Capítulo 10

NERO.

Bueno, debería agradecerle a mi hermano sus buenas ideas, no mentía cuando dije que Melanka hace unos orales increíbles, tiene tanta energía, es tan caliente, que me enciende el cuerpo en segundos, y para rematar ¡Es versátil! Pero adoro cuando se pone en modo mandona, se me moja la entrepierna de sólo imaginar cómo va a tratarme.

Esperé impaciente a que las sirvientas acomodaran las toallas oscuras sobre la cama mientras Melanka me mira de pies a cabeza con los brazos cruzados, sonríe con una malicia seductora que me hace apretar los muslos para frotarme ligeramente.

Voy a sacarle brillo a ese clítoris suyo para que Enok sienta muchas cosas mientras la alarma no le deja de pitar, así, mi hermanito mayor tendrá muchas cosas que hablar con él, entraremos en plan "Descubriendo cómo conquistar al desastre".

Adoro a Melanka, pero es un torbellino con patas, uno que huele exquisito, a arándanos jugosos y frescos, con una piel suave y tersa, una sonrisa deliciosa...

Quiero pasarle la lengua por el cuerpo...

De reojo, la rubia miró cómo las sirvientas abandonan el cuarto para dejarnos a solas, fui consciente de cómo la miraron, con desagrado, de pies a cabeza, no les hace gracia que Mel Mel nos agrade tanto.

Lástima para ellas que tengo una muy buena memoria, y cuando salga de aquí, las voy a buscar y las voy a hacer pagar por mirar a mi amiga así.

— Abre la boca y saca la lengua, que la quiero chupar.

Me dijo la rubia, cerrando la puerta ella misma antes de caminar hacia mí y sujetarme por la cintura, pegando nuestros pechos.

Esto es otra de las cosas que me gusta de follar con ella, es tan sucia para hablar... no se mide... eso es tan sexy...

No la hice esperar, hice justo lo que me pidió y sentí la caricia suave de su lengua antes de colarse dentro de mi boca y besarme con esa pasión desatada que la caracteriza, atrapó mi lengua entre sus labios y succionó, sonriendo en medio del beso, separándose ligeramente para mordisquear mi labio inferior, me mira con deseo y aprieta uno de mis pechos sobre la ropa antes de ir al ataque otra vez, comiéndome la boca con tantas ganas que tuve que obligarme a tomar un poco de distancia para tomar aire, jadeante y deseosa, húmeda, caliente... necesito más.

— Ahora es cuanto te quitas la ropa, Nero, hay otras cosas que quiero chupar.

Desabrochando mi pantalón ella misma en un movimiento, se llevó la mano a la boca, lamió tres dedos, y los metió dentro de mi ropa interior, frotándome el clítoris, no hizo falta que se esforzara cuando ya me tenía temblorosa, gimiendo, incapaz de mantener la boca cerrada.

— ¿Por qué no te estás desnudando, amiga?

Me preguntó con burla, quitando los dedos antes de que me corriera, llevándose los dedos a la boca para saborearme.

Solté un gemido quejumbroso a modo de protesta, estuve a poco de conseguir mi orgasmo y me lo negó.

— Eres cruel, Melanka.

Me las arreglé para decir, tengo la boca seca y los ojos llorosos, seré bisexual, pero el sexo con mujeres siempre lo he disfrutado mucho más, hace que me corra una y otra vez, terminando tan satisfecha, que volvería a elegirlas una y mil veces.

— ¿Cruel? Soy tu amiga ¿Por qué sería cruel?

Es una maldita sínica y la amo.

Comencé a desnudarme tal y cómo me pidió, viéndola acercarse a mi arrimo junto a la puerta, tomando la botella de whisky escoces que tengo ahí, le dio un largo trago, me guiñó un ojo y le dio otro trago, acercándose a mí, sujetándome por el cabello, todo lo que hice, fue sonreír y acercarme a su boca, recibiendo el alcohol que me ofrece, bebiendo rítmicamente, sonriendo en medio de ese beso morboso, sintiendo sus dedos frotarme la entrepierna otra vez, y yo ya tenía ganas de correrme de nuevo.

