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Ir al supermercado con sus hijos nunca era una tarea sencilla y mucho menos después de una hora y media de natación. Sus delfines, como Seokjin había dicho más temprano se veían como trapos viejos mientras caminaban juntos a él. 

—Solo compraremos lo que hace falta, no es tanto —Yoongi habló solo. 

—¿Cuando iremos a casa? —Jihwan se frotó los ojos arrastrando sus pies. 

—Pronto. 

Eunho a su lado iba mirando su teléfono y suspiró fuerte haciendo que Yoongi lo mirara. —¿Qué pasó?

—No estoy seguro.

—¿Que significa eso? 

Eunho mordió su labio y arrugó su ceño. Yoongi desvió la mirada al reconocer esa acción en una persona que dividía su interior entre odiarlo profundamente o agradecerle por los dos hijos hermosos que le había dejado. Y Eunho no tenía la culpa de ese parecido pero aún así era difícil verlo.

—Es Kev. 

—¿Tu amigo Kevin?

—Si.

Adolescentes, suspiró Yoongi, todo era monosílabos con ellos. 

Pasando a otro pasillo Yoongi se detuvo en el área de los jabones líquidos y como era tradición le pidió a Jihwan que eligiera dos. Miró a su hijo mayor y se acercó a él. 

—¿Pasó algo? ¿Quieres hablar conmigo? 

Eunho se encogió de hombros y miró a su padre luciendo nervioso y no del todo confiado. Yoongi sabía que era difícil hablar con su hijo mayor y trató de no tomarlo tan a pecho pero estaba seguro de que él preferiría hablar con Taehyung o Jimin. 

—No es nada papá, solo es algo tonto. 

—¿Seguro? 

—Si, nada importante. 

Yoongi no presionó y era algo que había aprendido pero también era la parte más difícil ya que sentía que se alejaba de su hijo de esa manera. 

Ser padre era tan malditamente difícil y no había ningún libro, no había nada que te dijera si lo estabas haciendo bien o estabas fallando completamente. 

—¿Papi? —Jihwan tiró de su chaqueta —¿Puede ser este? ¿Y este?

—Si campeón, ese está bien.

—Aquí dice arandano y yogurt.

—Es arándano y creo que van a oler delicioso. 

Jihwan asintió y metió las bolsas de jabón líquido en el carrito. Luego de dar pocas vueltas más Yoongi decidió que necesitaba una copa de vino esa noche por lo que tomó dos botellas y un whisky nuevo, quizá no iba a tomarlo pronto pero sería bueno tener un reemplazo ya que de su whisky Macallan de 12 años no quedaba ni la botella. 

Con los niños altamente aburridos pagó en la caja, tomó el carro y prontamente estaban saliendo del estacionamiento subterráneo. El camino a casa fue tranquilo, Jihwan no había parado de hacer preguntas y Yoongi trataba de responderlas pero era difícil llevar el ritmo de su pequeño. 

—¿Por qué el señor Bae arregla sus flores solo?

Yoongi giró en su calle e hizo una mueca en sus labios —la señora Bae está un poco enferma. 

—¿Se va a morir como mi otro papá? 

—Él no está muerto, bobo. 

El automóvil se detuvo y el azabache suspiró. Se pasó una mano por su cabello y miró por el espejo retrovisor a sus dos hijos. 

Eso había salido de la nada.

—Él no murió, campeón. 

—Si no está en el cielo entonces ¿Dónde está? 

Eunho rodó los ojos y se quitó el cinturón —nos abandonó, muy simple como eso. 

—Eunho —Yoongi advirtió. 

—¿Que? —el adolescente abrió la puerta del automóvil. —Es la verdad y él tiene que saberlo. 

—¿Nos abandonó? 

La voz de Jihwan se quebró y Yoongi maldijo en silencio la noche de mierda que iba a tener ahora, pero era su culpa, lo sabía. Jamás había tocado profundamente el tema por lo que no se sorprendía que Eunho explotara ante la mención de Adam. 

Eunho era el único de sus hijos que lo recordaba. 

