Capitulo 1: La Realidad


Disclaimer: Saint Seiya y sus personajes son creación de Masami Kurumada, yo sólo los tomé prestados un ratico para darle rienda suelta a mi loca imaginación.


La situación era demasiado surreal, ni en sus sueños mas locos creyó que algo así pudiera ocurrir. Demasiadas cosas habían sucedido en tan poco tiempo que no lograba comprender del todo. A los lejos se escuchaba música, y en la calle algunas personas que ebrias pasaban y hablaban, más bien gritaban, un gran contraste con lo que ahora estaba pasando en la habitación, los gritos, los insultos y los golpes habían cesado. Permanecía arrodillado en la cama mientras siente como un hilo de sangre resbala por su nariz y labio, enseguida y por pura inercia dirige su mano para limpiarlos. De todos los golpes recibidos, fue el último el que ni siquiera se atrevió a esquivar, y todo por las palabras que lo acompañaron, demasiado duras, demasiado dolor. Su respiración continuaba agitada. 

Su mano se cierra en un puño conteniendo toda su rabia, ya había tenido bastante, golpearlo, insultarlo más no iba a cambiar en nada su terrible realidad. Aunque podía sentir aun el sabor de los labios del menor en su boca, así como seguramente el pequeño mordisco que le había hecho en el cuello perduraría un par de días, no era suficiente, un momento de calentura no iba a hacer que cambiara el lugar que ocupaba en la vida del santo de leo.

Una vez sintió que podía levantar su mirada, la fijó en el sujeto que estaba enfrente suyo, aquellos ojos ya no mostraban la iría de hace uno momento, ahora expresaban profundo dolor. Esa mirada, la frialdad en su rostro, inevitablemente algo en su interior pareció romperse.Una sensación que jamás experimentó comenzó a consumirlo, aunque no pareció darle la importancia que merecía. 

—Pero yo... — no lograba encontrar las palabras correctas, su voz apenas y lograba escucharse, mientras que su cuerpo temblaba. No sabia como armar una frase sin que esta conllevara a gritos y reproches de su acompañante —¿po-por qué... Shura?

Toma una bocanada de aire — Eso no importa... además... yo no te lo pedí... nada de esto Aioria... ¡ya!— cansado de habla, de decirle todo lo que sentía, de desahogarse como nunca, suspira y se levanta de aquella cama, le echa un vistazo al lugar negando con la cabeza —Por Athena, ¿en qué estaba pensando? —acomoda su ropa y camina hasta la puerta de esa pequeña y desagradable habitación. Si había bebido, la discusión y pelea con "amante" había hecho que cualquier efecto desapareciera, o eso creía, ¿el dolor cabeza sería por el licor o por que Aioria lo había empujando haciéndolo golpear contra la pared?, sin olvidar que ambos habían rodado por la cama y el piso de ese lugar mientras repartían puños y patadas, destruyendo parte del lugar.

Aprieta sus ojos conteniendo las lágrimas esa mezcla de rabia y frustración, por un instante creyó ver la luz al final del camino y no dudo en aprovechar. Además, que el otro no pareció molestarse, respondió a cada beso, a cada caricia con la misma necesidad, tampoco se negó a su invitación cuando las caricias subieron de tono y la escena era mejor que no fuera vista por la gente que aun permanecía en ese bar. No conocía ese sitio, pero agradeció que estuviera justo al lado al lugar donde estaban pasando la noche, en donde por cierto se habían encontrado por casualidad, luego de que de la nada Deathmask apareciera en la mesa con Aioria diciendo que la novia se lo había encomendado para que no se quedará solo en lo que ella regresaba. La reunión de los tres amigos, entiéndase Cáncer, Capricornio y Piscis tomó otro rumbo, a pesar de la promesa que le habían hecho a Shura, Afrodita y Deathmask se habían olvidado de él dejándolo solo, bueno en compañía de el nuevo integrante del grupo que andaba de juerga, a quien su novia parecía que había olvidado también.