— Bueno ¿No tenías sed?

Dijo ella, sonriente.

— Sí, y creo que tú también tienes sed, pon esa boca en otros lugares de mí ¿De acuerdo? Muero por correrme.

— No tienes ni que pedírmelo — dando un paso atrás, quitándose el top— A la cama, Nero, voy a darte ese orgasmo por el que lloriqueas tanto.

En medio de saltos, terminé de desvestirme y me recosté en la cama, apoyando mi peso en los codos para ver cómo termina de desnudarse y se sube a la cama, gateando hasta mí, sosteniéndome por detrás de las rodillas, apoyando mis piernas en sus hombros.

— No soy un ángel, pero te haré tocar el cielo.

Dijo.

Y ambas estallamos en risas, claro que la risa se me fue pronto cuando sentí el primer lametón plano, probándome de abajo hacia arriba, y luego de regreso, usó dos dedos para masturbarme, golpeando el mismo punto una y otra vez, el sonido de mi humedad y sus dedos llena el cuarto, mis gemidos se incrementan, y su boca hace unas cosas maravillosas con mi clítoris, succiona con fuerza, dejándome las piernas de gelatina, usa sus dientes perfectos para mordisquear mis labios, y se bebe mi excitación, acelerando el movimiento de sus dedos al sentir las contracciones de mi interior, aplastó mi vientre bajo con su mano libre para mantenerme en mi lugar, y a pesar de que quería retorcerme y librarme de lo mucho que estaba sintiendo, Melanka me dio un orgasmo que me golpeó con violencia, corriéndome tanto, que me chorree las piernas, el cuerpo me cosquillea, se tensa y se relaja, fui incapaz de gemir cómo la gente normal y grité en medio de mi liberación, enredando los dedos en su cabello, moviendo la pelvis de manera obscena, montándole la cara a esta rubia preciosa que hace maravillas con todo lo que hace.

— Uuf, exquisita cómo siempre, ya no tengo sed — se burló— Pero es mi turno, yo también muero por correrme y frotarme contigo.

Soltó mis piernas y luego levantó una de ellas, apoyándosela entre los pechos y hombro, colocó cada una de sus rodillas a los lados de mi pierna apoyada en la cama, su vagina sobre la mía, y comenzó a contornearse morbosamente, mueve su cadera cómo toda una experta, y no tardé en acabar otra vez.

— Ay, cómo nos vamos a divertir, carajo.

Celebró, bajando mi pierna, acomodándose entre mis piernas, trepando por mi cuerpo, atrapando uno de mis pezones dentro de su boca, dándole atención con los dedos al otro.

— Llamaré a Nash, que él te ayude a prepararte, algo me dice que no podré salir de la cama.

Informé, pero ella no se detuvo, es más, se reía mientras yo intentaba no jadear al darle la información a mi hermano, quién tuvo la gentileza de poner el altavoz para que Nilak, Neil... y Enok, escucharan mis esfuerzos por comportarme, aunque tampoco me estaba esforzando demasiado, el plan "Poner celoso al Capo" a comenzado, y mis hermanos se esforzarán tanto cómo yo en que resulte.

***

MELANKA.

Fue una desgracia.

Yo pensé que podría jugar a las princesas con Nero, que me ayudaría a elegir un vestido y tacones que combinen, que me maquillaría cómo yo nunca lo he hecho para salir muy bonita al lugar dónde saldré con el jefe, no suelo salir seguido, y para mí, todas las oportunidades de pisar el exterior son bien aprovechadas, pero se me pasó la mano con el sexo y se quedó dormida medio muerta en su cama.

Yo, cómo buena amiga, limpié nuestro desastre, la limpié a ella y la arropé para que descansara mientras yo tomaba un baño y rodeaba mi cuerpo con una toalla grande, sumando otra más pequeña para mi cabello, abandonando su habitación, Enok me dijo que no me paseara desnuda, así que me cubrí, estoy aprendiendo bien.

