Capítulo 35 - Final

Dedicado a mí misma, porque mil veces lloré pensando que no lograría llegar hasta aquí.

Álvaro.


La imagen de una chica arrinconada en una esquina no sale de mi mente.

Suelo tener sueños constantes con ella y el hecho de saber que todo lo que pasó no fue intencionalmente su culpa, revuelve sentimientos contradictorios en mí. Siento un poco de desconfianza hacia ella por intentar lastimar a Seung Anthony, pero también logro empatizar de cierto modo al conocer su historial mental y el por qué de sus actos.

Babi Camille White no ha dejado de aparecer en mi mente cada vez en más cortos pero constantes lapsos. Es como si algo dentro de mí me incitara a averiguar de su estado o paradero y aquí estoy, días después de todo lo que pasó frente a la clínica en la que está internada.

No sé por qué estoy haciendo esto pero se me hace imposible ignorar mis pensamientos. Siempre he sido una persona muy sentimental y aunque en la adolescencia fui un completo idiota con miedo al amor, ahora me muestro y comporto tal y como indiquen mis sentimientos. Lo aprendí de Sarahí, me gusta ser sincero con mis sentimientos y conmigo mismo cada vez que pueda.

Camino decidido hasta la estructura blanca y respiro hondo antes de pedir información sobre la protagonista de mis pensamientos. La recepcionista me pregunta si soy familiar y miento diciendo que soy su primo, por suerte me cree.

Pido una cita para hablar con ella y me informa que necesita la autorización del médico y la paciente para ello. Espero paciente sentándome en una de las sillas de visitas y a los minutos, entra un hombre de aspecto severo informándome que ella no está en condiciones de recibir visitas malintencionadas, que si de verdad me urge hablar con su paciente, tendré primero que ser aceptado por ella.

Camino nervioso por todas las instalaciones y trago grueso cuando me encuentro en una habitación con pared de vidrio y paredes blancas. Todo está tétricamente asegurado y me siento como en una película de terror cuando la mujer que sale vestida de blanco me observa con desconfianza e incluso temor. Es Babi.

Su cabello negro hace un contraste increíble con su entorno y sus ojos grises recorren mi cuerpo antes de observar detrás del mí al hombre que mantiene su caso. Me observa a mí y de nuevo a él, lo hace por un par de segundos hasta que reuniendo, supongo, todo su valor, asiente indicándole que nos puede dejar solos.

Humedezco mis labios y me siento frente a ella observando detenidamente su pálida cara y sus sorprendentes ojos. Ella hace lo mismo y se sienta al otro lado del cristal jugando nerviosamente con sus manos. Supongo que me reconoció y no sabe por qué carrizos estoy aquí.

—Siento venir tan repentinamente, pero necesitaba hablar contigo y no sé por qué... —me sincero ganándome toda su atención. Noto como aprieta sus labios y menea la cabeza indicándome que continúe, la duda aún persiste en el aire —. No vine a reprocharte nada, Babi, no soy quien para juzgarte y realmente entiendo por todo lo que tuviste que pasar. Bueno, no lo entiendo, pero comprendo el por qué y no, aquí no tienes a un enemigo, yo solo quería decirte que...

— ¿Cómo están todos? ¿Ese chico está bien? —Noto como muerde su labio inferior y algo se remueve en mi pecho cuando sus ojos llenos de lágrimas recorren mi cara —. ¿El bebé está bien? ¿Anthony está...?

—Todos están bien, no te preocupes por eso —apoyo una mano en el cristal y sonrío intentando no asustarla con lo repentino de mi gesto —. Sé que tu mejor amiga está contigo, pero sé lo que se siente estar lejos de tu familia y quería que supieras que afuera nadie te odia. Nadie odia a Babi White, son los trastornos los que tuvieron problemas con el exterior. Nada de eso fue tu culpa, nadie decide las batallas internas que tiene que afrontar —sus ojos se humedecen aún más y trago saliva cuando se seca algunas lágrimas que se le escapan con rapidez —. Sé que desearías tener a tu familia contigo pero no te preocupes, todo estará bien. Eres fuerte y si pudiste afrontar todo tu pasado y sobrevivir, lo lograrás con esto y con todo lo que te propongas. No te rindas, ¿vale? No dejes que tu mente defina lo que eres —la mano de ella viaja con timidez hasta el cristal y sonrío cuando la apoya frente a la mía comparando la gran diferencia de tamaño entre ellas. La mía es el doble que la suya y eso me provoca mucha ternura. Es muy pequeña y se ve increíblemente frágil.

—Dile a todos que me perdonen, yo nunca quise lastimar a nadie, yo... —no despega su mano pero sí agacha la mirada. Se ve bastante arrepentida y afectada por todo —. Por favor, dile a Anthony que mis sentimientos nunca fueron fingidos. Yo a él lo quise mucho y a Sarah... Nunca le deseé mal, ni a ella ni a su bebé. Solo quise salvar a mi padre...

—Se los haré saber —asiento y ella respira hondo observándome de nuevo a la cara.

—Gracias por esto...

—Álvaro —termino al notar que no sabe mi nombre. Ella asiente y me sonríe dejando que las lágrimas se deslicen libremente por su cara. No tiene maquillaje y aún así se ve preciosa, es una chica increíblemente hermosa.

—Gracias por todo, Álvaro. Aunque para ti sea poco, tú acabas de darme un motivo para continuar —aleja su mano del cristal y la desliza justo frente a mis ojos como recorriéndome con su mente.

Terminamos el contacto visual y nos levantamos después de unos minutos lanzándonos una última sonrisa. Me despido torpemente y salgo del lugar dándole vueltas a su imagen en mi mente. En serio espero que le vaya bien y logre salir de esto.

Las personas minimizan la salud mental como si no importara nada, como si no fuera tan importante como la física. Es un grave error porque si una herida mínima se puede infectar y volver mortal, una mental se puede volver un trauma y algo difícil de superar. Las personas deben darle más atención a eso, a lo que afecta internamente, a lo que nos hace llorar o lo que nos hace sentir como monstruos que esconden algo malo dentro. Un trastorno puede cambiarle la vida a cualquiera y una herida interna puede causar un efecto mariposa.

Anthony me habló un poco sobre ella cuando lo acompañé a quitar los cargos en su contra. Lo que me sorprendió en su momento fue que él no le guardaba ningún rencor por su intento de asesinato hacia su persona, fue porque en el acto ella estuvo a punto de lastimar a Seung y eso fue lo que más le molestó... Bueno, eso y el hecho de que apuñaleó a su hermano menor. Me sorprendió descubrir que Anthony se preocupó por la vida del bebé porque me aclaró que más que sentimientos por Sarah, también quiere a su hijo.

¿Me alegra? Realmente sí. Me alegra muchísimo que Sarah y él estén juntos porque eso me deja claro que el bebé no será un obstáculo en su camino. No hablo de Sarah, hablo de él. Muchas personas se enamoran pero no aceptan a los hijos de otros y él lo hizo, él aceptó a Anthony y sin fingir ni adoptar ninguna careta, en verdad le tomó cariño. Bueno, sería difícil no hacerlo, ese bebé se gana el cariño de cualquiera porque sacó de su madre el encanto.

Pienso en Sarah y sonrío. Me alegra que esté con alguien que la ame a ella y a su bebé. Después de lo que le hice me sentí como el ser más idiota del universo porque justo esa noche ella inició algo importante conmigo y yo destrocé sus ilusiones. Por idiota y por canalla. Por demostrarle a todos que ninguna chica había logrado cambiar mi estilo de vida.

¿Qué hubiera pasado si esa noche no hubiera dicho nada? No lo sé. Es raro porque la Sarah de ahora es muy diferente a la de antes. Sarah antes era más dulce, más inocente y más curiosa. La de ahora es arriesgada, perversa y... No sé cómo explicarlo, es una mujer que con solo su mirada te incita a pensar cosas no muy inocentes. Es una chica demasiado intensa, también bastante escandalosa y sin duda una belleza de mujer en todo el sentido de la palabra.

Solo diré algo: si Anthony no la valora le partiré la cara y si se le ocurre dejarla libre no dudaré en lanzarme. Vine a Los Ángeles por Sarah y aunque me resigné a dejarla ir con otro, si veo un camino libre no perderé tiempo para conquistarla. Es simple y no muy difícil de entender: Sarah es una chica por la que vale la pena luchar. Sé que ella sabe que siempre estaré dispuesto para todo y yo sé muy en el fondo que Anthony también. Tal vez por esa razón no somos amigos. Tal vez por esa razón me trata con tanta prepotencia.

¿Quién sabe? Realmente no me importa. Solo sé que estamos enamorados de la misma chica y que con cualquier descuido que tenga, no dudaré en dañarle el camino y adueñarme del juego.

...

Sarah.


Sarahí no está bien.

Mi prima lleva semanas sin hablar con nadie. No come, no ríe, no nos mira a la cara. La oigo llorar en las noches y la veo dormir en el día. Va a la academia de baile tres veces por semana y en los días restantes solo duerme hasta la noche para levantarse a trabajar comenzando un nuevo ciclo. Está más delgada, pálida y ojerosa. He intentado hablar con ella pero no dice nada, solo se queda en silencio y me da sonrisas que no le llegan hasta los ojos. Sonrisas falsas y llenas de culpabilidad, las conozco. Estuve así antes de huir de Los Ángeles.

Estoy preocupada por Sarahí y realmente me duele verla así. Es mi prima, la luz de la familia, el alma de la fiesta... Y ya no. Quisiera mucho que tuviera el valor de decirme pero no lo tiene, algo la frena y eso me duele. Sé que es grave porque su comportamiento lo asegura, pero sé que es malo porque sus emociones la delatan. Está muy mal. Mi Sarahí ya no es la misma.

— ¿Qué te parece? —Taylor termina de peinar a Gianna y yo hago una mueca porque quedó espantosa. Tiene tres moñitos mal hechos a los lados de la cabeza y se ve más como una súper saiyajin que otra cosa. Está horrible.

—Quítale eso si no quieres que le hagan bullying por el resto de su vida —él frunce el ceño y observa a la bebé con detenimiento. Ella le devuelve la mirada y le sonríe tendiéndole sus bracitos —. ¡Son tan hermosas! —chillo observando a Grace entre mis piernas. La bebé ríe cuando dejo varios besos por su cara y yo me separo contemplando sus sorprendentes ojos azules. Rubias y de ojos azules, mis sobrinas son unas bellezas —. En serio, Taylor. Quítale eso.

Él le quita los moñitos aún con el ceño fruncido y resopla al notar que jamás podrá hacer el peinado que estamos viendo en el teléfono. No tiene paciencia y además las bebés no tienen tanto cabello como se requiere para el peinado que estamos viendo en el tutorial.

