Capítulo 17 - Cenas

Capítulo dedicado a todos los que son sinceros consigo mismos.

Sarah.


— ¿Qué haces aquí? —abro mucho los ojos y me acerco por completo a mi mitad de Florida.

Verla, oírla y sentir sus brazos rodearme confirman aún más su presencia. No me lo creo del todo porque una parte de mí aún cree que estoy soñando, pero no. Sarahí está aquí. Conmigo. Frente a mí.

—Cuando te fuiste solo fue cuestión de estar sola para entender que lo único que me tenía retenida allá eras tú —se encoge de hombros —. No tengo a más nadie conmigo, Sisy. Tengo a mis tíos, a mi mamá que no me habla y a los chicos, pero de resto... No tengo realmente nada que me retenga. Creo que necesitaba un cambio de aires y realmente Los Ángeles no están tan mal. Pensé que haría más frío.

La vuelvo a abrazar con fuerza y dejo varios besos en su cara sin dejar de reír porque mi bebé se encuentra chillando por la incómoda posición en la que está.

— ¡Mi coreanito! —Sarahí se separa de mí y carga a Anthony con su brazo libre, (en el otro tiene a Sean) —. No lo puedo creer, Sean es la cagada de Simón.

— ¡Hey! —Tiffany hace acto de presencia y yo le sonrío cuando se sienta en el sofá secando su cabello con una toalla. Seguramente se estaba duchando.

—Niégalo —mi prima ríe y le entrega a su bebé dándole toda su atención a mi hijo.

El resto de la noche es bastante entretenido. Ayudo a Sarahí a desempacar en la habitación de invitados, hablamos, nos actualizamos sobre absolutamente todo, planeamos futuras actividades y vemos varias películas cuando mi bebé se queda dormido muy cómodamente sobre mi pecho.

— ¿Cómo está él? —me pregunta señalándolo con la mirada y yo sonrío acariciando con lentitud su suave y largo cabello.

—Me sorprende lo inteligente que es, ¿sabes? Me sorprende lo mucho que sabe percibir cuando algo no va bien, él es sinceramente muy... Intuitivo, me asusta —río y acaricio su mejilla levantándome con cuidado para no despertarlo.

— ¿Y cómo te sientes con respecto al Anthony mayor? —trago grueso y acuesto con delicadeza a mi bebé en su cuna antes de girarme sonriendo forzada.

— ¿Qué te puedo decir? Es raro. Ya no me mira o habla con odio pero nuestra relación no ha cambiado. Él simplemente no quiere dar su brazo a torcer, está dolido y no quiero presionarlo. No quiero... —enfrentarme de nuevo a su rechazo. Lo pienso, pero no lo digo.

Sarahí solo sonríe y asiente como entendiendo. Me entiende, lo sé. Lo que más me gusta de ella es sentir que no tengo que dar explicaciones extensas para que me entienda. Es demasiado empática y rápida para captar las cosas.

—Acompáñame mañana, tengo que salir a hacer muchas diligencias —ella asiente antes de salir de mi habitación en busca de la suya.

"No pude elegir a su padre, pero elegí el nombre del hombre que quiero que algún día llegue a ser. Quiero educarlo para que sea un hombre como tú. Amo a Anthony Soublette y amo a Seung Anthony. No hay más explicaciones".

Suspiro y cubro mi cara con mis manos pensando una y otra vez en cada palabra que le dije.

Lo toqué, le hablé, lo miré. Hice todo y también le dije todo, pero ahora solo hay una pregunta que no deja de rondar por mi cabeza.

¿Él también me ama a mí?


(Días después)

—Hola, Sarah, ¿puedo pasar? —Javier me sonríe con amabilidad y yo entrecierro mis ojos antes de asentir abriendo la puerta.

No me cae mal ni nada, pero es el antagonista de la historia de mi hermano y no puedo ser amiga cercana de él. Por respeto al dolor de mi hermano no puedo aceptarlo tan abiertamente, yo sé lo que significa su presencia en esta casa.

— ¿Quieres algo de beber? Tenemos jugo, agua y lácteos... —él me indica que quiere agua y yo asiento caminando con rapidez hacia la cocina.

Tiffany está con Sean, Simón está en mi habitación con mi bebé y Sarahí terminando de arreglarse para nuestra salida. Yo soy la única que está en la sala y sinceramente me siento muy incómoda porque no sé qué decirle para que deje de ver al suelo como si fuera lo más interesante del mundo.

— ¿Cuándo sales de viaje? —pregunto cortando el silencio y él me sonríe antes de dejar el vaso de vidrio vacío sobre la mesita.

—En dos días, hoy será mi cita-despedida con Tiff hasta dentro de dos semanas —asiento lentamente y despego mi mirada de su cara sin poder evitar pensar que es guapo. Y no, no lo digo de una manera morbosa ni nada, solo que acepto que Tiffany tiene muy buen gusto. Mi hermano, aunque es horrible para mí, es muy atractivo y precioso. Y lo tiene que ser, es mi mellizo.

