Capítulo 32 - Apoyo

Capítulo dedicado a @nazamaca <3

"Que lo comprendo, hay familias que manipulan tu pensar y no puedes hacer nada porque crees que es lo correcto, ya que te criaron con esos ideales. Aveces, hay situaciones que nos hacen tomar malas decisiones con el fin de no lastimar a alguien. Espero que Dae-hyun a partir de ahora haga todo lo posible por el bienestar de su hijo y de su ex y que sea feliz, que salga de las garras de su padre. Pd: opino que Seung puede llegar a tener dos papás!"

Javier.


— ¡¿No crees que es muy pronto para esto?! —mis tímpanos vibran cuando Rebecca grita e ignoro su pregunta adentrándome a la primera joyería del centro comercial —. ¡Javieeeer! —me sigue enganchándose con toda la confianza en mi brazo.

La quiero, pero nunca he sido de muestras afectivas. Yo demuestro mi cariño fastidiándolas. (Hablando de ella y Dania).

—Siento que es el momento indicado —suspiro e ignoro su mirada enfocándome en las distintas joyas que hay en la vitrina.

Relojes, pulseras, collares y anillos. Observo los últimos con mucho detenimiento y mis ojos se enfocan en uno especial cuando brilla reluciendo el diamante incrustado en el aro de oro. Es bonito, pero siento que Tiff se merece algo mejor.

—Javier, no inventes, apoyo eso de que el tiempo no es importante, peor pedirle matrimonio... —se vuelve a enganchar en mi brazo bajando la voz —. No lo sé, ¿ella se ha mostrado abierta con el tema? ¿Crees que ella se sienta lista para hacerlo? Una cosa es que tú lo veas así y otra muy diferente es que ella se sienta cómoda. No puedes pensar solo en tus deseos, la opinión de ambos es importante...

—Bueno y ¿qué hago? ¿Qué tal un "hola, Tiff, quieres casarte conmigo? Ya sabes, debo asegurarme antes de irte a comprar el anillo" —ruedo los ojos con frustración —. Será una sorpresa, lo ideal es que sea inesperado.

—Corrección: precipitado —escucho su murmuro pero lo ignoro adentrándome en la segunda tienda.

Entro a la quinta tienda y me enfoco en varios anillos distrayéndome con un collar con varios rubíes incrustados. Son pequeños y se unen a la perfección con la delicada cadena de oro blanco. Es sencillo, pero llamativo y bastante hermoso. Enseguida a mi mente viene Sarahí.

Tenemos mucho tiempo sin hablar. Bueno, no me refiero a no dirigirnos la palabra, me refiero a que ya no hablamos de nuestro día a día, nuestros problemas, preocupaciones, trabajos, hogares y familia. Tengo mucho sin ir al bar donde trabaja, tampoco me he esforzado por recuperar nuestra amistad, es difícil.

No puedo mirarla y no recordar el beso que nos dimos. Tampoco puedo mirar a Tiff sin sentir vergüenza por lo ocurrido. Y sé que Sarahí me aseguró que no diría nada, pero yo no lo pude callar y se lo confesé a Tiff hace una semana. Se molestó, claro está, pero yo cambié la versión y dije que estaba borracho y la besé pero Sarahí me apartó al instante. Estuvo muy distante durante algunos días pero luego me enfrentó y me hizo prometer que no sentía nada por Sarahí.

La verdad es que no le mentí. Sarahí me parece linda pero a mí me encanta Tiff. Me encanta en todos los sentidos y sé que por Sarahí solo siento cariño. Tiff es la mujer más perfecta que he conocido y Sarahí es la chica que más me ha interesado. No sé si me explique: me encanta Tiff en todo el sentido de la palabra, pero con Sarahí todo es tan complicado que siempre busco la manera de entenderla.

Tiff es clara. Es difícil al momento de abrirse con una persona pero es fácil deducir su personalidad. Tosca, dominante, seria, sarcástica y temperamental. Al principio es difícil llevarle el ritmo pero una vez que te acostumbras, es más llevadero andar a su lado y no dejar que te aplaste con su personalidad arrolladora.

En cambio Sarahí... Bueno, Sarahí es un enigma hasta para ella misma. Podría jurar que a veces finge ser la chica que tiene todo bajo control. Es tan contradictoria al expresarse que aún me cuesta comprender por qué es que actúa como actúa. A veces parece una niña, otras una mujer mayor que yo. Algunas veces se muestra confiada dispuesta a arrasar con el mundo, otras parece que el mundo y sus inseguridades acabarán con ella. Puede decir un comentario sexual sin ningún tipo de tabúes pero cuando le dicen que es linda o sexy se pone más roja que un jitomate. No le gusta que le hablen de su pasado, no le gusta hablar de ella misma, no le gusta dar explicaciones sobre su comportamiento, no le gusta que hablen sobre su vida sexual. Es tímida pero extrovertida. Es torpe pero segura. Es una chica que explota y al minuto ella misma se apaga las llamas.

Compro el collar y salgo de la tienda sintiendo que las opciones se me agotan. Ningún anillo me convence y Rebecca tampoco colabora repitiéndome una y otra vez si estoy seguro. Hubiera traído a los chicos, sería más fácil entenderme con mis hermanos.

— ¿Qué te parece este? —pregunta observando una vitrina de diseños exclusivos y me acerco enfocándome en el más llamativo de todos.

El oro se funde con las líneas del zafiro que lo rodean y en el medio, una piedra del mismo material está sostenida por el sólido oro que lo hace relucir entre los demás. Bueno, este es perfecto.

