Capítulo 7

Rusia.

Alec y Magnus seencontraban entrenando. Si, Magnus no solía usar fuerza bruta y siempre pensó así, ya que era un brujo que solo necesitaba de la
magia, pero Alec le dijo:

—Magnus, sé de tu capacidad como brujo, pero debes al menos, tener
conocimientos básicos de defensa personal.

Fue así como aceptó entrenar, y cómo no iba aceptar, si cuando su novio entrenaba nunca vestía nada en la parte superior, dejando ver sus pronunciados músculos y él pensaba que el cazador lo hacía a propósito.

Después de dos horas de entrenamiento, Magnus estaba tirado en el piso, Alec lo miraba.

— ¿Sabes? eres muy dramático Magnus —le dijo el cazador.

—Eso lo dirás tú, garbancito, pero a pesar que llevemos haciendo esto mucho
tiempo, mi cuerpo no se acostumbra—dijo con sumo cansancio.

Alec le alcanzó una botella de agua al mismo tiempo que aparecía Dimitri, el
director del Instituto de Rusia; se veía preocupado, los miraba con cara de
angustia y les dijo:

—Chicos, lo siento, he recibido un mensaje de fuego, la Clave sabe que están aquí y quiere que los arreste; saben que no haré eso, por lo que es mejor que se vayan.

Ambos se miraron y asintieron con un chasquido. Alec estaba ya con nueva
ropa y sin ninguna gota de sudor al igual que Magnus cuando apareció Lydia Brown en frente de ellos con los guardias de la Clave. Como era de esperarse, el ojiazul se puso delante de su novio.

—Dimitri —dijo Lydia —a partir de ahora la Clave tomará el control de este
instituto, gracias por su servicio. Dimitri se quedó plasmado ante la noticia, eran muchas generaciones en su familia que se habían hecho cargo del instituto y solo por hacer lo que él creía que era correcto lo iban a sacar; sabía que protestar no serviría de nada, solo pudo asentir, y antes de retirarse de la sala echó un último vistazo a la pareja.

—Muy bien señor Ligthwood, ¿qué espera que no me entrega a su novio? o ¿está esperando que utilice la fuerza?—dijo la rubia.

—No pienso hacer eso—contestó el ojiazul.

—Está bien, ¡guardias, arresten al brujo!—mandó Lydia.

Los guardias que vestían de negro se aproximaron, pero Alec, que estaba
delante de Magnus no permitió que se le acercaran al brujo.

— ¡Magnus, vete ahora! —dijo Alec, pero el brujo no se movió, más bien se puso a un lado de su novio; ambos se miraron y se besaron.

Era como un beso de despedida, eso sintieron los dos. Los guardias querían aprovechar ese momento, pero no eran tan fuertes para ellos juntos. Lydia que solo miraba la escena, decidió actuar; se acercó y le dio un fuerte golpe al cazador, que se quedó sin aire agarrando su estómago.

Magnus al ver eso, se llenó de ira, estaba dispuesto a atacar a Lydia; ¡claro! él
no era de atacar mujeres, pero la ocasión lo requería; fue entonces cuando sintió un impacto en la cabeza, era un guardia que se había recuperado de los golpes que anteriormente había recibido. El servidor de la Clave vio la oportunidad y golpeó al brujo quien cayó al suelo; este hecho hizo enojar al ojiazul que usaba todos los medios posibles para salvar a su novio, pero otro guardia sujetó al brujocolocando en las manos del subterráneo las esposas de plata.

— ¡Magnus! —gritó Alec, que al no tener respuesta volvió a gritar:— ¡Magnus!

Esta vez los gritos del ojiazul tuvieron resultados, ya que el brujo poco a poco
recuperaba la consciencia. Alec soltó un suspiro de alivio; comenzó a forcejear para zafarse del agarre de los guardias, que les sujetaban. Magnus quien ya se hallaba consciente, lo primero que hizo fue buscar con la miraba a su novio; no le gustó nada lo que vio, pues un guardia le propinó un golpe a su cazador.

