... piénsalo por favor...
Melanka frunció el ceño y aligeró levemente el agarre en mi cuello, probablemente le llame la atención lo que se le ofrece, la libertad suena tentadora para todo aquel que vivió en una jaula toda su vida.
— Aléjate de ella — dije, levantando el arma a su cabeza— Si la tocas, considérate muerto, la rubia es mía, yo la compré, es mi esclava hasta que yo decida lo contrario.
Apretándola ligeramente, aprensivo, no van a quitármela, no hoy.
— Me envías el expediente y ahora te niegas a negociar ¿A qué demonios estás jugando?
Respondió el coronel, cargando su arma, apuntándome a la cabeza, está dispuesto a todo hoy.
Pensé en mis opciones, si le disparo ahora, no sólo yo terminaré muerto, Melanka también saldrá afectada y le dije que podía quedarse, le prometí que si la marcaba me pertenecería y no la dejaría ir, por lo que, ambos debemos vivir para que así pueda cumplir mi promesa.
Yo soy un hombre de palabra.
— Un señuelo — apuntando a Melanka con mi cabeza— Y funcionó bien, te tengo justo dónde quiero ahora.
— Por lo que veo, soy yo quien te tiene justo dónde quiere ¿Qué clase de Capo anda sólo?
La rubia se acercó a mi oído otra vez, usando su mano para cubrirse la boca.
— Está burlándose de ti, tiene una sonrisa sínica en la cara, ya dispárale —pidió, temblando— Estoy nerviosa, quiero salir de aquí, no tengo armas encima y eso no me gusta.
Que me diga lo que yo no puedo percibir, ayuda, sin duda debo tenerla encima siempre, Nilak no puede estar pegado a mí todo el tiempo.
— ¿Quién dijo que estoy sólo? — dije con sorna— Melanka, preciosa, róbate un arma, la que quieras, tienes para elegir.
Bajándola lentamente al piso sin perder de vista al coronel, voy a matarlo si se atreve a tocarla.
— El que le haga daño que se considere muerto, es mi hija.
Dijo el hombre al ver a "su hija" pasearse por el lugar, deteniéndose al ver algo que le gustó.
— Vaya... veo que siempre te vas por las cosas grandes.
Bromee.
Melanka estaba mirando al sujeto que carga con un fusil de asalto AR-15, semiautomática, versátil, puede montar cargadores hasta de 30 cartuchos, con una capacidad de 750 disparos por minuto, 550 metros de alcance, una velocidad de disparo de 975 metros por segundo, posee una bocacha apagallamas en la punta que evita el fogonazo que deslumbra al tirador, y a la vez, delata su posición, además de reducir el sonido de detonación, es un arma exquisita, la sorda tiene buenos gustos, sabe de armas, no me mintió.
— Bueno, elegí quedarme contigo, creo que mis preferencias son más que claras, Capo. Adoro las cosas grandes que apenas puedo sostener.
Negué lentamente, sintiendo mi estómago extraño otra vez ¿Ella está...?
— Estoy coqueteando contigo, por si quedan dudas.
Confirmó antes de que me comiera la cabeza con la idea, viéndola acercarse al sujeto del arma que llamó su atención, parando en cuanto dos sujetos le cortaron el paso, Melanka usó las fichas del póker para quebrarle la tráquea a uno, clavándola de forma horizontal con una mano, mientras la otra le quitaba el arma que sostenía y dispara al otro sujeto sin siquiera despeinarse, eso no le tomó ni dos minutos, entonces se acercó al sujeto al que quería robarle, abriéndole un agujero en la cabeza sin titubear, tomando el fusil y el cargador, ajustándolo en dos simples movimientos, alzando la cabeza para mirar al coronel y a mí.
— Muy bien, papi ¿Nos dejas salir por las buenas o te mato? No me gusta que le apunten a mi capo, esa cara bonita... — me miró por breves segundos antes de mirar a su padre otra vez— Yo soy la encargada de que siga siendo así de bonita, soy su guardaespaldas.
Elijah está furioso, debe estar sospesando sus opciones reducidas, lastimar a Melanka parece ser la única salida posible, ella no se quedará quieta y dejó más que clara su posición, quiere quedarse conmigo, por lo que, tendrá que esforzarse si quiere arrebatármela.
