Capítulo 16 - Sanar

Capítulo dedicado a todos los que alguna vez hicieron daño por temor a salir heridos.

Tiffany.


Me gusta Javier.

Sonrío cuando termina de contarme la gran historia sobre uno de sus vuelos y trago saliva cuando toma mi mano por encima de la mesa.

Me gusta mucho.

Decidí hacer esto por dos simples razones:

1. Merezco seguir con mi vida.

2. Nunca me he enamorado de alguien más aparte de Simón.

Miley me está pegando su manía de hacer listas.

Pero a lo que voy; es necesario para mí conocer a alguien que me haga olvidar a mi ex. Necesito experimentar cosas nuevas y sé que no lo lograré si sigo pegada al padre de mi hijo.

No estoy utilizando a Javier tampoco. Él fue el que me invitó a salir siendo consciente de que sus esperanzas eran nulas. Ya no tanto, obviamente, pero ambos sabemos que esta segunda cita es una prueba para confirmar que realmente nos gustamos.

Nos besamos en la primera cita, congeniamos, nos divertimos y nos conocimos, pero aún no sé si estoy lista para comenzar una relación con alguien más. Tengo miedo.

Conocí a Simón cuando tenía veintiuno. Inicié mi vida sexual y romántica con él. Jamás he estado con otro hombre y tengo mucho miedo de no saber afrontar todo eso con alguien más.

Javier es un gran chico pero no es Simón. Yo a Simón lo conozco, a Javier apenas lo estoy conociendo.

—Estás muy callada, ¿te sientes bien? —Javier me observa con preocupación y yo asiento volviendo a la realidad.

¿Qué estará haciendo Simón? ¿Cómo estará mi bebé? Estoy preocupada pero a la vez tranquila porque confío en el padre de mi hijo. Ha demostrado ser estupendo en el área y sé que no permitiría que nada le pase a nuestro bebé.

—Lo siento, es que estoy pensando en Sean y... —suspiro y Javier sonríe levantándose con rapidez.

Es guapo. Su cabello es castaño y sus ojos mieles como los de Dania. Se nota que son primos, pero por alguna extraña razón sus personalidades no tienen nada que ver. Javier es extrovertido, chocante, sarcástico, divertido y explosivo. Dania es introvertida, amigable, dulce, llorona y tranquilizante.

—Ven conmigo, tengo que enseñarte algo —tomo su mano algo extrañada y me levanto acelerando mi paso cuando prácticamente comienza a trotar hacia la salida.

¿Pagamos? No lo sé. Quiero creer que sí pero estaba tan enfocada en mis pensamientos que no me fijé si él pagó la cuenta. ¿Y si nos llevan a la cárcel? Espero que no. Quiero ver a mi hijo crecer lejos de un lugar como ese. Simón se moriría y mis padres se suicidarían.

— ¿A dónde vamos? —jadeo sin dejar de subir las escaleras del edificio. Él no responde pero eso no me impide seguir subiendo las escaleras. Estoy muerta de curiosidad y solo quiero saber por qué es que sonríe como si tuviera algún secreto oscuro o algo así.

Respiro hondo cuando nos detenemos en lo que parece ser la azotea y ruedo los ojos al ver que él está jadeando como un loco. Qué débil, se parece a Simón.

Observo todo el lugar y siento mi estómago cosquillear cuando me encuentro con una preciosa vista acompañada de una gran pantalla y una cama matrimonial en el medio. Luces de navidad cuelgan por encima de todo y varios pétalos de rosa recorren el piso de forma romántica.

Solo tengo algo que decir: wow.

—Es... Precioso —parpadeo sin creerme aún lo hermoso que es todo.

Simón ha hecho muchísimas cosas hermosas por mí. Me ha dado detalles y ha creados escenarios únicos que ni en un millón de años olvidaría, pero esto es... Algo de otro mundo. Es bellísimo.

—N-no sé qué decir... —balbuceo y sonrío como una tonta porque reconozco que Javier se esforzó demasiado para darme un detalle como este.

Me acerco lentamente a la cama y observo la gran pantalla cuando comienza a buscar en ella una película. Río y me giro encontrándome con su cara de absoluta concentración.

Estoy muy impresionada, lo admito. Me faltan palabras para describir lo que estoy sintiendo.

—Muchas gracias, esto es perfecto —digo con absoluta sinceridad y doy un paso hacia atrás cuando su mano se detiene delicadamente sobre mi mejilla.

¿Ya dije que es guapo? Lo es. Lo es mucho y eso me está poniendo nerviosa porque aunque he socializado con chicos guapos toda mi vida (soy modelo), tener al chico que hizo todo esto por mí tan cerca me produce ansiedad.

—Perfecta eres tú —su comentario me hace sonreír y solo dejo de hacerlo cuando sus labios se juntan con los míos en un pequeño e inocente beso.

Cierro mis ojos y pongo mis manos en sus hombros siguiéndolo con suavidad y lentitud. Besa bien. Es tierno y abre su propio espacio sin perder el ritmo y la intensidad.

—Yo... —intento hablar pero él no detiene su beso. Sigue el ritmo y acelera un poco cuando mis piernas rozan la cama que me llega a mitad de las rodillas.

Aprieto sus brazos y me dejo caer por completo preguntándome si algún vecino chismoso estará asomado viendo el encuentro. No lo creo, este es uno de los edificios más altos de la ciudad y no se ve nada más que el cielo por encima de nosotros.