Con la mirada fija en la espalda de su compañero de armas, se sintió el ser más miserable, las pruebas eran más que obvias, todo iba tomando sentido, situaciones, comentarios, miradas, todo se hizo claro, hasta las bromas y comentarios con doble sentido que decían sus amigos en ocasiones, ¿qué era el único que no se había dado cuenta? Cada vez sentía más pesado el corazón. Si era verdad que había hecho mal en malinterpretar todo y en involucrarse de más en un asunto que no era de su incumbencia, eso lo entienda perfectamente. Había pecado de ingenuo, se merecía otro golpe, así como el odio de Shura.

Sintiendo que si lo miraba se derrumbaría y volvería a gritarlo, pasa su mano por su rostro limpiando cualquier rastro de lágrimas que pudiera quedar y sin mas sale del lugar dando por terminado con todo —Te lo juro, hasta aquí llegó este amor... cueste lo que me cueste me desharé de cada uno de los sentimientos que tengo por ti Aioria. Te lo juro por Athena, nunca volveré a sentir nada por ti maldito niñato... — toma aire y tan rápido como puede huye de ese lugar.

No era normal nada de lo que pasaba, no era producto de la bebida, ni de las emociones del momento, su visión se hizo borrosa debido a las lágrimas que fueron aparecieron, algo en su interior se había removido y de una manera que no sabia pero que le iba a cambiar la vida a partir de ahora, ¿Por qué sentía que el que Shura se marchara así era igual a estar agonizando? comenzó a gimotear al tiempo que parecía que el aire se le acababa y su corazón se hacía pedazos. Actuando más por inercia escondió su rostro entre sus piernas.

¿Cómo es que no me di cuenta de este amor?, desde siempre pensé que eran el uno para el otro, que era esta la oportunidad para que estuvieran juntos, para que vivieran su amor, el que pensé que Saga les había arrebatado. ¡Sí! por fin iban a ser felices junto a quien yo creí que amaban, mi hermano con mayor razón lo merecía después de todo, fue muy injusto lo que tuvo que vivir. El problema es que no me di cuenta de lo que estaba haciendo, ¡Maldición!  golpea varias veces la cama —¡Fui un egoísta!¡yo sólo pensaba que así quizás volveríamos a ser la familia que éramos cuando era niño! ¿¡Aioros tú lo sabías y no me dijiste nada!? ¿Y si no es Shura a quien amas entonces quién es el dueño de tu corazón?  limpia sus ojos, había algo más importante que ya no podía ignorar —¿Por qué yo le permití a Shura llegar hasta aquí? ¿Por qué no lo detuve? No siento ni asco, aun sabiendo que nos besamos, nos tocamos, nos... ¿Qué significa esto?

******

Semanas antes

Había transcurrido poco más de tres meses desde que habían regresado a la vida, gracias a Athena, todo había regresado poco a poco a la normalidad, no había sido fácil pues cada caballero tenía una personalidad muy diferente, haciendo la convivencia un tanto pesada, aunque con mucho esfuerzo y perseverancia Shion y Athena lograron que las divisiones y rencores aun existentes fueran minimizándose. Hoy en día, aunque a veces había discusiones y una que otra confrontación, no parecía que se avecinara una guerra de mil días. Eso era un gran logro. Por decisión de todos, seguían siendo santos dorados, cumpliendo con sus respectivas funciones y misiones, aunque tenían la libertad de tener una vida y de permitirse actuar y hacer algunas cosas del común.

Las amistades se habían fortalecido y otras se habían recuperado, pero había una en particular que parecía no haberse definido aún. Para nadie era un secreto que en el pasado Aioros de Sagitario y Shura de Capricornio habían sido muy buenos amigos, el santo de la novena casa se había encargado de cuidar y de alguna forma criar y malcriar al español, llegando a tomarle gran aprecio y cariño. Aioros tratando de hacerlo sentir como en casa trataba de compartir bastante tiempo con él, haciéndole un espacio en su pequeña familia, llegó a considerarlo junto con Aioria como su hermano, los tres compartieron muchos momentos juntos, los mejores recuerdos que tenían de su niñez los santos de Leo y Capricornio, si tenían en cuenta lo que tuvieron que pasar unos años después cuando Aioros fue acusado de traidor y desafortunadamente se le encomendó la peor de las misiones a Shura, generando mucho dolor en él y haciendo que un inocente sufriera de una manera que nadie se imagina, sólo por llevar la misma sangre del supuesto villano de la historia.

