Capítulo 14
Gabriel desayunaba en solitario ya que su pareja aún dormía en el cuarto. No iba a despertarlo, porque si lo hace se pone de mal humor y no permitiría que nada le cambie el humor.
Aunque ya veía venir un interrogatorio sobre su desaparición en mitad de la joda, y sin avisar.
Pero nada le importaba. Nada iba a arruinar la felicidad que manejaba. Felicidad con nombre y apellido. Y ese era: Renato Quattordio.
Al volver de haber dejado al más chico en su casa, no logró conciliar el sueño. Su cabeza no terminaba de procesar lo ocurrido. La imagen de Renato tirándosele encima para besarlo; y luego como él mismo se había animado a devolvérselo contra la puerta de su casa, se reproducían en su mente.
Todo había sido un montón. Un montón enorme. Pero no se arrepentía en lo absoluto. Al contrario de eso, las ganas de volver a repetirlo parecían aumentarse. Aunque sabía que estaba mal.
Que Renato lo haya besado y viceversa, fue la cosa más gratificante que le habían pasado en mucho tiempo.
-Buen día. -
La voz de Abrahan entrando a la cocina logró mantener aquellos recuerdos lejos de su cabeza, por lo menos por un rato.
Su ceño se frunció al observar la expresión en el rostro de su novio. No lucía bien. Hasta parecía que hubiese estado ¿llorando? Lo que le resultaba realmente extraño a Gabriel.
-¿Estás bien? - le preguntó nervioso.
Lo conocía y si le preguntaba de una que le pasaba, no se lo diría.
-Sí, si - respondió el castaño de forma segura, pero que no convencía a ninguno de los dos.
-¿Seguro? ¿No tenés nada para decirme? - indagó apoyando la mano en su hombro.
Abrahan giró sorprendido ante esa acción.
Su novio no era de compartir muchas muestras de afecto con él, era algo a lo que ya estaba acostumbrado. Pero esos ojos ahora detonaban preocupación.
Se sentía un estúpido, y debía decirle la verdad. Cayendo en cuenta de la gravedad lo que había hecho, se sentía el doble de mal. Renato tenía razón, Gabriel no merecía que le haga esto.
-¿Qué tendría yo para decirte? - el nerviosismo empezaba a hacerse presente en él. Gabriel lo notó, claramente.
-Abrahan para - le pidió agarrandole la muñeca de la mano con la que sostenía un tarro de azúcar que casi se le cae - ¿Me podes decir que te pasa?
Abrahan agachó la cabeza. No estaba listo para afrontar sus errores. Mucho menos para hacerlo sufrir a Gabriel poe su culpa.
Tenía solo dos opciones: Mandar a la mierda toda su relación y contarle la verdad. O mirarlo fijamente a los ojos y mentirle de la forma más descarada posible.
Levantó la vista. Ya con una decisión tomada.
-Nada. - decidió mentir - Dormí medio mal porque no estabas vos al lado mio. Además vi que te fuiste en medio de todo y me preocupé. ¿Donde estabas? - ahora aplicaba la maravillosa jugada de desviar la conversación con otro tema.
Gabriel se tenso. Su novio no iba a sospechar nada si le decía la verdad. Su miedo era que su cuerpo lo delatara y una sonrisa se escapara de su boca o su cara se ruborizara por completo.
-Fui a llevar a Renato a su casa -
Abrahan volcó todo el cafe que se habia servido encima de él al escuchar ese nombre.
-Eu ¿estas bien? - preguntó Gabriel al observar que todo el liquido caliente podria estar quemandolo.
-Si, si mi amor. No te preocupes. - hablo rápidamente levantandose de su lugar. - Me voy a ir a cambiar. Vos termina de desayunar si queres.
Salió corriendo hacia las escaleras con dirección a su cuarto. Encerrandose en la misma y dejando a un Gabriel perplejo.
No entendia nada.
~
Renato miraba el reloj de arriba del pizarrón repetidas veces. Estaba desesperado porque suene ya el timbre. La espera para el recreo se le estaba haciendo eterna.
Necesitaba hablar con Gabriel, necesitaba saber si Abrahan le había contado la verdad o no.
Y finalmente sucedió. El molesto, pero beneficiario para todos, timbre sonó. Todo el alumnado salió rápidamente del salón. Quedando solo dos personas en este Como si fuera deja vu.
Pero esta vez las cosas eran diferentes. Ahora Renato estaba nervioso. No sabía que palabras utilizar. Y en que nivel se encuentra el estado de ánimo de Gabriel.
Suponía que malo, porque Abrahan le habra contado la verdad. Por eso quería ser lo más cuidadoso del mundo al momento de hablarle.
-Gabi... - tocó su hombro despacio para llamar su atención y que se gire a verlo.
Renato esperaba una negativa reacción por parte del mayor, pero lo qje obtuvo no se lo esperaba para nada.
