CAPÍTULO 36
En la nueva entrega de FemTech News Network: Super 24 hours con John Coleman, el noticiero de la pérfida corporación, tras diversas noticias sobre el mundo, la psicótica y todopoderosa líder de los medios al servicio de la todopoderosa FemTech International, realizó una declaración en directo en la que pidió al público que, tras los "desafíos de los últimos días", restablezcan su confianza en ella como superhéroe y como "un pilar de la sociedad".
"Hola a todos. Estos días se han presentado desafíos para todos nosotros. A medida que estos desafíos se han desarrollado, vuestra confianza ha sido traicionada, y por eso, lo lamento mucho. Las heroínas son pilares de la sociedad, símbolos, cuyos ideales y principios la gente busca. Modelos a seguir, en quienes se puede confiar en cualquier circunstancia. Les prometo solemnemente, aquí y ahora, que lideraré el cargo para reconstruir esa confianza. A medida que avancemos juntos, quiero que sepan que estoy escuchando, mucho más de lo que estoy hablando, porque los escucho, y estoy aquí para ustedes. Estoy aquí para ustedes. Siempre lo estaré. Gracias a todos, y que Dios bendiga a América", declaró Lady All-Seeing.
El discurso es, evidentemente, otra treta en la estrategia mediática de FemTech para limpiar tanto su imagen pública como de la Lady All-Seeing tras los acontecimientos ocurridos con aquel sujeto al que violó tan salvajemente que le partió la cadera en dos.
Para aquellos que no estén familiarizados aún, hace no mucho salió un escándalo en donde Lady All-Seeing y magnates adinerados, abandonaron la Tierra en cohetes bajo el pretexto de probar un prototipo de colonia en una de las lunas de Júpiter, contra una supuesta extinción masiva dentro de no muchas décadas.
Pero en su lugar, se escondieron en un paradisíaco resort de una isla remota donde tuvo lugar una serie de sucesos orgasmicos, que fue básicamente una mega orgía de personas ricas con todo tipo de depravaciones, drogas y sexo, sobre todo mucho sexo. Por supuesto, las cosas salieron algo mal, y un stripper hombre resultó herido en el proceso, intentando esconder lo sucedido, la familia del caballero pregunta por él, les ofrecen una compensación económica, la rechazan y allí se destapa todo el meollo con ayuda de varios periódicos, fue un baño de agua fría para altos cargos en el gobierno incluso, y se metieron para poner cartas en el asunto y ocultar de nuevo la corrupción.
Teniendo en cuenta la cantidad de violencia y sexo que hay tanto por parte de las personas adineradas y poderosas, es fácil imaginarse hasta qué punto puede llegar el libertinaje de los supers. Este es uno de los momentos más impactantes de los últimos tiempos, pero está claro que tal y como señalan algunos, será un gran desafío decir que no pasó más de una vez algo similar.
Los medios de comunicación solo hablaban de eso aún después de mucho, ya pareciera que no recordaban los acontecimientos realmente importantes. Vega y sus compañeros se esconden en un piso del centro de la ciudad, pequeño, viejo, con un solo cuarto de baño. Duermen en literas y se turnan para cocinar y ducharse. Desde el comienzo de la Tregua ya no necesitan bajar de dos en dos para hacer la compra, ni se preocupan por el estado de los coches de que disponen. Se comportan como un comando que duerme. De cara a las vecinas, son un grupo de trabajadores freelance con distintos turnos, contratados por una empresa de reformas, lo que sirve de explicación para sus extraños horarios. No ponen música, ni organizan fiestas, ni llaman la atención.
Hablan siempre muy bajo.
—Todavía tengo miedo cuando voy por algunos sitios —dice Ramsés mientras aliña una ensalada—. Ayer por la noche, al volver a casa, se me ocurrió atajar por la calle estrecha, la de la izquierda. Quería llegar cuanto antes. Y mierda.
—¿Te reconocieron? —pregunta Conrad.
