Capítulo 29 - Inicio
Capítulo dedicado a Bri y a Lily por su intenso debate conmigo en instagram. Ambas están seguras de que Anthony y Sarah deben terminar juntos.
Sarah.
Es increíble cómo podemos crear una imagen de una persona sin conocer por completo su pasado o lo que es. Es increíble cómo podemos decir que conocemos a la perfección a alguien sin antes saber por todo lo que ha tenido que pasar. Es aún más increíble sentirnos con el derecho de juzgar, criticar u opinar sobre las vida o el dolor de otros sin antes saber su lado de la historia o conocer el por qué de sus acciones.
Anthony es esa persona para mí. Antes creía que lo conocía pero me acabo de dar cuenta que no. Esta noche él me ha demostrado que nadie termina de conocer a alguien por solo enamorarse de la imagen del presente. Anthony me acaba de demostrar que no solo estoy enamorada de su yo actual sino también del pasado, del niño, de lo que fue y lo hizo convertirse en lo que es. Él es el hombre más sorprendente que he conocido.
Escucho, analizo, pienso y observo. ¿Cómo alguien pudo pasar por todo eso y continuar con la fuerza y valentía para volver a confiar? Recuerdo sus palabras en la piscina y todo tiene más sentido. "Me cuesta confiar en las personas, pero me cuesta aún más desconfiar de ellas cuando las quiero". Él quiere a Babi y eso no me molesta ni me pone celosa, eso me hace entender mejor su comportamiento.
Anthony es un ser sincero, directo y leal. Babi pudo ser mil cosas malas conmigo, pero con él siempre fue linda y eso lo confundió de todas las maneras posibles. No es que desconfiara de mí, él solo estaba intentando analizar el comportamiento de su amiga, la chica dulce, tímida y gentil que le hizo por primera vez disfrutar de la ilusión. Ella fue su primer amor y entiendo eso, lo entiendo tanto que me siento tonta por no haber entendido su reacción ante mí.
No, no minimizo mi dolor porque su reacción no fue la mejor y tampoco la debida, pero entiendo su confusión hacia ella y hacia su amistad. Entiendo que se preguntara a sí mismo, "¿Babi?" Una y otra vez. Entiendo que se dijera a sí mismo, "No, Babi no sería capaz...". Lo entiendo. Si fuera Álvaro tampoco podría asimilarlo con facilidad.
Nadie tiene el derecho de juzgarlo por sus acciones más que yo. Nadie puede guardarle más rencor que yo por lo que me dijo, por eso me veo con la libertad de perdonarlo y aceptarlo. Porque lo amo y entiendo que su rencor acumulado le causó el dolor inmenso que liberó con rabia e ira dirigida hacia mí. Yo fui la que rompió su corazón y yo fui la que volvió tiempo después creyéndome con el derecho de meterme con su amiga de infancia. Claro, esa es su versión de los hechos. Todos tenemos nuestro lado de la historia y por suerte ya conocemos la del otro. Lo entiendo, al igual que sé que él me entiende a mí.
— ¿Qué pasó con Junior? —acaricio su cabello y por un momento su cuerpo se tensa antes de soltar un suspiro silencioso.
—Cuando cumplió la mayoría de edad, desapareció. No me dijo a mí, ni a mis padres. Él se fue porque creyó que no tenía nada bueno que aportar al mundo. Se fue porque creía que en el mundo no había espacio para él —algo en su mirada me hace saber que le duele recordarlo y no dudo en dejar un beso en sus labios ganándome una mirada impresionada —. Tendré que contarte mis desgracias más a menudo...
—No te acostumbres —sonrío y acaricio su rostro dibujando con mis dedos todas sus facciones.
Me encanta todo de él. Sus ojos intensos, su cabello negro como el mío, sus labios finos y definidos, sus pestañas largas y oscuras, sus cejas simétricas que le dan a su mirada un toque misterioso. Todo en él es perfecto y lo que es peor aún: todo de él me parece perfecto. Hasta su mala costumbre de tratarme sin filtros.
— ¿Seguro que tus padres... no se molestarán si... dejamos a Anthony en la habitación de... invitados? —intento hablar con fluidez pero sus besos no me lo permiten, me corta en cada palabra y eso parece gustarle.
—Créeme que si fuera por mi mamá, esa habitación sería declarada la habitación del mocoso —sonrío porque conociendo a Cassy, no me parece una broma.
Intento no reaccionar de la forma que él espera pero no lo logro. Sus besos comienzan a descender por mi cara y su rostro en hunde en mi cuello llenándome de lamidas y mordidas que me hacen soltar uno que otro suspiro silencioso. Esto no debería estar pasando pero carajos... ¿Cómo no caer ante los encantos de Anthony Soublette?
Mis uñas se clavan en sus hombros y sin poder evitarlo comienzo a seguirle el beso cuando sostiene con fuerza mi cintura pegándome más a él.
¿Lo dejo? ¿Paro con esto? ¿Me hago la dura? Al diablo.
—Esto... —intento hablar pero sus besos no se detienen en ningún momento —... Anthony, escucha... —lucho contra el deseo y lo separo de mí usando algo de fuerza —. Solo será esta noche. Si tú quieres algo más conmigo, me tendrás que demostrar que vas muy en serio. Quiero acciones, no palabras.
Su mirada parece penetrarme y solo jadeo y caigo con fuerza cuando me gira quedando a milímetros de mi cara. Vale, me siento acorralada, asustada y emocionada. Esta será mi primera vez con él después de mucho tiempo y será mi primera vez después de dar a luz. Estoy nerviosa.