—Pero si tiene tres pelos, ¿qué quieres que haga? —se sigue quejando el papá del año y yo ruedo los ojos suspirando derrotada. Me rindo.

—Bueno, probemos con unos lazos —él asiente y busco los lazos que tenemos sobre el sofá intentando engancharlos en los lindos mechones rubios que cuelgan en la cabeza de Grace. La bebé llora incómoda —. Nena, ¿qué quieres que haga si no tienes suficiente cabello para poder peinarte? —intento consolarla pero ella estruja sus ojos con sus puñitos haciéndole pucheros a su papá.

—Quítaselos, si no le gustan no la obligaré a usarlos —Taylor la levanta cuando se los termino de quitar y le hace cosquillas que terminan de inmediato con el llanto—. Al monstruo sí le gustaron los lazos —observo a Gianna y hago una mueca de ternura al notar que sí y que se ve demasiado preciosa.

—Imagina cuando tus hijas sean adolescentes —acaricio la naricita pequeña y perfiladita de la bebé y ésta sonríe regalándome una sonrisa encantadora que muestra el indicio de sus primeros dos dientecitos en las encía superior —. Serán unos bombones en todo su esplendor.

—Sí, estoy preparándome para ello —escucho su suspiro y río observándolo fijamente. No puedo creer que sea el mismo irresponsable de hace un año —. Sacaron mi belleza, ¿a que sí? —apoya la mejilla de Grace con la suya y la bebé hace varios pucheritos viéndose más adorable entre sus mejillas abultadas.

—Son la copia de Miley —Observo a la bebé entre mis brazos y le doy varios besitos en la cabeza calculando mentalmente que en algunos minutos se debería estar despertando mi hijo.

—Todos dicen eso y claro que no, si las miras bien son una versión femenina de mí —vuelve a apoyar la mejilla de la bebé en la suya y ruedo los ojos porque su terquedad no le permitirá aceptar que sus dos rubias son la copia de la mamá.

—Como digas.

Como si lo hubiera invocado, el llanto de mi bebé se hace presente y no dudo en levantarme dejando sobre la alfombra a la hija de mi mejor amigo. Corro hasta mi habitación y suspiro cuando me encuentro a Anthony tomado del borde de la cuna. Ya está dando todo de sí para poder levantarse sin ayuda de nada y eso me tiene con los pelos de punta porque me da miedo que se caiga y le pase algo grave.

—Mamá —me llama tendiéndome sus bracitos y yo camino hasta él sonriéndole más encantada que nunca.

—Aquí estoy, chino —dejo varios besos en su cara y lo apoyo en mi pecho caminando de nuevo hasta la sala.

—Sarah, cuando aprendas a tatuar quiero que me hagas un tatuaje —Taylor vuelve a hablar y yo sonrío sentándome a su lado.

Desde que les dije a todos el curso que estoy haciendo, no han parado de decirme lo mismo. Ya tengo una fila de clientes y eso de alguna forma me motiva mucho. Mis amigos son los mejores.

—Va, ¿dónde lo quieres? —lo observo detenidamente y él señala su hombro en el que quedó la cicatriz de la bala que lo atravesó.

—No me causa inseguridad, pero quiero hacer algo con ella, ¿sí entiendes? Miley y yo tenemos pensado hacernos una luna —sonrío encantada y asiento repetidas veces imaginando lo que puedo hacerles. Se verán geniales.

—Te verás increíble, te prometo que serás mi segundo cliente.

— ¿Por qué no el primero?

—Anthony se postuló como el primero desde el primer día —sonrío sonrojándome un poco e ignoro su mirada concentrándome en los ojitos de mi bebé. ¿Cómo puede ser tan hermoso? Amo mucho a mi chiquito —. Te amo.

—Lo sé —miro mal a Taylor cuando responde y él sonríe tomando a sus dos bestias de las piernas dejándolas de cabeza —. Iré a echarlas por el retrete, dame un momento.

Asiento y lo observo marcharse a su antigua habitación hablando con sus niñas que ríen sin parar.

Le doy el biberón a Anthony y aprovecho de cambiarle el pañal en el proceso. Sus piecitos gorditos, chiquitos y desnudos se apoyan en mis labios cuando los beso una y otra vez y él ríe porque al parecer el tacto le causa cosquillas. Soplo su barriguita lo que causa un sonido raro que lo hace reír más y escondo mi cara en su cuellito inundándome de su risa hermosa y encantadora que me hace reír a mí también.

De Dae-Hyun tampoco he sabido nada y eso me tiene preocupada. Bueno, eso y el correo que recibí hace una semana del papá de Dae-Hyun. No fue un correo muy explícito, no entendí lo que quiso decir. Pero las palabras "tomaré medidas", siguen resonando en mi cabeza. Anthony lo leyó y me pidió que no me preocupara, pero aún así lo hago. Tantos dramas coreanos me crearon traumas y mi mente paranoica no deja de crear escenarios en los que nada termina bien y en los que yo termino muy mal.

No ha pasado nada después de eso, pero no me fío de la calma. La parte más tranquila de la tormenta es cuando se está en medio de ella.

—No sé cuál de los dos está más rojo —la voz masculina me hace parar enseguida y observo a mi novio con sorpresa porque no escuché cuándo entró. A su lado está Simón y entre los brazos de mi hermano está mi sobrino dormido.

—Mi mamá me mandó a decirte que hará tu sopa favorita mañana —mi mellizo interrumpe el silencio creado por la tensión entre Anthony y yo y despego mi mirada de él asintiendo tontamente. El amor me tiene más pendeja de lo normal.

— ¡Ni! —mi bebé chilla estirando sus bracitos hacia Anthony y este se acerca por completo poniéndose de cuclillas frente a nosotros. Hace una semana comenzó a balbucear eso y lo tomamos como referencia al nombre que comparten. Anthony-Ni.

—Hola, mocoso —lo carga poniéndolo cara a cara y sonrío cuando se observan fijamente sin prestarle un mínimo de atención al resto.

— ¿Encontraron...?

—Sí, tranquila —él me sonríe relajado y yo asiento suspirando más tranquila. Les pedí que me compraran pintura blanca y algunas otras cosas para redecorar mi habitación.

Ya ha pasado bastante tiempo desde la tragedia del restaurante, la recuperación de Alec, la boda de Abel y Phoenix y el compromiso de Tiff y Javier. Un mes para ser exactos. Un mes en el que los preparativos de la boda más forzada del siglo concluyeron dándole fecha a la peor tragedia de la década. Se realizará en dos días y yo aún no entiendo cómo es que la "novia" no se le ha visto ni una sola vez emocionada con el acontecimiento.

Y mi hermano... ¿Cómo se dice? Simón estuvo muy mal los primeros días. Lloró muchísimo y escuchó todas las canciones habidas y por haber de desamor. También se emborrachó los primeros tres días y tuvimos que sacarlo cargado de su habitación al baño para poderle bajar la intoxicación. Estuvo muy mal... Pero ahora está decente. Estas semanas le han ayudado a recuperar su estabilidad y hasta veo más brillo en su mirada.

Ha seguido con sus clases de boxeo, cocina y fotografía. También tiene más clientes y eso mantiene su mente ocupada. La academia de Taylor le toma bastante trabajo y su vida como papá lo ha ayudado a sanar inconscientemente. Está yendo al psicólogo, ha mejorado su dieta, está conociendo a otras personas y aunque se niega a iniciar relaciones amorosas, se ha abierto a nuevas amistades.

Simón es un amor cuando se lo propone y lo está dejando salir a flote. No ha superado a Tiff, sería muy tonto decir que ya está mejor y que ya su vida es color de rosa, pero buscar ayuda le ha ayudado, (suena muy tonto, pero no lo es). Lo más difícil de superar un corazón roto es no saber cómo iniciar de nuevo un camino sin esa persona y él lo está haciendo. Simón está luchando por encontrar un nuevo inicio y admiro su capacidad de hacerlo sin dejar de lado la responsabilidad paternal y afectiva que tiene con su hijo.

¿Tiff? Bueno, esa es otra historia. Tengo dos semanas sin ver a mi ex cuñada porque se fue de la casa el mismo día que se comprometió. Se fue a su pent-house porque su conciencia no le permitía ver a la cara a mi hermano y desde entonces solo se encuentran para intercambiarse a mi pequeño Sean.

No tengo mucho que decir de Tiff, solo me siento decepcionada y confundida. No la entiendo porque ella nunca ha sido una persona que se deja influenciar por el qué dirán y ahora lo está haciendo por los que ama. Ella está haciendo esto por Dania y por... ¿Por qué? Ella ama a Simón y se está condenando a tener una vida lejos de él. La quiero entender pero no lo logro, ¿qué está pasando por su cabeza? ¿Qué infierno mental está viviendo? ¿Cómo hago para ayudar? Me siento impotente porque ambos están sufriendo por distintas razones que conozco y desconozco a la vez.

Simón sufre porque el amor de su vida se va a casar con otro hombre y Tiffany sufre porque se está condenando a pasar una vida lejos de mi hermano. ¿Irónico, no? Nosotros mismos nos complicamos la existencia cuando no nos sentimos suficientes para una persona o situación.

Ellos son el uno para el otro. Pero no lo quieren entender. Al menos Tiff. Sé que hay algo más en ella pero no sé cómo preguntárselo. Sé que le pasa algo más porque la última vez que la vi (cuando vino a buscar a Sean), tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Ella me dijo que no había podido dormir bien pero obviamente no le creí. Ella la ha pasado tan mal como Simón; incluso peor.

Y Javier: Jones. A mí no me importa él ni nada de lo que pase con su vida.

Levanto la mirada sintiendo algo pesado a mi lado y trago saliva al notar que desde hace rato Anthony me está observando a mí. Frunzo él ceño y él ladea la cabeza antes de sentarse a mi lado con mi bebé entre sus piernas.

Apoyo mi mejilla en su hombro y lo observo jugar con mi bebé cerrando los ojos con cansancio. Estoy cansada por dos razones: la primera, mi bebé no me dejó dormir mucho en la madrugada por sus llantos, la segunda, anoche Anthony y yo aprovechamos un momento de descuido para ducharnos juntos y obviamente no solo nos duchamos. Me duelen las piernas y siento todo el cuerpo pesado, además de eso, hay varias marcas en mi piel que dejan como evidencia sus intentos de asesinato.

— ¿Pensando cosas sucias? —escucho su voz a mi lado y río aún con los ojos cerrados. Me cae mal.

—Anoche... —suspiro recordando y siento su mirada sobre mí esperando que prosiga —. Me gustó lo que me hiciste aquí, se sintió bien —señalo mi cuello y senos y abro los ojos encontrándome con sus ojos penetrantes.

