Capitulo 4: ¿Y si hay sentimientos?

Hola a todo el mundo, aquí estoy después de una eternidad. Está actualización es mi manera de anunciar que este fanfic va a continuar publicándose. 

Gracias por el apoyo, por los comentarios, los votos y por agregarlo a sus listas. Espero que siga siendo de su agrado.

Este definitivamente es el fin de semana de las actualizaciones 😁

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Los últimos días habían sido de ensueño si tenía en cuenta que Aioria estaba junto a él, entrenando, y después pasaban tiempo en el quinto templo, pues el león dorado había terminado por perder los últimos desafíos que se habían puesto durante el entrenamiento.

—Mi fuerte no es cocinar, pero no lo hago mal— dice mientras se acerca a la mesa con una  bandeja que llevaba algo sencillo de comer —,creo que necesito que Aioros me enseñe a preparar algo más —comenta a modo de broma aunque trataba de analizar la reacción de su acompañante.

—Hey hasta el momento me ha gustado todo lo que has hecho —le sonríe como solo sabe hacerlo cuando esta con él. Hacía tanto que no se permitía sentirse así, pero es que cada vez le era más difícil mantener las apariencias, ¿Si Aioria no se hubiese fijado en aquella mujer, hubiera tenido alguna oportunidad con él? Estos días que habían estado compartiendo tanto tiempo lo hacía volver a cuestionarse, la ilusión seguía viva. Que ganas de probar esos labios.

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Rueda sus ojos—no sé Milo… a mi no me agrada involucrarme en la vida de los demás…— suspira—además de que hiciste exactamente lo que te pedí que no hicieras.

—Camus, Aioria es mi amigo, es normal que me importe… —se recarga en la pared con los brazos cruzados—. Si no fuera malo… él lo sabría, pero no es así.

—Milo… Shura es un buen amigo también, pero… no voy a estar cuestionándolo sobre lo que hace, además de que eso fue hace mucho tiempo… y si lo miras por otro lado, Shura pasó mucho tiempo con Aioros y Aioria, supongo que había algo especial entre ellos. Además para ese momento todos llegamos a pensar mal de Aioria, así que bueno que alguien quisiera cuidarlo y ayudarlo  no es malo… yo lo veo como la forma que encontró Shura para resarcir el daño que le había causado— comenta encogiéndose de hombros antes de sentarse en la cama restándole importancia.

—No lo sé, no me convence—  indica mirándolo —,pero bueno ya que… no quiero seguir hablando de los demás… mejor hablemos de nosotros.

—Esta bien… te escucho— fija sus ojos en los de su pareja.

Sonríe y niega con la cabeza —el que tiene que hablar eres tú Camus— se aproxima un poco sin dejar de mirarlo— ¡Respóndeme!, ¿podré ir contigo a visitar a tus discípulos? ¿O al menos podrás tenerme en cuenta para alguna de las decisiones que tomarás de tu vida?

—Milo… no lo digas así, además… Hyoga y tú se hablan, ¿No? ¿No crees que deberías escribirle, decirle que quieres ir a verlo?—toma su mano—. Estoy seguro de que se alegrará al saber que iremos los dos —intenta sonreír, a su manera.

Sorprendido por la respuesta, se le acerca para llenarlo de besos y aprovechando que estaban en la cama, para concluir otro día de arduo entrenamiento.

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—Enserio, déjame ayudarte —pide y se acerca al griego, quien pretendía levantar todo los platos, vasos y demás cosas que había usado para cocinar—, recuerda que durante el entrenamiento tuviste…

—¡Estoy bien!, puedo con todo esto— le sonríe— oh vamos, ¿qué puede pasar?— al darle la espalda, tropieza y se escucha un fuerte estruendo.

—¡Aioria!

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Después del beso y de dejarle en claro lo que sentía, casi no habían hablado. Aioros había tomado distancia y solo lo miraba, se le acerca y le diría la palabra si era para algo relacionado con la misión.

No se sentía capaz de mirarlo, sabía que de hacerlo Saga sabría la verdad, se sentía vulnerable, con sus sentimientos a flor de piel, aunque asustado, confiaba en aquel peliazul como en nadie y quería decirle que igual lo amaba, pero todo era nuevo, extraño, no lograba adaptarse a esta nueva vida.