La cifra no me importa a la hora de pagar, pero por alguna extraña razón en mi pecho se hacen varios nudos que me hacen sentir tenso e incómodo en el viaje de regreso.

¿Estoy seguro de lo que estoy haciendo? La verdad es que no lo sé. El que Tiffany esté cada vez más pegada a su ex me provoca cientos de dudas e inseguridades que no puedo controlar. No la quiero perder, la quiero demasiado para dejarla ir y sé que Simón está en la misma situación que yo. Es él o soy yo y tengo la ventaja de ser su novio. Tengo la ventaja de acercarme en todos los ámbitos y a diferencia de él, ella confía plenamente en mí.

Pros: Soy su novio, tengo su confianza y tengo suficiente tiempo para enamorarla por completo.

Contras: Ella sigue sintiendo cosas por él, tiene un hijo con él y se la pasa todo el maldito tiempo con él.

Y no me cae mal Simón, en serio que no, pero me molesta que él tampoco colabore y no se le despegue ni un solo segundo. Cuando no está trabajando o en el gimnasio, está en sus clases de fotografía y cocina enviándole mensajes cada dos por tres y ella responde gustosa. Es irritante porque no me puedo quejar. Tienen un hijo, lo ideal es que se lleven bien.

Le daré el anillo y veremos qué pasa. No será hoy ni mañana, será pronto y ruego a Dios que lo acepte.

Lo dije antes y lo digo ahora, yo por Tiffany estoy dispuesto a todo.

...

Anthony.

—Señor Anthony, tiene una visita de uno de los empleados de cocina —mi asistente habla y tomo un gran suspiro dándole permiso para que deje entrar al fastidioso. No puedo durar un día trabajando en paz.

Leo varios informes y respondo a algunas invitaciones poniéndoles sello y firma a las que me parecen más importantes. Estamos a nada de abrir la cadena de restaurantes (por eso la inauguración promocional) y sinceramente nunca he estado tan ocupado con el trabajo. Las sedes se abrirán en algunos lugares de Europa y las costas de Estados Unidos, todas en los lugares más importantes y es un gran paso que nos tomó mucho tiempo a mi padre y a mí lograr. Por eso él y mamá duraron tanto tiempo afuera cerrando tratos con otros accionistas. Será una gran inversión que espero de grandes frutos como este restaurante. Dania será despedida a partir del próximo mes para consolidarse en el nuevo. Obvio es de nosotros, pero será muchísimo más lujoso y necesitaremos de sus conocimientos para mantenerlo a flote mientras nos estabilizamos con los otros cinco. Dos en Europa, (Italia y París) y tres aquí, (uno en California y los otros en Florida y Nueva York). Dania trabajará en la sede de California.

Abel será el nuevo chef del primer restaurante Soublette y aunque aún no le hemos dado la noticia, él en estos momentos me detesta porque Dania a modo de juego dijo que iba a renunciar y todos creen que es mi culpa. Nadie sabe lo que está pasando y eso me tiene un tanto estresado porque no notan que en este momento quiero de todo menos socializar con ellos. No tengo tiempo ni para respirar y mi estrés está por los cielos porque hoy es mi cita con Sarah y ella no ha dado señales de vida desde el último mensaje de ayer. Me preocupa, pero prefiero mantenerlo así y cobrarle la molestia esta noche.

Ordeno los papeles sobre el escritorio y entrelazo mis dedos sobre este cuando tocan la puerta dos veces esperando el permiso para entrar.

Frunzo el ceño cuando el chico del otro día se asoma lentamente y me cruzo de brazos esperando que camine a pasos seguros hasta el escritorio. Su expresión no demuestra nada, pero sé que está nervioso por cómo se pasa las manos por el cabello repetidas veces. Yo hago lo mismo cuando estoy nervioso o impaciente como ahora. Me fastidia que se me quede mirando como si le debiera algo.

— ¿Qué pasa? —pregunto sin darle muchas vueltas a la espera de su explicación. No tengo mucho tiempo y quiero terminar rápido para irme a alistar y luego buscar a Sarah.

— ¿Por qué mi papá le dijo hijo?

Su pregunta me descoloca y parpadeo confundido procesándola lentamente. ¿Qué carajos...?

— ¿Disculpa?

—Soy Alec Meyer hijo de Aran Meyer. Usted agredió a mi padre cuando este le dijo hijo y no lo entiendo, ¿por qué él le dijo así? ¿Se conocen? ¿Se confundió? No hay razón que explique su agresión, usted reaccionó muy extraño y...

— ¿Eres hijo de Aran? —mi mente viaja más rápido que de costumbre y observo al chico intentando buscarle explicación a sus palabras.

¿Será que recogió a un niño de la calle? ¿Lo adoptó? Observo a Alec y mi boca se seca al encontrarme con sus ojos negros iguales a los míos. Observo su cabello con un corte diferente pero con el mismo tono y apariencia que el mío. Sus cejas, la forma de su cara. Sus facciones son un poco diferentes pero de resto... No, no creo. A Aran solo le interesaba la droga, no creo que se volviera a complicar la vida por otro mocoso.

Saco cuentas y trago grueso sin saber qué más pensar. ¿Y si es su hijo?

— ¿Qué edad tienes? —pregunto antes de que conteste la otra pregunta y me paso una mano por el cabello sintiendo un escalofrío por todo el cuerpo.