—Créeme que esta noche tendrás la acción que tanto quieres —su comentario me provoca risa pero lo único que hago después de eso es desabotonar su camisa con desesperación.
Mis manos tocan su abdomen trabajado y las suyas el borde de mi vestido. Un intenso calor se apodera de mi cuerpo cuando vuelve a besarme y nos quedamos durante por mucho tiempo haciéndolo y disfrutando de todo lo que nos hemos privado desde mi llegada.
Nuestras lenguas juegas, nuestras caricias aumentan y los roces incontrolables se vuelven desesperados. Nos deseamos y eso se nota mucho más porque no nos dejamos de susurrar cosas que antes teníamos miedo de decir.
—Me encantas, Sarah Bazan —su voz acaricia mi oído y sonrío sintiendo besos por todo el lado de mi cara. Un escalofrío me invade cuando termina de subir mi vestido y trago grueso cuando mete su mano dentro de mi braga sonriendo por mi reacción —. Estás muy mojada...
Lo sé.
Lo empujo con la fuerza de voluntad que me queda y me siento sobre él terminando de sacarme el fastidioso vestido. Él me observa silenciosamente y yo sonrío con confianza terminando de quitarle la molesta camisa que oculta todo lo que quiero ver.
Beso su piel bajo su atenta mirada y me inclino una y otra vez admirando sus lindos tatuajes que tanto me gustan. En realidad me gusta todo de él —. Sarah, ya sé que te gusta tener el control, pero yo también quiero hacer un par de cosas —él me vuelve a girar y yo lucho con su agarre cuando toma mis manos por encima de mi cabeza besando todos los lugares que dejó al descubierto el vestido.
Intento parecer molesta pero eso no me dura mucho cuando el calor en mi entrepierna exige atención. Sus besos recorren mi sostén de encaje y me arqueo bajo su boca disfrutando su caricia por todo mi abdomen.
Poco a poco sus manos dejan de sujetar las mías y eso me da la oportunidad de tomar su cabello con fuerza cuando detiene sus caricias en la parte interna de mis muslos. ¿Ya dije que Anthony sabe cómo, dónde y cuándo tocar a una mujer para hacerla perder la cabeza? Porque bueno, yo la perdí desde hace mucho.
—No te... No te detengas... —intento ahogar mis gemidos cuando roza sus labios en mi zona delicada y me concentro en su mirada divertida porque es obvio que me tiene bajo su control.
—Deseé esto por mucho tiempo, ¿lo sabías? —niego y muerdo mi labio inferior porque no tengo deseos de hablar. Quiero que termine de hacer lo que tanto anhelo —... En serio, Sarah. No sabes lo mucho que lo deseé —su tono cambia y me digno a verlo por primera vez un poco más interesada. No es solo lujuria lo que veo en su mirada, es algo más intenso.
—Bueno, demuéstralo —mi voz sale más ronca pero por suerte se entiende a la perfección.
Sus dientes toman el borde de mis bragas y casi jadeo impresionada cuando comienza a bajarlas sin dejar de rozar toda mi piel. Es inhumanamente lento e increíblemente excitante. Es todo lo que hemos hecho pero acompañado de más pasión.
—Supongo que tú también deseaste esto —mi pulso se acelera cuando deja besos en mi feminidad y casi suelto un grito cuando pone mis piernas en sus hombros dejándome por completo a su merced —. Lo deseaste, ¿no?
—Sí —logro responder con un hilo de voz.
— ¿Me deseaste a mí? —eso ni se pregunta.
—Sí...
— ¿Mucho?
— ¡Sí!
— ¿"Sí" qué? —lo odio, lo juro.
—Sí, Anthony... Te... deseé —mi voz tiembla con la última palabra porque él se encarga de besar con ganas todo lo que ahora grita atención.
Sujeto su cabello con una mano y con la otra cubro mi boca para no gritar todo lo que quiere salir de mis labios. El calor me invade como un infierno y mis piernas tiemblan con fuerza ante cada lamida que da con precisión. Él no es delicado y mucho menos tierno, él es increíblemente rudo y todo lo hace con esmero.
— ¡Anthony! —grito intentando alejarlo pero a la misma vez unirlo porque duele y me está matando de placer. Mi mano toma con fuerza su cabello y las suyas mis piernas manteniéndome abierta a todas sus caricias —. ¡Dios...! No... Anthony... —mi cuerpo se arquea y comienzo a temblar como una condenada cuando alcanzo el cielo y las estrellas bajo su atenta mirada de satisfacción.
Vale, lo admito; él es el mejor en esto.
Su cuerpo se detiene a un lado del mío pero no logro decir nada, solo respiro descontroladamente asimilando todas las sensaciones que mi cuerpo extrañó. También lo extrañé a él.
— ¿Hiciste esto con Babi? —mi pregunta nos saca del silencio y noto por su cara que no le gustó para nada.
— ¿Qué? No... ¿Por qué lo preguntas? —niega confundido y yo observo hacia el techo sin poder disimular mis sentimientos. Celos, tal vez. Sé que él se acostó con muchas chicas durante mi ausencia, pero Babi es diferente, ella es especial para él y eso de alguna u otra manera, me provoca inseguridad —. Solo una vez, fue después de la pelea en el restaurante —confiesa y asiento lentamente aún sin comprender del todo mi extraño cambio de humor.
¿Debería vestirme y mandarlo al carajo? No lo sé. Sería tonto porque él y yo no teníamos nada y estábamos muy alejados para tenerlo. Ambos estamos solteros y aunque moriría de celos si eso llegara a pasar; él tiene todo el derecho de salir a la calle y coger con la primera mujer que le abra las piernas. Igual que yo con Álvaro y con cualquier otro ser. No somos nada... Pero por alguna razón mi corazón no comprende eso.