— ¿En serio te gusta? —entorno mis ojos hacia él y ladeo la cabeza confundida cuando me sonríe como si se estuviera divirtiendo con mi expresión.

—Sí, en serio me interesa —asiente y ambos dejamos de hablar cuando una voz femenina nos interrumpe con tan solo su presencia.

— ¡Voilà! —Sarahí extiende sus manos y posa capturando nuestra completa atención con su floreado y sencillo vestido que le luce precioso.

—Oh, los presento —sonrío cuando ambos desconocidos se miran el uno al otro como si fueran extraterrestres —. Javier, ella es Sarahí, mi prima. Sarahí, él es Javier, el...

—... Hombre más hermoso que han visto mis ojos —mi prima no me deja terminar cuando da tres pasos hacia él y toma su cara entre sus manos estampando sus labios con los suyos en un alargado y pequeño beso nada inocente.

Abro mucho mis ojos y cubro mi boca cuando Tiffany entra a la sala seguida de Simón. Ambos tienen a un bebé en brazos y poseen la misma expresión de perplejidad que yo.

¿Qué carajos está pasando?

— ¡Sarahí! ¡Él es el novio de Tiffany! —grito jalándola por el cabello y mi prima sube las manos cubriendo su boca al instante.

— ¡Mierda! ¡¿En serio?! —Tiffany asiente lentamente dando pasos hacia el que es su novio o cita, lo que sea —. Lo siento mucho, Tiffany, no lo sabía. No me acercaré más, ni lo miraré, en serio, no lo sabía. Qué vergüenza contigo y contigo —observa a Javier y este niega antes de tocar sus labios con la punta de sus dedos.

La cara de ambos está tan rojita que me sorprende, pero lo que más me sorprende es ver lo calmada que está Tiff. No digo que lo correcto sea explotar ni nada de eso, pero si fuera Simón, ella ya los hubiera arrastrado a ambos por toda la sala. Me alegra que esté comenzando a confiar.

—Bueno, ni creas que te besaré así —Tiffany lo señala con su dedo y saca una toalla húmeda de bebé pasándosela por los labios —. No te ofendas, Sarahí, pero me gusta la exclusividad.

—Te entiendo —mi prima sonríe nerviosa y baja la mirada jugando con los dedos de sus manos.

Mi hermano agacha la mirada cuando su ex besa a su nuevo novio y yo aprieto su mano intentando darle fuerzas para que no caiga tan rápido. Esto le duele y lo sé, pero no es el fin de su vida. Él debe continuar.

—Hola, Sean —Javier carga a mi sobrino y lo hace reír alzándolo sin cuidado en el aire.

Todos nos despedimos y no dudo en dejar un beso en la mejilla de Simón murmurándole que todo estará bien.

Durante todo el camino no puedo evitar reír por la cara de Sarahí. Tiene dos dedos sobre sus labios y está completamente callada y desconcentrada. La entiendo. Sarahí es el tipo de chicas que nunca se calla nada. Si alguien le gusta, ella va y se lo dice. No se anda con rodeos ni niñerías, ella es muy directa con respecto a sus sentimientos. Javier le gustó, pero conociéndola bien no se acercará más a él. Su lema es "sé tan sincera y fiel con los demás, como lo eres contigo misma". Ella jamás se involucraría con un hombre comprometido.

Lo que pasó en Florida fue un paréntesis. Su estilo de vida se bloquea cuando se trata de mi tía. Mi tía es su debilidad y su opresión, Sarahí es capaz de renunciar a sus sueños con tal de seguir los de mi tía. Bueno, eso era antes, creo que ya no.

—No puedo creer que Álvaro ya no esté —hago un puchero y me detengo frente a un semáforo. Hoy usaré el auto de Simón porque ni loca vuelvo a salir desprotegida. La experiencia que viví es algo que no quiero volver a repetir, quedé traumatizada.

—Ni yo —suspira y saca la cabeza por la ventana dejando que el viento mueva con frenesí su cabello.

Tarareo la canción y muevo mis dedos en el volante viendo por acto reflejo el retrovisor. Anthony no está. Lo dejé con Simón y estoy que me muero porque odio salir sin él. Soy una mamá intensa, lo sé, pero ya me acostumbré a ser solo yo con mi hijo y tener tanta ayuda me está abrumando.

—Tengo que buscar un empleo y... —Sarahí deja de hablar y señala la pantalla de su teléfono leyendo meticulosamente cada palabra —. ¿Taylor tiene una academia de modelaje?

—Síp, es nueva —suspiro recordando la cara de emoción de mi mejor amigo.

Está ultra mega emocionadísimo con los resultados que está teniendo y lo entiendo. Todo está yendo demasiado bien con su proyecto y si no fuera porque no estoy para nada interesada en el mundo del modelaje, me uniría. Sé que su academia le abrirá las puertas a cientos de jóvenes con sueños similares.

