Capítulo IX: El Discreto Encanto de las Porquerías
Existe el infierno. No hablo de un lugar lleno de flamas, azufre y fanáticos de Slayer (según ciertos grupos fundamentalistas de padres de familia), sino de un lugar real: no es el reino sobrenatural del que tanto las religiones nos hablan. Tiene una forma peor, y más personal: es todo examen final dónde un estudiante sabe que no pasará; es todo enfermo que con paciencia y miedo espera descubrir si alguna pareja sexual con la que estuvo le pegó algo en sus partes sensibles; es toda fiesta dónde una chica masculina se ve obligada a usar tacones y vestido y posar como una muñeca de porcelana.
En pocas palabras, el infierno está hecho a la medida de cada ser, y para Josh, si no era el infierno aquella fiesta, al menos desde ahí se podía oler el aroma a chamuscado.
—Josh amigo—congratuló un hombre de barba de mediana edad, acompañado de otros más que parecían ser su séquito, justo antes de que Josh empezaba a sentir la urgente necesidad de marcharse de ahí—, felicidades por tu éxito.
—Gracias —el actor respondió.
—Escucha, tengo un proyecto en puerta, y tengo un papel perfecto para ti.
— ¿En serio? ¿De qué estamos hablando aquí?
—Se tratara sobre un boxeador retirado que quiere volver a los cuadriláteros...originalmente quería a Stallone, ¡pero él no tiene la suficiente experiencia en el deporte!
Todos alrededor de Josh soltaron una carcajada, lo cual hacía sentir aun mas avergonzado al invitado en cuestión, y estamos hablando de un sujeto que vendió píldoras contra la disfunción eréctil en Portugal...
—Se acabo —pensó—. Tengo mi dignidad.
Pero antes de hacer nada, recordó a su pareja para el evento.
—Debería ir por ella —se dijo Josh.
Pero al ver como terminó en buenas manos...decidió que al menos alguien debería sentir que ganó algo por venir aquí.
Josh pasó el resto de la noche en el bar Ox 2.0, donde su nueva y re-descubierta celebridad a base de nominaciones, golpes, mordidas y patadas lo habían eximido de su antes estatus de persona non-grata (siendo la única razón por la que antes lo dejaban entrar es porque el de hecho pagaba sus tragos y no comerciaba con opio a las afueras del establecimiento).
Sentado en la barra, meditabundo, tratando de ahogar sus pensamientos con bebida, viendo en un viejo televisor un partido de fútbol, trató de animarse de algún modo, pero el detalle es que para un ego herido poco consuelo existe.
—Quiero lo que él está tomando —una voz familiar mencionó a lado de Josh; este volteó y vio a Russell.
—¿Russell? ¿Qué tal el Festival? —le preguntó.
—No estuvo mal, pero todo se fue al carajo cuando "Santificado" gritó "¡Los católicos mandan!"...eso no puso muy contento a los protestantes, se hicieron de palabras y creo que alguien terminó crucificado...
— ¿Tan mal lo dejaron?
—No, me refiero a que literalmente lo crucificaron— Russell dijo mientras mostraba una imagen en su celular de precisamente, un asistente clavado a una cruz improvisada.
—Eso le da un nuevo significado a la frase "actuar como cristiano"...
—Por cosas así ya no existe Woodstock.
—Woodstock '99. Sí, lo recuerdo bien...mi cadera no volvió hacer la de antes.
—Y por cierto Josh—Russell interrumpió—. ¿Qué tal te ha ido después de...?
—¿La pelea?
—Sí, es decir: quedaste muy mal ¿Cómo puedes estar de pie?
—Ayuda mucho cuando la mitad del tiempo estas medicado con morfina y la otra mitad estas borracho.
— ¡Ah, la escuela de Elvis Presley!
—Nadie como el Rey para eso...
—Pero dime ¿Qué te pasa?
— ¿De qué hablas?
—Bueno, verte bebiendo no es ninguna novedad, lo sé, pero nunca has sido un ebrio triste; casi siempre te peleas con un par de vagabundos, o te pones un sostén sobre la camisa y empiezas a bailar como Janet Jackson.
—Si...buenos tiempos.
—Y según escuche por ahí, fuiste a una importante fiesta de Hollywood con...
—Robert Moore...Robert jodido Moore...
— ¿El no era tu hermano mayor en tu serie?
— ¡Sí! ¡Sí lo era!
— ¿Y que salió mal?
Josh aun no dejaba de recordar...
— ¿Qué dijiste? —Russell le preguntó a su amigo.
— ¿Cómo dices?
—Murmuraste algo extraño en...no sé, italiano o algo así.