— Bien, está bien — accedió para mi sorpresa— Pero voy a regresar por ti, Melanka — la señaló— Te traeré pruebas de que vengo con buenas intenciones, te he buscado por todas partes, por todo el mundo, te busqué siempre ¿Por qué crees que es?
— Para usarme probablemente, todos me usan siempre, intentan sacarme provecho de una u otra manera — respondió la rubia— Algo quieres de mí, cualquier otro tonto se hubiese rendido ya, han pasado años, me dejaste ser esclava por 17 años, con tu posición y tu dinero podrías haber hecho algo y no lo hiciste. No tendré educación, pero no soy ninguna tonta, así que no me vendas tus cuentos baratos que no voy a creerte.
La subestimé, carajo, la llamé incapaz, tonta, analfabeta, descerebrada y un montón de otros sobrenombres, pero estaba equivocado, es más que capaz de hacer lo que se proponga cómo cualquiera de nosotros.
— No soy cualquiera, Melanka — se defendió este— Soy tu padre, por mis hijos daría la vida, tus hermanos saben eso, y quiero que también lo sepas, estás confundida porque no conoces lo que es tener una familia, piénsalo, piensa en lo que te digo, te buscaré en una semana y te traeré pruebas de que puedes confiar en mí, y si no te saqué antes fue porque no tenía el cargo que tenía ahora ni conexiones para rastrearte, pero ahora sí, ahora puedo hacerlo todo para limpiar tu nombre y darte una vida tranquila cómo mereces.
— Esperaré esas pruebas, no soy una tonta, no confiaré en un desconocido así de fácil.
Melanka caminó hasta mí, evitando que el coronel la tocara y se puso frente a mí, cómo si su cuerpo pudiera protegerme, me llega al pecho joder, es una criatura pequeña y frágil ¿Cómo va a protegerme?
Miré de reojo a mi alrededor mientras la rubia me hacia retroceder sin despegarse de mí, la clientela se mantiene en sus asientos, respiran agitados, intentan pasar desapercibidos, es bien sabido que todo lo que me perturba desaparece, y ellos valoran su vida, son personas inteligentes, me parece bien.
— Voy a regresar por ti, Melanka, siempre voy a regresar por ti.
Le prometió el coronel cuando nosotros ya estábamos cerca de la puerta, la sorda no dejó de apuntar a todo quien se moviera con su nuevo fusil de guerra.
Luego el mundo ardió.
Mi gente llegó antes de poder salir por la puerta, invadieron cada posible entrada o salida, el chasquido de las armas al ser cargadas y el olor a pólvora lo cubrió todo, los clientes salieron despavoridos del lugar para no quedar atrapados en el fuego cruzado, militares y Kinahan peleando por el poder.
— Vamos ya, mi gente le dará una lección — dije a la rubia, subiéndomela al hombro al ver su clara intención de ir y hacer un desastre— Demasiado por una noche, tienes fiebre por la quemadura, es hora de descansar.
Saliendo del casino, vi a los Andreeva prepararse también, los cuatro se acercaron a nosotros, abandonando el auto en el que vinieron, buscando daños en nuestros cuerpos.
— ¿Quién de ustedes le envió el expediente que preparamos sobre Melanka al coronel?
Pregunté con calma, mirando a los cuatro.
— Fui yo — dijo Nilak— Ibas a matarla si seguías tratándola así, quería salvarla.
Bajé a Melanka con premura, apreté la mano en puño y lo golpeé con todas mis fuerzas, botándolo al piso, sus hermanos ni siquiera se movieron, pero no pasó desapercibido el abandono del color en sus rostros.
— Yo no te ordené hacerlo, Nilak. Si vuelves a hacer algo a mis espaldas, me las vas a pagar, marqué a Melanka, ahora me pertenece, no olvides que quién toma las decisiones soy yo, el que tiene la última palabra siempre soy yo.
Le recordé, porque parece estarse tomando demasiadas atribuciones. Por eso odio el fantasma de su madre muerta, lo hace débil, hace que tome decisiones equivocadas como estas, guiado por su sentimentalismo.
— Yo no quiero irme — dijo la rubia a mi lado— Agradezco de todas maneras tus buenas intenciones, Nilak, pero quiero quedarme aquí sin importar qué.
Caminando hasta él, limpiándole la sangre de la comisura de la boca con su pulgar, sonriéndole.
De nuevo le sonríe carajo ¿Por qué le regala sonrisas a todo el mundo?