—Quiero ver a Taylor, seguramente no me reconocerá —mi prima arruga la nariz y yo río porque la última vez que Taylor la vio teníamos quince años y Sarahí no estaba en sus mejores momentos.

—También tienes que conocer a Miley y a sus hijas, son unas ternuras —le enseño la foto de mis sobrinas y asiento cuando chilla diciendo que son preciosas y parecen unas muñequitas.

— ¿Cómo es que Daniel está tan bueno? Dios mío, yo aún no supero a ese hombre —ella muerde su labio inferior y niego al ver que está revisando su instagram.

La cosa con nosotras siempre fue que cuando conocimos a los hermanos de Taylor, inmediatamente dejamos de pensar que mi amigo era el hombre más hermoso. Sí, Taylor es bellísimo, pero sus hermanos también lo son y para nuestros ojos fue un deleite escogerlos desde jóvenes. A Sarahí le fascinó Daniel, él fue su amor platónico por mucho tiempo hasta que conoció a Dania y se dio cuenta del enamoramiento que había entre ellos dos. A mí me mató David. Aún pequeña tenía mis gustos culposos por los mayores y David me encantó desde un inicio.

Obviamente él nunca me hizo caso, para él era muy pequeña y solo me vio como una hermanita menor. Poco a poco dejé de verlo como un inalcanzable hombre de ensueños y puse los pies sobre la tierra. Es David Crild, el hermano mayor de mi mejor amigo y ahora esposo de mi mejor amiga. No puedo estar más feliz por ellos. Se merecen y sé que no pudieron encontrar mejores parejas para ambos.

—No inventes, ¿estos son los gemelos? —Sarahí me enseña una foto de los menores y yo asiento riendo por su cara —. ¿Estos niños qué comen? Están grandísimos.

—Tienes que ver a Venus —me detengo frente a la casa de Anthony y trago saliva apretando el volante entre mis manos. Hoy es el día de acción de gracias y, por lo tanto, la cena con la familia de Anthony.

Decidí no traer a mi bebé porque si algo ocurre, (ya sea un encontronazo con Soublette o un incidente con otra persona), yo lloraré y no quiero que Seung presencie eso. Traje a Sarahí, que es casi lo mismo solo que versión femenina y un poco menos llorona.

—Buenas —sonrío apenas abren la puerta y trago grueso cuando me encuentro con la cara seria de Carlos, (papá de Anthony).

— ¿Y el mocoso? —pregunta observando detrás de mí y yo niego rascando con nerviosismo mi hombro.

—No vino, pero traje a mi prima —humedezco mis labios y él suspira dándonos espacio para entrar.

Huele delicioso y no lo digo en broma. En serio huele riquísimo y apenas pongo un pie dentro de la casa todos los aromas se unen creando una combinación fantástica.

Yo sabía que el papá de Anthony era chef, pero nunca había probado ninguno de sus platos y ahora me arrepiento.

Mi boca se hace agua apenas me imagino el sabor de todos esos deliciosos aromas y creo volar en una nube cuando veo varios platillos servidos sobre la mesa. Luce elegante, precioso y sobre todo: exquisito.

—Traje pastel de calabaza.

— ¡Sarah! —Cassy me abraza con una enorme sonrisa y se presenta ante mi prima disimulando su desilusión cuando le digo que no traje a mi bebé. La entiendo, ella quería ver a Anthony pero por el bien de mi corazoncito lo más conveniente será mantener a los Anthonys alejados lo más posible.

—Señor, ¿usted cocinó todo esto? —Sarahí comienza a hablar con Carlos como si lo conociera de toda la vida y él asiente siguiéndole la plática segundos después. Hacen un contraste increíble pero por suerte sus personalidades no chocan. Se agradan.

— ¿Cómo has estado estos días? No sabes lo mucho que le he preguntado a Anthony por ti, pero siempre me dice que no sabe nada... —sonrío forzada y juego con un mechón de mi cabello sin saber qué responder.

—Bueno, es que él y yo no quedamos en los mejores términos. No somos amigos, Cassy, solo somos... Conocidos.

Ella abre la boca para responder pero la vuelve a cerrar cuando la puerta se abre dejando ver la figura del dueño de nuestra conversación. Y más que eso, no está solo.

Una chica con el cabello blanco entra tímidamente y yo trago saliva cuando sus ojos color gris se encuentran con los míos. Un destello de algo extraño recorre su mirada pero ella rápidamente la baja y murmura tímidamente que se llama Babi y es un placer estar aquí.

Los ojos de Anthony se encuentran con los míos y sé por su cara de confusión que esperaba ver a mi bebé también.

Trago grueso y desconecto mi mirada de él asintiendo lentamente cuando Sarahí me grita con los ojos, "¡¿ese es el Anthony?!".