Con el transcurrir del tiempo todo quedó en recuerdos o en el olvido, lo que fuera mejor para los implicados. Aunque teniendo una nueva vida y con eso de que las cosas fueran regresando a lo que una vez fueron, abriera la posibilidad de que esa a amistad pudiera recuperarse. Si Aioros había perdonado a Saga quién era el que lo había dado la orden de asesinarlo, era cuestión de tiempo para que algo pareció sucediera con Shura, además que Aioria había dejado el resentimiento por Shura y se llevaba bien. Eso parecía tener sentido para el santo de la quinta casa. El principal interesando en que su hermano lograra adaptarse por completo a su nueva vida, para él una buena forma era olvidando lo malo que había tenido que vivir y concentrándose en su presente.

—¿Aioria? — suspira resignado y se le acerca —¡Aioria! ¡La comida esta servida! — le grita al ver que, aunque lo a llamado varias veces este parece perdido en sus pensamientos.

—¡Ya! No tienes que venir a gritarme en la cara — dice una vez reacciona y se levanta del sofá —además no estoy sordo.

—No se cuantas veces te he llamado — lo mira y niega con la cabeza repetidamente —, ¿en qué tanto piensas?

—Nada en especial... — mira la mesa los platos con la comida —¡mmmhh! no pruebo tu comida desde que... — se detiene antes de decir ese nombre

Levanta una ceja —¿lo dices enserio? —ríe y se acomoda — tú recuerdas más que yo.

Se sienta mirándolo fijamente, ¿Acaso su hermano quién parecía ser el más noble y perfecto de los 12 caballeros dorados, de verdad sentía alguna especie de resentimiento por Shura? Eso era imposible. Aioria parecía tener a su hermano en una especie de altar, era el ser por quien sentía toda la admiración posible, además de ser su ejemplo a seguir.

—¿Y ahora qué pasa? —pregunta al ver que de la nada se queda en silencio.

—Nada, es que... a veces extraño ese pasado...— comenta no muy seguro, no deseaba dañar el momento con un comentario. No era la idea, se habían propuesto disfrutar de cada momento juntos y no perder el tiempo con cosas tristes.

—Si, yo igual, pero... —se encoge de hombros y comienza a comer restándole importancia.

No sabía si Aioros y Shura habían hablado, o al menos lo habían intentado, no sabía cómo debía abordar ese tema con ninguno de los dos, sin que terminara involucrado en el centro de una discusión. Con Shura mantenía buena relación, habían ido a un par de misiones, no eran los más cercanos, pero estaba consiguiendo ganarse su confianza y eso lo que mas le gustaba. Aioros era reservado, sabía que su prioridad era adaptarse a su nueva vida, eran 13 años perdidos, así que había ciertas situaciones que no comprendía, además que quería recuperar su amistad con Saga a como diera lugar, según él para estar en paz.

Parecía extraño que en tantos días y con tantas oportunidades no hubieran cruzado palabra alguna, además que eran vecinos. Eso no era creíble, estaba bastante nostálgico y curioso con la situación. Al sentir la mirada fija de su hermano interrogándolo comenzó a comer —Mmmm, ¿oye estas seguro de que no puedes alimentarme todos los días?

—¡No! Ya te dije que está entre mis planes ser tu mamá — suspira y come —has sobrevivido sin mi, así que puedes seguirlo haciendo.

******

—Nuevamente les agradezco que me invitaran a cenar, aunque no hacía falta... — comenta una vez termina de comer, aunque ni sabía para que hablaba pues sus dos amigos estaban tan concentrados diciéndose cosas mientras reían, el ambiente se estaba tornando incomodo. No es que no le agradara que estuvieras juntos, Deathmask y Afrodita eran sus mejores amigos y si estaban en una relación y eso los hacia feliz, pues como no iba a alegrarse, el problema era a veces se les olvidaba que él estaba allí y sus muestras de cariño eran excesivas.

Suspira y sin esperar nada va a organizar todo, lo mejor era que se fuera, sus amigos necesitaban tiempo a solas y él no quería seguir siendo el mal tercio.

