Capítulo 25 - Experiencias

Capítulo dedicado a @belen321 <3

"Sabes yo creo que ella sigue y seguira enganchada de Simon, porque recordemos que ella misma quiso tener relaciones sexuales con el, yo creo que ella se hace la idea que le gustó tener "SEXO" con Javier, siendo que es muy distinto a "HACER EL AMOR" como lo hacia con Simón.

Además creo que por primera vez deseo con mis fuerzas que Tifanny deje de salir con Javier, porque Javier se siente mal con la situación además que terminaran peor ya que Tifanny sigue comparándolo, por lo que Tifanny debe aprender a quererse y confiar en si misma como lo intenta Simon en vez de salir en una relación que solo lo hace para usarlo (no quise sonar mal pero es verdad) 😔💔"

Sarah.


¿Han tenido alguna vez el sentimiento de no saber qué hacer con su vida? Yo antes no hacía la gran cosa, pero al menos era diseñadora y me sentía bien con mi estilo de vida. Ahora realmente no sé qué estoy haciendo con mi existencia porque nada me parece suficiente. Siento que podría estar haciendo miles de cosas pero hay algo que me frena. Hay muchas cosas que me frenan.

Me siento perdida y siento que estoy perdiendo mi tiempo. Siento que podría estar haciendo miles de cursos, o podría estar diseñando o podría estar haciendo miles de cosas pero no hago nada. ¿Diseño? Sí, pero solo tengo cuatro clientes en este momento y no tengo nada de inspiración para comenzar con sus pedidos. ¿El resto del día? Soy mamá. Cambio pañales, doy baños, doy de comer y consuelo. No hay nada más, me volví un ser increíblemente aburrido y predecible.

Claro, no es como si antes fuera muy interesante, pero ahora siento que no estoy aprendiendo nada. Antes salía, me divertía y conocía, pero ahora solo me quedo en mi casa viendo películas o series, siendo mamá y la mayor parte del tiempo abrazando a mis mejores amigas, (las almohadas).

Soy joven, tengo mucho por vivir, pero lo único que hago es pensar en vivir sin ponerlo en práctica. No estoy viviendo, solo estoy imaginando una vida.

—Ma —una manito se detiene en mi mejilla y agacho la mirada notando que mi bebé ya despertó de su siesta. Son las cinco de la tarde, estoy sola en mi casa y mi mente no ha dejado de formular una pregunta que creo que es necesaria en este punto crucial de mi existencia: ¿ahora qué haré?

No quiero ser mamá y ya. Mi hijo no tiene por qué frenar mi vida y mis intereses, yo sé que puedo ser muchas cosas y mamá. Yo sé que puedo lograr muchas cosas y ser la mejor mamá, pero ¿cuándo? ¿Cuándo él esté más grande? ¿Cuándo lo pueda llevar a una guardería? ¿Cuándo no me necesite? No, es mucho tiempo. Solo tengo veinticuatro años y estoy consumiéndome por un bebé de casi seis meses.

—Te amo, chino —dejo un beso en su frente y él suspira removiéndose en la cama —. Lograremos muchas cosas, ¿entiendes? Sé que seremos el mejor equipo del mundo —acaricio su cabello y arrugo la nariz al notar que ya está en proceso de evacuación.

Cambio su pañal y limpio su cuerpecito con varias toallas húmedas. Él solo me observa desde la cama sin decir nada y yo sonrío pensando que justo hoy hace un año, me enteré de que estaba embarazada de él. Es veintiocho de diciembre, no tengo dolores pero sí a un bebé observándome detenidamente desde la cama. Es una locura, la vida es increíblemente impredecible y extraña.

Le pongo una camiseta para que no esté solo en pañales y salgo con él a la sala notando que estamos solos. Sarahí comenzó a trabajar en un bar de noche y de día está yendo a clases de baile en la academia de Georgia, (la mejor amiga de mi mejor amiga) o como yo le digo: mi suplente.

