Capítulo 27 - Inesperado
Capítulo dedicado a Noemy Martínez por su inmenso apoyo en el grupo de facebook <3
Sarah.
Cinco de enero. El frío está intenso como de costumbre y yo me encuentro arreglando la chaqueta de mi bebé porque él no deja de removerse fastidiado de la elegancia. Hoy es la inauguración de la nueva imagen del restaurante Soublette y como es debido, estoy con mis mejores alhajas acompañada del amor de mi vida.
—Anthony, tienes que comportarte —suspiro acariciando su cabello y él bufa tomando mi cara entre sus manos. Es una conexión que tenemos porque al mirarnos a los ojos, siento que de alguna u otra forma él comprende todo lo que estoy sintiendo.
— ¿Cómo quedó? —Álvaro bufa y se detiene a mi lado con una expresión fastidiada. Yo solo sonrío porque se ve guapo. Lleva un traje azul con un lazo en el cuello mal arreglado. Luce muy, muy guapo y lo más chistoso de todo es que él no se siente así, no está acostumbrado a usar trajes.
—Ven acá —intento arreglar su lazo con una mano pero al ver que la tarea es imposible, él carga a mi bebé facilitándome el trabajo —. Listo. Mucho mejor.
Me giro hacia mi hermano, Sarahí, Tiffany, Javier y Sean y le sonrío a mi sobrino cuando él ríe jalando el cabello de su madre. Pobre Tiff, si Sean sigue haciendo eso su hermoso peinado quedará arruinado.
Simón se acerca a ellos y carga a su hijo sonriéndole con dulzura a su ex novia. Obviamente a una persona no le gusta eso y ese es Javier, quien no duda en rodear la cintura de Tiff invitándola a caminar hasta la entrada del restaurante.
Mi hermano solo ignora la escena y deja un beso en la mejilla de su hijo acercándose a mí junto a Sarahí. Estamos todos listos, tenemos nuestras invitaciones y no nos falta esperar a nadie. Todos los demás ya están adentro.
Hay muchas personas y eso es innegable. La entrada está iluminada por luces blancas que quedan perfectas con los arbustos cortados simétricamente. El piso lleva una gran alfombra blanca y gruesa con detalles que hacen contrastar los colores de los atuendos de todos. Luce increíblemente hermoso y elegante, estoy segura de que gastaron un muy buen dinero en cada detalle del lugar.
Por encima de nosotros, hay finas cintas de seda que brilla y reluce sobre las luces artificiales y la luz de la luna. Varias mesas están a los lados de la alfombra y todas poseen copas de champagne, vino tinto, whisky y otras bebidas que desconozco. Casi podría jurar que las copas de cristal brillan más que las propias luces y creo que no soy la única que lo nota porque mi bebé chilla señalando lo mismo que yo estoy viendo.
—Esto es increíble —Sarahí se detiene a mi lado y yo suspiro al ver que ya tomó la primera copa de la noche.
Todos nos detenemos frente a la puerta en la que está un hombre de seguridad y yo sonrío encantada al ver que junto a él, conversando con una pareja que luce risueña e imponente, se encuentran Carlos y Cassy hablando y riendo si parar, (al menos Cassy, Carlos solo la está observando como si ella fuera lo único bueno del lugar).
— ¡Má! —Anthony chilla emocionado y yo sonrío deteniéndome frente a los padres de Soublette.
— ¡Viniste! —Cassy se disculpa con la pareja y sonríe hacia mí caminando con una rapidez que me sorprende —. ¡Me siento tan feliz! ¡¿Cómo se ha comportado esta lindura?! —mi bebé me observa algo inseguro pero yo le sonrío para que se relaje. No es que no le agrade Cassy –de hecho, la adora-, solo que tenía tiempo sin visitarla y ya no está seguro de querer sus mimos y besitos.
—Anthony me invitó, yo fui la que diseñó el logotipo y Simón se encargó de la publicidad —señalo a mi hermano y ella asiente encantada antes de agradecernos y felicitarnos por nuestro increíble trabajo. Es una persona muy linda.
Hablo mucho tiempo con ella y con Carlos, tanto, que no noto la mirada oscura sobre mí y tampoco noto cuando él se acerca a nuestro grupo sin intenciones de aparentar que no pasa o pasó algo entre nosotros. Solo lo noto cuando mi hijo chilla y salta de mis brazos a los suyos observándolo con adoración.