—Gracias... buenas noches —menciona apenas y sale de la doceava casa, debía empezar a reconsiderar las invitaciones de esos dos, no era la primera vez que algo así le sucedía. Ya no eran los tres amigos de siempre, al pensar en ello sonríe, aunque poco a poco su sonrisa se va transformando en un gesto triste, era mejor ir a su casa, baja por las escalinatas de piscis a acuario, aunque se detiene, sabía que en el siguiente templo debía de haber una situación similar a la de piscis y cáncer, pero con Escorpio y Acuario como protagonistas, parecía que los caballeros dorados o al menos los que estaban en una relación tuvieran problemas con las hormonas y el sexo. Hasta el momento eran 3 las parejas oficialmente formadas, claro sin contar con que el patriarca y el santo de libra vivían prácticamente juntos.

Definitivamente debía considerar sus próximas invitaciones, más si debía de atravesar el templo de Camus y si sabía que allí iba a estar Milo. Pidiéndole a Athena que no tuviera ningún problema y no interrumpiera nada, se encaminó al interior, todo parecía estar en silencio, eso le dio tranquilidad —estarán en Escorpio supongo...

—Espera... Milo... espera por favor... ¡mmmmhh! — susurra Camus en un inútil intento por apartar al guardián de la octava casa que lo besaba mientras que sus manos subían y bajaban por su espalda. Al escucharlos se esconde tras una columna, justo cuando ya estaba tan cerca la salida, ¿tenían que llegar?, se soba la sien y toma aire tratando de que no notaran su cosmos. El que fuera un santo dorado no lo hacía diferente a cualquier mortal, claro que como sus demás compañeros también tenía sentimientos, pero su situación era diferente. Las posibilidades de ser correspondido eran nulas, por lo mismo ni siquiera se atrevía a llamarle amor.

No hace mucho había descubierto lo que sentía, pues juntos habían compartido desde niños, un sentimiento que se fue transformando con el paso de los años, pasando de lo más infantil, fraternal e inocente, a convertirse en un deseo, una atracción que a veces parecía no controlar. Parecía tonto, como una vez encontró el perdón de Aioria, sus sentimientos parecieron desbordarse, sirviéndole de excusa la nueva vida que Athena les había obsequiado, además de las misiones a las que habían ido juntos. El convivir y conocer nuevamente a quien alguna vez consideró su hermano menor. El de Capricornio, cayó en los encantos del griego, quien por cierto tenia varios. Aunque tenía grandes desventajas, pues Aioria no confiaba del todo en él o eso le daba a entender, además que, desde hacía ya un tiempo, mucho antes de que murieran en el muro de los lamentos el león dorado parecía que tenía pareja, una de las amazonas, y buscando proteger su corazón no había querido investigar mucho sobre que tanto futuro tenia tal relación, aunque los comentarios de uno que otro caballero no faltaba. Además, Shura sentía que fijarse en Aioria era de alguna forma fallarle a Aioros, con quien no había logrado hablar como debía, pero no porque no quisiera sino porque no encontraba la oportunidad, siendo quien había sido Aioros en su vida, consideraba que no estaba preparado para enfrentarlo, no bastaba con pedirle perdón.

Una vez notó que Camus logró apartar por un momento a Milo y este se adelantó e ingreso al templo de acuario, salió de detrás de la columna.

—Lo siento... —susurró el francés mirándolo apenas.

******

—Si vas a quedarte aquí, al menos...­— como si tratara con un niño pequeño el castaño apareció con varias frazadas y almohadas.

—No seas exagerado, además no está haciendo frío —aparta sus ojos por un momento del televisor y ríe mientras que el mayor le acomoda un par de almohadas – ¿cuantos años crees que tengo?

Rueda sus ojos —no lo sé, ¿dime tú?, por como actúas pareces uno de 7, pero no te ves como uno niño de esa edad ¡Estoy confundido!

Le sonríe, agradeciéndole a Athena por permitirle tener esa clase de momentos —eres un tonto hermano.

—En la cocina quedó un poco de comida por sí quieres, yo estoy algo cansado así que voy a ir a descansar— le despeluca un poco el flequillo y se retira.

