C7: Patética
Dalem
Los hombres poseían chaquetas cremas y unos gorros, con el típico logo de R-R, tan solo con su llegada supe que la gente que estaba alrededor estaba corriendo mucho peligro debido a mi, con solo darme cuenta que sus miradas estaban fijas en mi intuí al instante que estos habían venido aquí solo para averiguar quién rayos era yo, lo sabía perfectamente.
—¡Es lo que estoy diciendo!—apremié y observé a la nada por un instante—Ni mucho menos tengo una rapidez increíble.
Los hombres que estaban frente a mi habían irrumpido en el lugar, estaban armando un escándalo frente al dueño de la tienda y frente a los comensales. Uno de ellos incluso se había atrevido a derramar las bebidas que todos los clientes estaban disfrutando en una de esas mesas lujosas de esta tienda.
—Vimos tu increíble fuerza cuando derrotaste a nuestros amigos esa vez, vimos tu agilidad cuándo salvaste al gran Saiyaman—soltó otro de ellos golpeando una mesa, yo solo fingí observarlos con confusión—No somos tontos.
—Eso sería completamente raro, ¿se están escuchando?—pregunté—Yo soy más lenta que una tortuga, no soy para nada ágil—solté la más patética broma en toda mi vida—Esa es la única verdad.
—Si claro, La patrulla roja se comerá ese cuento—añadió el más alto de ellos golpeando el mostrador, el resto había entrado hasta estar ubicados alrededor de la caja registradora. Todos ellos comenzaron a reír teniendo una mueca de desagrado en sus rostros—¡Eres un fenómeno!
Esa maldita palabra, odiaba esa palabra con todas mis fuerzas. Recordaba muy bien el instante en el que me habían abandonado, recordaba lo que habían dicho mis padres antes de dejarme en la colina, no era un recuerdo plenamente bueno, parecía ser que era el único recuerdo con el que yo me había quedado desde aquella última vez que los había visto, pues incluso sus rostros estaban borrosos en mi mente.
"—¡Es nuestra hija!—el simple grito enojado me había despertado una noche—¡¿Qué tratas de hacer?!
Mi madre había gritado tan fuerte por lo cuál tuve que removerme inquieta tratando de acomodarme en el frío asiento trasero del auto en el que estaba, tapando mis oídos y cerrando los ojos tratando de conciliar el sueño que tenía en esos instantes. Mi padre, ella y yo estábamos en un simple vehiculo en movimiento, a altas horas de la noche, yo ni siquiera había cenado, no tenía ni la menor idea de hacia dónde nos dirigíamos tan tarde.
—¡Es un fenómeno!—esa había sido la voz de mi padre—La viste esta mañana, logró cargar a un pez que le doblaba el tamaño, ¿Qué niña hace eso?—su voz se oía normal, pero podía sentir claramente que manejaba el auto con mucha rapidez—¡Es un maldito fenómeno!
Yo sabia que estaban hablando de mi pero no entendía que estaba mal con todo eso, hasta ese momento no había tenido la inteligencia necesaria para comprender que había sido culpa mía, tenía tan solo ocho años y en mi inocencia, creí que no tenía nada malo haber cargado a un animal mucho más grande que yo.
—¡Es más!, ¡Me aterra!—gritaba nuevamente mi padre—¡No la quiero cerca de nosotros!
El carro se detuvo frenéticamente, yo solo me había limitado a hacerme la dormida en la parte de atrás para que no descubriesen que yo los estaba escuchando, no podía ver sus rostros, pero con tan solo oír sus voces desesperadas supe que estaban muy asustados. Justo en ese instante pude oír claramente cómo ambas puertas delanteras se abrían con rapidez, yo no tenía ni la menor idea de que es lo que mis padres estaban haciendo, fuese lo que fuese ya se estaban tardando demasiado.
Después de unos minutos decidí levantarme, y cuando lo hice no los vi, mis pequeñas manos se habían apresurado a tomar la manija de la puerta solo para abrirla y salir hacia el exterior, era lo único que podía hacer ya que no había nadie en el asiento del conductor, me levanté confundida y con miedo, sin saber porque no había nadie alrededor. ¿A dónde se habían ido todos?
—¡Papá!—llamé. Sabia que en ocasiones como éstas, cuando tenía mucho miedo, mi padre siempre me ayudaba—¡Papá!—salí del auto, solo pude ver colinas, colinas y más colinas. Y además un gran y espacioso bosque horroroso que parecía sacado de un cuento de terror estaba muy cerca hacia las colinas—¡Mamá!
