09 - 𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘸𝘰𝘳𝘳𝘺 𝘢𝘣𝘰𝘶𝘵 𝘮𝘦.
El resto del día fue bastante tranquilo. Al menos para la mayoría, ya que Shulk se sentía algo abrumado. Haber escuchado su nombre por parte de Cloud pareció haber sido demasiado.
El ex-soldado estaba en la mesa del salón principal tomando un café. Sintió unos pasos y miró a las escaleras. Era Ike. Y parecía algo alegre. - Eh rubito, por fin te pillo solo.
- Estoy de acuerdo. Siéntate anda.
Ike obedeció. La verdad, es que era la primera vez que estaban solos. - He oído que tú también eres mercenario.
- ¿Te lo ha contado Marth?
- Se nota que ese chico te quiere mucho. No para de hablar de ti.
Ike se puso como un tomate y desvió la mirada. No pensó que su relación con Marth fuese tan evidente. - Yo también lo quiero mucho. Le he contado cosas que nadie sabía de mí.
- Ya veo.
Hubo un momento de silencio. Cloud siguió tomando su café, hasta que el peliazul rompió el silencio. - ¿Qué hay de ti y de Shulk?
Cloud dejó de beber. - No sé a qué te refieres.
- Te darás cuenta pronto.
Cloud decidió ignorarlo. Fue entonces cuando vió que Isabelle bajaba las escaleras. - Cloud, tienes una llamada.
- ¿De quién?
- No lo sé, sólo ha dicho que es urgente.
El rubio suspiró y dejó la taza en la mesa de la cafetería. En ese momento Marth bajó hasta el salón. - Hola Ikey.
- Hola mi príncipe.
Marth se acercó y enterró su rostro en el cuello del mercenario, hasta que alguien irrumpió. Era Link. - A vuestro cuarto por favor.
Mientras tanto, Cloud cogió el teléfono que estaba en la cocina. Descolgó. - ¿Diga?
- ¡Cloud! ¿Qué pasa?
A Cloud se le hinchó la vena y casi rompe el teléfono. Era Reno. - ¿Cómo tienes mi número?
- Vamos, vamos, no seas así. Nos gustaría tu ayuda.
- No me interesa.
- Venga, Rufus quiere formar una nueva unidad de SOLDADO, y tras la muerte de "ya sabes quién", eres el único que queda.
- Ya os dije que no me interesa. Además lo único que hacéis bien es darme dolores de cabeza.
- Sólo serán un par de pruebas, no tardaremos mucho.
- No voy a hacer de conejillo de indias.
- Pero Cloud-
- Olvídame, Reno. Tú, Rufus y el resto de vosotros. Y no vuelvas a llamarme.
Y colgó. Se tapó la cara. Ni siquiera en el torneo estaba a salvo de los turcos. De pronto, escuchó a alguien detrás de él.
- ¿Cloud? ¿Estás bien?- era Shulk. Al parecer lo estaba buscando.
- Shulk...¿me estabas escuchando?
- No. Acabo de llegar. Quería avisarte de que ya puedes recoger tu espada.
- De acuerdo. Vamos.
Ambos se dirigieron a la armería. Shulk abrió la puerta y le mostró a Cloud su espada. La hoja estaba pulida y no había rastro de óxido. El mercenario agarró su arma. Parecía más ligera. - Vaya, está mejor de lo que esperaba.
- Tengo que decir que la hoja estaba algo áspera y el filo algo magullado.
Cloud frunció el ceño. Vió que las manos de su compañero estaban enguantadas. Se acercó y le sacó los guantes. Sus manos tenían algunas heridas y estaban resecas.
- ¿No has descansado, verdad?
- ¿Se nota?
El mercenario le hizo una seña para que le siguiera. Llegaron al cuarto de Cloud e hizo que Shulk se sentara en la cama. - Espera aquí.
El joven mecánico se sintió algo avergonzado. Levantó la cabeza cuando escuchó abrirse la puerta. Cloud entró con una caja. Sacó un bote de crema.
- ¿Qué es eso?
- Una crema hidratante. No puedes sostener la espada si no tienes las manos sanas.
Cloud se acercó. - Quítate la chaqueta.
- ¿C-cómo?
- Confía en mí.
Shulk obedeció. Se quitó la chaqueta y se subió las mangas del fino suéter que llevaba. Cloud se echó un poco de crema en la mano derecha de Shulk.
Muy lenta y suavemente, Cloud empezó a masajear suavemente la mano del contrario. Sorprendentemente, era un tacto agradable. - No sabía que podías dar masajes.
- Una conocida me enseñó. Deberías cuidar tus manos. Son imprescindibles para un espadachín.
Luego, procedió con la izquierda. A pesar de su musculatura, las manos de Cloud parecían no estar hechas para sostener una espada.
