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— Me muero de calor con esto — Bufó Shawn.
— Te lo advertimos, pero siempre eres terco — intervino Camila.
— Como si no te reconocieran tus fans — Reí—. ¡Mides dos metros, Shawn!
Él rodó los ojos.
Nos encontrábamos caminando por las calles de Buenos Aires. Nos escapamos del hotel, bueno, ellos se escaparon. Me rogaron que les hiciera un tour.
— Oye, ¿y si vamos en esto? — Señalé los monopatines. Camila emocionada dijo que sí.
— Está bien, pero yo pago — Dijo Shawn.
— Lo siento caballero, pero necesitas la aplicación. Y eso solo lo tengo yo, aquí — Señalé mi móvil. Camila rió.
Sacamos los monopatines y empezamos a andar por Buenos Aires.
— Vengan, los llevaré a un sitio — Dije.
— ¿No nos vas a secuestrar, Martina? — Dijo Shawn. Salió una carcajada de mi parte.
Camila iba grabando mientras tanto. Hasta que llegamos a nuestro destino. Dejamos los monopatines y nos adentramos al sitio.
— Este lugar es genial — Dijo Shawn.
— ¿Lo es, no? Se llama el jardín japonés — Añadí.
— ¡Amo las flores! — Chilló Camila.
Recorrimos cada rincón del parque. Camila no paraba de sacar fotos y grabar, aunque los videos o las fotos no las subía.
— Vengan — dijo Camila y extendió su móvil—. Vamos a sacarnos una selfie.
Los tres posamos, y Camila sacó la foto.
— ¡Genial! — Exclamó ella.
Luego de recorrer, salimos y esta vez agarramos unas bicis. Lo que fue más difícil, porque Camila aún no sabe andar en ellas.
Camila estaba arriba de la bici, pero Shawn la empujaba mientras caminaba a su lado. Ambos charlaban y se reían.
Yo, por mi parte, casi me atropellan con bici y todo, por ver la escena.
Dos horas después nos encontrábamos en Puerto Madero, íbamos a comer algo, ya que tanto paseo nos dio hambre.
Fuimos a un restaurante de sushi y esperamos a que el mesero nos ubicara en un lugar.
— ¡Hola! ¿Son solo ustedes tres? — dijo una chica bajita de pelo negro.
— Sí — contesté.
— ¿Podemos tener un sitio un poco más discreto? — Habló Shawn. La chica lo miró sin entender.
— Lo siento, no soy buena hablando inglés. — Rió avergonzada.
— No te preocupes. Lo que acaba de decir es que si no tienen una ubicación más discreta — Le sonreí.
— Oh, claro, síganme — Sonrió ella y la seguimos hasta el segundo piso del lugar.
En la segunda planta, no había mucha gente. Al contrario, solo dos mesas estaban ocupadas.
— Oh, mira ahí, Shawn — Camila señaló el balcón. Él sonrió.
— ¿Quieren ahí? — Camila asintió.
La chica nos ubicó en la mesa de la terraza del lugar, no había nadie, el lugar era prácticamente para nosotros, había dos mesas con cuatro sillas alrededor. Las vallas eran de cristal, había plantas a su alrededor y teníamos vista al gran puerto.
Nos sentamos y la chica nos dio a cada uno el menú. Luego se colocó a un lado. No tardamos en pedir, era un restaurante de sushi y eso fue lo que pedimos. Shawn también pidió un vino blanco.
— ¿Cómo te va en los estudios? — Me preguntó Camila.
— Pues bien, un poco estresada, pero bien — Sonreí.
— Espero verte mañana en mi show — Dijo ella.
— Oh, yo la verdad... — ella me interrumpió.
— ¡Oh, vamos, Marti! No rechaces mi invitación — Hizo un puchero. ¿Era una invitación? Qué bueno, porque no tenía cara para decirle que no había comprado una entrada.
— Está bien, iré — Ella festejó, mientras Shawn y yo reíamos.
Shawn posó su mano sobre la de Camila, y noté que llevaba un brazalete. Era el mismo que le regalé hace unos meses. Sonreí.
La mesera trajo nuestra comida con el vino y luego se marchó de nuevo.
— Es hora de presentarte a un chico, ¿no crees, Shawn? — Me atraganté con un rollito de sushi.
— Lo siento — Dije tosiendo.
— Creo que fuiste un poco directa, Camila — Dijo Shawn entre risas.
— ¿Te encuentras bien, Mar? — Me preguntó Camila. Asentí.
— Sí, solo... — Suspiré — ¿Qué decías?
— Que deberíamos empezar a buscarte pareja, ya sabes, para hacer una cita de cuatro — Dijo ella.
— No lo dejes así, le queda bien ser el candelabro — Habló Shawn y se rió.
Cerré los ojos. Tenía ganas de asfixiarlo, pero su carita de ángel, esculpida por los mismos dioses, me lo impide.
— ¡Qué cruel eres!
— Te odio, Raúl — Dije, y Camila dio una carcajada.
— Lo siento, soné muy cruel — Alzó sus manos — Pero hay que admitir que estuvo divertido. ¿O no, Mar? — Lo dijo con una sonrisa divertida.
— Cállate la boca — Le dije imitándolo, y Camila no tardó en volver a reír.
— No, "Cállate la boca" es malo — Dijo él. Y solté una sonora carcajada. Dios, su español es muy divertido.
Después de comer, tuvimos una pelea con Shawn porque no me dejó pagar la mitad (que terminó pagando él), y luego fuimos a dar una vuelta por el puerto. Ya estaba oscureciendo.