—No inventes, hasta yo le lloraría —mi prima lo mira de arriba abajo cuando se terminan de presentar y él entra al comedor detrás de su babuino blanco.

¿Yo? ¿Celosa? Para nada.

—Tienes aquí —Anthony toma una servilleta y limpia la mejilla de Babi cuando ella la ensucia solo un poco. Sus miradas se encuentran y durante largos segundos se miran el uno al otro como si se estuvieran comiendo con el pensamiento.

—Sisy —Sarahí mueve mi mano y yo vuelvo a la realidad notando que el tenedor en mi mano está a nada de doblarse.

Sí, estoy celosa. Estoy muriendo de los celos. Estoy ardiendo de los celos. Estoy malditamente celosa porque ella está ahí recibiendo toda su atención y él no ha hecho más que comportarse como un perfecto anfitrión.

No debí venir a esta cena. Fue un grave, grave error.

—Está buenísimo —Sarahí come con ganas y yo remuevo la comida en mi plato porque aunque la realidad es que está delicioso, se me quitó toda el hambre. Tengo un nudo en el estómago y me siento muy mal por todo lo que estoy observando.

¿Lo hizo apropósito? Primero fue en la salida grupal y ahora aquí. ¿A qué juega? ¿Necesita estar con una chica para demostrarme que ya no quiere nada conmigo? Creo que lo dejó muy claro, pero igual duele.

Es cruel de su parte hacerme esto y aunque una parte de mí sabe que lo merezco, la otra pequeña llamada amor propio me dice que no es mi culpa que se esté comportando como un crío inmaduro.

¿Inmadura yo o inmaduro él? No lo sé. Tal vez los dos, pero sinceramente si seguimos haciéndonos daños esto no terminará nada bien.

—No inventes, Carlos, ¿puedo guardar para llevar? —Sarahí termina de organizar la mesa y yo abro mucho los ojos para que se comporte. Es una confianzuda de primera.

—Oh, claro que puedes, cariño. Aquí la comida siempre se pierde —Cassy sonríe encantada y Sarahí la sigue murmurando que si fuera por ella vendría a comer todos los días.

Me remuevo en el sofá y observo por el rabillo del ojo a Babi cuando se levanta caminando hasta el baño. Tiene una falda negra y una camisa ajustada amarilla. Se ve linda, pero algo dentro de mí no me permite aceptarlo.

— ¿Y tu hijo? —la pregunta de Anthony elimina el silencio y yo trago grueso notando con nerviosismo que Carlos tampoco está. Estamos solos y estoy muy incómoda.

—Está con Simón —Anthony asiente y me observa de arriba abajo deteniendo su mirada un segundo en mis piernas.

— ¿Se fue tu amiguito? —pregunta con sorna.

— ¿Te importa? —contraataco.

—Realmente, no.

Auch.

—Sí, se fue —sonrío fingiendo que su falta de interés no me dolió.

Él asiente lentamente y exhala hondo, como si hubiera estado reteniendo por largo tiempo el aire.

Detallo cada una de sus facciones y me concentro en sus ojos cuando su mirada me grita que quiere enfrentarme. Me encantan. No solo su cabello, rostro, cuerpo y todo él, si no que sus ojos también. Sus hermosos ojos negros que mantienen siempre una actitud desafiante y frívola. Son hermosos y me llenan de muchos pensamientos que deberían tener censura. Quisiera mucho poder verlos de cerca, pero eso es imposible y ambos lo sabemos.

— ¿Cómo te va con el trabajo? Tengo mucho que no voy a tu restaurante —juego con mis dedos y él entrecierra los ojos a la defensiva.

—Bien, como siempre.

— ¿Crees que pueda ir con mi familia? Ya sabes, para que pasemos un buen rato...

— ¿Un buen rato? —me corta y asiento pensando mejor mis palabras —. No lo sé. Contigo los "buenos ratos" no son muy inocentes.

Abro y cierro la boca, pero cuando estoy lista para dar mi respuesta, Babi aparece en el umbral de la puerta ganándose la absoluta atención de Anthony.

Ambos nos levantamos y no dudo en acercarme por completo notando como su cuerpo se tensa con cada paso. No le gusta tenerme tan cerca, lo sé, pero aún así lo hago porque quiero que le quede claro que yo no siento lo mismo que él. No lo odio, no lo quiero alejar y no quiero que esté fuera de mi vida.

—Un buen rato, solo eso —dejo un beso en su mejilla y sonrío cuando sus pupilas se dilatan oscureciendo de por sí sus ojos negros.

Me despido de Cassy y de Carlos y salgo de la casa acompañada de Sarahí y una gran bolsa con comida de la cena.

No sé lo que será de nosotros en aquella cena, pero solo quiero decir algo: pase lo que pase, Anthony Soublette y yo volveremos a tener una buena y estrecha amistad.

...

Simón.