Shulk no supo cómo, pero sus mejillas se pusieron rojas. Las frías manos del mercenario se sentían bastante suaves.
Justo cuando acabó, su móvil comenzó a sonar. - Menuda suerte la mía...
Agarró su teléfono de la mesita de noche y contestó. - ¿Qué quieres Barret?
- ¡Cloud!
- ¿Denzel? ¿Por qué tienes el teléfono de Barret?
- ¡Tienes que darte prisa Cloud! ¡Los turcos están aquí!
A Cloud le hervía la sangre. Esa gente no se cansaba. - Gracias por avisarme Denzel. Nos vemos.
Cloud salió bruscamente del cuarto. Con mucha prisa, avisó a Master Hand de que tenía que resolver unos asuntos en su mundo. Bajó al salón seguido de Shulk.
- ¡Cloud espera! ¿¡Va todo bien!?
Todos los que estaban allí los miraron extrañados. No sabían a qué venía tanto escándalo. - Tengo que irme a Midgar.
- ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
- Ahora no puedo hablar.
- ¡Por lo menos dime si tienes problemas!
Cloud se dió la vuelta y miró que Shulk estaba muy preocupado. Se acercó con paso firme y agarrando su brazo, lo sacó a rastras de la mansión.
Una vez que estaban algo apartados, Cloud lo soltó. Shulk aún estaba preocupado.
- Mis amigos tienen problemas.
- Oh...lo siento, no lo sabía.
- No importa.
Mientras tanto, los dos chicos no se dieron cuenta de que estaban siendo observados. Robin estaba mirando por la ventana, junto con Ike y Roy, quienes decidieron ver qué pasaba. - ¿Qué pasa Robin? ¿Ves algo?
- No veo mucho, y te agradecería que te quitaras de encima.
Estaban haciendo un esfuerzo por averiguar de qué hablaban. Aunque por la distancia no podían saberlo. Shulk parecía bastante tenso. - ¿Cuánto tiempo estarás fuera?
- No lo sé. Esa gentuza no se anda con tonterías.
- ¿Irás solo? Si tan fuertes son necesitarás refuerzos, ¿no?
Cloud entrecerró los ojos. Es como si Shulk quisiera acompañarle. Pero no quería correr ningún riesgo en esto. - Tranquilo. He tratado con ellos antes, no creo que tenga problema.
Shulk bajó la cabeza. El mercenario se acercó un poco y los que estaban cotilleando estaban muy atentos a ver qué pasaba. - ¡Creo que lo van a hacer!
- ¡Maldita sea Roy, te he dicho que te quites de encima!
- Cerrad el pico y quedaos quietos, que no veo bien.
Sin embargo, sus ilusiones se hicieron añicos cuando Cloud agarró por la nuca a Shulk y juntó sus frentes. Y las mejillas del joven mecánico se tiñeron de un rojo carmesí. - Confía en mí, Shulk. Te prometo que no me va a pasar nada.
Cloud se separó y atravesó el portal. Shulk sonrió ligeramente y volvió a la mansión. Cuando entró, vio a sus compañeros muy sorprendidos y él los miró confuso. - ¿Por qué estáis amontonados cerca de la ventana?
- ¿Por qué no os habéis besado?
Robin le dio un zape a Ike. El rubio se puso como un tomate, otra vez. Se avergonzó cuando descubrió que lo habían visto todo, aunque por lo menos no escucharon su conversación.
- ¡¿Estás de broma?! ¡No puedo hacer eso, apenas nos conocemos!
- Estáis casi todo el rato juntos, ya empiezan a haber rumores sobre ti y Cloud.
Su pulso se aceleró. No se había dado cuenta de que se habían convertido en el centro de atención. Todo iba muy bien, hasta la noche que jugaron verdad o reto. Ese beso tensó su amistad. ¿Qué podía hacer?
Entonces supo qué hacer. Se fue corriendo y se dirigió a la habitación de Zelda. No podía hablar con Marth porque tenía "asuntos pendientes" con Ike. Llamó insistentemente a la puerta de la princesa y esta le abrió. Lo miró con una expresión de preocupación. - ¿Qué te pasa Shulk?
- Necesito hablar con alguien.
- Sin problema, pasa vamos.- Shulk se sentó junto a Zelda al borde de la cama. Quizás ella le podría ayudar.
- Bueno, ¿de qué quieres hablar?
- Zelda...
- Dime.
Shulk se quedó callado un momento. No sabía que iba a pensar, pero no le importó. Lo único que quería en ese momento, era soltar los sentimientos que lo tenían apresado. Entonces levantó la cabeza y con la cara toda roja lo confesó. - Creo que...me he enamorado de Cloud.
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