— Ya terminé de follar.

Avisé, entrando al despacho sin tocar, viendo a los Andreeva y a Enok hablando seriamente, señalando unos documentos en el enorme escritorio, al verme llegar, todos se callaron y me miraron de pies a cabeza ¿Será extraño porque estoy descansa? ¿También tengo que cubrirme los pies?

— Amm... Melanka, cariño... no es correcto que te pasees en toalla por el castillo, hay muchos hombres por aquí, hombres que te mirarán con dobles intenciones.

Fruncí el ceño, mirando mis pintas.

— Pero no se me ve nada, Enok dijo que no podía andar desnuda por ahí, así que salí con toalla ¿Cómo debo salir entonces? No entiendo.

— Sí, creo que necesito ese cardiólogo — dijo el Capo— ¿Pediste la hora, Nilak?

Le preguntó a su amigo, mirándolo con preocupación.

— Por enésima vez — se frotó la cara con exasperación el mayor de los Andreeva— No estás enfermo, te llama la atención mi regalo vivo.

Señalándome.

— No pasa nada, Enok, yo llamo la atención de todo el mundo porque no sé hacer muchas cosas, por ejemplo, a la hora de la comida, llamé la atención de las sirvientas porque no tengo modales al comer, así que no te preocupes y evita los disgustos para que tu corazón no se ponga loco, yo intentaré aprender a comportarme para no hacerte enojar.

Sonreí.

— Otra más, carajo, otra más.

Dijo Neil, golpeándose la frente con la palma extendida.

— Haber, mejor me la llevo — dijo Nash, poniéndose de pie— La pondré guapa para ti, Capo, después de Nero, el que mejor maquilla soy yo.

Me guiñó un ojo y caminó hasta mí, tomándome de la mano cariñosamente, besando el dorso, guiñándome el ojo.

— Te vas a ver preciosa, confía en mí.

Salí del despacho en compañía del platinado, pero antes de cerrar la puerta, miré por encima de mi hombro a Enok, frunce el ceño y me mira con detenimiento, no dijo nada, pero su molestia llegó hasta mí.

Supongo que no más pasearme en toalla tampoco, tendré que vestirme para recorrer el castillo, que pereza.

En vez de ir a mi habitación, Nash ordenó que las sirvientas llevaran un montón de vestidos, accesorios, zapatos y maquillaje a la habitación del capo, dónde me ayudó a elegir la ropa interior adecuada para el tipo de vestido que me pondré hoy, definitivamente jugaré a las princesas, Nash es tan bueno como Nero.

Para comenzar, eligió un vestido dorado, dijo que yo valgo oro y tengo que lucir cómo tal, es más, los tirantes del escote drapeado está hecho con minúsculos diamantes cruzados en la espalda, dejándola descubierta, un vestido corto y ajustado que me hace una figura estupenda, caderas generosas, buen culo y bonitas tetas gracias al brasier sin tirantes.

Pero eso no es todo, Nash eligió unos tacones altos, en vez de correas para sujetar el calzado, me recorren los tobillos dos pequeñas serpientes de oro que ajustan el calzado a la perfección, tomó un conjunto de aretes y collar de oro y diamantes para adornarme, dejó mi cabello suelto y onduló mejor los mechones, me hizo el delineado, ocupó sombra de ojos ahumada y pintó los labios de rojo, casi no me reconozco cuando me miré al espejo, me veo bonita, me veo sofisticada, no como una esclava, parezco una persona normal y eso me gusta.

— Enok dijo que tienen algo que hacer antes de salir, así que debo llevarte al sótano ¿De acuerdo?

Informó colocándose tras de mí, acomodando un abrigo grueso sobre mis hombros.

— De acuerdo, vamos ya antes de que se moleste de nuevo y gracias por ayudarme, quedé preciosa, me encanta lo que hiciste.