Simón se metió a un gimnasio para practicar boxeo y supongo que Tiff está trabajando o algo así, nunca se sabe qué está haciendo esa mujer. ¿Sean? Con mi papá, ¿mi papá? En el parque. La razón por la que Anthony no está con ellos es porque en el momento en que se fueron él estaba dormido y no lo quise despertar. Y mi mamá... Bueno, mi mamá se encuentra en huelga con nosotros: mientras Seúl Bazan esté en esta casa, ella no se dignará a visitarnos.

Me acuesto en el sofá y siento a Anthony en el suelo aprovechando que ya tiene estabilidad. Hay una gran y larga alfombra de felpa que Simón y yo decidimos poner para nuestros hijos y eso lo hace cómodo y seguro para él. Dejo un par de sonaderas y juguetes y sonrío mientras lo veo jugar y chillar emocionado con todo. Es una preciosura.

Mi teléfono repica en una llamada y lo aprieto con fuerza al notar que es él de nuevo. Es un número extranjero y sé que es él porque ya lo tengo registrado para no confundirme. Ahí está de nuevo y no sé qué quiere lograr con eso, estoy cansada.

Lo apago sin siquiera rozar la idea de contestarle y muerdo mi labio inferior sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos.

¿Qué quiere? ¿Por qué llama y no habla? ¿Qué quiere lograr con esto? ¿Por qué siento que su presencia no nos traerá nada bueno?

Mi bebé balbucea desde el suelo pero yo no le presto atención, solo me giro y comienzo a llorar cansada de todo. De Dae-Hyun y su estúpida insistencia, de Anthony y su maldita desconfianza... Estoy cansada de ellos y de todo. Solo quisiera nunca haberlos conocido. Solo quisiera nunca haber cruzado la mirada con ellos.

Claro, si no existiera mi bebé.

Tomo mi teléfono y tecleo un rápido mensaje sin ganas de nada más que llorar y dormir. Si no fuera por mi bebé, me estuviera derrumbando, pero sé que debo mantenerme fuerte y surgir por él y por lo que deseo ser. Ya no quiero imaginar mi vida, ahora solo quiero vivirla.

Termino de botar las últimas lágrimas y le sonrío a mi bebé para que vea que fue tristeza momentánea. Él me observa fijamente y cuando termina de sacar sus conclusiones, sigue jugando ignorando al resto del mundo.


Sarah, 05:58 pm.

Te necesito.


Envío el mensaje después de pensarlo por varios minutos y respiro hondo apagando de nuevo el teléfono. Ya no me interesa nada que tenga que ver con él, ahora solo tengo que continuar con mi vida porque según la sociedad, a las mamás no se les permite tener momentos de tristeza.

...

Tiffany.


— ¡Con más fuerza! —Jorge sigue dando instrucciones con su voz potente y yo dejo de golpear la pera de boxeo intentando calmar mi agitada respiración.

Lo está haciendo mal. Simón apenas está aprendiendo y si sigue dando golpes de esa manera se puede lesionar la mano. Él no es un buen entrenador, lo está forzando mucho.

Me acerco a mi banco y tomo un buen trago de agua sin despegar mi mirada de ellos. ¿Lo peor? No soy la única. Varias chicas están embobadas viendo al papá de mi hijo porque ¡sorpresa! La camiseta blanca que se puso para entrenar ya no ocultaba nada debido al sudor y se la tuvo que quitar. Él está sin camisa y mis compañeras de gimnasio están babeando por él.

Dejo el frasco en el banco y pongo mis manos en mi cintura observando con más atención sus movimientos. Está muy tenso, se tiene que relajar o algo podría salir mal. No está teniendo control sobre sus golpes, está siendo muy brusco. No puede ser rápido si no tiene precisión, no está haciendo nada bien.

Vale, hasta aquí llego.

—Jorge, yo lo entreno —aclaro mi garganta y me detengo a su lado con una actitud seria. Él frunce el ceño porque es obvio: no está acostumbrado a que le quiten a sus crías.

Entreno desde niña, por lo tanto soy boxeadora profesional y me encargo de enseñarle a los novatos y al resto de mis aprendices. Doy clases privadas de defensa personal y también gano muy bien por ello, pero desde que tuve a Sean no he vuelto a entrenar a más personas. No tengo ni el tiempo, ni las ganas, así que por eso mismo Jorge se encuentra tan confundido.

