-030-
Aunque me había acostado a las cinco de la mañana, a las diez ya estaba arriba. Pedí servicio a la habitación y, mientras me daba una ducha, escuché el timbre. Me muero de hambre.
Una mujer grande estaba frente a la puerta con un carrito.
— Buenos días, señorita — me saludó ella, y le sonreí. — Servicio a la habitación — dijo, y sin más entró con el carrito.
— Muchas gracias — le dije. Ella me sonrió y se marchó.
En el carrito había variedades de postres, una tetera grande y al lado una cajita con adornos llena de sobres de café y diferentes tipos de té.
Prendí la TV y dejé un canal cualquiera. Fui al baño y me puse una mascarilla para el cutis. Cuando volví a la habitación, preparé una taza de té para desayunar.
La puerta volvió a sonar y, confundida, fui a ver quién era.
Abrí con lentitud y solo dos personas estaban allí.
— ¿Qué hacen aquí? — los miré confundida. — Por cierto, se ven horribles — dije.
Ellos ignoraron mi pregunta y entraron a la habitación.
— Despejado — dijo Camila, observando la habitación.
— Despejado — repitió Shawn al salir del baño.
— ¿Despejado de qué? — pregunté.
Ellos se sentaron en la cama y me observaron.
— ¿Por qué no te despediste anoche? — habló Camila, seria.
— Sí, y ¿con quién te fuiste? — preguntó Shawn, colocando una pierna sobre la otra y apoyando una mano en su mentón.
— ¿A qué vienen todas estas preguntas? — dije, y entonces lo entendí. — Oh, ya entiendo a dónde quieren llegar — me reí. — Me trajo Nathen — ellos se observaron y luego me miraron.
— ¿Por qué no nos lo dijiste? — dijo Camila.
— ¿Decirles qué? — los miré confundida.
— Pensamos que te había pasado algo — dijo Shawn.
— Que exagerados — hice una mueca.
No puedo creer que me estén haciendo una escena por no avisarles. Aun así, los amo mucho.
— ¿Qué pasó con Nathen? — preguntó Shawn, y abrí mis ojos como platos.
— ¡No les voy a contar mis intimidades! — dije. Okey, eso no sonó del todo bien. Camila alzó una ceja. — No pasó nada — suspiré. — Luego de la fiesta, Nathen se ofreció a llevarme hasta el hotel. Nada más. Nos despedimos y listo, él se fue a su rumbo y yo entré al hotel. ¿Felices? — dije.
Ellos estallaron en carcajadas, y los miré confundida.
— ¿De qué demonios se ríen? — dije, indignada.
— De toda la escena que hicimos — rió Shawn.
— Ven aquí, tonta — me dijo Camila. Indignada, fui hacia ella.
Ella me jaló y caí en la cama. Solo se escuchaban nuestras carcajadas. Creo que despertamos a medio hotel.
— Con la carita verde, eres aún más adorable — dijo Shawn. Maldición, tengo la mascarilla puesta.
Agarré la almohada y le di un almohadazo a Shawn en la cara.
— Ya, ya, ya — dije, ya sin aire, y los tres nos incorporamos bien. — ¿Cómo pasaron sin avisarme en la recepción? — pregunté.
— El recepcionista nos reconoció — dijo Shawn, y rodé los ojos.
— Mar, ¿puedo sacarte una porción de limón pie? — Asentí, sonriendo.
— Vamos a desayunar — dije.
Cada uno preparó su bebida caliente, y nos sentamos en la cama a desayunar.
— Oye, Mar, tienes más de eso — me dijo Shawn señalándome la cara. Me reí y asentí.
Los tres nos hicimos una mascarilla.
Saqué el móvil y tomé varias fotos, pero no las subí a ningún lado, solo las guardé para mí.
Desayunamos entre charla y risas, y obviamente haciéndonos mascarillas.
— ¿Qué quieres hacer hoy? — preguntó Shawn.
— Me gustaría conocer la ciudad donde creció uno de mis ídolos más importantes — Shawn sonrió. —Justin, claro.— Cambió su expresión y me miró seriamente. — ¡Es broma! — dije, y Camila estalló en carcajadas.
Shawn se tiró de boca a la cama y gruñó sobre las sábanas.
— ¿Te enojaste? — empecé a preocuparme. — ¿Shawn? — dije, relamiendo mi labio inferior. En menos de un segundo, sentí un fuerte dolor en mi cara. Bueno, era soportable. Abrí mis ojos sorprendida.
— Te lo mereces por ser malita conmigo — hizo un puchero. Me había dado un almohadazo.
— ¡¿Pero qué te pasa?! ¡Podrías haberme sacado la cabeza! — dije, y él se tentó.
— Gruñona — me dijo.
Le saqué la lengua.
— Ahora nos debes comprar un helado a Cam y a mí. — él se rió, miró a su novia que estaba atenta a todo y le robó un beso en los labios, lo que la hizo sonrojarse. ¡Me muero muerta!