— Cuando quieras, avísame y te ayudaré, somos amigos, para esto estamos.

Besó mi sien y me llevó al exterior, guiándome por las escaleras, los estrechos pasillos y pasadas secretas que yo no conocía, siempre sujetándome para que no cayera, no soy muy diestra con los tacones aún, por lo que mantuvo mi brazo siempre rodeando el suyo, caminando lento para que le siguiera el paso.

Llegando al sótano, me encontré con un espacio bastante amplio, luces tenues iluminan el lugar, hay mucha gente aquí, reconocí a los chicos del escuadrón que me golpearon entre la gente, hay un caldero en el centro, una figura brilla al rojo vivo en el costado, un trébol de cinco hojas, he visto esa marca en muchos de los sujetos de por aquí, la lucen con orgullo en su antebrazo derecho, es la marca que los representa, la marca de los Kinahan.

— Ven aquí, Melanka.

Dijo Enok, estirando su brazo hacia mí, fingiendo ser todo un caballero.

Soy consciente de cómo me mira, de pies a cabeza, deteniéndose en ciertos lugares cómo, mis piernas, mis caderas, mis pechos, y mi rostro, de nuevo se toca el pecho, quizá le duele, quizá sí necesita ir al doctor, hablaré con Nilak para que no lo moleste tanto y le pida la hora, puede que esté enfermo en verdad.

Solté a Nash y crucé el espacio hacia Enok, viendo el circulo cerrarse a nuestro alrededor, todos quieren presenciar algo, muchos se ven molestos, no sé qué está pasando.

— Estás condenada, Melanka — explicó Enok sin soltar mi mano, Nilak se acercó por detrás, me quitó el abrigo y retrocedió— Para ser parte de los Kinahan hay pruebas que debes superar primero, pruebas que aprobaste con creces — mirando los moretones que ya no se ven gracias al maquillaje— Y para probar que fuiste digna de pertenecer a esta organización, debes llevar la marca que todos llevamos grabada en la piel, el dolor es honor, y el honor lo es todo en la vida de un hombre... y bueno, en tu caso, también lo será, te enseñaré lo que es el honor para que vivas con la frente en alto siempre.

Soltó mi mano y dobló la manga de su camisa blanca hasta descubrir su antebrazo por completo, mostrándome una quemadura en forma de trébol de cinco hojas, y cómo él, todos hicieron lo mismo, mostrándome la marca, la misma que lleva el caldero con el diseño del trébol al rojo vivo.

— Si aún quieres pertenecer, si quieres tener un lugar al que llamar hogar, y gente que te respalde, tienes que recibir la marca ¿Estas dispuesta Melanka?

Miré el caldero, la marca se ve dolorosa, una quemadura no es nada menor, pero... ¿Pertenecer? ¿Un hogar? ¿Personas que me respalden? Yo quiero todo eso, quiero quedarme aquí, quiero ser una más de los Kinahan.

— Sí, estoy dispuesta.

Respondí, levantando el mentón para observarlo a la cara, muchos emitieron un sonido cargado de terror al ver mi acción, mirar al capo a los ojos está prohibido, pero creo que él ya está acostumbrado a mi completa falta de subordinación, el desorden en mi cabeza me impide recordar reglas simples cómo esas, mi entrenamiento me impide sentir miedo, yo misma me sorprendí al temer que me sacaran de aquí cuando escuché que mi padre me estaba buscando, fue la primera vez que sentí miedo.

— Va a doler, y mucho, no puedes retroceder o la marca no se grabará cómo corresponde.

— No voy a retroceder, el dolor no es nada.

— Bien entonces, apoya el antebrazo en la figura al rojo vivo, y mantenla. Neil, acerca el agua. Y tú, muda, no dejes de mirarme mientras lo haces, quiero ver tu valor.

