-096-
Desperté con un fuerte dolor de cabeza y noté que Nathen salía de la ducha, solo con una toalla enrollada en su cintura.
—Qué linda forma de despertarme —sonreí.
—Buenas tardes, mi niña pícara —dijo, dándome un beso en la frente.
—¿Buenas tardes? —dije confundida. Él asintió.
—Son las cinco de la tarde —me informó. Lo miré sorprendida.
—Ve a darte una ducha. Yo pediré algo para merendar —asentí—. Esta noche saldremos, cariño —añadió.
—¿A dónde? —pregunté curiosa. Él se rió.
—Sorpresa —dijo, así que sin más, fui a darme una ducha.
Al entrar en la ducha, mi cabeza se inundó de recuerdos. Volví a recordar el beso con Shawn, y aunque pareciera mal, estaba muy feliz. Rozaba mis dedos en mi labio, recordando su tacto delicado, suave y húmedo, su beso torpe pero apasionado. Pero sabía que no estaba bien, no podía hacerle esto a Camila. ¡Camila es mi amiga!
Frustrada, cerré la llave de la ducha y me envolví en una toalla. Me vestí y salí del baño.
—Linda, ya trajeron la merienda—dijo señalando el carro que había traído el servicio de habitaciones. Sonreí.
Había porciones de cheesecake y tortas. Hice un puchero al darme cuenta de que no había donuts.
Shawn habría sabido, habría pedido donuts en lugar de esto, pensé, pero moví la cabeza para ignorar esos pensamientos y me concentré en merendar tranquila.
Después de merendar, vimos una película con Nathen. En un momento, él miró la hora.
—Cariño, ¿te quieres ir preparando? —me dijo.
—¿Para qué? —pregunté confundida. Él se rió.
—Para la sorpresa, cariño. ¡Ay, la sorpresa!
—Claro, en un momento —sonreí.
—Ponte muy guapa, bueno... ya lo eres —me sonrojé.
Fui hasta mi maleta y busqué un vestido negro de seda ajustado. Luego entré al baño, me cambié, me peiné y maquillé. Después de unos cuarenta y cinco minutos, estaba lista.
Al salir, él estaba sentado en el borde de la cama esperándome. Al verme, sonrió.
—Ya estoy lista —sonreí.
—Estás muy guapa —dijo él.
—Gracias —respondí con una sonrisa. Me puse los zapatos, agarré mi bolso y mis pertenencias, y él me extendió mi chaqueta.
Al salir del hotel, tomamos un taxi.
—¿Te encuentras bien? —pregunté, confundida.
—Sí, ¿por qué lo preguntas, cariño? —respondió él con una carcajada exagerada.
Encogí los hombros, restándole importancia.
Al llegar al restaurante, preguntó por la reserva que había hecho y, luego de unos minutos, ya estábamos sentados en nuestros respectivos lugares.
—Nathen, es un bonito lugar —dije, embobada.
—No tanto como tú —mordió su labio inferior.
—¿Esta es tu sorpresa? —pregunté, y él asintió.
—Bueno, parte de ella —respondió.
—Te amo mucho —confesé—. Pero no tienes que hacer este tipo de cosas, con que vayamos a cenar a un McDonald's, me conformo —añadí.
—Tú te mereces mucho más que unas hamburguesas —se rió él.
Pedimos pasta y una botella de champán. La noche estaba hermosa, con una orquesta tocando. Este lugar era perfecto.
—¿Pedimos un postre? —asentí.
El mesero nos trajo el postre después de unos minutos.
—Gracias por esta gran velada, Nath —sonreí.
—Amor, quería pedirte algo —dijo él.
—Sí, dime —lo miré, curiosa.
— Tú sabes que te amo mucho. Eres lo más importante que tengo —él se relame los labios nervioso—. Eres la mujer que cambió mi vida, le diste un giro, te amo con locura y quiero saber si tú también sientes lo mismo que yo —sus ojos reflejaban el temor ante mi respuesta. No sabía a qué se venía todo esto.
Mi corazón empezó a acelerarse. Estaba nerviosa. ¿Y si me vio besándome con Shawn?
