Capítulo XVIII: Hazte Famoso (O Hazte A Un Lado)

El nivel de tensión que se respiraba, se sentía y se latía para el actor requería toda su concentración para no caer presa del pánico.

Para su fortuna, a diferencia de tantas ocasiones en el pasado en la que sucumbió a la presión, no se encontraba solo: había hallado en una mujer de cabellos blondos y boca de camionero el ancla que lo mantenía en el mundo real.

Por otro lado, eso no quería decir que aquella mujer no tuviera sus propios nervios y fantasmas.

—No puedo —Mel repitió antes de que la limusina girara hacía la calle del Teatro Kodak.

—¿Sigues con esa actitud? —Josh reprendió —. Ya te dije: estarás bien.

Fue justo a minutos de aparecer en la alfombra roja en la que Melissa se percató del hecho que aparecería frente a las cámaras y fotografías de decenas de periodistas; niveles de atención así no van con su personalidad en lo más mínimo.

—¡Esto no va con mi personalidad en lo más mínimo! —Mel exclamó, agachada y no sin buenas ganas de dejar las entrañas en el auto.

—¿Qué coño quieres decir con eso?

—¡Yo no soy una mujer de estas cosas! ¡De usar vestidos diseñados por algún italiano de nombre impronunciable! ¡De estar a la vista de tantas cámaras y micrófonos!

—No veo que tiene de malo —Josh explicó—. De todas maneras, de seguro pasara alguien como...no sé, Tom Hanks, o Joseph Gordon-Levy, y volveremos a la oscuridad.

—¿Estás...seguro? —Mel preguntó tras volver en sí.

—Lo he visto todo el tiempo: si hay una estrella mayor en el horizonte, los medios pueden olvidarse de ti aunque estés frente a sus narices...casi me ahogo porque nadie me ayudó en una filmación porque estaban demasiado ocupados bañándose de la luz de Rachel McAdams.

Mel pareció recuperar el control, o al menos, mantener la ansiedad a niveles de cordura.

—No tienes que temer —Josh aseveró, tomando fuerte de la mano a Mel —: Aquí estoy, si vamos a pasarla mal, la pasaremos mal juntos, y haremos que otros la pasen mal.

—Joshua Horwitz —contestó sonriendo—, ¡tú si que sabes hablar con una chica!

—¿Eso fue sarcasmo o...?

—Un poco de ambos.

—¿No quieres un poco de...agua? ¿Ya sabes? ¿Para la tos? ¿O para al menos lubricar la salida del pulmón?

—No, no; ya me encuentro bien.

—Y justo a tiempo, diría yo.

El transporte había aparcado en frente del recinto; el momento estaba aquí.

—Pase lo que pase — Josh comentó—, igual nos emborracharemos hasta que tu te conviertas en Scarlett Johansson y yo Jeremy Renner.

—¿Puedes ser en lugar de Renner, Simon Baker?

—¿Eh, tendré que hacerme ricitos y teñirme el pelo?

—No será necesario si nos emborrachamos tanto como prometes.

Y a sonrisas llenas, ambos caminaron hacia la alfombra, al frente, y al centro del foco de las miradas.

—¡Y aquí tenemos a Josh Horwitz, quien regresó de la nada y ahora está nominado al premio de Mejor Actor de Reparto! —rezaba una reportera—. ¡Josh, Josh aquí!

—Me está llamando —El actor murmuró.

—Ve.

—¿Qué cosa?

—Es tú trabajo Josh, tienes que ver, hacerte querer.

—¿No te incomoda? Sabes que no se detendrán conmigo: van a de seguro decir, "'¿Quién es tu linda acompañante?"

—Hey, una relación se basa en concesiones: aguantaste cuando vimos los Tazones Colegiales, ahora me toca aguantar a mi.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, ¿y quién sabe? Me gustó eso de que una periodista con muchas cirugías en el rostro me alabe.

Y Josh, con la aprobación de su pareja en su favor, se dirigió hacia la reportera.

—¡Oh, Josh! ¡Luces increíble! — La periodista declaró —, ¿Es un Hugo Boss?

—No, claro que no: sería un escupitajo en las tumbas de mis familiares muertos en el Holocausto usar ropas de ese nazi...

—¡Espera! ¿Quién es tu hermosa acompañante?

—¡No, no! —Mel se repitió en la mente mientras intentaba cubrirse el rostro con su palma.