—Y el avioncito vuela y vuela y vuela y... ¡Se estrelló! —mi mamá le da una cucharada de papilla a Anthony y el bebé ríe encantado con los mimos.

Estoy cuidando de mi sobrino. Tiffany se llevó a Sean a su cita y aunque una parte de mí siente un malestar llamado celos, lo dejé estar porque entiendo que si Javier tiene una relación con ella está directamente familiarizado con mi hijo.

Estoy con mi mamá, mi sobrino y Sherry porque mi amiga se ofreció a acompañarme en este día. Tiffany salió a celebrar día de acción de gracias con sus padres. Ella, Sean y Javier están cenando en Malibú junto a los abuelos maternos de mi hijo.

Yo no sigo mucho esa tradición, para mi familia es otro día común y corriente, pero Sherry insistió y mi mamá se animó a cocinar para darle el gusto.

Mi amiga o mejor dicho, ex, no es tan mala como todos creen. Me hizo mucho daño en el pasado, pero cambió y realmente sé que se convirtió en una mujer fuerte e independiente.

Sherry fue mi primera novia. Estuve enamorado de ella por mucho tiempo, pero terminamos cuando me enteré de que mientras estaba conmigo, también se acostaba con otro chico.

Fue mi primera vez sexualmente, mi primer beso profundo, mi primera relación "seria", mi primer enamoramiento. Luego de ella estuve con otra chica, pero nada de eso se compara a lo que viví y siento por Tiff.

Sé que Sherry actualmente está enamorada de mí, pero no comparto sus sentimientos y tampoco quiero compartirlos. Sé que debo seguir adelante, pero para mí, "continuar con mi vida" no es iniciar otra relación. Quiero enfocarme en mi mismo, en mi hijo, en mis intereses y en mi estabilidad. Quiero hacer cosas nuevas y también quiero disfrutar de mi soledad. No necesito estar con alguien más para salir adelante, solo quiero sentirme bien conmigo mismo.

Yo se lo dejé claro a Sherry y ella lo sabe, pero aún así está ahí apoyándome, siendo una amiga y siendo un factor negativo en mi relación con Tiff. Se odian. No se soportan y sé que Tiffany piensa que me acuesto con Sherry cada vez que tengo la oportunidad.

— ¿Qué tienes, bebito? —me sonríe tomando mi mano y yo niego apartándola enseguida.

No me gusta tratarla mal ni nada de eso, pero sé que con sus gestos y acciones da a entender cosas que no son. He tenido mal entendidos con todos por ella y aunque no le guardo ningún rencor ni nada de eso, quiero mantener la distancia para que no haya más problemas con los demás.

—No, no, no... —mi mamá carga a Anthony cuando comienza a llorar y yo suspiro porque sé que debe extrañar a Sarah.

Mi hermanita se encuentra en una cena con Sarahí. Ella definitivamente está loca porque está cenando con Anthony Soublette y su familia. Está loca pero la admiro porque yo jamás podría hacer algo así. Jamás.

—Creo que lo mejor será irme a casa, Sarah debe estar por llegar y seguro él debe extrañarla —cargo a mi sobrino y lo muevo de lado a lado intentando calmarlo. Es un completo niño de mami y sé que nada de lo que haga calmará sus ganas de estar con ella.

—Te acompaño —Sherry se levanta al mismo tiempo y sonríe apenada al ver nuestras miradas interrogantes —... Recuerda que dejé mi auto allá —asiento lentamente y me despido de mi mamá.

Caminamos en silencio. Anthony lloriquea pero poco a poco se calma enrollando sus pequeños bracitos en mi cuello. Es muy chiquito, por lo tanto solo lo cargo con una mano mientras que la otra se balancea a mi costado. Sherry va chateando en su teléfono, tiene su absoluta atención en él y parece distraída.

Se despide con un beso en mi mejilla y abro la puerta paralizándome cuando una voz femenina interrumpe la paz y tranquilidad creada por la caminata.

— ¿Dónde estabas?

—Recuerda que te dije que saldría, estaba con mi mamá —observo a Tiff con atención y busco con la mirada a mi ausente hijo. No está, seguramente está durmiendo.

— ¿Fuiste con Sherry?

—Sí, ella cenó con nosotros —me siento a su lado y palmeo la espalda de Anthony que ya se encuentra casi que dormido —. ¿Cómo te fue en la cena?

— ¿Con detalles o sin detalles? —ella sonríe y trago saliva observando detenidamente su precioso rostro.

—Con detalles.

—Vale, pues no aceptaron a Javier —ríe y hago lo mismo porque conociendo a sus padres no es nada raro —... Pero me dejaron tranquila. Sabes que para mis padres ningún hombre será suficiente para mí, así que no me desvelé en hacer que les agradara. Ellos se mostraron conformes cuando descubrieron que era piloto.

— ¿Y él no se orinó cuando tu papá le dio la charla? —Tiffany ríe aún más y yo sonrío recordando la primera vez que traté a sus padres.