—No. Pero me sentí observado. Había un grupo de mujeres a la puerta de un bar, fumando. De mi edad. Yo bajé la cabeza, pero sentí perfectamente cómo me miraban. Todas. Si llegan a reconocerme, dudo que hubiera podido escapar.
—Putas rencorosas, putas vengativas… —dice Twain.
Leyes deja de cortar el pan y mueve las manos en el aire, llamando la atención de los demás sin elevar la voz.
—¡No digas esas palabras! ¿Estás loco? ¿Quieres que nos oigan, pajero? ¿Quieres que se den cuenta de quiénes somos y lo que estamos haciendo?
—¿Y qué quieres que haga? —protesta Twain—. ¡Lo siento! Lo siento mucho. Pero me está costando, ¿okey? Me han sacado la mitad de mi… de
mi…
—«Vocabulario» —dice Ramsés—. Tranquilo, compañero. Sé cómo te sientes.
Y tú, conchita, a ver si te relajas. Hablamos tan bajo que casi me cuesta oír mis
propias palabras, así que no exageres.
—Solo digo que tenemos que proteger el piso. Comportense, solo pido eso. Yo soy el que baja al supermercado casi todos los días. ¿Pensás que no las oigo hablar, que no me miran con suspicacia? Lo hacen, claro que lo hacen: me parezco mucho a esa fotografía de mí mismo que está en internet. Pero si dicen algo, sonrío y sigo con mis cosas. Y no pasa nada. Estamos en Tregua.
—Me duelen los dientes de tanto sonreír —dice Conrad.
Vladimir lo anima con un golpe en el hombro. Echa de menos los bares de ambiente gay y su colega es lo único que lo mantiene cuerdo. Han perdido forma física, porque ya no visitan el gimnasio, pero todavía son el músculo del grupo y comparten su antigua complicidad. Leyes y Ramsés, por el contrario, están consumidos, terriblemente delgados, con enormes ojeras y sin afeitar desde hace tanto tiempo que les cuesta reconocerse en el espejo. Les viene bien para moverse en público, de cualquier modo, siempre con cuidado y con ambos ojos en el cielo por cualquier cosa.
La puerta suena: dos, uno, tres.
Es la clave.
Cuando Vladimir abre, Vaca Muerta cae en sus brazos.
Vaca Muerta había sido mucho antes de caer al haberse abierto la puerta, un reconocido político anunció su renuncia al cargo de ministro de Economía del país en la mañana de este jueves (hora argentina), tras la fuerte presión ejercida por los escándalos ocurridos a lo largo de sus tres años de mandato, tras perder el apoyo de su Partido Conservador y ceder su poder a las influencias femeninas.
"Es claramente la voluntad del grupo parlamentario conservador que haya un nuevo líder del partido y, por tanto, un nuevo ministro en el gabinete.", reconoció Vaca Muerta en su mensaje a la nación, queriendo conservar algo de ayuda de los conservadores, aún frente a los montones de molotovs que llovieron sobre su casa y auto. Así todo, seguirá sin su rol político hasta que las féminas decidan volver a aceptar hombres en cargos políticos.
Desde el denominado "tortagate" -el escándalo por las fiestas organizadas en la Casa de Gobierno durante los confinamientos de 2020 y 2021-, hasta la irregular financiación de la lujosa reforma de su residencia oficial, pasando por acusaciones de amiguismo y abuso sexual hacia su secretaria, los escándalos a su alrededor se multiplicaron.
Y si bien había ganado algo de tiempo y había hecho olvidar durante algunos meses las múltiples controversias que lo rodeaban gracias a su determinada acción en la ayuda a Ucrania contra la invasión de Rusia, el descontento de los civiles y su propio partido era incesante.
