C6: "Puedo ayudarte"
Dalem
Con un simple vistazo pude ver mi alrededor, el silencio reinaba por todo el lugar mientras yo emprendía mi regreso a casa de Angella con rapidez. Además, el cielo estaba oscuro, casi con intenciones de llover, y para mi mala suerte yo no llevaba nada para protegerme de la lluvia hasta llegar a casa de la pelirroja apesar de que su madre me lo había advertido esta mañana.
"—Deberías llevar una chompa y un paraguas, Dalem—la mamá de Angella me observaba sonriente, se veía que poseia la misma actitud divertida que su hija. Sin embargo ella era castaña y Angella había sacado el color de cabello de su padre—Al parecer el clima no está de buenas hoy.
Observé por la ventana el cielo, era cierto, estaba muy oscuro y tan solo eran las tres de la tarde. Hace unos minutos, mi amiga pelirroja había llegado de la preparatoria y se encontraba en estos momentos en su cuarto buscando algo que para ella era muy importante.
—¡Mamaaaaaaaa!—el grito de Angella nos desconcentró y ambas dirigimos nuestras miradas hacia las escaleras. Y allí estaba ella, con el rostro triste y decepcionado—Mamá, ¿sabes en dónde está mi vestido favorito?—su mamá movió la cabeza negando—Tiene flores rosas y amarillas.
—Estoy segura que tu papá lo puso en la ropa sucia esta mañana—había dicho su madre poniendo un rostro pensativo.
—Seguro lo hizo a propósito, él siempre trata de arruinar mis citas—chilló la pelirroja—¡¿Por qué?!
Solté una risita debido a la forma tierna en la que dramatizada todo, desde que la había conocido siempre había sido así, muy gentil, extraña y dramática, actitudes que a mi me encantaban pues todo aquello la hacía verse muy divertida. Por otro lado, centrándome en la actitud de su padre, si, era muy cierto.
El padre de Angella era un tipo muy amargado, aunque no tanto como Vegeta. Siempre hacia cualquier cosa para evitar que su hija tuviera una cita, realmente la cuidaba, supongo.
El primer día que yo estuve aquí, el señor había dicho que yo sería una mala influencia para la pelirroja, que la sacaría a fiestas y cosas así. Estaba claro que yo no era de salir a fiestas, ese tipo de cosas eran realmente aburridas, pero si a Angella le gustaba, yo no necesitaba meterme o criticar sus gustos.
—Bueno, me pondré otro—hizo un rostro de indignación muy divertido y volvió a subir por las escaleras—Dalem, deberías hacerle caso a mi mamá—pude verla otra vez, bajando por las escaleras de nuevo—ella nunca se equivoca—guiño ambos ojos sonriendo—Suerte en tu trabajo el día de hoy.
Mi concentración se centró en ella mientras yo pensaba y asentía, realmente las ocurrencias de la chica me hacían olvidar el amargo momento que había pasado con Gohan hace tres días atrás. Sin embargo, solo me limité a tomar una chaqueta verde clara de mis cosas. No me apetecía llevar un paraguas, odiaba tener muchas cosas en mi mano.
—¡Hasta luego!—solté animada mientras veía a la mamá de Angella, se despedía de mi con una sonrisa muy gentil—¡Nos vemos esta noche!"
—Hola—una voz seguida de una risita chillona y molesta llamó mi atención.
No tenía ni la menor idea de quién era el sujeto que estaba a mi lado, ni tampoco me apetecía entablar una conversación con él, ahora solo estaba muy agotada, aunque me había detenido por un sengundo a observarlo solo por curiosidad. Luego de unos segundos me dispuse a seguir caminando mientras me colocaba la chaqueta que había obtenido con mi dinero.
Con rapidez, tapé mi rostro colocándome la capucha esperando así, que el sujeto extraño dejara de seguirme, pero no lo hizo. Había que recalcar que, despúes de lo sucedido, algunas personas habían logrado reconocerme como la intercesora de aquella pelea en la tienda. Habían dicho que era una heroína ejemplar por haber salvado a ese niño.
Por mi parte, yo había tratado de decirles que se equivocaban, lamentablemente no me hacían caso y seguían viniendo para felicitarme, llegaban hasta el restaurante en el que trabajaba y simplemente me sonreían y me agradecían. Es lo que hoy había sucedido y lo que sucedía desde aquel suceso. No era que no me gustase ayudar al resto, el problema era que si me reconocían, lamentablemente también estaba exponíendo a los que más apreciaba, además tener el reconocimiento de todos era algo que yo no buscaba.
Por otro lado, yo no consideraba eso como una gran hazaña porqué Jason seguía sin poder usar su brazo izquierdo, no lo había perdido ni nada por el estilo pero habia salido dañado y aún estaba mejorando. Quizás, y obviamente debía aceptarlo, mis habilidades se estaban desgastando demasiado después de haber dejado de entrenar 7 años, a tal punto de que ni siquiera había sido capaz de evitar un ataque como ese.
Y Gohan, el pelinegro había vuelto a la normalidad, seguía siendo el Gran Sayaman, el mismo de siempre, seguía apareciendo en las noticias realizando actos heroicos, de todas maneras, él siempre había querido salvar al mundo desde antes, así es como era él.
—Oye, muchacha—su voz hizo que regresara mi atención a la realidad—muchacha.
El sujeto que estaba frente a mi soltó una risita socarrona, y me detuve a observar su cuerpo una vez más, no sabía distinguir de que color era, pero si era raro. Llevaba una típica capa naranja y sus ojos eran enormes, aunque era muy pequeño, demasiado pequeño y tambien llevaba un cinturón con la letra M en mayúscula pulcramente tallado de color negro.