—Nao era Italiano, portugués isso foi— Interrumpió uno de los clientes de la barra, a la izquierda de Josh— ¡Hey, te conozco! ¡Voce eres el porta-voz para las pastillas del " aviño paradiño"!
—De todos los bares de mala muerte el lusitano tenía que reconocerme en este...—Josh se dijo en voz baja.
—Pero en serio Josh, ¿qué sucedió?
—No es nada en especial, son solo varias cosas.
— ¿Podrías empezar diciendo alguna?
Josh tomó un sorbo más de su cerveza, buscando en esa bebida el valor para pronunciar las palabras, aunque destruyendo un poco su elocuencia para expresarlas.
—¿Sabías que después de "La Familia Tompkins" me ofrecieron una película con ese payaso?
—¿Ryan?
—Sí; "Unión Fraternal" ¿la conoces?
Pero por supuesto, la pregunta de Josh era retorica: para toda una generación, el filme "Union Fraternal", sobre un par de hermanos quienes pierden a sus padres y se ven obligados a afrontar la vida por su cuente es todo referente cinematográfico; la película se volvió un enorme éxito en la taquilla, los críticos la adoraron y prácticamente catapultó a Ryan a la estratosfera.
—¿En verdad te ofrecieron ese papel? —Russell preguntó incrédulo.
—Sí, bueno, el director sintió que había mucha química entre ése cretino y yo, y que seríamos un éxito rotundo...al final, resulto solo estar medio bien.
—Comprendo eso pero, ¿por qué traes de vuelta ese recuerdo?
—Russ, ayer le di un pequeño vistazo a lo que pudo haber sido mi vida.
— ¿Por aceptar ese papel?
—Por un poco de todo, Russell: estar en este negocio durante eres "lindo" para luego ser olvidado tan pronto tu voz te cambia y te crece el vello púbico.
—Sabes Josh, realmente no necesitaba escuchar eso...
—Lo siento —Josh lamentó azotando la barra con su frente.
—Comprendo hasta cierto punto tu sentir, pero te he visto afrontar esto durante años, ¿por qué ahora te vuelve a molestar? ¿No estás mejor ahora?
—Supongo que sí.
— ¿No sabías desde el primer momento que tu nominación fue puro nepotismo? ¿y no eras feliz así?
—Algo.
—¿Entonces?
—Pues...es una historia larga...bueno, no tan larga, pero sí patética.
—Mi tipo de historias favoritas.
Y el actor procedió a explicar todo lo acontecido: las burlas incomodas, que su cita lo dejará plantado, el fiasco de la subasta de solteros, y en general, la sensación de derrota que ni siquiera sentía en el set de "Barney II: Aventuras en Camelot.
— ¿En serio dijeron eso? —Russell pregunto algo impactado ante aquella descripción de lo que Josh escuchó en la fiesta.
—Sí, aunque creo que omití una que otra palabra por ahí, pero...bueno, tienes la idea.
—Pero Josh, hay algo que no entiendo...
— ¿Qué cosa?
—Se han burlado de ti en muchas otras partes, incluyendo notas a nivel nacional, ¿por qué esta vez te afectó tanto?
—Bueno Russ —Josh empezó su respuesta después de tomar un sorbo más de su bebida y mientras veía el fondo de su vaso—, honestamente no lo sé, pero es que...pensé que todo iba a ser diferente esta vez.
—¿En serio? ¿Diferente?
—Sí, y es que desde lo del premio, pues quizás creí que me empezarían a ver distinto, pero no: todo fue desastre tras desastre tras desastre
—Quizás has tomado esto muy en serio amigo; eras Josh antes de la nominación, y lo siguen siendo ahora, simplemente creo que estas intentando mucha cosas en muy poco tiempo.
—Tal vez...
—No puedes cambiar todo de pronto, es solo cosa de darle tiempo al tiempo.
Josh tuvo que reconocer que Russell tenía mucha razón; quizás no "toda", pero en definitiva mucha.
—¿Russ, como supiste que estaría aquí? —Josh preguntó.
—No lo sabía: después del desastre del evento, solo quería emborracharme...
A pesar que no mucho había cambiado, tener a alguien quien escuchara sus locuras parecía servir, y la carga que Josh sentía no parecía tan pesada, y más tarde, durante la madrugada, de regreso en su hogar, se percataría que a veces, una amistad no necesita mucho para aflorar.
— ¿Mel? ¿Qué haces aquí? —Josh preguntó al ver a su asistente sentada en su sofá.
—Abrí la puerta con la copia que me diste y...
—Sí, pero no te pregunte "como" entraste, sino "¿Por qué?"
—No te veías bien y...no sé, supongo que me preocupé...
Josh sonrió, miró brevemente al piso, y volvió su atención hacia Mel; se aceró al sofá y se sentó junto a ella
— ¿Por qué te preocupaste? —Josh le preguntó.