— ¡Déjalo! —gritó.

Alec alzó su vista y pudo ver dolor en los ojos de su amado; el cazador decidió no luchar más.

— ¡Amor, escúchame bien! —Su voz estaba por quebrarse; — ¡te juro que iré por ti, no te voy a dejar, te amo! —No pudo evitar soltar lágrimas.

— ¡Lo sé! —respondió el brujo, que sonrió para no llorar.

En ese momento se abrió un portal, los guardias casi a empujones llevaban al
brujo hacia el mismo, pero antes de que Magnus entrara, echó una última
mirada a su amado; movió sus labios.
—Aku cinta Kamu —dijo el brujo y desapareció dentro del portal.

Alec fue soltado por el guardia y no dudó en darle un buen golpe que lo dejó
inconsciente. El cazador estaba lleno de furia, quería seguir golpeando cosas
pero no había nada, excepto la tal Lydia.

— ¡Muy bien!, mi trabajo ha concluido —Se sacudió las manos. —Nos vemos
en el juicio señor Ligthwood —dijo Lydia mientras sacaba su celular.

La cazadora realizó una llamada. Alec pudo escuchar algo sobre una entrega
de paquete, no había que ser adivino para saber que con “paquete” se refería
a Magnus. Luego de unos breves instantes, la cazadora guardó su celular.
Caminó hasta llegar al portal, pero un hombre salió de él dejando sorprendidos a todos los presentes. El sujeto esbozó una gran sonrisa, cerró sus ojos y al abrirlos, estos eran negros, se trataba de un demonio.

Tanto Alexander como la mujer se pusieron en modo de ataque, pero aquel
hombre tronó los dedos y sus armas desaparecieron; la sorpresa no fue solo esa, pues el cuerpo del brujo apareció en medio de la sala, su cuerpo cubierto de magia e inconsciente.

— ¡Magnus! —gritó Alec, quien quiso irse encima del individuo, pero la cazadora le impidió hacerlo.

—Debes tener la cabeza fría, señor Ligthwood.

Pero el ojiazul no quería escuchar, para él lo importante era sacar a Magnus de la capa verde que lo cubría y sobre todo, alejarlo de ese demonio. Draco por su parte, disfrutaba el momento, le causaba mucha satisfacción ver cómo el cazador era detenido por la mujer. Se quedó un par de minutos en silencio pues los humanos estaban discutiendo, así que interrumpió:

—Deberían dejar de discutir y prestar más atención a su alrededor —dijo el
demonio.

El par de cazadores voltearon a verlo.

<<Bingo>> pensó Draco.

— ¿Quién eres? —preguntó la cazadora.

—Soy Draco y vivo en Edom —mientras miraba a Alec, a quien se le formó un nudo en la garganta.

— ¿Qué es lo que buscas? —seguía Lydia con el interrogatorio.

— ¿No es obvio? —Rechinó los dientes.—Sí que ustedes los humanos y los nefelim son todos tontos, ¿no ves a quién tengo?

La cazadora no se dejaría tratar como una tonta y menos por un demonio. Iba a arremeter contra Draco, pero Alec la detuvo.

—Sigues órdenes de Asmodeos, ¿cierto?

—No te atrevas a mencionar su nombre, eres un sucio nefelim.

Eso era todo lo que necesitaba saber el cazador, ya sabía que el padre de Magnus estaba detrás de esto. Ahora solo debía evitar que aquel demonio se llevara a su novio.

─No sé cómo te llamas, pero gracias por nombrar a mi amo, el príncipe Asmodeos ─dijo Draco. La cara de Alec era de preocupación, quiso saltar encima de él pero Lydia lo detuvo.

─ ¿Qué es lo que buscas? ─interrogó Lydia.

─ ¿Pues no lo ves? a este brujo, mejor dicho al hijo de mi amo—dijo riendo—. Ahora si me disculpan, tengo que hacer una entrega ─señalando a un Magnus inconsciente.