Simplemente me limité a sentarme en el suelo con miedo y confusión, crucé mis piernas y me abrigué a mi misma con la única ropa delgada que traía puesta. Estaba haciendo frio, mucho frío, quizás podría quedarme en el auto, pero había algo dentro de mi que mantenía una esperanza, creyendo tontamente que quizás mis padres regresarían por mi y se arrepentirían de haber echo esto.
—¡Mamá!, ¡Papá!"
—Dinos quién eres, fenómeno.
Me dediqué a observar de reojo hacia atrás, otro de ellos, el más moreno, se acercaba hacia el papá de Jason con furia tratando de amenazarlo mientras tomaba un cuchillo de una de nuestras bandejas para postres, podía ver que claramente el señor Vincent no podía defenderse pues la edad era su mayor impedimento. Apesar de eso, quize acercarme a ayudarlo pero otro de ellos me detuvo.
—¿Tu eres el dueño, eh?—murmuró el moreno mientras se llevaba un cigarro a la boca, el padre de Jason solo lo observó enojado—Tu tienda es un asco, es muy vieja—comenzó a reír, estaba claro que estaba burlandose de él, lo cuál me hizo sentirme muy enojada y tuve que apretar mi mandíbula con molestia—al igual que tú.
Sabia que debía controlarme, pero ver a ese bravucón molestar al anciano parecía como si estuviesen molestando a Roshi, y eso me enojaba demasiado.
El señor Vincent, lo único que había echo había sido darme apoyo y trabajo en este lugar, sin contar que me dejaba visitar a su hijo despúes de lo ocurrido, siempre me había demostrado apoyo y consideración, era muy gentil y amable conmigo. Sabia que debía hacer algo al respecto para sacarlo de este problema en el que yo misma me había metido, debia ayudarlo.
—Dejenlo en paz, a él y a todo el restaurante—solté observando a todos esos tipos, me saqué el delantal y dejé la caja registradora sellada—Si quieren respuestas, se las daré...pero no aquí.
Con molestia y tratando de ocultar mi cólera me acerqué hasta la puerta y salí del lugar, pude observar que ellos me seguían, eran tan solo tres hombres, tres hombres que eran de la Patrulla roja y no parecían estar armados. Uno de ellos, cómo si fuese divertido, había lanzado su cigarro hacia dentro del restaurante mientras salía y se partía de la risa como si le faltase un tornillo.
—Bien—me detuve en el callejón, cruzando el lugar, cómo todos los callejones, tenía una pinta horripilante y estaba casi oscuro, solo se podía ver una pequeña luz de un faro—Qué mal que los decepcione, y no, no tengo súper fuerza—finalicé, estos rieron—Eso es algo ridículo.
Uno de ellos me tomó del cabello golpeando fuerte mi cabeza contra la pared, su movimiento hacia sido muy fácil de predecir, nada repentino, pude haberlo esquivado sin ningún problema e incluso tenía la oportunidad de mandar a esos tres fuera de mi vista con un solo movimiento, aunque, de echo, justo ahora debía fingir que solo era una chica débil que no sabía defenderse.
—No somos idiotas, sabemos que eres un fenómeno—soltó el más viejo encendiendo su cigarro justo frente a mi, parecía ser el líder entre esos tres—eres un maldito fenómeno.
Golpeó mi rostro, justo en mi nariz, y me limité a no hacer nada. Debía dejar que lo hiciera, debía hacerle creer que ellos estaban equivocados, así quizás de ese modo me dejarían en paz, a mi y al señor Vicent y a su restaurante.
Sin embargo mi vista se fijó en uno de ellos, había uno que se mantenía atrás observando la escena, parecía estar muy nervioso, tenia el cabello rubio demasiado claro y me observaba con una pizca de...¿miedo?...De todas formas, tuve que soltar un pequeño suspiro sintiendo cómo más golpes aterrizaban en mi rostro.
—¡Maldita chica rara!—gritó uno de ellos, golpeandome justo en el rostro, apreté mi mandibula con más enojo tratando de contener mi ira—¡Eres una tonta!
Era muy tarde, ya no podía controlar mi ki, estaba enojada, no los soportaba e incluso quería asesinarlos, pero no, no podía hacerlo. Casi al instante me sentí patética, patética porqué estaba dejando que me golpeasen unos simples hombres del dichoso clan de la Patrulla Roja, patética porqué me estaba atreviendo a sacrificar mi estabilidad por el padre de Jason, por el restaurante, y por el bienestar de los comensales.
