7. Un Nuevo Inicio

5 años después...

Abrí los ojos muy confundido y asustado. Tambaleante, pude ponerme de pié mientras el fuego consumía el rancho, el granero y el establo. Observe a los animales tratando de huir de este lugar, mientras que otros yacían muertos.

Link: No... no, no, no, ¡No! -Corrí en busca de Epona para sacarla de aquí, pero no la encontraba-

Ahí, parados en la salida del rancho, pude ver a los responsables de este caos, evitando la salida de cualquiera quién estuviera dentro. Lleno de ira y furioso, desenfunde mi espada y corrí hacia ellos.

Mientras corría para atacar, cerré los ojos y los volví a abrir. Las llamas seguían en expansión, pero yo... tenía agarrando a un hombre del cuello, asfixiando al sujeto con mi mano derecha y con la otra mi espada. Manchas de sangre cubrían mis túnicas y la hoja de mi arma. ¿Yo... he asesinado...?.

Todo se tornó oscuro al lanzar mi espada sobre su rostro para acabar con su vida. La voz de una chica aterrorizada me llamo en la oscuridad.

???: ¡Liiiiink!

Link: ¡Aahh! -Grité muy asustado-

Sudoroso y temblando, tenía la extraña sensación de tener frío, probablemente al no tener la camisa puesta. Tome asiento en mi cama al mismo tiempo que mi respiración seguía agitada. Recorrí mi frente con la mano izquierda. Durante los últimos días, he despertado cada mañana igual. Miré el reloj sobre la pared, son las 11:05 de la mañana.

Link: Maldita sea... -Limpié el sudor de mi rostro con las sábanas- Otra vez desperté tarde...

Han pasado años desde que salve a Termina. Sin embargo, he vuelto a caer en desgracia y en el olvido una vez más. En el Carnaval del Tiempo de aquél entonces, todos aseguraron totalmente convencidos que sus salvadores fueron los cuatro gigantes, guardianes de estas tierras. ¿Yo? Solo era un niño perdido para la mayoria los ciudadanos de Ciudad Reloj a quién no hacían caso, estaban más centrados en festejar y alabarlos. Pero claro, ¿Quién creería que un niño de 12 años salvo a todos de algo tan grande como la Luna? Pensándolo mejor, suena a algo inventado.

Por ello, rechazaba asistir al Carnaval del Tiempo pasados, era muy difícil verle la cara a todos los que ayudé en sus problemas más serios y desesperados, para luego ser dejado a un lado.

Link: ¿Todo ese viaje para nada...? -dije en voz baja-

Mañana se cumplirá el siguiente carnaval. A pesar de no tener intenciones de ir, le prometí a Cremia hacerlo solo por esta vez. Antes fue fácil poner excusas, pero empezo a sospechar, y ahora es imposible ocultarle algo.

En este tiempo, deje mis túnicas Kokiri dentro de un cofre personal, junto a todas mis máscaras y herramientas que me fueron útiles en mis viajes, exceptuando las armas. Sentía que ya no las necesitaría hasta la llegada de algúna amenaza sería, así que ahora uso una camiseta blanca de mangas largas, unas mallas negras, mis botas y un cinturón de cuero.

Oí unos pasos apresurados aproximándose, me puse rápido una camiseta antes de que la puerta fuera abierta de forma abrupta.

Romani: ¡¿Qué pasa?! ¡¿Se ha metido algún intruso?! ¡¿Dónde esta?! ¡Lo haré pedazos! -grito muy alerta, mientras yo la veía poco interesado-

Apareció con su arco, apuntando en cualquier dirección excepto la mía. A sus quince años, se ha vuelto una experta usando su arco, tiene un gran talento y yo la he ayudado a desarrollarlo de varias maneras, como ir montada sobre Epona y dispararle a globos en movimiento o a incluso dispararme, protegido con el escudo, obviamente.

Romani: ¡Saltamontes! ¡¿Estás bien?! ¡Romani ahuyentara a los intrusos... ehh... Hay intrusos aquí, ¿no?