—Vamos cariño, no seas tímida —Josh comentó.

A pesar de la incomodidad, Mel accedió y se acercó con la reportera, no sin antes dar a conocer a su pareja su parecer.

—Cuando lleguemos a casa no te la vas a acabar —La rubia susurró al oído del actor.

—¡Cariño! ¡Eres una hermosura! —declaró la periodista —. ¿No nos van a presentar, acaso?

—Melissa Doherty...p-pueden llamarme "Mel", si lo desean.

—¡Oh! ¿Nerviosa querida? Puedes hablar más fuerte, para que el público en casa te escuche; ¿cómo dijiste que te llamabas?

—¡MELISSA DOHERTY! —Mel replicó, pasando del murmuro apenas audible al grito energético.

—Va, linda, pero recuerda que sólo te pregunté tu nombre, no que rompieras una copa de cristal con tu voz.

—L-Lo siento —Mel se disculpó, con nervios e inseguridades tomando el control de su voz una vez más.

—¿Y cómo se conocieron ustedes? —La reportera preguntó con micrófono frente a la boca de la joven acompañante.

Y antes que comenzara a tartamudear y a sentir los primeros indicios de un aneurisma, Josh se interpuso y contestó por ella.

—Nos conocimos hace algunas semanas, quizá ya un par de meses —El histrión explicaba poniendo su mejor sonrisa "de compromiso"—. ¿No es así cariño? Y desde entonces no me he podido despegar de ella —prosiguió abrazándola de lado.

—¿No tenías una asistente parecida a ella? ¿Una rubia que sólo usaba jerseys de hockey y baloncesto?

—¡Allá! —Mel exclamó y señaló a la distancia—. ¿No es Sean Penn haciendo una declaración controvertida?

Y como ratas por la basura, la reportera y el camarógrafo dejaron a la pareja en solitario y se volcaron hacía aquel actor de mayor perfil.

—¿Sean Penn, Melissa? —Josh cuestionó con media sonrisa y un ojo entre-cerrado.

—Sólo quería que se fuera, y fue lo único que se me ocurrió en el momento.

—Es que no fue mal plan...no sé como se me ocurrió

—¡Obama sabía lo de "British Petroleum" pero no hizo nada para proteger los intereses del Gran Petroleo y de sus propias inversiones! —Ambos escucharon desde unos cuantos metros a través de un alarido apasionado.

—Por otro lado...parece que Sean Penn SÍ estaba ahí —Josh

—¿Era Sean Penn? —Melissa preguntó mientras señalaba tímidamente —. Creí que era un hippie indigente que se había colado a la alfombra roja...

—Ser Sean Penn y ser un hippie indigente colado a la alfombra roja no son mutuamente excluyentes.

—Oh...

Tras la parada en un discurso improvisado por un actor ganador del Oscar sobre las conspiraciones de los hilos del poder tras el poder, ambos ingresaron al Teatro.

Josh, en compañía de Mel, estaban sentados en puestos de honor junto a algunos miembros de la producción de su filme: Josh estaba nervioso y a la expectativa, sudando como pollo en rosticería y apenas pudiendo aguantar las ganas de desbotonarse la camisa.

—Josh, calma ya: solo espera un momento —Mel le insistió por última vez, aguantar la tentación de refrescarse como si estuviera un domingo en la madrugada por su casa después de una noche de jerga.

—Son los estúpidos genes Horwitz; cualquier cosa nos hace sudar, por eso a mi tío Trey nunca le fue bien trabajando en Wall Street...

— ¡Ya Josh! ¡Si yo tengo que aguantar tacones, vestido y maquillaje que me hace sentir como un payaso, tú aguantas la maldita camisa!

Afortunadamente, los aplausos durante el montaje de aquellos que nos habían dejado durante el año ahogaron el grito de Mel, pero ella misma se avergonzó de su comentario, aunque no podía decir que no comprendía el sentir de su compañero; ninguno de ellos era precisamente un icono del estilo, pero Mel era un tanto más madura para poder aguantar la ceremonia arreglada controlando sus ganas de sentarse cual si estuviera viendo en su sillón el Hockey del lunes por la noche; ambos eran un par de peces fuera del agua.

—Perdón...—Mel le murmuró sonrojada a Josh

—Calma, comprendo—Josh le respondió tomando la mano de Melissa cariñosamente, ella respondiendo con una sonrisa conciliadora.