—Es tarde, podemos parar y comer algo… tal vez descansar, mañana estaremos en el Santuario temprano— vuelve a decirle en un intento por qué se detenga y para estar más tiempo a su lado, sabía que una vez en el Santuario, sería difícil, más si Aioria iba a estar en el medio de ambos.

Lo voltea a mirar al no escucharlo más— no estamos tan lejos.

—Esta va ser la última noche juntos, no te haré nada si es lo que te preocupa — hace una mueca de desagrado—. No nos hemos detenido y pensé que estaría bien tomar un descanso.


******

—¿Cómo es que no sabes dónde están las vendas?— pregunta con molestia buscando entre las gavetas.

—No sé, me deshice de varias que  estaban desgastadas y supongo que solo tengo las que usé en el entrenamiento de hoy —contesta con tranquilidad —. Shura exageras, son fue un golpecito y un rasguño, tampoco es como que me vaya a morir por esto—mira la cortada de codo y de la muñeca—. Además… tú deberías saber más que yo sobre el tema.

—¡Exacto! Pero aún así… te golpeaste muy feo —niega con la cabeza. Si era verdad que podía parecer una tontería para unos guerreros de élite como ellos, aún así no le era nada agradable que su león actuara con imprudencia, además de sentir esa necesidad de protegerlo de cualquier cosa—. Ni modos… te pondré de las mías— se le acerca y se sienta a su lado en aquel sofá y toma su mano izquierda.

Quizás era la cercanía, quizás era la forma como lo había tomado de la mano, tal vez era el golpe que se había dado en la cabeza, pero sus mejillas se empezaron a tornar rojas, mientras que una sensación extraña comenzaba a surgir.

Envuelve con cuidado su muñeca, mientras siente aquel roce, estar así junto a Aioria solo ayuda a que su ensoñación creciera, su mente le jugaba malas pasadas. Estaba tan cerca suyo, deseaba besar esas manos, tener la suficiente valentía y fuerza como para atraerlo y así envolverlo en sus brazos, mirar esos ojos que tanto le gustaban y besarlo y…

No era nada desagradable si lo pensaba —Shura me tratas como a un niño…—sonríe —esto parece un deja vu.

Niega repetidamente con la cabeza —No es eso… no creo que se trate de eso— se muerde el labio en un intento por callar— para mí esto es…  tú no sabes… yo siento más que eso… yo….—toma aire —. Yo, Aoria…—levanta su mirada y la fija en la del griego, mientras que el agarre de su mano se intensifica olvidando las heridas.

—¡Aush! ¿Shu…Shura? Tú… ¿Qué sucede?—para ese momento sus mejillas ya estaban sonrojadas y su corazón latía rápido—, Shura, ¿Estas bien?

Niega con la cabeza nuevamente sin dejar de mirar esos ojos —Yo…

—¡Oye Aioria! —ríe— perdón la hora y que me aparezca así de la nada, pero debo ir a buscar algo para…—Dohko deja de leer la hoja que llevaba en su mano y se detiene al encontrarse con una escena nada común, entre amigos claro esta. Era una fortuna que quien siempre encontraba a los santos de Athena en situación que dejaban mucho que pensar fuera Dohko, y no el antiguo Santo de Aries, pues seguramente haría un drama de la mayoría, los reproches y reclamos por tan terrible conducta no faltarían. Seguramente Shion hubiera sufrido más de un infarto. 

Dohko se caracterizaba por ser más tranquilo, comprensivo y por ser un completo alcahueta, palabras del mismo Patriarca, y que le gritaba cada que ocurría algo en la que algún santo terminaba involucrado y por más que tratará de ocultarlo, la situación se volvía inmanejable —.Lo siento parece que llegué en un mal momento y… bien creo que no me corresponde preguntar sobre lo que sucede, aunque…—se encoge de hombros— bueno ustedes son jóvenes, están experimentando nuevas situaciones y… —ríe y mira ambos santos quiénes hasta ese punto no habían entendido ni una sola de sus palabras, solo atinaron a mirarse sin siquiera separarse o soltar sus manos— ¡nada! olvídenlo y antes de que digan algo… no diré nada, es más yo me voy ¡ya!—le dedica una última mirada y se dirige a la salida.

