Capítulo 4
El molesto sonido proveniente del timbre de la puerta del colegio, sonaba repetidas veces. Camila, una de las preceptoras, totalmente confundida, se dirigió a la misma y la abrió rápidamente.
-Vengo a hablar con el maldito hijo de puta que da clases de filosofia en este colegio.- Anunció un hombre de estatura media, aparentemente enojado, ingresando apenas fue abierta.
-Señor esa no son formas pa... - trató de detenerlo la señorita, que parecía asustada ante su reacción.
-Me importa una mierda. Necesito hablar con el profesor de filosofía ya. - el tono de voz que manejaba era muy alto, llamando la atención de algunos alumnos que espiaban desde las aulas.
-Si soy yo. ¿Qué pasa? - preguntó Gabriel saliendo de uno de los salones, alarmado.
-El señor queria hablar con vo.. - amagó a explicar la joven que seguía estando con miedo.
-¿Asique usted es? Necesito que hablemos unas cuantas cosas. - le habló directamente a Gabriel, ignorando por completo a la chica.
-Anda Cami, yo me encargó - le avisó a la señorita que aún se encontraba allí, sin saber que hacer. Ella asintió y despidiendose del hombre, cosa que él prácticamente ignoró, se marchó.
-¿Que tal si pasamos a dirección? - le recomendó indicandole por donde caminar. - cuénteme que necesita. - sentenció, ubicandose en la silla del director.
-Soy el padre de Renato Quattordio. Vengo a qué me explique por qué desaprobo a mi hijo, cuando el es el mejor de su curso.
Gabriel se sorprendió ante la actitud del hombre. Ahora entendía de donde habia sacado ese lado desafiante el más chico.
-Mire, yo soy nuevo en esta escuela. Y no voy a tolerar que pongan en prueba mi trabajo. - se excusó - la nota correspondiente es la correcta. - mintió esta vez. - Yo le recomiendo que le diga a su hijo que se ponga a estudiar.
- ¡YO NO PUEDO CREER QUE ME ESTE DICIENDO COMO TENGO QUE EDUCAR A MI HIJO! - se exaltó el hombre levantándose de su asiento.
-Señor, le pido tranquilidad y que se siente. Estas no son las form... - quería tranquilizarlo, no podía permitir que la cosa pasara a mayores.
-Usted no es nadie para decirme que hacer. Voy a hablar con el director para que lo eche porque lo que hizo es injusto - y sin más, se largo dando un portazo.
Gabriel suspiró hondo. Desorientado y a la vez asustado por como lo habia tratado. Aunque él tenia razón, la nota que le habia puesto a Renato era injusta, pero fue la única opción que encontró para alejarlo de él.
Desde aquel dia que entregó ese examen, ya no habia recibido más mensajes. Sabía que estaba haciendo las cosas bien. Que si mantenía distancia con Renato, esa persona ya no lo molestaría más, y mucho menos le contaría a todo el colegio, su secreto.
Un golpe en la puerta le sacó aquel pensamiento de la cabeza. Un grito de "pase" fue suficiente para que la persona tras la puerta ingresara sin problemas.
-Che Gabi, ¿Qué onda? - le preguntó Antonella entrando a la dirección, con tono de preocupación - escuché el griterio y me asusté - le comentó acercandose y sobando su brazo delicadamente.
El se alejó casi inmediatamente, lo último que queria en estos momentos era que su compañera de trabajo confundiera las cosas.
-Nada Anto, no te preocupes. ¿Estas con sexto A no? - la chica asintió - llamame a Quattordio. Necesito hablar con el - le pidió. Ella aceptó el pedido, medio desconcertada.
Se sentó nuevamente en el sillón del gran escritorio perteneciente al director. Suspiró frustrado, aunque sabía que luego se arrepentiria, necesitaba hablar con el sobre lo sucedido.
Escuchó golpecitos en la puerta. Se levantó a abrir, sintiendo que sus piernas flaqueaban al verlo ahi.
Renato lo observaba de una manera diferente , no era la misma cara de desafío y provocación que habia tenido en sus encuentros pasados. Ahora su expresión era timida y un poco preocupada.
Sin más le indicó que pasara y se sentara, cosa que hizo. Nerviosamente movia su pierna por debajo de aquel escritorio, no tenía idea para que queria hablar con el.
