21.

Inosuke, aún con la máscara puesta, dio un paso hacia Zenitsu, con la ira y la frustración mezcladas con una profunda tristeza que lo estaba devorando por dentro. Sin pensarlo, levantó la mano y golpeó levemente el pecho de Zenitsu, aunque no con fuerza, como si lo estuviera golpeando a él mismo en su lugar.

¡¿Por qué no me hablaste?! —gritó Inosuke, golpeando su pecho otra vez, más débilmente. —¡Estuve esperando tu regreso con emoción! ¡Pensaba que, al menos, me ibas a dirigir la palabra!

Zenitsu, desconcertado por la intensidad de la reacción de Inosuke, no sabía cómo responder. Solo pudo mirar a Inosuke, preocupado, pero no se apartó.

Inosuke continuó, sus golpes ya no eran con la misma rabia, sino con una tristeza palpable. Sus palabras salían entrecortadas, y las lágrimas ya no podían ser contenidas detrás de la máscara.

Fui un maldito estúpido… —dijo, mientras se tambaleaba levemente. —Me abrí contigo, te expresé lo que sentía… y tú me ignoraste todo este tiempo. En esos tres días, ni siquiera me hablaste... ¿Por qué, Zenitsu? ¿Por qué me dejaste en ese maldito limbo de incertidumbre?

Las lágrimas caían por su rostro, y aunque intentaba parecer fuerte, no podía evitar sentirse derrotado. Su voz temblaba, y los leves golpes que daba en el pecho de Zenitsu ya no tenían la misma energía de antes, ahora se sentía como si la tristeza lo hubiera agotado.

—¡Maldito estúpido! —murmuró, golpeando su pecho una vez más, esta vez con menos fuerza, apenas rozando la tela de la camisa de Zenitsu. —Me dejé llevar, te mostré mi vulnerabilidad, y me lo pagaste ignorándome... fui un idiota al confiar en ti... ¡¿Por qué no lo viste?!

Zenitsu, al ver el dolor evidente en los ojos de Inosuke, finalmente se acercó, pero esta vez con una mirada más seria y un poco triste. Le extendió la mano hacia él, queriendo detenerlo, aunque sabía que no era el momento adecuado para hablar de inmediato.

—Inosuke... —dijo Zenitsu, casi en un susurro, sintiendo la culpa invadirlo. —No fue mi intención... nunca fue mi intención ignorarte...

Pero Inosuke ya no lo escuchaba del todo. Solo lo miraba, sus palabras entrecortadas y el peso de su propia vulnerabilidad agotándolo más con cada segundo.

Inosuke, aún con la máscara puesta, ya no sabía qué más decir. Las palabras salían de su boca casi sin control, como si su tristeza no tuviera fin. Se sentía cada vez más agotado y vulnerable, pero no podía dejar de hablar, como si necesitara sacar todo lo que sentía.

¡La mariposa me dijo que esos comportamientos románticos deben ser solo con una persona! —gritó, golpeando su propio pecho con más fuerza, como si se estuviera castigando. —Me dijo que no puedes mostrar todo eso a todos. Y yo, estúpido, me dejé llevar. Pensé que al menos tú... tú podrías ser diferente...

Zenitsu, al ver la tormenta de emociones que Inosuke estaba desbordando, trató de acercarse, pero Inosuke no lo dejó. Con una mirada cargada de dolor, continuó.

Pero me equivoqué, ¿verdad? —dijo, la voz temblando. —Veo cómo te comportas con Nezuko... como si nada hubiera pasado entre nosotros. ¡Es como si todo lo que compartimos no significara nada! ¡Como si todo fuera un maldito chiste!

Inosuke dio un paso atrás, sintiéndose aún más estúpido. La emoción de Zenitsu hacia Nezuko lo estaba destruyendo. El pensamiento de que Zenitsu no lo había tratado igual, que compartiera esas actitudes tan cercanas con Nezuko sin que hubiera pasado nada entre ellos, lo hacía sentirse aún más ridículo.

—Y eso solo me hace sentir más... más estúpido. —dijo, entre sollozos. —¿Cómo pude ser tan tonto para pensar que podías sentir lo mismo que yo?