— Vámonos a casa, dije que tienes que descansar.
Tomándola por el brazo bueno, cargándomela nuevamente encima para que sus pies no toquen la nieve o le dará una crisis otra vez, abriendo la puerta para ella, viendo complacido que no opuso resistencia, es más, entró casi por su cuenta, deslizándose hasta el otro extremo, esperando por mí.
— Estoy feliz y enojada.
Me dijo.
— ¿Y... por qué?
Indagué en cuanto el chofer se puso en marcha.
— Feliz porque quieres que me quede y te peleaste con tu amigo, y enojada porque te peleaste y golpeaste a tu amigo.
Pasó de sonreír a fruncir el ceño en cinco segundos, sus cambios de humor me abruman, por fortuna, me dice cómo se está sintiendo y no debo ponerme a adivinar.
— Se lo merecía, yo soy la autoridad aquí, no puede hacer cosas sin consultarme.
Defendí mi punto de vista, Nilak es mi amigo, sí, pero también es mi subordinado y no debe confundir las cosas, la jerarquía hay que respetarla.
— Pero el plan original era ese, enviar el expediente y usarme — dijo— Entonces...
— Entonces nada, el plan cambió y él lo sabía.
No voy a dar mi brazo a torcer, no con esto.
— Pero se lo dijiste hoy, quizá él hizo esto antes, cuando el plan seguía siendo el mismo, no te enojes tanto, el coronel es un hombre insistente, tarde o temprano me hubiese encontrado, me ha encontrado antes, lo sabes, pero el que me muevan de posición constantemente lo retrasaba, ahora que tengo un lugar fijo es más complicado el ocultarme ¿Entiendes?
Ese es un buen punto, Elijah no podía encontrarla porque la movían constantemente de lugar y de país, había ocasiones en las que ella ni siquiera sabía dónde estaba, quizá la movían a propósito porque sabían que le seguían el rastro.
— ¿Por qué le pediste pruebas a ese hombre? ¿Sigues confundida? ¿Te quieres ir?
Sonrió y negó, dejando el arma de lado, moviéndose por el asiento hasta quedar pegada a mí.
— ¿Necesitas más confirmación? Dije que quería quedarme.
Trazando círculos lentos en mi muslo, despertando... cosas, en mí.
— Bueno... dijiste un par de cosas que llamaron mi atención, así que sí, puede que necesite confirmación.
Es la primera vez que hago esto del juego previo, por lo general, las sirvientas vienen a mi cuarto, se desnudan, me las follo y se van, no hay intercambio de palabras ni confirmaciones, todas van ahí porque quieren ir, pero ¿Esto? Esto es diferente, Melanka nunca fue a la rotativa nocturna, pero parece desearme ahora, es eso o sólo está jugando, que también es bastante posible viniendo de ella.
— ¿Qué clase de confirmación necesitas? Puedo confirmar muchas cosas ahora.
Moviéndose un poco más cerca, sus pechos pegados a mi brazo, sus caricias en mi muslo ascienden, tocando peligrosamente cerca de mi pene hinchado y dolorido por estar tan apretado, tuve que acomodarme, separar más las piernas para liberar presión, y eso la complace a la maldita loca.
— Si te lo dijera, perdería la gracia, sentiría que te estoy obligando, así que detente ya, tienes fiebre, tienes que descansar.
— Dijiste que hablaríamos de por qué me senté así sobre ese sujeto — tomando asiento sobre mis piernas— Y de por qué me dejé toquetear por él — tomando mis manos, apoyándolas en su cuerpo— No siento que estemos hablando de eso. Por cierto, te estoy coqueteando, sólo por si lo dudas todavía.
Apoyando mi mano sobre su pecho, apretando para que yo sea capaz de sentir su propia suavidad.
— Mira, hagamos algo — apretándola más contra mi cuerpo— Si te baja la fiebre, mañana hablamos sobre esto, tienes que curarte ¿Cómo es que no te das cuenta que estás sangrando?
Clavándole el dedo en la mancha roja en su vestido, haciéndola gritar del dolor.
— Oye, imbécil —me empujó— No me había dado cuenta de que dolía... hasta ahora, eres un bruto inconsciente.
Me recriminó, pero había algo chispeante en su mirada que me decía que quizá no está tan furiosa como aparenta.
— ¿Con qué te golpearon?