— ¿Estás molesta? —su voz me saca de mis pensamientos y subo la mirada encontrándome con la suya. Está preocupado y puedo jurar que tiene miedo de haber arruinado todo. Desde aquí lo percibo.
—Estoy celosa, yo... Babi logró lo que quería, ella te tuvo —mi comentario parece sorprenderlo pero rápidamente él niega tomando mi cara entre sus manos.
—Ella no me tuvo Sarah, si me dejé llevar fue porque tenía despecho y ganas de olvidarte —mi pecho se encoje y él parece notarlo porque niega antes de acercarse aún más —. No lo logré, no te debes preocupar por eso. Me acosté con muchas chicas pero no logré sacarte de mi mente. Antes, durante y después de hacerlo solo pensaba en ti y... —niega aturdido —... Fue imposible, Sarah. Eres inolvidable.
Casi sonrío pero no lo logro porque él me vuelve a besar quitándose las dos prendas que se interponían entre nuestras pieles. Mis manos detienen sus caricias cuando intenta quitarme el sostén y niego un poco avergonzada porque no quiero pasar un mal momento. Es jodido tener sexo cuando estás lactando —. Prefiero quedarme así —él parece entenderlo porque asiente acariciando con más delicadeza el borde de mis senos.
Sus dedos se hunden en mi cabello y echo mi cabeza hacia atrás cuando me jala besando toda mi piel. El calor se hace aún más evidente cuando me acorrala contra la cama y casi salto de impresión cuando su masculinidad se detiene sobre mi zona sensible punzando sin contemplaciones.
Ahogo un gemido en su boca cuando se hunde por completo y lo observo con ojos empañados porque no recordaba que doliera tanto —. ¿Estás bien? —pregunta alarmado y asiento lentamente procesando las sensaciones —. Sarah, ¿paro?
—Estoy bien, solo...—aclaro mi garganta preparándome para su comentario arrogante —. Lo tienes grandísimo —me guardo la delicadeza porque para este momento estamos siendo de todo menos delicados.
—Eh... Gracias —él suspira aliviado y sonríe dejando varios besos por mi cara —. A Babi no le entró completo, de hecho una parte de mí quedó afuera. Contigo encajo a la perfección —río golpeando delicadamente su cara y cubro mis ojos intentando no imaginarme eso. No puedo creer que esto es lo más romántico que me ha dicho desde que nos conocimos, "contigo encajo a la perfección".
—Gracias, supongo —uno mis labios con los suyos y lentamente separamos nuestra unión volviéndonos a conectar con más calma.
...
Anthony.
Sujeto la cabecera de la cama para no perder el control y observo fijamente a Sarah cuando cierra los ojos gimiendo mi nombre. Yo lo dije, ella terminaría haciéndolo tarde o temprano.
La penetro repetidas veces intentando mantener el control y ella sube y baja sus caderas intentando mantenerme el ritmo. El ambiente se vuelve caluroso y el sudor invade nuestras pieles. Es increíblemente perfecto y solo logro mantener un ritmo considerable porque quiero conservar por más tiempo el momento.
—Sarah... —intento advertirle cuando abraza mi cintura con sus piernas y cierro con fuerza los ojos cuando hunde desesperadamente sus uñas en mi espalda.
Acelero mis movimientos al máximo y observo su preciosa cara cuando se contrae intentando contener los gritos de placer que llevan mi nombre. Mi vista comienza a nublarse y su cara se hunde en mi cuello cuando con dos embestidas más, llega al orgasmo antes que yo. Intento acabar lo más rápido posible y acelero hasta el tope mis movimientos besándola para que no despierte al bebé con sus gritos.
Caigo a un lado de ella y respiro descontroladamente notando que está comenzando a amanecer. Duramos horas hablando, (duré horas hablando), y el tiempo durante el sexo pasó volando. Estoy cansado física y mentalmente y sé que ella más por como lentamente se va durmiendo sin poder evitarlo.
—Fue increíble —murmuro contra sus labios y dejo otro beso más antes de separarme con una sonrisa —. Te extrañé mucho, Sarah.
—También te extrañé mucho, Anthony —se acerca dejando otro beso y acaricio sus mejillas disfrutando la libertad del momento.
—El embarazo te puso más buena, ¿lo sabías? —ella ríe y yo sonrío disfrutando su risa. No estoy mintiendo, si antes del embarazo me excitaba, no quiero ni mencionar como es que se paró de golpe cuando se quitó el vestido.
—Gracias, estoy trabajando en eso —se sonroja aún más por el halago que por la vergüenza.
— ¿Tú crees que si te hago otro hijo te pones más buena aún? —ella ríe sin contenerse y yo la observo divertido. Extrañé esto, realmente lo extrañé mucho.
—Estoy bien con Anthony, pero gracias por la intención —palmea mi cabeza y frunzo el ceño cuando se levanta cubriendo su cuerpo con la sábana que nos protege del frío.
— ¿A dónde vas? —me cubro con una almohada para que pueda observarme sin pudor.
—Tengo que asegurarme que Anthony esté bien y... —suspiro y camino hasta ella empujándola sin delicadeza a la cama.
—Yo voy —busco mi bóxer con la mirada y entro al baño para poder limpiarme antes de salir.
Camino directamente hasta la habitación en la que está el mocoso y me acerco a la cuna detallándolo a él y a su alrededor. ¿Qué hay que ver? Está dormidísimo y luce bastante cómodo entre las sábanas de seda.