Al final, me acabe acostumbrando al apodo.

Link: *Suspire* Tranquila, no ha pasado nada. Fue una pesadilla, eso es todo

Romani: -baja su arco soprendida por mi respuesta- ¿Otra vez? Pero ya son... cuatro o tres días seguidos. ¿Seguro que estas bien? Puedes decirselo a Romani o a Cremia

Link: Lo digo en serio, estoy bien -dije insistente mientras buscaba mis botas-

Romani: Si tu lo dices... -Antes de cerrar la puerta e irse, se detuvo a verme- ¡Oh, casi lo olvido! Mi hermana había dicho que te levantará para desayunar, así que apurate o comeremos sin ti -al terminar de hablar, solto una pequeña risa-

Link: Iré para allá, solo dejame hacer algo

Romani: okey, no tardes demasiado -Cerro la puerta-

Volví a suspirar. Ejercite mi cuerpo al hacer algunos estiramiento y ejercicios básicos por varios minutos para mantenerme en forma. Mientras hacía eso, pense en que hacer durante el Carnaval del Tiempo, pero definitivamente invitaré a Tatl, Tael y Skull Kid para recordar la última vez que fuimos juntos.

Al terminar, me puse de pie frente al mueble azul de Cremia dónde, sin contar su libro de cuentas, había un espejo grande. Compare el aspecto que tenía el yo adulto hace siete años atrás con el adulto que soy ahora, y puedo decir que me veo excelente, muy idéntico a como era antes. Estaba muy contento, ahora estoy muy cómodo con este cuerpo, puedo hacer muchas con mayor facilidad.

Retiré la camiseta que tenía puesta, observando una serie de cicatrices que recorrían el torso y la espalda. Uno de estos eran los cortes de espadas de Stalfos, garras de Wolfos, mordidas y picotazos por animales o mounstruos y demás heridas provocadas por diversas criaturas. En lo personal, estas cicatrices eran un orgullo y era una prueba de los peligros que he enfrentado. Hize una pose doblando brazos con músculos en estos.

Link: Hmph... Nada mal, ¿eh? -dije contento de mi mismo-

Volví a ponerme mi camiseta. Recogí la Espada de la Gran Hada, una espada de color rosa en los bordes y verde en el medio, acompañado con rosas negras grabadas en la hoja. Me la dio la Gran Hada del Cañón Ikana, la espada Esmeril era demasiado pequeña para mi ahora. Pese a no darme mucha protección, el Escudo Espejo sigue siendo útil hasta encontrar un reemplazado. Guarde espada y escudo a mis espaldas y salí de la habitación.

Cuando salí, fuí recibido por el delicioso olor de la cocina, dándome hambre casi al instante. Baje las escaleras, encontrando a ambas hermanas desayunando muy contentas, hasta que Cremia fijo su atención en mi.

Cremia: Buenos días, Link. Toma asiento por favor

Link: Buenos días -Dije luego de tomar asiento y tomar los cubiertos-

Esta vez serán huevos de cuco con un pan al lado de estos y para beber la deliciosa leche del rancho. Al probar el primero bocado, sentí como la comida se derretia en mi boca, era realmente delicioso. Antes, solo comía frutas e incluso insectos y bebía el agua de lagos y ríos para sobrevivir. Ahora comía comida de verdad tres veces al día y estoy muy agradecido por ello.