Nunca había planeado hacer algo parecido en mi vida, nunca había planeado tener o limitarme a sentir compasión por el resto, quizás era muy diferente, quizás nunca había visto esto en mi antes. Estaba claro que a veces arriesgaba mi vida un poco por la ciudad, lo había echo desde antes, exactamente desde que la llegada de los Androides, pero jamás me había atrevido a hacer algo como esto.
—¡Habla ya, chica estupida!—pude sentir el último golpe impactar en mi rostro, más fuerte, más decidido. Tuve que tocar mis labios y pude sentir el líquido rojo manchar mis dedos, estaba sangrando—¡Dinos todo de una buena vez!
Si, estaba siendo totalmente patética, los golpes de esos sujetos no dolían, para nada, pero la molestia que sentía al atreverme a dejar que esos tipos me golpearan, de verdad, estaba haciendo que llegara al límite de mi paciencia, ellos estaban insultandome creyendo que, quizás, les confesaría todo de esa forma.
—Sueltala ya viejo, es solo una chica, mírala...—la voz del muchacho rubio me hizo abrir los ojos para observar lo que se atrevería a decir—No puede defenderse—se detuvo nervioso—es claro que no tiene súper fuerza, ni tampoco es ágil—había intercedido dando un paso adelante, se acercó hacia su amigo y quedó casi frente a él observándolo con molestia—Esta muy mal herida así que déjala ya.
—Date cuenta idiota—le reprendía el rubio a su compañero moreno—Por otro lado, somos muy idiotas y le hemos mostrado nuestros rostros a alguien el tiempo suficiente para que la policía nos reconozca.
—¡Maldito fenómeno!—El líder entre esos tres me soltó con tanta fuerza hacia el suelo que solo me digné a soltar una mueca de disgusto y desagrado—¡Espero que no nos hayas mentido, fenómeno!, ¡Ni se te ocurra hablar o decir algo!
Todos ellos se alejaron corriendo lo más rápido posible, quizás temian que apareciese la policía, sin embargo, yo lo dudaba pues no había ninguna unidad patrullando la zona, además debia admitirlo, esos sujetos uniformados nunca aparecen cuándo realmente se necesita de su ayuda.
—¡Maldición!—grité con enojo, solté un pequeño golpe a la pared del lugar y luego me deslice por ella, sentandome en el frío suelo con lentitud—Rayos...
Estaba más que claro que estaba enojada, muy enojada con todo, con los torpes sujetos de la Patrulla Roja, conmigo y mi compasión, y con mis habilidades. Quizás si no hubiera poseído estas habilidades mis padres no me hubieran abandonado, quizás podríamos haber sido una buena familia. Quizás si no hubiera conocido a los Guerreros Z no me hubiera atrevido a salvar a Gohan, y sabia perfectamente que nada de esto hubiera sucedido.
Todo estaba de mal en peor.
Volví a golpear la pared más cercana enojada, queriendo hacer muchas cosas;
Quería desahogarme.
Quería llorar.
Quería golpear cosas.
Quería insultar a alguien aunque sabía que eso no se me daba a la perfección.
Quería hacer todo eso, pero simplemente parecía que mi cuerpo se indignaba a hacerlo.
—¿Dalem?—la voz suave del pequeño me desconcentró, levanté mi rostro y observé la raíz del sonido. El pequeño Goten se encontraba frente a mi, se veía muy confundido y me observaba con temor.
¿Tan mal me veía?
Solté un suspiro, tranquilizandome, sabiendo que debía encontrar mi estabilidad emocional para que simplemente pudiera ocultar de nuevo mi ki, para que nadie más pudiera encontrarme. No me encontraba para nada bien, no podía calmarme, estaba muy enojada, ¿cómo se suponía que ocultara mi ki estando de esta forma?
—Goten...¿qué haces aquí?—pregunté suavemente, éste se acercó a mi, parecía tener un poco de...¿miedo?—Oye yo...
Con curiosidad me dediqué a solo verlo, el pequeño se detuvo frente a mi y me observó también, sus pequeños ojos negros parecían trasmitir tristeza y confusión hacia mi o quizás hacia cómo me veía, fuese lo que fuese parecía que era el único que estaba preocupado por mi.
—¿Por qué estás sangrando?—pude oírlo preguntar, suspiré y logré calmar mi ki, reduciendolo a nada. Sabia que ya nadie más podía encontrarme—Dalem.