Acaricio su cabello suavemente y sonrío cuando se remueve abriendo ligeramente la boca. Estoy seguro de que dejará la almohada babeada. Lo arropo mejor y apago la luz saliendo en silencio en busca de su madre.
Me detengo cuando la puerta de la casa se abre con fuerza y suspiro aliviado al escuchar a mis padres entrar. La inauguración terminó tarde y seguramente estaban esperando que todos los invitados se fueran para celebrar con los empleados. Siempre lo hacemos después de cada éxito laboral.
Cierro la puerta de mi habitación y ladeo la cabeza al notar que la madre más preocupada está en el quinto sueño.
Sonrío y me acuesto a su lado arropándome mejor con la sábana. Se ve cansada y no la culpo, hoy fue un día muy intenso y por alguna extraña razón me quedé con el presentimiento de que quería decirme algo; algo referente a mi pasado.
¿Qué será de nosotros mañana? —lo que tácticamente es más tarde —. ¿Seguiremos fingiendo ser extraños? ¿Asumiremos nuestros sentimientos y comenzaremos una relación más estable que la anterior? Eso espero. Ella dijo que solo sería esta noche y simplemente no lo acepto. Así tenga que pedirle matrimonio, ambos volveremos a repetir esta fantástica experiencia.
— ¿Anthony? —mi mamá toca la puerta y yo suspiro arropando a Sarah para que no la vea desnuda.
Me levanto en un movimiento y camino hacia la puerta restregando con flojera mi ojo. Tengo sueño pero entiendo su preocupación porque me vine sin despedirme y se quiere asegurar de que estoy aquí.
— ¿Señora? —asomo la mitad de mi cuerpo y ella entrecierra los ojos imaginando el por qué no me muestro completo.
— ¿Con quién...?
—Es Sarah, el bebé está en la habitación de invitados —sonrío cuando chilla emocionada y luego cubre su boca intentando hacer silencio —. Nos vemos más tarde, descansa.
—Igual, cariño.
Cierro la puerta y vuelvo a la comodidad de mi cama acercándome todo lo que puedo al cuerpo de Sarah. Está caliente —lo digo en el buen sentido —, y sinceramente luce más frágil dormida que despierta. Sarah es una chica muy fuerte emocionalmente y no lo ha notado. Sí, se rompe de vez en cuando, pero ¿quién no se ha roto al menos una vez en la vida? Todos afrontamos nuestro dolor de manera diferente y ella es una chica que ha vivido mucho tiempo consumiéndose por ellos.
Es difícil desacostumbrarnos al mecanismo de defensa que generamos después de mucho sufrimiento. El de ella es aislarse, perderse en su mundo, atacarse con pensamientos apáticos. ¿El mío? Devolver todo lo que me causan las otras personas. Dolor y rabia, más que todo.
Un cuerpo se remueve a mi lado y agacho la mirada encontrándome con su cara. Por alguna extraña razón está sonriendo dormida y eso me provoca curiosidad por saber lo que está soñando. ¿Un sueño sucio? ¿Un sueño lindo? ¿Estoy yo? ¿Y si está Amparo? Frunzo el ceño y aparto ese pensamiento de mi mente. Seguro se trata de mí.
El sueño comienza a invadirme lentamente y cuando estoy a punto de cerrar los ojos, el llanto de un bebé me saca de mis pensamientos. ¿Es en serio...?
Gruño y me levanto caminando con flojera hacia la habitación. El mocoso se encuentra llorando a todo pulmón y parece ser muy importante porque una sirena de policía se queda pendeja a su lado. Llora con ganas.
— ¿Qué quieres? —lo observo con fastidio y busco la causa de su llanto encontrándome con lo peor —. Oh, ni lo creas. Yo no me cambié ni mis pañales y tampoco cambiaré los tuyos —arrugo mi nariz y lo alzo alejándolo asqueado de mi cuerpo —. ¿Dónde están tus cosas?
—Má —Anthony me observa con los ojos de huevo frito y yo lo ignoro buscando su bolso. Sarah me dijo que ahí estaba todo lo necesario pero no lo encuentro, creo que lo dejamos en nuestra habitación.
Lo llevo como si de un virus letal se tratara y entro a la habitación encontrándome con el bolso a un lado de la mesilla. Anthony observa cada uno de mis movimientos cuando lo acuesto sobre la cama y niego cuando intenta gatear hasta Sarah en un intento de escape de mi mal cuidado.
—Quédate quieto —le quito el pañal con las mismas ganas con las que iba a la escuela y me trago una mueca de desagrado al encontrarme con cosas que no quiero mencionar —. Tienes que aprender a usar el excusado porque créeme que no repetiré más nunca esto —alzo sus piernas para que no llene de nada la cama y tiro el pañal sucio a la basura sacando con rapidez una toallita húmeda —. No puedo creer que esté haciendo esto... —termino de echarle el talco y le pongo el pañal ganándome una sonrisa de su parte. No entiendo de qué ríe.
Entro al baño lavándome con rapidez las manos y salgo de nuevo encontrándome con el sufrimiento mañanero de Sarah: Anthony golpeándola en la cara para que despierte.
—Deja quieta a tu mamá —lo siento en mis piernas y busco el control remoto seleccionando una de las tantas comiquitas que pasan en los canales infantiles —. ¿Tienes hambre? —él me observa como queriéndome decir algo con la mirada y yo alcanzo su biberón poniéndoselo sin objeciones en la boca.