—Te dejé muchas marcas, ¿verdad? —frunce el ceño preocupado y yo sonrío negando un poco.

—Está bien, no me molestan —observo a mi bebé que juega distraído con un carrito —. ¿Lo podemos repetir hoy? —alzo de nuevo mi mirada y me sonrojo cuando el sonríe pícaro sin decir nada.

Mi teléfono repica en el sofá y lo alcanzo estirándome con flojera. Frunzo el ceño y contesto al tercer tono más extrañada que nunca. Es raro porque es Georgia y ella y yo nunca hablamos por teléfono. Nos tenemos agregadas pero nunca hablamos por aquí.

— ¡Hey! ¿Qué pasó...?

—Sarah, Sarahí se desmayó en la práctica, estamos saliendo para un hospital pero...

— ¡¿Cómo?! —me levanto como un rayo y busco mis zapatos maldiciendo mentalmente porque están en mi habitación —. ¿En qué hospital? —corro de un lado a otro mientras ella me da la dirección y cuelgo después de asegurarle que llegaré en menos de diez minutos.

¡Yo sabía! Sarahí no estaba comiendo bien y esa palidez no era normal.

Sé que Anthony me habla pero no le presto atención, solo alisto lo necesario y tomo mi bolso saliendo apresurada hacia el lugar indicado.

—Cuida a Anthony, ¿vale? —le pido dejando un rápido beso en sus labios y él asiente posando su mirada en mi bebé —. Te llamaré si necesito cualquier cosa y...

—Voy contigo —Simón me quita las llaves del auto y yo lo sigo tropezándome con alguien al abrir la puerta.

— ¿Qué pasó? —Álvaro abre sus ojos alerta y yo le explico todo lo que sé logrando que tome mi mano y me arrastre hasta su camioneta como un rayo —. ¡Yo voy con ella! Quédate aquí por si necesitamos algo —Simón duda pero termina asintiendo dejando que Álvaro me lleve a ver a mi prima.

Solo espero que no sea nada malo.

...

Tiffany.


Es increíble como tu vida puede cambiar con tan solo una palabra. Una respuesta. Un sí.

Siempre he sido una chica directa, sincera y brusca. Nunca me he mostrado vulnerable ante más de una persona y eso ahora hace un contraste increíble con mi yo del presente. Del ahora.

Caminando por las calles de Los Ángeles me siento como un parásito en medio de las personas. Me siento como una tonta porque no puedo ocultar mis sentimientos. Me siento destruida porque no puedo dejar de llorar.

Es fácil juzgar cuando no se está en los zapatos ajenos y eso están haciendo todos conmigo. Antes me juzgaban por ser demasiado dura y ahora por ser muy sensible, por dejarme llevar por mi miedo a perder a los que amo.

Ya perdí a lo que más amaba, ¿ahora qué? Perdí Simón y con ello me siento perdida de por vida. Simón para mí lo era todo y no tenerlo destruyó por completo la poca estabilidad que tenía. Lo perdí antes de dar el sí y amarrarme a otro hombre. Lo perdí cuando no estuve para él en su etapa más difícil...

Él me lo dijo muchas veces y no le creí. No le creí porque detrás de toda la rabia que intentaba aparentar estaba dolida porque el amor de mi vida se había acostado con otra. Yo solo vi por mis sentimientos y no estuve para él en su caída. Pudieron abusar de él y yo solo me interesé en mí. ¿Eso hace una persona que ama a otra? No lo creo.

Tomo un trago de tequila y seco mis lágrimas en vano porque al segundo aparecen otras. No sé a dónde ir y me siento perdida y agotada de tanto caminar. No quiero ver a nadie, no quiero saber nada de nadie... Solo quiero no fingir que no siento nada. Siento todo... Yo siempre he sentido todo.

Los recuerdos de sus labios hacen estragos en mi mente y lloro con más fuerza pasando una mano por mi cara. Estoy en medio de la calle y muchas personas me observan atentamente, pero no me importa. No me importa nada... Desde hace mucho tiempo dejé de importarme a mí misma.

Me apoyo de un árbol en medio de la calle y tomo otro trago notando que estoy en el primer lugar en el que me sentí libre. El primer lugar en el que me mostré sin máscaras. El primer lugar en donde fui verdaderamente yo.

Ese pensamiento me hace romper en llanto con más fuerza porque la segunda y única vez que sentí algo igual fue cuando conocí a Simón. Simón es la única persona capaz de hacerme sentir libre y ya no está... No me queda nada. Estoy tan sola...

Seco mi cara con la manga del suerte que llevo puesto y entro sintiéndome como un bicho extraño en medio de tantas personas. Todos me observan con sorpresa porque es obvio: Era Tiffany Burgues, una de las boxeadoras profesionales más respetadas, ganadora de una medalla de oro e incontables peleas, modelo, exitosa, una de las mujeres más hermosas y admiradas... Y ya no soy ni la sombra de eso. No soy nada.

¿Estás bien? —ignoro la pregunta de muchos y me concentro en lo mío caminando lentamente hasta las duchas femeninas.

Varias chicas me observan curiosas y mis ojos se empañan cuando una en específico se aparece en mi camino. Tan linda como siempre y tan rodeada de chicos como siempre. Simplemente es alguien que no pasa desapercibida.

Camino hasta ella dándole un trago a la botella y los chicos a sus lados se apartan rápidamente dejándonos a nosotras frente a frente.

—Tiffany, si vas a pelear te voy a dejar muy claro que así como estás yo no... —la interrumpo alzando un dedo que ella observa con detenimiento.

—Es Simón, Luna... —arrastro las palabras un poco. El alcohol está haciendo estragos en mi organismo —... Es Simón y si de verdad lo quieres por favor hazlo muy feliz pero no lo lastimes... Si de verdad lo quieres... Por favor no lo dañes —noto como parpadea sorprendida y agacho la mirada centrándola en mis zapatos deportivos —. Déjalo si solo vas a jugar con él porque él no merece eso. Entiendo que lo tuyo no sea comprometerte pero él es una persona por la que vale la pena arriesgarse y mejorar. Si no le darás todo lo bueno déjalo ir... ¿Sí? Ya no debe sufrir más, por favor...

—Tiff, ¿te encuentras bien? —ella se acerca poniendo una mano en mi hombro y yo se la quito con un leve movimiento. No quiero despertar su lástima.

—Solo era eso... —balbuceo y boto la botella vacía a la papelera —. Solo eso.

Arrastro mis pies hasta los vestidores y me adentro a una de las duchas sin quitarme ninguna de las prendas. Solo entro y abro la llave empapándome de pies a cabeza. Intentando con eso limpiar todos mis errores y notando en el acto que es inútil, que ya nada tiene arreglo. Que con apenas haber dejado que la ira dominara mis pensamientos, jodí la mayor parte de mi vida.

...

Pasos me despiertan.

Observo hacia los lados notando que estoy sentada en una ducha pero tengo ropa.

¿Dónde estoy?

Mi cabeza da vueltas pero el cansancio y el dolor me ganan obligándome a cerrar los ojos de nuevo. Donde sea que esté, sé que es mejor que estar rodeada de personas.

No sé cuánto tiempo logro dormir por segunda vez, pero soy consciente de que una persona entra a la ducha cuando la cortina se abre de un solo jalón. No me molesto en detallar a la persona, solo me encojo más en una orilla del cubículo y apoyo mi cabeza en la pared deseando que me deje sola.

Cierro mis ojos sintiendo el ardor de ellos y respiro hondo cuando al pasar algunos minutos, nadie habla ni dice nada.

Se fue.

Eso es bueno. Necesito estar sola tanto como necesito tenerlos a ellos. Sean y... Ya no quiero seguir pensando en él. Solo me lastimo más cuando lo hago. Solo lo lastimo más cuando lo amo.

¿Cuánto tiempo ha pasado? Estoy segura de que horas. ¿Es de noche? Creo que sí. Ya no se escuchan las voces femeninas ni el bullicio de los entrenamientos.

¿Era Wesley acaso? No lo sé. Me avergüenza que él me haya visto de ser así.

Mi cuerpo tiembla por el repentino frío que me embarga y aprieto mis dientes cuando el primer castañeo hace temblar mi barbilla con suavidad. Cierro los ojos acurrucándome mejor entre mi ropa mojada y me remuevo sorprendida cuando un toque en mi mejilla me hace levantar con rapidez la mirada.

Estoy soñando.

Es eso. Me lo digo muchas veces sin lograr creérmelo. ¿Cómo no creerme algo que luce tan real? Hasta su tacto es real. Y su mirada... Estoy soñando.

¿Entonces por qué comienzo a llorar? Sé que se a él le sorprende mi reacción porque solo nos vemos unos cortos minutos cuando nos entregamos a nuestro bebé y luego nos despedimos sin más. Tenía mucho tiempo sin tenerlo tan cerca y que me vea de esta manera solo me rompe más de lo que me gustaría.

Quisiera mucho poder decirle todo lo que estoy sintiendo pero me avergüenza verlo avanzar y que él me vea estancada a mí. Me abruma seguir siendo la misma tóxica inestable del principio y me duele saber que él estuvo de esta misma manera por mí, por mi culpa.

—Lo siento... —murmuro sin dejar de llorar cuando sus dedos se deslizan suavemente por mi mejilla —. Lo siento mucho...

—Vamos a salir de aquí, ¿vale? —toma mi cara entre sus manos intentando recuperar toda mi atención y respiro hondo cuando se levanta desapareciendo unos minutos de mi vista.

Me quedo en la misma posición y jadeo cuando una toalla grande y pesada cae sobre mis hombros apaciguando de inmediato mi frío. Luego de eso, lo abrazo con fuerza cuando me carga como si nada sacándome de la ducha que fue mi refugio durante toda la tarde.

Me sienta en un banco y se pone de cuchillas frente a mí observándome sin decir nada. Yo solo tiemblo y me concentro en mis manos impidiendo que mis ojos derramen más lágrimas en su nombre. No quiero que él se preocupe y tampoco quiero ser el centro de su atención. Él debe continuar lejos de mí.

—Debes cambiarte de ropa, ¿vale? —Me habla como si fuera una niña y asiento aún conteniendo las lágrimas —. Te quitaré la ropa —aclara y vuelvo a asentir dejando que sus dedos viajen hasta los bordes de mi camisa. Alzo los brazos y dejo que me la quite sin observar su reacción. No tengo mente para otra cosa que no sea este momento entre nosotros. El último.

Me quita el suéter al mismo tiempo que la camisa y baja sus manos hasta mi short desabrochándolo sin titubear ni ponerse nervioso. Lo baja por mis piernas con lentitud y me quita los zapatos empapados que no dejan de gotear cuando salen de mis pies. Las medias también desaparecen dejando al descubierto mis pies blancos, pequeños y decorados con uñas pintadas de color melocotón.