La dimisión del ex primer ministro ocurre luego de una serie de eventos que aceleraron su decisión, como la renuncia de casi 60 miembros del gobierno desde el martes de esta semana, según indicó la agencia de noticias La Nación. Los primeros dos funcionarios en despedirse de sus cargos por voluntad propia fueron el ministro de Defensa, Agustín Sunak, y el de Sanidad, Ginés Marcelo García.
Asimismo, este jueves, la nueva titular de Economía, Sabrina Zahawi, nombrada el mismo martes, se sumó a quienes pidieron al ministro que se fuera. "Sabe en su corazón qué es lo correcto, váyase ahora mientras aún le queda tiempo, Vaca Muerta", escribió en una carta publicada en Twitter.
—Gracias, gracias… —susurra, entre toses, con el rostro ceniciento.
—¿Qué ha pasado?
—Casi… casi me pillan. Las Pocas.
Leyes vuelve a mover las manos.
—¡No la llames así! Es la «Policía Capital». La PoCa. ¿Es que hablo para una pared?
Literalmente 'organización policial de seguridad de la región capital', abreviada como "SM" (Sistema Metropolitano) es una fuerza policial paramilitar antiterrorista establecida por separado de las Fuerzas de Autodefensa y Gendarmería para combatir el terrorismo y mantener el orden en toda la provincia de Buenos Aires, se usa también el término callejero "POCA" (para "Policía Capital")
Para hacer frente al aumento de los movimientos antigubernamentales, el gobierno funda la Guarnición Armada Especial, más comúnmente conocida como «Pocas». El escuadrón Pocas está formado por las soldados FemTech altamente entrenadas y fuertemente armadas que utilizan armaduras especiales conocidas como «Armaduras de vagina» y tienen la tarea de sofocar los movimientos antigubernamentales mediante la fuerza letal.
Entre todos, mueven las sillas para dejarle aire y espacio a Vaca Muerta. Se tumba en el sofá, con las piernas en alto, sobre el apoyabrazos. Esperan a que recupere el aliento. Leyes lo abanica con un periódico de hace días. En portada: «Rusia toma Ucrania y Moscú es borrada del mapa con una bomba atómica».
—Ha sido un error… No se lo cuenten a Vega, por favor.
—¿Qué has hecho esta vez? —pregunta Ramsés.
—Estaba reunido con uno de nuestros contactos… El actor, ya lo conocen. Hemos cerrado el próximo paquete, día, hora y lugar. Todo en orden. Pero claro, también nos hemos tomado un par de tragos, para desahogarnos. Como en los viejos tiempos. Quizá alguna más. Llevaba el bigote falso y la peluca, eh. Me he sentido seguro. Y antes de salir me he cruzado con un par de chicas jóvenes…
—No…
—¿Qué has hecho? —pregunta Leyes.
Vaca Muerta no responde.
—¿Qué hiciste, enfermo de la cabeza? —insiste Vladimir.
—Yo… Bueno, no sé cómo ha pasado… Ha sido el alcohol, se los juro… Y tampoco ha sido para tanto. Han pasado delante de mí y…
—¡Habla de una vez, qué pasó!
—¡No me acuerdo bien! ¿Okey? Les he dicho alguna cosa. «¿Saben qué es la mujer? El motor de la escoba» o alguna mierda así. Me ha salido sin querer. ¡Era solo un mal chiste! Total, que en cero coma tenía a un montón de viejas encima, haciéndome fotos, acosándome, echándome del bar a patadas. Y alguna ha debido de llamar a la PoCa, la puta que me parió, porque mientras me alejaba he oído la sirena, la puta sirena de siempre, que cada vez que la oigo se me suben los huevos al cuello, y ha aparecido un coche, y han salido dos pocas enormes, del tamaño de LeBron James y con más musculos que La Roca, y yo he salido corriendo tanto que no sabía ni dónde estaba, carajo, si solo ha sido una broma, yo qué sé… No se lo cuenten a Vega, por favor.
—¿Te han agarrado? ¿Te han reconocido? —pregunta Leyes.
—¡No! ¡Para nada!