Por más santos Dorados que fueran, por más guerreros de élite que fueran, no importaba la fuerza, ni el tipo de entrenamiento que tuvieran, así se hubieran enfrentado a otros caballeros, guerreros, Dioses. Sencillamente para cosas normales no estaban preparados, eran demasiado torpes, ingenuos, en algún casos eran demasiado inocentes. Dohko no era de juzgar, a él también le había tocado aprender solo, equivocándose.

La situación confirma sus sospechas, sabía que entre ese par había cierta tensión, un tema totalmente ajeno al pasado, a Aioros, a lo sucedió con Hades, o con cualquier cosa en la que Shura pudiera estar involucrado. Le alegraba que las cosas apuntarán hacia ese aspecto, Capricornio no estaba enamorado de Sagitario, qué alivio, sobretodo si Saga y Aioros lograban superaban la etapa de negación y por fin aceptaban lo que sentían.

Mira por última vez la quinta casa antes de dedicarle una sonrisa— el amor…— quizás un empujoncito, había funcionado con Milo y Camus, con Saga y Aioros estaba convencido de que también —, la próxima misión…— continuó su descenso por la otras casas —unos días solos y serán otra de las parejas doradas.

Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, se aparta de golpe—es verdad…tú… tú puedes hacerlo solo…— señala evitando mirarlo. Se levanta —no es una herida muy grande… —le da la espalda— hablamos después Aioria —dice mientras va hacia la salida. Todavía tenía la oportunidad de huir y evitar hacer una estupidez. Necesitaba calmarse.

Agradecía tanto que los santos de las casas que debía cruzar hasta la suya no estuvieras. Estaba demasiado perplejo. Todo aquello que se había prometido no sentir se estaba saliendo de control. En su ascenso por los templos, los recuerdo de ese pasado que tanto temía regresaban para torturarlo. Cómo aquella ocasión en la que concluyó que estaba perdidamente enamorado de Aioria y sus más bajos instintos lo traicionaron, esa última noche que pasaron en una de sus misiones. Haber encontrado al castaño recién salido del baño con solo una toalla amarrada a la cintura, el haber tenido que compartir la cama. Su cuerpo había reaccionado a la cercanía, a su calor, a su aroma, su mente nublada por la lujuria. Una madrugada dolorosa y larga; en algún  momento llegó a pensar que Aioria lo descubriría y lo perdería para siempre.

Shura se caracterizaba por ser reservado y mantener un bajo perfil, pero como cualquier mortal tenía necesidades y debilidades y  ante esa realidad que se presentaba, ver al objeto de su amor y su lujuria junto a alguien más. Aquella primera y última vez que aceptó ir a esos lugares de mala muerte a los que acostumbraba ir Death a apostar y a beber hasta perder la consciencia. Su mejor amigo la estaba pasando terriblemente mal, el dolor ante los sucedió con Helena en Asgard y aquellos sentimientos tan conflictuados hacia Afrodita. Que más que escucharlo y aconsejarlo, esa era su misión, pero la noche no fue solo para ello. El santo de capricornio terminó por sucumbir a sus deseos y se involucró con alguien que no recordaba, y que no interesaba.

Un recuerdo que se había encargado de bloquear a toda costa, para el español eso había significado un error, haber caído muy bajo. Que suerte que Deathmask estuviera tan metido en sus problemas y el alcohol y no lo hubiera notado.

Me equivoqué, cometí errores… Athena tú me perdonaste, pero… esto parece no tener fin… estoy condenado… — cubre sus ojos antes de dejar caer su cuerpo a la cama.

******

Entrenar no era algo obligatorio, ya no, pero para los caballeros dorados era algo que formaba parte de su vida cotidiana, y no estaba demás que lo hicieran, después de todo seguían siendo caballeros y no había nada que garantizará que no se presentara una nueva guerra Santa. Era normal ver a todo entrenando a la misma hora y en el mismo lugar.  No obstante había ciertas excepciones, como misiones, alguna petición del patriarca, cansancio o qué definitivamente fuera más importante compartir con sus respectivas parejas. Ahora había un poco más de libertades

En esta ocasión solo se habían logrado reunir dos santos dorados, pero no precisamente para entrenar. Mueve su brazo varias veces y hace un gesto de dolor —¿Eh?¡¿Compromiso?!— frunce el ceño.