Los labios de Javier descienden por mi mejilla y mi cuerpo tiembla cuando baja aún más rozando mi cuello y mi mentón.

Oh, Dios, ¿y si no le gusta? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Hago lo mismo que hacía con Simón? ¿Cómo debo reaccionar ante él? ¿Qué viene ahora? ¿Por qué estoy haciendo esto en la segunda cita? ¿Por qué siento esto como una obligación?

— ¿Te sientes bien? —Javier baja el cierre de mis botines y yo asiento sintiendo estos deslizarse por fuera de mis pies.

Tengo que relajarme. Solo es sexo y solo es otro chico. Simón no es tan especial como creo, él no debe ser el único. Sé que puedo con esto... Yo sé que puedo con esto.

—Tengo miedo —mi comentario paraliza los movimientos del chico sobre mí y respiro hondo alzando la mirada hacia sus ojos —. Sé que debe parecerte estúpida mi reacción, pero es que... Esto es muy nuevo para mí. Yo nunca he estado con otro chico aparte de... Aparte de Simón. Siento que arruinaré el momento y solo quiero sentirme bien con todo lo que haga, ¿entiendes? No estoy lista para esto, tal vez luego.

Él se separa de mí y yo aprovecho eso para sentarme con una expresión de incomodidad. Me siento culpable y a la vez aliviada por no haber hecho algo que no quería.

Si inicié mi vida sexual con Simón fue porque quise. Porque lo amaba y siempre deseé que mi primera vez fuese por amor. No me arrepiento y jamás me arrepentiría porque Simón hizo que cada año de espera valiera la pena. Él hizo del lugar y del momento dos de las cosas más especiales de mi vida.

—Tiff, no quiero que creas que solo hice esto para tener sexo contigo —Javier se pone de cuclillas frente a mí tomando con suavidad mis manos —. No quiero que pienses que solo te quiero para eso, eso ni siquiera se me hace tan importante. Yo hice esto porque quiero pasar tiempo contigo y hacerte sentirte especial porque eres especial. Quiero que seas consciente de que nunca en mi vida había hecho esto por una chica. Tú en serio, en serio me gustas muchísimo y no solo físicamente. Tu personalidad es... Excepcional. Eres una chica tan única que desde que te vi supe que si no te invitaba a salir cometería el error más grande del universo. Eres dulce, obstinada, terca, inteligente, exitosa, polifacética... Dios. Eres muchas en una y eso te hace perfecta. No miento cuando te lo digo, eres perfecta y eres la mujer más preciosa de este puto mundo, ¡solo mírate! —me señala y aparto la mirada sintiendo un fastidioso calor en mis mejillas producto de un sonrojo.

—Gracias, eso fue muy dulce —aclaro mi garganta y frunzo el ceño cuando él sonríe mordiendo su labio inferior.

—Definitivamente sacarte un sonrojo es como ganarse la lotería, ¿no? —me encojo de hombros. Realmente no sé cómo lo hizo porque el único capaz de causar esa reacción tiene nombre y apellido.

— ¿Qué hacemos con esto? —señalo la cama y la gran pantalla con duda. Ya entiendo eso de las "películas". Muchas veces Simón y yo no terminamos de ver películas por concentrarnos más en los roces de nuestros cuerpos.

— ¿Tú qué crees? —Javier se lanza con toda la confianza del mundo y palmea a su lado indicándome que es mi espacio —. Tenemos todo el día si quieres, podemos comenzar de una vez.

...

Anthony.

El tarareo femenino es lo que invade el silencio y la tranquilidad de la sala. No puedo decir que me sorprende ver un coche de bebés completamente nuevo porque eso no es nada comparado con todas las bolsas de compras sobre el sofá.

Mi mamá se levantó muy temprano esta mañana para salir a comprarle todo esto a Sarah y a su bebé. Está tan emocionada por tener a un mocoso en la casa que no perdió tiempo para gastar dinero en una tonelada de pañales, biberones, juguetes, peluches, una cuna y un coche.

— ¿No crees que estás exagerando un poco? Sarah no se quedará a vivir acá, solo vino porque tuvo una mala experiencia ayer.

Camino lentamente hasta dónde está mi señora madre. Se encuentra desempacando algo de una caja y seguramente mi pregunta no será algo que afecte su propósito. Ella está emocionadísima.

—Esto es para hacerla sentir mejor, no seas amargado y ayúdame a arreglar todo eso —señala las demás cosas y ruedo los ojos sin ganas de hacerla molestar.

Saco varios peluches de una bolsa y observo estos con fastidio. No puedo creer que esté haciendo esto, ¿en dónde quedó mi orgullo herido? ¿En dónde quedó mi dignidad?

Desempaco varias cajas con accesorios para el cabello y niego al ver que mi madre no solo le compró cosas al escuincle sino que a su madre también. Hay vestidos, zapatos, ¿una secadora? Y maquillaje. En serio no sé cómo es que le dio tiempo de comprar tantas cosas, pero cuando ella tiene una idea en mente no hay nadie que le impida cumplirla.

— ¿Dónde está papá? —pregunto poniendo el coche recién comprado a mitad de una ordenada sala.

—Tuvo que irse con urgencia a una reunión en Italia, yo lo acompañé al aeropuerto y cuando volví fue que me encontré con Sarah —asiento lentamente y paso una mano por mi cabello.