—Si... descansa hermano — lo sigue con la mirada hasta perderlo de vista, se acomoda, no le importaba que ya no fuera un niño, le gustaba como lo mimaba. Después de todo era apenas un niño cuando lo asesinaron. Se había quedo completamente solo, con el dolor de su perdida, la rabia y el odio de saber que su hermano, su ejemplo a seguir no era mas que un traidor, el peor de todos, muchas veces renegó su sangre, deseo con tus fuerzas no tener nada que ver con Aioros, quiso morirse para no tener que cargar con un crimen que no había cometido, pero que le pesaba por ser de la misma familia. Los insultos, el rechazo, la soledad que vivió por años lo hicieron olvidarse de lo que era sentirse querido, lo que era sentir que a alguien le importaba y saber que tenía un lugar al cual regresar.

Pero no todo había sido malo, de las malas experiencias había aprendido a ser fuerte, además de que, en medio de tanto rechazo y tanto comentario despectivo de los soldados del santuario y de los demás caballeros dorados, conoció a Marin, su actual pareja, la única persona que nunca había dudado de él, quien fuera su amiga y de la que poco a poco se fue enamorando, pero que al ser un caballero dorado nunca se atrevió a tener nada serio, no quería darle falsas ilusiones. Detalle que cambió con su nueva vida, ahora que tenía más libertades, él al igual que otros de sus amigos y compañeros se había atrevido a comenzar una relación amorosa, aunque era el único en su rango que no estaba involucrado con otro caballero dorado.

******

Había amanecido ya, e iban llegando los santos dorados poco a poco al coliseo a entrenar o a conversar, algunos comenzaban a retarse buscando que el entrenamiento fuera más emocionante, aunque a compasión de hace unos meses, el cambio era increíble. En el pasado en varias de una ocasión más de un santo debió intervenir pues aprovechaban el espacio para alimentar sus desacuerdos, problemas y venganzas, convirtiéndose en una pesadilla.

—Pues si te gusta, invítala a salir, además, ¿no dices que ya fueron a cenar? —habla Milo mirando a Aldebaran mientras que Kanon asiente a sus palabras —, ahora si lo que quieres es tener una idea más clara de la situación esperemos que venga Aioria, la novia de él puede servir de ayuda, ¿no?

—Definitivamente — replica Kanon sentándose junto al santo de Tauro quien sólo asiente con la cabeza.

—Perdón... — lo mira avergonzado —no sentí tu cosmos, pensé que no había nadie... me dejé llevar por Milo, me imagino lo incomodo que debió ser, ya de por si que vinieras de ver a Afrodita y a Deathmask... me imagino —Camus se sienta en las gradas mientras le hablaba a Shura quien se acomoda las bandas de sus muñecas.

—No deseaba incomodar, Milo siempre piensa que me gusta interrumpir —suspira — sus celos son injustificados... pero, bueno así es él —el francés niega con la casa mirando de reojo a su pareja que se reía en compañía de Kanon —quizás... los celos injustificados no son sólo de parte de él... — comenta en un susurro antes de fijar su mirada en el caballero que venía corriendo.

—¡Hey Aioria!— grita Milo haciendo señas con las manos —¡ven que necesitamos de tu colaboración!

El español intenta desviar su mirada, aunque hacia como dos días que no lo vea. Debido a la cercanía termina por escuchar tan amena y agradable conversación.

Los amigos se saludan y comienza a hacerse burlas y comentarios nada fuera de la común, hasta que Kanon fue el que inició con las preguntas — pero, ¿si vas a ayudar a Aldebaran con Shaina?, bueno para eso primero es necesario saber, ¿qué tal están las cosas con Marín? ¿Perdonado lo de Lyfia? ¿Ya no más comentarios sobre ello.

—La cambió por un Dios, es obvio que se molestará — el escorpión ríe — además que ella pensaba que Aioria estaba muerto y no, él estaba en una especie de romance con la representante de Odín.

—Bueno eso no cuenta cómo infidelidad, porque buen eso fue como una vida temporal. Eh... oficialmente estaba muerto ¿no?, pero ya enserio, la última vez que nos hablaste de Marín y tú, mencionaste que dijo algo de la chica de Asgard y que no parecía convencida — continuaba el menor de los gemelos.