—Me alegra que hayas venido —Anthony me sonríe y agacha la mirada acariciando con confianza el cabello de mi bebé —. Por un momento pensé que no lo harías.
—Pero lo hice —sonrío tensa y doy un paso hacia él intentando quitarle a mi bebé, pero él retrocede.
— ¿Por qué no entran? Lauren y los demás no han dejado de preguntar por ustedes —muerdo mi labio inferior y asiento buscando a Álvaro con la mirada. Él está detrás de mí escuchando atentamente la escena.
—Claro, vamos —tomo la mano de mi acompañante e intento seguir a Anthony con rapidez porque al parecer a él y a mi hijo se les olvidó que existo. Ya están adentro.
Sarahí y los demás entraron desde hace rato pero desde aquí no se ven. Cassy y Carlos ya se encuentran hablando con otras personas aunque sé que la sonrisa de la mujer se debe a la escena que tuvo su hijo con el mío. Quién sabe qué se le está pasado por la mente.
—Lo siento, pero el caballero no está en la lista —el hombre de seguridad detiene nuestros pasos y yo frunzo el ceño porque es obvio que no está en la lista.
—Yo soy la invitada, él es mi acompañante —señalo a mi amigo y una idea rápidamente cruza por mi mente cuando la mirada divertida de Soublette se encuentra con la mía. Él lo planeó todo.
— ¿Pasa algo? —pregunta a unos cuantos pasos de nosotros y yo le lanzo una mirada asesina ignorando el hecho de que mi bebé no ha llorado ni ha suplicado por mi presencia.
—Anthony, no seas inmaduro —hablo con voz peligrosamente lenta pero al parecer eso no lo afecta. Él solo me lanza una mirada con fingida inocencia y cambia de brazo a mi bebé que para este momento tiene su atención sobre las elegantes luces del techo.
—Pero si yo no hice nada... —intento mantener la calma mientras aprieto con fuerza la mano de Álvaro. La vergüenza no cabe en mí y lo peor es que no es solo ese sentimiento el que me embarga, son los celos. Tengo celos de que mi bebé no haya llorado ni lloriqueado por mí desde que él lo tomó en brazos.
— ¿Pasa algo? —Cassy se detiene a mi lado al notar la tensión que se está creando y yo me giro hacia ella dispuesta a acusar a su hijo por lo poco profesional y maduro que está siendo.
—Anthony no quiere... —lo señalo para que ella vea su cara pero me quedo en silencio al notar que ya no está. Se llevó a mi bebé y juro que puedo escuchar como dice, "o dejas a tu amigo, o no ves a tu bebé en toda la noche" —... Me quitó a mi bebé...
Las lágrimas me embargan y un puchero sale de mí porque me siento muy sensible. Mi bebé no lloró ni nada, estoy muy afectada porque al parecer no me necesita.
—Cariño, no te pongas así —Cassy me abraza y yo respiro hondo intentando controlar mis sentimientos. Seguramente me va a venir la menstruación —. Explícame qué pasa para poder ayudarte.
—El señor no quiere dejar pasar a Álvaro —señalo al hombre de seguridad y suspiro aliviada cuando Cassy se acerca a él y le indica que no hay ningún problema con dejar pasar a mi acompañante. Y sé que ella sabe que su hijo está detrás de todo esto por no regaña al hombre ni nada, solo suspira y murmura algo que no logro entender.
—Ya pueden entrar, disculpen el mal momento, me encargaré del asunto personalmente —ella me da una sonrisa reconfortante y yo se la devuelvo lo menos forzada que puedo.
Camino junto a Álvaro por todo el lugar en busca de mi niño. Sé que mi acompañante nota mi desánimo porque de un momento a otro, me gira y me hace enfrentarlo con sus dos manos alrededor de mi cintura. No entiendo qué quiere hacer hasta que acaricia mi mejilla con sus dedos y se acerca observándome con ternura y admiración.
—No dejes que él arruine tu estado de ánimo, ¿vale? No dejes que nadie lo haga —se acerca aún más rozando la punta de nuestras narices —. Disfruta el logro que tú también trabajaste, todo esto también es gracias a ti —se separa un poco para verme a los ojos y se acerca aún más dejando un beso en mi mejilla —. Todo estará bien, prometo que no te dejaré sola.