¿Será que durmió bien? ¿Cómo estará el mocoso? ¿Y si no le gustan estos detalles y los rechaza? No lo creo, Sarah es muy amable y a mamá le dolería que no aceptara sus obsequios.

Hablando de la reina de roma... Un lloriqueo de bebé hace que mi mamá y yo levantemos la mirada enseguida y yo me quedo en completo silencio cuando Sarah comienza a bajar las escaleras con una actitud tímida.

El mocoso está balbuceando en sus brazos y parece que estuvo llorando porque sus ojitos están aguados y varias lágrimas aún siguen en sus mejillas. Pobre Sarah, no me imagino lo que debe ser perder la libertad de un sueño largo y placentero.

—Buenos días —murmura forzando una sonrisa y ladeo mi cabeza cuando me esquiva la mirada posándola sobre el coche.

Parece sorprendida, extrañada y confundida y no la culpo. Mi mamá fue extremadamente cuidadosa al salir sin comentar nada o hacer ruido. Ni siquiera yo noté cuando salió, simplemente me levanté a ayudarla a meter todo porque el pobre chofer apenas y podía con la cuna.

— ¡Oh! ¡Buenos días! —mi mamá sonríe genuinamente y se levanta de un salto removiéndose emocionada —. Esto... Yo no quiero que te tomes esto como una deuda con nosotros o algo así. Para mí significó mucho pasar tiempo contigo y con tu bebé, esto quiero que lo veas como un gesto de agradecimiento y una disculpa por no haberte podido ayudar más...

—Ay, n-no... Hicieron lo que pudieron y más —Sarah se sonroja de pies a cabeza y eso solo me hace sonreír debido a los viejos recuerdos —. Muchísimas gracias, Cassy, esto es algo que nadie había hecho por mí nunca —se pone de cuclillas frente al coche y sonríe con los ojos completamente llenos de lágrimas.

Me cruzo de brazos esperando que termine de detallar el coche y entrecierro mis ojos hacia el mocoso cuando este me observa a mí como si tuviera algo que le interesara. ¿Qué me mira? Me cae mal.

—Oh, cariño... Creo que estás confundida —mi mamá ayuda a Sarah a levantarse y esta la mira extrañada cuando de nuevo levanta la mano señalando todas las cosas sobre el sofá —. Todo eso es tuyo.

Sarah abre muchísimo los ojos y observa a mi mamá con incredulidad porque aunque para mí es completamente normal, (conozco los gustos excesivos por las compras que tiene la mujer que me crió), admito que esta vez exageró en exceso.

— ¿Todo? —la desalmada parpadea repetidas veces sorprendida y mi mamá asiente sonriendo como niña con juguete nuevo —. Pero esto es...

Mucho. No lo dice, pero lo piensa. Por su expresión sé que siente que es una locura, pero lo aceptará todo sí o sí porque no permitiré que lastime a mi mamá rechazando su enorme gesto desinteresado.

—Suficiente. Es suficiente y lo aceptarás, ¿verdad? —la interrumpo por primera vez. Estoy tan serio que por un momento ella se encoje intimidada pero luego niega alzando la cara.

—Cassy, es precioso y perfecto, pero es más de lo que necesitamos. Anthony y yo estamos bien, lo de ayer fue una experiencia que por supuesto no quiero volver a repetir pero no pasó a mayores. En serio estamos bien... —balbucea y se queda en silencio manteniéndome la mirada retadora.

Sé que estoy ejerciendo fuerza en mi mandíbula porque cuando mi mamá pone su mano en mi brazo todo mi cuerpo se relaja y esa parte duele. No sé por cuánto tiempo nos quedamos viéndonos como si discutiésemos telepáticamente pero ahora el ambiente está tenso e incómodo.

—Bueno, supongo que tal vez me excedí un poco al comprar todo esto —mi mamá aclara su garganta y yo meneo la cabeza volviendo por completo a la realidad.

El bebé en los brazos de Sarah comienza a llorar y noto entonces que es por su pañal sucio. Por suerte de esos hay por montón y mi mamá no tarda en pedirle a Sarah la oportunidad de cambiarlo.

Peor aún: pasa que mi mamá se lleva al mocoso a otra habitación y nos deja a Sarah y a mí en un ambiente para nada amistoso y cómodo.

Ella está callada, yo estoy callado y ambos tenemos ganas de no estar juntos.

No quiero seguir odiándola, al menos no quiero seguir comportándome como un imbécil, pero no sé qué decir ahora y sé por su expresión que ella tampoco tiene una idea en mente. Estamos en blanco y completamente reacios a hablar de ese tema.

— ¿Amparo es tu novio? —en el momento en que la pregunta sale de mí siento deseos de darme un golpe en la cara.

¿Qué mierda? ¿Por qué pregunté eso? ¿A mí qué me importa lo que la desalmada haga con su vida? Soy un idiota.

— ¿Amparo? —Sarah frunce el ceño y ladea la cabeza buscando entre sus recuerdos —... Oh, ¿hablas de Álvaro? —ruedo los ojos y me encojo de hombros. Amparo o Álvaro, como se diga. Con o sin nombre correcto me da lo mismo —. No es mi novio, él y yo solo somos amigos.

Asiento lentamente recordando nuestra vieja amistad. Nosotros también fuimos muy buenos amigos, ¿no es lindo? Ella siempre tiene a los mejores amigos.