-Si me va a hablar de lo que pasó el otro dia, quedese tranquilo que yo... - Gabriel le hizo una seña con la mano, para que parara de hablar.
-Vino tu padre a charlar conmigo, se ve que se acostumbró a que su hijo sea puro diez, y si se saca un seis tiene que cruzificarlo maso menos. - le explicó, ganándose una mirada de sorpresa de Renato.
-No se que le dijeron sobre mi, pero siempre fui un chico muy estudioso, más en filosofía. - se justificó Renato. - Y admita que ese examen estaba bien hecho, para minimo un 8. - Gabriel trago saliva, la seguridad y firmeza con la que hablaba Renato lo dejaba sin habla. No podia seguir manteniendo por mucho tiempo más aquella mentira.
-Yo ya te dije que la nota ya esta puesta. Lo que no le da el derecho a tu papa de venir y hacer un escandalo en el colegio. ¿Hay algo que tenga que saber? - Renato levantó las cejas, sin entender a donde queria llegar. - ¿Por qué tu papa reaccionó de esa manera? ¿Te llevas bien con el? - lo interrogó con un leve tono de preocupación, no era normal la forma en la que habia entrado al colegio y como lo habia tratado.
Una parte de él, la de la logica, le pedía que se callara, que no podía meterse en la vida privada de un alumno. La otra parte, la de la preocupación, le decía que debía averiguar si la vida de Renato con su padre era la correcta.
Renato se quedó mudo. Nunca nadie le habia preguntado como era la relación con su padre, y tampoco era algo de lo que considerara hablar, menos con alguien que era practicamente un extraño.
-Ehh me parece que estamos llegando a un elevado limite de confianza. Usted mismo dijo que lo nuestro - habló nerviosamente señalandolos a ambos- es una relación de profesor y alumno, asique dejemosla ahi ¿si? - se paró en dirección a la puerta, abriendola para poder irse.
-Renato para. - le pidió impidiendo su escapada - ¿Que fue lo que te dijo tu papá cuando se enteró lo de tu nota?
Renato paró en seco. Lentamente fue soltando el picaporte que tenia en su mano. Se giró a verlo, aguantandose las lagrimas.
-¿Tu papa te hizo algo? - le preguntó finalmente con un hilo de voz.
Renato sin siquiera contestar, ni preguntar, se abalanzo a sus brazos. Gabriel lo correspondió sin problemas, dejando que se desahogue en su hombro. Inconscientemente empezó a acariciar su espalda con su mano, intentando calmarlo.
No podia creer que el mismo chico que semanas atras lo habia acorralado contra un escritorio. El que lo habia amenazado con contar su secreto por haberlo desaprobado. Hoy, en ese preciso momento, se encontraba llorando desconsoladamente abrazado a el.
Gabriel iba a decirle algo, pero las palabras no lograban salir de su boca. El sonido proveniente del celular del menor, interrumpió aquel momento tan intimo. Renato se separó de aquel abrazo y secandose las lagrimas con su puño, agarró su celular.
-La puta madre - gritó al leer un mensaje en su pantalla.
-¿Que pasó? - el tono de preocupación en su voz era muy notorio.
-Fausto me dejó en banda por irse con una minita. No quiero volver a a casa. Mi viejo debe seguir con los humos al mil, y no quiero aguantarlo de esa forma . - comentó desesperado, refregandose el pelo, mientras caminaba por el cuarto de un lado a otro. - ¿Qué pasa? - le preguntó al notar que el mayor amagaba a hablar, pero no se animaba a hacerlo.
-Que, si queres. No llegues a pensar nada malo eh. Se que... - las palabras se le trababan, se habia puesto nervioso.
-¿Que pasa profe? ¿Que quiere ofrecerme? - preguntó curioso, mirandolo fijamente, aún con ojos cristalizados debido al reciente llanto.
Gabriel suspiró profundo, no era consciente de lo que estaba por decir, pero algo dentro de el le gritaba que lo hiciera.
-¿Querés venir a mi casa? - lo invito de manera oficial.
La misma barrera que el habia tratado de formar entre los dos, el mismo la estaba rompiendo con esa simple pregunta.
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