Zenitsu, con los ojos llenos de sorpresa y culpa, se quedó mirando a Inosuke, entendiendo finalmente la magnitud de su dolor.

—Inosuke... —dijo Zenitsu, acercándose más, pero sin saber si debía interrumpir su torrente de palabras.

Inosuke, tratando de recobrar algo de control sobre sus emociones, forzó una risa que sonó vacía, casi como si intentara convencer a sí mismo de que todo lo que había pasado no le afectaba.

—¡Ja! ¡Qué bien, Zenitsu! —dijo, con una sonrisa falsa que apenas podía sostener. —¡Qué divertida tu broma, de verdad!

La risa que salió de su boca no tenía ni un ápice de diversión. Al contrario, sonaba sarcástica, como si Inosuke intentara tapar el dolor con un falso optimismo.

—Sí, sí, todo estuvo genial... —continuó, con el tono burlón que solía usar. Pero había algo en su voz que delataba su confusión y su tristeza. —Y ahora, ya puedes irte. No hace falta que te quedes aquí para seguir jugando, ya sabes.

Sin esperar respuesta, Inosuke empujó a Zenitsu con algo más de fuerza de la que realmente quería usar. Lo hizo casi por instinto, como si de alguna forma tratara de echar fuera todo lo que había estado guardando dentro.

Zenitsu, sorprendido por el empujón, dio un paso atrás, pero no se movió. Miró a Inosuke, con una mezcla de preocupación y confusión, sin saber cómo reaccionar ante esa actitud tan diferente de su amigo.

—¡Vete ya, Ze-n-Trueno!  ¡Trueno, eso quería decir!—gritó Inosuke, intentando volver a su agresividad habitual, como si no hubiera pasado nada, como si el dolor no lo estuviera consumiendo por dentro. —No quiero verte más. ¡Vete!

Pero a pesar de sus palabras y su empuje, Inosuke no logró sacar a Zenitsu de la habitación. Algo en su interior, algo más profundo, lo mantenía allí, parado frente a él, sin poder hacerlo desaparecer de su vida tan fácilmente.

Inosuke lo observó por un momento, respirando con dificultad, y al ver que Zenitsu no se movía, su expresión comenzó a suavizarse, aunque solo un poco. No sabía qué más hacer, no sabía cómo expresar lo que realmente sentía, pero ese gesto de intentar alejarlo solo lo hacía sentir más solo y más vulnerable.

Inosuke, aún intentando mantener la fachada de agresividad, miró a Zenitsu con una sonrisa falsa.

—No pasa nada, Trueno. —dijo rápidamente, sin querer que su vulnerabilidad fuera más evidente. —Solo... ya puedes irte. Déjame solo, ¿vale?

Inosuke, cruzando los brazos con una postura desafiante, trató de mantener su compostura, pero las palabras seguían sonando vacías, incluso para él.

—Después de todo, yo también jugaba a hacerme el enamorado, ¿no? —dijo, con una risa forzada, como si lo que acababa de decir fuera cierto, aunque no lo era. —Pero no importa, ya está. No quiero seguir jugando a esto.

Zenitsu lo miró fijamente, sin dejar de notar la inseguridad en la voz de Inosuke. Por un momento, la tensión en el aire creció, y antes de que Inosuke pudiera reaccionar, Zenitsu dio un paso hacia él, quitándole la máscara con un movimiento rápido.

Inosuke, sorprendido, retrocedió instintivamente, intentando cubrir su rostro. Zenitsu, con la mirada decidida, se acercó aún más, como si tratara de hacer algo que Inosuke no esperaba.

—Zenitsu... —dijo Inosuke, nervioso, tratando de alejarse. —¡Devuélveme la máscara! ¡No hagas esto!

Pero Zenitsu, con la intensidad que siempre mostraba cuando estaba cerca de Inosuke, intentó acercarse para darle un beso, como si buscara sanar las heridas que aún no entendía entre ellos.

Inosuke, sintiendo que no podía permitir que eso sucediera, lo empujó con fuerza, apartándolo de él.

—¡Devuélveme la máscara! —gritó Inosuke, su voz quebrada por el dolor. Se cubrió el rostro con las manos, como si eso pudiera esconder lo que ya no podía ocultar. —No quiero seguir jugando al enamorado. ¡Déjame en paz!