—Pero él ya me pagó... —frunce el ceño y yo niego sabiendo la situación.

—No te preocupes por el dinero, yo lo repongo —intenta replicar pero mi mirada para nada amistosa lo hace cambiar de idea. Asiente y se va sin más después de despedirse, extrañado, de Simón.

Mi ex deja de golpear el saco y se gira buscándolo con la mirada. Él ya no está, por lo tanto abre mucho los ojos cuando se encuentra con mi cara y rápidamente busca su toalla intentando secar el sudor de su cuerpo.

—Tiff, ¿qué haces aquí...?

—Toma tres tragos de agua y ponte una camisa —él me observa extrañado y yo lo recorro con la mirada antes de negar desaprobatoriamente —. Su técnica da asco.

Lo último lo susurro porque no me dirijo a Simón sino a Jorge. Cualquier novato se pudo haber fracturado la muñeca sin saberlo, Simón tiene la suerte de haber aprendido algunas cosas conmigo anteriormente.

Perdí la apuesta. No es nada nuevo, pero como me negué a darle un beso tuve que aceptar que se metiera en el gimnasio y he aquí. No me parece una buena idea ahora que pienso en Javier pero no puedo hacer nada. No quiero que el papá de mi hijo salga lastimado y no soporto que parezca una presa en medio de tantos buitres con hambre. Ya he escuchado a algunas chicas comentar sobre lo bueno que está el "nuevo" y sus intenciones de invitarlo a salir y no estoy dispuesta a aguantar eso. No son celos, solo lo quiero proteger.

— ¿Vamos de nuevo al saco o...? —niego y señalo la cuerda de saltar con mi dedo.

El primer error de un entrenador es tratar a sus aprendices como tontos. Sí, son molestos porque a veces pareciera que tienen la torpeza en la sangre, pero si se ponen a usar las neuronas, notarían que los niños son los primeros en aprender las cosas por la facilidad que tienen de tomarse todo como un juego. Ellos no verán un idioma como un obstáculo porque a ellos todo les resulta interesante, así también es con los adultos. Si les pones algo fácil, verán el resto como pan comido. ¿Error? Error, pero es mejor ayudarlos desde la ignorancia y no desde la pereza.

— ¿En serio, Tiff? —Simón frunce el ceño y yo me cruzo de brazos esperando que comience.

—Diez minutos —observo mi reloj y él suspira comenzando a saltar la cuerda con rapidez —. Tus pies no están coordinados. A la hora de golpear o atacar, tienes que tener el control sobre tu cuerpo. Lo más difícil de controlar son los pies. La adrenalina solo te hace huir o atacar, pero si no estás lo suficientemente seguro dudarás y caerás en cuestión de segundos, por eso debes estar al tanto de cada extremidad de tu cuerpo. Tus pies te salvarán muchas veces, tienes que tener mucho cuidado con ellos porque aunque parezcan inútiles sobre un ring de boxeo, los únicos que te podrán hacer dar un paso hacia atrás, hacia adelante o hacia un lado, serán ellos.

Él jadea sin dejar de saltar y noto por sus músculos lo tenso que está. Se esforzó mucho en el inicio y ahora no tiene fuerzas para seguir.

— ¿Lo notas? Estás forzando de más tus músculos superiores, pareces una máquina de coser —me trago mi sonrisa y recorro su cuerpo una vez más pensando en la poca resistencia que tiene para esto.

— ¿Y qué...? ¿Qué sugieres? —jadea y comienza a saltar tropezándose cada dos segundos.

—Deja de forzar tanto los brazos, se supone que estás ejercitando tus piernas —asiento lentamente cuando comienza a saltar con un solo pie y luego sigue con el otro en cuestión de segundos —. No tienes mucho equilibrio.

— ¿Puedo parar? —pide a punto de desmayarse y niego sabiendo que puede aguantar un poco más.