—Unos tipos me golpearon, no pasa nada. Ni siquiera eran fuertes—respondí—No te preocupes.
—pero...pero, ¿por qué?...¿por qué no los detuviste?—preguntó con confusión, me dediqué a limpiar el rastro de sangre de mi rostro, desde mi nariz hasta mis labios—Un par de policías testificaron de que habían visto una chica llevarse al Gran Saiyaman herido el día del tiroteo, habían dicho que había tenido mucha fuerza y rapidez para quitarle las armas a la Patrulla Roja, lo habían dicho en una entrevista—informó—¿Fue por eso?
Si, había tenido la oportunidad de ver la dichosa entrevista hace unos días, un par de policias habían tenido la oportunidad de sacar una pequeña grabación, sin embargo mi rostro no se notaba a la perfección, aún así la gente había sido muy observadora para poder descubrir que yo había sido quien lo había salvado, quizás por la forma peculiar de mi cabello.
—Asi es—susurré—justamente trataba de ocultar mi fuerza de ellos, así que me deje golpear.
Su semblante ahora se veía serio, era un poco confuso verlo así pues siempre se veía tan divertido y juguetón cómo el pequeño Trunks. Aunque debía de admitir que su tono "despistado" al hablar había desaparecido justo ahora, quizás porqué realmente le importaba saber sobre mi bienestar.
—Deberías volver, todos estamos preocupados por ti—soltó, pero no dije nada al respecto.
Goten solo suspiro, se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en sus rodillas observandome con curiosidad. Era de noche y yo sabia perfectamente que Milk no le había dejado permiso para venir hasta aqui, la mujer era muy estricta, y tenía reglas en su casa, una de ellas era no salir tan tarde y mucho menos sin permiso de ella, regla que al parecer el pequeño se había atrevido a quebrantar solo para quedarse aquí unos minutos, conmigo.
—Entonces...—lo observé sabiendo que Goten no tenía la más mínima intención de irse—con que...—agregué con interés—¿escapaste de tu casa solo para verme?
—Sip—declaró sin ninguna culpa—Al sentir tu ki lo primero que hice fue volar hasta aquí, lo más rápido que pude.
—¿Y qué tal todo en tu casa?—pregunté, esté movió la cabeza de arriba hacia abajo asintiendo.
—Gohan y yo planeamos entrar al torneo de la artes marciales con el Señor Picoro y al parecer Trunks también lo hará—informó—Será mañana—se detuvo y me observó—Trunks planeaba usar las esferas para pedirle a Sheng-Long que pudieses verlo pelear pero aún nos faltan algunas.
Definitivamente me acercaría discretamente para verlo, sabia que quizás Gohan y Goten lo hacían por el dinero, porqué ese era uno de los premios, pero no tenía ni la menor idea de porqué Trunks deseaba participar, quizás simplemente quería demostrar su fuerza.
—Y pues...Mamá me comentó que mañana papá vendrá del más allá, así que también estará aquí, todo es confuso porque yo nunca lo he visto antes.
—Vaya—solté animada—¡Genial, eso es genial!—por poco casi gritaba. Estaba claro que aquel permiso había sido concedido gracias a la vieja amiga de Roshi, aunque yo siempre olvidaba su nombre. Por otro lado, y el más importante, Goku iba a estar aquí, otra vez, después de 7 años—¿sabes que eres idéntico a tu padre, verdad?—pregunté—Será genial volver a verlo, será genial que lo conozcas.
Observé al pequeño con interés, no parecía feliz.
—¿no te parece interesante conocerlo?—pregunté.
—Si, si, claro que si...pero—se detuvo y me observó—¿Sabes que tú eras mi única amiga con la que podía jugar sin tener que ocultar mi fuerza?...a ti no te importaba ganarme. No eres como Videl—soltó, suspiré teniendo en cuenta que la actitud retadora de la pelinegra quizás también lo había molestado—¿Por qué no quieres volver?
—Verás pequeño, solo trato de arreglar la turbulencia de mi mente por mi misma—susurré.
—¿Y es necesario que lo hagas haciendo que el resto sufra?—no había pensado en eso, pero había algo claro en sus palabras, algo que él no sabía. Sabia que no todos estaban preocupados por mi, A Bulma y Vegeta les importaba un bledo mi vida.
—No lo sé Goten, últimamente estoy descubriendo como es el mundo en realidad, estoy descubriendo algo que no fui capaz de ver desde pequeña.