Asentí, acercándome al caldero que escupe fuego por la cima, el calor me acaricia el rostro a medida que me acerco y observo la figura del trébol una vez más, y así cómo el Capo pidió, apoyé mi antebrazo derecho en la figura, apretando los dientes para no emitir sonido, escuchando el sonido chirriante de mi piel quemándose, pero no me aparté, ni me fijé en el humo que se eleva sobre la piel lastimada, me dediqué a mirar a Enok con su rostro de piedra, le demostraré que soy digna, sacaré el brazo cuando él me lo diga, puedo soportar, puedo vivir con honor.

— Ya es suficiente, es suficiente — sujetando mi mano, metiéndola en el agua fría para sellar la quemadura— No es la idea que te quedes ahí para siempre, carajo, sólo lo suficiente para que se grabe el trébol en tu piel, tonta.

Me regañó, furioso.

Pero bajo todas esas arrugas en su frente y la furia de sus ojos, podría asegurar que sonaba preocupado.

— Entonces ¿Soy digna o no?

Pregunté, sonriendo.

— Por supuesto que eres digna. Bienvenida oficialmente a los Kinahan.

A coro, todos estos hombres gritaron "Bienvenida a los Kinahan". No hay una sola mujer aquí además de Nero, quien se ve adormilada y está sentada, supongo que sus piernas todavía no se componen.

Es todo un honor pertenecer aquí.

— Vamos ya, tenemos planes, sólo quería que fueras parte, sorda.

Estiró el brazo para que Nilak le regresará mi abrigo y lo acomodó sobre mis hombros antes de tomar mi brazo sano y rodearse el suyo, saliendo juntos del sótano entre vitoreos y ruidos felices, supongo que pertenecer será divertido, será bueno desde ahora en adelante.

Llegando a la entrada principal, paré abruptamente al ver la nieve, sé que Enok me explicó que no pasaba nada si la tocaba un poco, que tendría que pasar un buen tiempo antes de que mis pies se pusieran negros y se cayeran, pero me cuesta, me cuesta demasiado.

— Tan tonta...

Dijo, cargándome como princesa, saliendo de la casa, cruzando el espacio hasta el auto que espera por nosotros, el chofer abrió la puerta y ambos nos montamos dentro, sigo sobre las piernas de Enok, es divertido ver que no toco el piso al estar sobre sus muslos, estoy cómoda.

— Ten, te ayudarán con el dolor.

Dijo, sacándose unas pastillas dentro de una bolsa de plástico pequeña, acercándome la botella de agua que tenía acomodadas en el pequeño refrigerador de su auto.

No pregunté que era y me las tomé, bebiendo un largo trago de agua, estirando mi brazo para mirar la marca con orgullo y una enorme sonrisa.

— Te quemaste con hierro al rojo vivo y sonríes, definitivamente tienes problemas a la cabeza, nadie podría verse feliz luego de algo así.

— Mis problemas a la cabeza no tienen nada que ver con mi felicidad — me excusé— No mezcles las cosas.

Tuve la intención de bajarme de su regazo, pero me lo impidió, echándome los brazos a la cintura, manteniéndome ahí.

— Quédate quieta, eres mi esclava y justo ahora tengo un poco de frío, así que quédate así y caliéntame un poco, es lo menos que puedes hacer.

Levanté las manos y toqué su rostro, no está para nada de frío, es más, hierve de fiebre, de seguro está enfermo el pobre, tiene la cara caliente.

— Debe ser la nieve, la nieve te enfrío, yo te caliento, no te preocupes, soy muy buena calentando a las personas.

Sonriendo coqueta, estuve a pocos segundos de besarlo cuando atrapó mi rostro por las mejillas, mirándome con molestia.

— Cuidadito con lo que dices, yo no soy ninguno de los trillizos, todos piensan con la entrepierna, y por tu culpa, la alarma del rastreador no dejó de pitar por horas y horas, dejaste a Nero en un estado deplorable y yo la necesitaba hoy ¿Cómo me vas a pagar el retraso de sus actividades por tu culpa?