—Dieciocho, señor —responde seguro y asiento lentamente intentando encontrar el aire que de un momento a otro se me fue—. Soy hijo de Sandra D'Addario y Aran Meyer, no fui planeado pero mis padres vieron por mí y... —agacha la mirada hacia sus zapatos y la vuelve a subir encontrándose con la mía —. No sabía que mi padre había vuelto a la adicción, señor. Tenía más de un año sin verlo y supongo que fue un mal momento en el que decidió reaparecerse. Él me siguió y bajo los efectos de la droga le pareció una buena idea aparecerse y lo siento, señor, yo... Yo no quería que la celebración se estropeara, mi papá no está bien, él tiene muchos problemas y ahora no se encuentra limpio como en años atrás.

— ¿Él estuvo en rehabilitación? —la pregunta sale antes de que la pueda procesar y él asiente repetidas veces como si el recuerdo le doliera.

—Sí, señor. Mi madre al principio me crió sola, pero él luego se hizo cargo, comenzó a trabajar y a darme la manutención correspondiente y fue así hasta que tuve dieciséis —suspira y se cruza de brazos —. Luego de eso comenzó a gastarse el dinero en sus porquerías y se desapareció cuando lo intentamos ayudar.

— ¿Qué edad tenías cuando él se hizo cargo?

—Siete, señor...

Si mis cuentas no están mal, mientras yo le decía a ese maldito que no volviera a engendrar a otro ser porque nadie merecía a una porquería de padre como él, había un niño de siete años del que tampoco se había hecho cargo.

Respiro hondo y asiento lentamente entendiendo la situación. No estoy para pensar en eso ahora. No, no quiero pensar en eso nunca. ¿Por qué mierda todo esto se me está juntando ahora? ¿Por qué aparece él y Aran creyéndose con el derecho de revolver mi pasado? No quiero saber nada de esa mierda. Ya pasó, ya no existe, ya no tengo nada que ver con ellos.

—No lo sé, seguramente tu padre estaba bajo los efectos de la porquería que se metió, eso es todo —me encojo de hombros e ignoro su mirada dolida porque no es fácil para mí enfrentar su declaración.

—Pero usted reaccionó de una forma...—lo corto antes de que siga con el tema.

—Se notaba que estaba mal y simplemente le seguí el juego —termino de arreglar los documentos y me levanto tomando mi chaqueta del asiento —. Vete a tu casa, Alec, ya es tarde.

Abro la puerta esperando que él salga de la oficina y trago grueso cuando pasa por mi lado sin dejar de observar el suelo. Parece desilusionado y no sé cómo sentirme al respecto. No me esperaba una explicación ni una respuesta ante ese encuentro.

Llego a mi casa una hora después y me ducho y preparo para la cita. La suite ya está reservada para después de la cena. Siento que no pude disfrutar a Sarah muy bien la otra noche, por lo que intentaré que esta sea mucho más larga e intensa.

Las palabras de Alec rondan por mi mente impacientándome en el camino. No quiero pensar en eso pero se me hace imposible sacarlas de mi mente. ¿Es hijo de Aran? ¿Aran comenzó su rehabilitación después de nuestro encuentro? ¿Alec tiene mi sangre?

Un escalofrío me recorre obligándome a callar a mi subconsciente. No quiero pensar en eso ahora. Esta noche es de Sarah y mía. Es de nosotros y nada ni nadie lo estropearán.

Detengo el auto frente a la casa de los mellizos S y bajo detallando la pacífica y tranquila zona. Camino por el césped sumido en mis pensamientos y respiro hondo antes de tocar tres veces la puerta.

¿Por qué estoy nervioso? Parezco un idiota.

La puerta se abre dándole paso a la imagen de Tiff y la saludo con su misma emoción demostrándole que no es la única seca del lugar. Ella definitivamente no es una chica expresiva.

—Anthony... —su voz sale algo extraña y la observo sin entender cuando se remueve antes de darme paso, dudosa.

Observo toda la sala y mi corazón bombardea con rapidez mi sangre cuando la misma imagen de hace un año interrumpe mi campo de visión. La diferencia es que Simón no está llorando y Amparo se encuentra sentado en el sofá, de resto, todos lucen con la misma cara preocupada que me inquieta.

Siento que varios nudos se forman en mi pecho cuando la pregunta se formula en mi mente y respiro repetidas veces intentando calmar la ansiedad que me genera. No quiero que la historia se repita. No de nuevo.

— ¿Dónde está Sarah? —reparo la expresión de cada uno y me paso una mano por el cabello sin aguantar el silencio y las miradas incómodas.

Camino con rapidez a la habitación de la melliza y siento mi alma volver a mi cuerpo cuando la encuentro de espaldas con Anthony acostado en la cama. El bebé jugando con una sonadera y ella metiendo varias cosas en una ¿maleta?

— ¿Qué haces? —su espalda se pone recta al mismo tiempo que mi pregunta resuena por toda la habitación.

No se mueve, no habla, no se gira y no me mira. Se mantiene inmóvil y eso me vuelve loco porque odio que no me digan las cosas de frente.

—Sarah, ¿qué pasa? —vuelvo a preguntar intentando sonar suave aunque no lo logro del todo. Mi voz está acompañada de una pizca de seriedad que le quita el lado dulce a mi intensión.

Doy un paso al frente dispuesto a girarla con mis propias manos pero ella lo hace conectando nuestros ojos enseguida.

Tiene los ojos hinchados y rojos y su expresión me demuestra que no está para quejas ni discusiones. Lo noto, al igual me lo confirma cuando se acerca por completo a mí abrazándome y llorando como si fuera a desaparecer.

—Sarah, ¿qué tienes? —toco su cabello y observo a Anthony cuando comienza a llorar sin soportar que su mamá esté triste. Sarah ya me contó que su bebé es vulnerable a sus emociones y aunque en su momento me dio risa, ahora me preocupa que la situación los afecte a ambos.