Toma aire y niega repetidamente con la cabeza —ya dejen eso, sólo fue un comentario, además como lo he mencionado un montón de veces entre Lyfia y yo no pasó nada, además yo no cambié a nadie, no veo cómo cambiar a Marín, eso es imposible. Ella es única.

Milo hace muecas mirando al dragón marino — habla así porque esta enamorado, creo que voy a terminar vomitando.

Ríe —y lo dices tú Milo, ¿qué no te has visto en un espejo? Te ves peor que él cuando hablas de Camus —como respuesta a sus palabras recibe un golpe en las costillas.

—Marín y yo estamos muy bien, somos una pareja estable y nos amamos, eso es lo que importa — dice convencido.

Corta con su excalibur la venda y se da la vuelta tomando aíre, su persona debía alejarse por completo del león, aunque se suponía que estaba con Camus. Busca desesperadamente en qué distraerse, en una esquina estaban sus dos mejores amigos, Deathmask tenía la cabeza recargada en las piernas del Afrodita, estaba más dormido que despierto, el de piscis le reclamaba. ¡No! Era suficiente, los comentarios seguían. Aioria hablaba de su novia y de su bella relación, además de prometerle al guardián de la segunda casa que lo ayudaría en lo que pudiera para que conquistar Shaina, así como él lo había conseguido, mientras otros santos que lo acompañaban lo animaban.

Cuanto deseaba no tener que escucharlo, no saber sobre lo enamorado que estaba, cuando deseaba no tener que disimular lo que sentía, cuanto deseaba tener cerca a... ¿Shaka?, el santo de virgo estaba unas gradas más abajo en compañía de su pareja el santo de Aries, ambos estaban besándose, con tanta naturalidad que no parecían ser ellos, definitivamente los caballeros dorados tenían un problema grave con las hormonas y el sexo. Que necesidad de andarse exhibiendo. Pero hablando enserio Shura deseaba más que nunca que Shaka le quitara los sentidos, al menos el de oído para que no fuera una tortura escuchar al dueño de su corazón hablar con tanta emoción y felicidad, confirmándole una y otra vez que no tenía ni una mínima posibilidad con él.

******

Aioros estaba en su templo como de costumbre, se había negado a ir a entrenar, pero en esta ocasión no estaba solo.

—Esta bien, entonces yo tampoco voy — se cruza de brazos y se sienta enfrente.

—No es necesario, además su ilustrísima puede molestarse contigo — señala y se soba la sien —, no seas necio Saga.

—Pero yo quiero entrenar contigo — le vuelve a decir. No eran los amigos de antes, de hecho, ninguno creía que llegaran a serlo.

Aunque Aioros lo hubiera perdonado, aún había heridas y algunos asuntos sin resolver que no se atrevían a tratar por temor a que se terminar de dañar lo poquito que había logrado salvar. Se llevaban bien, hablaban, y pasaban tiempo juntos, pero no era lo mismo, más cuando estaban completamente solos, ¿Acaso había algo más detrás de la amistad de los caballeros dorados de Sagitario y Géminis?

—Pierdes tu tiempo... —se encoge de hombros — Aioria me dijo lo mismo y es mi hermano y mira... le tocó irse sin mi — se levanta para ir a otra parte de su casa.

—Si, pero no me puedes comparar con él —dice convencido y lo sigue —, Aioria es tu hermano y yo soy tú...

Lo voltea a mirar ­—¿mi qué? — levanta una ceja — ¿Qué vas a decir Saga?

—Pues tu amigo de siempre, con quien solías entrenar, además no puedes negar que de alguna forma nos divertíamos y...

—Era, tú lo has dicho — suspira y lo mira con seriedad —tú mismo te encargaste de que las cosas cambian Saga, así que no te quejes.

Encontrarse con esos ojos le causaba mucho dolor, sin duda el Aioros que tenía enfrente suyo no era ni la sobra del que había sido su compañero, su amigo, su primer amor. Pero ni como reprocharle, tenía suerte de que le hablara y le dejara estar a su lado — lo sé, pero de todas formas no esta bien que te aísles tanto...