Estaba claro que jamás había visto el desastre de la ciudad, no solo yo la pasaba mal. Habían más personas, mucho más personas que la pasaban aún peor que yo. No quería decepcionar al niño contándole sobre la realidad en la que estaba, así que opté por hacer un giro rotundo a la conversación.
—¿Y cómo van las clases con Videl?—el pequeño asintió alzando los hombros, parecía restarle importancia al tema—Debe haber ido bien, Videl es aún más fuerte que su padre.
—Algo así, el entrenamiento va bien—respondió—Gohan nos enseñó a volar hace unos días. Ella ahora sabe como hacerlo, sin embargo fue muy lenta para dominar la técnica—bufó—también es muy molesta—añadió, reí recordando a la pelinegra y su voz chillona. El pequeño solo suspiró—Gohan se lleva muy bien con ella, incluso sonríe...Ha pasado un buen tiempo en el que no lo había visto sonreír de ese modo—lo observé por un instante.
Senti una pequeña presión en el pecho, algo que me decía que ya había arruinado todo. Estaba claro que el pelinegro ya no se preocupaba por mi, ahora porqué, quizás, Videl pasaba más tiempo con él en aquellas prácticas, quizás había encontrado un soporte mucho mejor en ella. Y eso estaba bien, yo no era nadie para impedir que ambos se conocieran y pasaran tiempo juntos.
—Me alegra saber que le ha ido bien a Gohan—solté—Ya sabia de todas formas que Videl y él se llevarían muy bien.
Un pequeño sentimiento apareció en mi estómago, como si quisiera vomitar, cómo si quisiera deshacer lo que había dicho antes. ¿Qué estaba sucediendome?
Goten me observó, para ser menor que Trunks tenía un buen don, podía sentarme a escucharlo y aún así no me aburriría para nada. Y sabia que él podía sentarse a escucharme por horas y tampoco se aburriría, el pequeño sabía escuchar. Siempre se había comportado conmigo de esa forma tan amable.
—Dalem—llamó, solo observé el suelo evitando verlo, tratando de sacar el maldito sentimiento agrio de mi boca—Dalem, yo debo...
—¿Ya te vas?—pregunté, aún sin verlo.
—Debo irme, o mi mamá saldrá a buscarme y ya sabes cómo se pone—reí ligeramente imaginando cómo reaccionaría Milk hacia la tardanza del pequeño Goten—Espero que el día del torneo puedas verme pelear a mi también.
—Está bien—susurré—Me verás allí, no faltaré. Definitivamente iré a ver todo lo que has aprendido, Goten.
—¿Me lo prometes?—preguntó el pequeño al instante levantandose—¿Vendrás a verme a mi y a Trunks, verdad?
—Lo prometo.
—Dalem...—volvió a llamarme, esta vez con más lentitud que antes así que tuve que observarlo—Dalem, debo irme.
—¿Podrías hacer algo por mi?—interrumpí yo.
—Por supuesto.
—No le digas a nadie que me viste de este modo, no se lo digas a nadie, porqué realmente me frustra haber tenido que sacrificarme por un restaurante, por su dueño y sus comensales. De verdad me frustra tener que esconder lo que soy para encajar en esta peligrosa realidad. De verdad me frustra tener que recordar mi pasado y sentir que mis habilidades fueron el problema de todo—pude decir sin titubear y miré hacia adelante—No le digas a nadie que me viste sentada en un callejón oscuro sin saber que hacer por mi vida, sin saber si quedarme con la responsabilidad de poseer estas increíbles habilidades o sin saber si debería dejar que simplemente se esfumen.
—No lo haré—apremió el niño con rapidez.
—Te estoy confiando algo muy grande Goten. No le digas al resto lo débil que me viste ser hoy.
Sin decir nada más, el niño asintió, se retiró volando y desapareció entre las nubes del cielo con muchas rapidez. Me había dejado con un sabor agrio en la boca, tenía la intención de llorar, sin saber cómo rayos me había vuelto tan débil en tan solo un mes, sobre lo que parecía sentir hacia Gohan y sobre lo que parecía sentir hacia el resto de personas.
La única solución cercana rondaba por mi mente, debía buscar a ese dichoso sujeto raro que había visto el otro día, A Babidi. Ya no podía perder nada más, ya había perdido la amistad de Gohan y con eso se irían la mayoría de mis recuerdos, ya había perdido todo. Quizás este sería mi último movimiento para entrar a una realidad común y para vivir como el resto, como una terrícola más.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top