No tengo moral para criticar su vida sexual, lo sé. Pero en este momento no estoy pensando con claridad. No estoy pensando porque eso me haría imaginarla a ella y a ese chico haciendo porquerías y me hierve la sangre de una forma nada normal. No soy nadie para privarla de eso, repito, pero estoy malditamente molesto porque con él tiene una relación física, personal y cercana y conmigo solo fue sexo y chat.

— ¿Por qué mi nombre? —frunzo el ceño y paso una mano por mi cabello eliminando el silencio. Sarah abre los ojos como platos y agacha la mirada observando nerviosamente sus manos.

—Bueno...

— ¡Bebé cambiado! —mi mamá sonríe entrando con el mocoso y yo lo observo con fastidio cuando ríe estirando sus pequeños brazos hacia su madre

—Muchas gracias, Cassy, no sé cómo podría agradecer todo lo que hiciste por nosotros —mi mamá sonríe de oreja a oreja y yo frunzo el ceño porque conozco perfectamente bien esa sonrisa.

— ¡Yo sí sé! ¿Qué tal si vienes a comer con nosotros el día de acción de gracias? —cubro mi cara y masajeo mi sien. Yo sabía, esa mujer siempre tiene algo en mente.

—Oh, sería un honor, pero no creo que... —todo queda en silencio y alzo la mirada notando que toda la atención está sobre mí.

Mi mamá me mira como diciéndome "di algo educado, sonríe y no me avergüences", Sarah algo como, "yo no planeé esto, lo juro" y el mocoso como, "no sé qué miramos pero yo igual miro".

—Sería un placer que vinieras... Sarah. Todos estaríamos encantados de tenerte aquí —suspiro y ruedo los ojos cuando mi mamá me lanza otra mirada —. Corrijo, tenerlos. A ti y a tu mo... —aclaro mi garganta y observo al escuincle —... A tu hijo.

— ¿Entonces vendrás? —mi mamá junta sus manos y yo me levanto cuando Sarah confirma fingiendo entusiasmo.

Está claro que esto no la entusiasma porque no quiere compartir una mesa conmigo. Ella y yo no estamos en los mejores términos. Ella y yo ya no tenemos esa vieja amistad.

Y aún con todo mi rencor no puedo evitar pensar que la extraño. Extraño tenerla a ella, poder hablarle de todo, poder ser yo mismo sin contenerme, poder hacerla molestar o reír. Extraño tener a Sarah porque más que amigos con derechos, tuvimos una relación sinceramente muy linda y natural. Todo fluía, nada era forzado y ahora ya no hay nada. Tengo más amigos, tengo más relaciones que fluyen, pero no tengo a Sarah.

Lo dudo durante largos minutos pero reuniendo todo mi valor pongo una mano sobre su hombro sorprendiéndola y sorprendiéndome a mí a la vez. Teníamos mucho tiempo sin hacer el tipo de contacto físico amistoso. El beso fue con odio, el choque un accidente y el abrazo desesperación.

— ¿Los llevo? —señalo al mocoso con la mirada y frunzo el ceño cuando él envuelve los brazos alrededor del cuello de su madre como queriéndome decir, "es mía".

— ¿En serio? —Sarah parpadea sorprendida y yo asiento clavando mi mirada en la suya.

También teníamos mucho sin hacer contacto visual de esta manera. Sus ojos siguen siendo del mismo color mierda pero ahora se ven acaramelados. Se ve que casi no pudo dormir y no la culpo porque el bebé estuvo llorando varias veces en la madrugada.

—En serio —asiento y otra vez nos quedamos viéndonos sin decir nada.

¿La sigo queriendo? La pregunta es estúpida. Obviamente aún la quiero, pero aún tengo mucho rencor y dolor por todo lo que hizo y no sé si podré perdonarla en tan poco tiempo. La quiero, aún sigo deseando besarla y aún sigo deseándola a ella completa, pero no puedo permitirme eso. Volver tan fácilmente sería fallarle al Anthony que estuvo todos estos meses llorándole a una Sarah ausente. Y con llorar no me refiero a algo literal, me refiero a las borracheras, al tiempo que viví como un alma en pena... A todo eso. Aún tengo mucho que reprocharle y no puedo fingir que nada de eso no me lastimó de manera profunda y abismal.

—Tú... Preguntaste por qué tu nombre, ¿no? —la observo sin entender y doy un paso hacia atrás cuando alza sus dedos como queriendo tocar mi mejilla —. ¿Puedo?

Frunzo el ceño aún desconfiado y me acerco provocando que sus dedos toquen con delicadeza mi mejilla.

Duele. Y no de una forma física porque su tacto es suave y bastante agradable, pero sí de una manera sentimental. Me duele porque antes de irse ella me tocó, besó y habló de la misma manera y aún así me dejó. Se fue sin decirme cara a cara lo que escribió en una carta. Se fue sin darme la oportunidad de seguir en su vida y no le importó arruinar la mía.

Yo amaba a Sarah y no miento ni exagero cuando lo digo. Me enamoré de ella como nunca antes y ella no me supo valorar. Ella no confió en mí. Ella no me demostró honestidad.

¿Debería apartarla o seguir disfrutando de esto? No lo sé, pero con cada segundo que sus dedos recorren mi mejilla nuestras caras se unen más y eso no está bien y no es sano. No es sano estar tratándonos y haciéndonos esto. Nosotros no deberíamos estar juntos. Nosotros siempre no hacemos daño.