James es un hombre demasiado pedante. Es difícil de tratar y se vuelve aún más complicado cuando de su hija se trata. Para él y para Sinu, (la mamá de Tiff), su hija es la luz de sus ojos. Tiffany es su reina, su diosa y nadie jamás será el indicado para ella. ¿Lo bueno? Que tratan a mi hijo como un rey. No lo miran por encima del hombro, ellos adoran a mi hijo y sé que muy en el fondo me tienen aprecio a mí por darles su primer nieto.

—No, fue muy valiente —termina de reír y se remueve nerviosa cuando me acerco por completo a su rostro deslizando mis dedos por su mejilla —. Simón...

— ¿En serio lo quieres?

—Simón...

—Solo responde —trago saliva y muevo la cara hacia un lado —. ¿En serio quieres a Javier? —ella abre la boca para responder pero calla sin saber qué decir.

Conecto nuestras miradas y me acerco aún más deslizando mi dedo pulgar por sus lindos labios.

—Simón, por favor... —deslizo mis dedos por su cuello y acerco su cara a la mía presionando ese exacto lugar.

¿La beso o no la beso? Muero por hacerlo, pero sé que esto no está bien. ¿Qué se supone que está bien? ¿Dejarla ir con otro hombre? ¿Dejarla ser feliz con alguien más? ¿Permitirle rehacer su vida con alguien que no soy yo? Sí, pero ¿por qué eso no se siente bien?

¿Por qué su felicidad depende de mi dolor?

—Yo quiero que tú seas feliz, pero también te amo, Tiffany —rozo nuestras narices pero cuando estoy a punto de unir nuestros labios, la puerta principal se abre dejando entrar a mi escandalosa prima y a mi pensativa hermana.

— ¡Traje la cena! —Sarahí grita alzando una bolsa personalizada y aprieto mis labios cuando Tiff se levanta a la misma vez. Luce bastante tensa y nerviosa, lo que quiere decir que tendremos problemas cuando estemos solos.

— ¿Se durmió? —Sarah camina con rapidez y me quita a Anthony de las manos dejando varios besos en su carita. El bebé se encuentra profundamente dormido y sé por la cara de mi hermana que ella también estuvo extrañándolo.

—Sí, pero mamá le dio de comer antes —aclaro y ella asiente caminando con él hacia su habitación.

Sarahí también se despide diciendo que está cansada y yo sigo a Tiffany con rapidez cuando entra a nuestra habitación con una actitud molesta.

Mierda, la cagué.

—Tiff, escucha, yo...

— ¡Amigos! —Me lanza un calcetín y yo paso una mano por mi cabello al ver que está empacando todo a lo loco —. ¡Te dije claramente que solo seríamos amigos! Por el bien de nuestro bebé y por el bien de nuestra relación, ¡pero tú no! —me lanza un sostén de encaje y lo atajo recordando la vez que se lo puso para contentarme después de una discusión —. ¡Deja de pensar en eso! —chilla quitándome el sostén y oculto mi sonrisa tomando su mano con rapidez.

— ¿Por qué te pones así si no hicimos nada? —la sujeto con fuerza y la jalo uniendo su cuerpo con el mío —. No hicimos nada malo, ni siquiera nos besamos... —junto mí frente con la suya y gimo cuando su rodilla impacta con fuerza en mi orgullo masculino.

—Porque eso no pasará. Estoy con Javier y te guste o no, nosotros no volveremos a tener lo mismo de antes.

Continúa empacando mientras yo me retuerzo por el dolor en mi entrepierna. Duele como la mierda y sé que si me vuelvo a acercar recibiré otro golpe peor al anterior.

—Lo siento, ¿vale? —sus movimientos se detienen y su mano se tensa alrededor de la pequeña maleta —. Siento haberme acercado a ti de esa manera —bajo mi mirada por todo su cuerpo aprovechando que está de espaldas —... Y siento seguirte deseando.

— ¡¿Y vas a seguir?! —se gira completamente furiosa y respira hondo cuando nuestro bebé se remueve en su cuna a punto de despertarse.

—Siento estar enamorado de ti, Tiff, pero desafortunadamente no es algo que pueda controlar de un día para otro —humedezco mis labios y paso mis manos por mi pantalón acercándome a ella —. Sé que debemos mantener distancia, pero igual no me puedes pedir que ignore lo que por tanto tiempo te demostré —subo la mano para tocar su cara pero su mirada me hace saber que esa es una mala idea —. No te prometo que no lo volveré a hacer porque ni siquiera yo mismo puedo saber eso, pero lo que si te prometo es que intentaré no cagarla más contigo. Por nuestro bebé y por nosotros, intentaré dejar todo esto atrás.

— ¿Lo prometes? —su mirada se torna triste y trago grueso sospechando que es por alivio. Ella en serio no quiere más nada entre nosotros.

—Prometo que lo intentaré.

...

Anthony.


