5. Realidad o consecuencia

Entre a mi habitación y me di un golpe en la cabeza con la palma de mi mano.

Antes de aceptar el mejor fin de semana de mi vida debí haberlo investigado.

Debí haber sabido que él era un Fiore.

Suspire pesado y cuando estaba apunto de ir a recostarme tocaron la puerta.

Gire sobre mis pies y al abrirla él estaba parado frente a mi.

Intente cerrar la puerta, pero la de tuvo con su pie y entro rápidamente.

—¿Desea algo señor?—dije intentando no sonar grosera, al final era mi jefe.

Se me quedó viendo y sonrió, de tal manera que hizo que mis piernas me temblaran, que mi corazón se me acelera y que recordara cada instante que habíamos pasado juntos.

—Deseo muchas cosas, pero no creo que las pueda obtener ahora. —quería decir algo inteligente, pero no podía.

—Así que esté era el trabajo al que te referías. —dijo y asentí con la cabeza.

—Si no se le ofrece.—se acercó a mi haciendo que yo retrocediera.

—Quiero. — interrumpí antes de él siguiera.

—Estoy en horas laborales. Porfavor, no me metas en problemas. Quizás la manera de irme no fue muy sutil que digamos.—sé río de manera sarcástica.

—¿No fue muy sutil? Me metí a bañar salí y ya no estabas, no hubo mensaje, recado o una nota.

Te busque casi toda la noche y nada.—suspire pesado.

—Cuando las personas tienen solamente sexo, no se dejan notas y papeles, además no soy buena para las despedidas. —iba a seguir peleando, pero el se acercó más a mi y yo seguí retrocediendo hasta que llegue a la orilla de la cama.

—Fue el mejor polvo que he tenido en mucho tiempo. ¿No te gustaría repetir el fin de semana?—antes de que pudiera contestar el ya me tenía sujeta de la cadera.

Una parte de mi, la parte que no pensaba esa que no me dejaba razonar la mayor parte del tiempo decía que lo besara, que dejara que me tocará, pero entonces salía la cordura para poder rescatarme.

Era el hermano de mi prometido. No podía hacerlo, no podía complicar aún más las cosas así que como pude me zafe de su agarre.

—No me gustaría gracias. Deseo conservar mi trabajo además usted aseguro que era una sola noche y que no ofrecía nada más. —Eros sonrió, odiaba esa sonrisa moja bragas.

—De acuerdo, en horario laboral no. —dicho eso dio la vuelta y se marchó, dejándome nuevamente sola. Me deje caer en la cama y suspire hondo.

Había complicado mucho más las cosas, él tener sexo con el hermano de mi prometido no estaba en mis planes y me imagino que tampoco en los de mi familia.

Aunque para ser honesta no me desagradaba tanto la idea. Eros era bastante atractivo y muy bueno para hacer ciertas cosas, quizás Angelo era mucho mejor para algunos aspectos.

Negué con la cabeza para hacer de lado la idea y suspire pesado. Cada que tenía cosas en qué pensar se me iba el sueño y me daba hambre.

Así que me levanté y me puse una bata.

La casa Fiore se dividía en dos la parte de abajo era para la gente de servicio y la de arriba para la familia.

Únicamente la ama de llaves, el mayordomo y la niñera ocupabamos las habitaciones de abajo, los demás sirvientes vivían en la parte trasera.

Camine por el vestíbulo admirando cada vez más la mansión, me sentía como si estuviera metida en un libro sobre realeza.

Pase el vestíbulo y llegué al comedor era largo y habían bastantes sillas además lucia muy elegante.

Pero eso no era lo que a mí me importaba. Lo que realmente tenía ganas de ver era la cocina y no me la habían mostrado.

Al llegar a ella gire la perrija y sonreí amplio justo como la había imaginado.

Estufa moderna, refrigeradores amplios y un lugar decente para poder cocinar.

Camine a dónde se encontraban estos y al abrir el pequeño pude ver algunos vegetales.

Tome unos tomates, champiñones y pimientos, lo cerré y los lleve al fregadero, después camine al que se encontraba en medio y había lácteos. Tome una mantequilla, crema y queso parmesano a lo cual quería decir que el tercero era de carnes, lo abrí y no estuve equivocada.

Tome una charola de pollo. Una vez con mis utensilios listos, comencé a lavar todo perfectamente y a cortar los vegetales.

Estaba tan concentrada picando y cortando que no presté atención cuando la puerta se abrió hasta que escuche su voz.

—¿También cocinas?—di un pequeño salto ya que me imaginaba sola y voltee a verlo, llevaba su traje habitual, solo que está vez no llevaba puesto su saco.

La camisa estaba ligeramente abierta, podía ver parte de su pecho cosa que me hacía recordar lo perfecto y definido que tenía su abdomen, negué con la cabeza y aparte mi mirada.

—Es una de mis cualidades principales.

—¿Ya ceno señor?— Eros tomo un banco que estaba en la barra y negó con la cabeza.

—Por lo regular no ceno, pero me llamo la atención el olor a comida.

—¿Viene llegando de trabajar?— me quedó viendo un rato, cómo dudando de responder o no la pregunta, pero finalmente lo hizo.

—Si, la oficina parece más mi hogar. —gire para poder dar vuelta a lo que ya tenía en la estufa y también para hacer un lado las increíbles ganas que tenía de hacer arme a él y que me tocará.

En mi vida había conocido a mucha gente, pero jamás había conocido a alguien como él, era era demasiado hermoso, tan hermoso que no podría describirlo.

Tome dos platos coloque los vegetales y el pollo y los lleve a la barra. Tome un par de tenedores y la salsa de champiñones que había hecho.

También el plato de queso, él dio la vuelta y se puso a mi lado.

—¿Y cuál es tu plan?—dijo y fruncí el ceño.

—¿Plan?—asintió.

—¿A caso pretendes hacer como que nada paso durante dos días?—trague saliva y negué con la cabeza. Y entonces sonrió nuevamente, cada que lo hacía quería golpearlo, quería decirle que dejara de hacer eso.

—¿Entonces que procede?—suspire para hacer aún lado los nervios.

—Usted fue muy claro conmigo, solo quería tener sexo un fin de semana, sin ataduras, sin compromiso.

—Se levanto de la silla y se acercó a mi.

—Pero no estaba en mis planes verte de nuevo, no estaba en mis planes que fueras la niñera de mis sobrinas, que te viera en casa todos los días.

Hoy no me pude concentrar en ninguna junta porque no dejaba de pensar en tu piel, en tus caricias, en la manera en que soltabas gemidos con cada envestida que te daba.

Nunca me había pasado con nadie, nunca había querido más de alguien. —al decir lo último me tomo de las caderas y me pego a él haciendo que su sexo y el mío se frotaran lentamente, causando un escalofrío que corría desde mi entre pierna hasta mi espalda.

—Yo...—intente decir algo pero su mano libre comenzaba a subir lentamente por mi vientre.

—Dime que me detenga y lo hago. Si no lo dices te tomaré aquí.— quería decir que se detuviera, que parara, mi parte cuerda decía huye.

Pero estaba tan caliente, tan excitada pensando en todos los recuerdos del fin de semana que perdí la razón y cerré la distancia.

Y entonces el hizo la magia. Me tomo de los glúteos me cargó para darme un beso.

Sus labios se movían al mismo ritmo que los míos sus manos subían poco a poco por mi espalda y nuestras respiraciones se agitaba cada vez más.

El único pensamiento cuerdo que tenía en ese momento era del que quería que estuviera dentro de mi, quería revivir el fin de semana.

Estaba segura que con ese acto ganaba mi pase derechito al infierno.

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