Ella no responde y no la fuerzo a hacerlo. Correspondo su abrazo y dejo que se desahogue todo lo que quiera llenando mi camisa de lágrimas y mocos. Bueno, en algo se tenía que ensuciar hoy.

Me siento en la cama y la jalo dejando que se siente en mis piernas sin dejar de llorar. Acaricio su cabello cuando esconde su cara en mi cuello y acaricio el cabello de Anthony cuando gatea hasta mí sin dejar de llorar por su mamá. Son tan unidos que me sorprenden, es increíble como un niño tan pequeño percibe que algo no va bien.

Los sollozos paran poco a poco y el bebé se aferra a mi brazo intentando obtener algo de atención. Sarah sigue con la cara escondida en mi cuello y solo se endereza cuando su teléfono suena desde la mesilla.

Se levanta y me deja con el mocoso que no tarda en sonreírme cuando lo cargo sentándolo con confianza en mis piernas. Busco una toallita húmeda para secarle la cara y los mocos y aprovecho para darle su biberón de agua que se traga como si fuera jugo. Algo que he notado es que le encanta tomar agua.

Mi mirada viaja hacia la melliza cuando se gira y apoya sus manos en la pared llena de dibujos. Está llorando, lo sé y estoy creando miles teorías que no me están gustando para nada.

La maleta, su llanto, la impaciencia, la prisa. ¿Se va? ¿Está huyendo? ¿Qué es lo que está pasando?

—Dae-Hyun vino —corta el silencio sin dejar de ver a la pared. No digo nada, solo espero que prosiga porque sé que si hablo cagaré su explicación —... Él quería ver a Anthony y yo lo dejé, yo lo dejé y... El papá de Dae-Hyun nos está amenazando y me tengo que ir o me quitarán a mi bebé...

Se gira esquivando mi mirada y sigue empacando ropa y otros objetos en la maleta. Yo no digo nada, me encuentro en shock y sinceramente no tengo palabras para describir lo que estoy sintiendo o debería sentir. ¿Se volverá a ir?

¿De nuevo huirá de todo? ¿Huirá de mí? ¿En serio ella cree que tiene que afrontar sus problemas sola? Pasará lo mismo que la primera vez y duele porque ella se sigue sintiendo igual. Ella sigue sintiendo que sus problemas son una carga en mi vida y no es así. Ella piensa que la dejaré o no la entenderé y carajos, ¿cómo puede pensar eso? Viví un infierno cuando se fue precisamente porque ella no acudió a mí cuando más me necesitaba. Me dolió y decepcionó que tuviera tan mala imagen de mí porque yo jamás la hubiera dejado sola. No me hubiera importado que estuviera embarazada de Dae-Hyun, yo la hubiera apoyado igual.

— ¿Y qué piensas hacer? —mi voz sale tan tranquila que me sorprendo. No estoy para anda tranquilo, estoy a punto de estallar porque ella se va y no la quiero volver a perder. No de nuevo, no lo soportaría.

—Me iré, yo... Debo hacerlo, será por un tiempo mientras... —las lágrimas no la dejan hablar por lo que sigue empacando como si no hubiera un mañana.

—Vale, le darás el gusto a ese señor de desaparecer de la vida de su hijo ¿para...? —callo esperando su respuesta.

— ¡Es lo mejor, ¿vale?! ¡Me quitará a Anthony! ¡Me lo quitará y lo hará pasar por hijo de la esposa de Dae-Hyun! —Se seca las lágrimas y se cubre la cara intentando reprimir los quejidos —. Yo no lo sé... Dae-Hyun me dijo que con él no le pasaría nada pero es mi bebé... Mi hijo...

— ¿Estás pensando en entregárselo? —me levanto de golpe abrazando con fuerza al bebé entre mis brazos. Sarah no dice nada, solo aprieta sus labios y agacha la mirada hacia la maleta que solo tiene sus pertenencias. Solo sus cosas.

—Mírame y míralo —observa al bebé llorón entre mis brazos y oculto su cara en mi hombro sin intensiones de que lo vea así —. No estoy haciendo las cosas bien yo... No hago nada bien, Anthony. Conmigo ese señor le puede hacer de todo a mi hijo y con Dae-Hyun tendrá estabilidad y un futuro asegurado. Si huyo y me oculto tal vez desista de la idea pero sé que él no parará hasta encontrarnos y prefiero que mi bebé tenga una madre que puedan mantenerse estable sin estar teniendo ataques de pánico o ansiedad en cada momento...

—Sarah, ¿sí escuchas lo que estás diciendo? Tú sabes que no es así. Tú jamás permitirías que algo malo le pasara a tu bebé...

— ¡Le está pasando todo lo malo! —su voz se rompe y da varios pasos hacia atrás cuando intento acercarme —. ¡No soy una buena madre! ¡Mira como está! ¡Ni siquiera logro controlar mis emociones! ¡¿En serio crees que conmigo no le pasará nada?! ¡Mírame!

No me deja acercarme, me esquiva y sigue empacando a lo maldita sea sin parar un segundo para observar al bebé desesperado entre mis brazos.

Muevo a Anthony lentamente para que se calme y dejo un beso en su coronilla cuando lo separo de mí observándolo fijamente. No quiero que se lo entregue a Dae-Hyun. No me importa que él sea su padre biológico, yo no quiero que se lo entregue.