Pregunté, manteniéndola encima de mí, revisando si tiene alguna otra herida de gravedad.
— Con una barreta, por eso los moretones nuevos en brazos y piernas, tenían armas con silenciadores, quizá por eso... quizá me dio una bala y yo ni enterada, la adrenalina hace unas cosas increíbles.
Sonriendo.
¿Quién demonios sonríe cuando está lastimada? Casi parece feliz.
— Bien, quédate quieta, te revisaré cuando lleguemos a casa.
— Supongo que me dejarás dormir contigo ¿No? Me da miedo dormir sola, no quiero que el coronel papá me lleve mientras no me estás mirando.
— Tú pierde cuidado, no te quitaré el ojo de encima, mocosas irresponsables cómo tú no se pueden dejar sin supervisión.
— Bien.
Dijo sin más, encogiéndose de hombros.
— Bien.
Respondí al borde de la indiferencia.
Ninguno se movió el resto del viaje, es más, la rubia se quedó dormida en mi regazo, acurrucada en busca de calor, suda y la piel le arde con fuerza, aún así siente frío y está sangrando bastante, se lastimó otra vez por mi culpa y yo la tenía en frente de mis narices, no la estoy protegiendo cómo me dije que haría.
En cuanto el auto se detuvo, abrieron la puerta para mí, y salí con la sorda entre los brazos, entramos a casa y recorrí los pasillos más rápido de lo que hubiese querido, el personal nota que hay algo mal en mí, siempre estoy imperturbable, pero justo ahora hay muchas cosas que me están molestando, cómo por ejemplo la rubia durmiente que sangra en mi cama.
— Ok... te quitaré la ropa sólo porque necesito revisarte, no te hagas ilusiones.
Hablándole a la muerta que claramente no está respondiendo, acercándome a ella con el corazón latiéndome errático en el pecho, insisto, Nilak no tiene idea de lo que habla, yo necesito ir al cardiólogo, me pediré la hora por mi cuenta, trabajo con un montón de incompetentes que no se preocupan si me muero de un paro cualquier día de estos.
La senté en la cama, sosteniéndola bien, viendo cómo su cabeza cayó hacia el frente en un latigazo, se queja en medio del sueño, pero tengo que revisarla o se pondrá peor.
Me dediqué a bajar el cierre de su vestido, descubriendo su cuerpo, quitándolo a tirones, sosteniendo la respiración al ver que no lleva bragas, la muy maldita no se puso nada debajo y tomó asiento sobre otro imbécil en el casino.
— Eres tan maldita, Melanka...
Fui hasta el guardarropa dónde su ropa a estado guardándose junto con la mía, pero no tenía ni una sola braga y sorpresivamente su ropa desapareció y está más que claro que la rubia no es la causante, si se la pasó pegada a mí todo el día ¿Dónde demonios está toda la ropa que pedí que trajeran? Las sirvientas están jugando con fuego, carajo.
Tomé un bóxer de mi cajón y regresé a la cama, deslizando cada orificio por sus perfectas piernas suaves y de tez clara, levantándole la cadera para acomodarlos de la cintura, viendo que le quedan enormes, pero servirá para que yo no me distraiga, Melanka es una chica preciosa y en estas condiciones, nadie, ni siquiera yo, que soy su dueño, debería mirarla con otros ojos, lo único que debo tener en mente es curarla, nada más.
Humedecí la gasa con suero antes de pasarla por esa fea cortada, necesitará puntos, suerte que yo sepa hacerlo, la gente como yo no puede ir y perder el tiempo en el hospital, un segundo de distracción puede costarme la vida, y definitivamente debo continuar con el linaje de mi familia, no puedo morir antes de haberle dado mi apellido a un par de mocosos.
Melanka se quejó la segunda vez que repasé la herida con una gasa limpia, no mentí al decir que estaba sangrando bastante, no hay orificio de salida y le dolerá cómo la mierda cuando intente sacarla, afortunadamente no parece haberle dado a nada vital, hasta para esto tiene suerte la condenada.
— Oye rubia, rubia — golpeteando su cara ligeramente— Voy a sacar la bala y necesito que aguantes ¿De acuerdo? Nada de romperse los dientes o te pondrás aún más fea.