Con Saga debía ser fuerte, no dejar que sus sentimientos lo hicieran ver débil ni por un solo momento. Eso lo dejaría en evidencia, le mostraría lo patético que era, pues después tanto tiempo y con todas las cosas que sucedieron, aún pretendía cumplirle le promesa que le hizo unas semanas antes de que lo mandara a asesinar —bien tendré en cuenta tu consejo, ahora si gustas puedes retirarte.

Se soba la sien —Aioros, ¿por qué dices que me perdonaste si me tratas de esa manera?

Sonríe ligeramente y fija su mirada en esos orbes verdes azuladas — enséñame a tratarte como te mereces entonces.

—¡Bien!, eso haré porque es lo que más me...

—¿Saga, Aioros, ustedes están por aquí? —entra Dohko y los mira —, la idea era que entrenaran todos sin excepción.

—Viejo Maestro —habla el dueño de la casa —disculpe no lo sentí llegar. Su ilustrísima sabe que yo no voy a ir a entrenar, él esta de cuerdo con eso, me dijo aprovechar ese tiempo para que tratara de leer o de buscar alguna forma que me ayuda con las dudas que tengo.

—¿Enserio?, pues que raro, ya que Shion me pidió que revisara que todos estuvieran en el coliseo — comenta sonriendo —. Vamos, es mejor que no se queden aquí — lo toma del brazo —, yo sé porque se los digo — mira ambos con algo de malicia — aunque el verlos juntos me han dado una idea.

Sin entender nada Saga solo sale de Sagitario y se deja guían, estaba pensativo, añorando un pasado que él mismo se encargó de destruir.

No podemos esperar... no sabemos lo que sucederá, siendo quienes somos no es como que tengamos la vida garantizada, pero quiero ser él que este contigo siempre... sólo tú y yo... nada nos hará falta... tú eres todo lo que necesito para seguir, para ser feliz...

Esas palabras parecían tan lejanas, como sacadas de un sueño y no de una realidad. Por bastante tiempo ese tipo de recuerdos lo atormentaron hasta que su parte mala y la influencia de Kanon terminaron por bloquear y nublar todo lo bueno que había en él.

—Saga, espera un momento — Dohko pone una mano en su hombro deteniéndolo.

—¿Eh? ¿Sucede algo? — lo mira apenas.

—Shion te encomendará una misión. Tranquilo no iras solo... saldrás en la madrugada, más tarde te llamará —señala para luego sonreír. Acompañaría a ambos santos hasta el coliseo, claro sin apartar sus ojos de todos los gestos y las sutiles miradas que se daban Sagitario y Géminis.

******

—¡Bien Camus! — deja su entrenamiento a medias para felicitar a su pareja.

—Lo siento, me excedí, ¿estas bien? — se le aproxima al español que estaba en el suelo.

—Si, sólo me congelaste la mano — asegura moviéndola ligeramente —, fue mi culpa, bajé la guardia... es un empate Camus — le sonríe.

—¿Eh? Eso no vale, ni siquiera estaba listo – se cruza de brazos mientras que el contrario trataba de descongelar su mano.

—Bueno entonces quiero la revancha, ¡Aush! —hace gesto de dolor.

—¿Enserio Shura estas bien?

No alcanza a responderle cuando Milo ya a llegado hasta donde el santo de acuario para abrazarlo y besarlo —¡Eres el mejor!

—¡Ya Milo! — lo aparta — ¡no hagas eso! ­— lo mira serio y le da la espalda.

—Pero Camus...

—Te he dicho que no me gusta que actúes así —niega con la cabeza.

—¿Shura? —escucha aquella voz y voltea a mirar —¿Estas bien? —Aioria estaba a su lado y sin decir nada más toma su mano.

—Eh... si, ya pasó — lo mira tratando de sonar calmado mientras que revisaba su mano con detenimiento.

—Pensé que ibas a ganarle, casi apuesto de hecho ­— comenta sonriendo —, casi me convence Deathmask.

Aunque generalmente era serio e inexpresivo, Aioria lograba hacerlo sonreír, sus comentarios, su forma de hablarle, generaba en él una sensación de tranquilidad, además de sentir que podía no pensar tanto y solo actuar. Tenerlo así le recordó cuando era aun un niño y en varias oportunidades lo atosigaba de preguntas sobre su excalibur. Es que ese ataque era el favorito para el pequeño león dorado.