Link: ¡Esta delicioso! Eres muy buena cocinando, Cremia -con una sonrisa en el rostro, seguí comiendo casi con la boca abierta-

Cremia: Gracias, Link, te lo agradezco. Por cierto, come con la boca cerrada

Link: Sí, disculpe -Hice caso a lo que me dijo y desayune con tranquilidad-

Cremia: ¿Dormiste bien? Creí oirte gritar hace unos minutos

Romani: Para nada. -Hablo casi en voz alta- Otra vez volvió a despertar con otra pesadilla. Seguro mojo la cama -Termino con un tono burlón-

Cremia: ¡Romani! -Levanto la voz con enfado- No vuelvas a hablar por los demás. Y respeta a Link, hace el doble de trabajo que tú y siempre acaba cansado. Ahora, discúlpate con él en este instante

Romani: Sí, hermana... Lo siento, Link

Link: Descuida, no me he ofendido ni un poco -dije con poco interés y sin quitarle la vista a mi comida-

Por un momento, levanté la vista para verlas a ambas. Siento que les debo demasiado al dejarme vivir tanto tiempo aquí, espero compensarlo algún día.

Cremia: Y dime, Link... -Me llamo derrepente-

Link: ¿Sí? -La miré mientras bebía de mi leche-

Cremia: ¿Puedes contarme sobre lo sucedido?. Hablo de tu pesadilla

Link: Ha sido solo eso; una pesadilla. No debemos tomarle demasiada importancia

Cremia: Es obligación mía saber si todos los que viven en este rancho están en el mejor estado para trabajar. Y eso te incluye a ti

Link: Simplemente es el estrés. Estos días me he esforzado casi el doble en mantener este lugar seguro y mantener las cosas a raya -Dije un tanto indiferente para sonar seguro de mi mismo-

Debía hacer algo para no hablar más de lo ocurrido. Intentaré decir una verdad a medias y exagerarlo un poco con mentiras, seguro la podré convencer. Veré que se me ocurre.

Cremia: ¿Ah, sí? -Parece no estar del todo convencida. Cruza los brazos para demostrarlo- Mirame a los ojos, y dime que tipo esfuerzo haces aquí, en mi rancho

Romani: ¡Ohh! Jaja ¡Estas en problemas, Saltamontes!. A ver como te libras de esta -Dijo casi riendo-

La miré a los ojos desafiante y lleno de coraje, tratando de mantener la compostura. Sin embargo, esa mirada firme y atenta, en busca del más mínimo signo en mi rostro que me delate, era más fuerte.

Terminé vulnerable mientras una gota de sudor recorría mi frente.

Link: P-pues...

Cremia: ¿Y bien? Habla... -dijo con una frialdad comparada al Pico Helado en invierno-

De inmediato sentí nerviosismo y recordé algo que había ocurrido hacía unos días.

Link: ¡Ha-hace unos días! Ehh... (¡Rápido, piensa en algo!). -Pense- Tuve que atrapar a los perros del canódromo y cucos de la choza de los cucos que escaparon. No fue fácil atrapar a los que salieron hasta Ciudad Reloj ejeje... -Reí nervioso. Exagere lo sucedido aquélla vez para desviar el tema lo antes posible-

Hubo silencio por toda la casa. La mirada fruncida de Cremia penetrando en lo más profundo de mi alma hizo que perdiese la noción del tiempo. ¿Cuánto ha pasado? ¿Segundos? ¿Minutos? Ni idea, pero esto era demasiado incómodo.

El fuerte golpe de sus puños contra la mesa nos tomo por sorpresa tanto a mi como a Romani, quién antes miraba atenta la escena aguantando las ganas de reír.

Cremia: ¡No le mientas a una dama! -dijo molesta conmigo- ¡Siempre es lo mismo contigo, Link!. ¡Durante el Carnaval del Tiempo y tres días antes del evento, sufres de pesadillas cada vez peores!.Y por si fuera poco -habló más tranquila- nunca dices nada. Llevas viviendo aquí cinco años y te he recibido como uno más de esta familia. Dime la verdad y la quiero ahora, ¿Te sucede algo malo?

Abrí la boca, pero no salio palabra algúna. Otra vez, me quede sin ningúna excusa la cuál contarle. Romaní tenía la mirada baja, como si el regaño fuera para ella. Resignado, suspire y le dije la verdad... más o menos la verdad.