Sarah es una buena madre así no lo vea y sé que con ella a él no le pasará nada. Ella es atenta, cariñosa, cuidadosa, detallista, empática y tiene esa conexión que ni en un millón de años podrán romper el chino de mierda ese y su padre. No me importa qué carajos le hayan dicho para hacerla creer que está haciendo el papel de mala madre pero no dejaré que arruine su vida así. Si fuera otra historia, una que me dijera que ella no quiere a Anthony o no quiere ser mamá, lo entendería, pero ella ama a su hijo y su vida y estabilidad depende de él.

Si pierde a Anthony se perdería a ella misma. Para Sarah su hijo es lo más importante.

—Quédate quieto —lo siento en la cama y revuelvo su cabello cuando me tiende sus bracitos con un puchero. Ya dejó de llorar pero sé que en cualquier movimiento extraño desencadenará la rabieta de la noche.

Abrazo a Sarah por detrás y escondo mi cara en su cuello dejando que apoye sin objeciones su cabeza en mi hombro. Ninguno de los dos dice nada, solo nos quedamos así asimilando lo que vendrá de ahora en adelante.

No me siento capaz de dejarla ir y mucho menos quedarme de brazos cruzados viendo como arruina su vida. Ya me equivoqué muchas veces en el pasado, le fallé, dudé de ella y la menosprecié. Fui un maldito imbécil y si pudiera cambiar algo sería el día que llorando drogada me confesó que me amaba. Tuve tantas oportunidades de quedarme con ella y no las aproveché, no las valoré.

No quiero dejarla sola en esto. No quiero que sienta que esta es una lucha personal porque no lo es. Es mi amiga, es la mujer que amo y aunque no lo hemos dejado claro, es mi novia y no dejaré que se destruya a sí misma por no creerse suficiente para lidiar con sus problemas. Será nuestra lucha y cueste lo que cueste los mantendré a salvo a ella y al mocoso.

—Me lo van a quitar —su cuerpo vibra indicándome que está llorando pero no digo nada, solo dejo que se desahogue —. No quiero que me lo quiten, Anthony... Es mi bebé...

La giro para que me vea a la cara pero ella me abraza escondiendo su cara en mi pecho. Me giro para cubrirla con mi espalda ocultándola del bebé sobre la cama y dejo que llore todo lo que quiera meciéndola como si fuera una niña.

—No soy la mejor madre pero... —se separa y me observa con los ojos completamente cristalizados —... Yo me esforcé, te lo juro, yo... Lo intenté...

—Eres la mejor madre —seco sus lágrimas y tomo su cara entre mis manos evitando que niegue —. Los mejores padres no son los que te brindan estabilidad económica, son aquellos con los que puedes desahogarte y contar incondicionalmente sin sentir que eres una carga o una obligación —observo a Anthony que está metido en la maleta buscando algo para metérselo a la boca —. Para él tú eres eso. No necesitas ofrecerle una vida lujosa para hacerlo feliz, él contigo vive bien y no le hace falta nada. ¿Qué es lo que te inquieta? ¿Que en un futuro se quiera comprar un audi y no puedas dárselo como regalo? Yo te puedo ayudar con eso —la hago sonreír un poco y eso en cierta manera me alivia —. Tiene un respaldo sólido, tienes como apoyo a los Soublette...

—Y a los Crild —interviene Taylor desde la puerta y yo me giro para que Sarah pueda ver la sonrisa de su amigo.

—A los Russell —Miley habla desde el pasillo y Sarah se seca las lágrimas remplazándolas al segundo por otras.

—Y a lo Burgues, es obvio que no le quitaré el primo a mi hijo —Tiff quita a Taylor de la puerta y le sonríe dejando atrás su máscara de indiferencia.

—No hace falta decir que a los Jones y a los Ivanov también, ¿no? —Agrega Taylor mostrando la conversación con las chicas desde su teléfono y yo me giro hacia Sarah que parece un poco más animada que minutos atrás.

—No te dejaremos sola y tampoco permitiremos que ese desgraciado les ponga una mano encima, ¿vale? —dejo un beso en sus labios y ella asiente apretando mi mano con fuerza —. Si se atreven a tocarlos te prometo que no vivirán para contarlo.

Ella me vuelve a abrazar con fuerza y yo les lanzo una mala mirada a los chicos para que se larguen de una vez por todas. Es obvio que estuvieron escuchando la conversación todo este tiempo. Entrometidos chismosos, sobretodo Amparo.

— ¡Ma! —el bebé chilla desde la cama y Sarah lo carga llorando y dándole besos al mismo tiempo. Lo sorprendente de la escena es que el bebé no llora, solo seca las lágrimas de su mamá y toma su cara entre sus manos como si notara que es un momento para apoyar y no para hacer un berrinche de atención—. Ma-Má...

— ¿Qué dijiste? —Sarah jadea y yo abro mucho los ojos acercándome para escuchar mejor al mocoso. ¿Dijo mamá? —. Dilo de nuevo, cariño —el bebé ríe al notar que tiene toda la atención sobre él y entrelaza sus bracitos en el cuello de Sarah lanzándome una mirada extrañamente encantadora a mí.

...

Logrando convencer a Sarah de cumplir nuestra cita programada, me encuentro acomodando las bolsas del supermercado ya que la comida del restaurante no nos apetecía a ninguno de los dos.

Se ve preciosa, lleva un vestido color escarlata que muestra sus senos con un escote en forma de V muy pronunciado. Se ve elegante, preciosa y sexy y definitivamente ambos desencajamos en medio de las parejas que están comiendo en el parque.

Improvisamos un picnic antes de ir a la suite y no puedo evitar detallarla cuando sirve vino en dos copas y se lleva una fresa a la boca que compramos hace tan solo veinte minutos. Es ideal, me gusta porque esta cita es como nosotros: cómoda, descomplicada y relajada.