A pesar de su gesto agresivo, Inosuke se sentó en el suelo, su cuerpo temblando. No quería que Zenitsu lo viera, no quería que nadie lo viera. La máscara que aún tenía en sus manos era su último intento de proteger lo que quedaba de su vulnerabilidad. La realidad era que sus lágrimas caían, aún sin que él quisiera admitirlo.

Zenitsu lo observó en silencio, con los ojos llenos de tristeza y entendimiento. Sabía que Inosuke no podía entender sus emociones, pero algo en su interior le decía que no podía dejarlo ir tan fácilmente.

Inosuke, aún cubriéndose el rostro con las manos, sentía su pecho apretado, como si todo lo que había estado ocultando por tanto tiempo estuviera a punto de desbordarse. La rabia y la tristeza se entremezclaban en su corazón, pero lo que más lo desgarraba era esa sensación de vulnerabilidad que no podía escapar.

Zenitsu, de pie frente a él, observó todo en silencio. No había palabras que pudieran calmar lo que Inosuke sentía, pero Zenitsu sabía que no podía simplemente ignorar la situación. Se acercó lentamente, sin hacer movimientos bruscos, sin querer forzar nada.

—Inosuke... —dijo Zenitsu, con una voz más suave que antes. —No quiero que te sientas así.

Inosuke levantó la cabeza, sus ojos brillando detrás de las manos que aún cubrían su rostro. A pesar de la confusión y la rabia, no podía evitar sentir que algo en él se estaba rompiendo. La máscara en sus manos, aunque fuera un intento por ocultar su dolor, ya no lo estaba protegiendo de nada.

—No sabes lo que siento... —dijo Inosuke, su voz rota, casi en un susurro. —Me dejé llevar... te mostré quién soy... y tú... tú solo... me ignoraste. No sé qué esperaba, pero fue estúpido de mi parte.

Zenitsu se agachó frente a él, con la mirada sincera, sin apartarse de Inosuke. El espacio entre ellos era pequeño, y Zenitsu no quería que Inosuke se sintiera más solo de lo que ya estaba.

—No fue un juego para mí, Inosuke... —dijo, con una suavidad en la voz que parecía robarle la dureza que tenía al principio. —Nunca fue un chiste.

Inosuke se mordió el labio, las lágrimas volviendo a aflorar. Todo lo que había dicho, todo lo que había hecho para alejarse de Zenitsu, solo había sido una fachada. No sabía cómo aceptar lo que estaba pasando. No podía entender lo que Zenitsu sentía.

—Entonces, ¿por qué me ignoraste? —preguntó, entre sollozos. —¿Por qué no me hablaste?

Zenitsu suspiró profundamente, sin saber si sus palabras serían suficientes. Sabía que Inosuke no podía comprender completamente lo que estaba pasando, pero no podía dejarlo en ese dolor.

Zenitsu, con la voz baja. —No supe cómo manejar lo que sentía por ti. Pero nunca te ignoré... nunca fue mi intención hacerte sentir así.

Inosuke, por fin, dejó caer sus manos, dejando su rostro al descubierto. Miró a Zenitsu, y aunque su mirada estaba llena de tristeza, también había una chispa de esperanza, como si finalmente, tal vez, las palabras pudieran ayudar.

—No quiero seguir jugando a esto... —murmuró Inosuke, su voz ahora más suave. —No sé si lo que siento... si esto tiene sentido. Pero no quiero seguir fingiendo.

Zenitsu, viendo la sinceridad en los ojos de Inosuke, se acercó un poco más. Ya no había bromas, ni burlas, solo la verdad cruda entre los dos.

—No tienes que fingir, Inosuke. —dijo Zenitsu, con una sonrisa tranquila. —Lo que sientes es lo que eres, y no tienes que esconderlo. Estoy aquí para escucharte, aunque no sepa cómo arreglar las cosas... Pero quiero que sepas que no te voy a dejar solo. Lo dije antes y lo diré ahora, Me gustas Inosuke

Inosuke miró a Zenitsu por un momento, sin saber qué decir, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió una pequeña parte de la paz que había estado buscando. Tal vez no todo estaba perdido. Tal vez había algo más entre ellos, algo que no podía entender, pero que comenzaba a aceptar.











Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top