Link: De acuerdo, de acuerdo... -Guarde silencio por un momento- En mis sueños; abro los ojos y veo un rancho, tal vez este, y ha sido atacado y prendido en fuego por unos intrusos o ladrones... y yo... yo... -me era difícil decirlo- habría jurado que me vi matar a alguien, a uno de los responsables...

Cremia: Oh, Link... -cubrió su boca con la mano-

Romani: ¿Y luego que paso? -la escuche curiosa-

Link: *Suspire* No lo sé. Todo se volvió negro... La ira me cego en ese momento... Lo peor es que lo sentí todo real, como si estuviera ahí mismo y en ese momento exacto

Cremia: -Ahora me veía preocupada- Ay, Link. Cuánto lo siento. Si tan solo hubiera sabido lo terrible que era... -Agarro mi mano, seguramente para simpatizar conmigo-

Romani: ¿Viste quienes eran? ¡Romani les disparará con su arco si los ve! Uhmm... Sabes quiénes fueron, ¿verdad?

Link: Olvidate de eso, esos intrusos eran nada más que siluetas negras. Pero... me erán familiares.... -dije pensativo, tratando de recordar de quién se trataba-

Cremia: Hmm... Dejémoslo como símplemente eso, entonces. ¿Ya terminaron su desayuno?

Link: Estoy lleno. Solo me comí los huevos, al pan solo le he dado una mordida

Romani: ¡Yo sí! Estoy muy llena

Cremia: No importa, Link. Para la próxima cometelo todo, por favor -dijo tranquila, recogiendo nuestros platos-

Dejar el tema sobre mis sueños a un lado alivio mi mente por un tiempo. Observar el fuego y sentir el calor de la chimenea cercana a mesa era igual de tranquilizante, hacía que me perdiera en mis pensamientos más íntimos.


△ ▲

Extrañamente, esperaba ver a la Luna allí, en el cálido cielo azul y sin nubes de este día. Está ahí mismo, flotando a metros encima mío, con esa asquerosa sonrisa. Cerré los ojos hasta volver a abrirlos al poco tiempo. Ya no está, desapareció. Aún no puedo olvidar ese rostro, por mucho que lo intente.

Sentí un pequeño dolor en la cabeza, así que frote mi frente, al mismo tiempo que caminé al Granero.

Al entrar, fuí recibido por los relinchos de Epona y se paro sobre sus piernas traseras al verme. Sonreí al ver a mi quería yegua, ya era toda una adulta al igual que yo.

Link: ¡Hey, Epona! -Fuí a abrazarla, acariciando su cuello- Aquí estoy, chica. Yo también me alegro de verte -Reí un poco al terminar de hablar-

Saque a Epona del granero, tomandola de sus riendas para guiarla y con una cubeta en la mano derecha. Me subí a la montura que me diero ambas hermanas, en busca de alguna vaca repartida por el rancho.

Link: ¡Heya! -le di la orden de andar-

Epona corrió por los extensos terrenos del rancho. Al igual que antes, es muy... ¿Qué estoy diciendo? Es demasiado rápida a la hora de correr y parece que lo es aún más siendo adulta. Orgulloso es decir poco con lo mucho que la aprecio.

Detuve a Epona frente a una vaca cercana a la entrada. Bajé de mi yegua y me acerqué con cuidado a la vaca para ordeñarla, repitiendo el mismo proceso con las demás.

Hago esto casi todos los días, pero el trabajo varía dependiendo del día o de la estación; aveces cuido y alimento a los cucos, por mucho que les tema. Aveces envío los encargos a Ciudad Reloj. O, en contadas ocasiones, hago todos los deberes del Rancho y termino totalmente exhausto al final del día.

Link jóven: ¿Está bien como lo hago? Así se hace, ¿verdad? -hable tímido, lleno de inocencia-

Malon: ¡Sí!. ¡Lo haces muy bien, Link! -Felicitó mis esfuerzos con una gran sonrisa llena de alegría-

Giré a mi derecha lo más rápido que pude, quería verla. Otra vez sentía ese dolor en la cabeza.

Link: Gracias...