—Te amo. Por eso fue que le puse Anthony —el bebé que está cargando con un solo brazo alza la mirada y yo lo observo durante largos segundos a él sin saber qué decir —. Te amo muchísimo y no se me ocurrió un mejor nombre. No pude elegir a su padre, pero elegí el nombre del hombre que quiero que algún día llegue a ser. Quiero educarlo para que sea un hombre como tú. Amo a Anthony Soublette y amo a Seung Anthony. No hay más explicaciones.

Aleja su mano y da pasos torpes hacia atrás cuando nota que nuestras respiraciones están chocando cara a cara y que nada de esto está bien.

Meneo la cabeza para volver a la realidad y aparto la mirada porque la piel de mi cara está ardiendo y mi corazón está palpitando como loco. No sé qué me pasa, me siento como un imbécil y no quiero que ella lo note.

— ¡Yo abro! —mi mamá grita desde la cocina cuando comienzan a tocar la puerta y me alejo por completo de Sarah para que mi mamá no se haga mentes y empiece a pensar cosas que no son.

— ¡Cassy! —la voz de Dania invade el silencio y yo frunzo el ceño extrañado porque ella no me avisó en ningún momento que pasaría por aquí —. ¿Está Anthony? Necesito a un niñero con urgencia.

Entrecierro los ojos y me cruzo de brazos porque la última vez que fui de niñero casi me quedo sin ahijado. Dania nunca se enteró, obviamente, pero en un momento de descuido Dael rodó por las escaleras y cayó como si nada hubiera pasado. No fue nada grave, por suerte las escaleras tienen alfombra de felpa, pero fue un momento terrorífico porque estaba solo y en vez de llorar él se rió.

—Ni lo sueñes —niego y aparto la mirada cuando ella hace su puchero manipulador —. Tengo planes, tengo que...

— ¿Qué? —Dania se cruza de brazos como niña chiquita y yo agacho la mirada cuando unos pequeños bracitos rodean mis piernas en forma de abrazo.

— ¡Tío! —Dael me sonríe ampliamente y yo respiro hondo sin resistirme a su mirada. Sus grandes ojos ámbar, sus labios en forma de arco, su cabello rulo y abundante. ¿Cómo decirle que no?

—Está bien, pero solo por hoy —suspiro y sonrío cuando Dania me abraza con fuerza dejando varios besos en mi cara.

— ¡Sarah! Te iba a buscar en un momento, ¿vienes de una vez? —mi mejor amiga arrastra a la desalmada y yo tomo entre mis brazos a Dael sin saber qué hacer con los planes que ya tenía en mente.

— ¿Ir a dónde? —sigo a las chicas cuando comienzan a caminar y sonrío cuando mi mamá toma a Dael entre sus brazos preguntándole qué quiere para almorzar.

Cubro mis ojos con mi mano porque el sol está en su máximo esplendor y sinceramente no tengo deseos de darle los buenos días.

— ¿Salida de chicas? ¿Por qué...? —las chicas dejan de hablar cuando una camioneta se detiene frente a la casa. Una camioneta de donde sale nada más y nada menos que Amparo, el amiguito de Sarah.

Observo con atención como es que camina hacia las chicas y entrecierro mis ojos cuando deja un beso en la mejilla de Sarah abrazándola con fuerza. Ella corresponde su abrazo sin dudarlo y asiente repetidas veces cuando él le pregunta una y otra vez si están bien ella y el bebé. Ahí va de nuevo, queriéndose hacer ver como el hombre más preocupado por el mocoso. No sé qué espera con eso, más falso no se puede ver.

— ¿Por qué no me lo dejas a mí? Mi casi hijo ya me conoce y me adora, ¿verdad? —sonríe alzando al bebé con una sonrisa y niego cuando la pobre criatura frunce el ceño como disgustado con los mimos.

—Cuidado con su cabecita, Álvaro... Cuidado con su... —Sarah chilla a punto de desmayarse por los nervios. Ya veo, es una mamá sobre protectora, quién lo diría.

—Ma... —el mocoso comienza a llorar y Sarah lo carga dejando varios besos por su pequeña carita. Una carita idéntica al chino de Sarah. ¿Qué será de su vida?

¿Qué fue lo que realmente pasó en ese viaje? Quiero saberlo pero no sé si tenga el valor para preguntárselo a Sarah. Quiero saber muchas cosas sobre todo eso, pero lo que más me intriga es no poder dejar de ver la escena entre mamá e hijo que me deja un extraño malestar en el pecho.

¿Por qué tuvo que embarazarse de él? ¿Por qué no fue un hijo mío? No es que lo desee. Un hijo no planeado no está en mis planes y tampoco es como si ocultarme ese detalle y después aparecer como si nada hubiese cambiado en algo la historia, (de hecho, me hubiese molestado el triple), pero igual no puedo imaginar pensar qué hubiera pasado si ese hijo fuese mío. Si el mocoso fuese mi hijo. ¿Lo querría? ¿Sería buen padre? ¿Sería un bebé más bonito? No lo sé. No es mi hijo y aún así no lo odio. No me considero cercano ni a su madre, por lo tanto no lo considero ni una especie de sobrino. En realidad el mocoso no es para nada feo, me parece un bebé muy atractivo y no puedo evitar comparar sus gestos con los de su madre.

No debería pensar en nada de eso peno igual el no deber no evita que suceda. Lo pienso por tanto tiempo que cuando la mano de Dania toca mi brazo salgo de mis pensamientos y noto que Sarah está hablando con Amparo sobre los cuidados de su hijo.