—Te pondré una de mis camisas —habla cubriéndome de nuevo con la toalla y asiento sin dejar de observar mis piernas desnudas. Tengo la piel de gallina por el frío y no puedo dejar de pensar en lo mucho que necesitaba su presencia. Lo extraño tanto que duele.

Sus dedos desabrochan mi sostén y sin esperar respuesta lo deja caer al momento de ponerme una de sus grandes camisas. Nos observamos durante largos minutos y trago grueso cuando desliza sus manos por mis piernas adentrándolas con delicadeza hasta lo que cubre la camisa. Me levanto ligeramente y él aprovecha para bajar por completo mis bragas dejándolas a un lado con la ropa húmeda. Me pasa el bóxer que sacó de su casillero y me lo coloco temblando aún más que al principio.

—Solo tenía eso, ¿tienes algún pantalón en tu casillero? No puedes irte así —me señala y yo respiro hondo mordiendo mi labio inferior en el acto. No tengo la llave de mi casillero.

—No importa, está bien —trago grueso intentando eliminar el nudo en mi garganta y me levanto en un movimiento mareándome con lo repentino de la acción —. Te devolveré la ropa cuando...

—Sabes que no tienes que devolverme nada —me interrumpe un poco molesto y lo observo fijamente antes de concentrar mi mirada en mis pies descalzos. Supongo que me tendré que ir así, no me puedo poner los zapatos mojados de nuevo —. ¿Trajiste tu auto? —Niego y él golpea su mejilla interna con su lengua antes de asentir tomando mi mano con firmeza —. Te llevo.

Lo sigo sin tiempo a replicar y camino de puntitas para no ensuciarme con las cosas en el suelo que no tengo tiempo de ver. Odio estar descalza cuando no es en mi casa. No confío en un lugar que constantemente está lleno de personas, sudor, suciedad y bacterias.

—Pareces una niña —Simón se detiene de golpe logrando que choque bruscamente con su espalda —. Ven acá —me carga en un movimiento y pego un gritito cuando me deja sobre su hombro como si fuera un saco de papas. Es una posición incómoda pero al menos... Wow, el ejercicio le está dando un trasero mejor que el mío.

—Te aprovechas de mi vulnerabilidad —murmuro sin fuerzas para quejarme. La cabeza me da vueltas y aunque la borrachera se me pasó, aún siento la mente y el cuerpo pesados por los mismos sentimientos anteriores.

Apoyo mis manos en mi pecho para que la camisa no muestre mis senos y me dejo llevar hasta el auto en donde me sienta segundos después. Ninguno de los dos dice nada, solo observamos hacia el frente perdiéndonos en nuestros pensamientos. ¿Qué estará pasando por su cabeza? Yo no dejo de pensar en su cara a centímetros de la mía minutos antes en la ducha.

¿Por qué tiene un moretón en el pómulo? ¿Tuvo una pelea?

—Amor... Tiff, llegamos —la voz de Simón me saca de mis pensamientos y alzo la mirada notando que sí. Ya estamos frente a mi edificio. ¿Por qué fue tan rápido? Me hubiera gustado que durara más el viaje.

— ¿Tú...? —Agacho la mirada hasta mis manos porque me da vergüenza pedirlo — ¿Puedes llevarme de nuevo? Es que no quiero ensuciarme más... —juego con mis dedos y alzo la cara encontrándome con su pequeña sonrisa.

—Estaba esperando que me lo pidieras —sale del auto de inmediato y lo rodea abriendo la puerta de copiloto.

Sonrío cuando se gira agachándose un poco y me monto sobre su espalda dejando que me lleve como caballito. Ninguno de los dos dice nada ante la mirada confundida del recepcionista y el resto de las personas. Solo reímos y nos adentramos al ascensor disfrutando el momento de paz en medio del caos. Caos... Mi vida es un caos.

Mañana será mi boda.

Esa es la razón por la que decidí volverme mierda esta mañana. Esa es la razón por la que he estado tan desaparecida estos días y esa es la razón por la que Simón y yo teníamos tanto tiempo sin vernos.

La mamá de Javier y mi mamá organizaron todo en un mes. Mi prometido tuvo que adelantar todo por sus constantes viajes y el hecho de que la próxima temporada estará de un lado para el otro por algunos proyectos que tendrán sus jefes en distintos lugares del mundo, (sí, no solo del país).

— ¿Javier no está aquí? —Simón me observa confundido y yo niego poniendo la contraseña de la puerta con rapidez.

Si supiera que Javier y yo no dormimos juntos.

—Supongo que está en su departamento —suspiro y me encojo de hombros dejándome caer agotada en el sofá —. ¿Quieres agua? Es mi hora de devolverte el favor.

—Vale —él sonríe y camino con rapidez a la cocina sirviendo dos vasos de agua. Vuelvo a la sala sintiéndome como una adolescente emocionada y casi dejo caer un vaso al notar que él está detallando las revistas de novia sobre la mesilla.

Por esa razón me fui de la casa. No quería hablar sobre los preparativos y esas cosas sintiéndome como la persona más hipócrita del mundo. No quería hablar sobre mi boda con otro hombre teniendo a Simón a algunos metros de mí.

—Uhm... Eh... Aquí está —interrumpo el silencio bastante nerviosa y él despega su mirada de las revistas centrándola en mí.

¿Es normal que sienta vergüenza de todo esto? ¿Que sienta que le estoy fallando a él o a nosotros? ¿Que sienta que me estoy fallando a mí? Supongo que sí. Me estoy fallando a mí misma por no querer hacer sufrir a los demás... Pero me cansé de ser la que siempre lastima a otros, a Simón. Nuestra relación le hace daño y mi toxicidad lo lastima. Mi amor lo lastima.

—Sarahí se desmayó ayer —comenta cuando me siento a su lado y abro mucho los ojos preocupada por la morena.

— ¿Qué le pasó? ¿Está bien? ¿Por qué...?

—Anemia, ayer la llevaron a un hospital y hoy ya se encuentra mejor —suspira y asiento frunciendo ligeramente el ceño. Pobrecita, ¿cómo estará en este momento?

— ¿Dónde está Sean? —pienso en nuestro bebé y él sonríe observando hacia la nada.

—Sarah lo está cuidando, cuando Luna me llamó salí muy rápido y le pedí que se encargara de él —con eso responde la pregunta que estaba por hacerle. Supongo que ella fue la que le avisó a él que me encontraba ahí y me hace gracia saber que se lo pensó mucho tiempo para llamarlo. Nos caemos mal desde la otra vez y aún así buscó ayuda. Siempre tendré en mente ese gesto.

—Gracias, realmente no era... Necesario —miento. Sí era muy necesario porque estoy segura de que si no hubiera sido por él, me habría quedado en ese lugar hasta que alguien más me hubiera encontrado.

— ¿De qué hablas? Claro que lo era, yo jamás te dejaría tirada... —toma mi cara entre sus manos cuando intento negar y abro mis ojos sorprendida cuando me atrae hacia él dejando caer el vaso de vidrio al suelo. Por suerte la alfombra aligera la caída y lo protege de romperse —. No sabes lo horrible que ha sido saber que estabas en la misma posición que yo. ¿Sabes por qué horrible? —niego y él respira hondo acariciando mi piel con su aliento mentolado —. Porque lo disfruté. Disfruté saber que estabas sufriendo porque eso significa que no eres feliz. Que esto no es lo que quieres, que no lo quieres. Suena muy cruel, ¿verdad?

—Simón... —me remuevo nerviosa e intento separarme pero él es más rápido deslizando lentamente sus labios sobre los míos —. No hagas esto... No...

Él lo hace más difícil. Él hace que superarlo sea más difícil y hace que creer que estoy haciendo bien se vuelva imposible. ¿Cómo me creo que dejarlo solo le hará mejor si él me demuestra que quiere estar conmigo? ¿Cómo hago que entienda que no soy buena para él si al estar lejos sentimos que necesitamos del otro? No es sano, no está bien... Él no merece un amor así.

Intento quitármelo de encima pero al momento de gritarle me calla con un beso que me roba por completo el aire. Me está besando.

Sus labios se mueven con destreza sobre los míos y jadeo impresionada logrando que adentre su lengua explorando cada centímetro de mi boca.

Esto no está bien, pero... No puedo dejar de disfrutarlo.

—N-no... Simón... no... —intento hablar entre besos pero él me calla acorralándome con sus brazos contra el sofá. Una de sus manos viaja hasta mi cintura apretándome con fuerza y la otra se hunde en mi cabello haciéndome inclinar la cabeza a su disposición —. Esto no...

—Me parece ilógico que sigas engañándote a ti misma cuando sabes que esto es lo más correcto que has hecho en estos últimos meses —me separa apretando con fuerza mi cabello y respiro descontroladamente recuperando el aliento por el beso —. Tú sabes que estar con él es una tortura y sabes que estar conmigo es mucho más ideal que todo lo que has intentado imponerte. Estos momentos son míos. Esto es mío —señala mis labios y trago saliva —... Toda tú eres mía y sobre todo esto —sube la mano de mi cintura hasta mi pecho haciendo referencia a mi corazón —. Nada de eso cambiará por más que lo intentemos y lo sabes. Estamos hechos para estar juntos y así te cases una o veinte veces no podrás superarme —sube la mano hasta mi cuello haciendo círculos en mi piel con su dedo pulgar —. Hazlo, Tiff, no te obligaré a quedarte conmigo pero estoy consciente de que tú siempre estarás pensando en mí.

Mis ojos se llenan de lágrimas pero antes de poder responderle él me vuelve a besar con fuerza pegándome por completo a su pecho. Es como un beso de despedida pero a la vez como un inicio. No quiere irse pero está dispuesto a separarse y eso me impulsa a rodear su cintura con mis piernas uniendo nuestras intimidades por completo. Se paraliza un segundo, pero al otro simplemente devora mi boca iniciando una batalla violenta con nuestras lenguas que termina en pequeñas mordidas en mis labios y barbilla.

—Ayúdame a olvidarte... —hundo mis dedos en sus hombros y él desliza su lengua por mi cuello sin hacerle caso a mis palabras —. Tienes que olvidarme ya...

—Yo haré lo que se me dé la gana —sus dedos sobre mi cabello hacen más presión sacándome un par de jadeos y su mano libre se adentra por mi camisa apretando con fuerza mi cadera.

Le quito la camisa con rapidez y él mismo se desabrocha en pantalón dejándome apreciarlo del torso para arriba. Más hermoso que nunca y tan sexy que parece insuperable.

—Mereces algo mejor —las lágrimas se deslizan por mis mejillas pero él las ignora besándome con fuerza y tomándome con rudeza del trasero. Me jala sentándome sobre su regazo y yo me acomodo con una pierna a cada lado deslizando mis dedos por todo su pecho —. Tienes que buscar algo mejor...