Lo que estamos viendo, (en realidad solo yo), son los padrinos mágicos. Anthony se encuentra en otra dimensión comiendo y yo estoy a punto de dormirme porque el cansancio no me está dejando razonar bien. ¿Está muy mal que lo deje a él despierto y me duerma un rato? Solo serán cinco minutos, después me despierto...
Comienzo a cerrar los ojos lentamente pero despierto de golpe cuando un manotón sobre mi cara me saca de mi estado de ensoñación—. Muy gracioso —lo observo intentando aparentar molestia pero solo puedo disimular una sonrisa cuando él se ríe completamente encantado por la atención.
...
Sarahí.
Trabajar después de un intenso día de ensayo me está cobrando factura.
Un suspiro sale de mí cuando termino de estirar mis músculos y vuelvo mi atención a la barra sirviendo el pedido del mismo borrachito de siempre. Es el cliente más fiel que tiene el bar.
—Deja de coquetear y concéntrate, Johnson —regaño a mi compañero de trabajo y él se gira con una sonrisa que anticipa un comentario irónico.
—Mira quién habla —le saco el dedo del medio y continúo atendiendo mi fila sonriéndole a un chico que parece más guapo de cerca que de lejos, como si fuera posible.
Llevo rato viéndolo bailar pero ahora luce incluso más guapo. Tiene el cabello pegado a la frente por el sudor pero sus ojos verdes me indican que tiene bastantes ganas de seguir bailando. Es precioso.
—Una botella de vodka, por favor —me sonríe jugando con el piercing de su ceja y yo asiento entregándole sin chistar su pedido —. ¿Cómo te llamas? —vuelve a preguntar y trago grueso atendiendo a la siguiente cliente que parece más de allá que de acá, por suerte su acompañante está sobria.
—Lucía —respondo después de varios minutos terminando de atender al último cliente de mi fila.
—Lindo nombre, aunque sé que el protocolo no te permite decirme el real —sonríe a medias y yo suspiro por el descubrimiento. Aunque en realidad no es del todo mentira, Lucía es mi segundo nombre.
— ¿Cómo sabes sobre el protocolo? —me inclino sobre la barra y él ríe jugando con el piercing de su ceja (al parecer es una maña difícil de quitar).
—Trabajo haciendo casi lo mismo que tú —acentúa el casi y yo asiento imaginándome miles de escenarios diferentes con su cara incluida. Lindos escenarios —. Pero como no estoy en el trabajo, me veo con la libertad de decirte mi nombre, ¿lo quieres saber?
—Por supuesto —él sonríe y se acerca aún más rozando intencionalmente nuestros labios.
—Malcom Paige —me trago una sonrisa y giro mi cara intentando que no se note mi estúpido sonrojo.
Hablo mucho con él. Atiendo a muchos clientes y hablo un poco más con él disfrutando de sus chistes y sus miradas mal intencionadas. No, no del "mal" cruel, es el "mal" pervertido. El que busca algo más, el atrevido.
El borrachito (mi cliente más fiel), luce algo celoso por mi nuevo compañero pero no se ha atrevido a acercarse porque seguridad respondería al instante. Lo bueno de este lugar es que son cuidadosos con el mínimo incidente que se presente. Es un ambiente armonioso y divertido.
— ¿A qué hora sales? —Malcom pregunta sujetando un mechón de mi cabello y yo observo a mis compañeros encontrándome con sus miradas acusatorias y divertidas.
—Cuando el bar cierre —me encojo de hombros y él hace un puchero diciendo algo que no logro escuchar. ¿Y cómo podría escucharlo? Todos mis sentidos dejan de funcionar cuando me encuentro con la mirada penetrante de Javier Jones. Al final sí vino.
Muerdo mi labio inferior casi de inmediato y aclaro mi garganta intentando calmar el endemoniado calor y cosquilleo que me embargan al segundo. Está mal sentir y está aún peor permitirme sentir esto. Él es novio de Tiff y Tiff es la madre de mi sobrino. No puedo sentir esto, esto está mal.
Disimulo lo mejor que puedo mi nerviosismo y me acerco a donde está recibiendo una sonrisa amigable de su parte. ¿Cómo es posible que sonría y ya me tenga a sus pies? Dios, tengo que dejar de desearlo. Esto está muy, muy mal.
— ¡Viniste! —sonrío ampliamente y le sirvo su shot de whisky sabiéndome su pedido de memoria. Él asiente satisfecho y se sienta en la barra lanzándole una rápida mirada a todo el lugar. Hoy luce más tranquilo.
—Está más tranquilo el lugar, ¿no? —comenta y asiento. Entre semanas suele estar más vacío y para mi mala suerte igual me toca venir para cumplir mi jornada. Mis días libres son los sábados y jueves, hoy es lunes.
—Por suerte —aclaro mi garganta y alzo mi dedo pidiéndome un momento —. ¿Quieres algo más? —me acerco a Malcom y él niega sirviéndose otro trago de su botella. Carajos, se va a volver mierda si sigue bebiendo así —. Intenta reducir la bebida, te va a dar un coma etílico —él me sonríe embobado y yo suspiro cuando acaricia mi mejilla murmurando lo linda y sexy que soy —... Gracias, Malcom, pero si de verdad me quieres, suéltame, me pueden despedir —él gruñe y me da un beso antes de soltarme con suavidad.
Suspiro y niego sin intenciones de pelear por eso. No me molestó del todo, el chico me gusta y pues mi único problema es que me despidan en mi casi tercera semana de trabajo, eso sería imperdonable.
Le sonrío a Javier cuando me detengo ante la barra y lo observo fijamente esperando que me diga lo que me tiene que decir, parece pensativo.