— ¿Qué te pareció la cena? —pregunto estacionando frente al edificio de Babi y ella sube la mirada sonriendo un poco.

—Bien, aunque creo que a tu novia no le agradé —su respuesta hace que mi expresión cambie por completo.

—Yo no tengo novia —mi voz sale completamente seria y fría, lo que hace que Babi se encoja intimidada por mi cambio de aura.

—Oh... Y-yo... ¿Ella no es tu novia? La chica que estuvo hablando contigo, ustedes estaban muy...

—Nada. No quiero que hables de ella. Sarah no es nadie para mí.

El auto queda en silencio y siendo deseos de golpearme por ser tan brusco. Me prometí no seguir actuando como un idiota pero odio que a pesar de hacer todo lo posible para continuar con mi vida, ella siempre aparezca arruinando todo. Mi mundo no gira alrededor de ella. No entiendo por qué mierda todos piensan así.

— ¿Entonces no te gusta? —su balbuceo llama mi atención y niego siendo consciente de mi obvia mentira. Obvio me gusta, corrección: me encanta.

— ¿Por qué te interesa? —observo mi reloj notando que es muy tarde como para que ella ande sola por estas calles.

—Porque... Quiero salir contigo...

Todos mis pensamientos se paralizan y alzo por completo la mirada encontrándome con sus ojos grises.

Su labio inferior está temblando y sus ojos están clavados en sus manos. Entiendo: está tan nerviosa que tiene ganas de llorar.

Paso una mano por mi cabello y miro al frente completamente incómodo. No sé cómo comenzar esto porque no esperé volver a encontrármela. ¿Ahora qué le digo? Qué situación tan bochornosa.

—Babi, eres una chica estupenda, pero... —suspiro y tomo su mano negando lentamente —. Está bien, seré sincero; estoy enamorado de Sarah. No puedo estar contigo ni con alguien más porque la amo a ella, ¿vale? No mereces que esté contigo pensando en otra.

Mi pecho se aprieta cuando sus ojos se llenan de lágrimas y no dudo en abrazarla porque odio haberla hecho sentir mal. No me siento mal por haberle dicho la verdad, pero sí por hacerle daño. Babi no se merece esto.

—Está bien, entiendo —murmura contra mi hombro y se separa asintiendo levemente —. ¿Por qué no están juntos?

—Porque no podemos estar con personas que no saben lo que quieren, Babi —cubro mis ojos y apoyo mi cabeza en el asiento —. Ella eligió al papá de su hijo y se fue sin darme ninguna explicación.

— ¿Tiene un hijo? —sus ojos se abren con impresión y asiento sin intenciones de dar detalles.

—Lo mejor será que te vayas, este lugar es muy peligroso —observo hacia los lados y ella asiente cubriéndose mejor con mi chaqueta.

—Te la llevo mañana, ¿te parece? —señala esta y yo me acerco dejando un beso en su mejilla.

—Camina rápido.

Espero impaciente en el auto y comienzo a conducir una vez que ella me envía un mensaje avisándome que está segura.

...

Navidad. Un día que dura un mes y hace que las personas sientan el doble de sus emociones. Si estás feliz, te sientes el doble de feliz. Si estás triste, te sientes el doble de miserable. Si tienes un negocio y vives estresado, te estresas el triple. Ni más ni menos.

Es cuatro de diciembre. El restaurante está más calmado, los empleados llorando a escondidas y yo descansando en mi oficina. El día estuvo muy difícil y sinceramente solo quiero llegar a mi casa para descansar, ¿lo malo? Aún falta una hora para salir.

Me concentro en mi teléfono mientras el ascensor baja y solo es cuestión de despegar mi mirada del celular para ver a una cabellera gris caminar hacia mí.

— ¿Babi?

— ¿Te gusta? —sonríe y yo detallo mejor su nuevo color de cabello. Está mucho más oscuro y se ve bastante diferente, pero linda, obvio.

—Te queda bien —asiento tomando un mechón entre mis dedos.

Ella se acerca tímidamente y me sonríe aún más poniendo sus manos en mi pecho. Dice algo más pero no la escucho. Se me hace imposible escucharla porque mi mirada se encuentra con la de una cabellera negra bastante conocida.

Sarah me sonríe apenas me ve. Me sonríe tan alegre y vivaz que por un momento se me olvida que ya no somos amigos. Su sonrisa no se borra en ningún momento, solo se paraliza porque yo no me despego de Babi sino que tomo su mano y camino hacia ella sin dejar de verla a los ojos.

Tiene a su mocoso en brazos y aparte de él, viene con varias personas más. Su prima, Simón, Tiffany y el hijo de estos dos. Todos están de pie frente a la puerta y Sarah es la que está más cerca de mí, como si estuviera buscándome desde hace rato.

—Viniste —digo con sequedad. Ella asiente lentamente y humedece sus labios agachando la mirada hacia Babi.