Con una sonrisa asiente—es lo que sigue…— señala con ilusión —Aioria. Camus y yo hemos sido conocidos, amigos, compañeros de armas, amantes, novios, hasta enemigos… solo nos falta ser esposos —ríe al escucharse—. Nos dieron una nueva oportunidad de vivir, yo pienso aprovecharla al máximo.

—Bien, pues parece que lo tienes todo planeado —se sienta en las gradas.

—Quería ir con Camus a Siberia y proponérselo cuando estuviéramos con sus discípulos, pero en unos días el pato va a venir al Santuario…— lo voltea a mirar—,nos ahorró el viaje.

—¡Es un cisne!— exclama negando con la cabeza—, por cierto… ¿Camus no tiene dos discípulos?—levanta una ceja.

—Si, pero yo no conozco al tal Isaac, aunque eso no es problema, puedo decirle a Kanon que me lo presente y además pues lo invitaremos a la ceremonia— comenta encogiendo sus hombros restándole importancia.

—¿Ceremonia?— fija sus ojos en su amigo.

—Por supuesto, es una boda— ríe al ver la expresión del castaño—, ¿Qué es lo que te sorprende Aioria? ¿Qué no sabes cómo son las bodas o qué?

—¡Cállate! Por supuesto que lo sé, pero no pensé que esos fueran tus planes— habla con cierta incomodidad notando que una de sus cortadas de su brazo comenzaba a sangrar nuevamente.

—¿Por qué no? ¡Por fin! Camus y yo estamos juntos, las cosas han cambiado bastante. Ya no hay guerras santas o al menos no por ahora. Nada va a impedir que estemos juntos, así que prepárate y dile a Marín, pues ella también está invitada.

Escuchar ese nombre lo hizo sentir muy extraño, hacía días que ella había partido a Japón y además de no pensar en ella como era normal, tampoco la había extrañado como otras oportunidades.

—Quizás sea una buena oportunidad para que formalices tu relación. Después de todo, tú hermano ni siquiera la conoce y ustedes llevan saliendo hace tiempo — sonríe— ¿no crees?

Fija su mirada en un punto del coliseo — yo no… ¿¡Qué!?— frunce el ceño. No era que estuviera en contra del matrimonio. De hecho no era la primera vez que escuchaba a caballeros de su mismo rango hablar sobre casarse. Shion y Dohko eran prácticamente un matrimonio, solo les faltaba la bendición de Athena, algo que se había pospuesto por asuntos de Saori y a que el anterior Santo de Aries dedicaba parte de su tiempo a quejarse de la traición de Mu. Su ilustrísima no había podido superar que su discípulo a quien consideraba su hijo se hubiera involucrado con Shaka y que además la relación fuera clandestina.

Era extraño ver al castaño así—¡Ay! Aioria mejor acompáñame a Rodorio y olvida lo que dije, tampoco es como si te estuviera diciendo que te tienes que casar con Marín ya— ríe, en un intento porque se aligerara el ambiente.

Intenta cubrir como puede el corte de su brazo derecho y se levanta para seguir al escorpión. Desconocía por completo lo que le estaba pasando, aunque lo comenzaba a preocupar. Hasta donde sabía no había problemas en su relación con Marín, no era mucho el tiempo que llevaban juntos; era verdad que se conocían desde hace tiempo y siempre existió cierto gusto y química, pero solo hasta hace unos meses Aioria se había atrevido a confesarle sus sentimientos y a pedirle que fuera su novia. El tiempo que compartían lo disfrutaba, era feliz, estaba tranquilo. No había nada que lo hiciera dudar de sus sentimientos, ¿o tal vez sí? Eso no tendría mucho sentido, los sentimientos no podían cambiar de la noche a la mañana a menos que siempre hubiera existido alguna razón. La mente de Aioria comenzaba a divagar ¡Pfff! Como si haber pasado toda la noche en vela no hubiera sido suficiente.