— ¿Javier? —Paso una mano por delante de su cara y él alza rápidamente la mirada encontrándose con mis ojos —. ¿Qué tienes?
— ¿Te besas con todos tus clientes? —pregunta acusatoriamente y frunzo el ceño extraña con su comportamiento.
—Ojalá —la respuesta sale antes de poder procesarla pero no lo logro. Lo dije pensando en él —. ¿Quieres otro? Sabes que no te daré una botella completa —no otra vez. Él asiente y yo le sirvo otro shot contándole sobre lo cansada que estoy y lo aburrido que ha sido el día.
Converso con Malcom una que otra vez y le sirvo tragos al borrachito cada vez que se acerca a la barra con una actitud molesta hacia mis acompañantes. Este bar me está subiendo la autoestima al mil.
Las horas pasan y ninguno de los dos se va. Tres, si contamos al borrachito que ahora se encuentra dormido en uno de los asientos exclusivos. Hablo con Javier y hablo con Malcom. Ambos parecen interesadísimos por tener una conversación conmigo y para mi mala suerte, mi pretendiente rechaza a todas las chicas que parecen interesadas en él. Sus ojos verdes me siguen de un lado a otro y mis nervios aumentan más porque en esa mirada el deseo nunca ha faltado. Quiere sexo.
Peor aún: quiere sexo conmigo.
— ¿Cuánto te falta para salir? —Toma mi mano antes de que pueda escapar y suspiro viendo el reloj a un lado de la estantería de licores.
—Media hora —me logro zafar y camino hacia Javier después de atender a dos clientes más. Ya no quedan casi personas, solo unos pocos que están comprando botellas para seguir festejando en otros lugares y el borrachito —. ¿Cuándo piensas irte? Son más de las seis —lo observo como si estuviera loco. Él nunca se había quedado tanto, la última vez solo duró tres horas y eso porque tenía cosas del trabajo pendiente.
—Te llevaré a tu casa, de todos modos hoy saldré con Tiff... —algo en mi cara demuestra que duele porque él calla enseguida. Intento tragar saliva y alzo la mirada con dificultad intentando aparentar que todo está bien.
—No hace falta, el bar nos proporciona un transporte o llama personalmente a los taxis encargados —le sonrío intentando alejarme pero su mano sobre la mía no me permite cumplir mi misión.
—Falta poco para que salgas, déjame llevarte —insiste y respiro hondo dándome por vencida. Todo sea por pasar un par de minutos más con él.
Me termino de cambiar y me despido de mis compañeros riendo por las burlas hacia mi persona. Soy la protagonista del momento y ya nombraron mi trágica escena como "el triángulo amoroso de Sarahí", los odio.
Me pongo mi bolso y me detengo a un lado de Javier sonriéndole con dulzura. Es muy lindo que haya esperado por mí —. ¿Nos vamos?
—Pensé que vendrías conmigo —Malcom habla desde el taburete y se acerca a mí haciendo un puchero —. Acordamos tener una cita la próxima semana, ¿no?
—No —río. Es mentira y él lo sabe, pero el muy tonto está tan intoxicado que me niego rotundamente a dejarlo conducir así —. ¿Dónde vives? Pediré un taxi para ti —él me sonríe aún más y se termina de acercar tomando mi cara entre sus manos.
—Preciosa, sexy y responsable, ¿puedes ser más perfecta? —mi cara arde bajo su tacto pero lo hace aún más cuando me besa bajo la atenta mirada de mi acompañante. ¿Qué puedo decir? Yo también le sigo el beso, ¡viva la soltería! —... Y besas bien, sin duda eres mi chica ideal.
— ¿Dónde vives, poeta alcohólico? —él se ríe por el apodo pero murmura la dirección al notar que mi pregunta va muy en serio.
Pido un taxi de inmediato y espero junto a él que el auto llegue pagando sin quejarme su pasaje. Por sus comentarios sé que volverá, pero sinceramente no me importa el dinero. Es realmente gracioso esto de los romances de bar.
Mis compañeros anteriormente me lo habían comentado pero yo nunca lo había vivido. Interesante, emocionante y fugaz. Supongo que vivir así es mucho más simple y menos doloroso.
—Ven acá —Javier me jala antes de que pueda seguir caminando y yo lo observo sorprendida cuando limpia mi boca con la manga de su cara chaqueta que parece más nueva que usada.
— ¿Javier, qué rayos...? —Lo separo antes de que siga haciendo eso y frunzo el ceño confundida porque sin duda su actitud no es la más cuerda que digamos —. ¿Cuál es tu problema? ¡Limpiaste los besos de mi primer romance de bar! —lo acuso molesta por su atrevimiento.
— ¿Tu qué? —él frunce el ceño y yo me cruzo de brazos lanzándole una mirada asesina.
— ¡Mi primer romance de bar! ¡¿Ahora cómo haré para recordarlo?! ¡Te odio! ¡No me dejaste ni siquiera procesar la sensación! ¡Tú...! —intento empujarlo pero choco contra el auto cuando él me acorrala besando cada espacio de mi boca.
Jadeo contra sus labios y saboreo el whisky y el vodka que anteriormente yo misma le serví. Abro la boca dándole paso a todo lo que pueda hacer y hundo mis dedos en su cabello disfrutando como una condenada todas las sensaciones. Dios, Malcom besaba bien, ¡pero este sin duda es el mejor beso de mi puta vida!