—— ¿Me harás un tour por tu ciudad, Shawn? — le pregunté.
— Claro, cariño — dijo él. Aquella palabra me hizo erizarme.
— ¿Cuántos días te quedas? — preguntó.
— Unos cuantos días. Lo suficiente para estar con ustedes — sonreí.
— Solo déjame hacer una llamada — dijo él, y se fue hasta el baño.
Me quedé hablando con Cami y luego de unos minutos Shawn volvió a la habitación.
— Bueno, ve alistándote — me dijo.
— ¡Uyyyyy! — aplaudí felizmente. — ¿A dónde vamos? — pregunté.
— La primera parada de este tour será la casa de mis padres — dijo, y yo lo miré confundida.
— ¿De qué hablas? — dije.
— La semana que te quedas, te quedarás en mi casa. Hay una habitación de huéspedes. Puedes quedarte ahí.
— Mmm, no lo sé, Shawn. No sé si debería ir — dije dudosa.
— ¡Oh, vamos, Mar! Además, mi madre ya está haciendo el almuerzo.
Observé a Camila y ella me sonrió.
— ¿Tú estás de acuerdo? — pregunté.
— ¿Por qué preguntas eso? — dijo ella, observando a Shawn.
Alcé los hombros. — Capaz que no quieres — dije.
— Bueno, no pienses eso, ¿sí? Si, sí quiero que estés. Además, ¿qué importa mi opinión? — dijo ella. — Si Shawn te invitó es porque quiere que estés cómoda, y estemos los tres juntos, como los mejores amigos que somos — me agarró las manos y me miró atentamente a los ojos. — Ya no es como antes, Mar. Ya eres parte de nuestra vida, somos como una familia — me sonrió. — Aleja esos pensamientos negativos. — Me abrazó.
— Gracias, Mila — sonreí.
Luego de esa charla, ellos me ayudaron con mi equipaje. Y cuando estaba todo listo, y sin olvidarme nada, fuimos hasta la recepción e hice el check-in. Y salimos del hotel. Shawn llevaba mi maleta. Y vi varios paparazzis. Me puse nerviosa.
— Solo ignóralos — me dijo Cami. Asentí y caminé mirando al suelo. Paramos al frente de la camioneta de Shawn. Los paparazzi seguían ahí, haciendo preguntas, a las cuales los chicos ignoraban.
Nos subimos a la camioneta, Camila saludó a los paparazzi, y luego Shawn arrancó.
— ¿En serio tienen que lidiar con esto todos los días? — pregunté. Solo cinco minutos y ya me sentía sofocada.
— Sí, bueno, en realidad, a veces no son tan intensos — dice Shawn.
— Wow — dije.
En el viaje, solo escuchábamos música. Hasta llegar a la casa de Shawn. Me sentía nerviosa, era como que no sé, no sé cómo explicar cómo me siento.
Shawn saca mi equipaje y detrás de él, entro a su hogar.
El desorden de anoche había desaparecido. Estaba todo limpio y ordenado. Era como entrar en otro mundo paralelo.
— ¡Ma! — dice Shawn. — ¡Mamáá! — grita.
Karen aparece con un delantal y una sonrisa en su rostro.
— ¡Llegaron! El almuerzo ya está casi listo — dijo ella.
— Te presento a Martina, es mi mejor amiga, bueno, ya la conoces — dice él y ríe.
— Martina, un gusto. Karen — nos abrazamos y me da un beso en la mejilla.
— El gusto es mío — dije.
— ¿Te gusta la lasaña? Estoy haciendo lasaña — dice ella.
— Suena delicioso — dije. Y ella sonríe.
— Yo llevaré esto, al cuarto donde dormirá Mar — dice Shawn, mostrando mis maletas.
— Ok, hijo, ten cuidado. Y ya que vas arriba, llama a tu hermana — él asintió.
— ¿Acaso oí lasaña? — dice Cami.
— ¡Oh, Camila preciosa! — la abraza — Hice lasaña, como a ti te gusta — sonríen.
Shawn baja con su hermana.
— ¡Hola, Marti! — dice ella.
— Hola, Aaliy — nos saludamos con un beso en la mejilla. Ella traía unos shorts y una remera súper larga. Y un rodete.
— Bueno, vayamos a sentarnos en la mesa — dice la mujer. — Yo iré por su padre — dice Karen a sus hijos.
Fuimos a la mesa y me senté al lado de Aaliyah, y enfrente de los tortolitos.
— ¿Qué tal, Nathen? — mueve las cejas Aaliyah. Me sonrojo.
— Nada — dije tímida.
— ¿Nada? — dijo ella.
Asentí. — Solo intercambiamos números — alcé los hombros.
— Bueno, ese es un buen avance — dice ella.
Justo entra Karen y el padre de Shawn y Aaliyah.
— Hola, chicos — dijo él. Y me observa — Oh, muchacha, ¿qué tal? Un gusto — dice él y lo saludo.
Karen trae la comida. Y el almuerzo fue pura charla.
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