Sus ojos siguen un poco hinchados pero la irritación desapareció desde que se echó las gotas. Tiffany y Miley la ayudaron a arreglarse y el labial rojo mate hace un contraste increíble con su cabello negro azabache. Sinceramente me siento como un idiota porque no puedo dejar de verla y pensar en todo lo que quiero hacerle y haré. Esta mujer me vuelve loco.

— ¿Compraste el encendedor? —repite la pregunta cuando no le contesto por tercera vez y ladeo la cabeza encendiendo yo mismo las velas en medio de la tela que utilizamos como manto. Es de cuadros rojos y blancos, lo que nos hace sobresalir en medio del césped verde y el cielo azul marino.

La noche está iluminada por una gran luna y bastantes estrellas que crean un ambiente cómodo y armonioso. Por un momento siento deseos de tener al mocoso aquí para que comparta y pueda ver todo esto con nosotros, pero luego recuerdo que es una cita y se me pasa. Espero que luego podamos repetirlo junto a él.

Sarah ríe escandalosamente por los chistes que le cuento y sonrío una que otra vez embobado por su brillo.

Me gusta verla así: despreocupada, sonriente, relajada, espontánea y parlanchina. Amo estos momentos cuando ni su ansiedad ni sus problemas opacan la esencia de su personalidad. Ella es así, la chica que se la pasa riendo, cantando y bailando canciones de k-pop. Sus problemas psicológicos no la definen. Su trastorno de ansiedad no la define. Sus ataques de pánico no la definen. Sus inseguridades y esa manera de auto-despreciarse no la definen. Ella es todo aquello que lucha por no apagarse, ella es la chica más extraordinaria que he conocido.

Y sé que me he equivocado y la he cagado miles de veces con ella y conmigo mismo, por eso desde esta noche en adelante me prometo no ser el causante de algo como eso. No de nuevo.

—Por ti, porque seguramente mientras estabas llorando no te veías tres horas después sentada en medio del parque en un picnic improvisado con tu novio —alzo la copa y ella sonríe antes de chocarla un tanto extrañada.

— ¿Novio? ¿Eres mi novio? —alza una ceja curiosa y yo sonrío acercándome más a su cara.

La luz de la luna refleja el color marrón de sus ojos y sinceramente se ve perfecta. Con el cabello negro cayéndole en hondas, con las mejillas más sonrojadas que de costumbre, con la mirada llena de emoción y brillo y con esa seguridad hacia nosotros que me hace preguntarme una y otra vez por qué no la conocí antes.

— ¿Quieres ser mi novia? —pregunto como si nada y sonrío cuando ríe agachando la mirada con timidez. Está nerviosa y es ilógico porque eso es lo que somos desde hace tiempo. No sé qué es lo que le avergüenza.

—Sé que no te gusta el k-pop pero... —se aparta y frunzo el ceño cuando busca su teléfono moviendo nerviosamente sus dedos sobre él —. Estuve escuchando esta canción ayer y me recordó mucho a ti. La encontré en acústico y siento que es ideal porque encaja con tus gustos y los míos.

Acomoda el teléfono sobre la tela y una melodía comienza a sonar invadiendo el silencio creado por la naturaleza. Algunas parejas hablan a lo lejos pero es tan relajante que me concentro en la melodía, en Sarah y en la letra que no entiendo. Supongo que dice algo lindo (después buscaré la traducción), pero por el momento me gusta como suena.

Sus dedos se entrelazan con los míos y acomodo su cabello hacia un lado cuando se sienta sobre mis piernas dejando varios besos en mi boca.

Profundizo los besos jugando con su lengua y me adentro por completo a su boca sujetando con fuerza sus caderas. Es experta besando y eso me prende porque amo la seguridad con la que se mueve y me intenta dominar. Es tan adictiva que me cuesta separar nuestros labios y solo juego y abro su boca saboreando la fresa y el vino que posee. Succiono su labio inferior cuando intenta separarse y ella sonríe contra mis labios terminando el beso con una pequeña mordida.

—Vale —responde por fin y yo sonrío disfrutando sus besos en toda mi cara.

— ¿Cómo se llama la canción? —mi pregunta la sorprende y noto como se remueve emocionada porque logró que me gustara una de sus canciones.

—Feel Special de TWICE —asiento y bajo mis manos hacia su trasero dejando cortos besos por su cuello y mejilla.

Seguimos besándonos por muchos minutos más hasta que en medio de varios jadeos decidimos parar al sentir como mi amigo se activa chocando repetidas veces con su entrepierna.

Preparamos dos sándwiches de jamón para cada uno y comemos en medio de anécdotas y revelaciones que nos hacen conocer algo más de ambos. Yo le cuento sobre cómo fue mi relación con mis abuelos y ella me cuenta por qué es que le gusta el k-pop y cómo comenzó su obsesión por corea del sur.

—Mi abuelo tenía una obsesión con el turismo desde la adolescencia —sonríe como si hablara de algo gracioso —. Visitó Corea del Sur a la edad de veinticuatro y se enamoró de la cultura, de la música, el teatro, la comida... Cuando volvió con mi abuela a República Dominicana, le puso a su tercer hijo Seúl...

— ¿Tu papá? —ella ríe y asiente aclarando mis dudas con respecto al nombre de su progenitor.

—Cuando cumplí nueve años me regaló un disco de shinhwa, no es un grupo muy conocido, pero sé que me aprendí todas sus canciones y coreografías porque pensaba que con eso mi abuelo me prestaría más atención —suspira y se encoje de hombros —. Él nunca fue un hombre de raíces. Lo de él era viajar, conocer y explorar, por eso se separó de la abuela después de cuatro hijos. Solo lo vi siete veces, murió cuando yo tenía trece años —sonríe y acaricio su cara dejando varios besos en ella.