Su rostro está a centímetros del mío, cada vez que habla, su aliento mentolado me acaricia la boca y eso hace que me dé más hambre...

¿Por qué no me deja besarlo? Los besos son tan deliciosos...

— Bueno, soy tu esclava, tú pídeme y lo tendrás, soy muy complaciente con el amo, el resto se puede ir a la mierda, no dejes que nadie más me ordene cosas o tendrás muertos repartidos por tu bonito piso blanco difícil de mantener así de pulido y brillante.

Dije.

Sonriendo inocente, acomodándole el cabello con los dedos, va pulcramente ordenado, con su cabello peinado hacia atrás, un montón de trenzas nacen desde la raíz, se ven tan sexy así ¿Cómo es que no puedo seducirlo? ¿Estaré perdiendo el toque?

— Pierde cuidado, el único que puede ordenarte cosas soy yo — soltándome— Quédate quieta por ahora, cuando eso se cure ya me podrás pagar.

Señalando sutilmente la marca de mi brazo, cargándome y soltándome en el asiento a su lado sin cuidado alguno, haciéndome rebotar un par de veces.

La sutileza sin duda no es su punto fuerte, aún así, me gusta mi nuevo estatus, sobre todo ahora que parezco tener una buena deuda entre las manos, una que pagaré con mucho gusto.

***

Llegamos al casino antes de lo que pensé, el local era impresionantemente grande, los colores predominantes eran el dorado y el color crema, luces frías, todo eso ayuda a que este lugar parezca sofisticadamente caro.

— ¿Qué son esas?

Señalé susurrando las maquinas raras alineadas al borde de la pared, muchas maquinas de diferentes tipos que suenan y brillan, de algunas sale dinero, otros maldicen y se jalan de los pelos, metiéndoles más dinero después, unos se divierten y otros parecen bastante estresados.

— Esas son maquinas traga monedas, entre más dinero le pongas, más pierdes o más ganas, claro que todo está arreglado para que la casa siempre gane, la gente lo sabe, aún así hacen grandes apuestas siempre.

Mi brazo sigue rodeando el suyo, soy consciente de la forma en la que todos nos miran, no debo hacerlo pasar vergüenza hoy, no cené por estar follando, si me ofrecen comida, me negaré amablemente y me concentraré en cuidar al jefe, soy su guardaespaldas, él lo digo, tengo que protegerlo.

— ¿Qué se juega aquí, jefe? Soy buena con todo lo que es ilegal.

Hizo esa mueca de nuevo, cómo si quisiera sonreír y se arrepintió a ultimo momento, pero eso me basta, al menos no le desagrada el tenerme aquí a la fuerza.

— Tenemos Póker, Ruleta, BlackJack, El Craps, El Punto, La Banca, slots, entre otros tantos, hay juegos para todo tipo de participantes.

— Quiero jugar al BlackJack — dije, entusiasta— ¿Puedo?

Mirándolo con ilusión, pensé que se negaría hasta que soltó un suspiro largo, rendido, y asintió.

— De acuerdo, juega, pero, necesito que mientras lo haces, me hagas un favor.

Eso sonó interesante, tengo un trabajo entre manos, me gusta.

— ¿Qué es lo que quiere que haga?

Se inclinó hacia mí, posando su mano en mi cintura bajo el abrigo, trazando caricias suaves, sabe que nos están mirando, que nos escuchan y él no quiere eso, no quieren que sepa lo que me encargará, así que, movió mi cabello hacia un lado y besó mi mejilla, eso hizo estragos con mi cuerpo...

— Quiero que juegues en la mesa tres, que escuches lo que están hablando, que los seduzcas si es necesario — besó bajo mi oreja ahora— Pero si dejas que uno sólo de ellos te toque, te voy a hacer llorar, preciosa.

Me quitó el abrigo y se irguió al mismo tiempo, entregándoselo junto con el suyo al botones para que los guardara, asintió en mi dirección, dejando una buena suma de dinero en mis manos, y se marchó a hablar de negocios con un montón de sujetos tan altos y corpulentos cómo él.