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Sin mucha novedad continuó el camino de regreso al Santuario, Aioros parecía tranquilo, mientras que la molestia de Saga iba en aumento, que frustrante era saber que no había conseguido nada. El tiempo parecía estarse acabando. Volver al Santuario sepultaría la relación o lo que quedara de ella. Aioros seguramente continuaría encerrado en su templo mientras que Aioria lo acompañaría. Las oportunidades de estar solos, de hablar, de expresar lo que llevaba guardando por tanto tiempo, esos deseos incontrolables de estar a su lado, de amarlo y de por fin olvidar ese terrible pasado serían escasas, por no decir nulas.

—¡No! —exclama al ver como Sagitario se alejaba y aceleraba el paso al ver tan cerca el Santuario—¡me niego! ¡Aioros! —lo llama mientras estira su brazo para alcanzarlo.

Sin dudarlo se detiene y gira su cabeza —¿Saga?

El peliazul lo toma con fuerza de la muñeca y lo atrae a él.

—¿Qué estas…?

—No te voy a dejar ir, ¡no otra vez!— señala fijando sus ojos en lo de Sagitario —, ya  fue suficiente con todo lo que ha pasado. Haré lo que sea para recuperarte, para que me perdones… ¡Aioros yo te amo!

Sabía de sobra lo terco y obstinado que podía llegar a ser. Claro que cumpliría con sus palabras así se encargara de mantenerlo alejado, de hacerle creer que ya no le importaba. Era inútil.

—No he sido una buena persona, cometí errores, te lastimé y si, entiendo que mis acciones no tienen perdón… — se acerca más—. Fueron 13 años… —toma aire —pero no puedo solo verte y hacer como que nada pasó…. Le rogué tantas veces a Athena para que todo fuera mentira y no estuvieras muerto… Soñaba contigo, recordaba nuestra historia… que aunque no fue la más larga, tiene mucho significado…

Intenta zafarse del agarre aunque sin muchos resultados, su corazón latía cada vez más rápido y aunque quisiera no escucharlo, su voz y cada palabra lo desarmaban.

—Tú eres todo lo que necesito y quiero en esta vida que nos han regalado… Esta vida es una nueva oportunidad para cumplir la promesa que te hice.

—No es…

......

Era de noche y estaban sobre el techo de la casa de Géminis, los aspirantes a caballeros dorados ya dormían. Las únicas personas que aun seguían rondando por ahí, eran ellos dos. Saga recostado muy cerca de Aioros, miraba al cielo y a su acompañante. Aioros igualmente intercalaba su mirada entre el cielo estrellado y aquellos ojos que le hacían sentir sensaciones que un no comprendía del todo pero que le gustaban. Coloca sus brazos detrás de su cabeza —¿crees que lo estamos haciendo bien?

—¿Eh? ¿A qué te refieres?

—A ser caballeros dorados, a todo lo que hacemos con los demás caballeros, después de todo son unos niños y bueno la vida que les espera no es la mejor —dice y baja la mirada, hacía una referencia a su hermano, pues lo veía tan inocente y tan pequeño, que no le parecía justo que no pudiera vivir un vida normal. Se conformaba con poder estar a su lado, con entrenarlo y con compartir aquellos momentos en los que se encargaba de mimarlo y de ser algo más que caballeros.

Al ver su expresión, no lo duda y se acerca tomando su mano — Eres una gran persona… te he visto como eres— aprieta su mano— no podemos cambiar su destino, ni el nuestro, pero te puedo asegurar…— pone su mano libre en la mejilla de Sagitario— estaré a tu lado, seré todo lo que necesitas, tu fuerza, tu soporte.

Al escucharlo, y sentirlo tan cerca, no da más esperas y se atreve a hacer algo que sabía que hacían las personas que se gustaban. No le importaba si estaba mal, necesitaba dar el siguiente paso y demostrarle a Saga, lo mucho que lo quería y lo que significaba para él, que estuviera allí.

Suelta el agarre de su mano para colocar sus manos en las mejillas del pelo azul, que solo atina a cerrar sus ojos. Parecía que igual deseaba que sucediera. Aquella acción que diera inicio a su amor.

Con temor, con torpeza los labios de Aioros rozan los de Saga. Un beso que poco a poco fue siendo más profundo, las bocas de ambos parecían necesitarse — te amo…

......

Suspira y niega con la cabeza — ¿por qué simplemente no puedes olvidarlo?