— ¿Tienes algo que decirle? —mi mejor amiga sonríe y yo niego fastidiado con sus estúpidas adivinanzas de mamá bruja.

—Todo está dicho —me giro y me detengo cuando su mano me impide continuar.

—No, tú dijiste todo, ahora te falta escuchar su lado de la historia. No cometas el mismo error que yo, Anthony... Sarah puede ser la Dania del presente —me sonríe forzada y se aleja arrastrando a una llorona desalmada con pocos deseos de separarse de su hijo.

...

Sarah.

—Hoy será el ritual de iniciación de la menor del grupo —Venus alza una mano y todas sonríen cuando toca la cabeza de la protagonista con una expresión bastante seria —. Maya Yelena Crild Thomson Ivanov, ¿estás lista para ser una de las nuestras?

Suspiro y río cuando Maya frunce el ceño algo confundida por no saber qué hacer. La entiendo, todo esto es una cortina de humo para salir y poder hacer locuras todas juntas.

—Vale —la menor alza sus hombros y todas la abrazamos emocionadas por la nueva integrante.

Faltan Vanessa, Tamara, Tiffany, Irina, Sofía, Georgia, Phoenix y Carolina, pero todas están o de viaje con sus parejas, u ocupadas con sus asuntos.

— ¡Ay! ¡Qué emoción! No saben lo que tuve que insistirle a Sthepen para que me dejara salir sin él, está intenso porque cree que daré a luz en cualquier momento —Venus rueda los ojos y toma la mano de Maya arrastrándola con una gran sonrisa por todo el centro comercial.

— ¿Y qué se supone que se hace en un ritual de iniciación? —Miley me pregunta/susurra y yo niego sin saber la respuesta.

— ¡Oh! ¡Ya sé! ¿Qué tal si probamos con un cambio radical de cabello? Maya, te ves hermosa, pero a tu nuevo yo le urge un cambio de apariencia —Rebecca le sonríe y ella hace una mueca tomando con inseguridad la mano de Lauren.

— ¿Y si sale mal y me dejan sin cabello?

—No pasará, peque, lo harán profesionales —Dania le guiña un ojo y Maya termina de dudar asintiendo repetidas veces.

En realidad sí está muy cambiada y eso se nota. Lo que antes estaba como un "tobogán" según ella, ahora se ve indicado y bastante adecuado a sus medidas. Sí, hablo de sus senos, al igual que su trasero, crecieron y se ve mucho más hermosa. Está más alta y tiene una figura bastante escultural al igual que mi mejor amiga. Supongo que tiene que ver con sus genes, Lauren tiene un cuerpo de infarto.

—Oww, no puedo creer que no seas la misma niña de dieciséis años berrinchuda que conocí —la abrazo con fuerza y ella suspira acostumbrada a mis ataques de ternura —. Estás preciosa, ¿lo sabías?

—Sí, lo sé —sonríe egocéntrica.

Todas nos detenemos frente al salón de belleza y nos sorprendemos cuando con tres palabritas que les dice Rebecca todos los presentes comienzan a atender a Maya como si fuese princesa de Genovia.

Todas las demás nos vamos al spa para disfrutar de un delicioso masaje y no puedo evitar observar mi teléfono con angustia y preocupación.

Sé que mi bebé no está en malas manos, pero tengo miedo porque es la primera vez que dejo a mi chiquito por tanto tiempo con Álvaro y no sé si esos dos se soporten por mucho tiempo. La niñera en Florida era Sarahí, aunque no era por más tiempo que dos o tres horas cuando salía a comprar lo necesario para la despensa. Soy una mamá muy intensa, lo sé, pero estaría más tranquila si Álvaro me enviara un mensaje cada treinta minutos informándome sobre cada cosa que pase con mi hijo.

—Esto era todo lo que necesitaba —Venus sonríe encantada con el trabajo que está haciendo su masajista y yo sonrío asintiendo porque entiendo su sensación.

He estado tan tensa que no había notado que mi cuerpo estaba acumulando todo eso en mis hombros y cuello.

Suelto un gran suspiro cuando llegan a mis pies y río porque me causa cosquillas y placer a la vez. Parezco pendeja pero tenía muchísimo tiempo sin estar en un lugar así.

Los ojos del Anthony grande invaden mi mente y trago saliva recordando nuestra conversación en la mañana. ¿Me odia? ¿Qué se supone que seremos a partir de ahora? Desearía haberle dicho más cosas pero en ese momento no tuve el valor. No cuando nuestro acercamiento era tan reciente y la seguridad no era mucha.

¿Por qué no lo abracé? ¿Por qué no lo besé? ¿Por qué no me aproveché del momento y simplemente lo hice mío? Tenía miedo de su reacción, de que me rechazara. Él me iba a rechazar y yo lo sabía, por eso decidí mantener mi distancia y esperar. Quiero encontrar el momento indicado para contarle todo. Quiero esperar el momento indicado para poder decirle por qué no le dije nada.

Anthony Soublette tiene que saber la verdad y yo... Tengo que liberarme de tantas mentiras.

—Ayer me asaltaron —las chicas dejan de reír por algo que Rebecca está contando y me observan preocupadas e impresionadas con mis palabras —. Me apuntaron con un arma y les juro que nunca había vivido una experiencia tan aterradora, yo... Fue espantoso —agacho la mirada y observo detenidamente a Miley cundo toma mi mano sonriéndome con ternura.