Caminando, nos cruzamos con varios fans que les pedían fotos a ambos. A mí me miraban raro, y no es para menos. A su lado, soy una cualquiera.
Con Camila fuimos hacia el puente, y Shawn iba detrás nuestro.
— Queremos disculparnos por lo que ocasionamos — Habló Camila.
— ¿De qué hablas? — Dije confundida.
— Ya sabes, con el tema de guardar el secreto, no nos dimos cuenta de que te estábamos presionando demasiado. Hicimos que pelearas con tu amiga, y por varios meses estuviste con ansiedad.
— No te preocupes, Cami, no fue culpa de ustedes. Para nada lo fue — Sonreí — Las cosas se van a solucionar. Tranquila — Nos abrazamos.
Sentimos un flash. Confundidas, nos dimos vuelta para ver de dónde provenía. Shawn nos había tomado una foto.
— Se ven muy bonitas — dijo él.
Seguimos caminando hasta toparnos con una heladería.
— Se me antoja un helado, ¿Qué dices, Mar? — Dijo Camila.
— Sí, también se me antoja uno — Sonreímos y entramos al local.
— Claro, y a mí no me iban a preguntar si quería uno — Dijo Shawn a nuestras espaldas.
— Lo siento, Shawn, ¿Se te antoja un helado? — Dije. Él rodó los ojos. Camila rió y él la observó entrecerrando los ojos. Ella le dio un beso en los labios.
— Duh, no frente a mí — Bufé, haciéndome la ofendida, pero por dentro moría de amor por estos dos tortolitos.
— ¿Qué desean? — Dijo un chico castaño con ojos verdes.
— Ese es un buen pretendiente para ti — Me susurró Camila, y mis mejillas se tornaron rojas.
— ¿Hablas inglés? — El chico se puso nervioso.
— Lo siento — Tartamudeo, y Shawn lo miraba sin entender.
— Mar, habla con él — Me dijo Shawn.
— ¿Por qué sabes español? — Me miró con obviedad.
— Yo lo hago — Dijo Camila — el chico la pone nerviosa.
— Oye — Bufé.
— ¿Qué tal? — Dijo en español. Su acento cubano sigue ahí. — Yo quiero ese helado en forma de panda — Sonríe Camila como una niña pequeña. El chico asintió y le dio el helado. — Tú, Mar, ¿cuál quieres?
— El de Minions — Dije tímidamente.
Me acerqué y el chico me lo extendió.
— ¿Y tú, Shawn?
— El mismo que Mar — dijo él.
Shawn pagó y nos fuimos del lugar.
— Algún día deberíamos grabar un TikTok — Dije.
— Vayamos al hotel y grabemos uno — Dijo Camila.
— Yo no sé grabar TikToks. Con Musical.ly me fue fatal — Reímos.
— Bueno, pero vamos a imitar — Dije. Y Shawn me miró curioso.
Paramos un taxi y fuimos directo al hotel. Me sentí orgullosa porque esta vez pagué yo.
Al bajar, se oyeron gritos. En la entrada del hotel había cientos de fans de Camila. Así que Camila agarró de la mano a Shawn y empezó a acercarse.
— Camila, creo que es mala idea — dije — Son demasiados y no tienes aquí a tus guardias — dije preocupada.
— Martina tiene razón, llama a los guardias y luego volvemos — Dijo Shawn. Los tres nos paramos en ronda.
— Debo acercarme, sabe Dios desde qué hora están ahí — Dijo Camila. — No puedo irme sin ni siquiera saludarlos.
— No te estamos prohibiendo que los veas, solo que vayas allá con seguridad — Camila mordió el labio inferior.
— Solo déjenme hablar con ellos — Shawn lo pensó y luego asintió.
— Te acompaño — Dije — Si te acompaña Shawn, será un desorden.
Camila asintió y caminamos unos metros más, hasta estar a unos centímetros de ellos.
— Hola — dijo ella con nerviosismo — Me acercaré, si ustedes me prometen estar tranquilos.
El barullo se disminuyó cada vez más.
— Hola, ¿cómo están? — Se acercó a los que estaban en primera fila en la valla y se sacó fotos con algunos. Luego pasaba su mano y saludaba.
— ¿Por qué no se acerca Shawn?
— ¿Quién es ella?
— Oigan, ¡los de atrás también la queremos ver!
— ¡Shawn!
Agarré a Camila y la empecé a tironear hasta la entrada.
— Lo siento — Dije un poco agitada — Si no lo hacía, creí que todos se iban a tirar encima tuyo.
— Vayamos adentro — Dijo Shawn.
Hicimos caso y fuimos hacia el ascensor.
— Iba todo bien — Dijo Camila — Luego se descontrolaron.
— Tranquila, al menos cumpliste. Los viste — Sonreí.
Camila agarró su móvil, tecleó algo y luego lo volvió a guardar.
Llegamos a su piso y fuimos hacia su habitación.
— ¿Pedimos pizza? — Dijo ella. Shawn y yo nos miramos y nos echamos a reír.
Hace menos de dos horas comimos y ya le agarró hambre de nuevo.
— Yo la pido — Dije y saqué mi móvil.
Nos sentamos en la cama y Shawn habló:
— Okey, ¿y qué se hace en TikTok?
— Ya verás — Dije.
Entre risas hicimos varios TikToks, comimos la pizza y ya era hora de irme.
— Escucha, ven temprano mañana — Dijo Camila.
— Está bien — Sonreí.
Me acompañaron hasta el lobby, les di un abrazo a ambos y me despedí. En la puerta me esperaba el Uber.
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