Se levanta con la ayuda de Aioria —bueno entonces fue mejor que no lo hicieras, además pensé que Deathmask había dejado eso, su ilustrísima ya se lo advirtió.

—Pues no parece importarle mucho —se encoge de hombros.

Encontrarse con esos ojos, estar tan cerca, tenía que ser cuidadoso, era mejor tenerlo así y no perderlo por completo.

—¡Oigan! ­—aparece Dohko — les traje dos compañeros para que entrenen con ellos.

—¿Hermano? –Aioria frunce el ceño, pero enseguida y aprovechando que estaba junto a Shura lo toma del brazo – ¡Ah! Perfecto, ya te tengo el contrincante Aioros.

 —¿Qué? —el de Capricornio lo mira confundido —¿Aioria?

Aioros levanta una ceja y abre su boca apenas sin saber que decir. Todos parecen haberse quedado sin palabras, aunque Saga sonríe levemente, apoyaba la decisión del quinto santo. Por fin, su adorado centauro tendría que enfrentarse a parte de su pasado, eso era bueno, o pues sabiendo lo que sabía, así lo consideraba.

—Anda, pero por esta vez voy a apostar por mi hermano, lo siento Shura —dice bajando su cabeza, antes de dejarlo allí solo.

—Bien, entonces vamos caballeros, es hora de entrenar — sonríe Dohko antes de ir a sentarse con los demás.

Era la primera vez en encontraban así, después de esa fatal noche nuevamente estaban uno frente al otro. Eso a diferencia de lo que los demás creían no era bueno.

Shura no se aguanta y le dedica una mirada de desaprobación a quien ideó semejante situación. Aioria era un idiota.

—Esta bien, entrenemos Shura de Capricornio— dice el santo de sagitario mirándolo mientras se preparaba para comenzar con el entrenamiento.

Termina por asentir con la cabeza y fija sus ojos en lo de su ex mejor amigo, su hermano básicamente. Prepara su brazo para lanzar su ataque, aunque hay duda y temor en sus movimientos. Teniéndolo enfrente su mente comenzaba a jugarle bromas, el paisaje era otro, era de noche, su apariencia y todo era diferente.

—¿Tú crees que esta bien Saga? —Kanon se sienta junto a su hermano —, ¿no dijiste que era un evento traumático?

—Aioros tiene que enfrentarlo... es lo que necesita —indica sin dejar de ver al frente.

—Te lo juro cada vez te entiendo menos. Además, no se supone que tu objetivo es él este bien, que velarías por su bienestar, que porque lo a... —antes de completar la frase Saga lo mira de forma amenazadora.

—Y luego dices que no confío en ti, Kanon solo ¡cállate!

Aioros no es un traidor, esta situación es diferente...—aprieta sus ojos.

Tienes una nueva vida y yo quiero que ya no haya resentimiento...  Sonríe Aioria antes de invitarlo a chocar su puño –, quiero estar bien contigo... por los viejos tiempos, por lo que llegamos a ser... –el sonrío. Hacía apenas unos días habían revivido y él estaba allí buscando aclarar las cosas. Ver su sonrisa, la forma cómo le hablaba, como iba a negarse.

Le atemorizaba, no así no, si quería hablar, si quería arreglar las cosas, pero no así, era demasiado.

—Me rindo... 

Continuará...

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Hola a todos, yo aquí nuevamente, trayéndole una nueva historia, así como cuando tienes pendientes pero igual surgen. Lo curioso aquí es que este nuevo fanfic salió de la nada, o más bien si de andar buscando cualquier cosa que se relacionara con la pareja de Shura y Aioria. Por fin logré reconciliarme con el león, digo no era de mi agrado aunque eso se debía un grupo peculiar de fans que.... bueno que importa, el asunto es que yo no soy tan cerrada de mente , digo a menos que sea algo relacionado con mi OTP, de resto pues, una shipp  más para la lista de favoritas, si, ya sé esta va en contra de la shipp que manejo en mi otro fanfic de saint seiya, pero que se le va a hacer así es la vida.

Espero que sea de su agrado, que disfruten y nos vemos pronto. 



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