—Tenemos que trabajar en tu resistencia, apestas —observo mi reloj y alzo una mano dándole permiso para descansar. Inmediatamente cae agotado y apoya sus manos en sus rodillas respirando agitadamente. El sudor baja como cascada por su cuerpo y sus músculos tiemblan por estar tanto tiempo bajo presión. En conclusión: no aguanta nada.

— ¿Al menos tengo algo bueno? —su pregunta irónica me hace pensar un montón de respuestas y niego después de varios minutos notando su mirada sobre mí.

—Sí, a mí —suelto sin pensar mis palabras y proceso una y otra vez mi respuesta notando mi error. Se escuchó muy feo.

Él solo me sonríe y ladea la cabeza observándome detenidamente. Decido que eso es mucho y me largo a los vestidores femeninos dándome un buen baño y pensando una y otra vez las posibilidades de que entrenarlo sea una locura.

¿Y si Javier se molesta? No lo culparía, paso demasiado tiempo con mi ex y ahora mis horas con él se alargaron mucho más.

¿Y si Simón se confunde o algo por el estilo? No lo creo, me encargaré de dejarle todo claro para que no piense cosas que no son.

¿Y si hago algo como lo que hice en Torrance? Es muy poco probable, digo, esa noche estaba bajo los efectos del alcohol y estaba muy confundida...

Estoy con Javier y me conozco. No le seré infiel porque mis principios no me lo permitirían. Todo estará bien. No engañaré a mi novio con mi ex y no le daré falsas esperanzas al último. Yo puedo separar mi vida laboral de mi vida personal porque soy una persona madura que sabe diferenciar esto. Todo estará bien, solo debo dejar de ver a Simón como una persona capaz de volverme loca. Él solo es el papá de mi hijo.

Seco mi cabello con una toalla y frunzo el ceño cuando el dueño de mis pensamientos entra ya bañado y cambiado para salir. ¿Qué hace aquí? ¿Se supone que no iremos juntos?

— ¿Qué haces aquí? —me echo hacia un lado cuando se sienta y ladeo la cabeza sin dejar de secar mi húmedo cabello.

—Compré esto —lo primero que observo es un pequeño palito entre sus dedos. Después de enfocar mejor mi vista, me doy cuenta de que se trata de un porro —. No me atrevo a hacerlo solo.

— ¿Y qué quieres que haga yo? —alzo una ceja y él agacha la mirada sin dejar de observar su nueva adquisición.

—Me contaste una vez que lo hiciste y me preguntaba si querías hacerlo conmigo, ya sabes... —se encoje de hombros y observo de nuevo el porro sin saber qué decir —. No quiero que lo pruebes, solo que me cuides mientras lo hago. No quiero fumarlo en la casa porque allá están los bebés, así que este lugar me parece la mejor opción, ¿me ayudas?

—Ni en sueños —niego y me levanto buscando mis cosas —. Aquí no, vamos a mi casa —él sonríe y se levanta enseguida siguiéndome con rapidez.

Vivo en un pent-house o bueno, vivía. Desde que nació Sean duermo en casa de Simón y sería tonto decir que no considero un hogar ese lugar. Tengo este piso de adorno porque prácticamente ya ni lo visito, pero en este exacto momento parece el lugar más apropiado y seguro y si no fuera porque estoy más preocupada por los pensamientos de Simón, le haría caso a la vocecita en mi mente que grita ¡esto no le va a gusta a Javier! Una y otra vez.

Enciendo las luces y busco un vaso de agua intentando disimular los nervios que estoy sintiendo. La última vez que estuvimos aquí creo que fue cuando hicimos a Sean y, si mal no recuerdo, cuando borracho él me dijo que me pediría matrimonio. Supongo que solo estaba delirando por el alcohol.

— ¿Por qué lo quieres hacer? —me siento a su lado y lo observo detenidamente esperando una respuesta tonta. Grave error.

—Nunca lo he hecho. Te dije que quería hacer cosas no vividas y no lo dije bromeando. Ya estoy en boxeo, me metí en clases de repostería, tuve un hijo con la mujer que amo y me fumaré un porro. Tengo que cumplir con cada cosa en mi lista —se encoje de hombros y trago grueso intentando disimular mi sonrojo.

