Capítulo 1

Despertar era, como todos los días, aburrido y agotador. ¡Qué pereza hacerlo! Pero bueno, era necesario. En algunos momentos de mi vida me preguntaba si realmente lo era. No pasaría nada si en algún momento decidiera pegarme a la cama y quedarme allí para siempre. La única persona que me obligaría a levantarme sería la señora Hanae; a veces es muy intensa con esas cosas de ser puntual.

Al levantarme de la cama, cerré las cortinas ya que la luz intensa del día me molestaba un poco. Me puse mis audífonos y comencé a escuchar música. Era lo que me mantenía viva, lo que me hacía querer vivir. No sé una buena forma de explicar lo que significa para mí.

En el reino había una escuela especialmente para la música. Era una escuela para personas con poderes especiales de hacer magia con el canto. Yo pertenecía a esa escuela porque, sí, por mis venas corría la magia de mi familia. Según lo que me había contado la señora Hanae, quien ha cuidado de mí toda mi vida, mi madre, la reina, era una de las magas más poderosas, una de las mejores cantantes del reino. Hubiera dado lo que fuera por haber podido escucharla, pero lamentablemente murió el día de mi nacimiento. Desde ese día vivo con la señora Hanae, a quien considero como una abuela. Veo a mi padre cada sábado. Es una persona ocupada, eso es obvio, porque tiene el cuidado del reino en sus manos.

A veces me pregunto por qué voy a esa escuela de música mágica si de ninguna manera podré usar ese poder que corre por mí. El día de mi nacimiento maté a muchas personas. Llevo esas muertes en mi corazón desde el día que me contaron. Eso no fue a propósito. Según dijeron unas brujas a mi padre, tenía en mí una maldición. Cada palabra que salía de mi boca desataba caos, así que cantar no era una opción para mí. Desde pequeña fui controlando con ayuda la necesidad de pronunciar palabras. Desde temprana edad me comunico a través de mi tablet digital, la cual recuerdo que no encuentro desde ayer.

Procedí a buscar la tablet en los lugares que recordaba haber estado el día anterior. Me encontraba en la sala, alborotando cada cosa que encontraba, hasta que ante mí se presentó la señora Hanae.

—¿Buscas esto, Lyra? —me mostró mi tablet, la cual tomé y le di las gracias por ese medio.

—No es nada, Lyra. Solo ten más cuidado para que no la vuelvas a perder. Eres una joven muy descuidada, ¿Cómo te vas a casar así?

La señora Hanae tiene ya unos 84 años. Como pueden imaginarse, es una señora con una edad delicada y con ideas locas. ¿Quién querría casarse con una persona que puede matarlo con solo darle los buenos días? Debería ser alguien con problemas psicológicos.

—¿A qué hora te irás a la escuela, señorita? Debes estudiar para que puedas darte a conocer en este reino y callarle la boca al estúpido de tu padre —Hanae tiene ideas muy locas. Ella dice que el rey es un loco que no sabe reinar y desconfía de su hija, pero realmente la que tiene unos tornillos sueltos es ella.

Me iré a preparar ahora para la escuela, la quiero, señora Hanae. La veo luego —le dije por medio de la tablet.

La señora Hanae es bajita y delgada, pero tiene una energía inagotable. Sus cabellos grises están siempre recogidos en un moño impecable, y sus ojos, aunque cansados, aún brillan con una chispa de determinación. La casa en la que vivimos es modesta comparada con el castillo, pero es acogedora y está llena de recuerdos y objetos mágicos que Hanae ha acumulado a lo largo de los años. Las paredes están cubiertas de estanterías repletas de libros de magia y música, y en el centro de la sala hay un piano antiguo que perteneció a mi madre.

Después de despedirme de Hanae, subí a mi habitación para prepararme. Mi habitación es mi refugio. Las paredes están decoradas con pósteres de cantantes y músicos mágicos. En una esquina hay una estantería llena de partituras y libros de teoría musical. Me cambié de ropa y me aseguré de que mi uniforme de la escuela estuviera impecable. Aunque no podía usar mi voz, me esforzaba en todos los demás aspectos de la música.

Antes de salir, miré por la ventana. El reino se extendía ante mí, con sus calles bulliciosas y sus altos edificios. En el centro, el castillo se alzaba majestuoso, recordándome siempre el peso de mi linaje. Sus torres doradas brillaban bajo el sol de la mañana, y me pregunté una vez más cómo sería mi vida si pudiera utilizar mi magia sin temor.