Sus palabras lastimaban, pero no sé rendiría—¿Por qué debería hacerlo, si tú no lo olvidas? — toma su otra muñeca —dame un solo motivo… mírame a los ojos Aioros y dime qué no sientes nada.

—No es…—mantiene su mirada baja—Saga, por favor. No hagas esto.

—¿Qué estoy haciendo?— la desesperación se estaba haciendo presente—¿por qué simplemente no eres sincero?


******

Intenta detectar el cosmos de quien custodia la casa que tiene enfrente suyo, quizás eran ideas suyas pero parecía algo inestable. Algo nada común en Shura.

Sin estar muy seguro decide entrar a Capricornio —¿Shura?— lo busca con la mirada.

No esperaba ninguna visita, no estaba de humor para nada, pero al escuchar la voz del francés, va rápidamente al baño, se lava la cara y sale de la habitación —Camus, hola.

Al verlo hace una mueca parecida a una sonrisa —lo siento parece que vine en mal momento.

—No — se acomoda un poco el pelo y camina en dirección a su amigo—, está bien, no hacía nada importante.

Nunca había sido de involucrarse en la vida de los demás, aunque no le impedía analizar actitudes —Mmm, bien… entiendo si no deseas acompañarme.

—¿Eh? ¿A donde vas?— actúa lo más tranquilo que puede.

—Hace unas semanas fui a la librería de Rodorio por unos libros, pero no lo tenían así que los dejé encargados y pienso ir ahora, para saber si ya los tienen— encoge sus hombros —, pensaba en decirte que fueras conmigo.

—Comprendo, ¿y Milo?— lo último que necesitaba era tener que aguantar los insultos y reproches por parte del escorpión.

—Se fue de Acuario hace unas horas y no sé dónde está y… bueno a Milo no le gusta ir a la librería, dice que es aburrido y… no es como que tengamos que estar juntos a todas horas—señala suspirando.

—¿Vamos ya? — camina hacia la salida —, debes querer esos libros y a mi me agradaría salir del Santuario por un rato.

—Gracias Shura — lo sigue.

******

—No más Saga, ¡deja esto! —lo aparta y trata de seguir con su camino. Pero los brazos de Saga lo agarran y se acercan a él.

—Dime que te desagrado — lo besa y aunque Sagitario al principio se niega a corresponderle, termina por corresponder haciendo que el beso sea más intenso.

—Saga, tú no tienes remedio — susurra y lo vuelve a besar —, siempre consigues lo que quieres.

—¿Me estas reprochando? ¿y me besas? — ríe al verlo.

—Aun no estoy seguro…— baja la mirada —, esto  puede significar un tal vez…

Escuchar esas palabras lo llenan de ilusión. Por fin ante tanta negativa Aioros estaba reconociendo que habían sentimientos.

—Yo voy a convertir ese tal vez en un realidad — lo rodea con sus brazos lo vuelve a besar.

******

—No, yo no tengo queja, si Milo quiere acercarse a Hyoga e Isaac está bien — indica mientras baja los escalones —, el inconveniente es que no con que propósito lo hace.

—A Hyoga lo trata como un amigo o eso me ha parecido — lo voltea a mirar.

—A veces quisiera ser como su padre — niega con la cabeza —, no sé si eso le resulte con Isaac. Habrá que esperar.

—Dale el beneficio de la duda — se encoge de hombros —, es mejor así, Milo ha cambiado bastante.

—Es celoso y un poco inmaduro y …— los ojos de Camus se fijan en la escena que se presenta enfrente suyo y no puede evitar mirar a su compañero enseguida.  Necesitaba conocer su reacción.

No era la primera vez que veía a Saga y Aioros besándose, aunque si le sorprendía bastante, creía conocer a Aioros, pensaba que con todo lo que había sucedido Saga no tenía ni la mínima oportunidad de estar cerca suyo, de ahí que él mantenía la distancia y daba por hecho que Aioros y él jamás volverías a ser amigos, pero bueno se trataba de Saga, quizás lo había perdonado y  el amor  que parecían sentir desde antes había sobrevivido al tiempo y a la traición.

La pareja de caballeros detiene el beso para voltear a mirar a quien los observan — ¡Mierda!


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Nos leemos pronto 😉







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