—No quiero que lo hagas solo —la angustia habla por mí y tomo su mano antes de que se lo lleve a la boca —. Fumaré contigo para que veas cómo se hace, ¿vale? No te desesperes si no sientes nada de inmediato, con el tiempo las sensaciones irán aumentando.

Le doy una larga calada y boto el humo disfrutando la vieja y conocida sensación. No lo puedo creer, me siento como una delincuente. Simón me imita y yo sonrío cuando bota el humo haciendo trucos que solo le vi hacer con el cigarrillo. Odio que fume, pero me entretenía viendo como hacía formas con el humo.

Lo bueno de esto es que mi bebé ya está comiendo sólidos y podré desintoxicarme antes de amamantarlo de nuevo.

Nos compartimos las siguientes caladas de la forma más justa posible y cuando menos me doy cuenta ya estoy riendo escandalosamente porque su voz se escucha más chillona y aguda.

—Tienes los ojos grandes —él toca mi cara y yo sonrío acercándome más a su rostro. Es tarde y deberíamos estar en casa, pero no me quiero ir, tenía mucho tiempo sin divertirme y sentirme tan relajada —. Te amo.

—Y yo tengo hambre... —rozo nuestra narices y dejo un beso en su mejilla sintiendo sus manos acariciar mi espalda —. También te amo, Simón.

—Y me dejaste por tu novio —comienza a reír y yo lo sigo segundos después sin poder contenerme —. Me dejaste por él... Por... Me dejaste...

—Te dejé estando embarazada —comienzo a reír y él me sigue murmurando que ya no puede mover la boca. Exploto en risas y cruzo mis brazos en su cuello observándolo como si fuera lo mejor del mundo —. Te dejé pensando que no merecías una novia que no creyera en ti...

La habitación comienza a dar vueltas y chillo apretándome con fuerza a Simón. Nos vamos a caer del sofá si lo suelto y no puedo dejar de reír porque la sensación de adrenalina es muy fuerte. La habitación literalmente da vueltas, no soy yo, es la habitación. El sofá nos mantiene pero si nos caemos daremos vueltas como locos.

— ¡No me sueltes! —aprieto mis ojos con fuerza y caigo sobre él con mis piernas a los lado de su cuerpo.

Escucho el repique de un teléfono a lo lejos pero el sonido parece una bomba a punto de estallar. Escondo mi cara en su cuello y ambos reímos y pegamos un grito esperando abrazados la explosión.

...

—Tiff —unos toques en mi hombro seguidos de una caricia me despiertan y poco a poco subo la mirada encontrándome con la bonita cara de Simón. Estoy acostada sobre él y realmente tenía mucho tiempo sin sentirme tan... No sé cómo me siento.

— ¿Qué hora es? —me sorprende notar lo cerca que estamos y me sorprende aún más notar que no me incomoda ni nerviosa. Me siento increíblemente relajada.

—No lo sé, pero ya es de noche —él señala la ventana y asiento observando el cielo —. Sean...

—Sí, tenemos que ir con él —me levanto al mismo tiempo que sus manos se detienen sobre mis piernas y caigo con fuerza quedando de nuevo sobre su pecho —. Simón, ¿qué...?

—Déjame disfrutar un rato más —sus brazos se cruzan en mi espalda apretándome más y yo me separo con dificultad quedando a milímetros de su boca.

—No dañes esto, por favor —lo observo fijamente a los ojos y él parece notar mi seriedad porque me termina soltando después de una gran exhalación, entonces lo detallo. Sus labios están rojos y no, no un rojo natural, es un rojo de labial. Yo tengo labial. Es el mismo tono. Nos besamos.

¿Nos besamos?

Oh, Dios, no. Por favor, no.

No, no, no. Javier...

—Tiff, ¿pasa algo? —él me observa con confusión y yo niego buscando con rapidez mis zapatos.

¿Cuándo me quité los zapatos? Y mi camisa, Dios, mi camisa está desabotonada y Simón no tiene camisa. ¿Qué hicimos?