Gabriel apenas lo vio se le iluminó la cara, brindándole la más grande y bella sonrisa que había visto en su vida.
Gabriel se acercó para saludarlo en el cachete. Muy cerca de sus labios.
-¿Todo bien? - le preguntó nervioso. Gabriel parecía mas alegre de lo normal.
Definitivamente Abrahan no le había contado nada.
-Si. ¿Vos? - le preguntó amigablemente.
-Bien. - respondió Renato con una pequeña sonrisa, desviando su atención a un lugar x fel lugar.
El silenció incómodo llegó hasta ellos. Renato quería escapar, ya.
-Para. - lo agarró del brazo, quedando frente a frente - ¿No te parece que tenemos una charla pendiente nosotros?.
Renato no podía contra esos ojos verdes que lo miraban con tanta súplica. Pero Gabriel era su debilidad. Si se quedaba dos minutos más ahi, escupiria toda la verdad, y no era su tema.
-Me tengo que ir... - le dijo sin mirarlo y abriendo ya la puerta para irse.
Gabriel quedó más confundido que nunca. Primero Abrahan, ahora Renato.
¿Acaso el problema era él?
~
Todo se habia vuelto como cuando se conocieron. Después de esa charla en el salón, que Renato lo arrinconó contra el escritorio, y luego tuvieron aquella charla en el bar que terminó con Gabriel pidiendole que pare con sus provocaciones y donde pasó dos semanas esquivandolo.
Eso mismo estaba ocurriendo. Pero con un giro inpensado.
Ahora quién esquivaba era Renato y Gabriel lo buscaba todo el tiempo. Sin éxito alguno.
La primer semana lo buscaba con la mirada, cosa que el menor ignoraba mirando hacia otro lado. También esperaba a que todos salieran para hablar con él. Pero el menor desaparecía entre la avalancha humana sin posibilidad alguna de que Gabriel lo pare.
Las segunda semana se rindió.
No entendia el porque de su actitud. Tampoco que haya evitado hablar sobre lo que pasó entre ellos.
Él no dejaba de pensar en eso. Aún sentía los labios de Renato sobre los suyos, aunque eso sonara como una locura. Era verdad, recodar esos besos lo volvian loco.
Pero que Renato haga como si nada. Como si eso para él no hayan signifcado absolutamente nada, le dolía.
Muchas preguntas y ninguna respuesta rondaron por la cabeza de Gabriel durante esos 14 días de abstinencia de Renato.
Pero era muy inteligente como para darse cuenta que algo había detras de su actitud. Toda la situación era extraña. Y debía descubrir de que se trataba
~
Renato se encuentra merendando en el pequeño comedor de su casa. Al mismo tiempo intenta hacer algún que otro trabajo práctico del colegio.
Esos momentos de soledad, de paz, cuando su padre no se encuentra en casa, eran sus favoritos.
Pero hoy no era uno de esos días.
Su mente no para de pensar en Gabriel. En como lo había tratado y él sin saber como actuar.
Realmente los roles se habían invertido y ahora el que lo buscaba era Gabriel, y él simplemente escapaba.
Escapaba sin darle explicaciones, dejandolo como si nada, igual que lo hacía él.
Se podía imaginar las mil y un preguntas que podrían estar pasando por la cabeza de Gabriel en estos momentos.
¿Pero qué podia hacer él realmente?
El sonido de la puerta cortó con el estado carcomiente que estaba realizando su cerebro.
No tenía ganas de nada. Mucho menos de recibir alguien a su casa. Optó por ignorar y esperar que la persona se vaya. Era la mejor opción.
Los golpes en la puerta seguían insistiendo. Estaba claro que quién estaba fetras de ella no se iría, lo que frustro más a Renato.
Se levantó sin animos, dispuesto a putear a sea quién sea el que quiera molestarlo.
-¿Quién es? Mi viejo no esta y soy menor de edad - mintió para lograr que se vaya sin tantas vueltas.
-Abrime dale. Quiero hablar con vos - escuchó su voz.
Y como si todos los planetas estuvieran en su contra. Ahi estaba. Gabriel del otro lado de su puerta. Se había animado a buscarlo, como el hizo muchas veces.
Pero ahora el no sabía que hacer.
Si lo dejaba pasar, no saber como terminaría esa charla. Pero tampoco soportaría echarlo sin decirle alguna excusa creible.
No tenía idea de que hacer.
Uff. Espero que no linchen por este capítulo justo en fin de año.
Quería aprovechar el espacio para agradecerles. A los que llegaron hasta aca en esta historia y a los que me siguen desde mi primee escrito inclusive.
Sin ustedes no hubiese llegado tan lejos.
Este fic es una de las cosas más lindas que me dejó el 2018. Y que también continúa en 2019.
Ojalá terminen este año de una manera excelente. Y que en 2019 logren todo lo que se propongan.
Gracias por leerme.
Les quiero.
Melii👑
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