Eran las siete de la mañana y ya estábamos en camino al aeropuerto. Sofía estaba a mi lado, descansando en mi hombro con sus auriculares puestos, medio dormida.

Mi padre conducía. Mi vuelo salía a las nueve de la mañana, y afortunadamente no vivíamos lejos del aeropuerto.

— Ya llegamos — Le susurré a Sofía. Se estiró y salimos del auto.

Mi padre tomó mis dos maletas del maletero y las colocó a mi lado.

— ¿Tienes tu pasaje? — Preguntó.

— Sí — Respondí. Caminábamos hacia el aeropuerto para hacer el check-in.

— ¿Y tu pasaporte?

— Por supuesto — Contesté. Sofía rió.

Me puse en la fila para hacer el check-in.

— ¿Quieren un café?

— Yo un té — Pedí. Mi padre asintió.

— ¿Y tú, Sofi? — Preguntó mi padre.

— Un café — Asintió y se fue.

Sofía estaba a mi lado.

— ¿Cuántas horas de viaje son? — Preguntó.

— Ocho, con una escala en Miami.

— Ohh — Exclamó ella. — ¿No tienes miedo a que el avión se caiga? — Preguntó.

— No, no pienso en eso — Respondí. Ella asintió.

Hice el check-in y luego mi padre regresó con nuestras bebidas calientes.

Caminamos hasta la puerta de embarque.

— ¡Heeeey! — Se oyó detrás nuestro. No le di importancia. — ¡Martina! — Confundida, me di la vuelta.

Mayte y Macarena venían corriendo hacia nosotros.

— No te ibas a ir sin despedirte de nosotras — Dijo Maca, agitada.

— Te vamos a extrañar — Mayte me abrazó.

— Gracias por venir — Dije sinceramente. — En serio, gracias por tomarse el tiempo de levantarse temprano.

— No hay de qué — Sonrieron.

— Chicas, ¿No saben qué? — Dijo Sofía. — Anoche... — Le di un puñetazo en el brazo.

— Comimos pizza — Las chicas nos miraron extrañadas.

— Saluda a Mendes de nuestra parte — Me reí.

— Está bien — Acepté.

— Ya es hora, hija. Te amo — Mi padre me abrazó fuerte. Odiaba las despedidas y me costaba mucho soltarlo.

— Nos vemos en una semana — Les dije. — Chau, chicas — Hicimos un gesto de despedida grupal.

Al separarnos, caminé y me adentré en la puerta.

— ¡Si ves a Connor, dile que sea mi esposo! — Gritó Mayte.

Di una sonora carcajada.