—No sé, ¿por qué te preocupaste tú la primera vez que me viste?
—Supongo que no me sentía bien pensando que algo pudiera pasarle a una pobre alma desafortunada—Josh respondió en un tono ambiguo, a medio camino entre una declaración cierta y una sarcástica.
—Bueno, creo que tu te acabas de dar la respuesta.
Y esa respuesta logró sacarle una pequeña risa al actor, y de algún modo, sentía que ese era el tipo de comentario que necesitaba escuchar. Si bien ser el receptáculo de la lastima de alguien más no era una situación deseable, hay diferencia entre lastima patética, y autentica voluntad de hacer sentir a alguien menos mal.
—Vuelve a tu apartamento Mel; déjame llamar un taxi, tenemos mucho que hacer la semana siguiente.
—Está bien...
Ambos se despidieron mutuamente, y Josh tenía un punto muy importante: serían unos días agitados los que seguirán.
Y tal como Josh tenía de tradición, en la mañana siguiente, el levantarse involucraba una jaqueca etílica que sólo un campeón olímpico de Octoberfest podría resistir.
—¿Quién llama a esta hora? —Josh se preguntó al escuchar el timbre de su apartamento—. ¿Quién es?
—Soy Melissa —contestó su recién contratada asistente al otro lado de la puerta.
—¿Sucede algo?
—N-no...bueno, no creo. Sólo deseaba saber si se encontraba bien.
—¿Sí me encuentro bien? —el actor se preguntó—. ¿Qué clase de pregunta bizarra es esa?
—¿Está bien? —Mel insistió.
—Tengo algo de...resfriado —Josh contestó.
—¡Josh, sé que estuviste bebiendo!
—¿Sí? ¿Y ahora me dirás que está mal? ¿Qué es un vicio horrible que puede destruir mi vida y llevarme a la perdición?
—No, ¡pude haber ido con usted! Beber solo en algo peligroso. Si va a emborracharse, al menos asegúrese que haya alguien que lo vigile.
Josh, en efecto, tuvo a Russell, pero esa contestación fue...inesperada; él estaba tan acostumbrado a escuchar sermones moralistas sobre el alcohol y las adicciones que simplemente asumía que todos le iban a repetir dichas palabras al verlo así. No esperaba un consejo básico e importante para una buena borrachera, menos aún de aquella mujer.
—Oye...Josh —comentó Melissa—. Perdón si te molesté. Me retiro...llámame cuando te sientas mejor...ya sabes, para trabajar.
Pero Josh no deseaba que se fuera: abrió la puerta de su apartamento, más lucido, más despierto.
—Melissa.
—¿Sí? —ella volteó, deteniendo su pasó de retirada del edificio de apartamentos.
—No quise sonar grosero, mil disculpas.
—No tienes porque darlas, yo entiendo bien —Mel respondió, acercándose a Josh en su puerta—. También he tenido mis noches de jerga. Sé lo mal que uno puede terminar.
Y tras aquellas disculpas, ambos permanecieron en silencio, fijando sus miradas en el otro hasta darse cuenta de que ello despertaba un poco de incomodidad.
—Mel —el histrión dijo, con su rostro ahora desviando sus ojos de su asistente—, ¿quieres pasar? Aún tenemos mucho que preparar por lo del viaje a Nueva York y todos esos asuntos.
—¿No te molesto?
—No, no. Al contrario —Josh aclaró, frotándose la nunca—. Hay mucho que trabajar, y bueno... ¿tienes hambre? Deja me pongo ropa limpia, me tomó un agua mineral y salimos.
—Em...gracias... —una Mel, sonrojada, respondió casi a infravolumen.
—¿Quieres entrar? —Josh preguntó.
—¿Puedo usar tu baño?
—Sobre eso...no creo que sea algo que quieras.
—Vamos Josh, no soy una chica normal. ¿Está sucio? ¡Gran cosa! Crecí siendo la única niña de todos mis hermanos; tengo mucho más estomago de lo que darían crédito a una chica como yo.
—Sé que no —Horwitz respondió—. Pero...no es tanto porque seas mujer, sino porque la rata parlante de seis patas puede ser muy agresiva. Y eso me recuerda, Mel: anota un revolver para mi defensa personal...o trampas para mapaches.
—¿Para mapaches?
—Ya intenté con trampas para ratas pero eso no sirve ni para romperles las uñas.
—Comprendo —Mel frunció el ceño—. Curioso...ratas parlantes de seis patas...creí que sólo mi edificio las tenia...
El ego de Josh, de pronto, se sentía menos herido y lastimado. Y era común que el recurriera al alcohol para lidiar con esos sentimientos, pero en esta ocasión, el alcohol no tuvo nada que ver.
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