—No debió ser fácil, gracias por tenernos la confianza y hablar —sonrío encantada con sus palabras. Ya entiendo que el aura fría es solo una fachada.

— ¿Sabes quién fue? ¿Hay alguna forma de localizarlo y encerrarlo? —Dania frunce el ceño y yo suspiro negando lentamente.

—No le vi la cara, en todo momento estuve de espaldas y solo me dio tiempo de cargar a Anthony cuando se llevó el coche. Él... Me quitó todo, creo que estaba drogado o algo —respiro hondo y sin intenciones de revivir las escenas en mi mente. Solo quería desahogarme para no tener que contarlo de nuevo a alguien más.

—Maldito desgraciado —Miley murmura y yo la observo asombrada porque no sabía que la princesa elegante (apodo que le puso Venus en mi ausencia), tenía ese vocabulario.

Todas comienzan a darme palabras de consuelo y no puedo evitar reír y soltar un par de lágrimas porque sinceramente las extrañé demasiado. Extrañé nuestras locuras, nuestro apoyo incondicional, nuestros festejos y nuestras derrotas. Las extrañé muchísimo, pero ahora también extraño a una parte de mí que sigue en Florida y tiene más de la mitad de mi nombre.

—Si antes estaba preciosa imagínense ahora —Lauren sonríe orgullosa de su hermana y yo observo el resultado de mis uñas. Elegí color nude y realmente me encantan porque se ven sencillas, prácticas y elegantes.

Terminamos con los últimos detalles y caminamos con rapidez hacia el salón de belleza en donde están atendiendo a la menor de los Crild de pies a cabeza. Manicure, pedicure, cabello, rostro y estómago. Sí, hasta le están dando comida directo a la boca.

—Pero ella no tuvo masajes —Dania se mofa y todas reímos de su falsa envidia actuada.

—Nos costó horas, paciencia, sudor, lágrimas, deudas inimaginables con el bar, herramientas para el cabello, fe en nuestras capacidades y muchos clientes asustados con los lloriqueos, pero aquí está la nueva imagen de Maya Yelena Crild, que la disfruten.

Sonrío sin poder contener la intriga y siento mi mandíbula caer al piso cuando la que se supone es la menor de los Crild, la más chiquita, la niña berrinchuda, la grosera y la que odia bañarse sale convertida en una tremenda diosa. Y no lo digo porque antes fuese fea, solo que ahora las palabras no describen exactamente en lo que esa niñita está convertida.

—Maya... —Lauren murmura y todas la atacamos con cumplidos llenos de abrazos y risas de emoción por lo hermosa y deslumbrante que está.

Le aplicaron la técnica balayage con tonos violetas. Luce preciosa, radiante y sobre todo: feliz. Ella eligió absolutamente todo por su cuenta y sé por su expresión que le encantó el resultado y se siente feliz consigo misma. Eso era lo que todas queríamos.

—Volveré otro día —Maya se despide de todos con una sonrisa y sé por sus caras que ellos no tienen las mismas ganas de verla. Digamos que ella no fue malcriada, solo llorona porque como está contando, algunas veces la jalaban mucho del cabello o le dolía el cuello por la incómoda posición.

Paseamos por todas las tiendas de ropa y zapatos y aprovechando el momento me encargo de comprarme otro teléfono cambiándole el chip y agregando con ayuda de las chicas los viejos contactos. Por desgracia no memoricé el número de mi papá, Sarahí y el resto de los chicos en Florida. Estoy triste, había estado chateando continuamente con Jefferson porque me prometió enseñarme a surfear cuando volviera y ya seguramente perderemos comunicación.

¿Escucharon eso? Aparte de mi estómago que está rugiendo de hambre, mi corazón acaba de romperse. ¿Y si vuelvo a lo mismo de antes con mi padre?

Suelto un gran suspiro y fuerzo una sonrisa cuando Lauren toma mi mano y me observa detenidamente buscando algún rastro que indique que algo anda mal.

— ¿Qué tienes? —frunce el ceño preocupada y niego sin intenciones de arruinar su bonito día —. Sarah, odio presionar a las personas para que me digan las cosas, pero me duele que siendo yo no me cuentes nada. Soy Lauren, soy tu mejor amiga y siento que ya ni siquiera eso soy. No te he pedido ninguna explicación, no te he pedido nada, yo solo quiero que no sientas que debes pasar por tus problemas sola. Yo me preocupo así no quieras que me preocupe. Yo me preocupo así finjas que no hay nada de qué preocuparse. No me interesan las razones por las que te fuiste, no me interesa en dónde o con quién estuviste, yo solo quiero saber que tú ahora, actualmente, estás bien. Eso es todo lo que me interesa: tu bienestar.

Asiento lentamente y la abrazo conteniendo mis poderosas ganas de llorar. Le contaré todo, pero no hoy y no ahora. Este es el día de Maya, tendremos mucho tiempo para hablar sobre mí.

— ¿Quién eres tú y dónde está mi Billie Eilish? —Lauren chilla cuando su hermanita sale de la tienda con unos tacones negros sin plataformas y un vestido negro ajustado al cuerpo. Vale, admito que para tener casi dieciocho años tiene uno de los mejores cuerpos del sexo femenino.