Hundo mis dedos en su cabello y cruzo mis brazos en su cuello intentando acercarlo todo lo que puedo a mí. Él hace lo mismo con sus manos en mi cintura y minutos después noto con el calor más presente que nunca que su mano se encuentra casi que rozando mis punzantes pezones.
—Sarahí... —escucho su murmuro pero lo beso antes de que pueda continuar hablando. No quiero que arruine el momento, no quiero que el momento termine... Ni siquiera sé lo que está pasando pero desearía que las sensaciones fueran eternas —... No, Sarahí...
—Me gustas mucho, Javier —jadeo contra sus labios sin poder contenerme —... Me estás matando y ni siquiera lo notas. Tú en serio estás ciego.
Nuestras caricias terminan y lucho contra todos mis deseos soltándolo lentamente. Hasta aquí llegó todo y yo misma lo sé, pero al menos sé que pasó y que fue bonito mientras duró. No, fue más que bonito: fue perfecto.
Lástima que solo yo lo haya sentido así.
—Estoy muy borracho —confiesa y asiento entendiendo que la única culpable soy yo —. Lo siento, solo me dio rabia porque ese chico no me da buena espina —vuelvo a asentir y busco las llaves de su auto tomándolas con delicadeza de su bolsillo. Eso me pone nerviosa y él lo nota porque no duda en cubrirse: tiene una tremenda erección.
—Entiendo, entra al auto —él intenta replicar pero no dice nada porque yo camino lejos del lugar antes de que me pueda decir algo.
Entro al auto soltando un pesado suspiro y espero a que él entre de copiloto con una actitud extraña. Se ve más borracho que antes y se ve aún más confundido que nunca. No debí declararme así, soy una estúpida.
El camino es tenso y muy silencioso. Ninguno de los dos hace algo para cambiar la situación y no me preocupo mucho por hacerlo, en mi mente todavía se recrean las imágenes de nuestros besos, toques, roces... ¿No fue un sueño? Se sintió como un maldito sueño húmedo como los que tanto tengo con él.
Me detengo frente a la casa y suelto un extremadamente lento suspiro antes de girarme en su dirección —. Oye, yo soy la sobria de la situación —las palabras salen de mí en un intento de consuelo —, yo soy la que debió parar el beso, es mi culpa.
—Yo fui el que te dio el beso... —por su cara sé que siente un profundo arrepentimiento y eso me duele como la mierda.
—Yo fui la que te lo seguí. No quiero que te culpes por esto, tampoco es algo que debe saber Tiff. Fue un error y no se repetirá, nadie piensa bien con alcohol en el organismo —sonrío lo mejor que puedo y al parecer él se lo cree porque su cara triste se ilumina un poco más.
—Pero cuando se lo diga, ella no lo verá así...
—No se lo tienes que decir —respiro hondo porque le tengo que decir lo que no quiero que piense —. Fue un error, ¿vale? Un error que dejé que cometiéramos pero no se repetirá. Estás borracho y yo estoy confundida, no arruines tu relación por un tonto momento de impulsividad —él me observa durante largos minutos y sonríe poco a poco asintiendo en mi dirección.
—Gracias, Sarahí, yo... —calla de repente y observa sus manos procesando con dificultad sus palabras —... Lamento no haberte conocido antes —su mirada se intensifica mucho más pero logro salir del auto antes de cometer otra locura.
Por suerte tengo mi propia llave y no puedo evitar sonreír cuando lo primero que veo al entrar es la batalla entre primos formada en la alfombra de felpa blanca. Anthony y Sean se encuentran peleando por la sonadera del primero y parece una lucha poderosa porque Taylor se encuentra grabándolos con voz de presentador.
— ¡Tayby, madura y separa a los niños! —Miley se queja desde la cocina y yo sonrío porque no sabía que estos dos se habían quedado a dormir. Supongo que estaba tan cansada después de la fiesta de inauguración que no me fijé en quién se vino con nosotros. Después de la fiesta me levanté en la tarde para ir a la academia de baile y luego fui al bar hasta hoy.
— ¡Aguafiestas!
— ¿Por qué tantos gritos? —Simón aparece vestido con un simple pantalón de pijamas y Tiffany aparece detrás de él vestida para lo que supongo es su salida con Javier.
— ¡Papá! —Sean le tiende sus bracitos a mi primo y él sonríe cargándolo de inmediato.
—Má —Anthony llora y busca a su madre con la mirada. ¿Dónde está Sisy?
—Mami se está duchando, cariño —Tiffany lo carga intentando calmarlo y sonríe en mi dirección viendo algo detrás de mí —. ¿Nos vamos? —Casi salto cuando un roce en mi espalda me saca de mi confusión y observo fijamente a Javier antes de alejarme con pasos rápidos de su persona.
—Claro, vámonos —él le sonríe y durante algunos segundos su mirada se encuentra con la mía antes desviarse de nuevo hacia su novia.
Intento no sobre pensar eso mientras tomo una ducha pero no lo logro. Apenas cierro los ojos sus labios uniéndose con los míos llegan a mi mente y tengo que tocar una y otra vez mi boca para cerciorarme de que no está ahí, de que eso ya pasó y de que no volverá a pasar.
"Mientras más te prohíbas algo, más lo desearás". La voz de Daniel invade mi mente y suspiro intentando aplicar sus palabras. No funciona en nada, mientras más pienso en lo genial que se sintió más me lo prohíbo y ahí llega lo indebido; más lo deseo.
¿Estoy mal por sentir todo esto? Sé que sí, solo me gustaría poder confesarle a alguien todo lo que me está pasando. Sisy es la mejor opción, mi prima no me juzgaría y la verdad no le tengo más confianza a nadie como a ella, pero... No quiero que piense mal de mí. Me da miedo que se cree una imagen sobre mí porque yo no soy así. Yo no me meto con hombres comprometidos, yo no hago cosas así... Yo no soy así.
¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué estoy permitiéndome pensar en esto? No es lo debido, pero juro que es algo que no puedo controlar.
...
Sarah.
Sé que Taylor me habla de algo relacionado con su academia pero no logro escuchar nada de lo que me está diciendo. ¿Ya dije que me encanta Anthony Soublette? Porque me encanta Anthony Soublette.
No he dejado de tener flashback sexuales sobre nuestro encuentro de ayer y sinceramente tampoco es algo que he intentado evadir. Cada vez que aparece en mi mente el recuerdo de sus besos, de sus roces y de su voz me vuelvo loca y tengo que fingir ver algo en mi teléfono para que no se note la expresión extraña en mi cara. Es incómodo y bastante difícil de disimular.
—David está planeando hacer el cumpleaños de Maya en Disneyland —me concentro en lo que me está diciendo mi mejor amigo y sonrío pensando en la berrinchuda niña. No puedo creerlo, ya es toda una mujer.
El año pasado no fui a su celebración. Me encontraba demasiado deprimida como para salir de la casa y sabía que Anthony iría sí o sí, tampoco tenía fuerzas para enfrentarlo. Sí, fui cobarde en ese aspecto, pero para ese momento yo ya estaba planeando cuidadosamente mi huída y no me sentía capaz de mentirle en la cara.
— ¿Venus y Sthepen celebrarán el cumpleaños de los gemelos aquí? —Taylor asiente y sonríe mostrándome una foto de su linda sobrina.
—Se vendrán antes para estar en el cumple de Maya —suspiro. Ya quiero conocer a la nueva integrante de la familia y por supuesto que quiero ver a los torbellinos Wells. Ellos fueron los primeros bebés de la familia y es innegable decir que por un tiempo fueron los consentidos de todos. Ya cumplirán tres años y yo aún siento que son unos recién nacidos —... Y por último, la boda de Phoenix y Abel el primero de febrero —suspira y sonrío dando palmaditas de emoción.
— ¿Soy yo o todos se están casando? —frunzo el ceño pensativa y él sonríe haciendo una mueca de espanto —. Tú te comprometiste con un anillo de pintura, mejor cállate —ambos reímos y observamos a nuestros bebés que ahora se encuentran jugando con un equipo musical.
Gianna está caminando torpemente por toda la sala y Anthony se encuentra riendo con Grace y Sean a la misma vez que se pelean porque todos quieren jugar con la misma cosa. Me recuerdan mucho a sus padres y a mí.
Mi teléfono vibra con insistencia en mi pecho y lo alzo casi de inmediato sonriendo por el mensaje. Es Anthony, llevamos horas hablando sin parar y no lo niego: amo tener de nuevo a mi ciberamigo. Lo acepto, no lo pensé ni dos veces para darle mi número cuando me lo pidió.
Anthony S, 13:49 pm.
¿Un apodo? ¿Para qué quieres uno?
Sarah, 13:49 pm.
Porque todos tienen un apodo y yo no tengo el mío, tienes que ponerme un apodo.
:(
Anthony S, 13:49 pm.
Pero yo ya te tengo un apodo, ¿no lo recuerdas?
Sarah, 13:50 pm.
?
¿Cuál? :0
Anthony S, 13:50 pm.
Fea.
Ruedo los ojos y dejo el teléfono a un lado imaginando su sonrisa de burla. Idiota.
¿Qué le cuesta ser creativo? David le dice a Lauren Ren, Daniel le dice a Dania Joli, Sthepen le dice a Venus Muñeca y Taylor le dice a Miley Rubia. ¡Ni siquiera tiene que ser algo original! Solo lindo. Él en serio no sabe ser romántico.
Álvaro me dice Sisy, aunque técnicamente ese apodo lo inventó mi papá cuando yo aún era pequeña. Por eso él y todos mis conocidos me llaman así. Buenos, Taylor, Simón y mi mamá no, ellos fueron conscientes de todo el rechazo que sentí por el sobrenombre años atrás.
Bueno, pero Anthony no es Álvaro y Anthony no tiene ninguna obligación de quererme como otros quieren a sus novias. Él y yo no somos novios, pero estamos conversando sobre ello y no lo puedo obligar a ser algo que no es.
Sarah, 13:57 pm.
Esta fea saldrá con Álvaro esta tarde, ¿todo bien?
Anthony S, 13:57 pm.
Diviértete, supongo.
Sarah, 13:58 pm.
¿Confías en mí?
Muerdo mi uña impaciente y dejo de hacerlo cuando el lema de Lauren invade mi mente.
Tengo que darle una oportunidad, pero también quiero saber si él me la está dando a mí. Si intentaremos iniciar "algo", debemos decirnos las cosas sin filtros y sin segundas intenciones. Conociendo a Anthony, la sinceridad no me preocupa en lo absoluto, pero conociendo sus celos... Creo que eso es lo que más temo. Su falta de confianza hacia mis sentimientos.
Sarah, 13:59 pm.
¿Hey?
¿Entonces?
Anthony S, 14:05 pm.
Confío en ti.
...
Buenas madrugadaaas, [04:19 am] Esto me cobrará factura.
Preguntitas:
¿Cuál fue su parte favorita del capítulo?
¿Qué opinan sobre Javier y Sarahí?
>>> ¿Recuerdan a Malcom?
Con mucho amor y un beso en la boca.
—Nepasavoir.
Puto el que lo lea.
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