Ya no había extrañeza o vergüenza, eso había quedado mucho muy atrás: ahora era simple aceptación, y más importante aún, amor de uno para el otro.

Entonces, cuando el montaje terminó, el premio el cual Josh estaba nominado estaba a punto de ser anunciado, y la "regadera" Horwitz volvió a abrirse.

—Mel ¿tienes algún pañuelo o algo?

— ¿Pañuelo? Josh, ni todo el embarque de Kimberly-Clark podía ayudarte ahora

— ¿Lo tienes o no?

—Tómalo...—Mel le pasó un pequeño pedazo de papel

Después de un par de chistes baratos y mal actuados por parte de los presentadores, finalmente fueron anunciados los nominados:

—Y los nominados son: David Boreanaz en "Black Business", Phillip Seymour Hopmann en "Ponce de León", Joseph Gordon-Levy por "Yo, Cecilia", Steve Buscemi por "El Mercader de Venecia", y Josh Horwitz, por "El Gran Apostador"... —Dijo el presentador seguido de aplausos tras cada nombre por parte de la audiencia y un enfoque a los histriones nominados.

—Es ahora o nunca, cruza los dedos, de las manos y de los pies—Josh le susurró al oído a Mel

— ¿Con estos zapatos? Me lo dices un poco tarde...

—...Y el Oscar es para... ¡Phillip Seymour Hoffman! —Declaró el presentador.

El auditorio se llenó de aplausos y el actor se levantó para recibir el premio; Josh se sintió un poco desanimado, pero no le quedo más que aplaudir ante el galardonado.

—Tranquilo Josh; lo hiciste bien...—Mel le consoló, poniendo su mano en su rodilla y con un tono de compasión

—No importa; siempre tendré ese Nick Choice Award.

—¿Ganaste un Nick Choice Award...?

—Si...bueno...de la filial Rumana del canal...

— ¿Soy yo, o eres más popular en otros países que aquí?

—¿Cómo dices?

—Pareciera a veces que cada dos de tres oraciones son de que ganas esto o aquello en Azerbaiyán o que tienes un sencillo número uno en Kenya...

—Sí, bueno, si tan solo fuera popular en un país donde la mayoría de la persona tuviera drenaje y comieran tres veces al día tal vez podría comprar ese yate en lugar de tener que rentarlo...

—¿Rentarlo?

— ¡Bien, prestado!

—¡Vale, subirme a uno en una exhibición del club de Yates de Marina del Rey! ¿Feliz?

Ambos rieron tras ese intercambio de palabras, y la ceremonia se perdió para ellos; ya no alcanzaron a oír si Pixar ganaba su vigésimo noveno premio en animación o a Joaquin Phoenix poniéndose en vergüenza y planteando la cuestión de que si para futuras ceremonias una prueba de drogas a los presentadores sería útil; un auditorio con miles estaba vacío en sus mentes, solo para ellos dos.

Después del evento, y de la fiesta al final, Josh y Mel regresaron al departamento del actor; ambos no perdieron tiempo para perder la elegancia y clase que tanto dinero, tiempo y maquillistas había tomado.

—No disfrutas nada eso de la femineidad ¿no es así? —Josh preguntó al ver a su compañera masajeándose los cayos formados por varias horas de caminar en los tacones más incómodos concebibles.

—Así me criaron, no me arrepiento de nada.

— ¿No te enseño tu madre eso o...?

—Para cuando llegué la edad de comportarme como una señorita mi madre tenía unos diez años enterrada en un cementerio a las afueras de Detroit.

—Caramba, lo siento mucho...—Josh comentó impactado con la dureza en que Mel dijo aquel comentario.

—No importa...

Josh se sentó junto a Mel, callado durante unos segundos sin saber cómo abordar el tema o que decir, así que simplemente dejo fluir su mente y su verborrea.

—¿Sabes que mis padres eran unos cretinos, no?

—Sí, solo lo has mencionado unas doce veces...hoy...

—Si esto fuera un programa de televisión, justo ahora habría una secuencia de todas y cada una de esas veces.

—Sin dudas...—Mel murmuró riendo con brevedad.

A pesar de ser un poco egoísta, Josh era lo suficientemente sensible para notar cuando algo mortificaba a alguien y era evidente para el que algo sucedía con Mel

— ¿Algo pasa? —Preguntó Josh

—Pues...no, no, nada...