—Vamos a casa y hablaremos si. 

Yoongi se bajó del vehículo y ayudó a bajar a su pequeño. Sabía que Eunho lo estaría esperando en la entrada por lo que su ceño se arrugó cuando comenzó a acercarse a su casa y vio a su hijo con Seokjin. 

—¿Jin? 

El rubio se giró con una sonrisa tímida y el corazón de Yoongi retumbó en su pecho. Estaba acabado con este hombre, ya no podía hacer como si no le gustara verlo en su casa y le daba lo mismo que lo había llevado hasta allí, a Yoongi no podía importarle menos si es que podía verlo un poco más. 

—Hola, te llamé pero tu teléfono me envió a buzón. 

—¿En serio? —el azabache sacó su teléfono y sorprendido se dio cuenta de que su teléfono estaba muerto. Y eso no pasaba, él siempre mantenía su teléfono con batería. Eso solo indicaba lo distraído que se había vuelto. —Tienes razón. 

—Si, siento venir a molestar. 

—No te preocupes —Yoongi sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta, pero antes de dejar entrar a Eunho lo detuvo —hablaremos sobre lo que pasó hace un rato.

—Si claro. 

Yoongi apretó la mandíbula y lo dejó entrar, no quería discutir con su hijo mayor delante de Seokjin pero la irritación de Eunho no estaba ayudando a calmarlo. 

—Dije que hablaremos y lo haremos. 

Eunho no volvió a responder y esa fue una pequeña batalla ganada. Suspirando se giró y le dio una tensa sonrisa a Seokjin. 

—Mi papá está enojado —susurró Jihwan. 

—No lo estoy —el azabache se agachó frente a su hijo y le desordenó el cabello —también hablaremos nosotros dos pero antes debo ir a buscar las compras. 

—Está bien —se encogió de hombros para luego tomar la mano de Seokjin y arrastrarlo con él —¿Quieres ver una película? 

—Oh yo… Yo solo venía a buscar mi billetera. 

Yoongi rio —¿De verdad no te la entregué?

—No estaría aquí si me la hubieses devuelto —Jin también sonrió. 

—Lo siento, he estado un poco distraído. 

—No te preocupes. 

Yoongi metió su mano en el bolsillo de su chaqueta y efectivamente la billetera de Seokjin estaba allí. Era de cuero negra y estuvo a nada de llevarsela a la nariz y buscar el olor del rubio en el material. 

—Toma y disculpa por haberte hecho venir hasta aquí. 

—No fue la gran cosa, estaba cerca. 

Por el rabillo del ojo se dio cuenta que Jihwan se había sentado en el sofá y que estaba buscando una película para ver, sus entrañas se retorcieron por la culpa, porque su hijo quería ver una película con una persona que no conocía en lo más mínimo, ¿Necesitaba otro papá? 

Yoongi no sabía que hacer con la incertidumbre de no saber si era suficiente para sus hijos. 

No se dio cuenta que se había quedado mirando a su hijo fijamente hasta que una cálida mano apretó su hombro. Mordió su labio y tomó aire para poder mirar a Seokjin y no derrumbarse delante de él. 

—Tengo unas bolsas en el auto. 

—Te acompaño. 

—Ji, iré a buscar las bolsas. 

—¿Harás papas fritas? ¡Di que sí papi!

—Claro campeón. 

Yoongi avanzó hasta su puerta y salió seguido de Seokjin. Su corazón no había latido tan rápido en años y es que se le estaba haciendo difícil estar cerca de Seokjin, incluso si no habían compartido demasiado, Yoongi ya sabía que se sentía completamente atraído hacia él. 

Y era una mierda porque el hombre guapo jamás miraría en su dirección. 

—¿Papas fritas? Te desordenas los sábados por la noche al parecer. 

—Aunque no lo parezca trato de hacer cosas divertidas. 

Abrió el maletero y tomó dos bolsas, Seokjin tomó dos más y volvieron a la casa cuando la alarma fue accionada. 

—Cuando era pequeño mi mamá me llevaba a mi y a mi hermano a un centro comercial, cuando vivíamos en esa ciudad pequeña, no sé si la has visitado. 