—Sí, yo te dije —mis ojos caen en su hijo y entrecierro los ojos cuando el bebé me sonríe como si reconociera mi cara. Sigue cayéndome mal.

—No te esperaba, realmente —aclaro mi garganta y suelto la mano de Babi poniéndola sobre su hombro —. Síganme, les daré la mejor mesa.

Ella hace lo que le pido y yo le lanzo una última mirada a Babi antes de perderme entre el montón de mesas que hacen de todo menos silencio. Muchas personas se encuentran hablando, otras riendo y otras comiendo. Lo que me gusta de mi restaurante es poder interactuar con muchas personas todos los días. Conozco, me informo y aprendo. Es genial.

—Tiempo sin verte, hermano —Simón palmea mi espalda y yo sonrío eliminando la tensión en mi cuerpo —. ¿Cómo estás? ¿Dania está en la cocina? —asiento lentamente y tomo varios menús repartiéndolos en la mesa.

—Sí, ahora le aviso para que venga a saludarlos —me siento junto a ellos y observo a Sarah por el rabillo del ojo cuando toma mi mano detallándola con cuidado.

—Te hiciste otro tatuaje —su boca forma una gran o y yo asiento alejando mi mano de la suya —. ¿Por qué un pez?

—Porque me gustó —muerdo mi labio inferior cuando agacha la mirada afectada —. Es un pez koi y tiene un buen significado —mejoro mi respuesta y ella asiente deslizando sus dedos por el borde del pequeño tatuaje.

—Cuando deje de amamantar a Anthony quiero hacerme uno —la observo con atención. La última vez que hablamos sobre tatuajes ella se ofreció a hacerse uno conmigo —. ¿Quieres que nos hagamos uno en pareja? Me gusta este, ¿me lo puedo tatuar igual?

—Ni siquiera sabes lo que significa —aparto mi mano y ella sonríe inclinándose hacia mí.

—Confío en ti.

Trago grueso y aparto la mirada sintiendo el calor apoderarse de mi cara. No quiero decirlo pero odio saber que está ahí. No puedo creer que después de tanto tiempo una chica me sonroje como ella lo hace. La detesto.

—Creo que tengo que ir al baño —me levanto con rapidez y choco contra una de las mesas sin tiempo de aclarar mis pensamientos —. Lo siento...

Sigo mi camino y entro al baño apoyándome en la pared en la que alguna vez besé a Sarah. Todos los recuerdos con ella me invaden y hundo mis dedos en mi cabello sintiendo mi corazón palpitar con fuerza.

¿Por qué superarla se me hace tan imposible?

Tengo que salir de aquí.

Trago grueso y arreglo mi cabello viéndome fijamente en el espejo. No me dejaré dominar por esa desalmada. Si ella quiere jugar sucio también la haré sufrir. ¿Qué rayos le pasa? Hasta creo que se rió por mi reacción infantil.

Salgo después de varios minutos y frunzo el ceño cuando noto que ella no está en la mesa. Están los chicos y el mocoso de Simón, pero ella y su hijo no. Seguramente también están en el baño.

Los chicos entablan una conversación entretenida, (en realidad solo Sarahí, que no deja de verme como si estuviera analizando cada una de mis expresiones), y no puedo evitar ver con fastidio a Sean cuando en cada oportunidad que tiene alza sus pequeñas manitos intentando tocar mi reloj de mano.

—Pero en serio, los hombres no saben lo que es el placer hasta que alguien toca su punto... —Sarahí deja de hablar cuando unos gritos femeninos interrumpen la paz del lugar.

Me levanto de inmediato y camino con rapidez por toda la estancia disculpándome con los clientes por todo el alboroto. Esta es una gran raya en nuestra impecable reputación y sin duda solucionaré esto con quien sea que esté armando un espectáculo.

Apenas cruzo el pasillo que da hacia la cocina, un sentimiento nada placentero invade mi pecho porque la única persona capaz de hacerme perder el control está como una loca golpeando a la chica por la cual me estoy controlando.

Un bebé llora a mares sobre el suelo y unos gritos femeninos solo hacen que la situación sea más confusa e impactante para mí.

No debería culpar solo a una persona, pero más que la rabia del momento, todo lo que aguanté durante todos estos meses se acumula. Sarah y su falsa declaración, su huída, su ausencia, su llegada, su bebé... Todo. Creo que es tanta la rabia que cuando la primera palabra sale de mí, ni el mismísimo Carlos Soublette es capaz de detenerme. Exploto.

...

¡FELIZ AÑO ATRASADO! 

Lamento no haber publicado antes, pero estuve de vacas y en el lugar donde estaba lamentablemente mi compu no era bienvenida. ¿Qué tal la pasaron ustedes?

¿Les gustó el capítulo?

¿Qué opinan de nuestros personajes? 

Con mucho amor y un beso en la boca. 

—Nepasavoir. 



















Puto el que lo lea. 

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