—Supongo que por él desarrollaste tu pasión por los chinos —ella ríe y rueda los ojos acostumbrada a mi comportamiento.

—Sí, comencé a ver dramas coreanos, a investigar su cultura y tradiciones e hice que mi mamá y mi papá me prepararan varios platillos para entender mejor sus gustos gastronómicos fue... No lo sé, es increíble conocer sobre otras culturas, ¿sabes? Un continente no nos puede separar cuando estamos abiertos a aprender cosas nuevas —le da un mordisco a su sándwich y toma un sorbo de vino saboreándolos con lentitud —. Le agradezco al abuelo eso, él fue el que abrió mi mente y me hizo ampliar mis conocimientos con respecto al mundo.

—Interesante, ya entiendo de donde heredaste la rareza —ella me mira mal y yo sonrío terminando lo último que queda en mi copa —. ¿Nos vamos ya?

—Va —deja un beso en mis labios y se levanta con mi ayuda organizando todo lo que compramos en un bolso.

Guardamos la manta y caminamos tomados de la mano hasta mi auto. Ninguno dice nada, pero sé que muchas ideas están pasando por nuestras mentes porque al dejar todo en los asientos traseros, no puedo evitar acorralarla contra la puerta del auto besando cada espacio de su boca.

Ella jadea cuando bajo hacia su cuello y yo subo tomando su hermoso rostro entre mis manos. Me prende que luzca tan angelical cuando no lo es. Sarah es por mucho más pervertida que yo y eso fue lo que me enganchó la primera vez. Esa falta de pudor que me hizo ver que era una chica capaz de actuar sin tabúes ni limitaciones.

La llegada a la suite no es muy diferente. Lo hacemos arrancándonos la ropa y jadeando cuando en medio de forcejeos rompo su vestido que ruge bajo mis manos como si fuera un cierre.

—Compré este vestido hace una semana... —murmura intentando sonar molesta aunque sus gemidos la dejan en evidencia.

Acaricio su espalda buscando el broche de su sostén pero me separo confundido porque no aparece. No lleva cintas, es de esos que solo llevan las copas y me confunde no encontrar el broche para poder contemplar lo que tanto oculta.

—Es delantero —murmura con voz coqueta y mi mirada se oscurece cuando contemplo el broche en medio de sus senos grandes y redondos. Si antes me parecía perfecta, ahora sin duda me parece una diosa. No entiendo de qué se quejaba si ahora tiene los senos más perfectos que he contemplado en mi vida.

—Joder... —jadeo deslizando mis dedos sobre la tela de encaje negra y toco el broche soltándolo con lentitud. Mi pene se dispara al segundo y siento una ola de calor pasar por ahí cuando dejo al descubierto sus pezones rozados, erectos y listos para mí.

—Anthony sé delicado porque... —ella gime cuando paso mi lengua por uno de ellos apretando el otro con suavidad —... Anthony...

—Esperé demasiado tiempo para esto y créeme que la otra noche me quedé con las ganas de hacerte miles de cosas —bajo por su abdomen jugando con el elástico de sus bragas y se las arranco sin pensarlo dos segundos observándola completamente desnuda ante mí.

Una diosa.

—Estás preciosa, ¿lo sabías? —ella se apoya en la pared de vidrio que da hacia el mar y yo suspiro sin dejar de contemplar todo lo que ahora se hace llamar mi novia. ¿Por qué carajos no fue mi novia desde que nací? Esta mujer es todo lo que deseo y un hombre desearía.

—Lo dices para que no me sienta nerviosa, ¿verdad? Pues no lo estás logrando, deja de mirarme así... —su piel se sonroja muchísimo más y yo sonrío enredando mis dedos en su cabello.

—A mí me gusta que te sientas nerviosa, así que no lo digo por eso —la jalo pegándola a mi cuerpo y suspiro cuando desliza sus manos por mi torso contemplando mi abdomen y tatuajes.

Busco la soga que pedí precisamente para el momento y ella abre mucho los ojos cuando hago un nudo atando sus manos como todo un experto.

No por nada la dejé con tantas marcas en Torrance. Ella disfrutó, gritó y sudó todo lo que el dolor y el placer de mis juegos le hicieron sentir. Estuvo atada a la cama cuatro horas y en ninguna dejó de gemir y jadear mi nombre. A pesar de que la sujeté con fuerza en ningún momento se quejó y recibió gustosa todos los embates que le di en más de diez posiciones.

—Prometo no dejarte tan marcada como esa vez —la llevo a la cama como si de una prisionera se tratara y disfruto que no se queje ni ponga resistencia. Se deja llevar con todo el gusto culposo y se deja atar a la cama sin dejar de observar cada uno de mis movimientos. Parece fascinada —. Si te duele mucho me dices, pararé enseguida —me termino de quitar la camisa desabotonada y ella contempla mis músculos cuando me aparto desabrochando sin mucho problema mi pantalón. Siento que se le abrirá un hueco por la potencia de mi miembro y siento que traspasaré el bóxer con lo duro y excitado que estoy.

Me prende muchísimo verla desnuda, atada y dispuesta sobre la cama. Me prende mucho que esté solo para mí.