—¿Cuál? Pensé que eras de aquí. 

—No, vinimos a vivir después de… Después de unos problemas que tuvimos allá. 

El tono con que Seokjin lo dijo no pasó inadvertido para Yoongi, pero no presionó, no creía que era el lugar o el momento. 

—¿Que ciudad dijiste que era?

Pararon en la puerta y el alivio que vio en los ojos de Seokjin fue tan inesperado, diablos, Yoongi quería besarlo. 

—En Aston. 

—¿Aston? Mi cuñado creció allí. 

—Es un buen lugar para crecer, pero no volvería ni a palos. 

Yoongi se rio y negó con su cabeza —mi cuñado dice lo mismo. 

Entraron nuevamente a la casa, Yoongi miró a su pequeño que estaba concentrado en la televisión. No duraría mucho sin duda, su niño era bastante activo los fines de semana aún si había estado en su clase de natación y se veía notablemente cansado. 

En la cocina dejaron las bolsas sobre la encimera y Yoongi comenzó a quitar los alimentos. Seokjin lo siguió y tomó la nueva botella de whisky silbando. 

—Este me gusta también. 

—Que bueno porque lo compré pensando en ti. 

Seokjin detuvo sus movimientos y Yoongi quería morderse la lengua pero no podía no coquetear con él, era como una necesidad. 

—¿Me estás comprando con alcohol? 

Yoongi tragó saliva y lo miró, pensó que Seokjin lo iba a mandar a la mierda pero no pasó y no sabía que decir a cambio. No quería seguir por ese camino porque era un maldito camino sin salida, sin retorno. 

—¿Está resultando? 

Bien, a la mierda. Yoongi estaba mostrando su mano completa y se estaba saliendo completamente del papel pero Seokjin no lo había detenido, no se veía incómodo. ¿Que rayos significaba eso? 

¿Significaba algo? 

La sonrisa de Seokjin se borró de a poco mientras veía la botella. Humedecido sus labios y Yoongi deseó poder hacerlo él mismo. Quería probarlo, deslizar su lengua por esos labios gruesos, morderlos y chupar esa lengua rosada… 

Mierda. 

—Me tengo que ir, solo venía a buscar mi billetera. Ya te atrasé demasiado. 

Yoongi asintió, tenía las disculpas para él, quería decirle que lo lamentaba, que no quería ponerlo nervioso, pero no lo hizo, no dijo nada porque en el fondo no lo lamentaba. ¿Que estaba mal con él? 

Caminaron hasta la puerta y se quedaron parados a un costado de esta en un silencio incómodo. Un silencio así no había pasado desde la primera vez que se habían visto y eso fue un recordatorio del acuerdo, de los límites que habían trazado al inicio. 

—Seokjin… 

—Hablamos en la semana ¿Si? 

Yoongi se quedó con las palabras atoradas en su garganta y cuando finalmente el rubio dejó su casa él apoyó su frente en la puerta. Maldita sea, lo había arruinado. 

Lo había arruinado tan malditamente mal que no sería sorpresa si Seokjin no volvía a contestar sus llamadas. 

Te necesita, le dijo una mala vocecita en su cabeza. 

—Tengo hambre, papi. 

Yoongi se sobresaltó y tomó una nueva respiración para calmarse, miró a Jihwan y le sonrió. —Vamos a cocinar entonces pero antes debes lavarte las manos. 

—Eso no es divertido. 

—Claro que no, pero es higiénico, ve. 

Su pequeño hizo caso y él con su cabeza un poco más despejada caminó a paso seguro hasta la habitación de su hijo mayor, golpeó una vez y se asomó. Lo primero que vio fue a Eunho limpiándose rápidamente sus mejillas y el corazón de Yoongi se rompió un poco más. 

Entró y se sentó cerca de él, el chico no levantó la cabeza y temblaba ligeramente. 

—Debemos hablar, bebé. 

—Lo siento, yo no quería decirlo así. 