—No hay que buscar lo que ya tenemos frente a los ojos —su mano se adentra en el bóxer que tengo puesto y de mis labios salen varios quejidos cuando me toca sin delicadeza mojando sus dedos de mi humedad —. Tú eres lo mejor y lo sabes.

—Simón, no... —intento separarme escuchando la voz de mi conciencia regañarme por mi falta de lealtad pero él es más rápido tomándome por la cintura y presionándome contra su masculinidad.

—Déjame a mí el arrepentimiento y disfruta, ¿sí? Te prometo que desearás que esta noche no termine nunca.

Intento retroceder cuando saca de su bóxer su erección y acaricio su mejilla lastimada con mis labios cuando baja mi ropa interior dejándome lista para deslizarme sobre su falo.

Soy una infiel.

Soy una basura.

Soy una porquería.

—Salta —me ordena sin dejar de observarme y trago saliva posicionando nuestras intimidades listas para la fricción.

Perdóname Javier.

Mis uñas se hunden en los hombros de Simón cuando me lleno por completo de su miembro y un gemido largo sale de mí porque tenía muchísimo tiempo sin sentirme tan completa, tan llena.

—Hazlo de nuevo —sus manos aprietan con fuerza mi trasero y vuelvo a saltar sobre su miembro logrando que un gemido y gruñido escape de su boca.

¿Por qué los gemidos de un hombre excitan más que cualquier cosa?

Salto de nuevo perdiéndome en la sensación y siento sus dientes aprisionar mis pezones por encima de la camisa cuando me pega a su pecho sin dejar de apretar con fuerza mis nalgas.

No puedo parar. Por más que mi mente me grita que pare mi corazón y cuerpo se mueven con rudeza y eso a él parece encantarle. Me toma con fuerza y recibe cada estocada con la misma potencia demostrándome y recordándome por qué es que tenemos un bebé.

—Te amo tanto —escucho sus jadeos y acelero mis saltos escuchando el sonido de nuestras pieles al chocar. Cada vez más hondo y cada vez más delicioso. ¿Cómo se puede extrañar tanto a una persona que está tan cerca de ti? ¿Cómo se puede amar a una persona a la que lastimaste tanto? —. Amor... —sus manos suben mi camisa deslizándose por mi espalda y yo me acerco dejando que lama como desee la piel de mi cuello.

— ¡Simón! —aprieto aún más mi agarre en sus hombros cuando él aprieta mi trasero con fuerza impulsándome hacia arriba y hacia abajo. Me siento como una criminal por engañar a mi prometido pero me siento más feliz que nunca al estar saltando sobre Simón. Así quisiera no podría separarme porque... No puedo, es imposible, es demasiado placer para ser detenido.

Hundo mis dedos en su cabello y lo atraigo hacia mí besándolo con delicadeza, disfrutando cada centímetro de su boca.

Cuatro años a la basura...

Cuatro años junto al amor de mi vida...

Cuatro años que dieron como fruto un bebé...

Cuatro años en el que un infierno me hizo sentir como la mujer más feliz...

Cuatro años que nos lastimaron a ambos...

Cuatro años que debemos olvidar para siempre...

Cuatro años que debemos superar cuanto antes.

—Preciosa —murmura cuando logra quitarme la camisa dejándome completamente desnuda sobre él —. ¿Puedes entender lo mucho que me encantas? —no respondo. En este momento estoy en otro mundo en donde solo tengo que saltar para alcanzar la felicidad y no quiero dejar de ser feliz.

Sus manos en mi trasero me hacen moverme adelante y hacia atrás y gimo porque el placer se multiplica haciendo temblar mis piernas con rapidez.

Me apodero de sus labios saboreándolo lo mejor que puedo y hundo mis dedos en su cabello dejando que me abrace con todas sus fuerzas. Me muevo hacia adelante y hacia atrás y aprovechando el momento de adrenalina hago movimientos circulares ganándome gruñidos de su parte que me suplican que continúe.

Es delicioso verlo así, con el cabello pegado a la frente, con el sudor regado en su piel y con la cabeza hacia atrás. Sus labios entreabiertos ligeramente y sus ojos cerrados por el placer. Es bellísimo en todo el sentido de la palabra y no hay algo que lo defina mejor que eso. Un adonis. Mi mejor elección. El padre de mi hijo. El amor de mi vida.

—Amor... —gruñe y noto que como yo, está a punto de tocar el límite. Acelero mis movimientos logrando que me abrace con fuerza y él mismo contornea las caderas ayudándome a descansar en el acto —. Carajos, Tiff... —hunde sus dedos en mi piel y suelta un gemido al mismo tiempo que yo veo estrellas en donde antes estaba el techo.

Me lleno por completo de él y lo abrazo cuando los revolcones del orgasmo me hacen temblar con fuerza entre sus brazos.

Ninguno dice nada, solo respiramos descontroladamente asimilando las sensaciones y descasamos sobre el otro convenciéndonos de que esta será la última vez que estaremos así. Nos perdimos.

—Prométeme que amarás a alguien que te haga feliz —pido sin separarme un centímetro y trago saliva cuando él desliza sus dedos por mi espalda recorriendo el sudor de mi piel —. Simón, promételo —me separo y lo observo intentando descifrar lo que pasa por su mente.

—Prometo que haré todo lo que me haga feliz —me observa directo a los ojos y decido conformarme con eso porque es todo lo que deseo. Su felicidad.

—Te amo mucho, Simón Bazan —mi cabeza duele cuando los recuerdos me invaden.

"—Yo también te amo, Simón."

"Eres la segunda cosa más bonita que han visto mis ojos —sonrío cuando él me observa confundido—, la primera es nuestro bebé"

"— ¿Te puedo besar? —su pregunta me hace dejar de reír y lo observo fijamente sin saber cómo responder —. Solo un beso.

— ¿Solo un beso? —niego y él me observa confundido —. Quiero muchos besos viniendo de ti"

"—Jamás podré amar a alguien como te amo a ti —tomo su cara entre mis manos intentando que me preste toda su atención —. Tú eres todo lo que deseo y más.

— ¿Solo yo?

—Solo Sean y tú"

"— ¡Tiff, tienes que creerme, esa chica abusó de mí! —de sus ojos brotan lágrimas que me hacen llorar a mí también pero no le presto atención, solo lo empujo intentando que deje de tocarme y se aleje de mí —. Amor, créeme, yo jamás te haría algo como eso, yo...

— ¡Vete a la mierda! ¡Me importa una mierda lo que digas! ¡Aléjate de mí de una vez por todas y déjame en paz! —sus ojos me observan con dolor y lloro contra sus labios cuando me besa con fuerza empujándome hacia la cama.

Tiff, escúchame, yo jamás te haría algo como eso...

—No puedo creerte... Lo siento, pero no puedo creerte..."

— ¿En qué piensas? —su voz me saca de mis pensamientos y alzo la mirada encontrándome con su ceño fruncido.

Estamos en la cama después de haberlo hecho dos veces más y me siento increíblemente mal por lo bien que me he sentido. Por esto, por Javier, porque hice exactamente lo que no me gustaría que me hicieran y porque a pesar de todo el daño que le hice, él sigue estando aquí preocupándose por mí.

—No usamos protección —miento porque no es eso en lo que estoy pensando pero tampoco le fallo a la verdad. Lo bueno es que tomo anticonceptivos.

—Bueno, ahí viene la niña —su comentario me hace abrir los ojos impresionada y él ríe por mi cara dejando varios besos en ella —. Una bebé pelirroja con tu carita —acaricia mis mejillas y sin poder contenerme me sonrojo enseguida.

—Sería justicia, siento que reencarnaste en Sean —ambos reímos y me acomodo entre sus brazos inundándome con su perfume masculino —. Amo que sea igual a ti, es perfecto.

—Tiene tu nariz y tus ojos —señala y yo niego separándome un poco.

—Tiene tus ojos, son igualitos a los tuyos —él frunce el ceño y niega en desacuerdo.

—Son iguales a los tuyos, ¿se los has visto en el sol? Es como verte a ti —ruedo los ojos porque sé que no aceptará una derrota y tampoco quiero discutir.

—En fin, Sean es perfecto porque es igual a ti —deslizo mi lengua por su mejilla y río cuando él muerde mi mentón delicadamente causándome cosquillas —. ¡Deja!

Lo empujo uniendo nuestros labios y solo lo separo de mí cuando el timbre del pent-house suena poniéndome nerviosa. ¿Quién es? ¿Por qué vienen a esta hora? ¿Y si es Javier?

— ¿Esperas a alguien? —Simón me observa extrañado y yo niego sintiendo los nervios incrementar el triple.

—No salgas de aquí, ¿vale? Por favor quédate aquí —él frunce el ceño pero asiente recostándose en la cabecera de la cama.

Respiro hondo y me coloco la camisa que se encuentra en la sala caminando nerviosa hasta la puerta. ¿Y si es Javier? Javier... Le fallé a Javier... Soy una basura.

Mañana me caso y me acosté con Simón... Le fallé a mi prometido con mi ex.

Me mentalizo antes de abrir la puerta para no echarme a llorar y cuando observo por la mirilla frunzo el ceño de inmediato. De todas las personas posibles que me esperaba ver, sin duda esta no entraba en mi corta lista.

— ¿Sarahí? —abro la puerta de golpe y observo a la morena con confusión. Pensé que estaba enferma y postrada en una cama pero no... Está borracha y luce mal, muy mal —. ¿Estás bien? ¿Por qué...?

—Lo siento muchísimo... —comienza a llorar como un bebé y me abraza sollozando en mi pecho —. Lo siento mucho, Tiff... Yo no quería hacerte eso... —intento apartarla para buscar una explicación pero ella se aferra más a mi pecho sin dejar de derramar lágrimas —. Me enamoré y no sé qué hacer... Por favor perdóname yo no quería fallarle a nadie...

—Hey, mírame —la separo por fin de mí tomando su cara entre mis manos. Se ve tan frágil que solo me dan ganas de protegerla porque me recuerda a mí hace unas horas en la ducha del gimnasio —. Lo que sea que esté pasando, tiene solución, ¿sí? Yo te ayudaré, solo dime qué tienes, ¿vale? Estoy para ti... —ella llora con más fuerza y niega centrando su mirada en el suelo, parece que no tiene fuerzas para verme a la cara.

—No hay solución yo... —niega y se separa recorriéndome por fin con la mirada. Algo en sus ojos cambia y frunzo el ceño cuando da un paso hacia atrás como si le hubieran dado un puñetazo. Se ve confundida, dolida y... No lo sé, no sé cómo una mirada puede demostrar tantas cosas —. Interrumpí algo...