—Puto inmaduro de mierda… —protesta Vladimir.
La puerta del despacho se abre, silenciando los gemidos de Vaca Muerta. Es la única habitación en la que nadie entra sin permiso.
Vega tiene una cicatriz que empieza en el labio superior, cruza su mejilla derecha y le llega hasta el ojo. Todos los días se afeita la cabeza, dándole un aspecto de presidiario hostil, acostumbrado a no ver la luz del sol, sin compatriotas. En su pecho, el tatuaje de un pene descomunal: los testículos, dibujados como granadas de mano, flotan a ambos lados de su ombligo, el tronco se levanta a lo largo de su estómago, y el glande, puntiagudo y en forma de flecha, con el vértice manchado de sangre, alcanza su garganta, justo por debajo de la nuez. En su espalda, dos mujeres arrodilladas, con la boca en el suelo y el culo en pompa, besan los pies de una figura masculina indistinguible, de brazos abiertos, que bien podría ser él mismo. Cojea ligeramente y tiene las uñas negras.
Todos sus compañeros le deben la vida, y él ha pagado las consecuencias. Es una de las razones por las que aceptaron no volver a llamarle por su antiguo nombre, Glez. De aquello hace mucho tiempo. Cuando China apenas experimentaba con clones, y no tenía todavía su ejército propio de Homeros Simpson sin ombligo para invadir Taiwán.
—¿Todo bien con el actor? —pregunta.
Ninguno dice nada. Vaca Muerta asiente en silencio.
—¿Cuándo tendremos el material?
—El jueves… A medianoche. En el edificio.
Vega asiente y los invita a sentarse alrededor de la mesa. Tiene algo de chamán y de médico: podría convocar la lluvia o definir un cáncer con la misma expresión adusta, flemática, sin misericordia. El grupo lo obedece por inercia.
—Sé que ha sido difícil —empieza—. Todo lo que nos pasó antes de la Tregua, las peleas, las heridas, las cicatrices… Todavía nos estamos recuperando, y de algunas cosas no nos recuperaremos nunca. Hemos dejado atrás nuestra vida, nuestras familias, nuestros trabajos. Vivimos en una casa de mierda. Apenas tenemos financiación. Sé que te duele no ver a tus hijos, Leyes, y sé que tú, Conrad, echas de menos a tus padres. Sé, también, que están preocupados por el futuro: he repartido las tareas de forma individual, sin apenas informarles, exigiendo vuestra complicidad y vuestro silencio, y ahora mismo ninguno de vosotros sabe en qué están trabajando los demás, ni si su esfuerzo tiene algún valor. Disculparme. No lo he hecho así por desconfianza, sino por seguridad. Confío en todos y cada uno de vosotros. Pero quería proteger la información para que, en el caso hipotético de que fueran descubiertos o, en el peor de los escenarios, capturados por el enemigo e interrogados, nuestro plan pudiera seguir adelante. Y digo «nuestro» porque no es mío, aunque el arquitecto haya sido yo. Es nuestro porque compartimos una idea común, una visión del mundo. Es nuestro porque vamos a poner nuestra vida al servicio de una causa que nos supera.
Ramsés está a punto de llorar. El resto contiene la emoción como puede.
—Entonces, ¿todo esto, esta casa, esta vida de parias, este miedo constante a ser quienes somos, a salir a la calle, tiene un sentido? ¿Hay un futuro?
Vega sonríe. Le falta un diente. Dos.
—Por supuesto. Les prometo que vamos a recuperar lo que nos corresponde por naturaleza. Porque es nuestro. Porque siempre será nuestro. Porque si no es nuestro, no será de nadie —hace una pausa—. Esto es una oda a la libertad, a la igualad entre niños y niñas, para cuando volvamos a ver el mapa solo hayamos hombres. Es simple, una niña, una profesora, una panfleto y un lápiz negro no pueden cambiar el mundo.
Termina su discurso y desata un estruendo de aplausos en la sala.
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