— ¿Está preciosa, verdad? Me costó convencerla de usarlos de una vez —Miley sonríe satisfecha y yo asiento repetidas veces a favor de su elección.

Un grupo de chicos se detiene frente a nosotras y todas observamos a Maya esperando que decida qué hacer.

—Como te enseñé, que no pase de un juego —le guiño un ojo y ella asiente caminando hacia el gran grupo que se encuentra sentado en las mesillas de la heladería.

—No dejan de mirarla —Dania ríe y yo asiento de acuerdo con su comentario.

— ¿Qué...? —Miley frunce el ceño confundida y todas quedan en completo silencio cuando Maya esquiva al grupo de chicos y comienza a platicar con una chica de cabello castaño bastante hermosa que luce como una muñequita.

— ¡Yo sabía! —Rebecca ríe y jadea aún impresionada con el dato —. Maya me daba una vibra lésbica y nunca comenté nada porque estaba esperando que presentara a una novia y ya.

—Yo lo sospeché, pero no es asunto mío —Miley se encoje de hombros y sonríe sin dejar de ver el conqueteo inocente de las adolescentes.

— ¿Estuvo con su amiga, verdad? En Torrance una vez las vi muy cariñosas —Dania entrecierra los ojos y Lauren asiente haciendo una mueca de tristeza.

—Teffy, pero nunca la menciones delante de Maya. Stephany ya no existe, es la innombrable —todas asentimos y yo hago un puchero porque en serio quise mucho a esas dos.

Fui la primera persona en saber sobre su relación. Lo sospeché cuando se abrazaron con todo el amor del mundo en el baile benéfico y yo misma me ofrecí a llevarlas a la suite para que pasaran una bonita noche a solas. Vimos una película juntas y solo fue cuestión de detallarlas unos minutos para darme cuenta del asunto. Su toques, sus miradas, su química. Gritaban "novias" por todos lados y ajá, así me enteré. Nunca se los dije directamente hasta que Maya me confesó que era lesbiana y yo le dije que mis antenitas ya lo habían detectado.

—Está arrasando, me siento orgullosa —pongo una mano en mi pecho cuando la chica ríe y asiente dándole su número de teléfono a Maya.

Creo que esta fue la mejor iniciación de todas.

...

—Yo te paso los números de todos, tonta —Álvaro deja un beso en mi mejilla y yo sonrío observando a mi dormido bebé entre mis brazos.

—Gracias por cuidarlo. No te dio mucho problema, ¿verdad? —él niega y yo entrecierro mis ojos intentando descifrar lo que dicen los suyos.

—Creo que le caigo mejor, aunque sigue sin soportar que le toquen el cabello —río y niego dejando un beso en la frente de Anthony.

—Bueno... Nos vemos mañana —él asiente y se termina de acercar dejando un gran y alargado beso en mis labios —... Álvaro, no.

Lo separo de mí y aclaro mi garganta bastante incómoda y tensa por la situación. No me esperaba su beso porque sé que estaba claro de todo, pero al parecer subestimé sus deseos carnales. Le tengo mucho aprecio, me gusta, me parece lindo y todo lo demás, pero nadie merece ser la segunda opción de nadie y él no será la mía.

—Lo siento, no sé qué me pasó —toma mi mano y me mira con arrepentimiento sincero —. Lo siento en serio, Sarah. No quiero que te sientas incómoda conmigo o te alejes. No quiero que pienses que no estás segura conmigo, solo... Me gustas muchísimo y me fastidia saber que la persona que tú amas no te está valorando como lo mereces... —calla y respira hondo calmando su respiración.

—Yo no merezco más de lo que él me está dando, Álvaro. Tal vez no lo veas así ahora, pero cuando una persona te hace daño creas un montón de barreras alrededor de ti que impiden que cualquiera se acerque. No importa cuánto amor le tengas, no importa lo mucho que la quieras ayudar... Una persona que no quiere ser sanada no recibirá ayuda de nadie, ni siquiera de sí misma —fuerzo una sonrisa y quito su mano de mi mejilla poniéndola sobre su pierna —. Yo le hice daño a él, así que esperaré hasta el momento que esté listo para explicar mi lado de la historia. Yo tengo el mío, que fue doloroso y nada fácil, pero él también tiene el suyo y la diferencia es que él no eligió pasar por eso. Tengo que darle su tiempo para sanar.

Me bajo del auto minutos después y solo es cuestión de pisar mi casa, oler el perfume, escuchar la risa, disfrutar la música y ver las maletas cuando noto que una de las personas que menos esperaba ver está aquí. Está en mi sala, peleando con mi hermano, riendo por la discusión, escuchando música y cargando a mi sobrino con toda la felicidad del mundo.

— ¡Sarahí!

...

Si tiene algún error, lo siento, intenté corregirlo lo mejor que mis ojos me permitieron editar.

¡FELIZ NAVIDAD Y FELICES FIESTAS! 

Quise publicar este capítulo antes pero no había tenido tiempo hasta ahora. Este es el último capítulo del año así que espero que les haya gustado leerlo tanto como a mí escribirlo <3 

¿Qué opinan de las chicas Crild?

¿Qué opinan de Tiff + Javier?

¿Qué opinan de Amparo y Anthony? 

Con mucho amor y un beso en la boca.

—Nepasavoir. 




P.D: ¿Le darían su número a Maya Crild?

P.D 2: En multimedia como ficticiamente le quedó el cabello, jejeje. 















Puto el que lo lea. 

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