-035-

Toda la mañana, mi móvil sonó hasta que no tuve más opción que contestar.

— Aja — dije y bostecé.

— ¿Ajá? — se escuchó una risita burlona.

— Shawn, tengo sueño — gruñí. — Déjame dormir.

— Deja de tonterías. Levántate, tenemos que ir a un sitio — dijo. Bufé y le di un puñetazo a mi almohada.

— Ahí levanto a tu hermana — suspiré.

— No, no la levantes — se apresuró en decir — Solo iremos tú y yo. Nos vemos en quince minutos — finalizó la llamada.

Observé a Aaliyah, que estaba durmiendo toda babeada.

Me levanté, me di una corta ducha, me sequé el pelo y luego fui hacia mi maleta en busca de ropa. Opté por una falda de jean con una camisa color salmón y me puse unas texanas. Agarré mi bolso, me rocié perfume y salí de la habitación. Shawn se encontraba a unos centímetros esperando.

— ¡Hey! — dije cuando lo vi.

— Buenos días, Tina — me dijo él. Sonreí.

— Buen día — lo abracé. — ¿A dónde vamos?

— A dar un paseo — dijo él. Sin más, nos adentramos al elevador.

Salimos a las calles de Vancouver y nos subimos al vehículo que nos esperaba.

— ¿Me dirás dónde vamos? — él rió.

— Eres una impaciente — dijo, achinando los ojos.

— Lo sé — sonreí y empecé a observar la ciudad por la ventanilla.

Después de unos minutos de viaje, el auto se estacionó y bajamos.

Nos adentramos en un local de... ¿Móviles?

— ¿Y qué hacemos aquí? — lo miré ceñuda.

Ignorando mi pregunta, se dirigió hacia un chico de nuestra edad que al parecer era un empleado de aquí.

— ¿Qué tal? — dijo Shawn, llamando su atención. El chico levantó la mirada y sonrió.

— Buenas, ¿en qué puedo ayudarlo? — dijo él.

— Es para reparar la pantalla de un móvil — dijo Shawn, y se dio la vuelta. Lo miré sin entender, y él me hizo una seña para que me acercara.

— ¿Modelo del móvil? — dijo el empleado. Shawn me observaba.

— ¿Qué? — pregunté confundida. ¿Por qué me miraba?

— Tu móvil — dijo sin más.

— Ah, sí — lo saqué de mi bolso — Oye, espera ¿Para qué? — él rodó los ojos y me lo quitó de las manos.

— Pobre móvil. Sobrevivió a una tragedia — el chico y Shawn se rieron. No me causó gracia.

— ¿Tiene arreglo? — preguntó Mendes.

— Claro, estará listo para la tarde.

Shawn sonrió y sacó su tarjeta de crédito.

— ¿Esto es una broma, no? — dije incrédula.

El chico nos observó con una ceja alzada, sin entender nada.

Shawn le entregó su tarjeta de crédito y el chico cobró por la reparación.

Furiosa, salí de la tienda. No me gusta que él haga esto, aunque tenga millones en su cuenta bancaria. No me gusta que gasten por mí.

— ¿Qué sucedió? — Shawn ya había salido del local — ¿Tina, te enojaste? — no respondí. — Oye, no me gusta que te enojes.

— Sabes que odio rotundamente que tú pagues por mí. Lo sabes — lo señalé con el dedo. Él se quedó callado.

— Vamos a desayunar — me dijo él. Alcé una ceja. ¿Me está tomando el pelo? — Acepta, por favor — dijo, haciendo un puchero.

— No sé por qué haces el mismo jueguito de pagar — bufé.

— Oh, vamos Tina. Por favor — suplicó — Tomaremos un té con donuts — Sonrió inocentemente.

— Eso es trampa — dije resignada.

— ¿Es un sí? — rodeé los ojos.

— Okey, vamos — él sonrió victorioso y nos subimos a la camioneta.

Nos llevó a un sitio un poco alejado de la zona.

Entramos en aquella cafetería y Shawn buscó una mesa un poco apartada.

Vino una mesera a tomar nuestra orden.

— Un café cortado, un té y donuts — dijo él.

La chica anotó y luego se marchó.

— Y bien, ¿te volvió a hablar Nathan? — preguntó Shawn. Negué.

— No, la verdad que no — dije. Él me observó — ¿Por qué? — pregunté.

— Por nada — aclaró su garganta — Oye, cuando volvamos a Toronto, podrían salir ustedes — dijo.

— No lo sé — dije dudosa.

— ¿No es de tu agrado, no? — dijo él.

— No, no. O sea, sí, pero — suspiré — No creo que yo sea de su tipo — reí nerviosa.

Él se quedó callado unos segundos y luego decidió hablar.

— Yo creo que eres una chica increíble. Y si él no ve eso, se lo pierde — dijo sin más, apoyando un brazo en la mesa y sosteniendo su mentón con el otro.