—Gracias por todo —le sonrío sincera y él niega antes de separarse tomando mi mano.
¿Verdad que es un encanto? Si no fuera porque amo a otro hombre y aún tengo mucho que solucionar sola, le daría el sí para una relación. Él es todo lo que una mujer desea de un hombre, la cosa es que yo no soy esa mujer y él no es ese hombre. Yo deseo a la persona que me hace llorar o molestarme con sus bromas fastidiosas.
Mi estado de ánimo mejora cuando me encuentro con la cara de todos mis amigos, (Taylor, Lauren y la familia y amigos de estos), pero mi angustia sigue porque no encuentro a Anthony por ningún lado. Al parecer él se está escondiendo de mí.
— ¿Qué tienes? —Taylor pone su mano en mi hombro y yo suspiro intentando calmar mi ansiedad. Me estoy imaginando miles de escenas que podrían sucederle a mi bebé y la sensación me está volviendo loca.
—Anthony me quitó a Anthony y...
— ¿Qué? —él frunce el ceño confundido y yo suspiro explicándole detalladamente qué fue lo que sucedió —. Pero míralos ahí, desde hace rato están... —no escucho lo último que dice, solo giro como el exorcista y camino lo más rápida que puedo hacia el montón de personas que están rodeando a mis chicos. Digo, a mi chico.
¡Sorpresa! Casi todas las personas, -para no decir todas-, son chicas. Anthony tiene una gran sonrisa en sus labios y mi bebé está entre sus brazos recibiendo cumplidos sobre lo adorable, hermoso y perfecto que es.
La sonrisa de perfecto anfitrión poco a poco disminuye y yo le lanzo una mirada asesina cuando me observa divertido. Está esperando que le reclame y no lo pienso hacer, quiero mantener la tranquilidad y pasarla bien. No quiero darle la satisfacción de haber descontrolado mi estabilidad emocional.
—Chicas, ella es Sarah, ¿verdad que es preciosa? —las mujeres se giran hacia mí y yo me sorprendo cuando comienzan a abarrotarme de cumplidos sobre lo lindo que es mi bebé, lo linda que soy y sobre que quieren comerse a besos a mi chino.
—Sí, eres hermosa —una rubia me sonríe sincera y yo sonrío sintiéndome avergonzada e incómoda por la situación. ¿Qué les habrá dicho Anthony?
—Me encantó tu trabajo, ¿crees que podríamos hablar para que me ayudes con el nuevo proyecto en el que estoy trabajando? Quiero crear mi propia empresa y me encantaría que tú y tu hermano formaran parte de mi equipo —parpadeo sorprendida y entablo una conversación con la morena aún sin saber cómo comportarme.
Le doy mi número, un par de detalles sobre nuestro método de trabajo y ella queda fascinada porque aclara algunas dudas que tiene y se va prometiendo que será un exitazo.
—Aún estoy molesta contigo —digo sin eliminar mi sonrisa para que las demás chicas no noten mi molestia. Ya están un poco más alejadas, pero no quiero que noten que algo va mal.
—Ya lo sé, pero aún así me quieres —él se termina de acercar y suspiro aliviada cuando por fin, tomo a mi bebé entre mis manos. Ni rastro de lágrimas.
—Traicionero —le susurro y ruedo los ojos cuando él me sonríe como si le hubiera contado un chiste.
Le lanzo otra mirada a Anthony y respiro hondo intentando calmar el fastidioso calor que pasa por mi cuerpo. Él y su estúpida cara que me incita a pensar cosas poco inocentes.
Me giro dispuesta a retirarme pero su mano en mi cintura solo me empuja hacia un lugar bastante apartado de las personas. No detenemos frente a una de las paredes a un lado de la pista de baile y de nuestros amigos, solo para mirarnos fijamente con mi bebé entre mis brazos. Solo para quedarnos en silencio porque ninguno sabe realmente qué decir sobre el otro. Aún necesitamos respuestas.
—Estás más preciosa que nunca —dice como si nada. Como si algo dentro de mí no se derritiera y saltara como un zoológico en mi vientre.