—Lo sé, lo sé —Yoongi se acercó un poco más y lo abrazó, el consuelo fue instantáneo y su niño se relajó en sus brazos, ¿Cuando había sido la última vez que lo había tenido así en sus brazos? No lo recordaba y esa fue una advertencia bastante clara de que quizá se estaba alejando de su hijo. —Voy a hablar con él, le voy a contar lo que pasó. 

—Yo no quería decirlo. 

—Lo entiendo, bebé, fue muy egoísta de mi parte haber hecho que guardaras silencio. No fue justo. 

—Lo odio. Lo odio tanto. 

La rabia que sintió venir de su niño hizo que lo abrazara más fuerte. Eunho estaba creciendo a pasos gigantes y ya no podía evadir ciertas cosas, ya no podía mentir como lo había hecho años atrás. 

—Yo también estuve enojado con él, pero ya no. 

—¿No? 

—No y tú tampoco deberías, vivir con rencor en el corazón no es bueno. —Yoongi acarició los cabellos castaños de Eunho —él perdió no yo, ¿Sabes por qué? 

—No —susurró su hijo pegado a su cuello. 

—Porque se perdió la posibilidad de verlos a ustedes crecer, créeme. 

—Está bien, tienes razón. 

—No lo necesitamos —Yoongi le sonrió cuando se separaron. —A ti ni a tu hermano les va a faltar algo mientras yo esté vivo. Nada, ¿Me escuchaste, bebé?

Eunho sonrió y miró hacia la puerta en donde Jihwan estaba parado. 

Yoongi estiró su mano y cuando su otro niño entró a la habitación lo sentó en su regazo. 

—No necesito nada más que esto para ser feliz. Ustedes son lo más importante que tengo, lo más valioso. 

Jihwan lo abrazó por el cuello y Yoongi tuvo que aclarar su garganta porque estaba a nada de ponerse a llorar. Hace mucho tiempo que no tenía una charla con sus cachorros. 

—Papi —dijo Jihwan.

—Que pasa corazón. 

—Tengo hambre todavía, ya me lavé las manos. 

Yoongi se rio y asintió. —Bien, bien, vamos a comer algo antes que se haga más tarde. Luego a dormir que mañana es último día de descanso. 

Los niños se quejaron y Yoongi los tuvo que sacar prácticamente a la arrastra de la habitación de Eunho. 

En la cocina los niños se sentaron en el comedor de diario y comenzaron a picar unas salchichas mientras él peleaba las papas y preparaba el aceite para cocinar. 

—¿Por qué el señor K no se quedó?

—¿Quien? —Yoongi miró a su hijo mayor. 

—El señor K. 

—Es tu amigo —Jihwan dijo sin soltar la salchicha que estaba picando. 

—¿Señor K? 

Ingenioso, tuvo que darle crédito a su hijo. 

—Tenía cosas que hacer. 

—Me cae bien. Deberías invitarlo más seguido. 

Otra vez Eunho dijo a lo que Yoongi solo asintió y volvió a su tarea. 

—A papá le gusta el señor K —Jihwan susurró bajito pero Yoongi aún así lo escucho pero decidió no decir nada. 

—No te puede gustar un amigo, Ji. No está bien. 

Joder, su hijo era mucho más inteligente que él mismo porque esa era una verdad tan real que le dolía el estómago al pensar que podría ser amigo de Seokjin cuando su trato se acabara pero nunca podría ser algo más. 

Nunca podría abrazarlo y buscar calor en él. No podría besarlo hasta que ya no pudieran respirar y simplemente jamás podría decirle lo cómodo que se sentía a su lado, la conexión que hacía que todo fluyera entre ellos. 

No, él nunca iba a decirlo. 

—Bien niños estoy listo ¿Y ustedes? 

Eunho y Jihwan se levantaron de un salto ya que era una competencia quien terminaba antes. Yoongi sonrió feliz y aunque la mitad del tiempo se sentía solo, estaba realmente contento de poder tener a sus niños con él. 

Y ese sentimiento de pertenencia le ganaba a cualquier otro vacío que pudiera sentir. 

💰

Estoy en racha aquí 🤭

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