Sin embargo, no veo razones para quejarme. Estar aquí me hace recordar a días mejores en el Rancho Lon Lon, incluso pude verme al yo de once años trabajando bajo la tutela de Talon y a Malon diciendo lo bien que lo hacía.

Sin darme cuenta, el día paso muy rápido ya casi había terminado de trabajar. La cubeta esta llena, ahora tocaba llevarlo al granero, Cremia hará el resto. Ahora solo me falta Tuve que ir caminando para no derramar la leche al montar sobre Epona, pero al menos no tardaba demasiado en llegar y siempre iniciaba con la vaca más lejana al granero para que el trabajo sea sencillo.

En cuánto me dispuse a ir con la siguiente vaca, Romani dejo de jugar con su perro y se aproximó a mi.

Romani: ¡Link, Link!

Link: Estoy ocupado, Romani. Hablemos después -dije sin voltear a verla-

Romani: Lo sé, pero mi hermana dijo que tu ibas a enseñarme como ordeñar a las vacas. ¿Podemos hacerlo? ¡Por favor, siempre quise hacerlo!

Link: Hmm... -lo pensé un poco- Supongo que un poco de ayuda será útil. Ven, vamos

Romani: ¡Gracias, Link! -vino a abrazarme-

Le devolví el abrazo, dándole una palmada en su espalda. Ambos caminamos a una vaca cercana, específicamente a la que esta a la izquierda del granero.

Romani: Solo debo jalar las ubres y ya, ¿no?

Link: Sí, pero hazlo con delicadeza, de forma suave y segura. Así es como yo lo hago, presta atención -Agarré los pezónes con ambas manos y los jale, cayendo chorros de leche dentro de la cubeta- es muy sencillo; jalas uno y luego jalas el otro. Hazlo desde la parte de arriba, con dedo pulgar y el índice, el pulgar por encima del índice. Con los dedos sobrantes aprietas y es ahí cuando ordeñas. Si no lo haces bien, la vaca no sacará leche, ¿Entendiste?

Romani: E-esto... creo que... no... -dijo muy apenada, parece que no entendió muy bien-

Me aparte de la vaca, la cuál se alimentaba del césped, guíando las manos de Romani sobre las ubres de dicha vaca. Acomode sus dedos como se lo expliqué

Romani: Uy, se siente extraño hacer esto... ¿Y ahora qué hago?

Link: Ahora ordeñala

Romani: ¿Así? -el primer jalón que hizo no saco leche, debido a que lo hizo muy despacio-

Link: Un poco más fuerte, no demasiado

Esta vez lo hizo bien, pero al poco rato de empezar, Romani jalo bruscamente uno de los pezónes, al pensar que así sacaría mas leche. Grave error. Eso solo hizo que la vaca se alterase muy asustada y se alejo de nosotros. Aparte a Romani de ahí, no hay que subestimar a un animal asustado, incluso una vaca puede hacerle mucho daño a un Hyliano si no se tiene cuidado.

Romani: ¡Ay, no! ¡Lo siento, vaquita! -dijo asustada-

Link: ¡Hey, hey! -corrí hacía la vaca para tratar de tranquilizarla- Shh, shh, shh... Está bien, está bien... no te haremos más daño -Silbe la canción de Epona para calmarla, incluso Epona llego luego de silbar esa canción-

En parte lo logre, pero aún seguía alterada y no iba a permitirnos ordeñarla de ningúna manera.

Romani: L-lo siento mucho, Link. De verdad, perdón... -se disculpó muy avergonzada-

Link: No, descuida. A mi me paso algo parecido cuando era niño. Recibí una patada de una vaca, pero he tenido peores días jajaja -Reí un poco por aquélla vez-

Romani: Jajajaja -Ella se rió más que yo- Oye, ¿Aún podemos ordeñar a esa vaca? ¡Prometo tratarla con cuidado!

Link: Lo siento, pero tendremos que esperar un buen rato para eso y la leche que sacaste no es suficiente. Cremia no puede hacer mucho con eso

Romani: ¿Y entonces que hacemos? ...¿Puedo beberlo?