─ ¡¡¡NOOOOOO!!! ─gritó Alec, Lydia lo detuvo.

─No debes actuar por impulso Alec ─le increpó la rubia.

Mientras tanto, Draco hizo un pentagrama del cual salió fuego, se adentró a él con Magnus que flotaba y ambos desaparecieron de la vista de los
cazadores. Es inimaginable la tristeza de Alec, estaba llorando de rodillas en el suelo ante el hecho. Lydia se acercó a él y le susurró:

─Lo siento, no sabía nada de esto.

Alec se puso de pie y se dijo así mismo:

─ ¡No es tiempo de lágrimas Alec, es hora de actuar y si debo ir otra vez a Edom,  pues iré!

En ese momento, aparecieron sus hermanos Clary y Simón y por último su
padre. Se podría decir que Jace por ser su parabatai, debía correr a refugiarse
con él, pero grande fue la sorpresa de todos, corrió hacia su padre. Es solo
que hay veces, necesita sentir la protección de alguien y no hay mejor
protección que los brazos de su padre; porque Alec recordaba cuando era niño, que en sus brazos se sentía seguro. Eso cambió cuando llegó Magnus y había sentido esa misma protección en sus brazos. Ahora necesitaba percibir eso. Ante esto, Izzy se echó a llorar en los hombros de Simón y Clary hizo lo
mismo con Jace. Robert no dudó y abrazó fuerte a su hijo diciendo:

─Tranquilo, todos estará bien, shhh, todo estará bien hijo ─lo dijo cariñosamente.

─ ¡Papá se lo llevó...! ¡Se llevó a Magnus! ─afirmó entre lágrimas Alec.

─ ¿Quién? ─preguntó su parabatai.

─ ¡Su padre, Asmodeos! ─dijo Alec quien no paraba de llorar.

Todos se quedaron sorprendidos, era justo como Clary lo había dicho, pero
no se iban a quedar de brazos cruzados. Caminaron en dirección a Alec, Jace
alzó a su parabatai le sonrió y este entendió, no estaba solo y ya era tiempo
de calmarse porque las lágrimas no traerían a Magnus con él; así que se secó
las lágrimas, se puso firme y le lanzó una mirada a todos. Jace preguntó:

─ ¿Y qué vamos hacer? –preguntó el rubio.

─Rescatar a Magnus ─dijo Alec. Todos se reunieron, incluso Lydia quien
comentó que informaría a la Clave y levantaría los cargos que le habían
puesto al brujo.

“Solo espera amor, no tomará mucho tiempo y volveremos a estar juntos…”
─declaró Alec para sí mismo.

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Entretanto, en la casa de Asmodeos, Magnus despertó y miró a todos lados
reconociendo el lugar; trataba de recordar cómo fue que llegó a Edom.

Mientras que cruzaba el portal, apareció al final de este, un joven de pelo
castaño y ojos grises que les sonrió a la vez que atacaba a los guardias; después hizo un movimiento con las manos y de ahí, no recordaba más.

Fin del recuerdo.

Así que supuso que era un sirviente de su padre y este seguro, lo trajo aquí. Sabía que su magia no serviría de nada; claro, podría salir, pero seguramente afuera lo detendrían los demonios de su padre. Sin embargo, también confiaba en que Alec se enteraría de lo sucedido y vendría ayudarlo como lo hizo antes y donde le dijo: “no quiero el mundo, te quiero a ti...” sonrió ante el recuerdo, su sonrisa se borró en el mismo instante al ver de nuevo al joven que lo trajo de regreso.

─El amo quiere verte, joven Magnus ─dijo el sirviente.

─ ¿Cuál es tu nombre? ─le preguntó el brujo.

─Pues es Draco, joven Magnus─contestó con educación ─pero no intente escapar, porque el amo también me dio la orden de matarlo si lo intenta ─le advirtió mostrando una sonrisa malévola.