Beso sus senos acariciándolos con suavidad y bajo hacia su abdomen besando una y otra vez este. Ella jadea cuando llego hasta su feminidad y me concentro en esta haciéndola gemir y susurrar mi nombre cuando la saboreo separando por completo sus piernas. Su mirada oscura se encuentra con la mía cuando me apoyo sobre mis rodillas y su respiración se corta cuando subo sus caderas enrollando sus piernas alrededor de mi cintura.

—Ah, se me olvidó el otro detalle —tomo la cinta que está en la mesita al lado de la cama y le cubro los ojos ignorando sus negaciones de miedo.

Me bajo el bóxer y vuelvo a tomar sus caderas embistiéndola con un solo movimiento. Grita, se endereza y enrolla sus piernas en mi cintura. Está tan mojada que me deslizo con facilidad hacia afuera y tengo que aguantar mi propio gemido porque me recibe más caliente y estrecha que la primera vez. La beso para callar sus gemidos y la embisto una y otra vez deslizando mis manos por su cuerpo.

Marco sus senos con chupetones, lamidas y mordiscos y ella gime y grita contra mi boca sin dejar de mover con frenesí sus manos. Recibe cada estocada con las mismas ganas contorneando sus caderas a la par de mis movimientos.

Mordisqueo el lóbulo de su oreja y la oigo gemir antes de revolcarse de placer con mis movimientos que no paran en ningún momento. Entro y salgo sintiendo su interior tonarse caliente y estrecho y acelero una y otra vez sujetando y marcando la piel de sus caderas. Ella no se queja, ella gime abriendo más y más las piernas y eso solo me pone más duro porque amo verla así de excitada.

— ¡Anthony! —chilla cuando paso las manos por debajo apretando su trasero con fuerza y yo dejo escapar varios gruñidos y gemidos cuando con siete estocadas más, llegamos al orgasmo al mismo tiempo.

No le doy tiempo al descanso, tomo sus caderas y la hago girar dejándola en cuatro con una estupenda vista para mí. Sus piernas tiemblan intentando mantenerse firmes para la posición y coloco mi mano en su espalda obligándola a arquearse y ponerse más cómoda para la acción.

— ¿Esta es tu venganza por...? —intenta sonar relajada pero los temblores ocasionados por el orgasmo no ayudan a que su voz se mantenga firme.

—No es una venganza —dejo un beso en su espalda contemplando una y otra vez la vista —. Es algo más como una promesa.

Aprieto con fuerza sus piernas, sus caderas, su cintura, su espalda y su trasero. Ella grita, gime, jadea pero no se queja. Tomo su cabello y la embisto como todo un animal llegando a lo agresivo como en los viejos tiempos. Como cuando solo éramos desconocidos con más ganas de follar que de conocernos y cuando aún no asimilábamos que el deseo que sentíamos era algo más que una atracción sexual.

Cambiamos de posición unas cuatro veces pero sin dejar de besarnos y montarnos mutuamente. A pesar de estar atada ella no se deja dominar del todo y aunque soy yo el que la hace girar para que quede sobre mí, ella toma el control moviendo sus caderas hacia adelante y hacia. Sus ojos vendados, sus labios hinchados y su labial corrido solo me dan una imagen increíblemente sexy. Se ve como una jodida diosa y lo que es peor: me controla como una.

Se mueve abajo, yo arriba, llegamos al orgasmo por sexta vez y caemos sintiendo nuestro cuerpo arder por el momento. Ella por el montón de marcas que tiene sobre el cuerpo, (chupetones, nalgadas, mordiscos, apretones) y yo por haber hecho todo el trabajo convirtiéndome en el activo de la noche.

— ¿Me puedes soltar? —pregunta después de varios minutos y me estiro soltando sus manos con una lentitud intencional. Lo hago apropósito y ella lo sabe porque se irrita y molesta por mi jueguito —. Me duele todo...

—Pero te gustó, ¿no? —le quito la cinta de los ojos encontrándome con sus ojos más brillantes y claros de lo normal. El color chocolate me revuelve muchas cosas en el pecho y ella nota mi reacción porque sonríe poniendo una mano en mi cuello.

—Algún día haré lo mismo contigo —aprieta su agarre en mi cuello y me jala estampando sus labios con los míos —. A ti te también te gusta esto, ¿verdad? —me separa usando la misma fuerza y trago saliva sin saber qué decir —. Te gusta que te controle, Anthony...

Me vuelve a acercar rozando nuestros labios y me suelta poco a poco sonriendo divertida por mi silencio. Le divierte saber que tiene el control sobre mí en cualquier faceta que ejerza. Pasiva, activa, lo que sea. Ella siempre tiene el control.

—A mí me gustas así —acaricia mi mejilla lentamente —. También me gusta que me domines y me quites el control —trago grueso sintiendo mi erección crecer de nuevo y ella lo nota porque la roza apropósito con su pierna—. Somos tal para cual —termina de pasar su pierna por mi cintura sentándose con seguridad en mi abdomen.

No decimos nada, solo nos quedamos en silencio disfrutando el momento. Ella sobre mí. La ciudad y el mar a un lado. Nosotros más unidos que nunca.

Solo espero que de ahora en adelante sea así. Ella, el mocoso y yo juntos es todo lo que deseo tener hasta que alguno de los dos desee lo contrario.

...

¡Buenas madrugadaaaas! [01:55 am] 

Preguntitas:

¿Qué opinan de Javier?

¿Qué opinan de Sarah y Anthony?

#Sany

#Alvah

#Javiny (Javier + Tiffany)

#Jarahí (Javier + Sarahí)

X

La canción que Sarah le puso a Anthony:

https://youtu.be/yYD0A2Da-Pw

Con mucho amor y un beso en la boca.

—Nepasavoir.























Puto el que lo lea.

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