—N-no es lo que parece —mis nervios salen a flote porque sí es lo que parece. Ya se dio cuenta y eso me pone como loca porque estoy segura de que Dania se enterará y me odiará por el resto de su vida y mi mamá... Dios, mi mamá se decepcionará mucho —. Sarahí...

—Lo siento, ambos deben estar emocionados por su boda de mañana y yo... —ríe y comienza a llorar cubriendo su boca con una mano —. Lo siento mucho, será mejor que me vaya...

Intento responderle pero ella corre hasta el ascensor sin darme tiempo de explicarle nada. ¿Por qué se ve tan frágil? ¿Por qué se ve tan mal? ¿Por qué siento que todo su duelo se debe al chico con el que debo casarme mañana?

...

Sarahí.


Manos desconocidas viajan por mi cuerpo.

Me dejo llevar por la música y me quedo callada cuando un chico toca todo mi cuerpo sin dejar de restregarse contra mí. No lo conozco y nunca lo había visto en mi vida, pero me siento demasiado aturdida como para ponerme a pensar en él o en otra cosa que no sea lo destruida y perdida que me siento.

Bebo un trago directamente de la botella y dejo que el chico me bese sin corresponderlo o apartarlo. Alguien más se une a la escena tocándome por detrás pero no presto atención a nada. Soy como carne en medio de lobos hambrientos y en medio de la pista de baile soy un simple objeto tocado por chicos desconocidos.

No me importa nada.

Me hablan al oído invitándome a un lugar más privado pero no hago caso. Solo me quedo inmóvil dejando que me toquen como si no fuera nada y siento mis ojos llenarse de lágrimas cuando se aprovechan de mi vulnerabilidad para meter sus manos por mi vestido tocando mis intimidades como si fuesen suyas. No siento nada. No me provoca nada.

—Vamos a mi departamento, allá no tendremos que preocuparnos por la ropa —el chico que está frente a mí insiste recorriéndome con la mirada y yo asiento dejando que me guíe en medio de las personas.

Siento que estoy levitando porque no siento el suelo bajo mis pies. Hay un tornado en mi cabeza y muchas cosas están pasando en mi corazón. Me siento confundida, drogada, borracha y como el peor error en la vida de todos. Yo nunca debí aparecer... Nunca debí existir.

Las personas se interponen en mi camino y me tropiezo con algunas a medida que el chico me jala para sacarme con más rapidez. Una mirada intensa me penetra pero no le doy importancia porque no me importa nada. Solo quisiera borrar mi memoria y no tener recuerdos que me lastimen.

—No te quedes atrás, hermosa —el chico me jala para que camine más rápido y yo apresuro mi paso chocándome con un cuerpo extrañamente familiar.

Observo su pecho durante largos segundos y subo la vista hacia su cara tragando saliva sorprendida.

¿El borrachito? Mejor dicho, ¿el borrachito sobrio?

—No hagas esto —su comentario me confunde y lo hace aún más su nuevo aspecto. Luce... Bien. Luce repuesto y más sano que nunca. Y sorprendentemente detrás de la fachada de vagabundo, es joven y atractivo —. Tú no eres así y lo sabes, no lo hagas.

—Tú no me conoces —me aparto sin dejar de observar su nueva imagen. Usa lentes y se ve realmente... Raro. No hay ni rastro del chico dormido en las butacas vip del bar.

—Te conozco lo suficiente para saber que esto no es algo que tú harías —pone sus manos en mis hombros sin una pizca de morbo en su mirada. No parece tener intenciones de aprovecharse —. No repongas con los pies lo que no puedes construir con las manos —le lanza una mirada asesina al chico cuando me insiste en irnos del lugar —. Créeme que yo pasé por eso y no te lo recomiendo, esta vida no apaciguará los problemas internos que poseas...

—Tú no sabes nada —lo aparto intentando seguir al chico pero contengo la respiración cuando me abraza inundando mis fosas nasales con su ahora que nada tiene que ver con el alcohol. Huele a perfume masculino y es increíblemente adictivo, costoso y delicioso —. ¡Suéltame!

—Te prometo que me lo agradecerás después —me carga sobre su hombro y aparta de un solo empujón a mi ex acompañante cuando intenta detenerlo con actitud de machito.

— ¡Suéltame, maldito depravado! —Lo golpeo en la espalda cuando me lleva como si fuera un saco de papas y tomo del brazo al hombre de seguridad cuando salimos por la puerta grande sin ser detenidos por ninguna persona —. ¡Señor, ayúdeme, por favor!

—Enzo, ¿quieres llevarte una denuncia? —el guardia habla como si lo conociera de toda la vida y yo jadeo porque al menos ya sé el nombre del borrachito.

«Enzo»

—Nada de eso, solo estoy evitando que haga algo por lo que pueda arrepentirse toda su vida —él responde tranquilo y casi lloro de impotencia cuando el guardia asiente y nos deja ir como si nada. Como si este chico no me estuviera llevando en contra de mi voluntad a no sé dónde.

— ¡SUÉLTAME, IDIOTA! ¡TE JURO QUE SI TE ATREVES A TOCARME TE VOY A MATAR! ¡TE VOY A CORTAR EL...!

—Te tocó medio club hace rato y no dijiste nada —él me deja frente a un auto último modelo y yo intento correr siendo atrapada por sus astutas manos que viajan a la velocidad de la luz —. Te tocaron sin tu consentimiento y no demostraste molestia o indignación como lo estás haciendo conmigo.

— ¡Pues porque me daba la gana! ¡Eso no te da el derecho de llevarme así! ¡¿Eres un enfermo o qué?! ¡Déjame ir maldito depravado! —lo empujo pero él tiene el doble de fuerza impidiéndome hacer nada más que pasar vergüenza —. ¡Suéltame o te juro que llamaré a mi mejor amigo y...!

—Eso —me interrumpe sacando un celular más caro que mi alma de su bolsillo —. Llama a alguien de confianza y vete a casa. Eso es lo que quiero que hagas, ponerte a salvo.

¿Y este quién se cree?

—Márcale a quien quieras —pone su teléfono en mi mano y yo lo suelto dejando que caiga al suelo sin delicadeza. Si se rompió no es mi culpa, él me estaba haciendo tomarlo en contra de mi voluntad.

— ¿Podrías dejar de actuar como si me conocieras? ¡No somos nada! ¡Déjame en paz, ¿sí?! ¡Solo quiero dejar de actuar como la estúpida idiota sentimental a la que le afecta todo! —Lo empujo pero él me vuelve a tomar acorralándome contra el auto que vale más que la casa de mis primos —. ¿Quién eres...?

—Déjame ayudarte, te prometo que no me aprovecharé de ti —niego confundida cuando intenta tocar mi cara y golpeo su mano cuando acaricia mi mejilla con delicadeza.

¡¿Este quién se cree?! X2

— ¡Yo no quiero tu ayuda! ¡Solo quiero que me dejen sola! —lo empujo con todas mis fuerzas alejándolo un par de centímetros y corro lo más rápido que puedo tropezándome como una idiota por lo borracha y mareada que estoy.

Corro como una loca por toda la calle oscura y jadeo cuando se me acaba todo el aire y las fuerzas también. Apoyo mis manos en mis rodillas y respiro descontroladamente intentando recuperar el oxígeno. ¿Cuánto tiempo corrí? Siento que fue una eternidad.

—Escucha —pego un salto y suelto un gritito cuando habla a mi lado y lo observo horrorizada porque parece intacto y nada afectado con la corredera.

— ¡¿Cómo me alcanzaste tan rápido?! —él frunce el ceño y me observa confundido señalando su auto.

—Corriste como doce metros —observo hacia el lugar en donde estábamos antes y hago una mueca. Bueno, en mi defensa yo tengo tacones.

— ¡Solo déjame en paz, ¿sí?! No necesito tu ayuda ni la de nadie —retrocedo cuando intenta acercarse y me quito un tacón en un solo movimiento apuntándolo a la cara para que vea que no ando con juegos —. ¡SI TE ACERCAS TE LO ENTIERRO EN EL OJO!

— ¿Por qué me odias? —pregunta ladeando la cabeza y yo aprieto mi agarre cuando retrocede dos pasos. No le creo, puede ser una técnica para hacerme bajar la guardia y luego atacarme inesperadamente.

—No te odio, pero créeme que lo haré si te atreves a llevarme a la fuerza de nuevo —me quito el otro tacón y él alza una ceja cuando tomo ambos con en mis manos retrocediendo más rápido de lo permitido para un borracho.

Y sí, lo último lo digo porque me tropiezo como una tonta y caigo de culo retorciéndome de dolor en el suelo. Todo me da vueltas y creo que voy a vomitar cuando me toma por los brazos jalándome para que me levante de nuevo.

—Me siento muy mal... —vomito salpicando sus zapatos e ignoro su mueca porque es su merecido por intenso. Me quiero morir —. Está bien, llévame.

Comienzo a caminar hacia su auto y segundos después siento sus pasos a mi lado que me hacen saber que no me dejará botada. Menos mal, por un momento pensé que se había molestado y me dejaría varada.

El camino es incómodo y silencioso, pero lo es más el hecho de que por alguna extraña razón rompo en llanto en medio de una discusión en contra del semáforo en verde. Él no dice nada, solo observa hacia el frente y yo lloro sintiéndome como el ser más estúpido por no poder superar a una persona que me enamoró en semanas.

—... Y me acosté con él... Lo hice un día antes de que le pidiera matrimonio —aprieto mis puños con fuerza y lloro recordando de nuevo todo lo que pasó. Enzo no dice nada, se mantiene en silencio escuchando mi historia y yo lloro porque de tantas reacciones no esperé esa, el silencio —. Me duele Tiff... Yo no quería hacerle esto...

— ¿Todavía sigues enamorada de él? —Me observa por primera vez desde que subimos al auto y yo asiento sorbiendo mis mocos por mi nariz —. ¿Crees que él siente algo por ti?

—Le pidió matrimonio y mañana se casan... —las lágrimas nublan mi vista y niego cubriendo mi cara para evitar que me vea así —. Él la ama a ella...

—Si la amara no se hubiera acostado contigo —me señala y niego porque no estoy de acuerdo con su teoría.

—Se dejó dominar por el deseo, la carne es débil y...

—Alguien que ama no le falla a la otra persona —pone una mano en mi hombro y luego lleva sus dedos a mi barbilla obligándome a que lo mire —. Si yo estuviera contigo jamás te engañaría.

—Eso dijo mi ex y me salieron más cachos que al reno de Santa Claus —aparto su mano y concentro mi mirada en mis piernas sin saber cómo salir de este agujero —. Solo quisiera desaparecer.

— ¿Desaparecer?