— Bien, manos a la obra, jugaremos a los espías.

Moví mi cabello sutilmente y sonreí cómo me enseñó mi segundo fallecido esposo, que esas sonrisas abren puertas, dijo, y luego no dijo nada más, nunca, le arranqué la lengua justo después de que me obligara a hacer unas cosas asquerosas con la boca, pero al menos me dejó muy buenas enseñanzas.

— Buenas noches caballeros ¿Quedan puestos disponibles o he llegado demasiado tarde?

Llegando a la mesa señalada, que bien que sé contar, acariciando los hombros de uno con sutileza, consiente de que Enok debe estar muy pendiente de mis movimientos, ya quiero saber cómo va a hacerme llorar.

— Oh... señorita, la partida ya comenzó, pero definitivamente puede jugar en la que viene.

Ya lo sabía, las apuestas están sobre la mesa y la banca lista, todos los participantes cuentan con astucia la puntuación de sus cartas e intentan adivinar la mano del contrincante, parecen todos muy enfocados, hasta ahora.

— Oh... es una lástima, tenía interés en probar suerte, nunca he jugado este juego, se ve tan divertido...

Uno de los sujetos se removió en su silla, fui consciente de cómo mira mis piernas mientras se lame los labios, le apetezco.

A ese sujeto debo atacar.

— ¿Usted podría enseñarme? ¿Puedo mirar su juego y ponerme cómoda?

Acercándome a él, acariciando sus hombros ahora.

— Claro, por supuesto, no es problema, claro que puede, claro. Claro.

No dejó de repetir eso en lo que movía su silla hacia atrás, dejándome espacio suficiente para tomar asiento sobre sus piernas, claro que lo hice, acomodándome bien mientras él susurra cosas en mi oído, cosas inservibles, pero mi presencia pareció reavivar la conversación sobre una chica a la que estaban buscando, ofrecen cinco billones por su cabeza, viva, sana y salva, que tienen hasta el final de esta semana para cumplir con el encargo.

¿Quién busca a la chica? El coronel Elijah Bennet.

¿La chica? Yo, claro.

Fingí que era sorda... otra vez, y me dediqué a seducir al hombre bajo mi peso, fingiendo que estaba escuchando muy bien sus instrucciones sobre el juego, y para cuando la partida terminó, tomé asiento en mi propia silla, jugué dos veces con ellos, tomé todo lo que tenían y me retiré, regresando con Enok, entregándole el dinero que multipliqué para él.

— Quédatelo, es tuyo — se encogió de hombros— Tú te lo ganaste.

Dijo con soltura, sin preguntarme por lo que esos hombres hablaron.

— Consíguele algo a la dama para su dinero, imbécil. Para eso te pago.

Le dijo a uno de los hombres con los que estaba hablando, este se asustó y corrió en dirección a una puerta tras la recepción y regresó con una bolsa de genero para mí, metí mi dinero dentro y me lo colgué al hombro, sonriéndole a Enok, quien parece furioso conmigo ahora.

— Oye Enok... — fruncí el ceño, mirando varios metros más allá, yo conozco a ese hombre— Iré al baño un momento, cuídame la bolsa.

Entregándosela.

— Ustedes dos, síganla y no la pierdan de vista.

Ordenó a dos de los sujetos que nos acompañan esta noche.

— Puedo cuidarme sola, es un baño de chicas, ellos no pueden entrar.

Mirándolo mal.

— Me importa una mierda, Melanka, no vas a ir sola al baño.

Suspiré rendida.

— Está bien...

Dejé a Enok muy entretenido con su platica y recorrí el pasillo hasta el final, directo al baño, el sonido de dos cuerpos cayendo al piso no me sorprendió para nada, más bien me lo esperaba, por eso quería venir sola, carajo, menos bajas.

Rodé los ojos antes de entrar al baño, cuatro sujetos entraron tras de mí, cerrando con seguro.