—Nathen, no estoy entendiendo a qué viene todo esto —dije nerviosa—. ¿Quieres que hablemos en el hotel, mejor? —miré a mi alrededor. Él me observó confundido.
—No —dijo él. Ambos estábamos nerviosos—. ¿Tina, qué sucede? —preguntó.
—Nath, Shawn solamente puede llamarme así —arqueó su ceja.
—¿Perdona? —dijo él—. ¿Desde cuándo Shawn tiene más privilegio? —me miró confundido. Se notaba que se estaba poniendo de mal humor.
—Nathen, estamos hablando de nosotros —hablé fastidiada.
—Tú lo nombraste —se quejó.
—Ya, bueno —ya estaba de mal humor—. ¿Puedes terminar lo que ibas a decir? —lo miré de mala gana.
—No, ya no. Al parecer, no me quieres de la misma forma que yo —se quejó.
—Nathen...
—No, ya déjalo —se quejó—. Pediré la cuenta.
—No, no quiero que nos vayamos mal —le tomé la mano—. Sí, te amo y lamento muchísimo si no lo demuestro como quieres. A veces me cuesta demasiado expresar mis sentimientos —suspiré—. No quiero parecerte una empalagosa por expresar todo mi cariño, pero te amo mucho, demasiado, y quiero que sepas que eres todo lo que quiero en esta vida —él me sonrió.
—Mar, cariño —se relame los labios nervioso—, ¿te quieres casar conmigo? —se inclinó hacia mí con una sortija en su mano.
Me quedé inmóvil y sentí que realmente estaba en un sueño. Esto no estaba pasando.
—¿Qué? —pregunté confundida.
Él sonrió incómodo.
—¿Si te quieres casar conmigo? —volvió a decir.
¿Casarme? ¿Yo? Eso estaba muy lejos de mis pensamientos. Ni siquiera llevábamos un año juntos. Esto fue un balde de agua fría.
—Yo... —miré a mí alrededor; todas aquellas personas nos observaban con entusiasmo ante mi respuesta. ¿Y si comprometiéndome con Nathen, olvido mis sentimientos hacia Shawn?— Yo acepto —sonreí.
—¿En serio? —preguntó él, aún en estado de shock. Asentí.
—Sí, acepto —exclamé, saltando de emoción.
Él se levantó y me abrazó. La gente del restaurante comenzó a aplaudir.
—Te amo —dijo, colocando el anillo en mi dedo anular.
—Te amo más —respondí, profundizando nuestro amor con un beso.
Él pagó la cuenta y salimos del sitio, empezando a caminar sin rumbo por las calles de Los Ángeles.
Ambos estábamos felices. Nos comprometimos. ¡Estoy tan emocionada!
Nuestras manos estaban entrelazadas. Él hablaba de nuestro futuro, de nuestra futura casa, de dónde quería que viviéramos juntos, de nuestros futuros hijos, si íbamos a tener mascotas o no.
Hice una mueca. Él quería formar una familia ya, y yo apenas tengo veinticuatro años. No me veo formando una familia.
—Hey Shawn —salí de mis pensamientos y levanté la vista—, qué casualidad cruzarte por aquí —dijo Nathen.
—Bueno, mi departamento queda por aquí —dijo él, acompañado por Connor y sus amigos.
—Hola, Mar —saludó Connor—. Mañana te pasaré el vídeo que grabamos aquella vez. Lamento si he tardado en mandártelo.
—No te preocupes —sonreí.
Shawn nos observaba sin decir nada.
—Bueno, que tengan una bonita velada —dijo Shawn amablemente. Hice una mueca. Quería ir y abrazarlo, pero no podía.
—Hey Shawn, tenemos una noticia —dijo Nathen, haciendo que Shawn dejara de seguir su camino y nos observara.
—Nathen, no creo que sea el mejor momento —le susurré.
—¿Por qué no, cariño? —dijo él—. ¿No es tu mejor amigo? —insistió.
—Creo que es mejor que demos la noticia en otro momento, en un lugar más cómodo —respondí.
—¿Qué noticia? —preguntó Shawn intrigado.
—Nos vamos a casar —dijo Nathen feliz, mostrando el anillo en mi mano.
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