Por alguna razón me detuve junto a él, en un callejón, al lado de una casa azul que no reconocía, ni me interesaba en lo más mínimo.
Despúes de enterarme que había una pequeña celebración de artes marciales lo último que quería era esperar que algunos de los raros promotores se acercase para invitarme a participar, eso ya había pasado antes, un par de veces, unos sujetos se atrevieron a hacerme pasar el ridículo tratando de que yo ingresara a ese torneo.
—Mira, si eres uno de esos tipos que busca que vaya a ese dichoso torneo de artes marciales, estás perdiendo el tiempo—éste llevaba sus manos detrás como si esperara algo importante, me parecía totalmente ridículo—Solo vete de aquí, ya les he dicho que yo no participaré en ese torneo.
—¿Torneo?—preguntó, asentí comenzando a cansarme de la voz chillona y rara que poseía.
—Si, ese torneo del que todos hablan, el ganador—me detuve y alcé los brazos—el que se supone que es "el más fuerte" de todo este planeta—solté haciendo comillas, claro que estaba exagerando—es el que tendrá un gran premio—finalicé.
Éste cerro sus ojos, parecía tener...¿interés? en aquel tema.
—Por cierto, ¿de dónde rayos eres?—pregunté comenzando a avanzar—¿haz visto como estas vestido?—apremié—luces ridículo.
Éste me observó sin decir nada más, por su estatura no me intimidaba, sin embargo su risa, esa maldita risa me seguía pareciendo molesta desde el primer instante en el que lo había escuchado, además debido a que éste seguía viniendo detrás de mi me parecía totalmente irritante.
—Mi nombre es Babidi—soltó volviendo a reír—y si, acertaste, no soy de aquí.
Lo observé con curiosidad, el tema de que fuese de otro planeta no me intrigaba, sabía perfectamente que había más planetas aparte de la tierra aunque en este momento no me interesaba, pero había algo extraño en él, algo extraño en su postura y la forma en la que se reía.
—Puedo sentir y ver que estás enojada.
—¿En serio?—solté con obviedad—no me digas.
—Vi lo que hiciste la otra vez, salvaste al niño y también al Gran Saiyaman—abrí mi boca dispuesta a negar lo sucedido, me importaba un bledo, no quería aceptar nada—Yo te vi.
—Yo no hice nada—mentí al instante con serenidad—no entiendo porqué rayos las personas piensan que...
—Sé de tus habilidades, y además sé que puedes volar—pude oír que decía y yo tuve que observarlo secamente.
¿Cómo rayos me había descubierto?
—Es imposible—aclaré en un susurro, yo había sido muy cuidadosa para que nadie pudiese observarme esa vez, nunca nada se me pasaba por alto. Ni un minúsculo detalle.
—Sé que te interesa saber dónde están tus padres, y también sé que no tienes hogar.
El mismo sujeto llamado Babidi se adelantó solo para posicionarse frente a mi con lentitud, como si estuviese tratando de interrumpir mi camino, yo dejé de caminar solo para averiguar cómo rayos el se había dado cuenta de lo que había sucedido aquella vez.
—Puedo ayudarte con ambas cosas—había dicho Babidi.
Mis padres; ¿Qué es lo que recordaba de ellos?, apenas lograba recordar la vez en la que me dejaron cerca a la Montaña Pao, en una colina. Eso era lo único. Quería recordar algo más de ellos, mi mente trataba de hacerlo siempre sin lograr nada a cambio, realmente quería recordar algo más pero había pasado más de ocho años sin ellos, ocho años sin recordarlos.
—Solo nesecito a cambio un favor—mencionó.
—¿Cómo pretendes ayudarme?—solté con curiosidad dejando salir un suspiro.
—Sé que tus padres te abandonaron porqué creyeron que eras un fenómeno—lo observé—Yo puedo incrementar tus habilidades, así como también puedo hacer que se esfumen. Puedo hacerte más fuerte y también puedo hacerte una terrícola común y corriente.
Observé mis manos por un instante, quizás el tipo que se encontraba frente a mi no era tan malo, se veía inofensivo...pero, ¿cómo rayos podía hacer lo que acababa de decir?
—Sé que quieres ser una persona común, lo sé—apremió soltando una risita—quizás así podrías volver con tus padres.
Me detuve en el instante en que supe que sabía demasiado sobre mi, estaba claro que yo no andaba por la calle con un cartel que decía "No tengo hogar...Ah, pero sí tengo habilidades que quisiera borrar para ser una persona común" colgado en mi frente. Alguien que pudiera saber eso era peligroso definitivamente, alguien que pudiera saber eso podía saber incluso aún más, sabía reconocerme perfectamente y sin necesidad de sentir mi ki.
—Solo piénsalo, yo puedo ayudarte.
Fue lo último que pude escuchar y lo observé alejarse, volando, gracias a la oscuridad y soledad del callejón nadie había podido verlo. Solté un suspiro a la par que observaba que las gotas de lluvia caían con fuerza, una de ellas había caído suavemente en mi rostro.
Quitar mis habilidades para siempre; Había estado pensando en eso por mucho tiempo. Una parte de mi quería volver a ver a mis padres, como ya lo había dicho, teniendo el miedo del rechazo, a pesar de que ya casi no recordaba nada de ellos. Y otra parte de mi se negaba a abandonar a los Guerreros Z, me habían echo un gran favor, gracias a sus enseñanzas y gracias a ellos había crecido correctamente.
No tenía ni la menor idea de que debía hacer.
—Estoy en problemas.
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