Link: Claro. Seguro que tu hermana ni de dará cuenta

Romani: Sí lo hará...

Link: Lo sé. Tu hazlo, ya se me ocurrirá algo después. Le diré a Cremia que mañana vas a ordeñar y no pude hacerlo hoy al terminar con el trabajo

Romani: ¡Gracias, Link! ¡Te debo una! -dijo al salir corriendo, persiguiendo a su perro y con la cubeta entre sus manos-

Link: Me debes un millón... -dije en voz baja-

El relincho de Epona me recordó que ahí estaba. Acaricie su cabeza y le di un beso en la frente. La dejaré dormir fuera del granero y pueda correr libre por el rancho. Ojala hubieran más caballos para verla socializar un poco y no este tan sola. Aunque la mula del rancho es suficiente para mi querida yegua.


△ ▲

El cantar de los grillos era mi única compañía. Sentado sobre el techo de la casa y sobre mis propias piernas, vigilaba todas las noches la zonas. El Rancho Romani era muy oscuro a estas horas, preferiría dormir plácidamente en mi suave cama, hundiendo mi cabeza sobre la almohada y con el calor de las sábanas abrazando cada rincón de mi cuerpo.

La única luz en el rancho que me acompañaba era el de la propia Luna, situada dónde siempre debió estar. Hoy tocaba Luna llena, y los ahullidos de los Wolfos sonaron a las afueras del rancho era alarmante, nunca habían estado tan cerca.

Arco en manos, patrulle la entrada en caso de que un Wolfo entrará o algún intruso quería robarse la leche. Los Gorman aún no se rinden y tratan de hacernos ver mal, ahora comprendo al estres que cargaba Cremia en sus hombros cuando era jóven, es una mujer fuerte y la admiro al ser la única encargada del lugar.

Tarare la canción de Epo... No, la canción de... de... ¿Marin? ¡No! Malon... Sí, Malon... Maldita sea, ¿Como he podido a casi olvidar su nombre? Estoy empezando a olvidar gente quién solía ser importante para mi. Si es ese el caso, ¿ya habré olvidado a quiénes no lo eran así como ellos lo hicieron conmigo?

¡No, basta! Quería tararear una canción que calma el alma y me ha hecho estar en paz, no ha pensar en desgracias y...

Alto, algo llamo mi atención. Juro por las diosas que algo se movió muy a lo lejos por el rabillo del ojo. ¿Habrán sido los árboles? No, imposible. ¿Algún animal? ¿Cuál? Los del rancho estan dormidos y Epona duerme en el pequeño corral pegado a la casa. Algo, no... ¡Alguien! ¡Sí, hay alguien ahí! Se escondió entre los arbustos cerca del canódromo ¿Como llego tan lejos desde la entrada hasta allá? A toda prisa, salte del techo y fuí a confrontar al intruso.

Link: ¡¿Quién esta ahí?! ¡Muestrate y no hagas ninguna locura! -dije con el arco apuntando a esos arbustos-

No recibí respuesta por nadie, ni siquiera se ha movido ni una sola hoja.

Link: ¡No pienso repetir! ¡Contaré hasta tres o me veré obligado a disparar! -amenace enojado-

Este lugar me ha dado tantas cosas y ver a alguien quién quiere hacerle algo malo me repugna.

Link: Uno...

Lentamente, caminé por detras del arbusto.

Link: Dos...

Aguanté la respiración para tener mayor precisión al disparar. Acerqué más mis pasos.

Link: ¡Tres!

Lo último que supe, fue sentir una punzada en el estómago antes de disparar. Todo era tan confuso y borroso, recordé pelear solamente con mi espada, incluso ahuyente del intruso, pero caí al suelo, gruñendo de dolor hasta volver a casa. Creí recordar quitarme la camiseta y usarla para cubrir la herida. Solo necesito descansar, eso es todo.

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