—Gracias, me esforcé por si tenía que hablar en público o algo —sonrío nerviosa y él asiente acercándose mucho más. Me está acorralando contra la pared y mi bebé es el espectador de todo —. Anthony...
— ¿Sí? —pregunta y sin poder aguantar más, cierro los ojos esperando el beso.
¿Soy muy débil? Sí, mucho. Pero cuando veo a Anthony todo es así, me vuelvo demasiado vulnerable a las emociones. Algo que se llama "razón", se desploma, deja de funcionar, deja de actuar. No existe, desaparece. Solo pienso en lo mucho que lo quiero cerca, en lo mucho que quiero sentir sus labios contra los míos y en lo mucho que lo amo. Porque lo amo, porque quiero todo lo que podría querer una mujer (hetero) de un hombre.
—Anthony —la voz de una mujer nos interrumpe y mi cuerpo se tensa al descubrir de quién se trata.
¿Cómo lo pude olvidar? Restaurante Soublette. Empleados. Celebración. Mucho trabajo. Ella.
Qué estúpida e ilusa soy.
Me separo de golpe y observo a Babi con molestia. Aún me cae mal y aún siento deseos de asesinarla porque la última vez que estuvimos juntas en este lugar, me dijo muchas cosas hirientes que en realidad son puras verdades. La detesto porque se creyó con el derecho de decirlas y aún más de desprestigiar mi imagen delante de todos. Ella simplemente es una persona que me molesta en todos los sentidos.
— ¿Qué quieres? —Anthony pregunta con seriedad y frunzo el ceño cuando toma mi mano impidiendo que me vaya. No me quiere dejar ir, ¿qué quiere entonces? Ya no aguanto estar en el medio de su lucha emocional.
—Suéltame —pido en voz baja pero él no lo hace, él solo asegura su agarre y observa con intensidad a Babi esperando que responda.
— ¿Qué quieres, Babi? —Repite su pregunta un poco más lento y la mencionada no tarda en tartamudear con la mirada fija en nosotros, en los tres, en mí —. ¿Por qué no hablamos sobre lo ocurrido entre ustedes? Creo que este es un buen momento, ¿no? Así se aclara este malentendido — ¿qué rayos le pasa?
—Anthony... —intento liberarme aunque sé que es imposible. Mi bebé ya está comenzando a percibir que algo no va bien.
—Vamos, Babi, ¿por qué fue que Sarah te atacó? —mi corazón retumba con fuerza y sé que Babi siente lo mismo porque agacha la mirada nerviosa y luego da un paso hacia atrás con intensiones de irse.
—T-tú ya sabes...
—No, no lo sé. La versión que Sarah me dio es muy diferente, ¿verdad, Sarah? —me observa con intensidad a mí y yo trago saliva sin intenciones de comenzar una discusión —. Así que Babi... ¿Puedes repetir detalladamente lo que pasó ese día?
Babi nos observa fijamente a ambos y una extraña sensación se apodera de mi pecho cuando sus ojos se llenan de lágrimas. No sé si es que soy muy blanda, pero me da lástima. No soy buena haciéndole daño a las personas así ellas me hagan mucho daño a mí. No está en mi sangre ser cruel en un mundo tan arrebatador.
El silencio interrumpido por la música nos vuelve a invadir cuando ella se va. Es un silencio entre Anthony y yo porque sabemos la verdad y lo que sentimos al respecto. Sinceramente no sé qué sentir por ella después de esa escena, pero sé que él se siente traicionado por su amiga de la adolescencia. Está afectado.
No me siento feliz, tampoco mal, me siento confundida. Tal vez ella en serio está enamora de él y por eso hizo todo aquello. Sé que él la quiere, así que entiendo el por qué de su tristeza. Acaba de perder a una amiga y ella acaba de perder al hombre que quiere. Me siento dividida.
—Yo... —suspiro sin saber qué decir. Me siento muy triste porque el ambiente divertido que había antes, ya no existe en lo absoluto. Supongo que es mi turno cambiar sus sentimientos. Deslizo mis dedos por su mejilla sujetando a Anthony con un solo brazo. Él alza la mirada lentamente y me observa sin decir nada.
—Ma —mi bebé balbucea y ambos lo miramos esperando que haga o diga algo más. Él solo nos sonríe.