Me paso las manos por el cabello intentando recordar lo que pasó después de que comimos palomitas. No había nada más en la despensa que unas palomitas instantáneas.

¿Qué hicimos? ¿Engañé a Javier? ¡Javier!

Busco mi teléfono con rapidez y cubro mi cara al notar que tengo muchas llamadas perdidas de él, de Sarah y de Miley. Seguramente todos están preocupados y Dios, ¡yo estaba drogándome con mi ex!

—Son las dos de la mañana —comunico y cubro mi cara con ganas de llorar. ¿Por qué tengo que arruinar todo siempre?

Le prometí a Dania que no le haría daño a su primo y aquí estoy. Lo cagué todo y no sé realmente qué fue lo que pasó.

Nos besamos, eso está claro. También nos toqueteamos y por la forma en la que estaba antes mi sostén, sé que sus manos disfrutaron bastante la libertad. ¿Y las mías? ¿Qué hicieron mis manos? ¿Por qué no tiene camisa? ¿Por qué tiene una obvia erección?

—Tiff, no te pongas así —Simón se sienta a mi lado y me abraza intentando consolarme. Error, eso me hace sentir aún peor porque se supone que tu ex no te debe consolar en tus desgracias.

—Soy una infiel... —lloro sin contenerme y él niega abrazándome con más fuerza —. No sirvo... Le fallé a Javier... Dania...

—No eres una infiel, ¿vale? No hicimos nada —niego y señalo su boca. Es obvio lo que ocurrió aquí y me siento destrozada por lo que pueda pasar.

No quiero lastimar a más nadie, solo quiero que todos estemos bien...

—Escucha, no hicimos nada —sus manos se detienen en mis mejillas y su fuerte agarre me obliga a verlo a los ojos —. Aquí no pasó nada, esto no significa nada. No le fuiste infiel a Javier y no le fallaste a Dania. Todo estará bien, ¿vale? Solo me acompañaste, tú no hiciste nada malo —respiro escandalosamente y asiento lentamente calmándome poco a poco.

—Si Javier se entera yo...

—No le diremos nada. Tú di que te quedaste en tu pent-house porque necesitabas estar sola y yo no tengo por qué darle explicaciones —acaricia delicadamente mi espalda y yo asiento aclarando mis pensamientos. En esto se basaba nuestra relación antes, yo era la eufórica y él el pacífico.

Claro que algunas veces cambiábamos y él se ponía como loco y yo lo tenía que tranquilizar, pero la cuestión es que nos complementábamos. Me hace falta contar con su apoyo.

—Mejor vámonos —murmuro sin intenciones de pensar más en el pasado y él asiente saliendo de su trance momentáneo.

Aún estoy algo aturdida pero ya no veo todo en cámara lenta como antes. Tenía años sin consumir nada y estoy cien por ciento segura de que así será por un buen tiempo. Definitivamente fumar porros no es lo mío. No soy buena para esto.

— ¿Te gustó? —Le pregunto a Simón cuando estamos dentro del auto y ladeo la cabeza al notar que está viendo algo en su teléfono —. ¿Simón?

—Te diría que sí, pero me sentí tan feliz por un momento que no me gustaría repetir la experiencia —frunce el ceño y guarda su teléfono observando por la ventana.

— ¿Por qué no? —insisto, aunque sé que su silencio significa que no quiere hablar del tema.

—Fue falso, Tiff. La felicidad y todo lo demás... Todo eso fue falso. Estuve bien por un momento pero ya no. No quiero repetir algo que solo fue una simple ilusión.

...

Sarah.


A mí no me engañan. Acá hubo sexo.

Observo detenidamente a Tiffany y a Simón cuando se sientan en el sofá hablando con su bebé. Se ven relajados, pero aunque no salí de la habitación, escuché cuando llegaron juntos en la madrugada y saqué mis propias conclusiones. Ellos follaron y por la cara de Sarahí creo que no soy la única que lo sospecha. Aquí hay gato encerrado.