Tomando un montón de gasas limpias, metiéndoselas en la boca, esperando que esta tonta no le dé por tragar y se ahogue, sólo después de eso, me acomodé sobre ella, apretándole los muslos con mis piernas para que no se moviera, tomando las pinzas entre las manos, tomando una larga respiración antes de meterlas en el agujero que tiene para buscar la bala, escuchándola gritar, el dolor la despertó.
— Melanka, necesito que te quedes quieta — le dije, sujetando su mano cuando intentó pegarme— Soy yo, tonta, está todo bien — deteniéndome para inclinarme sobre ella y que me mirara, no parece saber quién soy o dónde está— Soy yo, no te voy a hacer nada, nadie te tocará, tranquila, estás a salvo, estoy ayudándote, me saldré de encima en cuanto saque la bala ¿De acuerdo? Estás a salvo conmigo.
Se relajó ligeramente, pero sigue tensa. Vi sus movimientos con detenimiento en caso de que quiera apartarme otra vez, pero sólo se estiró para sacarse las gasas de la boca.
— Tengo miedo... — me dijo con voz temblorosa, está llorando— Pensé que estaba en la jaula otra vez y querían hacerme... cosas...
— No volverás a esa sucia jaula nunca más — acariciándole el cabello, Nilak mencionó una vez que a las mujeres les gustaba eso— Te prometo que conmigo siempre vas a estar a salvo, confía en mí.
Asintió lentamente y bajó las manos, relajándose, sólo entonces tomé las pinzas otra vez y las introduje en el orificio, buscando la bala, viéndola meterse la gasa en la boca otra vez para callar sus gritos, apretando las mantas con fuerza bajo su peso, soportando valientemente hasta que logré dar con la bala y ejercí presión en la herida.
— Lo hiciste bien, lo hiciste de maravilla — deslizando mi mano libre por su frente para secarle el sudor— Aguanta otro poco más y ya podrás descansar ¿Bien?
Asintió con las lagrimas cayendo por las comisuras de sus ojos, se inclinó ligeramente para ver la herida y volvió a recostarse, dejándome trabajar, confiando en mí.
Puse algo de anestesia y dejé que hiciera efecto antes de tomar el equipo de sutura y trabajar en ella, asegurándome en hacer los puntos a la perfección, ella es una mujer guapa y no debe tener cicatrices, me aseguraré de que su cuerpo siga siendo bonito.
Apenas terminé, dejé que una de las mucamas entrara para que limpiara el desastre de las gasas y la sangre, mientras yo limpio el cuerpo de la chica en mi cama. Estoy más que seguro que si mando a las mucamas a hacerlo, la tratarán con poca delicadeza, están haciendo todo lo posible para que Melanka se sienta incómoda aquí, le roban la ropa, le niegan la comida, no le enseñan cómo debe comer o cuantas veces al día, la jodían con los trabajos cuando era sirvienta, y definitivamente la miran mal cada vez que comparten habitación, debo hacer algo con eso o lloverá sangre y tendré que cambiar a todo el personal, Melanka es mi protegida y cómo tan, debe estar cómoda y tranquila.
En vista de que sus pijamas de dos piezas no estaban aquí, le puse una de mis camisetas al ver que ya estaba limpia y con la pomada puesta en sus hematomas más feos, cargándola y tomando asiento en el sofá que tengo en la pequeña sala de mi cuarto, dejando a las sirvientas trabajar para cambiar sabanas y mantas.
— Enok... gracias...
Murmuró esta cosita sin tornillos, frágil, insignificante y selectivamente muda que pelea como una perra.
— No hay nada que agradecer, eres parte importante en esta casa ahora.
— No soy importante, soy esclava, soy menos que nada.
Me recordó.
— Sí, sí que eres algo, eres una tonta que no se da cuenta de nada. Me entretienes, me enfureces, y me sorprendes, porque siempre haces que sienta algo cuando te veo, generalmente enojo por tus travesuras, pero algo es algo, haces que pueda ver el mundo desde otra perspectiva, y me ayudaste mucho hoy para entender los gestos y burlas del coronel, te necesito conmigo, serás mi traductor emocional, y a cambio yo también te ayudaré, dime ¿Qué quieres? Me aseguraré que ocurra.
Me sonrió débil, aún adormilada, no abre los ojos, está más que claro que pronto volverá a dormirse.
— Si yo seré su traductor de emociones, yo quiero aprender a leer y escribir, no quiero ser una analfabeta el resto de mi vida, quiero ser alguien.