—Creo que tiene hambre —suspiro y busco a Álvaro con la mirada. Él tiene el bolso donde traje los biberones y las cosas de emergencia, -ya saben, toallas húmedas, pañales y ropa-.
—Yo lo busco —él pone su mano en mi pecho cuando doy el primer paso en su dirección. Frunzo el ceño y lo observo confundida. ¿En serio se pondrá así? Está siendo muy tonto —. No me mires así, tengo unas cosas que hablar con él—abro mucho los ojos pero antes de poderle decir algo él se aleja caminando hacia el grupo de nuestros amigos.
¿Los dejo hablar o los interrumpo? ¿Me quedo aquí como una estúpida o salvo la vida de uno de mis mejores amigos? ¿Qué hago pensando?
Corro hacia el lugar en donde lo vi por última vez y suspiro aliviada cuando me encuentro con la cara de Miley y Tiffany, ambas están riendo de los tiernos pasos de baile de Dael y no puedo evitar por un momento caer en un colapso de ternura. Ese niño es precioso.
—Me lo como —hago un puchero y aprieto a mi bebé entre mis brazos cuando Daniel carga a su hijo observándolo con adoración. Seguramente Dania se encuentra dando órdenes en la cocina, este es su momento y todo tiene que salir impecable.
¡Reacciona, pendeja! Ladeo la cabeza y busco con la mirada a Álvaro. No lo encuentro por ninguna parte y tampoco a Anthony, ¿ahora qué está pasando? Espero que no sea nada malo.
Tropiezo con algunas personas y no dudo en preguntarles a todos mis conocidos -incluso a las chicas muertas de amor por mi bebé-, si han visto a Soublette, pero ni ellas ni nadie me dicen nada. Al parecer se volvió invisible porque no puedo creer que ni una sola persona lo haya o los haya visto.
—Ma —el balbuceo de mi bebé me hace parar de golpe y agacho la mirada encontrándome con sus lindos ojitos. Tiene hambre y sé que si no le doy de comer pronto, se pondrá llorón.
—Lo siento, cariño, pero al parecer el encargado de las provisiones se esfumó —suspiro y camino hacia la salida con una leve esperanza de que estén afuera.
¿Y si se llevan mal? ¿Y si se pelean? ¿Y si crean un escándalo y Anthony me vuelve a gritar? ¿Y si...? Carajos, esto es demasiado desesperante.
Esquivo a un montón de personas y hago una mueca porque Cassy y Carlos ya no se encuentran en la entrada, hace rato los vi a ambos en el vestíbulo conversando con una pareja que lucía muy importante y no los quise interrumpir.
¿Ya dije que el lugar es hermoso? En serio, lo es. Si no tuviera a un bebé hambriento entre mis brazos y a un amigo en peligro, seguramente estaría babeando sobre los cuadros de pintores famosísimos que deben costar millones. Todo es absolutamente caro y exclusivo, lo que me da una punzada de orgullo porque mi diseño se adapta a la perfección con el resto del lugar. Simón también hizo un gran trabajo.
El frío del exterior me golpea con fuerza y respiro hondo inundando mis pulmones con aire limpio y fresco. Mi bebé se aprieta contra mí y esconde su pequeña cabecita en mi cuello jugando con algunos mechones sueltos de mi cabello. Los invitados se encuentran conversando –la mayoría adentro-, y el resto riendo bajo la luz de la luna. Se nota que son ricos, desde aquí puedo oler sus poderosos perfumes.
Un chico pasa por mi lado con una actitud nerviosa y ladeo la cabeza al ver que tiene una filipina como los que trabajan en la cocina. ¿Es un trabajador? ¿Qué hace en esta área? ¿Por qué parece estar en problemas o a punto de tenerlos? Intento ignorarlo con mucha dificultad pero no lo logro. Lo sigo con la mirada y ladeo la cabeza cuando una figura a la distancia se detiene frente a él aparentemente feliz. El chico no luce feliz, luce angustiado y sé por la forma en la que mueve sus manos que algo raro pasa.
— ¿Desea algo, señorita? —la voz de un hombre me saca de mis pensamientos y me giro hacia él notando que es un camarero. Observo lo que me está ofreciendo y alzo ligeramente mis hombros tomando una copa de champagne.
—Muchas gracias —él asiente cortés y sigue su camino atendiendo a otros invitados.