Finalmente, tomé mi mochila y salí de la casa. La señora Hanae me despidió con una sonrisa y una bendición, como hacía cada mañana. Caminé hacia la escuela, sintiendo la brisa fresca en mi rostro y el sonido del reino despertando a mi alrededor. La música en mis audífonos me acompañaba, dándome fuerzas para enfrentar un nuevo día.

Llegué a la escuela y me uní a mis compañeros. Aunque no podía hablar, mis amigos y maestros me entendían y me apoyaban, con excepción de algunos que se burlaban llamándome muda y cosas por el estilo y otros que me trataban como una princesa solo por ser la hija del rey. La escuela de música mágica era mi segundo hogar, un lugar donde, a pesar de mi maldición, podía sentirme un poco más normal. Mis días estaban llenos de prácticas, teoría musical y la constante lucha por controlar mi poder.

En la escuela no contaba con amigos ademas de Paty quien es una compañera de aula con una voz encantadora, pero acompañada de música en mis audífonos pasaba el día con tranquilidad, en la escuela nos enseñaban cosas tanto teóricas como prácticas, en estas segundas no podía participar por razones que ya conocen,  pero era divertido y entretenido ver como mis compañeros levantaban objeto con solo sostener una nota musical, me preguntaba si yo podría ser capaz de hacer eso, a veces probaba a escondidas hablar o cantar pequeños versos de las canciones que escucho, probando que pasaba, porque ademas de clases habituales de música recibo clases de control de poderes, cosas que mi padre dice que no funcionaran pero que Hanae siempre me ha a apoyado a seguir. 

Algunas veces rompía cosas en la casa al intentar hablar, otras nada pasaba, sabia que al hacerlo rompía una orden real, pero valía la pena el riesgo para algún día ser normal. 


Me encontraba en el aula, recibiendo clases de armonía, donde se estudia la combinación de sonidos simultáneos para crear acordes y progresiones armónicas. Era una de las clases que más me gustaban, aunque fuera algo aburrida al no poder ponerlo en práctica. Hoy no había muchos estudiantes en el aula; estaba algo vacía, haciendo que el eco de las palabras del profesor se escuchara más fuerte e imponente.

—Hoy haremos una dinámica en grupo de dos. Pondrán a prueba su capacidad de sincronizarse y hacerse uno en voz con su compañero —en ese momento todos mis compañeros miraron hacia atrás, donde me encontraba yo. Fue algo incómodo porque sabían que yo no podía participar en esa actividad—. Lyra, tú puedes practicar otras cosas, como... —el profesor se quedó pensando un momento, pero no encontró algo que decir. Ya estaba acostumbrada a eso.

No se preocupe, yo me quedaré leyendo el libro de teoría musical —le mostré la tablet con el mensaje y él asintió.

Minutos después, el profesor fue llamando grupo por grupo para presentar lo que habían practicado. Según había leído, esta clase era muy importante, ya que sincronizarse con otras personas al cantar y llegar a un mismo ritmo y nivel podía causar hechizos muy poderosos. Según el libro de historia, solo una pareja logró sincronizarse por completo y lograr ese hechizo, y fue en situaciones extremas, cuando las brujas oscuras intentaron invadir el reino. Estas eran brujas que vivían en el mundo humano, humanos comunes y corrientes, sin poderes ni habilidades. Estas siempre estaban al acecho para gobernar y controlar todos los mundos existentes.

—Pasen adelante, Adelaya y Mía, a presentarse —al escuchar sus nombres hice una mueca de desagrado. Eran las dos chicas más chismosas y odiosas del aula. Podré admitir que Adelaya tiene una linda voz, pero no puedo negar que está envenenada; si yo tengo una maldición, ella también, es una arpía venenosa.

Ellas pasaron al frente, cada una vestida con un traje rosa. Siempre he pensado que Mía no es realmente mala, solo se deja llevar mucho por malas influencias. Empezaron a cantar una de las canciones favoritas del reino, pero aunque decían algunas de las palabras al mismo tiempo, realmente no estaban sincronizadas. Ambas cantaban espectacularmente, pero juntas sonaban algo extraño.

Mientras ellas terminaban su canción, un chico alto que parecía asiático, delgado y pelirrojo, entró al aula. Todos prestaron su atención a él; el profesor lo miró despreocupado y le dijo:

—Puedes sentarte, Jung Sung. Si deseas, puedes presentarte a la clase.