— Lo serás, contrataré a alguien para...
— Si no eres tú, entonces no quiero nada.
Interrumpiéndome.
cerrando los ojos a medida que termina de hablar.
— Soy un hombre ocupado, lo sabes.
Y aún así me haré el tiempo para darle clases.
— Lo sé, pero, aun así, quiero que seas tú quién enseñe, me amoldaré a tu tiempo.
Pidió.
— Todos los días, dos horas al día conmigo, una hora por la mañana y otra por la tarde ¿Bien?
— Sí... suena perfecto... así se dejarán de reír de mí.
Entonces volvió a dormirse.
Esperé pacientemente a que todo estuviese limpio y nos dejaron solos para llevarla a la cama, arropándola bien, secándole el sudor producto de la fiebre, cambiando los paños tantas veces como fueran necesarias, limpiándole el cuerpo o cambiándole la ropa por lo empapada por el sudor, colocándole otro bóxer mío y otra camiseta, cambiando las mantas de la cama para que ella durmiera cómoda y seca.
Nunca me desviví así por alguien, la culpa sí que es algo
Así fue cómo me dieron las seis de la mañana, la hora perfecta para asustar a las sirvientas.
Me asee y me vestí lo más rápido que pude, abandoné el cuarto antes de asegurarme que Melanka estaría bien y fui en busca de la ama de llaves, encontrándola justo como intuí, esta mujer siempre se encarga de que todas las sirvientas dejaran sus habitaciones.
— Señor.
Dijo la mujer, bajando la cabeza al verme.
— Necesito que reúnas a todas las sirvientas de la casa, han pasado un par de cosas que me molestan y necesito confirmar.
— Señor, puedo castigarlas por mi cuenta, usted no tiene por qué...
— Dije que las reúnas, te doy diez minuto, las quiero en el comedor. Ah, y Melanka tomará clases sobre comida contigo desde hoy, la pobre lleva once días con nosotros y nadie le enseñó cómo comer, cómo usar los cubiertos, nada, y no quiero que me avergüence ¿Quedó claro?
— Muy claro. Señor.
Di media vuelta y fui a fumar un puro mientras esperaba.
— Ho ¿Tú también vienes a torturar sirvientas?
Dijo Nero, para ella es demasiado temprano, me sorprende su presencia.
— ¿Te hicieron algo a ti también?
Pregunté.
— Bueno, sí, o sea, no, a mí no, a Melanka, y vine a ponerlas en su lugar.
— Bien entonces, hagámoslo ambos, que sepan que está totalmente prohibido meterse con nuestra rubia otra vez.
— Por cierto, Nilak quiere hablar contigo hoy, harán una charla sobre el amor, para que entiendas lo que es y cómo funciona tu cuerpo al respecto.
— ¿Y para qué quiero saber esa mierda yo?
— Porque la necesitas, y ya sabrás por qué, tienes que entender el importantísimo por qué.
Veamos que puta charla tiene preparado el idiota.
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BUENAS BUENAS BBCITAS!
TRAJE NUEVO CAPÍTULO!
ME RE EMOCIONÉ AL VER LA CANTIDAD DE COMENTARIOS EN EL ANTERIOR, SON LAS MEJORES
ASÍ QUE ESTE CAPÍTULO ESTÁ DEDICADO A
PASARON MUCHAS COSAS HOY
MELANKA ES LA TRADUCTORA OFICIAL AHORA
LE DEJÓ LAS COSAS MÁS QUE CLARAS A SU PADRE
LA CHICA DEMOSTRÓ QUE ES REALMENTE BUENA EN LO QUE HACE
ENOK ALUSINÓ
Y EL COQUETEO? ES QUE YA NO LE ESTÁN TENIENDO MIEDO AL ÉXITO!!
Y ENOK SE PREOCUPÓ DE TODO! MÁS LINDO
MI BB SE ESTÁ ESFORZANDO
YA VEREMOS CÓMO AVANZA ESTO
YO QUIERO VER LO QUE PASARÁ CON LAS SIRVIENTAAAAS
NOS LEEMOS EN EL PROXIMO CAPÍTULO HERMOSAS 200 COMENTARIOS Y VOLVEMOS
POR CIERTO, MAÑANA TENGO MI PRIMERA ENTREVISTA DE TRABAJO, DESEENME SUERTE
BESITOS EN LA COLAAAAA
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