—Sí, irme lejos, ya sabes. Empezar de nuevo, encontrarme a mí misma... —respiro hondo ahogándome con el nudo en mi garganta —. Superar esta mierda.

— ¿Por qué no lo haces? —pregunta inocente y río observando su auto. Se nota que es de dinero y ya lo sabía porque el bar en donde trabajo es de gente de dinero y él siempre entraba con pase vip.

—No todos tenemos tu privilegio, Enzo —él se queda en silencio y suspiro jugando nerviosamente con mis dedos —. No todos podemos cansarnos e irnos de viaje y desaparecer unas semanas. No todos podemos darnos lujos y escaparnos sin pasar trabajo. Esta es la vida real, aquí se sufre en silencio y se llora cuando se termina el horario laboral.

—No hables sin saber, Sarahí —humedece sus labios y observa hacia el frente adoptando una actitud melancólica —. Mi papá enfermó hace más de un mes, por eso dejé de asistir al bar. Enfermó y tuve que hacerme cargo de la empresa familiar, por eso ya no me ves como un borracho. También estoy yendo a terapia para superar el alcoholismo y poder ser un buen presidente, es agotador y... Dios, no sabes lo que me gustaría poder esconderme en una casita lejos de la civilización —ríe sin gracia. Se nota que tiene ganas de todo menos de reír

—Lo siento mucho —tomo su mano y él observa la unión unos segundos antes de negar cabizbajo.

—Él estaba sobre estresado y siento que fue mi culpa de alguna manera por darle más dolores de cabeza, nunca he sido un hijo ejemplar —resopla apoyando su cabeza en el respaldo y apoyo mi mano en su hombro a modo de consuelo. Realmente no sé qué decirle para hacerlo sentir mejor.

— ¿Te enseño mi vídeo pornográfico? —termino con el silencio y él frunce el ceño confundido con mi pregunta —. No es mentira, lo hay.

— ¿Por qué...?

—Bien, rompí el hielo, eso es bueno —lo interrumpo y respiro hondo viendo hacia los lados —. Que tu padre esté enfermo no es tu culpa, nunca te culpes de algo tan natural como eso. Todos tenemos fallas y es eso lo que nos motiva e impulsa a mejorar cada día. Si fueras un hijo ejemplar, te aseguro que ahora mismo no estarías actuando tan responsable y maduro como te estás dejando ver. No digo que necesitabas ser un alcohólico para mejorar como ser humano, pero sí necesitabas fallar para emendar los defectos que tienes o tenías como persona.

Todo queda en silencio y juego con mis manos pensando una y otra vez mis palabras. ¿Será que la cagué? Ash, no debí dejarme llevar por mi yo psicóloga. No sirvo para estas cosas.

—Eso fue... —Enzo alza la mirada y suspira sonriendo por primera vez en la noche —. Gracias, necesitaba escuchar esas palabras —abro mis ojos impresionada y le devuelvo la sonrisa.

¡Dije algo bien! ¡Por primera vez no dije una estupidez!

—Creo que ya no estoy tan borracha —pongo una mano frente a mí y hago una mueca —. Olvida lo que dije, veo seis dedos.

Apoyo mis pies en el asiento y abrazo mis piernas escondiendo mi mentón en mis rodillas.

Tiffany.

Javier.

Boda.

Nuestros labios juntos... Nuestras pieles desnudas... Dolor... Orgasmo. Toques, roces, besos, gemidos, embestidas, él sobre mí...

Me enamoré de Javier Jones, un hombre comprometido y el novio de la madre de mi sobrino.

¿Lo que más me duele y me tiene destrozada? Saber que eso no significó nada para él.

—No significó nada para él —comienzo a llorar como una niña y apoyo mi cabeza en el cristal intentando apaciguar mi dolor con las lágrimas. ¿Por qué no deja de doler? Siento que esto poco a poco me está matando.

— ¿Por qué lo dices? —Enzo toma mi mano y yo lloro aún más recordando lo que pasó cuando fui a pedirle disculpas a Tiff. Ella estaba ahí con él un día antes de su boda. Se veía feliz y supongo que él también lo estaba...

—Estaba con ella hace unas horas él... Estaba con ella.

...

Javier.


— ¡Pero si eres el novio más guapo del mundo! —Rebecca chilla terminando de arreglar mi peinado y yo ruedo los ojos acostumbrado a sus cosas.

Observo la habitación que está repleta de personas que quiero y trago grueso sintiéndome más vacío que nunca.

Desde que le pedí matrimonio a Tiff he actuado en automático. No siento, no pienso, no nada. Solo existo y eso me tiene sumergido en un bajón emocional llamado Sarahí Bazan. Yo... Desde que estuve con ella no he podido dejar de imaginarla conmigo.

¿Entonces por qué le pedí matrimonio a Tiff? Fácil. Ya estaba planeado y Rebecca me hizo la seña y yo ya estaba de rodillas esperando la respuesta. Mi mente estaba en otro lugar y yo sentía que lo de la noche anterior había sido un sueño.

Sarahí debajo de mí gimiendo y retorciéndose se ha convertido en un sueño que tengo presente cada noche. Sin cambiar, siempre con más detalles y causándome emociones incontrolables. Reacciones incontrolables.

¿Cómo se puede sentir tan cerca a una persona que está a kilómetros de ti? Cada vez la siento más cerca y no físicamente sino mental, emocional. La tengo presente en cada respiro, en cada parpadeo, en cada paso. Es como si se hubiera plasmado en mi cerebro y yo tampoco hago nada para impedirlo. Me enamoré de la prima del ex de mi novia y siento que el tiempo se me agotó... Es muy tarde para hacérselo saber.

¿Me siento como una basura? No me siento, lo soy. Engañé a Tiff y le hice daño a la mujer ilusionada por mí. Engañé a Tiff un día antes de pedirle matrimonio y le hice el amor a la chica que abrió su corazón conmigo. Le fallé a la lealtad de mi pareja pero hice lo que mi corazón pidió dejándome llevar por las sensaciones que Sarahí Bazan causó en mí.

Me enamoré como un maldito estúpido y me comprometí sabiendo que mi pareja estaba y está enamorada de alguien más. Del primo de la chica que me gusta. De Simón.

¿Siento celos? Yo realmente... No siento nada. Me siento como un idiota. Siento que forcé algo que no tenía futuro y lo convertí en una atadura permanente. Me siento como el malo de la historia, como el que arruinó todo queriendo ser el protagonista... Yo solo quería hacer las cosas bien.

Jodí todo y ahora tengo que fingir que estoy bien, que soy feliz, que no me enamoré de la chica extraña y que no me duele haberle hecho daño al hacer lo que más quería con ella.

—Oye, eres el novio pero te aseguro que eres el menos animado de la boda —Samuel apoya su mano en mi hombro y yo suspiro sin saber qué decirle. Es el mayor de los cuatro y sinceramente es al que le tengo más confianza.

— ¿Nos pueden dejar un momento a solas? —hablo para todos provocando que me observen extrañados pero salgan de inmediato sin decir nada al respecto. Son los chicos, (el resto de mis hermanos) y Rebecca. No quiero que se enteren de lo que está pasando realmente.

—Ahora sí, ¿puedes decirme a quién mierdas tengo que matar? —se sienta frente a mí y suspiro pasando una mano por mi cuello.

—A mí —mi respuesta lo hace fruncir el ceño extrañado y agacho la mirada cuando por primera vez en mucho tiempo mis ojos se llenan de lágrimas —. La cagué, Samuel... La cagué y ya no sé qué hacer.

— ¿Me das más detalles? Porque me preocupa que solo sean nervios de boda o... —niego y paso una mano por mi cara intentando aliviar la presión en mi garganta. Duele.

—Engañé a Tiff... —mi comentario lo sorprende pero no dice nada, espera a que prosiga —. La engañé un día antes de pedirle matrimonio y me enamoré de esa chica... De Sarahí.

— ¿Quién es Sarahí? —frunce el ceño extrañado y trago saliva mentalizando el rostro de la morena.

—La prima del ex de Tiff, ya sabes, Simón... —él alza sus cejas impresionado y abre y cierra su boca sin saber qué decir. Lo entiendo, en su lugar estaría peor.

—Todo queda en familia —extiende sus brazos y lo miro mal provocando que deje el juego de lado —. ¿Por qué dejaste que esto llegara tan lejos? Javier, debiste parar antes de iniciar esta mierda...

—Lo sé, ¿crees que no lo sé? Pero tenía miedo y estaba confundido y... —me levanto caminando de un lado a otro —. Soy un maldito idiota...

—Lo eres.

— ¡Y un imbécil!

—Es verdad.

—Soy una basura...

—Totalmente de acuerdo.

—No la merezco... Ni a ella ni a Tiff...

—Bueno... —rasca su ceja y se levanta poniendo una mano en mi hombro —. No contradigo verdades.

— ¿Puedes decirme algo motivacional al menos? —lo aparto molesto por su sinceridad y él ríe manteniéndose detrás de mí.

—Te diré la completa verdad y lo que pienso que deberías hacer: deja de actuar como un descerebrado y acaba con esto ya. Estás a tiempo de terminar con esta mierda y lo sabes. Ni Tiffany ni tú merecen pasar el resto de sus vidas atados y sin amor. Ella es una chica increíble y tú eres... Mi hermano, merecen lo mejor —apoya sus manos en mi hombro y me observa con severidad —. Te quiero, ¿lo sabes? No nos lo decimos a menudo pero quiero que lo tengas claro. Nunca te desearé el mal y necesito que hagas lo correcto para que seas feliz. Nada que fue vilmente forzado...

—... Sale en buen estado —termino la frase y él sonríe asintiendo levemente —. Tengo que hablar con Tiff, pero mi mamá...

—Yo me encargo de eso, tú termina con este show porque este smoking me está ahogando —se queja y río saliendo de la habitación seguido de él.

Esquivo a muchas personas y siento mi corazón latir como loco al analizar mejor lo que pienso hacer. Mi madre me matará y no quiero ni pensar en lo que dirán Dania y Rebecca que fueron las que organizaron todo. Me castrarán.

Choco con varias chicas pero no las detallo a ninguna buscando una puerta en especial. Tiene un cartel grande que dice "aquí se encuentra la novia" y se ve como de princesas. Rebecca se lució con la decoración.

— ¿Listo? —Samuel palmea mi hombro y yo alzo mi mano dispuesto a tocar la puerta, pero esta se abre al mismo tiempo dejándome ver la cara de mi prometida que luce como si hubiera llorado dos semanas seguidas.

—Tiff...

—Javier...—ella se seca las lágrimas y lanzo una mirada a sus espaldas encontrándome con la cabellera rubia de su mejor amiga, Miley Russell. Supongo que llegó hoy porque la última vez que vi a Tiff me dijo que andaba en un viaje de negocios —. Te iba a buscar en este momento —Tiffany nos saca del silencio y escondo mis manos en mi bolsillo extrañado por la confesión.