—Hola, clase. Como ya ha dicho el maestro, mi nombre es Jung Sung y estoy en esta clase por la misma razón que ustedes. Soy especial, mi voz es especial —con esas palabras, Jung se presentó. Su voz era algo ronca pero hermosa. Cada vez que escucho a alguien por primera vez, me pregunto cómo sonará cuando cante. Es algo que no puedo evitar hacer.

Jung se encaminó a sentarse atrás, en uno de los muchos asientos vacíos. Muchas personas no se habían presentado a la clase. Él y yo éramos los únicos atrás y sin compañero para la actividad, ya que todos ya estaban emparejados. Los chicos continuaron uno por uno presentando su sincronía, pero ninguno hasta ahora lograba sorprenderme.

El pelirrojo lanzaba miradas hacia mí de vez en cuando durante la clase, lo que me resultaba incómodo ya que me observaba mientras observaba a otras personas.

El profesor, al ver que ambos éramos los únicos sin pareja en una esquina del aula, nos instó a unirnos.

—Jung Sung y Lyra, ya que ninguno de los dos puede enseñarnos sincronía en canto, pueden unirse para aprender la teoría.

Al instante que el profesor pronunció eso, el chico se levantó y se acercó a mí. Lo único que pude hacer fue acomodar mis audífonos y bajar la cabeza.

—Hola, ¿Lyra? ¿Así te llamas, hermosa? —¿Me acaba de decir hermosa? ¿Quién se cree que es?—. Así que no me vas a contestar —ante eso, igual me quedé en silencio—. ¿Qué escuchas, preciosa? ¿Me dejas escuchar? ¿Por qué no me quieres hablar? —al ver que no respondía, siguió preguntándome cosas, de alguna manera sabiendo que no tendría respuesta, aunque agradecería que no pronunciara ninguna palabra—. ¿Por qué el maestro dijo que no puedes cantar?

No querrás que te responda, así que no me hables —le mostré la pantalla de la tablet, tapando mi cara.

Jung Sung parecía intrigado por mi silencio y mi manera de comunicarme. Sus ojos se suavizaron un poco cuando leyó mi mensaje. Se sentó junto a mí y, aunque al principio parecía un poco incómodo, intentó iniciar una conversación a través de la tablet.

—Perdón si te incomodé. No sabía que no podías hablar. ¿Puedo preguntarte algo más? ¿Cómo haces para aprender música sin poder cantar?

Le escribí de nuevo en la tablet:

Estudio teoría musical y practico con instrumentos. A veces es difícil, pero hago lo que puedo.

Él asintió, mostrando una comprensión que no había visto en muchos de mis compañeros. Nos pasamos el resto de la clase hablando por la tablet. A pesar de su apariencia y actitud inicial, Jung Sung resultó ser amable y curioso, interesado en aprender más sobre mí y mi situación, solo no sabia de la maldición, pensaba que simplemente no podía hablar y era muda.

Cuando la clase terminó, me despedí de él con un gesto y recogí mis cosas. Mientras caminaba hacia la salida, sentí una ligera esperanza de que quizás, solo quizás, encontraría en Jung Sung a alguien con quien compartir mi mundo silencioso.

Al salir del aula, me dirigí a la biblioteca para continuar con mis estudios. La biblioteca era uno de mis lugares favoritos en la escuela. Sus altos estantes llenos de libros de magia y música me ofrecían un refugio tranquilo donde podía sumergirme en el conocimiento sin las distracciones del mundo exterior.

Al final del día, mientras regresaba a casa, reflexioné sobre el encuentro con Jung Sung con el cual seguía hablando por redes sociales. Quizás no todo estaba perdido. Quizás, algún día, encontraría una manera de usar mi voz sin causar daño. Y hasta entonces, tenía la música y la esperanza de descubrir cómo superar la maldición que llevaba dentro.


Nota de la autora:

Hola chicos y chicas que se encuentran leyendo este hermoso libro, me presento para aclararles por si no lo han notado que cuando los dialogos estan subrayados es porque se comunica a través de la tableta, para que no haiga confusiones ya que en los próximos capítulos no se estará especificando.

Sin mas que decir, gracias por leer, les invito a que me apoyen votando y comentado en el libro, gracias bellos. 

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