— Supongo que los envía el coronel.

Dando media vuelta, apoyando la cadera en la superficie de mármol del lavamanos.

— Supones bien, tu padre te envía saludos, dijo que no te lastimáramos, que sólo quiere llevarte a casa.

— Dile al coronel, que estoy en mi casa.

— Bueno... supongo que no se enojará si te llevo un poquito maltrecha, eres bastante desobediente para ser joven.

Sacando una barreta.

Una lastima que tenga que ensuciar este bonito vestido...

***

ENOK.

Melanka está tardando demasiado, sé que las mujeres se tardan en el baño y que cuando son esos días, se tardan el doble, pero esto es ridículo, lleva más de veinte minutos ahí dentro y eso ya no es nada normal.

Tuve la intención de dejar la charla a medias, me importa una mierda cómo va el manejo del casino ahora, pasé de ellos y me dispuse a caminar hacia el baño de chicas cuando cierto sujeto llamó mi atención.

Elijah Bennet levantó una mano y me saludó desde la puerta de entrada, va vestido de etiqueta, impecable.

Y su presencia aquí no puede significar nada bueno.

— Melanka.

Giré con rapidez y corrí hacia el baño de chicas, pensando lo peor, saqué el móvil y revisé el rastreador, afortunadamente sigue aquí, pero lleva pitando un rato, gracias al sonido de las máquinas no lo escuché.

— Mierda.

Estuve por abrir la puerta cuando ella salió de la nada, tiene el vestido ligeramente mojado, al igual que el cabello, un par de golpes nuevos le cubren los brazos y las piernas, huele a sangre.

— Vamos ya, me aburrí.

Dijo, tomándome del brazo, impidiéndome ver qué hay ahí dentro.

— ¿Qué hiciste?

Pregunté, sujetándola del brazo para que detuviera su caminar, esta actitud suya no es nada normal.

— Vámonos —insistió— Ofrecieron cinco billones por mi cabeza, el coronel está buscándome y yo ya quiero volver a casa, contigo y los demás.

Sin soltarla, abrí la puerta del baño, viendo a cuatro sujetos muertos tirados en el piso, el lugar es un desastre, afortunadamente ella salió ilesa.

— Sí, ya vámonos a casa. Tu padre está aquí y si él está aquí, no está sólo, es una falta de respeto que venga a mi propio casino a hacer un alboroto — colocándome el móvil en la oreja— Nilak, hay problemas, necesito que envíes gente aquí de inmediato, elije gente de confianza, un escuadrón completo para que resguarden a Melanka.

Corté la llamada y la cargué sobre mi hombro, dándole una nalgada.

— Tú y yo, vamos a hablar después de cómo te sentaste sobre ese sujeto y te dejaste toquetear, pero primero, vamos a salir de aquí. 

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BUENAS BUENAS BBCITAS

AYER ME QUEDÉ DORMIDA JAJAJAJA

PERO YA REGRESÉ CON UN NUEVO CAPÍTULO

NERO Y MELANKA ECHAN CHISPAS, NO HAY DUDAS DE ESO

ME ENCANTARÍA SABER QUÉ CARA PUSO ENOK CUANDO LE SONABA LA ALARMA JAJAJAJAJA

DE SEGURO NILAK NO PARÓ DE MOLESTARLO

Y CUANDO NERO NO PUDO DEJAR LA CAMA? JAJAJAJA ENOK QUEDÓ🙂🙂

CASI TUVIMOS UN BESO ENTRE ENOK Y MELANKAAAA

CASIIII

Y AHORA NUESTRA RUBIA AMIGA ES PARTE DE LOS KINAHAN!

TODO IBA BIEN HASTA QUE EL CORONEL DECIDIÓ VENIR

SALVEN A LA NIÑAAA

NOS LEEMOS EN EL PROXIMO CAPÍTULO!

200 COMENTARIOS Y VOLVEMOS

BESITOS EN LA COLAAAA


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