Ante esto, Magnus tragó saliva y lo siguió, llegaron al salón y vieron que Asmodeos no estaba solo, lo acompañaba alguien que conocía muy bien para su mal. Esa persona lo vio y se apresuró a abrazarlo; Magnus no respondió el abrazo.

─ ¡Magnus, muchacho! ─dijo aquel hombre agarrando los hombros del brujo.

─ ¡Lucifer... que tal, tanto tiempo sin verte! ─dijo Magnus nervioso.

─Pues eres tú el que no viene a verme, ni a tu padre, por lo que me ha dicho ─increpó lucifer.

─Me dijo que te quedarás forzadamente acá algunos días ─comentó esto
mostrando una sonrisa. Ante el hecho, Magnus le lanzó una mirada de
desprecio a su padre; este lo sonrió fríamente.

─Bueno ─continuó Lucifer ─he venido aquí a ver si tu padre me hace el favor
de quedarse con alguien que tengo que cuidar ─dijo riendo.
─ ¿Qué cuidar?, ¿o lo estás trayendo a la fuerza como lo hice con mi hijo?—exclamó Asmodeos. Magnus lo miró con asco y después le volteó la cara.

─Bueno, digamos que esta persona me ayudará a obtener el cuerpo que quiero y por tratarse de un ser angelical, no puedo poseerlo así nomás, pero la cuestión es que las personas que lo buscan, saben mi guarida y no quiero que lo encuentren rápido, además mi plan recién está empezando ─afirmó Lucifer.

En ese momento, el sirviente de Lucifer se presentó en la sala acompañado
de un hombre de pelo castaño y ojos azules que le recordó a Alec, pero se
dijo a sí mismo, que los ojos de este, no tenían comparación con los ojos de
su novio; lo siguió observando, estaba herido, tenía mucha sangre en la cara
por heridas en su rostro y cayó al suelo.

Ante esto, no dudó en ir a ayudarlo, no le haría mal usar su magia para curar a ese hombre que se veía tan mal; así que, de sus manos brotaron chispas azules y con ellas, comenzó a recorrer el cuerpo de aquel desconocido, este empezó a recuperarse rápido, de tal manera que en un abrir y cerrar de ojos ya estaba curado; esto sorprendió a Magnus; aquel hombre se sentó y lo miró al mismo tiempo que
le preguntaba:

─ ¿Tú qué eres? –exclamó.

─Pues soy un brujo ─respondió Magnus ─te he curado con mis poderes.

─Pues ¡gracias! ─respondió el desconocido ─y ¿cuál es tu nombre?
─preguntó ese ojiazul.

─Magnus... Magnus Bane mi hijo ─intervino Asmodeos. Ante la respuesta,
por inercia se alejó de Magnus, pero miró sus ojos y vio dentro de ellos que no brotaba nada malo, su alma era buena.

─ ¡Asmodeos tanto tiempo sin verte! ─dijo aquel desconocido ─por lo que
veo, conseguiste otro cuerpo.

─Pues si ─respondió el papá de Magnus.

─Bueno, ya tanta plática me aburre ─dijo Lucifer.─Ahora tú ─señalo al ojiazul, ─serás obediente y te quedarás aquí  con ellos—Castiel le volteo el rostro.— Yo me iré y buscaré a tus amigos, les diré que si quieren verte de nuevo, tendrán que darme lo quequiero y tú sabes lo que deseo.

─ ¡Ellos jamás harán eso! Así que, ¿por qué no te ahorras tiempo y me matas
de una vez? ─dijo el ojiazul.

─ ¡Ay Castiel, querido! no, no funciona así, aquí se hace lo que yo diga, así
que iré a buscar a esos chicos, los Winchester, y tú te quedarás aquí. Y así
desapareció, dejando a Castiel, quien se  preguntó a sí mismo, si podía confiar en que Asmodeos no lo trataría tan mal como Lucifer.















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