Mel sonó mas falsa que un billete de tres dólares o una película de Michael Bay sin explosiones; Josh lo notó, y Mel sabía que este no estaba nada convencido con esa respuesta.

—Vamos ¿Qué sucede?

—Josh, es que...bueno, no lo tomes a mal: me encanta lo de tu nominación, me encanta que tu carrera este de vuelta en el buen camino, pero...

Mel volvió a callar; algo le molestaba, y era un tanto comprometedor ¿Qué podría ser que era tan difícil de explicar?

—No puede ser tan malo Mel.

—Pues mira. —Mel tomó un profundo respiro—es que lo compare conmigo y con mi vida...Josh, yo quería ser escritora, yo quería tener una oportunidad, y ver contigo todo eso es como ver lo que no pude tener...

Había amargura y rabia en lo que dijo Mel, pero más que eso aun, existía frustración y tristeza.

—Mel, aún eres joven...

—He intentado por años en esta ciudad, y no he logrado nada... —Mel dijo mientras una pequeña lagrima brotaba de su rostro—perdón, perdón, se que debo sonar un tanto mezquina y egoísta.

—Pues, no...no demasiado, es decir, comprendo lo que sientes en muchos aspectos: pensar que tu mejor momento ya pasó, que ya no tienes nada que hacer aquí y la sensación de querer rendirte y dejarlo todo atrás: se un par de cosas de eso ¿no crees?

—Sí, es cierto, pero no sé...de algún modo, no puedo evitar sentirme así...

Y Josh, al ver a aquella joven mujer, hermosa y graciosa, sintió que el mismo no se merecía la atención que estaba recibiendo; después de todo, el nepotismo fue lo que lo salvó de las presentaciones donde los fans de los 80 le arrancarían mechones del pelo a cambio de un emparedado de tocino.

—De una vez te lo advierto, Mel —Josh informó—; eso de perseguir la fortuna y la fama no siempre te lleva por buenos caminos: drogas, prostitución, amistades con Katty Griffin...

—¡Dios, no!

—Lo lamento; no quise poner esa imagen mental en tu cerebro.

—De todas maneras...la idea de fama, la idea de fortuna, ya no me interesan tanto —Mel explicó—; inclusive, sólo me gustaría...sólo me gustaría escribir, siempre lo haré, pero aunque sea para mis ojos solamente.

—O para los ojos de alguien que sepa apreciar tus talentos.

—¿Y con eso quieres decir qué...?

Josh tomó aliento.

—He estado mucho tiempo aquí, he aprendido poco, y de ese poco, no me gusta nada —respondió—; He pensando, en más de una ocasión, que eso de buscar las glorias de otros tiempos fue más por inercia, porque es a lo que estoy acostumbrado, que es todo el mundo que he conocido, y luego, un pensamiento pasó por mi mente, resumida en una frase corta de cuatro simples pero poderosas palabras.

—¿Cuáles?

—"Qué se joda Hollywood".

—Bien —Melissa lo miró extrañada—. Sé que el mensaje debería ser claro, pero sólo por no dejar, ¿qué significa eso?

—Lo que he pensado es olvidarme de Hollywood: quizá buscar algo más pequeño, en una ciudad lejos de Los Ángeles, y sencillamente...vivir en paz.

Fue una sorpresa para Mel: que Josh, a pesar de haber vivido en ese caótico mundo, de pronto, mencionara un sueño más sencillo; quizá no exactamente "humilde", pero para lo que la rubia esperaba del actor, ciertamente calificaba como ello.

—Es un lado nuevo que veo ahora, Josh —Mel aseveró—. ¿Serías capaz de eso?

—Lo había pensado desde hace tanto que ya no recuerdo; pero nunca había tenido el valor de darle la espalda a todo, o más bien, nunca había encontrado otra razón para ser feliz, lejos de esas ilusiones y falsedades de Hollywood: Tú, Melissa...eres mi razón para ser feliz.

Y un nuevo camino parecía formarse: uno que ni siquiera habían sospechado antes, pero sin importar si fuera en Hollywood o si fuera en el corazón del país, ambos sabían que manteniéndose juntos, la felicidad no sólo era posible: sencillamente se sentía ahí para que el otro la alcanzara en un beso, en una caricia, en una palabra tierna al despertar o antes de dormir.

La aventura, para ambos, no estaba allá afuera: estaba en el otro.

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