—Bueno, iré al centro comercial a comprar el vestido que te dije —Tiff termina de desayunar y se levanta con rapidez sonriéndome amistosa —. ¿Vienes conmigo? Tú tampoco has comprado nada para el treinta y uno —le devuelvo la sonrisa y niego masticando lo que queda de mis cereales.

—Iré con Sarahí mañana, no te preocupes —ella asiente y se despide de todos dejando un gran beso en la mejilla de Sean.

Entrecierro mis ojos hacia Simón y sonrío un poco al notar su mirada embobada. Está enamoradísimo y algo me dice que jamás dejará de estarlo, eso me pone un poco triste. Si Tiffany no se separa de Javier y hace su vida con él, ¿qué será de mi hermano? No digo que para ser feliz se necesita una pareja porque amaría con todo mí ser que fuese feliz solo, pero no quiero que viva con la esperanza de que algún día Tiff volverá con él. No es sano.

— ¡Voy! —Sarahí me pasa a mi bebé cuando alguien toca la puerta y corre a abrir esta con la mejor sonrisa del mundo. Está muy rara desde esta mañana y sinceramente no comprendo para nada su comportamiento —. Ah, eres tú —su entusiasmo desaparece y alzo la mirada cuando la fuerte presencia masculina entra sin contestar. Anthony.

Me levanto como un rayo y trago grueso sin saber qué decir o hacer. ¿Qué hace aquí? ¿Por qué vino? ¿Qué es lo que quiere ahora?

Intento irme sin intenciones de siquiera dirigirle la palabra pero el bebé entre mis brazos no reacciona de la misma manera. Bebé Anthony chilla y le tiende sus bracitos con una gran sonrisa. Traicionero.

—Hola, chicos —él elimina el silencio incómodo y yo clavo mi mirada en el suelo sin intenciones de confrontarlo, no más.

—Hey —Simón le sonríe sin ningún rencor. Él no sabe nada de lo que pasó en Torrance.

—Los vengo a invitar a la inauguración de la nueva imagen del restaurante, es el cinco de enero y ustedes son parte del equipo responsable de esto —sonríe con labios apretados y mi cuerpo se tensa cuando se acerca cargando a mi desesperado e inquieto bebé.

¿Qué les pasa? ¿Desde que cuando se tratan entre ellos? ¿Desde cuándo se llevan bien? ¿Por qué Anthony se deja tocar el cabello por Anthony?

—Hola, mocoso —Soublette le sonríe y mi bebé tiende sus bracitos tocando con toda la confianza su cara. Entonces me digno a detallarlo. Se ve cansado, tiene unas profundas ojeras y una barba incipiente me deja claro que no ha estado cuidando mucho su imagen personal. No se ve mal, de hecho, se ve muy guapo, pero sé que algo le pasa porque no tiene el tan conocido brillo divertido en sus ojos.

Despego mi mirada de su cara y sin pensarlo dos veces le quito a mi bebé de sus brazos ganándome un lloriqueo de Anthony. Lo muevo de un lado a otro para que se le pase la rabieta y me quedo de pie junto a la cara de casi todos mis dibujos y sueños. Digamos que son mitad y mitad, mi bebé y él son mi inspiración y mis únicos modelos irreemplazables a la hora de dibujar.

—Sarah, yo quería decirte que...

— ¡Yo voy! —Sarahí interrumpe su discurso y abre la puerta pegando un chillón y molesto gritito de emoción.

Mi corazón late con fuerza al escuchar esa voz tan conocida y camino con rapidez y sin creerlo hasta la entrada.

Y ahí está de pie: el chico que me desfloró, el chico que fue mi primera ilusión y el "padre" postizo de mi hijo.

—Álvaro... —mis ojos se llenan de lágrimas y no dudo en abrazarlo apretujando a mi incómodo bebé.

—Leí que me necesitabas, Sisy.  

...

Buenas noches:)

¿Les gustó el capítulo?

¿Qué opinan de Simón y Tiff?

¿Qué opinan sobre Sarah?

Prepárate Anthony Soublette porque Amparo se vino con todaaass

Con mucho amor y un beso en la boca. 

—Nepasavoir. 






















Puto el que lo lea. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top