— Gracias — dije sin más. Este chico hace que mi autoestima sea siempre alta. Pero lo malo es que tiene expectativas que yo busco en hombres, los cuales muchos no las tienen.

La mesera volvió con nuestras órdenes y luego se marchó.

Me concentré en preparar mi té, tres sobrecitos de azúcar con un poco de canela. Agarré una dona y mordí un pedacito.

— ¿Ahora, no estás enojada? — preguntó él.

— Con comida, ¿quién se enojaría? — él rió.

Me encanta compartir un rato libre con Shawn porque con él puedes hablar de mil temas a la vez, incluso libros, películas o sobre el medio ambiente, cómo él quiere ayudar a cambiar la forma de pensar de muchos y con su música transmitir muchas cosas. Shawn es único.

— Estaba pensando en algo — dijo Shawn.

— ¿En qué? — pregunté curiosa.

— Algún día, podría ir a Argentina, como unas mini vacaciones — dijo él. — Con Aaliyah y Mila. — Sonreí emocionada — Por supuesto, que ni Mila ni yo estemos ocupadas.

— ¡Eso sería grandioso! — dije feliz.

— Bueno, no te emociones tanto, hay mucho de qué hablar y organizar — dijo él.

— Lo sé, pero estaría genial que vinieran — sonreí.

— ¿Terminaste tu desayuno? — dijo él. Yo asentí.

La mesera llegó, pagó y luego nos marchamos.

— Mila me dijo que hoy ustedes van a la playa — me encontraba recargada sobre su hombro.

— Sí, así es — dije — ¿Y tú qué harás? — pregunté.

— Yo estaré en el gimnasio — y sentí cómo acariciaba un mechón mío.

El transcurso del viaje fue en silencio, pero un silencio agradable, y él acariciaba mi cabello.

Al llegar, bajamos y entramos al lobby.

— Yo iré al gimnasio — me dijo él, esperando a otro ascensor — Nos vemos más tarde — me sonrió.

— Está bien — dije — Cuídate.

(**)

Las tres solas en la playa. Estaba cool. Esta vez nos fuimos a un sitio más "VIP", por así decirlo. Hacía bastante calor. El aire estaba caliente, el sol ardía. Soy más del invierno, pero el sol estaba perfecto para broncearse.

— Martina, te ves tan sexy con esa bikini. Que es obligatorio sacarte unas fotos — dijo Aaliyah.

— No soy buena posando — dije tímida.

— Oh, vamos — dijo Camz. — Solo déjate llevar.

Aaliyah sacó su móvil y me fotografió en diferentes ángulos.

Después de estar un rato bronceándome, me metí al agua con Camz.

— El agua está un poco fría — dijo ella.

— Tienes razón — dije yo.

No nos fuimos muy lejos de la orilla, pero lo suficiente como para que nos cubriera un poco el agua.

— Mar, te pido disculpas por lo que pasaste ayer — me dijo ella.

— ¿Qué cosa? — la observé confundida.

— Por la reacción de Shawn. A veces suele ser así — dijo ella.

— No te hagas problema. Es un ser humano. ¿Qué ser humano no discute? — ella sonrió con los labios cerrados.

— A Shawn le molestó mucho la actitud de aquel hombre — jugueteó con el agua — Más sabiendo por lo que pasaste. Shawn siempre va a tratar de protegerte. — Desvió su mirada.

— Camí, hay algo que no me estás contando — sabía que hay algo que no me decía — Por favor, si hay algo que no te guste, puedes decirme.

— No, tonta, no pasa nada — dijo ella.

— Lo que menos quiero es que tú y Shawn discutan por mi culpa — dije con toda la sinceridad.

— Mar — agarró mis ambas manos — Shawn y yo no vamos a discutir. Quédate tranquila, ¿sí? — se separa — Además, ustedes son mejores amigos y están en todo su derecho de juntarse y no decirme nada. Yo no mando en sus vidas. Él y yo nos entendemos completamente, nos conocemos muy bien. Y sé que tú eres una chica increíble — finalizó.

— Es que...

— Es que; nada, ya déjate de quemarte el coco por tonterías — relamió sus labios — ¿Tienes ganas de tomar algo? — dijo ella.

— Sí.

— Okey, iré con Aaliyah — empezó a salir del agua — ¿Qué te traigo?

— Cualquier cosa — dije. Ella asintió y se fue con Aaliyah.

Suspiré y medité unos minutos más en el agua hasta que salí. Obviamente no llevaba una toalla, así que caminé hasta nuestro lugar.

Noté que estaba un poco bronceada y eso me ponía feliz.

También noté que había un chico a unos metros de nuestra sombrilla, mirándome fijo desde que salí del agua.

Pero no era cualquier chico.

Era Shawn.









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