— ¿Y eso?

—Tenemos que hablar, Javier, yo... —respira hondo y la recorro por primera vez en el día detallando su vestido de novia. Se ve preciosa pero no luce feliz, luce exactamente como yo —. Por favor, hablemos.

—Venía a pedirte lo mismo —confieso y ella me observa confundida antes de asentir agachando la mirada hacia el suelo.

Miley sale de la habitación antes de que yo pueda entrar y trago saliva cuando me lanza una mirada analítica dándole un apretón en la mano a Tiff. Supongo que le está transmitiendo un poco de valor, Samuel hace lo mismo conmigo.

La puerta se cierra detrás de nosotros y después de eso un largo e incómodo silencio nos invade.

La cagué horrible y no sé cómo empezar para enmendarlo. Me gustaría encontrar las palabras correctas pero no lo logro, no sé cómo se empieza algo que pretendemos terminar.

—Me acosté con Sarahí...

—Me acosté con Simón —hablamos al mismo tiempo y luego de eso nos observamos con perplejidad porque es la cosa más humillante que le puede pasar a una pareja —. ¿Cómo que te acostaste con Sarahí? —ella parpadea sorprendida y yo respiro hondo asimilando también la información.

— ¿Estuviste con Simón? —pongo una mano en mi pecho sintiendo un enredo de emociones difícil de explicar.

¿Por qué no me siento traicionado y dolido? No siento nada malo, siento... Alivio, paz. Siento que estuvimos donde teníamos que estar.

—Lo siento mucho... —me acerco a ella y noto como retrocede poniendo una mano en su cuello.

— ¿Te acostaste con Sarahí? —Pregunta de nuevo y asiento logrando que sus ojos se abran a más no poder —. Con razón...

— ¿De qué hablas? —ella me observa con preocupación y niega cubriendo su boca.

—Me acosté ayer con Simón, Javier, yo... Lo siento mucho... —se abraza a sí misma y retrocede como si estuviera pensando muchas cosas al mismo tiempo —. Me acosté con Simón anoche y ella fue... Pensó que había estado contigo y se fue corriendo y llorando —la imagen de Sarahí en ese estado me pone los pelos de punta y analizo la situación siendo consciente de que ella seguramente se sintió poco importante o... Utilizada —. Yo le avisé a Simón pero ella fue más rápida y desapareció... Ayer llegó en la madrugada pero se encontraba borracha y llorando, ella... Estaba llorando mucho, me pidió disculpas y no la entendí.

—Fue mi culpa, Tiff, yo la llevé a mi departamento —me paso las manos por el cabello siendo consciente de que no me arrepiento de nada, solo de haberle fallado a mi pareja —. Yo sabía lo que ella sentía por mí y no puse distancia... Yo quería hacerlo, me dejé llevar y me...

— ¿Te enamoraste? —sus ojos se llenan de lágrimas y asiento lentamente pasando mis manos por mi cara.

—No sé en qué momento pero lo hice, pensé que solo era deseo pero no... Yo en serio me enamoré —trago grueso confundido y asqueado conmigo mismo, con mis acciones. Si no hubiera sido tan idiota, impulsivo y terco esta historia sería muy diferente pero no. Hice sufrir a Sarahí y lo peor es de todo es que también me dañé a mí mismo.

—Intenté evitarlo pero no pude, te juro que no pude —ella se acerca con pequeños pasos a mí y pone ambas manos en mi pecho observándome con dolor —. No pude superar a Simón y te fallé, lo siento mucho, Javier, pero yo lo amo a él... —la abrazo cuando comienza a llorar y respiro hondo fingiendo que no lo sabía.

Era más que obvio que ella estaba enamorada de Simón y era aún más obvio que se estaba forzando a quererme. Siempre la sentí distante y tensa cuando estaba a mi lado pero junto a Simón ella era... La real Tiff. Libre, vulnerable y sensible.

Los Bazan arrasaron con nosotros.

—Ambos la cagamos hasta el fondo —murmuro contra su coronilla sin dejar de balancearnos —. Pero no por eso nos debemos condenas a una vida infeliz. Nadie muere por sabio, Tiff y cualquiera puede cometer nuestros errores. Nos equivocamos en muchos aspectos y estamos pagando por ello, míranos... —la separo un poco de mí detallando sus ojos hinchados y rojos de tanto llorar —. Cuando te conocí eras la mujer más imponente e impresionante y ahora estás llorando porque piensas que te odiaré por haber hecho lo que tanto estabas deseando —seco sus lágrimas y ella muerde su labio inferior para evitar que tiemble más —. Si quieres estar con él hazlo, Tiff, en esta vida es difícil encontrar el amor verdadero y no podemos evitar ser dañinos a la hora de adaptarnos a él —ella llora y yo sostengo su cara entre mis manos viendo por fin a Tiffany Burgues sin una máscara anti emociones de por medio —. Yo no sé la verdadera razón por la que están separados pero tengo millones de razones por las que sé que deberían estar juntos...

—Yo le hago daño, Javier... Lo lastimo, nuestro amor es tóxico y yo...

—Ayer estuviste con él, ¿no? —Ella asiente y vuelvo a secar sus lágrimas — ¿Sentiste que lo estabas lastimando?

—No, pero...

—No lo estás lastimando solo a él, Tiff, te lastimas a ti misma también negándote a aceptar que son todo lo que quieren.

—No es sano...

—No, pero es lo que los hace felices —acaricio sus mejillas apreciando lo hermosa que se ve demostrando sus sentimientos —. La felicidad no es sana, la felicidad es intensa, agresiva, impredecible y por eso es tan ansiada. Si fuera solo "buena", todos se aburrirían de ella. Si fuera solo "sana", nadie viviría amargado.

—No entiendes, Javier, es tóxico querer así y... —niega poniendo sus manos sobre las mías —. Él es muy bueno para mí, yo soy...

—Una chica increíble que ha cometido millones de errores y ¿qué? Te aseguro que él no es un santo y también te aseguro que él debe sentirse arrepentido de haberte fallado en tantas ocasiones —recuerdo la vez que me contó el por qué de su desconfianza y ella observa el suelo negándose a creer mis palabras —. Nadie es inocente y si tú fallaste él hizo lo mismo cuando no te apoyó si no que intensificó tu desconfianza al tomarlo como un juego —le recuerdo molesto de que se esté echando la culpa de todo —. Ustedes dos fallaron y ¿qué? ¿Quién carajos tiene una relación perfecta sin antes haber pasado por una tormenta? ¿Alguna vez dejaron de quererse por los altibajos? ¿Alguna vez él lloró por un beso tuyo? Tu amor no lo lastima, tú no lo lastimas, lo lastima el hecho de que lo alejes sin darle voz y voto para decidir lo que él realmente quiere.

» ¿Le preguntaste acaso si quería dejarte ir? ¿Le preguntaste si se sentía mejor que tú o demasiado para ti? ¿Le preguntaste si se sentía mejor lejos de ti? Simón no es un niño, Tiffany, deja de verlo como tal. Simón siente, Simón piensa y Simón sabe lo que le conviene. Si él quiere estar contigo es porque le haces bien y si su relación los lastima pues busquen una puta solución. Ya dejen de creer que estar separados es lo mejor porque jamás lo será. No se le puede dar un cierre a algo que jamás tuvo un final. Las cosas no se arreglan dejándolas tiradas, se arreglan trabajando en ellas y recogiendo poco a poco sus pedazos.

—No sé cómo ser diferente y yo... Tengo miedo de volver a lo mismo de antes —traga saliva y respiro hondo acariciando con delicadeza su cara.

—Ya tú no eres como antes. Hay años luz de diferencia con la Tiffany Burgues celosa, tóxica y posesiva que vi meses atrás. Tú eres mucho mejor, tú creciste y maduraste todo este tiempo, ¡mírate! Estás llorando por tu ex en los brazos de tu prometido —ambos reímos y seco sus lágrimas cuando llora aún más entre mis manos —. Te ves hermosa cuando no finges ser algo que no eres. Tú con él jamás fuiste una máscara y por eso se enamoró de ti. Tú no solo fuiste la tóxica, posesiva y celosa que le daba dolores de cabeza, tú también fuiste la chica que le dio un hijo y que le demostró durante cuatro años que el tiempo jamás sería un obstáculo para intensificar sus sentimientos —acaricio su cabello detallando lo hermosa que se ve vestida de novia e imaginando lo preciosa que se vería si estuviera feliz —. No te digo que corras a sus brazos porque sé que tu conciencia no te lo permitiría, pero comenzar de nuevo jamás será una mala opción. Comienza de nuevo y hablo de ti, de nadie más. Una nueva tú que no finja no sentir nada. Una nueva tú que se demuestre y le demuestre al mundo que también falla y tiene sentimientos.

— ¿Tú harás lo mismo? —sus dedos acarician mi rostro y trago grueso asintiendo lentamente —. No te deseo suerte porque la suerte es para perdedores.

—Gracias, supongo —sonrío y me separo por fin notando que en medio de la conversación yo también lloré —. ¿Cómo les decimos a todos que la boda se canceló? —ella ríe y se observa frente al espejo por última vez.

—Tienes que correr lo más rápido que puedas porque mi papá intentará asesinarte apenas se entere de que me dejaste vestida de novia —río y trago grueso sabiendo que no es mentira. El papá de Tiff me da miedo.

Entrelazamos nuestros dedos notando que nuestras manos están frías y salimos de la habitación listos para terminar con esta farsa de una vez por todas.

No por los demás, no por nuestros amigos, tampoco por complacer al otro sino por nosotros. Porque es necesario y es lo más sensato que se puede hacer cuando no se ama a una persona. Dejarla ir.

...

Antes que nada, yo sé que en el mundo del Areté los embarazos son la cosa más normal del mundo pero no, chicas, Sarahí no está embarazada.

¿QUÉ LES PARECIÓ EL FINAL?

Sé que muchas hubieran querido saber más de Sarah y Anthony pero no se preocupen, falta el epílogo que terminará de atar los cabos sueltos y concluirá por completo la historia de esa pareja. 

Lo dije una vez y lo vuelvo a repetir: los protagonistas de esta historia son Sarah, Anthony, Tiffany y Simón. La historia de ellos tiene la misma importancia y por eso escribo con tanto esmero los sucesos. 

Lloré un poquito mientras escribía pero lo disfruté, gracias por quedarse hasta aquí y espero verlos pronto en el epílogo. Los amo mucho.

***

✨Sarahí Bazan✨

Con mucho amor y un beso en la boca. 

—Nepasavoir. 






















Puto el que lo lea.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top