Tomo un sorbo del costosísimo líquido y paso una lengua por mis labios disfrutando el burbujeo. Vale, está muy rico y extrañaba esta sensación.
Mi bebé alza la mirada enseguida e intenta quitarme la copa con la curiosidad que lo caracteriza. Niego, obviamente, lo que lo hace molestarse y luego lloriquear porque tiene hambre y su sonadera favorita quedó en el bolso que tiene Álvaro.
Dos figuras salen del restaurante y suspiro aliviada al verlos a los dos ahí. Álvaro parece estar bien y Anthony no se ve molesto. No hay muertos. No hay pelea. No hay gritos.
Esto es la gloria.
—Hola de nuevo, preciosa —él deja un beso en mi mejilla y me observa divertido. Supongo que desde lejos se notaba mi cara de preocupación —. Hola, hijo —carga a mi bebé y este lo observa fijamente antes de sonreír cuando él le entrega su sonadera.
Respiro hondo cuando Anthony se detiene a mi lado y le sonrío agradecida porque no arruinó mi noche. No hizo un drama ni nada de eso. Supongo que me precipité al pensar mal de él, me dejé llevar por sus errores del pasado.
—Hola, fea —su saludo me hace rodar los ojos y luego de unos segundos sonrío cuando mi bebé le tiende sus bracitos con toda la confianza del mundo —. Hola, mocoso.
— ¿De qué hablaban? Los busqué por todos lados y no los encontré —refunfuño y ambos se encojen de hombros antes de adoptar esa postura masculina que significa, "son cosas que no se dicen".
—Fuimos a la oficina—Soublette responde sin más y yo respiro hondo cuando hace lo que ni en un millón de años me esperé que hiciera: le da el biberón a mi bebé.
El chino tiene los ojos ligeramente cerrados pero la mirada fija en la cara de Anthony. Éste último se encuentra cargándolo con un solo brazo y su atención está completamente dirigida a la carita de mi hijo. Ambos se están detallando.
Una voz masculina se escucha detrás de nosotros y no dudo en girarme encontrándome con el mismo chico de antes. Frunzo el ceño cuando el hombre que parece ser su amigo lo empuja y le grita algo que desde aquí no se entiende ni se escucha bien. El hombre se ve bastante molesto y sé por la expresión del chico que él se encuentra bastante aterrado.
Anthony asegura a mi bebé en sus brazos y les hace una señal a los hombres de seguridad que ya se encuentran alertas ante cualquier movimiento extraño del sujeto. No han detenido la situación porque el hombre aún no ha entrado al territorio de la fiesta, pero está hablando y discutiendo con un trabajador así que eso les da derechos de defender a su personal a toda costa.
—Por favor, Aran, vete a casa —el chico pide dando un paso atrás y yo tomo a Anthony por un brazo cuando da un paso al frente dispuesto a defender a su empleado. Sé que lo conoce y todo, pero el señor que está con el cocinero no luce para nada cuerdo y me volvería loca si algo le llega a pasar a Soublette.
—Tranquila, Sarah, solo voy a ver —Se separa un poco y mi bebé se acomoda entre mis brazos cuando me lo pasa con mucho cuidado. Ya se está durmiendo.
—No vayas solo —doy un paso al frente sin saber qué más hacer. Las escenas violentas nunca han sido lo mío, suelo tener ataques de pánico cuando una situación así se presenta —. Anthony...
El chico cae al suelo cuando el hombre lo empuja y reprimo un grito cuando Anthony corre hacia él intentando buscarlo. Entonces pasa: me paralizo.
No, no porque el hombre se detiene frente a Anthony ni mucho menos por lo mal que se encuentra mentalmente; es por su voz. La misma que me amenazó con matar a mi bebé y la misma que me habló con dureza mientras me quitaba todas mis pertenencias. Y no, no es eso lo que me hace abrir los ojos impresionada ni mucho menos dar pasos torpes hacia atrás mucho más confundida. Es porque de la persona que menos esperaba, sale el comentario que menos esperaba. Anthony logra detener el comportamiento violento del hombre cuando este murmura un apenas audible:
— ¿Hijo?
...
Falta poco para el siguiente, tengan paciencia y comenten mucho <3
Con mucho amor y un beso en la boca.
—Nepasavoir.
Puto el que lo lea.
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